commit 90cf4f62ebfb48f1e8233c167de526edb95a6b1f Author: ana mertens Date: Tue Jun 1 17:04:02 2021 +0200 initial commit diff --git a/data/benito.txt b/data/benito.txt new file mode 100644 index 0000000..3f03dcf --- /dev/null +++ b/data/benito.txt @@ -0,0 +1,10106 @@ +Á las cuatro de la tarde, la chiquillería de la escuela pública de la +plazuela del Limón salió atropelladamente de clase, con algazara de mil +demonios. Ningún himno á la libertad, entre los muchos que se han +compuesto en las diferentes naciones, es tan hermoso como el que entonan +los oprimidos de la enseñanza elemental al soltar el grillete de la +disciplina escolar y _echarse á la calle_ piando y saltando. La furia +insana con que se lanzan á los más arriesgados ejercicios de +volatinería, los estropicios que suelen causar á algún pacífico +transeunte, el delirio de la autonomía individual que á veces acaba en +porrazos, lágrimas y cardenales, parecen bosquejo de los triunfos +revolucionarios que en edad menos dichosa han de celebrar los hombres... +Salieron, como digo, en tropel; el último quería ser el primero, y los +pequeños chillaban más que los grandes. Entre ellos había uno de +menguada estatura, que se apartó de la bandada para emprender solo y +calladito camino de su casa. Y apenas notado por sus compañeros aquel +apartamiento que más bien parecía huida, fueron tras él y le acosaron +con burlas y cuchufletas, no del mejor gusto. Uno lo cogía del brazo, +otro le refregaba la cara con sus manos inocentes, que eran un dechado +completo de cuantas porquerías hay en el mundo; pero él logró desasirse +y... pies, para qué os quiero. Entonces dos ó tres de los más +desvergonzados le tiraron piedras, gritando _Miau_; y toda la partida +repitió con infernal zipizape: _Miau, Miau_. + +El pobre chico de este modo burlado se llamaba Luisito Cadalso, y era +bastante mezquino de talla, corto de alientos, descolorido, como de ocho +años, quizás de diez, tan tímido que esquivaba la amistad de sus +compañeros, temeroso de las bromas de algunos, y sintiéndose sin bríos +para devolverlas. Siempre fué el menos arrojado en las travesuras, el +más soso y torpe en los juegos, y el más formalito en clase, aunque uno +de los menos aventajados, quizás porque su propio encogimiento le +impidiera decir bien lo que sabía ó disimular lo que ignoraba. Al doblar +la esquina de las Comendadoras de Santiago para ir á su casa, que estaba +en la calle de Quiñones, frente á la Cárcel de Mujeres, uniósele uno de +sus condiscípulos, muy cargado de libros, la pizarra á la espalda, el +pantalón hecho una pura rodillera, el calzado con tragaluces, boina azul +en la pelona, y el hocico muy parecido al de un ratón. Llamaban al tal +Silvestre Murillo, y era el chico más aplicado de la escuela y el amigo +mejor que Cadalso tenía en ella. Su padre, sacristán de la iglesia de +Monserrat, le destinaba á seguir la carrera de Derecho, porque se le +había metido en la cabeza que el mocoso aquél llegaría á ser personaje, +quizás orador célebre, ¿por qué no ministro? La futura celebridad habló +así á su compañero: + +--Mia tú, _Caarso_, si á mí me dieran esas chanzas, de la galleta que +les pegaba les ponía la cara verde. Pero tú no tienes coraje. Yo digo +que no se deben poner motes á las presonas. ¿Sabes tú quién tié la +culpa? Pues _Posturitas_, el de la casa de empréstamos. Ayer fué +contando que su mamá había dicho que á tu abuela y á tus tías las llaman +las _Miaus_, porque tienen la fisonomía de las caras, es á saber, como +las de los gatos. Dijo que en el paraíso del Teatro Real les pusieron +este mal nombre, y que siempre se sientan en el mismo sitio, y que +cuando las ven entrar, dice toda la gente del público: «Ahí están ya las +_Miaus_». + +Luisito Cadalso se puso muy encarnado. La indignación, la vergüenza y el +estupor que sentía, no le permitieron defender la ultrajada dignidad de +su familia. + +--_Posturitas_ es un ordinario y un disinificante--añadió Silvestre,--y +eso de poner motes es de tíos. Su padre es un tío, su madre una tía, y +sus tías unas tías. Viven de chuparle la sangre al pobre, y ¿qué te +crees? al que no desempresta la capa, le despluman, es á saber, que se +la venden y le dejan que se muera de frío. Mi mamá las llama _las +arpidas_. ¿No las has visto tú cuando están en el balcón colgando las +capas para que les dé el aire? Son más feas que un túmulo, y dice mi +papá que con las narices que tienen se podrían hacer las patas de una +mesa y sobraba maera... Pues también. _Posturitas_ es un buen mico; +siempre pintándola y haciendo gestos como los _clos_ del Circo. Claro, +como á él le han puesto mote, quiere vengarse, encajándotelo á ti. Lo +que es á mí no me lo pone, ¡contro!, porque sabe que tengo yo mu malas +pulgas, pero mu malas... Como tú eres así tan poquita cosa, es á saber, +que no achuchas cuando te dicen algo, vele ahí por qué no te guarda el +rispeto. + +Cadalsito, deteniéndose en la puerta de su casa, miró á su amigo con +tristeza. El otro, arreándole un fuerte codazo, le dijo: «Yo no te llamo +_Miau_, ¡contro!, no tengas cuidado que yo te llame _Miau_;» y partió á +escape hacia Monserrat. + +En el portal de la casa en que Cadalso habitaba, había un memorialista. +El biombo ó bastidor, forrado de papel imitando jaspes de variadas +vetas y colores, ocultaba el hueco del escritorio ó agencia donde +asuntos de tanta monta se despachaban de continuo. La multiplicidad de +ellos se declaraba en manuscrito cartel, que en la puerta de la casa +colgaba. Tenía forma de índice, y decía de esta manera: + +_Casamientos_.--Se andan los pasos de la Vicaría con prontitud y +economía. + +_Doncellas_.--Se proporcionan. + +_Mozos de comedor_.--Se facilitan. + +_Cocineras_.--Se procuran. + +_Profesor de acordeón_.--Se recomienda. + +_Nota_.--Hay escritorio reservado para señoras. + +Abstraído en sus pensamientos, pasaba el buen Cadalso junto al biombo, +cuando por el hueco que éste tenía hacia el interior del portal, +salieron estas palabras: «Luisín, bobillo, estoy aquí». Acercóse el +muchacho, y una mujerona muy grandona echó los brazos fuera del biombo +para cogerle en ellos y acariciarlo: «¡Qué tontín! Pasas sin decirme +nada. Aquí te tengo la merienda. Mendizábal fué á las diligencias. Estoy +sola, cuidando la _oficina_, por si viene alguien. ¿Me harás compañía?» + +La señora de Mendizábal era de tal corpulencia, que cuando estaba dentro +del escritorio parecía que había entrado en él una vaca, acomodando los +cuartos traseros en el banquillo y ocupando todo el espacio restante con +el desmedido volumen de sus carnes delanteras. No tenía hijos, y se +encariñaba con todos los chicos de la vecindad, singularmente con +Luisito, merecedor de lástima y mimos por su dulzura humilde, y más que +por esto _por las hambres que en su casa pasaba_, al decir de ella. +Todos los días le reservaba una golosina para dársela al volver de la +escuela. La de aquella tarde era un bollo (de los que llaman _del +Santo_) que estaba puesto sobre la salbadera, y tenía muchas arenillas +pegadas en la costra de azúcar. Pero Cadalsito no reparó en esto al +hincarle su diente con gana. «Súbete ahora--le dijo la portera +memorialista, mientras él devoraba el bollo con grajea de polvo de +escribir;--súbete, cielo, no sea que tu abuela te riña; dejas los +libritos, y bajas á hacerme compañía y á jugar con _Canelo_». + +El chiquillo subió con presteza. Abrióle la puerta una señora cuya cara +podía dar motivo á controversias numismáticas, como la antigüedad de +ciertas monedas que tienen borrada la inscripción, pues unas veces, +mirada de perfil y á cierta luz, daban ganas de echarle los sesenta, y +otras el observador entendido se contenía en la apreciación de los +cuarenta y ocho ó los cincuenta bien conservaditos. + +Tenía las facciones menudas y graciosas, del tipo que llaman aniñado, la +tez rosada todavía, la cabellera rubia cenicienta, de un color que +parecía de alquimia, con cierta efusión extravagante de los mechones +próximos á la frente. Veintitantos años antes de lo que aquí se refiere, +un periodistín que escribía la cotización de las harinas y las revistas +de sociedad, anunciaba de este modo la aparición de aquella dama en los +salones del Gobernador de una provincia de tercera clase: «¿Quién es +aquella figura arrancada de un cuadro del Beato Angélico, y que viene +envuelta en nubes vaporosas y ataviada con el nimbo de oro de la +iconografía del siglo XIV?» Las vaporosas nubes eran el vestidillo de +gasa que la señora de Villaamil encargó á Madrid por aquellos días, y el +áureo nimbo, el demonio me lleve si no era la efusión de la cabellera, +que entonces debía de ser rubia, y por tanto cotizable á la par, +literariamente, con el oro de Arabia. + +Cuatro ó cinco lustros después de estos éxitos de elegancia en aquella +ciudad provinciana, cuyo nombre no hace al caso, doña Pura, que así se +llamaba la dama, en el momento aquel de abrir la puerta á su nietecillo, +llevaba peinador no muy limpio, zapatillas de fieltro no muy nuevas, y +bata floja de tartán verde. + +--¡Ah!, eres tú, Luisín--le dijo.--Yo creí que era Ponce con los +billetes del Real. ¡Y nos prometió venir á las dos! ¡Qué formalidades +las de estos jóvenes del día! + +En este punto apareció otra señora muy parecida á la anterior en la +corta estatura, en lo aniñado de las facciones y en la expresión +enigmática de la edad. Vestía chaquetón degenerado, descendiente de un +gabán de hombre, y un mandil largo de arpillera, prenda de cocina en +todas partes. Era la hermana de doña Pura, y se llamaba Milagros. En el +comedor, á donde fué Luis para dejar sus libros, estaba una joven +cosiendo, pegada á la ventana para aprovechar la última luz del día, +breve como día de Febrero. También aquella hembra se parecía algo á las +otras dos, salvo la diferencia de edad. Era Abelarda, hija de doña Pura, +y tía de Luisito Cadalso. La madre de éste, Luisa Villaamil, había +muerto cuando el pequeñuelo contaba apenas dos años de edad. Del padre +de éste, Víctor Cadalso, se hablará más adelante. + +Reunidas las tres, picotearon sobre el caso inaudito de que Ponce (novio +titular de Abelarda, que obsequiaba á la familia con billetes del Teatro +Real) no hubiese parecido á las cuatro y media de la tarde, cuando +generalmente llevaba los billetes á las dos. «Así, con estas +incertidumbres, no sabiendo una si va ó no va al teatro, no puede +determinar nada ni hacer cálculo ninguno para la noche. ¡Qué cachaza de +hombre!» Díjolo doña Pura con marcado desprecio del novio de su hija, y +ésta le contestó: «Mamá, todavía no es tarde. Hay tiempo de sobra. Verás +cómo no falta ése con las entradas». + +«Sí; pero en funciones como la de esta noche, cuando los billetes andan +tan escasos que hasta influencias se necesitan para hacerse con ellos, +es una contracaridad tenernos en este sobresalto». + +En tanto, Luisito miraba á su abuela, á su tía mayor, á su tía menor, y +comparando la fisonomía de las tres con la del micho que en el comedor +estaba, durmiendo á los pies de Abelarda, halló perfecta semejanza entre +ellas. Su imaginación viva le sugirió al punto la idea de que las tres +mujeres eran gatos en _dos pies y vestidos de gente_, como los que hay +en la obra _Los animales pintados por sí mismos_; y esta alucinación le +llevó á pensar si sería él también gato _derecho_ y si mayaría cuando +hablaba. De aquí pasó rápidamente á hacer la observación de que el mote +puesto á su abuela y tías en el paraíso del Real, era la cosa más +acertada y razonable del mundo. Todo esto germinó en su mente en menos +que se dice, con el resplandor inseguro y la volubilidad de un cerebro +que se ensaya en la observación y en el raciocinio. No siguió adelante +en sus gatescas presunciones, porque su abuelita, poniéndole la mano en +la cabeza, le dijo: «¿Pero la Paca no te ha dado esta tarde merienda?» + +--Sí, mamá... y ya me la comí. Me dijo que subiera á dejar los libros y +que bajara después á jugar con _Canelo_. + +--Pues ve, hijo, ve corriendito, y te estás abajo un rato, si quieres. +Pero ahora me acuerdo... vento para arriba pronto, que tu abuelo te +necesita para que le hagas un recado. + +Despedía la señora en la puerta al chiquillo, cuando de un aposento +próximo á la entrada de la casa salió una voz cavernosa y sepulcral, que +decía: «Puuura, Puuura». + +Abrió ésta una puerta que á la izquierda del pasillo de entrada había, y +penetró en el llamado despacho, pieza de poco más de tres varas en +cuadro, con ventana á un patio lóbrego. Como la luz del día era ya tan +escasa, apenas se veía dentro del aposento más que el cuadro luminoso de +la ventana. Sobre él se destacó un sombrajo larguirucho, que al parecer +se levantaba de un sillón como si se desdoblase, y se estiró +desperezándose, á punto que la temerosa y empañada voz decía: «Pero, +mujer, no se te ocurre traerme una luz. Sabes que estoy escribiendo, que +anochece más pronto que uno quisiera, y me tienes aquí secándome la +vista sobre el condenado papel». + +Doña Pura fué hacia el comedor, donde ya su hermana estaba encendiendo +una lámpara de petróleo. No tardó en aparecer la señora ante su marido +con la luz en la mano. La reducida estancia y su habitante salieron de +la obscuridad, como algo que se crea surgiendo de la nada. + +--Me he quedado helado--dijo D. Ramón Villaamil, esposo de doña Pura; +el cual era un hombre alto y seco, los ojos grandes y terroríficos, la +piel amarilla, toda ella surcada por pliegues enormes en los cuales las +rayas de sombra parecían manchas; las orejas transparentes, largas y +pegadas al cráneo; la barba corta, rala y cerdosa, con las canas +distribuidas caprichosamente, formando ráfagas blancas entre lo negro; +el cráneo liso y de color de hueso desenterrado, como si acabara de +recogerlo de un osario para taparse con él los sesos. La robustez de la +mandíbula, el grandor de la boca, la combinación de los tres colores +negro, blanco y amarillo, dispuestos en rayas, la ferocidad de los ojos +negros, inducían á comparar tal cara con la de un tigre viejo y tísico, +que después de haberse lucido en las exhibiciones ambulantes de fieras, +no conserva ya de su antigua belleza más que la pintorreada piel. + +--Á ver, ¿á quién has escrito?--dijo la señora, acortando la llama que +sacaba su lengua humeante por fuera del tubo. + +--Pues al jefe del Personal, al señor de Pez, á Sánchez Botín y á todos +los que puedan sacarme de esta situación. Para el ahogo del día (dando +un gran suspiro), me he decidido á volver á molestar al amigo +Cucúrbitas. Es la única persona verdaderamente cristiana entre todos mis +amigos, un caballero, un hombre de bien, que se hace cargo de las +necesidades... ¡Qué diferencia de otros! Ya ves la que me hizo ayer ese +badulaque de Rubín. Le pinto nuestra necesidad; pongo mi cara en +vergüenza suplicándole... nada, un pequeño anticipo, y... Sabe Dios la +hiel que uno traga antes de decidirse... y lo que padece la dignidad... +Pues ese ingrato, ese olvidadizo, á quien tuve de escribiente en mi +oficina siendo yo jefe de negociado de cuarta, ese desvergonzado que por +su audacia ha pasado por delante de mí, llegando nada menos que a +gobernador, tiene la poca delicadeza de mandarme medio duro. + +Villaamil se sentó, dando sobre la mesa un puñetazo que hizo saltar las +cartas, como si quisieran huir atemorizadas. Al oir suspirar á su +esposa, irguió la amarilla frente, y con voz dolorida, prosiguió así: + +--En este mundo no hay más que egoísmo, ingratitud, y mientras más +infamias se ven, más quedan por ver... Como ese bigardón de Montes, que +me debe su carrera, pues yo le propuse para el ascenso en la Contaduría +Central. ¿Creerás tú que ya ni siquiera me saluda? Se da una +importancia, que ni el Ministro... Y va siempre adelante. Acaban de +darle catorce mil. Cada año su ascensito, y ole morena... Este es el +premio de la adulación y la bajeza. No sabe palotada de administración; +no sabe más que hablar de caza con el Director, y de la galga y del +pájaro y qué sé yo qué... Tiene peor ortografía que un perro, y escribe +_hacha_ sin _h_ y _echar_ con ella... Pero en fin, dejemos á un lado +estas miserias. Como te decía, he determinado acudir otra vez al amigo +Cucúrbitas. Cierto que con éste van ya cuatro ó cinco envites; pero no +sé ya á qué santo volverme. Cucúrbitas comprende al desgraciado y le +compadece, porque él también ha sido desgraciado. Yo le he conocido con +los calzones rotos y en el sombrero dos dedos de grasa... Él sabe que +soy agradecido... ¿Crees tú que se le agotará la bondad?... Dios tenga +piedad de nosotros, pues si este amigo nos desampara iremos todos á +tirarnos por el Viaducto. + +Dió Villaamil un gran suspiro, clavando los ojos en el techo. El tigre +inválido se transfiguraba. Tenía la expresión sublime de un apóstol en +el momento en que le están martirizando por la fe, algo del San +Bartolomé de Ribera cuando le suspenden del árbol y le descueran +aquellos tunantes de gentiles, como si fuera un cabrito. Falta decir que +este Villaamil era el que en ciertas tertulias de café recibió el apodo +de Ramsés II[A]. + + [A] _Fortunata y Jacinta_. Tomo III. + +--Bueno, dame la carta para Cucúrbitas--dijo doña Pura, que acostumbrada +á tales jeremíadas, las miraba como cosa natural y corriente.--Irá el +niño volando á llevarla. Y ten confianza en la Providencia, hombre, +como la tengo yo. No hay que amilanarse (con risueño optimismo). Me ha +dado la corazonada... ya sabes tú que rara vez me equivoco... la +corazonada de que en lo que resta de mes te colocan. + + + + +II + + +--¡Colocarme!--exclamó Villaamil poniendo toda su alma en una palabra. +Sus manos, después de andar un rato por encima de la cabeza, cayeron +desplomadas sobre los brazos del sillón. Cuando esto se verificó, ya +doña Pura no estaba allí, pues había salido con la carta, y llamó desde +la escalera á su nieto, que estaba en la portería. + +Ya eran cerca de la seis cuando Luis salió con el encargo, no sin volver +á hacer escala breve en el escritorio de los memorialistas. «Adiós, rico +mío--le dijo Paca besándole.--Ve prontito para que vuelvas á la hora de +comer. (Leyendo el sobre.) Pues digo... no es floja caminata, de aquí á +la calle del Amor de Dios. ¿Sabes bien el camino? ¿No te perderás?» + +¡Qué se había de perder, ¡contro!, si más de veinte veces había ido á la +casa del señor de Cucúrbitas y á las de otros caballeros con recados +verbales ó escritos! Era el mensajero de las terribles ansiedades, +tristezas é impaciencias de su abuelo; era el que repartía por uno y +otro distrito las solicitudes del infeliz cesante, implorando una +recomendación ó un auxilio. Y en este oficio de peatón adquirió tan +completo saber topográfico, que recorría todos los barrios de la Villa +sin perderse; y aunque sabía ir á su destino por el camino más corto, +empleaba comúnmente el más largo, por costumbre y vicio de paseante ó +por instintos de observador, gustando mucho de examinar escaparates, de +oir, sin perder sílaba, discursos de charlatanes que venden elixires ó +hacen ejercicios de prestidigitación. Á lo mejor, topaba con un mono +cabalgando sobre un perro ó manejando el molinillo de la chocolatera lo +mismito que una _persona natural;_ otras veces era un infeliz oso +encadenado y flaco, ó italianos, turcos, moros falsificados que piden +limosna haciendo cualquiera habilidad. También le entretenían los +entierros muy lucidos, el riego de las calles, la tropa marchando con +música, el ver subir la piedra sillar de un edificio en construcción, el +Viático con muchas velas, los encuartes de los tranvías, el trasplantar +árboles y cuantos accidentes ofrece la vía pública. + +--Abrígate bien--le dijo Paca besándole otra vez y envolviéndole la +bufanda en el cuello.--Ya podrían comprarte unos guantes de lana. Tienes +las manos heladitas, y con sabañones, ¡Ah, cuánto mejor estarías con tu +tía Quintina! ¡Vaya, un beso á Mendizábal, y hala! _Canelo_ irá +contigo. + +De debajo de la mesa salió un perro de bonita cabeza, las patas cortas, +la cola enroscada, el color como de barquillo, y echó á andar gozoso +delante de Luis. Paca salió tras ellos á la puerta, les miró alejarse, y +al volver á la estrecha oficina, se puso á hacer calceta, diciendo á su +marido: «¡Pobre hijo! Me le traen todo el santo día hecho un carterito. +El sablazo de esta tarde va contra el mismo sujeto de estos días. ¡La +que le ha caído al buen señor! Te digo que estos Villaamiles son peores +que la filoxera. Y de seguro que esta noche las tres _lambionas_ se irán +también de pindongueo al teatro y vendrán á las tantas de la noche. + +--Ya no hay cristiandad en las familias--dijo Mendizábal grave y +sentenciosamente.--Ya no hay más que suposición. + +--Y que no deben nada en gracia de Dios (meneando con furor las agujas). +El carnicero dice que ya no les fía más aunque le ahorquen; el frutero +se ha plantado, y el del pan lo mismo... Pues si esas muñeconas supieran +arreglarse y pusieran todos los días, si á mano viene, una cazuela de +patatas... Pero, Dios nos libre... ¡Patatas ellas! ¡pobrecitas! El día +que les cae algo, aunque sea de limosna, ya las tienes dándose la gran +vida y echando la casa por la ventana. Eso sí, en arreglar los trapitos +para suponer no hay quien les gane. La doña Pura se pasa toda la mañana +de Dios enroscándose las greñas de la frente, y la doña Milagros le ha +dado ya cuatro vueltas á la tela de aquella eternidad de vestido, color +de mostaza para sinapismos. Pues digo, la antipática de la niña no para +de echar medias suelas al sombrero, poniéndole cintas viejas, ó alguna +pluma de gallina ó un clavo de cabeza dorada de los que sirven para +colgar láminas. + +--Suposición de suposiciones... Consecuencias funestas del +materialismo--dijo Mendizábal, que solía repetir las frases del +periódico á que estaba suscrito.--Ya no hay modestia, ya no hay +sencillez de costumbres. ¿Qué se hizo de aquella pobreza honrada de +nuestros padres, de aquella... (no recordando lo demás) de aquella, +pues... como quien dice?... + +--Pues el pobre D. Ramón, cuando cierre el ojo, se irá derecho al cielo. +Es un santo y un mártir. Créete que si yo le pudiera colocar, le +colocaba ¡Me da una lástima! Con aquellas miradas que echa parece que se +va á comer á la gente, ¡pobre señor!, y se la comería á una, no por +maldad, sino por puras hambres (clavándose en el pelo la cuarta aguja). +Da miedo verle. Yo no sé cómo el señor Ministro, cuando le ve entrar en +las oficinas, no se muere de miedo y le coloca por perderle de vista. + +--Villaamil--dijo Mendizábal con suficiencia--es un hombre honrado, y +el Gobierno de ahora es todo de pillos. Ya no hay honradez, ya no hay +cristiandad, ya no hay justicia. ¿Qué os lo que hay? Ladronicio, +irreligiosidad, desvergüenza. Por eso no le colocan, ni le colocarán +mientras no venga el único que puede traer la justicia. Yo se lo digo +siempre que pasa por aquí y se para en el portal á echar un párrafo +conmigo: «No le dé usted vueltas, D. Ramón, no le dé usted vueltas. De +todo tiene la culpa la libertad de cultos. Porque ínterin tengamos +racionalismo, mi señor don Ramón, ínterin no sea aplastada la cabeza de +la serpiente, y... (perdiendo el hilo de la frase y no sabiendo ya por +dónde andaba) y en tanto que... precisamente... quiero decir, digo... +(cortando por lo sano). ¡Ya no hay cristiandad! + +Entretanto, Luisito y Canelo recorrían parte de la calle Ancha y +entraban por la del Pez, siguiendo su itinerario. El perro, cuando se +separaba demasiado, deteníase mirando hacia atrás, la lengua de fuera. +Luis se paraba á ver escaparates, y á veces decía á su compañero esto ó +cosa parecida: «_Canelo_, mira qué trompetas tan bonitas». El animal se +ponía en dos patas, apoyando las delanteras en el borde del escaparate; +pero no debían de ser para él muy interesantes las tales trompetas, +porque no tardaba en seguir andando. Por fin llegaron á la calle del +Amor de Dios. Desde cierta ocasión en que _Canelo_ tuvo unos ladridos +con otro perro, inquilino en la casa de Cucúrbitas, adoptó el +temperamento prudente de no subir y esperar en la calle á su amigo. Éste +subió al segundo, donde el incansable protector de su abuelo vivía; y el +criado que le abrió la puerta púsole aquella noche muy mala cara. «El +señor no está». Pero Luisito, que tenía instrucciones de su abuelo para +el caso de hallarse ausente la víctima, dijo que esperaría. Ya sabía que +á las siete, infaliblemente, iba á comer el señor D. Francisco +Cucúrbitas. Sentóse el chico en el banco del recibimiento. Los pies no +le llegaban al suelo, y los balanceaba como para hacer algo con qué +distraer el fastidio de aquel largo plantón. El perchero, de pino +imitando roble viejo, con ganchos dorados para los sombreros, su espejo +y los huecos para los paraguas, le había producido en otro tiempo gran +admiración; pero ya le era indiferente. No así el gato, que de la parte +interior de la casa solía venir á enredar con él. Aquella noche debía de +estar ocupado el micho, porque no aportó por el recibimiento; pero en +cambio vió Luis á las niñas de Cucúrbitas, que eran simpáticas y +graciosas. Solían acercarse á él, mirándole con lástima ó con desdén, +pero nunca le habían dicho una palabra halagüeña. La señora de +Cucúrbitas, que á Luis le parecía, por lo gruesa y redonda, una +imitación humana del elefante _Pizarro_, tan popular entonces entre los +niños de Madrid, solía también dejarse rodar por allí, y ya conocía bien +Cadalsito sus pasos lentos y pesados. La señora llegaba al ángulo que el +pasillo de la derecha formaba con el recibimiento, y desde aquel punto +miraba con recelo al mensajero. Después se internaba sin decirle una +palabra. Desde que el chico la sentía venir se levantaba rígido, como un +muñeco de resortes, recordando las lecciones de urbanidad que le había +dado su abuelo. «¿Cómo está usted?... ¿Cómo lo pasa usted?» Pero la mole +aquélla, rival en corpulencia de Paca la memorialista, no se dignaba +contestarle, y se alejaba haciendo estremecer el suelo, como la máquina +de apisonar que Luis había visto en las calles de Madrid. + +Aquella noche fué muy tarde á comer el respetable Cucúrbitas. Observó el +nieto de Villaamil que las niñas estaban impacientes. La causa era que +tenían que ir al teatro y deseaban comer pronto. Por fin sonó la +campanilla, y el criado fué presuroso á abrir la puerta, mientras las +pollas, que conocían los pasos del papá y su manera de llamar, corrían +por los pasillos dando voces para que se sirviera la comida. Al entrar +el señor y ver á Luisín, dió á entender con ligera mueca su desagrado. +El niño se puso en pie, soltando el saludo como un tiro á boca de jarro, +y Cucúrbitas, sin contestarle, metióse en el despacho. Cadalsito, +aguardando á que el señor le mandara pasar, como otras veces, vió que +entraron las hijas dando prisa á su papá, y oyó á éste decir: «Al +momento voy... que saquen la sopa», y no pudo menos de considerar cuán +rica sopa sería aquella que á sacar iban. Esto pensaba, cuando una de +las señoritas salió del despacho y le dijo: «Pasa tú». Entró gorra en +mano, repitiendo su saludo, al cual se dignó al fin contestar D. +Francisco con paternal acento. Era un señor muy bueno, según opinión de +Luis, el cual, no entendiendo la expresión ligeramente ceñuda que tenía +en su cara lustrosa el próvido funcionario, se figuró que haría aquella +noche lo mismo que las demás. Cadalsito recordaba muy bien el trámite: +el señor de Cucúrbitas, después de leer la carta de Villaamil, escribía +otra ó, sin escribir nada, sacaba de su cartera un billetito verde ó +encarnado, y metiéndolo en un sobre se lo daba y decía: «Anda, hijo; ya +estás despachado». También era cosa corriente sacar del bolsillo duros ó +pesetas, hacer un lío y dárselo, acompañando su acción de las mismas +palabras de siempre, con esta añadidura: «Ten cuidado, no lo pierdas ó +no te lo robe algún tomador. Mételo en el bolsillo del pantalón... +Así... guapo mozo. Anda con Dios». + +Aquella noche, ¡ay!, en pie, delante de la mesa _de ministro_, observó +Luis que D. Francisco escribía una carta, frunciendo las peludas cejas, +y que la cerraba sin meter dentro billete ni moneda alguna. Notó también +el niño que al echar la firma, daba mi hombre un gran suspiro, y que +después le miraba á él con profundísima compasión. + +--Que usted lo pase bien--dijo Cadalsito cogiendo la carta; y el buen +señor le puso la mano en la cabeza. Al despedirle, le dió dos perros +grandes, añadiendo á su acción generosa estas magnánimas palabras: «Para +que compres pasteles». Salió el chico tan agradecido... Pero por la +escalera abajo le asaltó una idea triste: «Hoy no lleva nada la carta». +Era, en efecto, la primera vez que salía de allí con la carta vacía. Era +la primera vez que D. Francisco le daba perros á él, para su bolsillo +privado y fomentar el vicio de comer bollos. En todo esto se fijó con la +penetración que le daba la precoz experiencia de aquellos mensajes. +«Pero ¡quién sabe!--dijo después con ideas sugeridas por su +inocencia;--puede que le diga que le colocan mañana...» + +_Canelo_, que ya estaba impaciente, se le unió en la puerta. Se pusieron +ambos en camino, y en una pastelería de la calle de las Huertas compró +Luis dos bollos de á diez céntimos. El perro se comió uno y Cadalsito el +otro. Después, relamiéndose, apresuraron el paso, buscando la dirección +más corta por el mismo laberinto de calles y plazuelas, desigualmente +iluminadas y concurridas. Aquí mucho gas, allí tinieblas; acá mucha +gente; después soledad, figuras errantes. Pasaron por calles en que la +gente, presurosa, apenas cabía; por otras en que vieron más mujeres que +luces; por otras en que había más perros que personas. + + + + +III + + +Al entrar en la calle de la Puebla, iba ya Cadalsito tan fatigado que, +para recobrar las fuerzas, se sentó en el escalón de una de las tres +puertas con rejas que tiene en dicha calle el convento de Don Juan de +Alarcón. Y lo mismo fué sentarse sobre la fría piedra, que sentirse +acometido de un profundo sueño... Más bien era aquello como un +desvanecimiento, no desconocido para el chiquillo, y que no se +verificaba sin que él tuviera conciencia de los extraños síntomas +precursores. «¡Contro!--pensó muy asustado,--me va á dar aquello... me +va á dar, me da...» En efecto, á Cadalsito _le daba_ de tiempo en tiempo +una desazón singularísima, que empezaba con pesadez de cabeza, sopor, +frío en el espinazo, y concluía con la pérdida de toda sensación y +conocimiento. Aquella noche, en el breve tiempo transcurrido desde que +se sintió desfallecer hasta que se le nublaron los sentidos, se acordó +de un pobre que solía pedir limosna en aquel mismo escalón en que él +estaba. Era un ciego muy viejo, con la barba cana, larga y amarillenta, +envuelto en parda capa de luengos pliegues, remendada y sucia, la cabeza +blanca, descubierta, y el sombrero en la mano, pidiendo sólo con la +actitud y sin mover los labios. Á Luis le infundía respeto la venerable +figura del mendigo, y solía echarle en el sombrero algún céntimo, cuando +lo tenía de sobra, lo que sucedía muy contadas veces. + +Pues como iba diciendo, cayó el pequeño en su letargo, inclinando la +cabeza sobre el pecho, y entonces vió que no estaba solo. Á su lado se +sentaba una persona mayor. ¿Era el ciego? Por un instante creyó Luis que +sí, porque tenía barba espesa y blanca, y cubría su cuerpo con una capa +ó manto... Aquí empezó Cadalso á observar las diferencias y semejanzas +entre el pobre y la persona mayor, pues ésta veía y miraba y sus ojos +eran como estrellas, al paso que la nariz, la boca y frente eran +idénticas á las del mendigo, la barba del mismo tamaño, aunque más +blanca, muchísimo más blanca. Pues la capa era igual y también +diferente; se parecía en los anchos pliegues, en la manera de estar el +sujeto envuelto en ella; discrepaba en el color, que Cadalsito no podía +definir. ¿Era blanco, azul ó qué demonches de color era aquél? Tenía +sombras muy suaves, por entre las cuales se deslizaban reflejos +luminosos como los que se filtran por los huecos de las nubes. Luis +pensó que nunca había visto tela tan bonita como aquélla. De entre los +pliegues sacó el sujeto una mano blanca, preciosísima. Tampoco había +visto nunca Luis mano semejante, fuerte y membruda como la de los +hombres, blanca y fina como la de las señoras... El sujeto aquél, +mirándole con paternal benevolencia, le dijo:--¿No me conoces? ¿No sabes +quién soy? + +Luisito le miró mucho. Su cortedad de genio le impedía responder. +Entonces el señor misterioso, sonriendo como los obispos cuando +bendicen, le dijo:--Yo soy Dios. ¿No me habías conocido? + +Cadalsito sintió entonces, además de la cortedad, miedo, y apenas podía +respirar. Quiso envalentonarse mostrándose incrédulo, y con gran +esfuerzo de voz pudo decir:--¿Usted Dios, usted?... Ya quisiera... + +Y la aparición, pues tal nombre se le debe dar, indulgente con la +incredulidad del buen Cadalso, acentuó más la sonrisa cariñosa, +insistiendo en lo dicho:--Sí, soy Dios. Parece que estás asustado. No me +tengas miedo. Si yo te quiero, te quiero mucho... + +Luis empezó á perder el miedo. Se sentía conmovido y con ganas de +llorar. + +--Ya sé de dónde vienes--prosiguió la aparición.--El señor de Cucúrbitas +no os ha dado nada esta noche. Hijo, no siempre se puede. Lo que él +dice, ¡hay tantas necesidades que remediar!... + +Cadalsito dió un gran suspiro para activar su respiración, y contemplaba +al hermoso anciano, el cual, sentado, apoyando el codo en la rodilla y +la barba resplandeciente en la mano, ladeaba la cabeza para mirar al +chiquitín, dando, al parecer, mucha importancia á la conversación que +con él sostenía:--Es preciso que tú y los tuyos tengáis paciencia, amigo +Cadalsito, mucha paciencia. + +Luis suspiró con más fuerza, y sintiendo su alma libre de miedo y al +propio tiempo llena de iniciativas, se arrancó á decir esto:--¿Y cuándo +colocan á mi abuelo? + +La excelsa persona que con Luisito hablaba dejó un momento de mirar á +éste, y fijando sus ojos en el suelo, parecía meditar. Después volvió á +encararse con el pequeño, y suspirando, ¡también él suspiraba!, +pronunció estas graves palabras:--Hazte cargo de las cosas. Para cada +vacante hay doscientos pretendientes. Los Ministros se vuelven locos y +no saben á quién contentar. Tienen tantos compromisos, que no sé yo cómo +viven los pobres. Paciencia, hijo, paciencia, que ya os caerá la +credencial cuando salte una ocasión favorable... Por mi parte, haré +también algo por tu abuelo... ¡Qué triste se va á poner esta noche +cuando reciba esa carta! Cuidado no la pierdas. Tú eres un buen chico. +Pero es preciso que estudies algo más. Hoy no te supiste la lección de +Gramática. Dijiste tantos disparates, que la clase toda se reía, y con +muchísima razón. ¿Qué vena te dió de decir que el _participio expresa la +idea del verbo en abstracto_? Lo confundiste con el _gerundio_, y luego +hiciste una ensalada de los _modos_ con los _tiempos_. Es que no te +fijas, y cuando estudias estás pensando en las musarañas... + +Cadalsito se puso muy colorado, y metiendo sus dos manos entre las +rodillas, se las apretó. + +--No basta que seas formal en clase; es menester que estudies, que te +fijes en lo que lees y lo retengas bien. Si no, andamos mal; me enfado +contigo, y no vengas luego diciéndome que por qué no colocan á tu +abuelo... Y así como te digo esto, te digo también que tienes razón en +quejarte de _Posturitas_. Es un ordinario, un mal criado, y ya le +restregaré yo una guindilla en la lengua cuando vuelva á decirte _Miau_. +Por supuesto que esto de los motes debe llevarse con paciencia; y cuando +te digan _Miau_, tú te callas y aguantas. Cosas peores te pudieran +decir. + +Cadalsito estaba muy agradecido, y aunque sabía que Dios está en todas +partes, se admiraba de que estuviese tan bien enterado de lo que en la +escuela ocurría. Después se lanzó á decir: + +--¡Contro, si yo le cojo!... + +--Mira, amigo Cadalso--le dijo su interlocutor con paternal +severidad,--no te las eches de matón, que tú no sirves para pelearte +con tus compañeros. Son ellos muy brutos. ¿Sabes lo que haces? Cuando te +digan _Miau_, se lo cuentas al maestro, y verás como éste pone á +_Posturitas_ en cruz media hora. + +--Vaya que si lo pone... y aunque sea una hora. + +--Ese nombre de _Miau_ de lo encajaron á tu abuela y tías en el paraíso +del Real, es á saber, porque parecen propiamente tres gatitos. Es que +son ellas muy relamidas. El mote tiene gracia. + +Sintió Luis herida su dignidad; pero no dijo nada. + +--Ya sé que esta noche van también al Real--añadió la aparición.--Hace +un rato les ha llevado ese Ponce los billetes. ¿Por qué no les dices tú +que te lleven? Te gustaría mucho la ópera. ¡Si vieras qué bonita es! + +--No me quieren llevar... ¡bah!... (desconsoladísimo). Dígaselo usted. + +Aun cuando á Dios se le dice _tú_ en los rezos, á Luis le parecía +irreverente, _cara á cara_, tratamiento tan familiar. + +--¿Yo? No quiero meterme en eso. Además, esta noche han de estar todos +de muy mal temple. ¡Pobre abuelito tuyo! Cuando abra la carta... ¿La has +perdido? + +--No, señor, la tengo aquí--dijo Cadalso, sacándola.--¿La quiere usted +leer? + +--No, tontín. Si ya sé lo que dice... Tu abuelo pasará un mal rato; pero +que se conforme. Están los tiempos muy malos, muy malos... + +La excelsa imagen repitió dos ó tres veces el _muy malos_, moviendo la +cabeza con expresión de tristeza; y desvaneciéndose en un instante, +desapareció. Luis se restregaba los ojos, se reconocía despierto y +reconocía la calle. Enfrente vió la tienda de cestas en cuya muestra +había dos cabezas de toro, con jeta y cuernos de mimbre; juguete +predilecto de los chicos de Madrid. Reconoció también la tienda de +vinos, el escaparate con botellas; vió en los transeúntes _personas +naturales_, y á _Canelo_, que á su lado seguía, le tuvo por verídico +perro. Volvió á mirar á su lado buscando un rastro de la maravillosa +visión, pero no había nada. «Es que me dió _aquéllo_--pensó Cadalsito, +no sabiendo definir lo que le daba;--pero me ha dado de otra manera». +Cuando se levantó tenía las piernas tan débiles, que apenas se podía +sostener sobre ellas. Se palpó la ropa, temiendo haber perdido la carta; +pero la carta seguía en su sitio. ¡Contro!, otras veces le había dado +aquel desmayo, pero nunca había visto personajes tan... tan... no sabía +cómo decirlo. Y que le vió y le habló, no tenía duda. ¡Vaya con el +_Señorón_ aquél!... ¡Si sería el Padre Eterno en _vida natural!_... ¡Si +sería el anciano ciego que le quería dar un bromazo!... + +Pensando de este modo, dirigióse Luis á su casa con toda la prisa que +la flojedad de sus piernas le permitía. La cabeza se le iba, y el frío +del espinazo no se le quitaba andando. _Canelo_ parecía muy +preocupado... ¡Si habría visto también algo!... ¡Lástima que no pudiese +hablar para que atestiguara la verdad de la visión maravillosa! Porque +Luis recordaba que, durante el coloquio, Dios acarició dos ó tres veces +la cabeza de _Canelo_, y que éste le miraba sacando mucho la lengua... +Luego _Canelo_ podría dar fe... + +Llegó por fin á su casa, y como le sintieran subir, Abelarda le abrió la +puerta antes de que llamara. Su abuelo salió ansioso á recibirle, y el +niño, sin decir una palabra, puso en sus manos la carta. Don Ramón fué +hacia el despacho, palpándola antes de abrirla, y en el mismo instante +doña Para llamó á Luis para que fuera á comer, pues la familia estaba ya +concluyendo. No le habían esperado porque tardaba mucho, y las señoras +tenían que irse al teatro de prisa y corriendo, para coger un buen +puesto en el paraíso antes de que se agolpara la gente. En dos platos +tapados, uno sobre otro, le habían guardado al nieto su sopa y cocido, +que estaban ya fríos cuando llegó á catarlos; mas como su hambre era +tanta, no reparó en la temperatura. + +Estaba doña Pura atando al pescuezo de su nieto la servilleta de tres +semanas, cuando entró Villaamil á comer el postre. Su cara tomaba +expresión de ferocidad sanguinaria en las ocasiones aflictivas, y aquel +bendito, incapaz de matar una mosca, cuando le amargaba una pesadumbre +parecía tener entre los dientes carne humana cruda, sazonada con acíbar +en vez de sal. Sólo con mirarle comprendió doña Pura que la carta había +venido _in albis_. El infeliz hombre empezó á quitar maquinalmente las +cáscaras á dos nueces resecas que en el plato tenía. Su cuñada y su hija +le miraban también, leyendo en su cara de tigre caduco y veterano la +pena que interiormente le devoraba. Por poner una nota alegre en cuadro +tan triste, Abelarda soltó esta frase:--Ha dicho Ponce que la ovación de +esta noche será para la Pellegrini. + +--Me parece una injusticia--afirmó doña Pura con sus cinco sentidos--que +se quiera humillar á la Scolpi Rolla, que canta su parte de Amneris muy +á conciencia. Verdad que sus éxitos los debe más al buen palmito y á que +enseña las piernas. Pero la Pellegrini con tantos humos no es ninguna +cosa del otro jueves. + +--Calla, mujer--indicó Milagros doctoralmente.--Mira que la otra noche +_dijo_ el _fuggi fuggi, tu sei perdutto_ como no lo hemos oído desde los +tiempos de Rossina Penco. No tiene más sino que bracea demasiado, y, +francamente, la ópera es para cantar bien, no para hacer gestos. + +--Pero no nos descuidemos--dijo Pura.--En noches así, el que se +descuida se queda en la escalera. + +--¡Quiá!... ¿Pero no creéis que Guillén ó los chicos de Medicina nos +guardarán los asientos? + +--No hay que fiar... Vámonos, no nos pase lo de la otra noche, ¡Dios +mío!, que si no es por aquellos muchachos tan finos, los de Farmacia, +¿sabes?, nos quedamos en la puerta como unas pasmarotas. + +Villaamil, que nada de esto oía, se comió un higo pasado, creo que +tragándolo entero, y fué hacia su despacho con paso decidido, como quien +va á hacer una atrocidad. Su mujer le siguió, y cariñosa le dijo:--¿Qué +hay? ¿Es que esa nulidad no te ha mandado nada? + +--Cero--replicó Villaamil con voz que parecía salir del centro de la +tierra.--Lo que yo te decía, se ha cansado. No se puede abusar un día y +otro día... Me ha hecho tantos favores, tantos, que pedir más es +temeridad. ¡Cuánto siento haberle escrito hoy! + +--¡Bandido!--exclamó iracunda la señora, que solía dar esta denominación +y otras peores á los amigos que se ladeaban para evitar el sablazo. + +--Bandido no--declaró Villaamil, que ni en los momentos de mayor +tribulación se permitía ultrajar al _contribuyente_.--Es que no siempre +se está en disposición de socorrer al prójimo. Bandido, no. Lo que es +ideas no las tiene ni las ha tenido nunca; pero eso no quita que sea +uno de los hombres más honrados que hay en la Administración. + +--Pues no será tanto (con enfado impertinente), cuando le luce el pelo +como le luce. Acuérdate de cuando fué compañero tuyo en la Contaduría +Central. Era el más bruto de la oficina. Ya se sabía; descubierta una +barbaridad, todos decían: «Cucúrbitas». Después, ni un día cesante, y +siempre para arriba. ¿Qué quiere decir esto? Que será muy bruto, pero +que entiende mejor que tú la aguja de marear. ¿Y crees que no se hace +pagar á tocateja el despacho de los expedientes? + +--Cállate, mujer. + +--¡Inocente!... Ahí tienes por lo que estás como estás, olvidado y en la +miseria; por no tener ni pizca de trastienda y ser tan devoto de _San +Escrúpulo bendito_. Créeme, eso ya no es honradez, es sosería y necedad. +Mírate en el espejo de Cucúrbitas; él será todo lo melón que se quiera, +pero verás cómo llega á Director, quizás á Ministro. Tú no serás nunca +nada, y si te colocan, te darán un pedazo de pan, y siempre estaremos lo +mismo (acalorándose). Todo por tus gazmoñerías, porque no te haces +valer, porque _fray modesto_ ya sabes que no llegó nunca á ser guardián. +Yo que tú, me iría á un periódico y empezaría á vomitar todas las +picardías que sé de la Administración, los enjuagues que han hecho +muchos que hoy están en candelero. Eso, cantar claro, y caiga el que +caiga... desenmascarar á tanto pillo... Ahí duele. ¡Ah! entonces verías +cómo les faltaba tiempo para colocarte; verías cómo el Director mismo +entraba aquí, sombrero en mano, á suplicarte que aceptaras la +credencial. + +--Mamá, que es tarde--dijo Abelarda desde la puerta, poniéndose la +toquilla. + +--Ya voy. Con tantos remilgos, con tantos miramientos como tú tienes, +con eso de llamarles á todos _dignísimos_, y ser tan delicado y tan de +ley que estás siempre montado al aire como los brillantes, lo que +consigues es que te tengan por un cualquiera. Pues sí (alzando el +grito), tú debías ser ya Director, como esa es luz, y no lo eres por +mandria, por apocado, porque no sirves para nada, vamos, y no sabes +vivir. No; si con lamentos y con suspiros no te van á dar lo que +pretendes. Las credenciales, señor mío, son para los que se las ganan +enseñando los colmillos. Eres inofensivo, no muerdes, ni siquiera +ladras, y todos se ríen de ti. Dicen: «¡Ah, Villaamil, qué honradísimo +es! ¡Oh! el empleado _probo_...» Yo, cuando me enseñan un _probo_, le +miro á ver si tiene los codos de fuera. En fin, que te caes de honrado. +Decir honrado, á veces es como decir ñoño. Y no es eso, no es eso. Se +puede tener toda la integridad que Dios manda, y ser un hombre que mire +por sí y por su familia... + +--Déjame en paz--murmuró Villaamil desalentado, sentándose en una silla +y derrengándola. + +--Mamá--repetía la señorita, impaciente. + +--Ya voy, ya voy. + +--Yo no puedo ser sino como Dios me ha hecho--declaró el infeliz +cesante.--Pero ahora no se trata de que yo sea así ó asado; trátase del +pan de cada día, del pan de mañana. Estamos como queremos, sí... Tenemos +cerrado el horizonte por todas partes. Mañana... + +--Dios no nos abandonará--dijo Pura intentando robustecer su ánimo con +esfuerzos de esperanza, que parecían pataleos de náufrago.--Estoy tan +acostumbrada á la escasez, que la abundancia me sorprendería y hasta me +asustaría... Mañana... + +No acabó la frase ni aun con el pensamiento. Su hija y su hermana le +daban tanta prisa, que se arregló apresuradamente. Al envolverse en la +cabeza la toquilla azul, dió esta orden á su marido: «Acuesta al niño. +Si no quiere estudiar, que no estudie. Bastante tiene que hacer el +pobrecito, porque mañana supongo que saldrá á repartirte dos arrobas de +cartas». + +El buen Villaamil sintió un gran alivio en su alma cuando las vió salir. +Mejor que su familia le acompañaba su propia pena, y se entretenía y +consolaba con ella mejor que con las palabras de su mujer, porque su +pena, si le oprimía el corazón, no le arañaba la cara, y doña Pura, al +cuestionar con él, era toda pico y uñas toda. + + + + +IV + + +Cadalsito estaba en el comedor, sentado á la mesa, los codos sobre ella, +los libros delante. Éstos eran tantos, que el escolar se sentía +orgulloso de ponerlos en fila, y parecía que les pasaba revista, como un +general á sus unidades tácticas. Estaban los infelices tan estropeados, +cual si hubieran servido de proyectiles en furioso combate; las hojas +retorcidas, los picos de las cubiertas doblados ó rotos, la pasta con +pegajosa mugre. Pero no faltaba á ninguno, en la primera hoja, una +inscripción en letra vacilante que declaraba la propiedad de la finca, +pues sería en verdad muy sensible que no se supiera que pertenecían +exclusivamente á Luis Cadalso y Villaamil. Éste cogía uno cualquiera, á +la suerte, á ver lo que salía. ¡Contro, siempre salía la condenada +Gramática!... Abríala con prevención y veía las letras hormiguear sobre +el papel iluminado por la luz de la lámpara colgante. Parecían mosquitos +revoloteando en un rayo de sol. Cadalso leía algunos renglones. «¿Qué es +adverbio?» Las letras de la respuesta eran las que se habían propuesto +no dejarse leer, corriendo y saltando de una margen á otra. Total, que +el adverbio debía de ser una cosa muy buena; pero Cadalsito no lograba +enterarse de ello claramente. Después leía páginas enteras, sin que el +sentido de ellas penetrara en su espíritu, que no se había desprendido +aún del asombro de la visión; ni se le había quitado el malestar del +cuerpo, á pesar de haber comido con tanta gana; y como notase que al +fijar la atención en el libro se ponía peor, tuvo por buen remedio el ir +doblando una á una las puntas de las hojas de la Gramática, hasta dejar +el pobre libro rizado como una escarola. + +En esto estaba cuando sintió que su abuelo salía del despacho. Se le +había apagado la luz por falta de petróleo, y aunque no escribía, la +obscuridad le lanzó de su guarida hacia el comedor. En éste y en el +pasillo se paseó un rato el infeliz hombre, excitadísimo, hablando solo +y dando algunos tropezones, porque la desigual y en algunos puntos +agujereada estera no permitía el paso franco por aquellas regiones. + +Otras noches que se quedaban solos abuelo y nieto, aquél le tomaba las +lecciones, repitiéndoselas y fijándoselas en la memoria. Aquella noche, +Villaamil no estaba para lecciones, lo que agradeció mucho el pequeño, +quien por el bien parecer empezó á desdoblar las hojas del martirizado +texto, planchándolas con la palma de la mano. Poco después, el mismo +libro fué blando cojín para su cabeza, fatigada de estudios y visiones, +y dejándola caer se quedó dormido sobre la definición del adverbio. + +Villaamil decía: «Esto ya es demasiado. Señor Todopoderoso. ¿Qué he +hecho yo para que me trates así? ¿Por qué no me colocan? ¿Por qué me +abandonan hasta los amigos en quienes más confiaba?» Tan pronto se +abatía el ánimo del cesante sin ventura, como se inflamaba, suponiéndose +perseguido por ocultos enemigos que le habían jurado rencor eterno. +«¿Quién será, pero quién será el danzante que me hace la guerra? Algún +ingrato, quizás, que me debe su carrera». Para mayor desconsuelo, se le +representaba entonces toda su vida administrativa, carrera lenta y +honrosa en la Península y Ultramar, desde que entró á servir allá por el +año 41 y cuando tenía veinticuatro de edad (siendo Ministro de Hacienda +el Sr. Surrá). Poco tiempo había estado cesante antes de la terrible +crujía en que le encontramos: cuatro meses en tiempo de Bertrán de Lis, +once durante el bienio, tres y medio en tiempo de Salaverría. Después de +la Revolución pasó á Cuba y luego á Filipinas, de donde le echó la +disentería. En fin, que había cumplido sesenta años, y los de servicio, +bien sumados, eran treinta y cuatro y diez meses. Le faltaban dos para +jubilarse con los cuatro quintos del sueldo regulador, que era el de su +destino más alto, Jefe de Administración de tercera. «¡Qué mundo éste! +¡Cuánta injusticia! ¡Y luego no quieren que haya revoluciones!... No +pido más que los dos meses, para jubilarme con los cuatro quintos, sí, +señor...» En lo más vivo de su soliloquio, vaciló y fué á chocar contra +la puerta, repercutiendo al punto para dar con su cuerpo en el borde de +la mesa, que se estremeció toda. Despertando sobresaltado, oyó Luis á su +abuelo pronunciar claramente al incorporarse estas palabras, que le +parecieron lo más terrorífico que había oído en su vida: «...¡con +arreglo á la ley de Presupuestos del 35, modificada el 65 y el 68!» + +--¿Qué, papá?--dijo espantado. + +--Nada, hijo; esto no va contigo. Duérmete. ¿No tienes ganas de +estudiar? Haces bien. ¿Para qué sirve el estudio? Mientras más burro sea +el hombre, mientras más pillo, mejor carrera hace... Vamos, á la cama, +que es tarde. + +Villaamil buscó y halló una palmatoria, mas no le fué tan fácil +encontrar vela que encender en ella. Por fin, revolviendo mucho, +descubrió unos cabos en la mesa de noche de Pura, y encendido uno de +ellos, se dispuso á acostar al niño. Éste dormía en la alcoba de +Milagros, que estaba en el mismo comedor. Había en aquella pieza un +tocador del tiempo de _vivan las caenas_, una cómoda jubilada con los +cuatro quintos de su cajonería, varios baúles y las dos camas. En toda +la casa, á excepción de la sala, que estaba puesta con relativa +elegancia, se revelaba la escasez, el abandono y esa ruina lenta que +resulta del no reparar lo que el tiempo desluce y estraga. + +Empezó el abuelo á desnudar á su nieto, y le decía: «Sí, hijo mío, +bienaventurados los brutos, porque de ellos es el reino... de la +Administración». Y le desabrochaba la chaqueta, y le tiraba de las +mangas con tanta fuerza, que á poco más se cae el chico al suelo. «Hijo +mío, ve aprendiendo, ve aprendiendo para cuando seas hombre. Del que +está caído nadie se acuerda, y lo que hacen es patearle y destrozarle +para que no se pueda levantar... Figúrate tú que yo debiera ser Jefe de +Administración de segunda, pues ahora me tocaría ascender con arreglo á +la ley de Cánovas del 76, y aquí me tienes pereciendo... Llueven +recomendaciones sobre el Ministro, y nada... Se le dice: «Vea usted los +antecedentes», y nada. ¿Tú crees que él se cuida de examinar mis +antecedentes? Pues si lo hiciera... Todo se vuelve promesas, +aplazamientos; que espera una ocasión favorable; que ha tomado nota +preferente... En fin, las pamplinas que usan para salir del paso... Yo, +que he servido siempre lealmente, que he trabajado como un negro; yo que +no he dado el más ligero disgusto á mis jefes...; yo, que estando en la +Secretaría, allá por el 52, le caí en gracia á don Juan Bravo Murillo, +que me llamó un día á su despacho y me dijo... lo que callo por +modestia... ¡Ah! si aquel grande hombre levantara la cabeza y me viera +cesante... Yo, que el 55 hice un plan de presupuestos que mereció los +elogios del Sr. D. Pascual Madoz y del Sr. D. Juan Bruil, plan que en +veinte años de meditaciones he rehecho después, explanándolo en cuatro +memorias que ahí tengo! Y no es cosa de broma. Supresión de todas las +contribuciones actuales, substituyéndolas con el _income tax_... ¡Ah, el +_income tax_! Es el sueño de toda mi vida, el objeto de tantísimos +estudios y el resultado de una larga experiencia... No lo quieren +comprender y así está el país... cada día más perdido, más pobre, y +todas las fuentes de riqueza secándose que es un dolor... Yo lo +sostengo: el impuesto único, basado en la buena fe, en la emulación y en +el amor propio del contribuyente, es el remedio mejor de la miseria +pública. Luego, la renta de Aduanas, bien reforzada, con los derechos +muy altos para proteger la industria nacional... Y por último, la +unificación de las Deudas, reduciéndolas á un tipo de emisión y á un +tipo de interés...» Al llegar aquí, tiró Villaamil con tanta fuerza de +los pantalones de Luis, que el niño lanzó un ¡ay! diciendo: «Abuelo, que +me arrancas las piernas». Á lo que el irritado viejo contestó secamente: +«Por fuerza tiene que haber un enemigo oculto, algún trasto que se ha +propuesto hundirme, deshonrarme...» + +Por fin quedó Luis acostado. Había costumbre de no apagarle la luz hasta +mucho después de dormido, porque le daban pesadillas, y despertándose +con sobresalto se espantaba de la obscuridad. En vista de que el primer +cabo de vela se apagaba, encendió otro el abuelo, y sentándose junto á +la cómoda, se puso á leer _La Correspondencia_, que acababan de echar +por debajo de la puerta. En su febril trastorno, el desventurado buscaba +ansioso las noticias de personal, y por una fatal puntería de su +espíritu, encontraba al instante las noticias malas. «Ha sido nombrado +oficial primero en la Dirección de Impuestos el Sr. Montes... Real +decreto concediendo á D. Basilio Andrés de la Caña los honores de Jefe +superior de Administración». «Esto es escandaloso, esto es el _delírium +tremens_ del polaquismo. Ni en las kabilas de África pasa esto. ¡Pobre +país, pobre España!... Se ponen los pelos de punta pensando lo que va á +venir aquí con este desbarajuste administrativo... Es buena persona +Basilio; ¡pero si ayer, como quien dice, le tuve de oficial cuarto á mis +órdenes!...» Tras de la pena venía la esperanza. «Pronto se hará la +combinación de personal con arreglo á la nueva plantilla de la Dirección +de Contribuciones. Dícese que serán colocados varios funcionarios +inteligentes que hoy se hallan cesantes». + +Las miradas de Villaamil bailaron un instante sobre el papel, de letra +en letra. Los ojos se le humedecieron. ¿Iría él en aquella combinación? +Cabalmente, los amigos que le recomendaban al Ministro en aquella +campaña fatigosa, proponíanle para la próxima hornada. «¡Dios mío, si +iré en esa bendita combinación! ¿Y cuándo será? Me dijo Pantoja que +sería cosa de tres ó cuatro días». + +Y como la esperanza reanimaba todo su ser dándole un inquieto hormigueo, +lanzóse al dédalo obscuro de los pasillos. «La combinación... la +plantilla nueva... dar entrada á los funcionarios inteligentes, y además +de inteligentes, digo yo, identificados con... ¡Dios mío! inspírales, +mete todas tus luces dentro de esas molleras... que vean claro... que se +fijen en mí; que se enteren de mis antecedentes. Si se enteran de ellos, +no hay cuestión; me nombran... ¿Me nombrarán? No sé qué voz secreta me +dice que sí. Tengo esperanza. No, no quiero consentirme ni +entusiasmarme. Vale más que seamos pesimistas, muy pesimistas, para que +luego resulte lo contrario de lo que se teme. Observo yo que cuando uno +espera confiado, ¡pum! viene el batacazo. Ello es que siempre nos +equivocamos. Lo mejor es no esperar nada, verlo todo negro, negro como +boca de lobo, y entonces, de repente, ¡pum!... la luz... Sí, Ramón, +figúrate que no te dan nada, que no hay para ti esperanza, á ver si +creyéndolo así, viene la contraria... Porque yo he observado que siempre +sale la contraria... Y en tanto, mañana moveré todas mis teclas, y +escribiré á unos amigos y veré á otros, y el Ministro... ante tantas +recomendaciones... ¡Dios mío! ¡qué idea! ¿no sería bueno que yo mismo +escribiese al Ministro?...» + +Al decir esto, volvió maquinalmente á donde Cadalsito dormía, y, +contemplándole, pensó en las caminatas que tenía que dar al día +siguiente para repartir la correspondencia. Cómo se encadenó esto con +las imágenes que en el cerebro del niño determinaba el sueño, no puede +saberse; pero ello es que mientras su abuelo le miraba, Luis, ya +profundamente dormido, estaba viendo al mismo sujeto de barba blanca; y +lo más particular es que le veía sentado delante de un pupitre en el +cual había tantas, tantísimas cartas, que no bajaban, según Cadalsito, +de un par de cuatrillones. El Señor escribía con una letra que á Luis le +parecía la más perfecta cursiva que se pudiera imaginar. Ni don +Celedonio, el maestro de su escuela, la haría mejor. Concluída cada +carta, la metía el Padre Eterno en un sobre más blanco que la nieve, lo +acercaba á su boca, sacaba de ésta un buen pedazo de lengua fina y +rosada, para humedecer con rápido pase la goma; cerraba, y volviendo á +coger la pluma, que era, ¡cosa más rara!, la de Mendizábal, y mojada, +por más señas, en el mismo tintero, se disponía á escribir la dirección. +Mirando por encima del hombro, Luisito creyó ver que aquella mano +inmortal trazaba sobre el papel lo siguiente: + + B. L. M. + + _Al Excmo. Sr. Ministro de Hacienda, + + cualisquiera que sea, + + seguro servidor,_ + + =_Dios_=. + + + + +V + + +Aquella noche no durmió Villaamil ni un cuarto de hora seguido. Se +aletargaba un instante; pero la idea de la combinación próxima, el +criterio pesimista que se había impuesto, poniéndose en lo peor y +esperando lo malo para que viniese lo bueno, le sembraban de espinas el +lecho, desvelándole apenas cerraba los ojos. Cuando su mujer volvió del +teatro, Villaamil habló con ella algunas palabras extraordinariamente +desconsoladoras. Ello fué algo referente á la dificultad de allegar +provisiones para el día siguiente, pues no había en la casa ninguna +especie de moneda ni tampoco materia hipotecable; el crédito estaba +agotado, y apuradas también la generosidad y paciencia de los amigos. + +Aunque afectaba serenidad y esperanza, doña Pura estaba muy intranquila, +y también pasó la noche en claro, haciendo cálculos para el día +siguiente, que tan pavoroso y adusto se anunciaba. Ya no se atrevía á +mandar traer géneros á crédito de ningún establecimiento, porque todo +era malas caras, grosería, desconsideración, y no pasaba día sin que un +tendero exigente y descortés armase un cisco en la misma puerta del +cuarto segundo. ¡Empeñar! La mente de la señora hizo rápida síntesis de +todas las prendas útiles que estaban condenadas al ostracismo: alhajas, +capas, mantas, abrigos. Se había llegado al máximum de emisión, +digámoslo así, en esta materia, y no había forma humana de desabrigarse +más de lo que ya lo estaba toda la familia. Una pignoración en grande +escala se había verificado el mes anterior (Enero del 78) el mismo día +del casamiento de D. Alfonso con la reina Mercedes. Y sin embargo, las +tres _Miaus_ no perdieron ninguna de las fiestas públicas que con aquel +motivo se celebraron en Madrid. Iluminaciones, retretas, el paso de la +comitiva hacia Atocha; todo lo vieron perfectamente, y de todo gozaron +en los sitios mejores, abriéndose paso á codazo limpio entre las +multitudes. + +¡La sala, hipotecar algo de la sala! Esta idea causaba siempre terror y +escalofríos á doña Pura, porque la sala era la parte del menaje que á su +corazón interesaba más, la verdadera expresión simbólica del hogar +doméstico. Poseía muebles bonitos, aunque algo anticuados, testigos del +pasado esplendor de la familia Villaamil; dos entredoses negros con +filetes de oro y lacas, y cubiertas de mármol; sillería de damasco, +alfombra de moqueta y unas cortinas de seda que habían comprado al +Regente de la audiencia de Cáceres, cuando levantó la casa por +traslación. Tenía doña Pura á las tales cortinas en tanta estima como á +las telas de su corazón. Y cuando el espectro de la necesidad se le +aparecía y susurraba en su oído con terrible cifra el conflicto +económico del día siguiente, doña Pura se estremecía de pavor, diciendo: +«No, no; antes las camisas que las cortinas». Desnudar los cuerpos le +parecía sacrificio tolerable; pero desnudar la sala... ¡eso nunca! Los +de Villaamil, á pesar de la cesantía con su grave disminución social, +tenían bastantes visitas. ¡Qué dirían éstas si vieran que faltaban las +cortinas de seda, admiradas y envidiadas por cuantos las veían! Doña +Pura cerró los ojos queriendo desechar la fatídica idea y dormirse; pero +la sala se había metido dentro de su entrecejo y la estuvo viendo toda +la noche, tan limpia, tan elegante... Ninguna de sus amigas tenía una +sala igual. La alfombra estaba tan bien conservada, que parecía que +humanos pies no la pisaban, y era que de día la defendían con pasos de +quita y pon, cuidando de limpiarla á menudo. El piano vertical, +desafinado, sí, desafinadísimo, tenía el palisandro de su caja +resplandeciente. En la sillería no se veía una mota. Los entredoses +relumbraban, y lo que sobre ellos había, aquel reloj dorado y sin hora, +los candelabros dentro de fanales, todo estaba cuidado exquisitamente. +Pues las mil baratijas que completaban la decoración, fotografías en +marcos de papel cañamazo, cajas que fueron de dulces, perritos de +porcelana y una licorera de imitación de Bohemia, también lucían sin +pizca de polvo. Abelarda se pasaba las horas muertas limpiando estos +cachivaches y otros que no he mencionado todavía. Eran objetos de +frágiles tablillas caladas, de esos que sirven de entretenimiento á los +aficionados á la marquetería doméstica. Un vecino de la casa tenía +maquinilla de trepar y hacía mil primores que regalaba á los amigos. +Había cestos, estantillos, muebles diminutos, capillas góticas y +chinescas pagodas, todo muy mono, muy frágil, de _mírame y no me +toques_, y muy difícil de limpiar. + +Doña Pura dió una vuelta en la cama, como queriendo variar sus lúgubres +ideas con un cambio de postura. Pero entonces vió en su mente con mayor +claridad las suntuosas cortinas, color de amaranto, de seda riquísima, +de esa seda _que no se ve ya en ninguna parte_. Todas las señoras que +iban de visita habían de coger y palpar la incomparable tela, y frotarla +entre los dedos para apreciar la clase. ¡Pero había que tomarle el peso +para saber lo que era aquello!... En fin, doña Pura consideraba que +mandar las cortinas al Monte ó la casa de préstamos, era trance tan +doloroso como embarcar un hijo para América. + +En tanto que la _figura de Fra Angélico_ se agitaba en su angosto +colchón (dormía en la alcobita de la sala, y su marido, desde que vino +de Filipinas, ocupaba solo la alcoba del gabinete), proponíase distraer +y engañar su pena recordando las emociones de la ópera y lo bien que +dijo el barítono aquello de _rivedrai le foreste imbalsamate_... + +Villaamil, solo, insomne y calenturiento, se revolcaba en el gran +camastro matrimonial, cuyo colchón de muelles tenía los _ídem_ en +lastimoso estado, los unos quebrados y hundidos, los otros estirados y +en erección. El de lana, que encima estaba, no le iba en zaga, pues todo +era pelmazos por aquí, vaciedades por allá, de modo que la cama habría +podido figurar dignamente en las mazmorras de la Inquisición para +escarmiento de herejes. El pobre cesante tenía en su lecho la expresión +externa ó el molde de las torturas de su alma, y así, cuando la +hormiguilla del insomnio le hacía dar una vuelta, caía en profunda sima, +del centro de la cual surgía como la joroba de un demonio, enorme +espolón que se le clavaba en los riñones; y cuando salía de la sima, un +amasijo de lana, duro y fuerte como el puño, le estropeaba las +costillas. + +Algunas voces dormía tal cual en medio de estos accidentes; pero aquella +noche, la exaltación de su cerebro le agrandaba en la obscuridad las +desigualdades del terreno: ya creía que se despeñaba, quedándose con los +pies en alto, ya que se balanceaba en el vértice de una eminencia ó que +iba navegando hacia Filipinas con un tifón de mil demonios. «Seamos +pesimistas--era su tema;--pensemos, con todo el vigor del pensamiento, +que no me van á incluir en la combinación, á ver si me sorprende la +felicidad del nombramiento. No esperaré el hecho feliz, no, no lo +espero, para que suceda. Siempre pasa lo que no se espera. Póngome en lo +peor. No te colocan, no te colocan, pobre Ramón; verás cómo ahora +también se burlan de ti. Pero aunque estoy convencido de que no consigo +nada, convencidísimo, sí, y no hay quien me apee de esto; aunque sé que +mis enemigos no se apiadarán de mí, pondré en juego todas las +influencias y haré que hasta el lucero del alba le hable al Ministro. +Por supuesto, amigo Ramón, todo inútil. Verás cómo no te hacen maldito +caso; tú lo has de ver. Yo estoy tan convencido de ello, como de que +ahora es de noche. Y bien puedes desechar hasta el último vislumbre de +credulidad. Nada de melindres de esperanza; nada de _si será ó no +será_; nada de debilidades optimistas. No lo catas, no lo catas, aunque +revientes». + + + + +VI + + +Doña Pura durmió al fin profundamente toda la madrugada y parte de la +mañana. Villaamil se levantó á las ocho sin haber pegado los ojos. +Cuando salió de su alcoba, entre ocho y nueve, después de haberse +refregado el hocico con un poco de agua fría y de pasarse el peine por +la rala cabellera, nadie se había levantado aún. La estrechez en que +estaban no les permitía tener criada, y entre las tres mujeres hacían +desordenadamente los menesteres de la casa. Milagros era la que guisaba; +solía madrugar más que las otras dos; pero la noche anterior se había +acostado muy tarde, y cuando Villaamil salió de su habitación +dirigiéndose á la cocina, la cocinera no estaba aún allí. Examinó el +fogón sin lumbre, la carbonera exhausta; y en la alacena que hacía de +despensa vió mendrugos de pan, un envoltorio de papeles manchados de +grasa, que debía de contener algún resto de jamón, carne fiambre ó cosa +así, un plato con pocos garbanzos, un pedazo de salchicha, un huevo y +medio limón... El tigre dió un suspiro y pasó al comedor para registrar +el cajón del aparador, en el cual, entre los cuchillos y las +servilletas, había también pedazos de pan duro. En esto oyó rebullicio, +después rumor de agua, y he aquí que aparece Milagros con su cara +gatesca muy lavada, bata suelta, el pelo en sortijillas enroscadas con +papeles, y un pañuelo blanco por la cabeza. + +--¿Hay chocolate?--le preguntó su cuñado sin más saludo. + +--Hay media onza nada más--replicó la señora, corriendo á abrir el cajón +de la mesa de la cocina donde estaba.--Te lo haré en seguida. + +--No, á mí no. Lo haces para el niño. Yo no necesito chocolate. No tengo +gana. Tomaré un pedazo de pan seco y beberé encima un poco de agua. + +--Bueno. Busca por ahí. Pan no falta. También hay en la alacena un +trocito de jamón. El huevo ése es para mí hermana, si te parece. Voy á +encender lumbre. Haz el favor de partirme unas astillas mientras yo voy +á ver si encuentro fósforos. + +Don Ramón, después de morder el pan, cogió el hacha y empezó a partir un +madero, que era la pata de una silla vieja, dando un suspiro á cada +golpe. Los estallidos de la fibra leñosa al desgarrarse parecían tan +inherentes á la persona de Villaamil, como si éste se arrancase tiras +palpitantes de sus secas carnes y astillas de sus pobres huesos. En +tanto, Milagros armaba el templete de carbones y palitroques. + +--Y hoy, ¿se pone cocido?--preguntó á su cuñado con cierto misterio. + +Villaamil meditó sobre aquel problema tan descarnadamente +planteado.--Tal vez... ¡quién sabe!--replicó, lanzando su imaginación á +lo desconocido.--Esperemos á que se levante Pura. + +Ésta era la que resolvía todos los conflictos, como persona de +iniciativa, de inesperados golpes y de prontas resoluciones. Milagros +era toda pasividad, modestia y obediencia. No alzaba nunca la voz, no +hacía observaciones á lo que su hermana ordenaba. Trabajaba para los +demás por impulso de su conciencia humilde y por hábito de +subordinación. Unida fatalmente durante toda su vida al mísero destino +de aquella familia, y partícipe de las vicisitudes de ésta, jamás se +quejó ni se la oyó protestar de su malhadada suerte. Considerábase una +gran artista malograda en flor, por falta de ambiente; y al verse +perdida para el arte, la tristeza de esta situación ahogaba todas las +demás tristezas. Hay que decir aquí que Milagros había nacido con +excelentes dotes de cantante de ópera. Á los veinticinco años tenía una +voz preciosísima, regular escuela y loca afición á la música. Pero la +fatalidad no le permitió nunca lanzarse á la verdadera vida de artista. +Amores desgraciados, cuestiones de familia aplazaron de día en día la +deseada presentación al público, y cuando los obstáculos +desaparecieron, ya Milagros no estaba para fiestas; había perdido la +voz. Ni ella misma se dió cuenta de la suave gradación por donde sus +esperanzas de artista vinieron á parar en la precaria situación en que +se nos aparece; por dónde el soñado escenario y los triunfos del arte se +convirtieron en la cocina de Villaamil, sin provisiones. Cuando pensaba +ella en el contraste duro entre sus esperanzas y su destino, no acertaba +á medir los escalones de aquel lento descender desde las cumbres de la +poesía á los sótanos de la vulgaridad. + +Milagros tenía un tipo fino, delicado, propio para los papeles de +_Margarita_, de _Dinorah_, de _Gilda_, de la _Traviatta_, y voz aguda de +soprano. Todo esto se convirtió en hojarasca, sin que nunca llegara á +ser admiración del público. Sólo una vez cantó en el Real la parte de +_Adalgisa_, por condescendencia de la empresa, como alumna del +Conservatorio. Estuvo muy feliz, y los periódicos le auguraron un +porvenir brillante. En el Liceo Jover, ante un público invitado y poco +exigente, cantó _Saffo_ y _Los Capuletos_ de Bellini con el tercer acto +de Vacai. Entonces se trató de que fuera á Italia; pero se atravesó una +pasión, la esperanza de un gran partido para casarse, enredándose mucho +el asunto entre el novio y la familia. Pasó tiempo, y la cantatriz hubo +de malograrse, pues ni fué á Italia, ni se contrató en el Real, ni se +casó. + +Doña Pura y Milagros eran hijas de un médico militar, de apellido +Escobios, y sobrinas del músico mayor del Inmemorial del Rey. Su madre +era Muñoz, y tenían ellas pretensiones de parentesco con el marqués de +Casa-Muñoz. Por cierto que cuando trataron de que Milagros fuera +cantante de ópera, se pensó en italianizarle el apellido, llamándola la +_Escobini_; pero como la carrera artística se malogró en ciernes, el +mote italiano no llegó nunca á verse en los carteles. + +Antes de que la vida de la señorita de Escobios se truncara, tuvo una +época de fugaz éxito y brillo en una capital de provincia de tercera +clase, á donde fué con su hermana, esposa de Villaamil. Éste era Jefe +económico, y su familia intimó, como era natural, con la de los +Gobernadores civil y militar, que daban reuniones, á que asistía lo más +granadito del pueblo. Milagros, cantando en los conciertos de la +brigadiera, enloquecía y electrizaba. Salíanle novios por docenas, y +envidias de mujeres que la inquietaban en medio de sus triunfos. Un +joven de la localidad, poeta y periodista, se enamoró frenéticamente de +ella. Era el mismo que en la reseña de los saraos llamaba á doña Pura, +con exaltado estilo, _figura arrancada á un cuadro de Fra Angélico_. Á +Milagros la ensalzaba en términos tan hiperbólicos que causaban risa, y +aun recuerdan los naturales algunas frases describiendo á la joven en +el momento de presentarse en el salón, de acercarse al piano para +cantar, y en el acto mismo del cantorrio: «_Es la pudorosa Ofelia +llorando sus amores marchitos y cantando con gorjeo celestial la endecha +de la muerte_». Y ¡cosa extraña! el mismo que escribía estas cosas en la +segunda plana del periódico, tenía la misión, y por eso cobraba, de +hacer la revista comercial en la primera. Suya era también esta endecha: +«_Harinas. Toda la semana acusa marcada calma en este polvo. Sólo han +salido para el canal mil doscientos sacos que se hicieron á 22 y tres +cuartillos. No hay compradores, y ayer se ofrecían dos mil sacos á 22 y +medio, sin que nadie se animara_». Al día siguiente, vuelta otra vez con +_la pudorosa Ofelia_, ó _el ángel que nos traía á la tierra las +celestiales melodías_. Ya se comprende que esto no podía acabar en bien. +En efecto; mi hombre, inflamándose y desvariando cada día más con su +amor no correspondido, llegó á ponerse tan malo, pero tan malo, que un +día se tiró de cabeza en la presa de una fábrica de harina, y por pronto +que acudieron en su auxilio, cuando le sacaron era cadáver. Poco después +de este desagradable suceso, que impresionó mucho á Milagros, ésta +volvió á Madrid; verificóse entonces el _début_ en el Real, luego las +funciones en el Liceo Jover, y todo lo demás que brevemente referido +queda. Echemos sobre aquellos tristes sucesos un montón de años +tristes, de rápido envejecimiento y decadencia, y nos encontramos á _la +pudorosa Ofelia_ en la cocina de Villaamil, con la lumbre encendida y +sin saber qué poner en ella. + +De un cuartucho obscuro que en el pasillo interior había, salió Abelarda +restregándose los ojos, desgreñada, arrastrando la cola sucia de una +bata mayor que ella, la cual fué usada por su madre en tiempos más +felices, y se dirigió también á la cocina, á punto que salía de ella +Villaamil para ir á despertar y vestir al nieto. Abelarda preguntó á su +tía si venía el panadero, á lo que Milagros no supo qué responder, por +no poder ella formar juicio acerca de problema tan grave sin oir antes á +su hermana. «Haz que tu madre se levante pronto--le dijo consternada,--á +ver qué determina». + +Poco después de esto, oyóse fuerte carraspeo allá en la alcoba de la +sala, donde Pura dormía. Por la puertecilla que dicha alcoba tenía al +recibimiento, frente al despacho, apareció la señora de la casa, +radiante de displicencia, embutido el cuerpo en una americana vieja de +Villaamil, el pelo en sortijillas, el hocico amoratado del agua fría con +que acababa de lavarse, una toquilla rota cruzada sobre el pecho, en los +pies voluminosas zapatillas. «Qué, ¿no os podéis desenvolver sin mí? +Estáis las dos atontadas. Pues no es para tanto. ¿Habéis hecho el +chocolate del niño?» Milagros salió de la cocina con la jícara, +mientras Abelarda sentaba al pequeñuelo y le colgaba del pescuezo la +servilleta. Villaamil fué á su despacho, y a poco salió con el tintero +en la mano, diciendo: «No hay tinta, y hoy tengo que escribir más de +cuarenta cartas. Mira, Luisín, en cuanto acabes, te vas abajo y le dices +al amigo Mendizábal que me haga el favor de un poquito de tinta». + +--Yo iré--dijo Abelarda cogiendo el tintero y bajando en la misma facha +en que estaba. + +Las dos hermanas, en tanto, cuchicheaban en la cocina. ¿Sobre qué? Es +presumible que fuera sobre la imposibilidad de dar de comer á la familia +con un huevo, pan duro y algunos restos de carne que no bastaban para el +gato. Pura fruncía las cejas y hacía con los labios un mohín muy +extraño, juntándolo con la nariz, que parecía alargarse. _La pudorosa +Ofelia_ repetía este signo de perplejidad, resultando las dos tan +semejantes, que parecían una misma. De sus meditaciones las distrajo +Villaamil, el cual apareció en la cocina diciendo que tenía que ir al +Ministerio y necesitaba una camisa limpia. «¡Todo sea por Dios!--exclamó +Pura con desaliento.--La única camisa lavada está en tan mal estado, que +necesita un recorrido general». Pero Abelarda se comprometió á tenerla +lista para el mediodía, y además planchada, siempre que hubiera lumbre. +También hizo don Ramón á su hija sentidas observaciones sobre ciertos +flecos y desgarraduras que ostentaba la solapa de su gabán, rogándola +que pasara por allí sus hábiles agujas. La joven le tranquilizó, y el +buen hombre metióse en su despacho. El conciliábulo que las _Miaus_ +tenían en la cocina terminó con un repentino sobresalto de Pura, que +corrió á su alcoba para vestirse y largarse á la calle. Había estallado +una idea inmensa en aquel cerebro cargado de pólvora, como si en él +penetrase una chispa del fulminante que de los ojos brotara. «Enciende +bien la lumbre y pon agua en los pucheros», dijo á su hermana al salir, +y se escabulló fuera con diligencia y velocidad de ardilla. Al ver esta +determinación, Abelarda y Milagros, que conocían bien á la directora de +la familia, se tranquilizaron respecto al problema de subsistencias de +aquel día, y se pusieron á cantar, la una en la cocina, la otra desde su +cuarto, el dúo de Norma: _in mia mano al fin tu sei_. + + + + +VII + + +Á eso de las once entró doña Pura bastante sofocada, seguida de un +muchacho recadista de la plazuela de los Mostenses, el cual venía +echando los bofes con el peso de una cesta llena de víveres. Milagros, +que á la puerta salió, hízose multitud de cruces de hombro á hombro y de +la frente á la cintura. Había visto á su hermana salir avante en +ocasiones muy difíciles, con su enérgica iniciativa; pero el golpe +maestro de aquella mañana le parecía superior á cuanto de mujer tan +dispuesta se podía esperar. Examinando rápidamente el cesto, vió +diferentes especies de comestibles, vegetales y animales, todo muy +bueno, y más adecuado á la mesa de un Director general que á la de un +mísero pretendiente. Pero doña Pura las hacía así. Las bromas, ó pesadas +ó no darlas. Para mayor asombro, Milagros vió en manos de su hermana el +portamonedas, casi reventando de puro lleno. + +--Hija--le dijo la señora de la casa, secreteándose con ella en el +recibimiento, después que despidió al mandadero,--no he tenido más +remedio que dirigirme á Carolina Lantigua, la de Pez. He pasado una +vergüenza horrible. Hube de cerrar los ojos y lanzarme, como quien se +tira al agua. ¡Ay, qué trago! Le pinté nuestra situación de una manera +tal, que la hice llorar. Es muy buena. Me dió diez duros, que prometí +devolverle pronto; y lo haré, sí, lo haré; porque de esta hecha le +colocan. Es imposible que dejen de meterle en la combinación. Yo tengo +ahora una confianza absoluta... En fin, lleva esto para dentro. Voy allá +en seguida. ¿Está el agua cociendo? + +Entró en el despacho para decir á su marido que por aquel día estaba +salvada la tremenda crisis, sin añadir cómo ni cómo no. Algo debieron +hablar también de las probabilidades de colocación, pues se oyó desde +fuera la voz iracunda de Villaamil gritando: «No me vengas á mí con +optimismos de engañifa. Te digo y te redigo que no entraré en la +combinación. No tengo ninguna esperanza, pero ninguna, me lo puedes +creer. Tú, con esas ilusiones tontas y esa manía de verlo todo color de +rosa, me haces un daño horrible, porque viene luego el trancazo de la +realidad, y todo se vuelve negro». Tan empapado estaba el santo varón en +sus cavilaciones pesimistas, que cuando le llamaron al comedor y le +pusieron delante un lucido almuerzo, no se le ocurrió inquirir, ni +siquiera considerar, de dónde habían salido abundancias tan desconformes +con su situación económica. Después de almorzar rápidamente, se vistió +para salir. Abelarda le había zurcido las solapas del gabán con +increíble perfección, imitando la urdimbre del tejido desgarrado; y +dándole en el cuello una soba de bencina, la pieza quedó como si la +hubieran rejuvenecido cinco años. Antes de salir, encargó á Luis la +distribución de las cartas que escrito había, indicándole un plan +topográfico para hacer el reparto con método y en el menor tiempo +posible. No le podían dar al chico faena más de su gusto, porque con +ella se le relevaba de asistir á la escuela, y se estaría toda la +santísima tarde como un caballero, paseando con su amigo _Canelo_. Era +éste muy listo para conocer dónde había buen trato. Al cuarto segundo +subía pocas veces, sin duda por no serle simpática la pobreza que allí +reinaba comúnmente; pero con finísimo instinto se enteraba de los +extraordinarios de la casa, tanto más espléndidos cuanto mayor era la +escasez de los días normales. Estuviera el can de centinela en la +portería ó en el interior de la casa, ó bien durmiendo bajo la mesa del +memorialista, no se le escapaba el hecho de que entraran provisiones +para los de Villaamil. Cómo lo averiguaba, nadie puede saberlo; pero es +lo cierto que el más astuto vigilante de Consumos no tendría nada que +enseñarle. Por supuesto, la aplicación práctica de sus estudios era +subir á la casa abundante y estarse allí todo un día y á veces dos; pero +en cuanto le daba en la nariz olor de quema, decía... «hasta otra», y ya +no le veían más el pelo. Aquel día subió poco después de ver entrar á +doña Pura con el mandadero; y como las tres _Miaus_ eran siempre muy +buenas con él y le daban golosinas, á Cadalsito le costó trabajo +llevárselo á su excursión por las calles. _Canelo_ salió de mala gana, +por cumplir un deber social y porque no dijeran. + +Las tres _Miaus_ estuvieron aquella tarde muy animadas. Tenían el don +felicísimo de vivir siempre en la hora presente y de no pensar en el día +de mañana. Es una hechura espiritual como otra cualquiera, y una +filosofía práctica que, por más que digan, no ha caído en descrédito, +aunque se ha despotricado mucho contra ella. Pura y Milagros estaban en +la cocina, preparando la comida, que debía ser buena, copiosa y +dispuesta con todos los sacramentos, como desquite de los estómagos +desconsolados. Sin cesar en el trabajo, la una espumando pucheros ó +disponiendo un frito, la otra machacando en el almirez al ritmo de un +_andante con esprezione_ ó de un _allegro con brío_, charlaban sobre la +probable ó más bien segura colocación del jefe de la familia. Pura habló +de pagar todas las deudas, y de traer á casa los diversos objetos útiles +que andaban por esos mundos de Dios en los cautiverios de la usura. + +Abelarda estaba en el comedor con su caja de costura delante, arreglando +sobre el maniquí un vestidillo color de pasa. No llamaba la atención por +bonita ni por fea, y en un certamen de caras insignificantes se habría +llevado el premio de honor. El cutis era malo, los ojos obscuros, el +conjunto bastante parecido á su madre y tía, formando con ellas cierta +armonía, de la cual se derivaba el mote que les pusieron. Quiero decir +que si, considerada aisladamente, la similitud del cariz de la joven con +el morro de un gato no era muy marcada, al juntarse con las otras dos +parecía tomar de ellas ciertos rasgos fisiognómicos, que venían á ser +como un sello de raza ó familia, y entonces resultaban en el grupo las +tres bocas chiquitas y relamidas, la unión entre el pico de la nariz y +la boca por una raya indefinible, los ojos redondos y vivos, y la +efusión característica del cabello, que era como si las tres hubieran +estado rodando por el suelo en persecución de una bola de papel ó de un +ovillo. + +Aquella tarde todo fué dichas, porque entraron visitas, lo que á Pura +agradaba mucho. Dejó rápidamente los menesteres culinarios para echarse +una bata y componerse el pelo, y entró satisfecha en la sala. Eran los +visitantes Federico Ruiz y su esposa Pepita Ballester. El insigne +_pensador_ estaba también sin empleo, pasando una crujía espantosa, de +la cual había más señales en su ropa que en la de su mujer; pero llevaba +con tranquilidad su cesantía, mejor dicho, tan optimista era su +temperamento, que la llevaba hasta con cierto gozo. Siempre era el mismo +hombre, el métome-en-todo infatigable, fraguando planes de bullanguería +literaria y científica, premeditando veladas ó centenarios de +celebridades, discurriendo algún género de ocupación que á ningún nacido +se le hubiera pasado por el magín. Aquel bendito hacía pensar que hay +una _Milicia Nacional_ en las letras. + +Escribía artículos sobre lo que debe hacerse para que prospere la +Agricultura, sobre las ventajas de la cremación de los cadáveres, ó +bien reseñando puntualmente lo que pasó en la Edad de Piedra, que es, +como si dijéramos, hablar de ayer por la mañana. Su situación económica +era bastante precaria, pues vivía de la pluma. De higos á brevas lograba +que en Fomento le tomasen cierto número de ejemplares de ediciones +viejas y de libros tan maulas como el _Comunismo ante la razón_, ó el +_Servicio de incendios en todas las naciones de Europa_, ó la _Reseña +pintoresca de los Castillos_. Pero tenía en su alma caudal tan pingüe de +consuelo, que no necesitaba la resignación cristiana para conformarse +con su desdicha. El estar satisfecho venía á ser en él una cuestión de +amor propio, y por no dar su brazo á torcer se encariñaba, á fuerza de +imaginación, con la idea de la pobreza, llegando hasta el absurdo de +pensar que la mayor delicia del mundo es no tener un real ni de dónde +sacarlo. Buscarse la vida, salir por la mañana discurriendo á qué editor +de revista enferma ó periódico moribundo llevar el artículo hecho la +noche anterior, constituía una serie de emociones que no pueden saborear +los ricos. Trabajaba como un negro, eso sí, y el Tostado era un niño de +teta al lado de él, en el correr de la pluma. Verdaderamente, ganarse +así el cocido tenía mucho de placer, casi de voluptuosidad. Y el cocido +no le había faltado nunca. Su mujer era una alhaja y le ayudaba á +sortear aquella situación. Pero la eficaz Providencia suya era su +carácter, aquella predisposición optimista, aquel procedimiento ideal +para convertir los males en bienes y la escasez adusta en risueña +abundancia. Habiendo conformidad no hay penas. La pobreza es el +principio de la sabiduría, y no ha de buscarse la felicidad en las +clases privilegiadas. El _pensador_ recordaba la comedia de Eguílaz, en +la cual el protagonista, para ponderar lo divertido que es ser pobre, +dice con mucho calor: + + Yo tenía cinco duros + el día que me casé. + +Y recordaba también que la cazuela se venía abajo con el estruendo de +los aplausos y las patadas de entusiasmo, prueba de lo popular que es en +esta raza la escasez de dinero. También Ruiz había hecho en sus tiempos +una comedia en que se probaba que para ser honrado y justo es +indispensable andar con los codos de fuera, y que todos los ricos acaban +siempre malamente. Por supuesto, á pesar de esta idealidad con que sabía +dorar el cobre de su crisis económica, pasando la calderilla por oro, +Ruiz no cedía en sus pretensiones de ser nuevamente colocado. No dejaba +vivir al Ministro de Fomento, y las Direcciones de Instrucción pública y +de Agricultura se echaban á temblar en cuanto él traspasaba la mampara. +Á falta de empleo, pretendía una comisioncita para estudiar cualquier +cosa; lo mismo le daba la Legislación de propiedad literaria en todos +los países, que los Depósitos de sementales en España. + + + + +VIII + + +En la visita se habló primero de la ópera, á la que Ruiz iba con +frecuencia, lo mismo que las Miaus, con entradas de _alabarda_. Después +recayó la conversación en el tema de destinos. «A D. Ramón--dijo +Ruiz--no le harán esperar ya mucho». + +--Va en la combinación que se hará estos días--dijo Pura radiante.--Y no +ha ido ya, porque Ramón no quiso aceptar plaza fuera de Madrid. El +Ministro tenía gran empeño en mandarle á una provincia, donde hacen +falta hombres como mi esposo. Pero Ramón no está ya para viajes. Yo, si +he de decir verdad, deseo que le coloquen porque esté ocupado; nada más +que porque esté ocupado. No puede usted figurarse, Federico, lo mal que +le sienta á mi marido la ociosidad... vamos, que no vive. ¡Ya se ve, +acostumbrado á trabajar desde mozo!... Y que le conviene también +colocarse para los derechos pasivos. Figúrese usted, á Ramón no le +faltan más que dos meses para poderse jubilar con los cuatro quintos. Si +no fuera por esto, mejor se estaría en su casa. Yo lo digo: «No te +apures, hijo, que, gracias á Dios, para vivir modestamente no nos +falta»; pero él no se conforma, le gusta el calor de la oficina, y hasta +el cigarro no le sabe si no se lo fuma entre dos expedientes. + +--Lo creo... ¡Qué santo varón! ¿Y cómo está de salud? + +--Delicadillo del estómago. Todos los días tengo que inventar algo nuevo +para sostenerle el apetito. Mi hermana y yo nos dedicamos ahora á la +cocina, por entretenimiento, y por vernos libres de criadas, que son una +calamidad. Le hacemos cada día un platito distinto... caprichos y +frioleras suculentas. Á veces tengo que irme á la plazuela del Carmen en +busca de cosas que no se encuentran en los Mostenses. + +--Pues vea usted--dijo la señora de Ruiz,--ese es un trabajo que yo no +conozco, porque éste tiene un estómago que no se lo merece, y un apetito +tan famoso, que no se necesitan melindres para sostenérselo. + +--Gracias á Dios--indicó el _publicista_ con jovialidad.--De ahí viene +esta buena pasta mía y la confianza que tengo en mi suerte. Créame +usted, doña Pura, no hay nada que valga lo que un buen estómago. Aquí me +tiene usted tan conforme siempre: si me colocan, bien; si no, dos +cuartos de lo mismo. Hablando con verdad, no me gusta ser empleado, y +preferiría lo que me ofreció ayer el Ministro: una comisión para +estudiar los Montes de Piedad de Alemania. Es cuestión muy importante. + +--Ya lo creo que es importante. ¡Figúrese usted!--exclamó la señora de +Villaamil arqueando las cejas. + +En esto entró otra visita. Era un amigo de Villaamil, que vivía en la +calle del Acuerdo, un tal Guillén, cojo por más señas, empleado en la +Dirección de Contribuciones. Dijo el tal, después de los saludos, que un +compañero suyo, que estaba en el Personal, le había asegurado aquella +misma tarde que Villaamil iba en la próxima combinación. Doña Pura lo +dió por cierto, y Ruiz y su señora apoyaron esta apreciación lisonjera. +Se fueron enzarzando de tal modo en la conversación los plácemes, que +doña Pura, al fin, se arrancó á ofrecer á sus buenos amigos una copita y +pastas. Entre las provisiones de aquel fausto día, se contaba una +botella de moscatel de á tres pesetas, licor con que Pura solía +obsequiar á su marido á los postres. Ruiz y Guillén chocaron las copas, +expresando con igual calor su afecto á la simpática familia. La +sobriedad del _pensador_ contrastaba con la incontinencia un tanto +grosera del empleado cojo, quien rogó á doña Pura no se llevase la +botella, y escanciando que te escanciarás, pronto se vió que quedaba el +líquido en menos de la mitad. + +Ya encendidas las luces, y cuando se habían ido las visitas, entró +Villaamil. Pura corrió á su encuentro, viendo con satisfacción que el +ferocísimo semblante tigresco tenía cierto matiz de complacencia. «¿Qué +hay? ¿Qué noticias traes?» + +--Nada, mujer--dijo Villaamil, que se encastillaba en el pesimismo y no +había quien le sacara de él.--Todavía nada; las palabritas sandungueras +de siempre. + +--¿Y el Ministro... le has visto? + +--Sí, y me recibió tan bien--se dejó decir Villaamil haciendo traición, +por descuido, á su afectada misantropía,--me recibió tan bien, que... no +sé... parece que Dios le ha tocado al corazón, que le ha dicho algo de +mí. Estuvo amabilísimo... encantado de verme por allí... sintiendo mucho +no tenerme á su lado... decidido á llevarme... + +--Vamos; no dirás ahora que no tienes esperanza. + +--Ninguna, mujer, absolutamente ninguna (recobrando su papel). Veras +cómo todo se queda en jarabe de pico. Si sabré yo... ¡Tenlo por cierto! +¡No me colocan hasta el día del juicio por la tarde! + +--¡Ay, qué hombre! Eso también es ponerle á Dios cara de palo. Se podría +enojar y con muchísima razón. + +--Déjate de tonterías, y si tú esperas, buen chasco te llevarás. Yo no +quiero llevármelo; por eso no espero nada, ¿sabes? Y cuando venga el +golpe me quedaré tan tranquilo. + +Luisito llegó cuando sus abuelos discutían acaloradamente si debían +abrigar ó no esperanza, y dió cuenta de la puntual entrega de todas las +cartas. Tenía hambre, frío, y le dolía un poco la cabeza. Al regreso de +la excursión se había sentado en el pórtico de las Alarconas; pero no le +_dió aquéllo_, ni la visión tuvo á bien presentarse en ninguna forma. +_Canelo_ no se apartaba de doña Pura, siguiéndola del despacho á la +cocina, y de ésta al comedor, y cuando llamaron á comer al dueño de la +casa, como éste tardara un poco en salir, fué el entendido perro á +buscarle y con meneos de cola le decía: «Si usted no tiene gana, dígalo; +pero no nos tenga tanto tiempo espera que te espera». + +Comieron con regular apetito y bastante buen humor, y de sobremesa +Villaamil se fumó, saboreándolo mucho, un habano que el señor de Pez le +había dado aquella tarde. Era muy grande, y al tomarlo, el cesante dijo +á su amigo que lo guardaría para después. Aquel cigarro le recordaba sus +tiempos prósperos. ¿Sería tal vez anuncio de que los tales tiempos +volverían? Dijérase que el buen Villaamil leía en las espirales de humo +azul su buena ventura, porque se quedaba alelado mirándolas subir en +graciosas curvas hacia el techo del comedor, nublando vagamente la +lámpara. + +Por la noche tuvieron gente (Ruiz, Guillén, Ponce, los de Cuevas, +Pantoja y su familia, de quien se hablará después), y se formalizó el +proyecto iniciado el mes anterior, de representar una piececita, pues +algunos amigos de la casa tenían aptitudes no comunes para el teatro, +sobre todo en el género cómico. Federico Ruiz se encargó de escoger la +pieza, de distribuir los papeles y dirigir los ensayos. Se convino en +que Abelarda haría uno de los principales personajes, y Ponce otro; pero +éste, reconociendo con laudable modestia que no tenía maldita gracia y +que haría llorar al público en los papeles más jocosos, reservó para sí +la parte de _padre_, si en la comedia le hubiera. + +Cansado de tales majaderías, D. Ramón huyó de la sala buscando en el +interior obscuro de la casa las tinieblas que convenían á su pesimismo. +Maquinalmente entró en el cuarto de Milagros, donde ésta desnudaba á +Luis para acostarle. El pobre niño había hecho tentativas para estudiar, +que fueron completamente inútiles. Le dolía la cabeza, y sentía como el +presagio y el temor de la visión, pues ésta, al par que le daba mucho +gusto, causábale cierta ansiedad. Se fué á acostar con la idea de que le +entraría la desazón y de que iba á ver cosas muy extrañas. Cuando su +abuelo entró, ya estaba metido en la cama, y su tía le hacía rezar las +oraciones de costumbre: _Con Dios me acuesto, con Dios me levanto_, +etc... que él recitaba de carretilla. Con brusca interrupción se volvió +hacia Villaamil para decirle: «Abuelito, ¿verdad que el Ministro te +recibió muy bien?» + +--Sí, hijo mío--replicó el anciano, estupefacto de esta salida y del +tono con que fué dicha.--¿Y tú por dónde lo sabes? + +--¿Yo?... yo lo sé. + +Miraba Cadalsito á su abuelo con una expresión tan extraña, que el pobre +señor no sabía qué pensar. Parecióle expresión de Niño-Dios, la cual no +es otra cosa que la seriedad del hombre armonizada con la gracia de la +niñez. + +--Yo lo sé... lo sé--repitió Luis sin sonreir, clavando en su abuelo una +mirada que le dejó inmóvil.--Y el Ministro te quiere mucho... porque le +escribieron... + +--¿Quién le escribió?--dijo con ansiedad el cesante, dando un paso hacia +el lecho, los ojos llenos de claridad. + +--Le escribieron de ti--afirmó Cadalsito sintiendo que el miedo le +invadía y no le dejaba continuar. En el mismo instante pensó Villaamil +que todo aquello era una tontería, y dando media vuelta se llevó la mano +á la cabeza, y dijo: «¡Pero qué cosas tiene este chiquillo!...» + + + + +IX + + +¡Cosa rara! nada le pasó á Cadalsito aquella noche, ni sintió ni vió +cosa alguna, pues á poco acostarse hubo de caer en sueño profundísimo. +Al día siguiente costó trabajo levantarle. Sentíase quebrantado, y como +si hubiese andado largo trecho por sitio desconocido y lejano, que no +podía recordar. Fue á la escuela, y no se supo la lección. Encontrábase +tan torpe aquel día, que el maestro le hizo burla y ajó su dignidad ante +los demás chicos. Pocas veces se había visto en la escuela carrera en +pelo como la que aguantó Cadalsito al ser confinado al último puesto de +la clase en señal de ignorancia y desaplicación. Á las once, cuando se +pusieron á escribir, Cadalso tenía junto á sí al famoso _Posturitas_, +chiquillo travieso y graciosísimo, flexible como una lombriz, y tan +inquieto, que donde él estuviese no podía haber paz. Llamábase Paquito +Ramos y Guillén, y sus padres eran los dueños de la casa de préstamos de +la calle del Acuerdo. Aquel Guillén, cojo y empleado, que hemos visto en +casa de Villaamil celebrando con copiosas libaciones de moscatel la +próxima colocación de su amigo, era tío materno de _Posturitas_, el cual +debía este apodo á la viveza ratonil de sus movimientos, á la gracia con +que remedaba las actitudes y gestos de los _clowns_ y dislocados del +Circo. Todo se le volvía hacer garatusas, sacar la lengua, volver del +revés los párpados; y como pudiera, metía el dedo en el tintero para +pintarse rayas negras en la cara. + +Aquella mañana, cuando el maestro no le veía, _Posturitas_ abría la +carpeta, y él y su amigo Cadalso hundían la pelona en ella para ver las +cosas diversas que encerraba. Lo más notable era una colección de +sortijas, en las cuales brillaban el oro y los rubíes. No se vaya á +creer que eran de metal, sino de papel, anillos de esos con que los +fabricantes adornan los puros medianos para hacerlos pasar por buenos. +Aquel tesoro había venido á manos de Paquito Ramos mediante un +cambalache. Perteneció la colección á otro chico llamado Polidura, cuyo +padre, mozo de café ó restaurant, solía recoger los aros de cigarro que +los fumadores dejaban caer al suelo, y obsequiar con ellos á su hijo á +falta de mejores juguetes. Había llegado á reunir Polidura más de +cincuenta sortijas de diversos calibres. En unas decía _Flor fina_, en +otras _Selectos de Julián Álvarez_. Cansado al fin de la colección, se +la cambió á _Posturas_ por un trompo en buen uso, mediante contrato +solemne ante testigos. Cadalso regaló al nuevo propietario el anillo de +la tagarnina dada por el señor de Pez á Villaamil, y que éste se fumó +majestuosamente después de la comida. + +La travesura de _Posturitas_, fielmente reproducida por el bueno de +Cadalso, consistía en llenarse ambos los dedos de aquellas sorprendentes +joyas, y cuando el maestro no les veía, alzar la mano y mostrarla á los +otros granujas con dos ó tres anillos en cada dedo. Si el maestro venía, +se los quitaban á toda prisa, y a escribir como si tal cosa. Pero en una +vuelta brusca, sorprendió el dómine á Cadalsito con la mano en alto, +distrayendo á toda la clase. Verle, y ponerse hecho un león, fué todo +uno. Pronto se descubrió que el principal delincuente era el maligno +_Posturitas_, que tenía en su carpeta un depósito de aros de papel; y en +un santiamén el maestro, después que arrancó de los dedos las pedrerías +de que estaban cuajados, agarró todo el depósito y lo deshizo, +terminando con una mano de coscorrones aplicados á una y otra cabeza. +Ramos rompió á llorar, diciendo: «Yo no he sido... _Miau_ tiene la +culpa». Y _Miau_, no menos lastimado de esta calumnia que del mote, +clamó con severa dignidad: «Él es el que los tenía. Yo no traje más que +uno...» «Mentira...» «El mentiroso es él». + +--_Miau_ es un hipócrita--dijo el maestro, y Cadalso no supo contener su +aflicción oyendo en boca de D. Celedonio el injurioso apodo. Soltó el +llanto sin consuelo, y toda la clase coreaba sus gemidos, repitiendo +_Miau_, hasta que el maestro ¡pim, pam! repartió una zurribanda +general, recorriendo espaldas y mofletes, como el fiero cómitre entre +las filas de galeotes, vapulando á todos sin misericordia. + +--Se lo voy á decir á mi abuelo--exclamó Cadalso con un arranque de +dignidad,--y no vengo más á esta escuela. + +--Silencio... silencio todos--gritó el verdugo, amenazándoles con una +regla, que tenía los ángulos como filos de cuchillo.--Sin vergüenzas, á +escribir; y al que me chiste le abro la cabeza. + +Al salir, Cadalso seguía indignado contra su amigo _Posturitas_. Éste, +que era procaz, de una frescura y audacia sin límites, dió un empujón á +Luis, diciéndole: «Tú tienes la culpa, tonto... panoli... cara de gato. +Si te cojo por mi cuenta...» + +Cadalso se revolvió iracundo, acometido de nerviosa rabia, que le puso +pálido y con los ojos relumbrones. «¿Sabes lo que te digo? Que no tiés +que ponerme motes, ¡contro!, mal criado... ordinario... cualisquiera». + +--_¡Miau!_--mayó el otro con desprecio, sacando media cuarta de lengua y +crispando los dedos.--Ole... _Miau..._ morrongo... fu, fu, fu... + +Por primera vez en su vida percibió Luis que las circunstancias le +hacían valiente. Ciego de ira se lanzó sobre su contrario, y lo mismo se +lanzaría si éste fuese un hombre. Chillido de salvaje alegría infantil +resonó en toda la banda, y viendo el desusado embestir de Cadalso, +muchos le gritaron: «Éntrale, éntrale...» _Miau_ peleándose con +_Posturas_ era espectáculo nuevo, de trágicas y nunca sentidas +emociones, algo como ver la liebre revolviéndose contra el hurón, ó la +perdiz emprendiéndola á picotazos con el perro. Y fué muy hermosa la +actitud insolente de _Posturitas_, al recibir el primer achuchón, +espatarrándose para aplomarse mejor, soltando libros y pizarra para +tener los brazos libres... Al mismo tiempo rezongaba con orgullo insano: +«Verás, verás... ¡recontro!... me caso con la biblia...» + +Trabóse una de esas luchas homéricas, primitivas y cuerpo á cuerpo, más +interesantes por la ausencia de toda arma, y que consisten en encepar +brazos con brazos y empujar, empujar, sacudiendo topetadas con la +cabeza, á lo carneril, esforzándose cada cual en derribar á su +contrario. Si pujante estaba _Posturas_, no lo parecía menos Cadalso. +Murillito, Polidura y los demás, miraban y aplaudían, danzando en torno +con feroz entusiasmo de pueblo pagano, sediento de sangre. Pero acertó á +salir de la casa en aquel punto y ocasión la hija del maestro, señorita +algo hombruna, y les separó de un par de manotadas, diciendo: «Sin +vergüenzas, á casa, ó llamo á la pareja para que os lleve á la +prevención». Ambos tenían la cara como lumbre, respiraban como fuelles, +y echaban por aquellas bocas injurias tabernarias, sobre todo Paco +Ramos, que era consumado hablista en el idioma de los carreteros. + +--Vamos, _hombres_--decía Murillito, el hijo del sacristán de Monserrat, +en la actitud más conciliadora;--no es para tanto... vaya... Quítate +tú... Miá que te... verás. Sacabaron las quistiones. + +Mostrábase el mediador decidido á arrearle un buen lapo á cualquiera de +los dos que intentase reanudar la contienda. Un policía que por allí +andaba les dispersó, y se alejaron chillando y saltando, algunos +haciéndose lenguas del arranque de Cadalsito. Éste tomó silencioso el +camino de su casa. Su ira se calmaba lentamente, aunque por nada del +mundo le perdonaba á _Posturas_ el apodo, y sentía en su alma los +primeros rebullicios de la vanidad heroica, la conciencia de su +capacidad para la vida, ó sea de su aptitud para ofender al prójimo, ya +probada en la tienta de aquel día. + +Aquella tarde no había escuela, por ser jueves. Luisito se fué á su +casa, y durante el almuerzo, ninguna persona de la familia reparó en lo +sofocado que estaba. Bajó luego á pasar un ratito en compañía de sus +amigos los memorialistas, que sin duda le tenían guardada alguna +friolera. «Parece que arriba andamos muy divertidos--le dijo Paca.--Oye, +¿han colocado ya á tu abuelo? Porque debe de ser ya lo menos ministro ó +tan siquiera embajador. ¡Vaya con la cesta de compra que trajeron ayer! +Y botellas de moscatel como quien no dice nada. ¡Anda, anda, qué rumbo! +Estamos como queremos. Así no hay quien haga bajar á _Canelo_ de tu +casa...» + +Luis dijo que todavía no habían colocado á su abuelo; pero que era cosa +_de entre hoy y mañana_. El día estaba hermosísimo, y Paca propuso á su +amiguito ir á tomar el sol en la explanada del Conde-Duque, á dos pasos +de la calle de Quiñones. Púsose la enorme memorialista su mantón, +mientras Luisito subía á pedir permiso, y echaron á andar. Eran las +tres, y el vasto terraplén comprendido entre el paseo de Areneros y el +cuartel de Guardias estaba inundado de sol, y muy concurrido de vecinos +que iban allí á desentumecerse. Gran parte de este terreno se veía +entonces, y se ve hoy, ocupado por sillares, baldosas, adoquines, restos +ó preparativos de obras municipales, y entre la cantería, las vecinas +suelen poner colgaderos para secar ropa lavada. La parte libre de +obstáculos la emplea la tropa para los ejercicios de instrucción, y +aquella tarde vió Cadalsito á los reclutas de Caballería aprendiendo á +marchar, dirigidos por un oficial que, sable al puño y dando gritos, les +enseñaba á medir el paso. Entretúvose el pequeñuelo en contemplar las +evoluciones, y oía la cadencia con que los soldados pisaban +unísonamente, diciendo: _una, dos, tres, cuatro_. Era un mugido que se +confundía con la vibración del suelo al ser golpeado á compás, cual +inmenso tambor batido por un gigante. Entre la sociedad que allí se +congregaba á gozar del sol, discurrían vendedores de cacahuet y +avellanas, pregonándolos con un grito dejoso. Paca le compró á Cadalso +algunas de estas golosinas, y se sentó en una piedra á chismorrear con +varias comadres amigas suyas. El chiquillo corrió detrás de la tropa, +evolucionando con ella; fué y vino durante una hora en aquella militar +diversión, marcando también el _uno, dos, tres, cuatro_, hasta que, +sintiendo fatiga, se sentó en un rimero de baldosas. Entonces se le fué +un poco la cabeza; vió que la mole pesada del cuartel se corría de +derecha á izquierda, y que en la misma dirección iba el palacio de +Liria, sepultado entre el ramaje de su jardín, cuyos árboles parecen +estirarse para respirar mejor fuera de la tumba inmensa en que están +plantados. Empezóle á Cadalsito la consabida desazón; se le iba el +conocimiento de las cosas presentes, se mareaba, se desvanecía, le +entraba el misterioso sobresalto, que era en realidad pavor de lo +desconocido; y apoyando la frente en una enorme piedra que próxima +tenía, se durmió como un ángel. Desde el primer instante, la visión de +las Alarconas se le presentó clara, palpable, como un ser vivo, sentado +frente á él, sin que pudiese decir dónde. El fantástico cuadro no tenía +fondo ni lontananza. Lo constituía la excelsa figura sola. Era el mismo +personaje de luenga y blanca barba, vestido de indefinibles ropas, la +mano izquierda escondida entre los pliegues del manto, la derecha fuera, +mano de persona que se dispone á hablar. Pero lo más sorprendente fué +que antes de pronunciar la primer palabra, el Señor alargó hacia él la +diestra, y entonces se fijó en ella Cadalsito y vió que tenía los dedos +cuajados de aquellas mismas sortijas que formaban la rica colección de +_Posturas_. Sólo que en los dedos soberanos, que habían fabricado el +mundo en siete días, los anillos relumbraban cual si fueran de oro y +piedras preciosas. Cadalsito estaba absorto, y el Padre le dijo: «Mira, +Luis, lo que os quitó el maestro. Ve aquí los bonitos anillos. Los +recogí del suelo, y los compuse al instante sin ningún trabajo. El +maestro es un bruto, y ya le enseñaré yo á no daros coscorrones tan +fuertes. Y por lo que hace á _Posturitas_, te diré que es un pillo, +aunque sin mala intención. Está mal educado. Los niños decentes no ponen +motes. Tuviste razón en enfadarte, y te portaste bien. Veo que eres un +valiente y que sabes volver por tu honor». + +Luis quedó muy satisfecho de oirse llamar valiente por persona de tanta +autoridad. El respeto que sentía no le permitió dar las gracias; pero +algo iba á decir, cuando el Señor, moviendo con insinuación de castigo +la mano aquella cuajada de sortijas, le dijo severamente: «Pero, hijo +mío, si por ese lado estoy contento de ti, por otro me veo en el caso de +reprenderte. Hoy no te has sabido la lección. Ni por casualidad +acertaste una sola vez. Bien claro se vió que no habías abierto un libro +en todo el santo día... (Luisín, acongojadísimo, mueve los labios +queriendo disculparse.) Ya, ya sé lo que me vas á decir. Estuviste hasta +muy tarde repartiendo cartas; volviste á casa de noche. Pero luego +pudiste leer algo; no me vengas con enredos. Y esta mañana, ¿por qué no +echaste un vistazo á la lección de Geografía? ¡Cuidado con los desatinos +que has dicho hoy! ¿De dónde sacas tú que Francia está limitada al Norte +por el Danubio y que el Po pasa por Pau? ¡Vaya unas barbaridades! ¿Te +parece á ti que he hecho yo el mundo para que tú y otros mocosos como tú +me lo estéis deshaciendo á cada paso?» + +Enmudeció la augusta persona, quedándose con los ojos fijos en Cadalso, +al cual un color se le iba y otro se le venía, y estaba silencioso, +agobiado, sin poder mirar ni dejar de mirar á su interlocutor. + +«Es preciso que te hagas cargo de las cosas--añadió por fin el Padre, +accionando con la mano cuajada de sortijas.--¿Cómo quieres que yo +coloque á tu abuelo si tú no estudias? Ya ves cuán abatido está el pobre +señor, esperando como pan bendito su credencial. Se le puede ahogar con +un cabello. Pues tú tienes la culpa, porque si estudiaras...» + +Al oir esto, la congoja de Cadalsito fué tan grande, que creyó le +apretaban la garganta con una soga y le estaban dando garrote. Quiso +exhalar un suspiro y no pudo. + +«Tú no eres tonto y comprenderás esto--agregó Dios.--Ponte tú en mi +lugar; ponte tú en mi lugar, y verás que tengo razón». + +Luis meditó sobre aquéllo. Su razón hubo de admitir el argumento +creyéndolo de una lógica irrebatible. Era claro como el agua: mientras +él no estudiase, ¡contro! ¿cómo habían de colocar á su abuelo? Parecióle +esto la verdad misma, y las lágrimas se le saltaron. Intentó hablar, +quizás prometer solemnemente que estudiaría, que trabajaría como una +fiera, cuando se sintió cogido por el pescuezo. + +--Hijo mío--le dijo Paca sacudiéndole,--no te duermas aquí, que te vas á +enfriar. + +Luis la miró aturdido, y en su retina se confundieron un momento las +líneas de la visión con las del mundo real. Pronto se aclararon las +imágenes, aunque no las ideas; vió el cuartel del Conde-Duque, y oyó el +_uno, dos, tres, cuatro_, como si saliese de debajo de tierra. La +visión, no obstante, permanecía estampada en su alma de una manera +indeleble. No podía dudar de ella, recordando la mano ensortijada, la +voz inefable del Padre y Autor de todas las cosas. Paca le hizo +levantar y le llevó consigo. Después, quitándole del bolsillo los +cacahuets que antes le diera, díjole: «No comas mucho de esto, que se te +ensucia el estómago. Yo te los guardaré. Vámonos ya, que principia á +caer relente...» Pero él tenía ganas de seguir durmiendo; su cerebro +estaba embotado, como si acabase de pasar por un acceso de embriaguez; +le temblaban las piernas, y sentía frío intensísimo en la espalda. +Andando hacia su casa, le entraron dudas respecto á la autenticidad y +naturaleza divina de la aparición. «¿Será Dios ó no será +Dios?--pensaba.--Parece que es, porque lo sabe todito... Parece que no +es, porque no tiene ángeles». + +De vuelta del paseo, hizo compañía á sus buenos amigos. Mendizábal, +concluída su tarea, y después de recoger los papeles y de limpiar las +diligentes plumas, se dispuso á alumbrar la escalera. Paca limpió los +cristales del farol, encendiendo dentro de él la lamparilla de petróleo. +El _secretario del público_ lo cogió entonces, y con ademán tan solemne +como si alumbrara al Viático, fué á colgarlo en su sitio, entre el +primero y segundo piso. En esto subía Villaamil, y se detuvo, como de +costumbre, para echar un párrafo con el memorialista. + +--Sea enhorabuena, D. Ramón--le dijo éste. + +--Calle usted, hombre...--replicó Villaamil, afectando el humor que +suele acompañar á un terrible dolor de muelas.--Si todavía no hay nada, +ni lo habrá... + +--¡Ah! pues yo creí.. Es que son muy perros, D. Ramón. ¡Vaya unos +birrias de Ministros! Lo que yo le digo á usted: mientras no venga la +escoba grande... + +--¡Oh! amigo mío--exclamó Villaamil con cierto aire de templanza +gubernamental,--ya sabe usted que no me gustan exageraciones. Sus ideas +son distintas de las mías... ¿Qué es lo que usted quiere? ¿Más religión? +Pues venga religión, venga; pero no osbcurantismo... Desengañémonos. +Aquí lo que hace falta es administración, moralidad... + +--Ahí duele, ahí duele (con expresión de triunfo). Precisamente lo que +no habrá mientras no haya fe. Lo primero es la fe, ¿sí ó no? + +--Corriente; pero... No, amigo Mendizábal; no exageremos. + +--Y las sociedades que la pierden (en tono triunfal), corren derechitas, +como quien dice, al abismo... + +--Todo eso está muy bien; pero... Haya moralidad, moralidad; que el que +la hace la pague, y allá los curas se entiendan con las conciencias. No +me cambalache los poderes, amigo Mendizábal. + +--No, si yo no cambalacho nada... En fin, usted lo verá (bajando un +escalón mientras Villaamil subía otro). Ínterin domine el libre +pensamiento, espere usted sentado. Como que no hay justicia ni nadie se +acuerda del mérito. Buenas noches. + +Desapareció por la escalera abajo aquel hombre feísimo, de semblante +extraño, por tener los ojos tan poco separados que parecían juntarse y +ser uno solo cuando fijamente miraban. La nariz le salía de la frente, y +después bajaba chafada y recta, esparranclando sus dos ventanillas en el +nacimiento del labio superior, dilatado, tirante y tan extenso en todas +direcciones que ocupaba casi la mitad del rostro. La boca era larga, +terminada en dos arrugas que dividían la barba en tres compartimientos +flácidos, de pelambre ralo y gris; la frente estrecha, las manos enormes +y velludas, el cogote recio, el cuerpo corto, inclinado hacia adelante, +como resabio de una raza que hasta hace poco ha andado á cuatro pies. Al +descender la escalera, parecía que la bajaba con las manos, agarrándose +al barandal. Con esta filiación de _gorilla_, Mendizábal era un buen +hombre, sin más tacha que su furiosa inquina contra el libre +pensamiento. Había sido traficante en piedras de chispa durante la +primera guerra civil, espía faccioso y cocinero del padre Cirilo. +«¡Ah!--mil veces lo decía él,--¡si yo escribiera mi historia!» Último +detalle biográfico: le compuso una rueda á la célebre tartana de San +Carlos de la Rápita. + + + + +X + + +Poco después de anochecido, al subir á su casa, Cadalsito sintió pasos +detrás de sí; pero no volvió la cara. Mas cuando faltaban pocos +escalones para llegar al piso segando, manos desconocidas le cogieron la +cabeza y se la apretaron, no dejándole mirar hacia atrás. Tuvo miedo, +creyéndose en poder de algún ladrón barbudo y feo, que iba á robar la +casa y empezaba por asegurarle á él. Pero antes que tuviera tiempo de +chillar, el intruso le levantó en peso y le besó. Luis pudo verle +entonces la cara, y al reconocerle, su intranquilidad no disminuyó. +Había visto aquella cara por última vez algún tiempo antes, sin poder +apreciar cuándo, en una noche de escándalo y reyerta, en la cual todos +chillaban en su casa, Abelarda caía con una pataleta, y la abuelita +gritaba pidiendo el auxilio de los vecinos. La dramática escena +doméstica había dejado indeleble impresión en Luis, que ignoraba por qué +se habían puesto sus tías y abuela tan furiosas. + +En aquel tiempo estaba el abuelito en Cuba, y no vivía la familia en la +calle de Quiñones. Recordó también que las iras de las _Miaus_ recaían +sobre una persona que entonces desapareció de la casa, para no volver á +ella hasta la ocasión que ahora se refiere. Aquel hombre era su padre. +No se atrevió Luis á pronunciar el cariñoso nombre; de mal humor dijo: +«Suéltame». Y el sujeto aquél llamó. + +Cuando doña Pura, al abrir la puerta, vió al que llamaba, acompañado de +su hijo, quedóse un instante como quien no da crédito á sus ojos. La +sorpresa y el terror se pintaban en su semblante... después +contrariedad. Por fin murmuró: «¿Víctor... tú?» + +Entró saludando á su suegra con cierta emoción, de una manera cortés y +expresiva. Villaamil, que tenía el oído muy fino, se estremeció al +reconocer desde su despacho la voz aquélla. «¡Víctor aquí... Víctor otra +vez en casa! Este hombre nos trae alguna calamidad». Y cuando su yerno +entraba á saludarle, el rostro tigresco de D. Ramón se volvió espantoso, +y le temblaba la mandíbula carnicera, indicando como un prurito de +ejercitarla contra la primera res que se le pusiera delante. «¿Pero cómo +estás aquí? ¿Has venido con licencia?», fué lo único que dijo. + +Víctor Cadalso sentóse frente á su suegro. El quinqué les separaba, y su +luz, iluminando los dos rostros, hacía resaltar el vivo contraste entre +una y otra persona. Era Víctor acabado tipo de hermosura varonil, un +ejemplar de los que parecen destinados á conservar y transmitir la +elegancia de formas en la raza humana, desfigurada por los cruzamientos, +y que por los cruzamientos, reflujo incesante, viene de vez en cuando á +reproducir el gallardo modelo, como para mirarse y recrearse en el +espejo de sí misma, y convencerse de la permanencia de los arquetipos de +hermosura, á pesar de las infinitas derivaciones de la fealdad. El +claro-obscuro producido por la luz de la lámpara modelaba las facciones +del guapo mozo. Tenía nariz de contorno puro, ojos negros, de ancha +pupila, cuya expresión variaba desde el matiz más tierno hasta el más +grave, á voluntad. La frente pálida tenía el corte y el bruñido que en +escultura sirve para expresar nobleza.--Esta nobleza es el resultado del +equilibrio de piezas cranianas y de la perfecta armonía de líneas.--El +cuello robusto, el pelo algo desordenado y de azabache, la barba obscura +también y corta, completaban la hermosa lámina de aquel busto, más +italiano que español. La talla era mediana, el cuerpo tan bien +proporcionado y airoso como la cabeza; la edad debía de andar entre los +treinta y tres ó los treinta y cinco. No supo responder terminantemente +á la pregunta de su suegro, y después de titubear un instante, se aplomó +y dijo: + +--Con licencia no... es decir... he tenido un disgusto con el jefe. Salí +sin dar cuenta á nadie. Ya conoce usted mi carácter. No me gusta que +nadie juegue conmigo... Ya le contaré. Ahora vamos á otra cosa. Llegué +esta mañana en el tren de las ocho, y me metí en una casa de huéspedes +de la calle del Fúcar. Allí pensaba quedarme. Pero estoy tan mal, que si +ustedes (doña Pura se hallaba todavía presente) no se incomodan, me +vendré aquí por unos días, nada más que por unos días. + +Doña Pura se echó á temblar, y corrió á transmitir la fatal nueva á su +hermana y á su hija. «¡Se nos mete aquí! ¡Qué horror de hombre! Nos ha +caído que hacer». + +--Aquí estamos muy estrechos--objetó Villaamil con cara cada vez más +fiera y tenebrosa.--¿Por qué no te vas á casa de tu hermana Quintina? + +--Ya sabe usted--replicó--que mi cuñado Ildefonso y yo estamos así... un +poco de punta. Con ustedes me arreglo mejor. Yo les prometo ser pacífico +y razonable, y olvidar ciertas cosillas. + +--Pero, en resumidas cuentas, ¿sigues ó no en tu destino de Valencia? + +--Le diré á usted... (mascando las primeras palabras, pero discurriendo +al fin una respuesta que disimulase su perplejidad). Aquel Jefe +Económico es un trapisonda... Se empeñó en echarme de allí, y ha +intentado formarme expediente. No conseguirá nada; tengo yo más conchas +que él. + +Villaamil dió un suspiro, tratando de descifrar por la fisonomía de su +yerno el misterio de su intempestiva llegada. Pero sabía por +experiencia que la cara de Víctor era impenetrable y que, histrión +consumado, expresaba con ella lo que mas convenía a sus fines. + +--¿Y qué te parece tu hijo?--le preguntó al ver entrar á Pura con +Luisín.--Está crecido, y le vamos defendiendo la salud, Delicadillo +siempre, por lo cual no queremos apretarle para que estudie. + +--Tiempo tiene--dijo Cadalso, abrazando y besando al niño.--Cada día se +parece más á su madre, á mi pobre Luisa. ¿Verdad? + +Al anciano se le humedecieron los ojos. Aquella hija malograda en la +flor de la edad, fué todo su amor. El día de su temprana muerte, +Villaamil envejeció de un golpe diez años. Siempre que alguien la +nombraba en la casa, el pobre hombre sentía renovada su aflicción +inmensa, y si quien la nombraba era Víctor, al pesar se mezclaba la +repugnancia que inspira el asesino condoliéndose de su víctima después +de inmolada. Á doña Pura también se le abatieron los espíritus al ver y +oir al que fué esposo de su querida hija. Luis se entristeció, más bien +por rutina, pues había notado que cuando alguien pronunciaba en la casa +el nombre de su mamá, todos suspiraban y se ponían muy serios. + +Víctor, llevando á su hijo, pasó á saludar á Milagros y á Abelarda. +Aquélla le aborrecía de todo corazón, y respondió á su saludo con +desdeñosa frialdad. La cuñadita se metió en su cuarto al sentirle; +luego salió, y su color, siempre malo, era como el color de una muerta. +Le temblaba la voz; quiso afectar el mismo desdén de su tía hacia +Víctor; éste la apretaba la mano. «¿Ya estás aquí otra vez, perdido?», +balbuceó ella, y sin sabor qué hacer se volvió á meter en el aposento. + +Entretanto Villaamil, aprensivo y sobresaltado, se desperezaba en su +asiento como si quisiera crucificarse, y decía á su mujer: + +--Este hombre traerá hoy la desgracia á nuestra casa como la ha traído +siempre. Y si no, tú lo has de ver. Cuando le sentí la voz, creí que el +infierno se nos metía por las puertas. Maldita sea la hora (exaltándose +y dejando caer con ruidosa pesadumbre las palmas de las manos sobre la +mesa) en que este hombre entró en mi casa por vez primera; maldita la +hora en que nuestra querida hija se prendó de él, y maldito el día en +que les casamos... porque ya no tenía remedio. ¡Ojalá viviera mi hija +deshonrada, ojalá!... ¡Qué estúpido afán de casar á las hijas sin saber +con quién! ¡Ah! Pura, mucho cuidado con ese danzante; no te fíes. Tiene +el arte de adornar su perversidad con palabras que, al pronto, emboban y +seducen. Á mí no me la da, no; á mí me engañó una vez sola. Pero pronto +le calé, y ahora me pongo en guardia, porque es el hombre más malo que +Dios ha echado al mnundo. + +--¿Pero no ha dicho á qué viene? ¿Le han dejado cesante? De seguro ha +hecho alguna pillada y viene á que tú se la tapes. + +--¡Yo! (espantado y echando los ojos fuera del casco). ¡Como no se la +tape el moro Muza! Á buena parte viene... + +Llegada la hora de comer, Víctor, sentándose á la mesa con la mayor +frescura, hubo de permitirse ciertos alardes de conversación jocosa. +Todos le miraban con hostilidad, esquivando los temas joviales que +quería sacar á relucir. Á ratos se ponía ceñudo y receloso; pero á la +manera de un actor que recobra su papel momentáneamente olvidado, tomaba +la estudiada actitud bonachona y festiva. Luego reapareció la dificultad +grave. ¿Dónde le ponían? Y doña Pura, sofocada ante la imposibilidad de +alojar al intruso, se plantó diciéndole:--No, no puede ser, Víctor; ya +ves que no hay medio de tenerte en casa. + +--No se apure usted, mamá--replicó él, acentuando con cariño el +tratamiento.--Me quedaré aquí, en el sofá del comedor. Déme usted una +manta, y dormiré como un canónigo. + +Nada pudieron oponer á esta conformidad doña Pura y las otras _Miaus_. +Cuando empezaron á llegar las personas que iban á la tertulia, Víctor +dijo á su suegra:--Mire usted, mamá, yo no me presento. No tengo +malditas ganas de ver gente, al menos en algunos días. Me parece que he +oído la voz de Pantoja. No le diga usted que estoy aquí. + +--Pues no sé á qué vienen esos incógnitos--replicóle amoscada su +suegra.--¿Te vas á estar de plantón en el comedor? Pues sabrás que voy á +poner en esta mesa los vasos de agua, para que salgan á beber todos los +que tengan sed. Y te advierto que Pantoja es hombre que me bebe media +cuba todas las noches. + +--Pues me meteré en el cuarto de Luis, si no pone usted el abrevadero en +otra parte. + +--¿Pero dónde? + +--Nada, nada, mamá; por mi parte no altere usted sus costumbres. Váyase +usted á la sala, donde ya tiene toda la _crème_ reunida. No olvide +ponerme aquí la manta. Mañana temprano traeré mi equipaje. + +Cuando doña Pura transmitió á su marido el recelo de ser visto que en +Cadalso notara, el buen señor se intranquilizó más, y echó nuevas pestes +contra el intruso. Puesta sobre la mesa del comedor la bandeja con los +vasos de agua, único refrigerio que los Villaamil podían ofrecer á sus +amigos, Cadalso se quedó un rato solo con su hijo, el cual mostraba +aquella noche aplicación desusada. «¿Estudias mucho?», preguntó su padre +acariciándole. Y él contestó que sí con la cabeza, cohibido y +vergonzoso, como si el estudiar fuese delito. Su padre era para él como +un extraño, y al intentar hablarle, la timidez le ataba la lengua. El +sentimiento que al pobre niño inspiraba aquel hombre era mezcla +singularísima de respeto y temor. Lo respetaba por el concepto de padre, +que en su alma tierna tenía ya el natural valor; lo temía, porque en su +casa había oído mil veces hablar de él en términos harto desfavorables. +Era Cadalso el papá malo, como Villaamil era el papá bueno. + +Al sentir los pasos de algún tertulio sediento que venía al abrevadero, +Víctor se colaba en el cuarto de Milagros. Conoció por la voz á Ponce, +que amén de crítico era novio de Abelarda; reconoció también á Pantoja, +empleado en Contribuciones, amigo de Villaamil y aun del propio Cadalso, +quien le tenía por la máquina humana más inútil y roñosa que en oficinas +existiera. No puedo dejar de notar que una de las personas que más sed +tuvieron aquella noche fué Abelarda. Salió dos ó tres veces á beber, y +además quiso substituir á su tía Milagros en la obligación de acostar al +pequeño. Estando en ello, se metió Víctor en la alcoba, huyendo de otro +tertulio sofocado que iba á refrescarse. + +--Papá está muy inquieto con esta aparición tuya--le dijo Abelarda sin +mirarle.--Has entrado en casa como Mefistófeles, por escotillón, y todos +nos alteramos al verte. + +--¿Me como yo la gente?--respondió Víctor sentándose en la misma cama de +Luis.--Por lo demás, en mi venida no hay misterio; hay algo, sí, que no +comprenderán tu padre y tu madre; poro tú lo comprenderás cuando te lo +explique, porque tú eres buena para mí, Abelarda; tú no me aborreces +como los demás, sabes mis desgracias, conoces mis faltas y me tienes +compasión. + +Insinuó esto con mucha dulzura, contemplando á su hijo, ya medio +desnudo. Abelarda evitaba el mirarle. No así Luisito, que había clavado +los ojos en su padre, como queriendo descifrar el sentido de sus +palabras. + +--¡Lástima yo de ti!--repuso al fin la insignificante con voz +trémula.--¿De dónde sacas eso?... ¿Si pensarás que creo algo de lo que +dices? Á otras engañarás, pero á la hija de mi madre...! + +Y como Víctor empezase á replicarle con cierta vehemencia, Abelarda le +mandó callar con un gesto expresivo. Temía que alguien viniese ó que +Luis se enterase, y aquel gesto señaló una nueva etapa en el diálogo. + +--No quiero saber nada--dijo, determinándose al fin á mirarle cara á +cara. + +--¿Pues á quién he de confiarme yo si no me confío á ti... la única +persona que me comprende? + +--Vete á la iglesia, arrodíllate ante el confesonario... + +--La antorcha de la fe se me apagó hace tiempo. Estoy á +obscuras--declaró Víctor mirando al chiquillo, ya con las manos cruzadas +para empezar sus oraciones. + +Y cuando el niño hubo terminado, Abelarda se volvió hacia el padre, +diciéndole con emoción:--Eres muy malo, muy malo. Conviértete á Dios, +encomiéndate á él, y... + +--No creo en Dios--replicó Víctor con sequedad;--á á Dios se le ve +soñando, y yo hace tiempo que desperté. + +Luisito escondió su faz entre las almohadas, sintiendo un frío terrible, +malestar grande y todos los síntomas precursores de aquel estado en que +se le presentaba su misterioso amigo. + + + + +XI + + +Á las doce; cuando los tertulios desfilaron, Cadalso se acomodó en el +sofá del comedor, cubriéndose con la manta que Abelarda le diera. +Ignoraba él que su cuñada se acostaría vestida aquella noche por carecer +de abrigo. Retiráronse todos, menos Villaamil, que no quiso recogerse +sin tener una explicación con su yerno. La lámpara del comedor había +quedado encendida, y el abuelo, al entrar, vió á Víctor incorporado en +su duro lecho, con la manta liada de medio cuerpo abajo. Comprendió al +punto el yerno que su padre político quería palique, y se preparó, cosa +fácil para él, pues era hombre de imaginación pronta, de afluente +palabra, de salidas ágiles y oportunas, á fuer de meridional de pura +sangre, nacido en aquella costa granadina que tiene detrás la Alpujarra +y enfrente á Marruecos. «Este tío--pensó--me quiere embestir. Á buena +parte viene... Empiece la brega. Le trastearemos con gracia». + +--Ahora que estamos solos--dijo Villaamil con aquella gravedad que +imponía miedo,--decídete á ser franco conmigo. Tú has hecho algún +disparate, Víctor. Te lo conozco en la cara, aunque tu cara pocas veces +dice lo que piensas. Confiésame la verdad, y no trates de marearme con +tus pases de palabras ni con esas ideas raras de que sacas tanto +partido. + +--Yo no tengo ideas raras, querido D. Ramón; las ideas raras son las de +mi señor suegro. Debemos juzgar las ideas de las personas por el pelo +que éstas echan. ¿Le han colocado á usted ya? Se me figura que no. Y +usted sigue tan fresco, esperando su remedio de la justicia, que es lo +mismo que esperarlo de la luna. Mil veces le he dicho á usted que el +mismo Estado es quien nos enseña el derecho a la vida. Si el Estado no +muere nunca, el funcionario no debe perecer tampoco administrativamente. +Y ahora le voy á decir otra cosa: mientras no cambie usted de papeles, +no le colocarán; se pasará los meses y los años viviendo de ilusiones, +fiándose de palabras zalameras y de la sonrisa traidora de los que se +dan importancia con los tontos, haciendo que les protegen. + +--Pero tú, necio--dijo Villaamil enojadísimo,--¿has llegado á figurarte +que yo tengo esperanzas? ¿De dónde sacas, majadero, que yo me forje ni +la milésima parte de una condenada ilusión? ¡Colocarme á mí! No se me +pasa por la imaginación semejante cosa, no espero nada, nada, y digo +más: hasta me ofende el que me supone pendiente de formulillas y de +palabras cucas. + +--Como siempre le he conocido á usted así, tan confiado, tan +optimista... + +--¡Optimista yo! (muy contrariado). Vamos, Víctor, no te burles de estas +canas. Y sobre todo, no desvíes la cuestión. Ahora no se trata de mí, +sino de ti. Vuelvo á mi pregunta: ¿Qué has hecho? ¿Por qué estas aquí, y +por qué te escondes de la gente? + +--Es que las tertulias de esta casa me cargan. Ya sabe usted que soy muy +extremado en mis antipatías. Yo no me escondo; es que no quiero ver la +cara de Ponce con sus ojos pitañosos, ni que me hable Pantoja, el cual +tiene un aliento que da el _quién vive_. + +--No se trata del aliento de Pantoja, sino de que tú no has dejado tu +destino con la frente alta. + +--Tan alta que si mi jefe dice algo contra mí, tengo medios de mandarle +á presidio (acalorándose). Sepa usted que he prestado servicios tales, +que si el Estado fuera agradecido, ya sería yo jefe de Administración. +Pero el Estado es esencialmente ingrato, bien lo sabe usted, y no sabe +premiar. Si el funcionario inteligente no se recompensa á sí propio, +está perdido. Para que usted se entere: cuando fuí á Valencia á +encargarme de Propiedades é Impuestos, el Negociado estaba por los +suelos. Mi antecesor era un cómico sin voz, que recibió el empleo como +jubilación de la escena. El infeliz no sabía por dónde andaba. Llegué +yo, y _¡arsa!_ á trabajar. ¡Qué lío! Las cédulas personales no se +cobraban ni á tiros. En Consumos había descubiertos horribles. Llamé á +los alcaldes, les apremié, les metí el resuello en el cuerpo. Total, que +saqué una millonada para el Tesoro, millonada que se habría perdido sin +mí... Entonces reflexioné, y dije: «¿Cuál es la consecuencia natural del +inmenso servicio que he prestado á la Nación? Pues la consecuencia +natural, lógica, ineludible de defender al Estado contra el +contribuyente es la ingratitud del Estado. Abramos, pues, el paraguas +para resguardarnos de la ingratitud, que nos ha de traer la miseria». + +--No se puede decir más claro que tus manos no están muy limpias. + +--No hay tal, no, señor (incorporándose y accionando con mucha energía); +porque mediador entre el contribuyente y el Estado, debo impedir que +ambos se devoren, y no quedarían más que los rabos si yo no los pusiera +en paz. Yo formo parte de la entidad contribuyente, que es la Nación; +yo formo parte del Estado, como funcionario. Con esta doble naturaleza, +yo, mediador, tengo que asegurar mi vida para seguir impidiendo el +choque mortal entre el contribuyente y el Estado... + +--Ni te entiendo, ni te entenderá nadie (con gesto de ira y desprecio). +El mismo de siempre. Con esas chuscadas de tu ingenio quieres ocultar +tus trapisondas. ¿Pues sabes lo que te digo? que en mi casa no puedes +estar. + +--No se acalore mi querido suegro. Entre paréntesis, no he pretendido +que me tengan aquí por mi linda cara. Pagaré mi pupilaje... Será por +pocos días, porque en cuanto me asciendan... + +--¡Ascenderte! ¿qué dices? (como si le hubiera picado un escorpión). + +--¡Ay! ¿pues usted qué se creía? ¡Qué inocente! Siempre el mismo D. +Ramón, la virginal doncella. Que le traigan tila. Ya... ¿qué creía +usted? ¿que yo no soy de Dios y no debo ascender? ¿Sabe que llevo dos +años de oficial primero y me corresponde el ascenso á Jefe de Negociado +de tercera, por la ley de Cánovas? Y usted, que tan optimista es en lo +propio y tan pesimista en lo ajeno, creerá que me voy á pasar la vida +escribiendo cartas, espiando la sonrisa de un Director general ó +quitándole motas á Cucúrbitas! No, señor mío, yo no voy al trapo rojo, +sino al bulto. + +--Sí, sí, lo que es a descarado no te gana nadie; y digo más... por lo +mismo que no tienes vergüenza (lívido de ira y tragándose su propia +amargura), consigues todo lo que quieres... El mundo es tuyo... Vengan +ascensos, y ole morena. + +--En cambio usted (con cruel sarcasmo), siga meciéndose en esos dulces +éeextasis, siga creyendo que las mariposillas le traen la credencial, y +despiértese todos los días diciendo: «hoy, hoy será», y lea _La +Correspondencia_ por las noches con la esperanza de ver su nombre en +ella. + +--Te repito de una vez para siempre (deseando tener á mano una botella, +tintero ó palmatoria que tirarle á la cabeza), que yo no espero nada, ni +pienso que me colocarán jamás. En cambio estoy convencido de que tú, tú, +que acabas de defraudar al Tesoro, tendrás el premio de tu gracia, +porque así es el mundo, y así está la cochina Administración... ¡Dios +mío! ¡que viva yo para ver estas cosas! (levantándose y llevándose las +manos á la cabeza). + +--Lo que tiene usted que hacer (con cierta fatuidad) es aprender de mí. + +--¡Bonito modelo! No quiero oirte, no quiero verte ni en pintura... +Adiós (marchándose y volviendo desde la puerta). Y ten entendido que yo +no espero ni esto; que estoy conforme, que llevo con paciencia mi +desgracia, y que no se me ocurre que me puedan colocar ahora, ni +mañana, ni el siglo que viene... aunque buena falta nos hace. Pero... + +--¿Pero qué?... (echándose á reir malignamente). Vamos, ¿á que le coloco +yo á usted si me atufo? + +--¡Tú... tú! ¡deberte yo á ti...! + +Y fué tal su indignación, que no quiso hablar más, temeroso de hacer un +disparate, y pegando un portazo que estremeció la casa, huyó á su alcoba +y arrojóse en la inquieta superficie de su camastro, como un desesperado +al mar. + +Víctor se arrebujó en la manta, tratando de dormir; poro hallábase +excitadísimo, más que por el altercado con su suegro, por la memoria de +sucesos recientes, y no podía conciliar el sueño, no siendo tampoco +extraña á esto fenómeno la dureza del banco en que reposaba. La luz +menguó de tal manera después de media noche, que apenas alumbraba con +incierto resplandor la estancia; y en el cerebro insomne y febril de +Víctor, esta penumbra y el olor á comida fiambre que flotaba en la +atmósfera, se confundían en una sola impresión desagradable. Examinó +punto por punto el comedor, las paredes vestidas de papel, á trozos +desgarrado, á trozos sucio. En algunos sitios, particularmente junto á +las puertas, la crasitud marcaba el roce de las personas; en otros se +veían impresas las manos de Luisito y aun los trazos de su artístico +lápiz. El techo, ahumado en la proyección de la lámpara, tenía dos ó +tres grietas, dibujando una inmensa M y quizás otras letras menos +claras. En la pared, agujeros de clavos, de los cuales colgaron en otros +tiempos láminas. Víctor recordaba haber visto allí un reloj, que nunca +había dicho _esta campana es mía_, y señalaba siempre una hora +inverosímil; también hubo antaño bodegones al cromo con sandías y +melones despanzurrados. Láminas y reloj habían desaparecido, como carga +que se arroja al mar para que el barco no zozobre. El aparador +subsistía; pero ¡qué viejo y qué aburrido estaba, con sus vivos negros +despintados, un cristal roto, caído el copete! Dentro de él se veían +algunas copas boca abajo, vinagreras con frascos desiguales, un limón +muy arrugado, un molinillo de café, latas mugrientas y algunas piezas de +loza. La puerta que conducía al pasillo de la cocina estaba cubierta por +un pesado portier de abacá, mugriento por el borde en que lo sobaban las +manos, y con una claraboya en medio, que bien pudiera servir de torno. + +Cansado de mudar posturas, Víctor se incorporó en su lecho, que parecía +un potro, y su desasosiego paró en desvarío mental. Le entraron ganas de +explicarse consigo mismo, de deshacer con recriminaciones el nublado de +su alma, y en voz no muy alta, pero perceptible, se expresó de este +modo: «Esto es mío, estúpidos. Ratas de oficina, idos á roer +expedientes. Yo valgo más que vosotros; en un día sé despabilar yo todo +el trabajo del Negociado, correspondiente á un mes. + +Después se echó, asustado de su propio acento. Y al poco rato, los ojos +cerrados, el ceño fruncido, reprodujo en su cerebro, como ciertos +sonámbulos, el caso cuya reminiscencia no podía echar de sí. + +«Los consumos... ¡ah! los consumos. Son la más ingeniosa de las +invenciones. ¡Pícaros pueblos! Por no pagar, son ellos capaces de +venderse al diablo... ¡Y cómo les sabe á cuerno quemado la cuenta +corriente que se los lleva! Y que á mí no me joraban. Al que me cerdee, +le abraso vivo. ¡Ah! en la expedición de los apremios está el _quid_. Y +como nunca falta un roto para un descosido, nada más fácil que ponerse +de acuerdo con el interventor para formar la relación de apremios. +¡Feliz el pueblo que se escabulle de la relación, aunque tenga dos +semestres en descubierto!... Señor Alcalde, entendámonos. ¿Ustedes +quieren respirar? Pues yo también necesito oxígeno. Todos somos hijos de +Dios... Y tú, Hacienda, ¿por qué te amontonas? ¿No te salvé yo más de +seis millones que mi antecesor dió por perdidos? Pues entonces, ¿á qué +ese lloriqueo de mujer arratrada? Quien presta tan grandes servicios, +¿no merece premio? ¿No hemos de ponernos á cubierto de la ingratitud del +Estado, agradeciéndonos nosotros mismos nuestros leales servicios? La +recompensa es el principio de la moralidad, es la aplicación de la +justicia, del derecho, del _Jus_ á la Administración. Un Estado ingrato, +indiferente al mérito, es un Estado salvaje... Lo que yo digo: +dondequiera que hay el _haber_ de un servicio, hay el _debe_ de una +comisión. Partida por partida, esto es elemental. Yo doy al Estado con +una mano seis millones que andaban trasconejados, y alargo la otra para +que me suelte mi comisión... ¡Ah! perro Estado, ladrón, indecente; ¿qué +querías tú? ¿mamarte los millones y después dejarme asperges? ¡Ah! +infame, eso habrías hecho si yo me descuido. Pues te juro que por listo +que tú seas, más lo soy yo. Vamos de pillo á pillo. Y tú, contribuyente, +¿por qué me pones hocico? ¿No ves que te defiendo? Pero para que tú +respires es preciso que respire yo también. Si yo me ahogo, vendrá otro +que te sacará el redaño. + +»¡Y ese estúpido Jefe, ese animal, ese bandido que en Pontevedra se +merendó la suscripción para los náufragos y en Cáceres dejó en cueros á +las viudas de los mineros muertos; ese que sería capaz de tragarse la +Necrópolis con todos sus difuntos, quiere formarme expediente! Pero la +comprobación es muy difícil, tunante, y si me pinchas, te denunciaré, te +sacaré los trapitos á la calle, con datos, con fechas, con números. Yo +tengo buenos amigos, y manos blancas que me defiendan... Eso es lo que +tú no me perdonas... Te come la envidia. Y por eso te revuelves contra +mí ahora, tomador, que no sirviendo para afanar relojes, te metiste á +empleado». + +Y al cabo de un cuarto de hora, cuando parecía que había encontrado el +sueño, soltó de improviso la risa, diciendo: «No me pueden probar nada. +Pero aunque me lo probaran...» Por fin se durmió, y tuvo una pesadilla, +semejante á otras que en los casos de agitación moral turbaban su +descanso. Soñó que iba por una galería muy larga, inacabable, con +paredes de espejos, que hasta lo infinito repetían su gallarda persona. +Iba por aquel inmenso callejón persiguiendo á una mujer, á una dama +elegante, la cual corría agitando con el rápido mover de sus pies la +falda de crujiente seda. Cadalso le veía los tacones de las botas, que +eran... ¡cascarones de huevo! Quién podía ser la dama, lo ignoraba; era +la misma con quien soñara otra noche, y al seguirla, se decía que todo +aquello era sueño, asombrándose de correr tras un fantasma, pero +corriendo siempre. Por fin ponía la mano en olla, la dama se paraba y se +volvía, diciéndole con voz muy ronca: «¿Por qué te empeñas en quitarme +esta cómoda que llevo aquí?» En efecto, la dama llevaba en la mano una +cómoda ¡de tamaño natural!, y la llevaba tan desahogadamente como si +fuera un portamonedas. Entonces Víctor despertaba sintiendo sobre sí un +peso tal que no podía moverse, y un terror supersticioso que no sabía +relacionar ni con la cómoda, ni con la dama, ni con los espejos. Todo +ello era estúpido y sin ningún sentido. + +Despierto, tenían más miga los sueños de Cadalso, porque toda la vida se +la llevaba pensando en riquezas que no tenía, en honores y poder que +deseaba, en mujeres hermosas, cuyas seducciones no le eran desconocidas, +en damas elegantes y de alta alcurnia que con ardentísima curiosidad +anhelaba tratar y poseer, y esta aspiración á los supremos goces de la +vida le traía siempre intranquilo, vigilante y en acecho. Devorado por +el ansia de introducirse en las clases superiores de la sociedad, creía +tener ya en las manos un cabo y el primer nudo de la cuerda por donde +otros menos audaces habían logrado subir. ¿Cuál era este nudo? Ved aquí +un secreto que por nada del mundo revelaría Cadalso á sus vulgarísimos y +apocados parientes los de Villaamil. + + + + +XII + + +Apareciósele muy temprano _la figura arrancada á un cuadro de Fra +Angélico_, por otro nombre doña Pura, quien le acometió con el arma +cortante de su displicencia, agravada por la mala noche que un +dolorcillo de muelas le hizo pasar. «Ea, despejarme el comedor. Ve á +lavarte á mi cuarto, que tenemos precisión de barrer aquí. Lárgate +pronto si no quieres que te llenemos de polvo». Apoyaba esta admonición, +de una manera más persuasiva, la segunda _Miau_, que se presentó escoba +en mano. + +--No se enfade usted, mamá. (Á doña Pura le cargaba mucho que su yerno +la llamase _mamá_.) Desde que está usted hecha una potentada, no se la +puede aguantar. ¡Qué manera de tratar á este infeliz! + +--Eso es, búrlate... Es lo que te faltaba para acabar de conquistarnos. +¡Y que tienes el don de la oportunidad! Siempre te descuelgas por aquí +cuando estamos con el agua al cuello. + +--¿Y si dijera que precisamente he venido creyendo ser muy oportuno? Á +ver... ¿qué respondería usted á esto? Porque no conviene despreciar á +nadie, querida mamá, y se dan casos de que el huésped molesto nos +resulte Providencia de la noche á la mañana. + +--Buena Providencia nos dé Dios (siguiéndole hacia el cuarto donde +Víctor pensaba lavarse). ¿Qué quieres decir? ¿que vas á apretar la +cuerda que nos ahorca? + +--Tanto como está usted chillando ahí (con zalamería), y todavía soy +hombre para convidarla á usted á palcos por asiento. + +--Ninguna falta nos hacen tus palcos... ¡Ni qué has de convidar tú, si +siempre te he conocido más arrancado que el Gobierno! + +--Mamá, mamá, por Dios, no rebaje usted tanto mi dignidad. Y sobre todo, +el que yo sea pobre no es motivo para que se dude de mi buen corazón. + +--Déjame en paz. Ahí te quedas. Despacha pronto. + +--Prefiero ver delante de mí el puñal del asesino á ver malas caras. +(Deteniéndola por un brazo.) Un momento. ¿Quiere usted que pague mi +hospedaje? + +Sacó su cartera en el mismo instante, y á doña Pura se le encandilaron +los ojos viendo que abultaba y que el bulto lo hacía un grueso manojo de +billetes de Banco. + +--No quiero ser gravoso (dándole un billete de 100 pesetas). Tome usted, +querida mamá, y no juzgue mis intenciones por la insuficiencia de mis +medios. + +--Pues no creas... (echando la zarpa al billete como si éste fuera un +ratón), no creas que voy á llevar mi delicadeza hasta lo increíble, +rechazando con indignación tu dinero, á estilo de teatro. No estamos +ahora para escrúpulos ni para indignaciones cursis. Lo tomo, sí, lo +tomo, y voy á pagar con él una deuda sagrada, y además, nos viene bien +para... + +--¿Para qué? + +--Déjame á mí. ¿Quién no tiene sus secretillos? + +--Y un hijo, un hijo cariñoso, ¿no merece ser depositario de esos +secretos? Gracias por la confianza que merezco. Yo creí que me +apreciaban más. Querida mamá, aunque usted no me considere de la +familia, yo no puedo desprenderme de ella. Mándeme usted que no los +quiera, y no obedeceré... En otra parte puedo entrar con indiferencia, +poro en esta casa no; y cuando en ella noto síntomas de estrechez, +aunque usted me lo prohiba, me tengo que afligir... (poniéndole +cariñosamente la mano en el hombro). Simpática suegra, no me gusta que +papá ande sin capa. + +--¡Pobrecito!... y ¡qué le hemos de hacer!... Su situación viene siendo +muy triste hace tiempo. La cesantía va estirando más de lo que creíamos. +Sólo Dios y nosotras sabemos las amarguras que en esta casa se pasan. + +--Menos mal si el remedio viene, aunque sea de la persona á quien no se +estima (dándole otro billete de igual cantidad, que doña Pura se +apresura á recoger). + +--Gracias... No es que no te estimemos; es que tú... + +--He sido malo, lo confieso (patéticamente); reconocerlo es señal de que +ya no lo soy tanto. Tengo mis defectos como cada _quisque_; pero no soy +empedernido, no está mi corazón cerrado á la sensibilidad, ni mi +entendimiento á la experiencia. Yo seré todo lo malo que usted quiera; +pero, en medio de mi perversidad, tengo una manía, vea usted... no +tolero que esta familia, á quien tanto debo, pase necesidades. Me da por +ahí... llámelo usted debilidad ó como quiera (dándole un tercer billete +con gallardía generosa, sin mirar la mano que lo daba). Mientras yo gane +un real, no consiento que el padre de mi pobre Luisa vista +indecorosamente, ni que mi hijo ande desabrigado. + +--Gracias, Víctor, gracias (entre conmovida y recelosa). + +--No tiene usted por qué darme las gracias. No hay mérito ninguno en +cumplir un deber sagrado. Se me ocurre que podría usted tomar hasta dos +mil reales, porque no serán una ni dos las cosas que se han ido á +Peñaranda. + +--Rico estás... (con escama de si serían falsos los billetes). + +--Rico, no... Ahorrillos. En Valencia se gasta poco. Se encuentra uno +con economías sin notarlo. Y repito que si usted me habla de +agradecimiento, me incomodo. Yo soy así. ¡He variado tanto! Nadie sabe +la pena que siento al recordar los malos ratos que he dado á ustedes, y +sobre todo á mi pobre Luisa (con emoción falsa ó verdadera, pero tan +bien expresada, que á doña Pura se le humedecieron los ojos). ¡Pobre +alma mía! ¡Que no pueda yo reparar los agravios que aquella santa +recibió de mí! ¡Que no pueda yo resucitarla para que vea mi corazón +mudado, aunque luego nos muriéramos los dos! (Dando un gran suspiro.) +Cuando la muerte se interpone entro la culpa y el arrepentimiento, no +tiene uno ni el amargo consuelo de pedir perdón á quien ha ofendido. + +--¡Cómo ha de ser! No pienses ahora en cosas tristes. ¿Quieres otra +toalla? Aguarda. Y si necesitas agua caliente, te la traeré volando. + +--No; nada de molestarse por mí. Pronto despacho, y en seguida iré á +traer mi equipaje. + +--Pues si se te ocurre algo, llamas... La campanilla no hay quien la +haga sonar. Te asomas á la puerta y me das una voz. + +Aquel hombre, que sabía desplegar tan variados recursos de palabra y de +ingenio cuando se proponía mortificar á alguien, ya con feroz sarcasmo, +ya hiriendo con delicada crueldad las fibras más irritables del corazón, +entendía maravillosamente el arte de agradar, cuando entraba en sus +miras. Á doña Pura no la cogían de nuevas las demostraciones insinuantes +de su yerno; pero esta vez, sea porque fuesen acompañadas de la donación +en metálico, sea porque Víctor extremara sus zalamerías, la pobre señora +le tuvo por moralmente reformado ó en camino de ello siquiera. Corridas +algunas horas, no pudo la _Miau_ ocultar á su cónyuge que tenía dinero, +pues el disimular las riquezas era cosa enteramente incompatible con el +carácter y los hábitos de doña Pura. Interrogóla Villaamil sobre la +procedencia de aquellos que modestamente llamaba _recursos_, y ella +confesó que se los había dado Víctor, por lo cual se puso D. Ramón muy +sobresaltado, y empezó á mover la mandíbula con saña, soltando de su +feroz boca algunos vocablos que asustarían á quien no le conociera. + +--¡Pero qué simple eres!... Si no me ha dado más que una miseria. ¿Pues +qué querías tú, que le mantenga yo el pico? Bonitos estamos para eso. Le +he acusado las cuarenta... clarito, clarito. Si se empeña en estar aquí, +que contribuya á los gastos de la casa. ¡Bah! ¡qué cosas dices! Que ha +defraudado al Tesoro. Falta probarlo... serán cavilaciones tuyas. ¡Vaya +usted á saber! Y en último caso, ¿es eso motivo para que viva á costa +nuestra? + +Villaamil calló. Tiempo hacía que estaba resignado á que su señora +llevase los pantalones. Era ya achaque antiguo que cuando Pura alzaba el +gallo, bajase él la cabeza fiando al silencio la armonía matrimonial. +Recomendáronle, cuando se casó, este sistema, que cuadraba +admirablemente á su condición bondadosa y pacífica. Por la tarde volvió +doña Pura á la carga, diciéndole: «Con este poco de barro hemos de tapar +algunos agujeros. Ve pensando en hacerte ropa. Es imposible que consiga +nada el que se presenta en los Ministerios hecho un mendigo, los tacones +torcidos, el sombrero del año del hambre, y el gabán con grasa y flecos. +Desengáñate: á los que van así nadie les hace caso, y lo más á que +pueden aspirar es á una plaza en San Bernardino. Y como ahora te han de +colocar, también necesitas ropa para presentarte en la oficina. + +--Mujer, no me marees... No sabes el daño que me haces con esa confianza +de que no participo; al contrario, yo nada espero. + +--Pues sea lo que sea; si te colocan, porque sí, y si no, porque no, +necesitas ropa. El traje es casi casi la persona, y si no te presentas +como Dios manda, te mirarán con desprecio, y eres hombre perdido. Hoy +mismo llamo al sastre para que te haga un gabán. Y el gabán nuevo pide +sombrero, y el sombrero botas. + +Villaamil se asustó de tanto lujo; pero cuando Pura adoptaba el énfasis +gubernamental, no había medio de contradecirla. Ni se le ocultaba lo +bien fundado de aquellas razones, y el valor social y político de las +prendas de vestir; y harto sabía que los pretendientes bien trajeados +llevan ya ganada la mitad de la partida. Vino, pues, el sastre llamado +con urgencia, y Villaamil se dejó tomar las medidas, taciturno y fosco, +como si más que de gabán fuesen medidas de mortaja. + +Con la entrada del sastre, tuvieron Paca y su marido comidilla para todo +el resto del día y parte de la noche.--¿No sabes, Mendizábal? Ha entrado +también un sombrero nuevo. Desde que estamos en esta casa, y va para +quince años, no he visto entrar más chisteras nuevas que la de hoy y la +que estrenó D. Basilio Andrés de la Caña, el que vivió en el tercero, á +los pocos días de venir Alfonso. ¿Será que va á haber revolución? + +--No me extrañaría--dijo Mendizábal,--porque ese Cánovas ha perdido los +papeles. El periódico dice que hay crisis. + +--Debe de haberla, y será que van á subir los de D. Ramón. Tú, ¿quiénes +son los del señor Villaamil? + +--Los del Sr. Villaamil son las ánimas benditas... (echándose á reir). +¿Conque cobertera nueva y ropa maja? Pues mira, mujer, en vista de ese +lujo... asiático, voy á subir ahorita mismo con los recibos atrasados, +por si pagan todo ó parte de lo que deben. Á esta gente es menester +acecharla, para cogerla en el momento económico, ¿me entiendes?, en el +ínterin, como quien dice, de tener dinero, que es ni visto ni oído. + +Miraba el memorialista á su perro, el cual parecía decirle con su +expresiva geta: «Arriba, mi amo, y no se descuide, que ahora tienen +guita. Vengo de allí y están como unas pascuas. Por más señas, que han +traído un salchichón italiano, gordo como mi cabeza, y que huele á +gloria divina». + +Subió, pues, Mendizábal, precedido del can. Casi siempre, cuando el +portero se aparecía con aquellos fatídicos papeles en la mano, Villaamil +temblaba sintiendo herida su dignidad en lo más vivo, y á doña Pura se +le ponía la boca amarga, los labios descoloridos y el corazón rebosando +congoja y despecho. Ambos, cada cual en la forma propia de su +temperamento, alegaban razones mil para convencer á Mendizábal de lo +bueno que sería esperar al mes siguiente. Por dicha suya, el hombre +_gorilla_, aquel monstruo cuyas enormes manos tocarían el suelo á poco +que la cintura se doblase; aquel tipo de transición zoológica en cuyo +cráneo parecían verse demostradas las audaces hipótesis de Darwin, no +ejercía con malos modos los poderes conferidos por el casero. Era, en +suma, Mendizábal, con su fealdad digna de la vitrina de cualquier museo +antropológico, hombre benévolo, indulgente, compasivo, que se hacía +cargo de las cosas. Sentía lástima de la familia y verdadero afecto +hacia Villaamil. No apremiaba sino en términos comedidos y amistosos, y +al rendir cuentas al casero echaba por aquella boca horrenda, rascándose +la oreja corta y chata, frases de intercesión misericordiosa en pro del +inquilino atrasado _por mor_ de la cesantía. Y gracias á esto, el +propietario, que no era de los más déspotas, aguardaba con triste y +filosófica resignación. + +Cuando Villaamil y doña Pura no estaban en disposición de pagar, añadían +á sus excusas algún oficioso párrafo con el memorialista, lisonjeándole +y cayéndose del lado de sus aficiones. Decíale Villaamil: «¡Pero cuánto +ha visto usted en este mundo, amigo Mendizábal, y qué de cosas habrá +presenciado tan trágicas, tan interesantes, tan...!» Y el _gorilla_, +abarquillando los recibos, contestaba: «La historia de España no se ha +escrito todavía, amigo D. Ramón. Si yo plumeara mis memorias, vería +usted...» Doña Pura extremaba aún más la adulación: «El mundo anda +perdido. Mendizábal está en lo cierto: mientras haya libertad de cultos +y eso que llaman el racionalismo...!» Total, que el portero se guardaba +los recibos, y á la señora se le alegraban las pajarillas. Ya teníamos +otro mes de respiro. + +Pero aquel día en que, por merced de la Providencia, les era dado pagar +dos meses de los tres vencidos, ambos esposos rectificaron con cierta +arrogancia aquel criterio de asentimiento. Villaamil habló con discreta +autoridad de los ideales modernos, y doña Para, al verle embolsar los +billetes, dijo: «Pero venga acá, Mendizábal, ¿para que tiene esas ideas? +¿Y usted cree de buena fe que va á venir aquí D. Carlos con la +Inquisición y todas esas barbaridades? Vamos, que es preciso estar +(apuntando á la sien) de la jícara para creer eso...» + +Mendizábal les contestó con frases truncadas, mal aprendidas del +periódico que solía leer, y se alejó refunfuñando. Contraste increíble: +se iba de mal humor siempre que llevaba dinero. + + + + +XIII + + +Antes de proseguir, evoquemos la doliente imagen de Luisa Villaamil, +muerta aunque no olvidada, en los días de esta humana crónica. Pero +retrocediendo algunos años, la cogeremos viva. Vámonos, pues, al 68, que +marca el mayor trastorno político de España en el siglo presente, y +señaló además graves sucesos en los azarosos anales de la familia +Villaamil. + +Contaba Luisa cuatro años más que su hermana Abelarda, y era algo menos +insignificante que ella. Ninguna de las dos se podía llamar bonita; pero +la mayor tenía en su mirada algo de _ángel_, un poco más de gracia, la +boca más fresca, el cuello y hombros más llenos, y por fin, la +aventajaba ligeramente en la voz, acento y manera de expresarse. Las +escasas seducciones de entrambas no las realzaba una selecta educación. +Se habían instruído en tres ó cuatro provincias distintas, cambiando de +colegio á cada triquitraque, y sus conocimientos, aun en lo elemental, +eran imperfectísimos. Luisa llegó á saber un francés macarrónico que +apenas le consentía interpretar, sobando mucho el Diccionario, la primer +página del _Telémaco_, y Abelarda llegó a farfullar dos ó tres polcas, +martirizando las teclas del piano. De cuatro niñas y un varón, frutos +del vientre de doña Pura, sólo se lograron aquellas dos; las demás crías +perecieron á poco de nacer. Á principios de 1868, desempeñaba Villaamil +el cargo de Jefe Económico en una capital de provincia de tercera clase, +ciudad arqueológica, de corto y no muy brillante vecindario, famosa por +su catedral, y por la abundante cosecha de desportillados pucheros é +informes pedruscos romanos que al primer azadonazo salían del terruño. +En aquel _pueblo de pesca_ pasó la familia de Villaamil la temporada +triunfal de su vida, porque allí doña Pura y su hermana daban el tono á +las costumbres elegantes y hacían lucidísimo papel, figurando en primera +línea en el escalafón social. Cayó entonces en la oficina de Villaamil +un empleadillo joven y guapo, de la clase de aspirantes con cinco mil +reales, engendro reciente del caciquismo. Cómo fué á parar allí Víctor +Cadalso, es cosa que no nos importa saber. Era andaluz, había estudiado +parte de la carrera en Granada, se vino á Madrid sin blanca, y aquí, +después de mil alternativas, encontró un padrinazgo de momio, que lo +lanzó de un manotazo á la vida burocrática, como se puede lanzar una +pelota. Á poco de entrar en las oficinas de aquella provincia, hízose +muy de notar, y como tenía atractivos personales, lenguaje vivo y +gracioso, buenas trazas para vestirse y desenvueltos modales, no tardó +en obtener la simpatía y agasajo de la familia del jefe, en cuya sala +(no hay manera de decir _salones_), bastante concurrida los domingos y +fiestas de guardar, fué desde la primera noche astro refulgente. Nadie +le igualaba en el donaire, generalmente equívoco, de la conversación, en +improvisar pasatiempos ingeniosos, en dar sesiones de magnetismo, +prestidigitación ó nigromancia casera. Recitaba versos imitando á los +actores más célebres, bailaba bien, contaba todos los cuentos de +Manolito Gázquez, y sabía, como nadie, entretener á las señoras y +embobar á las niñas. Era el _lión_ de la ciudad, el número uno de los +chicos elegantes, espejo de todos en finura, garbo y ropa. La alta +sociedad se reunía alternativamente en la casa de Villaamil, en la del +Brigadier gobernador militar, cuya esposa era una jamona de muchas +campanillas, en la de cierto personaje, que era el cacique, agente +electoral y déspota de la comarca; pero la casa en que había más +refinamientos sociales era la de Villaamil, y las señoras de Villaamil +las más encumbradas y vanagloriosas. La esposa del cacique tenía hijas +casaderas, la Brigadiera no las tenía de ninguna edad, el Gobernador era +célibe; de modo que las del Jefe Económico, las _cacicas_, la +Gobernadora militar y la Alcaldesa, boticaria por añadidura, componían +todo el mujerío distinguido de la localidad. Eran las dueñas del cotarro +elegante, las que recibían incienso de aquella espiritada juventud +masculina, con _chaquet_ y hongo, las que asombraban al pueblo +presentándose en los Toros (dos veces al año) con mantilla blanca, las +que pedían para los pobres en la catedral el Jueves Santo, las que +visitaban al Obispo, las que daban el tono y recibían constantemente el +homenaje tácito de la imitación. En aquellos tiempos le quedaban aún á +Milagros algunos vestigios de su hermosa voz, mucha afinación y todo el +compás. Todavía, haciéndose muy de rogar, casi casi á la fuerza, se +acercaba al piano, y soltando las rebañaduras de su arte, les largaba +allí un par de cavatinas que hacían furor. Los palmoteos se oían desde +la cercana plaza de la Constitución, y las alabanzas duraban toda la +noche, amenizando el baile y los juegos de prendas. + +Ornamento de esta sociedad fué, desde que en ella se introdujo, Víctor +Cadalso, artista social digno de teatro mejor, y no con las facultades +marchitas como las de Milagros, sino en la plenitud de su poder y +lozanía. Por esto sucedió lo que debía suceder, que Luisa se prendó del +aspirante repentina y locamente, desde la primera noche que se vieron, +con ese amor explosivo en que los corazones parece que están llenos de +pólvora cuando los traspasa la inflamada flecha. Esto suele ocurrir en +las clases populares y en las sociedades primitivas, y pasa también +alguna vez en el seno del vulgo infatuado y sin malicia, cuando cae en +él, como rayo enviado del cielo, un ser revestido de apariencias de +superioridad. La pasión súbita de Luisa Villaamil fué tan semejante á la +de Julieta, que al día siguiente de hablarle por primera vez, no habría +vacilado en huir con Víctor de la casa paterna, si él se lo hubiera +propuesto. Siguieron al flechazo unos amoríos furibundos. Luisa perdió +el sueño y el apetito. Había carteo dos ó tres veces al día y telégrafos +á todas horas. Por la noche espiaban la coyuntura de verse á solas, +aunque fuese breves momentos. La enamorada chica contaba sus tristezas y +sus alegrones á la luna, á las estrellas, al gato, al jilguero, á Dios y +á la Virgen. Hallábase dispuesta, si la ley de su amor se lo exigía, á +cualquier género de heroicidad, al martirio. Doña Pura no tardó en +contrariar aquellos amores, porque soñaba con el ayudante del Brigadier +para yerno; y Villaamil, que empezó á columbrar en el carácter de Víctor +algo que no le agradaba, hubo de gestionar con el cacique para que le +trasladasen á otra provincia. Los amantes, guiados por la perspicacia +defensiva que el amor, como todo gran sentimiento, lleva en sí, +olfatearon el peligro, y ante el enemigo se juraron fidelidad eterna, +resolviendo ser dos en uno, y antes morir que separarse, con todo lo +demás que en estos apretados lances se acostumbra. El delirio les +extraviaba, y la oposición les precipitó á estrechar de tal modo sus +lazos, que nadie fuera poderoso á desatarlos. En resolución, que el amor +se salió con la suya, como suele. Trinaron los señores de Villaamil; +pero, pensándolo bien, ¿qué remedio quedaba más que arreglar aquel +desavío como se pudiese? + +Luisa era toda sensibilidad, afecto y mimo; un ser desequilibrado, +incapaz de apreciar con sentido real las cosas de la vida. Vibraban en +ella el dolor y la alegría con morbosa intensidad. Tenía á Víctor por el +más cabal de los hombres, se extasiaba en su guapeza y era completamente +ciega para ver las jorobas de su carácter. Los seres y las acciones eran +como hechuras de su propia imaginación, y de aquí su fama de escaso +mundo y discernimiento. Fue padrino del bodorrio el cacique, y su regalo +sacarle á Víctor una credencial de ocho mil, lo que agradecieron mucho +D. Ramón y su mujer, pues una vez incorporado Cadalso á la familia, no +había más remedio que empujarle y hacer de él un hombre. Á poco estalló +la Revolución, y Villaamil, por deber aquel destino á un íntimo de +González Brabo, quedó cesante. Víctor tuvo aldabas y atrapó un ascenso +en Madrid. Toda la familia se vino por acá, y entonces empezaron de +nuevo las escaseces, porque Pura había tenido siempre el arte de no +ahorrar un céntimo, y una gracia especial para que la paga de primero de +mes hallase la bolsa más limpia que una patena. + +Volviendo á Luisa, sépase que, comido el pan de la boda, seguía +embelesada con su marido, y que éste no era un modelo. La infeliz niña +vivía en ascuas, agrandando cavilosamente los motivos de su pena; le +vigilaba sin descanso, temerosa de que él partiese en dos su cariño ó se +lo llevase todo entero fuera de casa. Entonces empezaron las +desavenencias entre suegros y yerno, enconadas por enojosas cuestiones +de interés. Luisa pasaba las horas devorada por ansias y sobresaltos sin +fin, espiando á su marido, siguiéndole y contándole los pasos de noche. +Y el truhán, con aquella labia que Dios le dió, sabía desarmarla con una +palabrita de miel. Bastaba una sonrisa suya para que la esposa se +creyese feliz, y un monosílabo adusto para que se tuviera por +inconsolable. En Marzo del 69 vino al mundo Luisito, quedando la madre +tan desmejorada y endeble, que desde entonces pudieron, los que +constantemente la veían, augurar su cercano fin. El niño nació +raquítico, expresión viva de las ansias y aniquilamiento de su madre. +Pusiéronle ama, sin ninguna esperanza de que viviera, y estuvo todo el +primer año si se va ó no se va. Y por cierto que trajo suerte á la +familia, pues á los seis días de nacido, dieron al abuelo un destino con +ascenso, en Madrid, y de este modo pudo doña Pura bandearse en aquel +golfo de trampas, imprevisión y despilfarro. Víctor se enmendó algo. +Cuando ya su mujer no tenía remedio, mostróse con ella cariñoso y +solícito. Padecía la infeliz accesos de angustiosa tristeza ó de alegría +febril, cuyo término era siempre un ataque de hemoptisis. En el último +período de su enfermedad, el cariño á su marido se le recrudeció en +términos que parecía haber perdido la razón, y cuando él no estaba +presente, llamábale á gritos. Por una de esas perversiones del +sentimiento que no se explican sin un desorden cerebral, su hijo llegó á +serle indiferente; trataba á sus padres y á su hermana con esquiva +sequedad. Toda la atención de su alma era para el ingrato, para él todos +sus acentos de amor, y sus ojos habían eliminado cuantas hermosuras +existen en el mundo moral y físico, quedándose tan sólo con las que su +exaltada pasión fantaseaba en él. + +Villaamil, que conocía la incorrecta vida de su yerno fuera de casa, +empezó á tomarle aborrecimiento; Pura, más conciliadora, dejábase +engatusar por las traidoras palabras de Cadalso, y á condición de que +éste tratara con piedad y buenos modos á la pobre enferma, se daba por +satisfecha y perdonaba lo demás. Por fin, la demencia, que no otro +nombre merece, de la infortunada Luisa tuvo fatal término en una noche +de San Juan. Murió llorando de gratitud porque su marido la besaba +ardientemente y le decía palabras amorosas. Aquella mañana había sufrido +un ataque de perturbación mental más fuerte que los anteriores, y se +arrojó del lecho pidiendo un cuchillo para matar á Luis. Juraba que no +era hijo suyo, y que Víctor le había traído á la casa en una cesta, +debajo de la capa. Fué aquel día de acerbo dolor para toda la familia, +singularmente para el buen Villaamil que, sin ruidoso duelo exterior, +mudo y con los ojos casi secos, se desquició y desplomó interiormente, +quedándose como ruina lamentable, sin esperanza, sin ilusión ninguna de +la vida; y desde entonces se le secó el cuerpo hasta momificarse, y fué +tomando su cara aquel aspecto de ferocidad famélica que le asemejaba á +un tigre anciano é inútil. + +La necesidad de un sueldo que permitiese economías, le lanzó á colocarse +en Ultramar. Fué con un regular destino, de los que proporcionan buenas +obvenciones, y regresó á los dos años con algunos ahorros, que se +deshicieron pronto como granos de sal en la mar sin fondo de la +administración de doña Pura. Emprendió segundo viaje con mejor empleo; +pero tuvo no sé qué cuestiones con el Intendente, y volvió para acá en +los aciagos días de los cantonales. El Gobierno presidido por Serrano +después del 3 de Enero del 74 le mandó á Filipinas, donde se las +prometía muy felices; pero una cruel disentería le obligó á embarcarse +para España sin ahorros, y con el propósito firme de desempeñar la +portería de un Ministerio antes que pasar otra vez el charco. No le fué +difícil volver á Hacienda, y vivió tres años tranquilo, con poco sueldo, +siendo respetado por la Restauración, hasta que en hora fatídica le +atizaron un _cese_ como una casa. Y el tremendo anatema cayó sobre él +cuando sólo le faltaban dos meses para jubilarse con los cuatro quintos +del sueldo regulador, que era el de Jefe de Administración de tercera. +Acudió al Ministro, llamó á distintas puertas; todas las intercesiones +fueron solicitadas sin éxito. Poco á poco sucedió á la molesta escasez +la indigencia descarnada y aterradora; los recursos se concluían, y se +agotaron también los medios extraordinarios y arbitristas de sostener á +la familia. + +Llegó por último la etapa dolorosísima para un hombre delicado como +Villaamil, de tener que llamar á la puerta de la amistad implorando +socorro ó anticipo. Había él prestado en mejor tiempo servicios de tal +naturaleza á algunos que se los agradecieron y á otros que no. ¿Por qué +no había de apelar al mismo sistema? Sobre todo, no podía discutirse si +estas postulaciones eran ó no decorosas. El que se quema no se pone á +considerar si es conveniente ó no sacudir los dedos. El decoro era ya +nombre vano, como la inscripción impresa en la etiqueta de una botella +vacía. Poco á poco se gasta la vergüenza, como se gasta el diente de una +lima, y las mejillas pierden la costumbre de colorearse. El desgraciado +cesante llegó á adquirir maestría terrible en el arte de escribir cartas +invocando á la amistad. Las redactaba con amplificaciones patéticas, y +en un estilo que parecía oficial, algo parecido á los preámbulos de las +leyes en que se anuncia al país aumento de contribución, verbigracia: +«Es muy sensible para el Gobierno tener que pedir nuevos sacrificios al +contribuyente...» Tal era el patrón, aunque el texto fuera otro. + + + + +XIV + + +Para completar las noticias biográficas de Víctor, importa añadir que +tenía una hermana llamada Quintina, esposa de un tal Ildefonso Cabrera, +empleado en el ferrocarril del Norte, buenas personas ambos, aunque algo +extravagantes. Faltándoles hijos, Quintina deseaba que su hermano le +encomendase la crianza de Luis, y quizás lo habría conseguido sin las +desavenencias graves que surgieron entre Víctor y su hermano político, +por cuestiones relacionadas con la mezquina herencia de los hermanos +Cadalso. Tratábase de una casa ruinosa y sin techo en el peor arrabal de +Vélez-Málaga, y sobre si el tal edificio correspondía á Quintina ó á +Víctor, hubo ruidosísimas querellas. La cosa era clara, según Cabrera, +y para probar su diafanidad, no inferior á la del agua, puso el asunto +en manos de la curia, la cual, en poco tiempo, formó sobre él un mediano +monte de papel sellado. Todo para demostrar que Víctor era un pillo, que +se había adjudicado indebidamente la valiosa finca, vendiéndola y +guardándose su importe. El otro lo echaba á broma, diciendo que el +producto de su fraude no le había alcanzado para un par de botas. Á lo +que respondía Ildefonso que no era por el huevo, sino por el fuero; que +no le incomodaba la pérdida material, sino la frescura de su cuñado; y +por esta y otras razones le llegó á cobrar odio tan profundo, que +Quintina temblaba por Víctor cuando éste iba á la casa. Cabrera tenía el +genio tan atropellado, que un día por poco descarga sobre Víctor los +seis tiros de su revólver. La hermana de Cadalso deseaba que el pleito +se transigiera y concluyesen aquellas enojosas cuestiones; y cuando su +hermano fué á verla, á los pocos días de llegar de Valencia +(aprovechando la ocasión en que la fiera de Ildefonso recorría el trozo +de línea de que era inspector), le propuso esto: «Mira, si me das á tu +Luis, yo te prometo desarmar á mi marido, que desea tanto como yo tener +al niño en casa». Trato inaceptable para Víctor, que aunque hombre de +entrañas duras, no osaba arrancar al chiquillo del poder y amparo de sus +abuelos. Quintina, firme en su pretensión, argumentaba: «¿Pero no ves +que esa gente te lo va á criar muy mal? Lo de menos serían los resabios +que ha de adquirir; pero es que le hacen pasar hambres al ángel de Dios. +Ellas no saben cuidar criaturas ni en su vida las han visto más gordas. +No saben más que suponer y pintar la mona; ni se ocupan más que de si +tal artista cantó ó no cantó como Dios manda, y su casa parece un +herradero». + +Aunque se trataban las _Miaus_ y Quintina, no se podían ver ni en +pintura, porque la de Cadalso, que era una buena mujer (con lo cual +dicho se está que no se parecía á su hermano), tenía el defecto de ser +excesivamente curiosa, refistolera, entrometida, olfateadora. Al visitar +á las Villaamil, no entraba en la sala, sino que se iba de rondón al +comedor, y más de una vez hubo de colarse en la cocina y destapar los +pucheros para ver lo que en ellos se guisaba. Á Milagros, con esto, se +la llevaban los demonios. Todo lo preguntaba Quintina, todo lo quería +averiguar y en todo meter sus ávidas narices. Daba consejos que no le +pedían, inspeccionaba la costura de Abelarda, hacía preguntas capciosas, +y en medio de su cháchara impertinente, se dejaba caer con alguna +reticencia burlona, como quien no dice nada. + +Á Cadalsito le quería con pasión. Nunca se iba de casa sin verle, y +siempre le llevaba algún regalillo, juguete ó prenda de vestir. Á +veces, se plantaba en la escuela y mareaba al maestro preguntándole por +los adelantos del rapaz, á quien solía decir: «No estudies, corazón, que +lo que quieren es secarte los sesitos. No hagas caso; tiempo tienes de +echar talento. Ahora come, come mucho, engorda y juega, corre y +diviértete todo lo que te pida el cuerpo». En cierta ocasión, observando +á las _Miaus_ bastante tronadas, les propuso que le dieran el chico; +pero doña Pura se indignó tanto de la propuesta, que Quintina no hubo de +plantearla más sino en broma. Al bajar de la visita, echaba siempre una +parrafada con los memorialistas á fin de sonsacarles mil menudencias +sobre los del cuarto segundo; si pagaban ó no la casa, si debían mucho +en la tienda (aunque este conocimiento lo solía beber en más limpias +fuentes), si volvían tarde del teatro, si la _sosa_ se casaba al fin con +el _gilí_ de Ponce, si había entrado el zapatero con calzado nuevo... En +fin, que era una moscona insufrible, un fiscal pegajoso y un espía +siempre alerta. + +Eran sus costumbres absolutamente distintas de las de sus víctimas. No +frecuentaba el teatro, vivía con orden admirable, y su casa de la calle +de los Reyes era lo que se dice una tacita de plata. Físicamente, valía +Quintina menos que su hermano, que se llevó toda la guapeza de la +familia; era graciosa, mas no bella; bizcaba de un ojo, y la boca pecaba +de grande y deslucida, aunque la adornase perfecta dentadura. Vivía el +matrimonio Cabrera pacíficamente y con desahogo, pues además del sueldo +de inspector, disfrutaba Ildefonso las ganancias de un tráfico hasta +cierto punto clandestino, que consistía en traer de Francia objetos para +el culto y venderlos en Madrid á los curas de los pueblos vecinos y aun +al clero de la Corte. Todo ello era género barato, de cargazón, producto +de la industria moderna que no pierde ripio, y sabe explotar la penuria +de la Iglesia en los difíciles tiempos actuales. Cabrera tenía sus +socios en Hendaya y entendíase con ellos, llevándoles telas, +cornucopias, plata de ley, algún cuadro y otras antiguallas substraídas +á las fábricas de los templos de Castilla, un día opulentos y hoy +pobrísimos. El toque de este comercio estaba, según indicaciones +maliciosas, en que al ir y venir pasaban las mercancías la frontera +francas de derechos; pero esto no se ha comprobado. De ordinario, la +quincalla eclesiástica que Cabrera introducía (objetos de latón dorado, +todo falso, frágil, pobre y de mal gusto) era tan barata en los centros +de producción y se vendía tan bien aquí, que soportaba sin dificultad el +sobreprecio arancelario. En otras épocas, cuando empezaba este negocio, +solía Quintina introducirse en la sacristía de cualquier parroquia con +un bulto bajo el mantón, como quien va á pasar matute, y susurrar al +oído del ecónomo: «¿Quieren ustedes ver un cáliz que da la hora? Y se +pasmarán los señores del precio. La mitad que el género Meneses...» Pero +en breve la señora renunció al papel de chalana, y recibió en su casa á +los clérigos de Madrid y pueblos inmediatos. Últimamente importaba +Cabrera enormes partidas de estampitas para premios ó primera comunión, +grandes cromos de los dos Sagrados Corazones, y por fin, agrandando y +extendiendo el negocio, trajo surtidos de imágenes vulgarísimas, los San +Josés por gruesas, los niños Jesús y las Dolorosas á granel y en +variados tamaños, todo al estilo devoto francés, muy relamido y +charolado, doraditas las telas á la bizantina, y las caras con chapas de +rosicler, como si en el cielo se usara ponerse colorete. No sé si +consistía en el trato familiar con las cosas santas ó en una disposición +de carácter el que Quintina fuera radicalmente escéptica. Lo cierto es +que cumplía yendo á misa de Pascuas á Ramos y rezando un poco, por añeja +rutina, al acostarse. Y nada de hociqueos con sacerdotes, como no fuera +para encajarles el _artículo_ ó sonsacarles alguna casulla vieja de +brocado, hecha un puro jirón. + +Cadalsito iba de tiempo en tiempo á casa de la de Cabrera y se +embelesaba contemplando las estampas. Cierto día vió un Padre Eterno, de +luenga y blanca barba, en la mano un mundo azul, imagen que le +impresionó mucho. ¿Se derivaba de esto el fenómeno extrañísimo de sus +visiones? Nadie lo sabe; nadie quizás lo sabrá nunca. Pero, á lo mejor, +prohibióle su abuela volver á la casa aquella repleta de santos, +diciéndole: «Quintina es una picarona que te nos quiere robar para +venderte á los franceses». Cadalsito cogió miedo, y no volvió á parecer +por la calle de los Reyes. + +Tampoco Villaamil tragaba á Ildefonso, que era atrozmente sincero en la +emisión de sus opiniones, desconsiderado y á veces groserote. En otro +tiempo iban á la misma tertulia de café; pero desde que Cabrera dijo que +el planteamiento del _income tax_ en España era un desatino, y que tal +cosa no se le ocurría á nadie que tuviera sesos, Villaamil le tomó +ojeriza. Se encontraban... saludo al canto, y hasta otra. Doña Pura +reservaba para Cabrera motivos de odio más graves que aquel criterio +despiadado sobre el _income tax_. En jamás de los jamases les había +obsequiado aquel _tío_ con billetes á mitad de precio para una +excursioncita veraniega. Víctor hablaba perrerías de su cuñado, +vengándose de los malos ratos que el otro le hacía pasar con exhortos, +notificaciones y comparecencias. Para Víctor era de rúbrica que Cabrera +burlaba el rigor de la Aduana en sus traídas de material eclesiástico y +exportaciones de guiñapos artísticos. Y no sólo robaba al Estado, sino á +la empresa, porque en los comienzos del negocio confiaba sus paquetes á +los conductores, y después, cuando aquéllos se trocaron en voluminosas +cajas y no quiso exponerse á un réspice de los jefes, facturaba, sí, +pero aplicando á sus mercancías de lujo la tarifa de _envases de +retorno_ ó maderas de construcción. En sus declaraciones de Aduanas +había cosas muy chuscas. «¿Cómo creen ustedes que declaró una caja llena +de San Josés?--decía Víctor.--Pues la declaró _piedras de chispa_». Como +él hacía favores á los vistas, éstos le pasaban aquellos manifiestos +incongruentes; y los incensarios de bronce, ¿qué eran?... _ferretería +ordinaria_; ¿y los ternos de tela barata?... _paraguas sin armar y +corsés en bruto_. + + + + +XV + + +En los días subsiguientes, Pura saldó algunas cuentas de las que más la +agobiaban; trajo á casa diversas prendas de ropa de las más +indispensables, y en la mesa restableció el trato de los días felices. +La _pudorosa Ofelia_ se pasaba las horas muertas en la cocina, pues +insensiblemente iba tomando afición al arte de Vatel, tan distinto +¡María Santísima! del de Rossini, y sentía verdadero goce espiritual en +perfeccionarse en él, lanzándose á inventar ó componer algún plato. +Cuando había provisiones, ó, si se quiere, asunto artístico, la +inspiración se encendía en ella, y trabajaba con ahinco, entonando á +media voz por añeja costumbre y con afinación perfecta, algún tiernísimo +fragmento, como el _moriamo insieme, ah! sí, moriamo_... + +Todas las noches que las _Miaus_ no iban á la ópera, la sala llenábase +de gente. _Aliquando_, la espléndida doña Pura obsequiaba á los actores +con dulces y pastas, lo que hacía creer á la tertulia que Villaamil +estaba ya colocado ó al menos con un pie dentro de la oficina. La +combinación, sin embargo, no acababa de salir, porque el Ministro, harto +de recomendaciones y compromisos, no se resolvía á darle la última mano. +Crecía, pues, en la familia la incertidumbre y Villaamil hundíase más y +más en su estudiado pesimismo, llegando al extremo de decir: «Antes +veremos salir el sol por Occidente que á mí entrar en la oficina». + +Desde el segundo día de su llegada, Víctor no se recataba de nadie. +Entraba y salía con libertad; pasaba á la sala á las horas de tertulia, +pero sin echar raíces en ella, porque tal sociedad le era atrozmente +antipática. Desarmada Pura por la generosidad de su hijo político, se +compadeció de verle dormir en el duro sofá del comedor, y por fin +convinieron las tres _Miaus_ en ponerle en la habitación de Abelarda, +previa la traslación de ésta á la de su tía Milagros, que era la de +Luisito. La _pudorosa Ofelia_ se fué á dormir á la alcoba de su hermana, +en angostísimo catre. Á D. Ramón no le supieron bien estos arreglos, +porque lo que él desearía era ver salir á su yerno á cajas destempladas. +En la Dirección de Contribuciones, su amigo Pantoja le había dicho que +Víctor pretendía el ascenso, y que tenía un expediente cuya resolución +podía serlo funesta si algún padrino no arrimaba el hombro. Era cosa de +la Administración de Consumos, ó irregularidades descubiertas en la +cuenta corriente que Cadalso llevaba con los pueblos de la provincia. +Parecía que en la relación de apremios no figuraban algunos pueblos de +los más alcanzados, y se creía que Cadalso obraba en connivencia con los +alcaldes morosos. También dijeron á Villaamil que el reparto de +consumos, propuesto en el último semestre por Víctor, estaba hecho de +tal modo que _saltaba á la vista_ el chanchullo y que el jefe no había +querido aprobarlo. + +De estas cosas no habló Villaamil ni una palabra con su yerno. En la +mesa, el primero estaba siempre taciturno y Cadalso muy decidor, sin +conseguir interesar vivamente en lo que decía á ninguno de la familia. +Con Abelarda echaba largos parlamentos, si por acaso se encontraban +solos ó en el acto interesante de acostar á Luis. Gustaba el padre de +observar el desarrollo del niño y vigilar su endeble salud, y una de las +cosas en que principalmente ponía cuidado era en que le abrigaran bien +por las noches y en vestirle con decencia. Mandó que se le hiciera +ropa, lo compró una capita muy mona y traje completo azul con medias del +mismo color. Cadalsito, que era algo presumido, no podía menos de +agradecer á su papá que le pusiera tan majo. Pero en lo tocante a ropa +nueva, nada es comparable al lujo que desplegó en su persona el mismo +Víctor al poco tiempo de llegar á Madrid. Cada día traíale el sastre una +prenda flamante, y no era ciertamente su sastre como el de Villaamil, un +_artista_ de poco más ó menos, casi de portal, sino de los más afamados +de Madrid. ¡Y que no lucía poco la gallarda figura de Víctor con aquel +vestir correcto y airoso, no exento de severidad, que es el punto y filo +de la verdadera elegancia, sin cortes ni colores llamativos! Abelarda le +observaba con disimulo, solapadamente, admirando y reconociendo en él al +mismo hombre excepcional que algunos años antes le sorbió el seso á su +desgraciada hermana, y sentía en su alma depósito inmenso de indulgencia +hacia el joven tan vivamente denigrado por toda la familia. Aquel +depósito parecía pequeño mientras no se veía de él sino la mal explorada +superficie; pero luego, cavando, cavando, se veía que era inagotable, +quizás infinito, como grande y riquísima cantera. ¡Y qué vetas purpúreas +se encontraban en la masa; qué ráfagas brillantes; algo como venas +henchidas de sangre ó como el material de las piedras preciosas +derretido y consolidado por los siglos en el seno de la tierra! La +indulgencia se le subía del corazón al pensamiento en esta forma: «No, +no puede ser tan malo como dicen. Es que no le comprenden, no le +comprenden». + +La idea de no ser comprendido la había expresado Víctor muchas veces, no +sólo en aquella temporada, sino en otra más antigua, dos años antes, +cuando pasó algunos meses con la familia. ¿Cómo habían de comprender las +pobres cursis á un ser de esfera ó casta superior á la de ellas por la +figura, los modales, las ideas, las aspiraciones y hasta por los +defectos? Abelarda retrocedía con la imaginación á los tiempos pasados, +y estudiando sus sentimientos con respecto á Víctor, se reconocía +poseedora de ellos aun en vida de la pobre Luisa. Cuando todos en la +casa hablaban pestes de él, Abelarda consolaba á su hermana con +especiosas defensas del pérfido ó volviendo por pasiva sus faltas. «No +tiene Víctor la culpa de que todas las mujeres le quieran», solía decir. + +Muerta su hermana, Abelarda siguió admirando en silencio al viudo. +Cierto que había dado disgustos y jaquecas sin fin á la difunta; pero +ello consistía en la fatalidad de su buena figura. Sin saber cómo, á +veces por delicadeza, se veía cogido en lazos amorosos ó en trampas que +le tendían las picaras mujeres. Pero tenía buen fondo; con la edad +sentaría un poco la cabeza, y sólo necesitaba una mujer de corazón y de +temple que le sujetase, combinando el cariño con la severidad. La +desdichada Luisa no servía para el caso. ¿Cómo había de practicar este +difícil régimen una mujer que por cualquier motivo fútil se echaba á +llorar; una mujer que en cierta ocasión cayó con un síncope porque su +marido, al entrar en casa, traía el lazo de la corbata hecho de manera +muy distinta de como ella se lo hiciera al salir? + +En los días de este relato, costábale á la insignificante gran esfuerzo +el disimular la turbación que su cuñado producía en ella al dirigirle la +palabra. Á veces un gozo íntimo y bullicioso, con inflexiones de +travesura, le retozaba en el corazón, como insectillo parásito que +anidase en él y tuviera crías; á veces era una pena gravativa que la +agobiaba. En toda ocasión sus respuestas eran vacilantes, desentonadas, +sin gracia ninguna. + +--¿Pero es de veras que te casas con ese pájaro frito de Ponce?--le dijo +él una noche, cuando apostaba al pequeño.--Buena boda, hija. ¡Qué +envidia te tendrán tus amigas! No á todas les cae esa breva. + +--Déjame á mí... tonto, mala persona. + +Otra noche, demostrando vivo interés por la familia, Víctor le indicó: +«Mira, Abelarda, no esperes que coloquen á tu papá. La combinación está +hecha, pero no se publica todavía. No va en ella. Me lo han dicho +reservadamente. Ya comprenderás cuánto lo deploro. ¡El pobre señor tan +lleno de ilusiones!... porque, aunque él diga que no espera nada, no +hace otra cosa el infeliz. Cuando se desengañe recibirá un golpe +tremendo. Pero no tengas cuidado; mi ascenso es seguro, tengo mejor +arrimo que tu padre, y como he de quedarme en Madrid, no os abandonaré; +ten por cierto que no. Os he dado muchos disgustos, y mi conciencia +necesita descargarse. Por mucho que haga en beneficio vuestro, no +acabaré de quitarme este peso. + +--No, no es malo--pensaba Abelarda reconcentrándose en sus +cavilaciones.--Y todo eso que dice de que no cree en Dios es música, +guasa, por divertirse conmigo y hacerme rabiar. Porque eso sí; echa por +aquella boca cosas muy extrañas, que no se le ocurren á nadie. No es +malo, no; es travieso, y tiene mucho talento, pero mucho. Sólo que no le +sabemos entender. + +En lo de no ser entendido insistía Víctor siempre que venía á pelo. +«Mira tú, Abelarda, esto que te digo no debiera parecerte á ti una +barbaridad, porque tú me comprendes algo; tú no eres vulgo, ó al menos +no lo eres del todo, ó vas dejando de serlo». + +Á solas se descorazonaba la pobre joven, achicándose con implacable +modestia. «Sí, por más que él diga que no, vulgo soy, y ¡qué vulgo Dios +mío! De cara... psh; soy insignificante; de cuerpo no digamos; y aunque +algo valiera, ¿cómo había de lucir mal vestida, con pingos aprovechados, +compuestos y vueltos del revés? Luego soy ignorantísima; no sé nada, no +hablo más que tonterías y vaciedades, no tengo salero ninguno. Soy una +calabaza con boca, ojos y manos. ¡Qué pánfila soy, Dios mío, y qué +sosaina! ¿Para qué nací así?» + + + + +XVI + + +Siempre que Víctor entraba en la casa, mirábale Abelarda cual si llegase +de regiones sociales muy superiores. En su andar lo mismo que en sus +modales, en su ropa lo mismo que en su cabellera, traía Víctor algo que +se despegaba de la pobre vivienda de las _Miaus_, algo que reñía con +aquel hogar destartalado y pedestre. Y las entradas y salidas de Cadalso +eran muy irregulares. Á menudo comía de fonda con sus amigos; iba al +teatro un día sí y otro también; y hasta se dió el caso de pasarse toda +la noche fuera. No siempre estaba de buen talante; tenía rachas de +tristeza, durante las cuales no se le sacaba palabra en todo el día. +Pero otros estaba muy parlanchín, y como sus suegros no le hacían +maldito caso, despachábase con su hermana política. Los ratos de plática +á solas, no eran muchos; pero él sabía aprovecharlos, conociendo el +dinamismo de su persona y de su conversación sobre el turbado espíritu +de la insignificante. + +Luisito andaba malucho, llegando su desazón al punto de guardar cama: +doña Pura y Milagros fueron aquella noche al Real, Villaamil al café, en +busca de noticias de la combinación, y Abelarda se quedó cuidando al +chiquillo. Cuando menos lo pensaba, llaman á la puerta. Era Víctor, que +entró muy gozoso, tarareando un tango zarzuelero. Enteróse de la +enfermedad de su hijo, que ya estaba durmiendo, le oyó respirar, +reconoció que la fiebre, caso de haberla, era levísima, y después se +puso á escribir cartas en la mesa del comedor. Su cuñada le vigilaba con +disimulo; dos ó tres veces pasó por detrás de él fingiendo tener que +trastear algo en el aparador, y echando furtiva ojeada sobre lo que +escribía. Carta de amores era sin duda por lo larga, por lo metido de la +letra y por la febril facilidad con que Víctor plumeaba. Pero no pudo +sorprender ni una frase ni una sílaba. Concluida la misiva, Cadalso +trabó conversación con la joven, que salió á coser al comedor. + +--Oye una cosa--le dijo, apoyando el codo en la mesa y la cara en la +palma de la mano.--Hoy he visto á tu Ponce. ¿Sabes que he variado de +opinión? Te conviene; es buen muchacho, y será rico cuando se muera su +tío el notario, de quien dicen va á ser único heredero... Porque no +hemos de atendernos al criterio del amigo Ruiz según el cual no hay +felicidad como estar á la cuarta pregunta... Si Federico tuviera razón, +y yo me dejara llevar de mis sentimientos, te diría que Ponce no te +conviene, que te convendría más otro; yo, por ejemplo... + +Abelarda se puso pálida, desconcertándose de tal modo, que sus esfuerzos +por reir no le dieron resultado alguno. + +--¡Qué tonterías dices!... ¡Jesús, siempre has de estar de broma! + +--Bien sabes tú que esto no lo es (poniéndose muy serio). Hace dos años, +una noche, cuando vivíais en Chamberí, te dije: «Abelardilla, me gustas. +Siento que el alma se me desmigaja cuando te veo...» ¿Á que no te +acuerdas? Tú me contestaste que... No sé cómo fué la contestación; pero +venía á significar que si yo te quería, tú... también. + +--¡Ay, qué embustero!... ¡Quita allá! Yo no dije tal cosa. + +--Entonces, ¿lo soñé yo?... Como quiera que sea, después te enamoraste +locamente de esa preciosidad de Ponce. + +--Yo... enamorarme... Tú estás malo.. Pues sí, pongamos que me enamoré. +¿Y á ti qué te importa? + +--Me importa, porque en cuanto yo me enteré de que tenía un rival, volví +mi corazón hacia otra parte. Para que veas lo que es el destino de las +personas: hace dos años estuvimos casi á punto de entendernos; hoy la +desviación es un hecho. Yo me fuí, tú te fuiste, nosotros nos fuimos. Y +al encontrarnos otra vez, ¿qué pasa? Yo estoy en una situación muy rara +con respecto á ti. El corazón me dice: «enamórala», y en el mismo +momento sale, no sé de dónde, otra voz que me grita: «mírala y no la +toques». + +--¿Qué me importa á mí nada de eso (ahogándose), si yo no te quiero á ti +ni pizca ni te puedo querer? + +--Lo sé, lo sé... No necesitas jurármelo. Hemos convenido en que no +tiene el diablo por dónde desecharme. Me aborreces, como es lógico y +natural. Pues mira tú lo que son las cosas. Cuando una persona me +aborrece, á mí me dan ganas de quererla, y á ti te quiero, porque me da +la gana, ya lo sabes, ea... y ole morena, como dice tu papá. + +--¡Qué cosas tienes!... ¡Ay, qué tonto! (proponiéndose estar seria, y +echándose á reir). + +--No, si yo no te engaño ni te engañaré nunca. Créasla ó no la creas, +allá va la verdad. Te quiero y no debo quererte, porque eres demasiado +angelical para mí. No puedes ser mía sino por el matrimonio, y el +matrimonio, esa máquina absurda que sólo funciona bien para las personas +vulgares, no nos sirve en estos momentos. Bueno ó malo, como tú quieras +suponerme, tengo, aunque parezca inmodestia, una misión que cumplir: +aspiro á algo peligroso y difícil, para lo cual necesito ante todo +libertad; corro desalado hacia un fin, al cual no llegaría si no fuera +solo. Acompañado me quedaré á la mitad del camino. Adelante, adelante +siempre (con afectación teatral). ¿Qué impulso me arrastra? La +fatalidad, fuerza superior á mis deseos. Vale más estrellarse que +retroceder. No puedo volver atrás ni llevarte conmigo. Temo envilecerte. +Y si tuvieras la inmensa desgracia de ser mujer de este miserable... +(cerrando los ojos y extendiendo la mano como para apartar una sombra). +No, rechacemos con energía semejante idea... Te quiero lo bastante para +no traerte jamás á mi lado. Si algún día... (con sonsonete +declamatorio), si algún día me alucino y cometo la torpeza insigne de +decirte que te amo, de pedirte tu amor, despréciame; no te dejes llevar +de tu inmensa bondad; arrójame de ti como á un animal dañino, porque más +te valiera morir que ser mía. + +--Pero di, ¿te has propuesto marearme? (trémula y disimulando su +turbación con la tentativa frustrada de enhebrar una aguja). ¿Qué +disparates son esos que me dices? Si yo no he de... hacerte caso... ¿Á +qué viene eso de que me mate ó que me muera ó que me lleven los +demonios? + +--Ya sé que no me quieres. Lo único que te pido, y te lo pido como un +favor muy grande, es que no me aborrezcas, que me tengas compasión. +Déjame á mí, que yo me entiendo solo, guardando con avaricia estas +ideas para consolarme con ellas. En medio de mis desgracias, que tú no +conoces, tengo un alivio, y es saber vivir en lo ideal y fortificar mi +alma con ello. Tu destino es muy diferente al mío, Abelarda. Sigue tu +senda, que yo voy por la mía, llevado de mi fiebre y de la rapidez +adquirida. No contrariemos la fatalidad que todo lo rige. Quizás no +volvamos á encontrarnos. Antes de que nos separemos, te voy á dar un +consejo: si Ponce no te es desagradable, cásate con él. Basta con que no +te sea desagradable. Si no te gusta, si no encuentras otro que tenga los +ojos menos húmedos, renuncia al matrimonio... Es el consejo de quien te +quiere más de lo que tú piensas... Renuncia al mundo, entra en un +convento, conságrate á un ideal y á la vida contemplativa. Yo no tengo +la virtud de la resignación, y si no consigo llegar á donde pienso, si +mi sueño se convierte en humo, me pegaré un tiro. + +Lo dijo con tanta energía y tal acento de verdad, que Abelarda se lo +creyó, más impresionada por aquel disparate que por los otros que +acababa de oir. + +--No harás tal. ¡Matarte! Eso sí que no me haría gracia... (cazando al +vuelo una idea). Pero ¡quiá! todo eso de la desesperación y el tirito es +porque tienes por ahí algún amor desgraciado. Alguien habrá que te +atormenta. Bien merecido lo tienes, y yo me alegro. + +--Pues mira, hija (variando de registro), lo has dicho en broma, y +quizás, quizás aciertes... + +--¿Tienes novia? (fingiendo indiferencia). + +--Novia, lo que se dice novia... no. + +--Vamos, algún amor. + +--Llámalo fatalidad, martirio... + +--Dale con la dichosa fatalidad... Di que estás enamorado. + +--No sé qué responderte (afectando una confusión bonita y muy del caso). +Si te digo que sí, miento; y si te digo que no, miento también. Y +habiéndote asegurado que te quiero á ti, ¿en qué juicio cabe la +posibilidad de interesarme por otra? Todo ello se explicará +distinguiendo entre un amor y otro amor. Hay un cariño santo, puro y +tranquilo, que nace del corazón, que se apodera del alma y llega á ser +el alma misma. No confundamos este sentimiento con las ebulliciones +enfermizas de la imaginación, culto pagano de la belleza, anhelo de los +sentidos, en el cual entra también por mucho la vanidad, fundada en la +jerarquía de quien nos ama. ¿Qué tiene que ver esta desazón, accidente y +pasatiempo de la vida, con aquella ternura inefable que inspira al alma +deseo de fundirse con otra alma, y á la voluntad el ansia del +sacrificio...? + +No siguió, porque con sutil instinto comprendía que la excesiva sutileza +le llevaba á la ridiculez. Para la pobre Abelarda, estos conceptos +ardorosos, pronunciados con cierta mímica elegante por aquel hombre +guapísimo que, al decirlos, ponía en sus ojos negros expresión tan dulce +y patética, eran lo más elocuente que había oído en su vida, y el alma +se le desgarraba al escucharlos. Comprendiendo el efecto, Víctor buscaba +en su mente discursiva nuevos arbitrios para seguir sorbiendo el seso á +la cuitada joven. Allí le soltó algunas frases más, paradójicas y +acaloradas, en contradicción con las anteriores; pero Abelarda no se +fijaba en lo contradictorio. La honda impresión de los últimos conceptos +borraba en su mente la de los primeros, y se dejaba arrastrar por aquel +torbellino, entre un hervidero de sentimientos encontrados, curiosidad, +amor, celos, gozo y rabia. Víctor doraba sus mentiras con metáforas y +antítesis de un romanticismo pesimista que está ya mandado recoger. Mas +para la señorita Villaamil, la quincalla deslucida y sin valor era oro +de ley, pues su escasa instrucción no le permitía quilatar los textos +olvidados de que Víctor tomaba aquella monserga de la fatalidad. El +volvió á la carga, diciéndole en tono un tanto lúgubre: + +--No puedo seguir hablando de esto. Lo que no debe ser, no es. Comprendo +que convendría más entregarme á ti... quizás me salvarías. Pero no, no +me quiero salvar. Debo perderme, y llevarme conmigo este sentimiento que +no merecí, este rayo celestial que guardo con susto como si lo hubiera +robado.. En mí tienes un trasunto del Prometeo de la fábula. He +arrebatado el fuego celeste, y en castigo de esto, un buitre me roe las +entrañas. + +Abelarda, que no sabía nada de Prometeo, se asustó con aquello del +buitre; y el otro, satisfecho de su triunfo, prosiguió así: + +--Soy un condenado, un réprobo... No puedo pedirte que me salves, porque +la fatalidad lo impediría. Por tanto, si ves que me llego á ti y te digo +que te quiero, no me creas... es mentira, es un lazo infame que te +tiendo; despréciame, arrójame de tu lado; no merezco tu cariño, ni tu +compasión siquiera... + +La insignificante, con inmensa pena y desaprobación de sí misma, pensó: +«Soy tan pava y tan vulgar, que no se me ocurre nada qué responder á +estas cosas tan remontadas y tan sentidas que me está diciendo». Dió un +gran suspiro y le miró, con vivos deseos de echarle los brazos al cuello +exclamando: «Te quiero yo á ti más de lo que tú puedes suponer. Pero no +hagas casos de mí, no merezco nada, ni valgo lo que tú. Quiero gozarme +en la amargura de quererte sin esperanza». + +Víctor, sosteniéndose la cabeza con ambas manos, espaciaba sus +distraídos ojos por el hule de la mesa, ceñudo y suspirón, haciéndose el +romántico, el no comprendido, algo de ese tipo de Manfredo, adaptado á +la personalidad de mancebos de botica y oficiales de la clase de +quintos. Después la miró con extraordinaria dulzura, y tocándole el +brazo, le dijo: «¡Ah! ¡cuánto te hago sufrir con estas horribles +misantropías que no pueden interesarte! Perdóname; te ruego que me +perdones. No estoy tranquilo si no dices que sí. Eres un ángel, no soy +digno de ti, lo reconozco. Ni siquiera aspiro á merecerte; sería +insensato atrevimiento. Sólo pretendo por ahora que me comprendas... ¿Me +comprenderás?» + +Abelarda llegaba ya al límite de sus esfuerzos por disimular el ansia y +la turbación. Pero su dignidad podía mucho. No quería entregar el +secreto de su alma, sin defenderlo hasta morir; y al cabo, con supremo +heroísmo, soltó una risa que más bien parecía la hilaridad espasmódica +que precede á un ataque de nervios, diciendo á Cadalso: + +--Vaya si te comprendo... Te haces el pillo, te haces el malo... sin +serlo, para engañarme. Pero á mí no me la pegas... Tonto de capirote... +yo sé más que tú. Te he calado. ¿Qué manía de que te aborrezcan, si no +lo has de conseguir?... + + + + +XVII + + +Luisito empeoró. Tratábase de un catarro gástrico, achaque propio de la +infancia, y que no tendría consecuencias, atendido á tiempo. Víctor, +intranquilo, trajo al médico, y aunque su vigilancia no era necesaria +porque las tres _Miaus_ cuidaban con mucho cariño al enfermito, y hasta +se privaron durante varias noches de ir á la ópera, no cesaba de +recomendar la esmerada asistencia, observando á todas horas á su hijo, +arropándole para que no se enfriara y tomándole el pulso. Á fin de +entretenerle y alegrar su ánimo, cosa muy necesaria en las enfermedades +de los niños, le llevó algunos juguetes, y su tía Quintina también +acudió con las manos llenas de cromos y estampas de santos, el +entretenimiento favorito de Luis. Debajo de las almohadas llegó á reunir +un sinnúmero de baratijas y embelecos, que sacaba á ciertas horas para +pasarles revista. En aquellas noches de fiebre y de mal dormir, +Cadalsito se había imaginado estar en el pórtico de las Alarconas ó en +el sillar de la explanada del Conde-Duque; pero no veía á Dios, ó, mejor +dicho, sólo le veía á medias. Presentábasele el cuerpo, el ropaje +flotante y de incomparable blancura; á veces distinguía confusamente las +manos, pero la cara no. ¿Por qué no se dejaba ver la cara? Cadalsito +llegó á sentir gran aflicción, sospechando que el Señor estaba enfadado +con él. ¿Y por qué causa?... En una de las estampitas que su padre le +había traído, estaba Dios representado en el acto de fabricar el mundo. +¡Cosa más fácil!... Levantaba un dedo, y salían el cielo, el mar, las +montañas... Volvía á levantar el dedo, y salían los leones, los +cocodrilos, las culebras enroscadas y el ligero ratón... Pero la lámina +aquélla no satisfacía al chicuelo. Cierto que el Señor estaba muy bien +pintado; pero no era, no, tan guapo y respetuoso como su amigo. + +Una mañana, hallándose ya Luis limpio de calentura, entró su abuelo á +visitarle. Parecióle al chico que Villaamil sufría en silencio una gran +pena. Ya, antes de llegar el viejo, había oído Luis un run-run entre las +_Miaus_, que le pareció de mal agüero. Se susurraba que no había sitio +en la combinación. ¿Cómo se sabía? Cadalsito recordaba que por la mañana +temprano, en el momento de despertar, había oído á doña Pura diciendo á +su hermana: «Nada por ahora... Valiente mico nos han dado. Y no hay duda +ya; me lo ha dicho Víctor, que lo averiguó anoche en el Ministerio». + +Estas palabras, impresas en la mente del chiquillo, las relacionó luego +con la cara de ajusticiado del abuelo cuando entró á verle. Luis, como +niño, asociaba las ideas imperfectamente, pero las asociaba, poniendo +siempre entre ellas afinidades extrañas sugeridas por su inocencia. Si +no hubiera conocido á su abuelo como le conocía, le habría tenido miedo +en aquella ocasión, porque en verdad su cara era cual la de los ogros +que se zampan á las criaturas... «No le colocan», pensó Luisito, y al +decirlo juntaba otras dos ideas en su mente aún turbada por la mal +extinguida calentura. La dialéctica infantil es á voces de una precisión +aterradora, y lo prueba esto razonamiento de Cadalsito: «Pues si no le +quiere colocar, no sé por qué se enfada Dios conmigo y no me enseña la +cara. Más bien debiera yo estar enfadado con él». + +Villaamil se puso á dar paseos por la habitación, con las manos en los +bolsillos. Nadie se atrevía á hablarle. Luis sintió entonces congojosa +pena que le abatía el ánimo: «No le colocan--pensaba,--porque yo no +estudio, ¡contro! porque no me sé las condenadas lecciones». Pero al +punto la dialéctica infantil resurgió para acudir á la defensa del amor +propio: «¿Pero cómo he de estudiar si estoy malo?... Que me ponga bueno +él, y verá si estudio»» + +Entró Víctor, que venía de la calle, y lo primero que hizo fué darle un +abrazo á Villaamil, cortando sus pasos de fiera enjaulada. Doña Pura y +Abelarda hallábanse presentes. + +--No hay que abatirse ante la desgracia--dijo Víctor al hacer la +demostración afectuosa, que Villaamil, por más señas, recibió de +malísimo temple.--Los hombres de corazón, los hombres de fibra, tienen +en sí mismos la fuerza necesaria para hacer frente á la adversidad... El +Ministro ha faltado una vez más á su palabra, y han faltado también +cuantos prometieron apoyarle á usted. Que Dios les perdone, y que sus +conciencias negras les acusen con martirio horrible del mal que han +hecho. + +--Déjame, déjame--replicó Villaamil, que estaba como si le fueran á dar +garrote. + +--Bien sé que el varón fuerte no necesita consuelos de un hombre vulgar +como yo. ¿Qué ha sucedido aquí? Lo natural, lo lógico en estas +sociedades corrompidas por el favoritismo. ¿Qué ha pasado? Que al padre +de familia, al hombre probo, al funcionario de mérito, envejecido en la +Administración, al servidor leal del Estado que podría enseñar al +Ministro la manera de salvar la Hacienda, se le posterga, se le +desatiende y se le barre de las oficinas como si fuera polvo. Otra cosa +me sorprendería; esto no. Pero hay más. Mientras se comete tal +injusticia, los osados, los ineptos, los que no tienen conciencia ni +título alguno, apandan la plaza en premio de su inutilidad. Contra esto +no queda más recurso que retirarse al santuario de la conciencia y +decir: «Bien. Me basta mi propia aprobación». + +Víctor, al expresarse con tanta filosofía, miraba á doña Pura y á +Abelarda, que estaban muy conmovidas y á dos dedos de llorar. Villaamil +no decía palabra, y con la cara lívida y la mandíbula temblorosa había +vuelto á sus paseos. + +--Nada me sorprende--añadió Víctor, desbordándose en sacrosanta +indignación.--Esto está tan podrido, que va á resultar la cosa más +chocante del mundo: mientras á este hombre, que debiera ser Director +general, lo menos, se le desatiende y se le manda á paseo, yo, que ni +valgo nado, ni soy nada y tengo tan cortos servicios, yo... créanlo +ustedes, yo, cuando esté más descuidado, me encontraré con el ascenso +que he pedido. Así es el mundo, así es España y así nos vamos educando +todos en el desprecio del Estado, y atizando en nuestra alma el rescoldo +de las revoluciones. Al que merece, desengaños; al que no, confites. +Esta es la lógica española. Todo al revés; _el país de los +viceversas_... Y yo, que estoy tranquilo, que no me apuro, que no tengo +tampoco necesidades, que desprecio la credencial y á quien me la ofrece, +seré colocado, mientras el padre de familia, cargado de obligaciones, el +que por su respetabilidad, por sus servicios, se hacía tan fundadamente +la ilusión de que... + +--Yo no me hacía ilusiones, ni ese es el camino--dijo bruscamente y con +arrebato de ira don Ramón, elevando las manos hasta muy cerca del +techo.--Yo no tuve nunca esperanzas... yo no creí que me colocasen, ni +lo volveré á creer jamás. ¡Vaya, que es tema el de esta gente! Si yo no +esperé nada... ¿Cómo se ha de decir? De veras parece que entre todos os +proponéis freirme la sangre. + +--Hijo, cualquiera diría que es crimen tener esperanzas--observó doña +Pura.--Pues las tengo, y ahora más que nunca. Habrá otra combinación. Te +lo han prometido, y á la fuerza te lo han de cumplir. + +--¡Claro!--dijo Víctor, contemplando á Villaamil con filial interés.--Y, +sobre todo, no conviene apurarse. Venga lo que viniere, puesto que todo +es injusticia y sinrazón, si á mí me ascienden, como espero, mi suerte +compensará la desgracia de la familia. Yo soy deudor á la familia de +grandes favores. Por mucho que haga, no los podré pagar. He sido malo; +pero ahora me da, no diré que por ser bueno, pues lo veo difícil, pero +sí porque se vayan olvidando mis errores... La familia no carecerá de +nada mientras yo tenga un pedazo de pan. + +Agobiado por sentimientos de humillación, que caían sobre su alma como +un techo que se desploma, Villaamil dió un resoplido y salió del cuarto. +Siguióle su mujer, y Abelarda, dominada por impresiones muy distintas de +las de su padre, se volvió hacia la cama de Luis, fingiendo arroparle, +para esconder su emoción, mientras discurría: «No, lo que es de malo no +tiene nada. No lo creeré, dígalo quien lo diga». + +--Abelarda--insinuó él melosamente, después de un rato de estar solos +con el pequeño.--Yo bien sé que á ti no necesito repetirte lo que he +manifestado á tus padres. Tú me conoces algo, me comprendes algo; tú +sabes que míentras yo tenga un mendrugo de pan, vosotros no habéis de +carecer de sustento; poro á tus padres he de decírselo y aun probárselo +para que lo crean. Tienen muy triste idea de mí. Verdad que no se pierde +en dos días una mala reputación. ¿Y cómo no había de brindar á ustedes +ayuda, á no ser un monstruo? Si no lo hiciera por los mayores, tendría +que hacerlo por mi hijo, criado en esta casa, por este ángel, que más os +quiere á vosotros que á mí... y con muchísima razón. + +Abelarda acariciaba á Luis, tratando de ocultar las lágrimas que se le +agolpaban á los ojos, y el pequeñuelo, viéndose tan besuqueado y oyendo +aquellas cosas que papá decía y que le sonaban á sermón ó parrafada de +libro religioso, se enterneció tanto, que rompió á llorar como una +Magdalena. Ambos se esforzaron en distraer su espíritu, riendo, +diciéndole chuscadas festivas ó inventando cuentos. + +Por la tarde, el muchacho pidió sus libros, lo que admiró á todos, pues +no comprendían que quien tan poco estudiaba estando bueno, quisiese +hacerlo hallándose encamado. Tanto se impacientó él, que le dieron la +Gramática y la Aritmética, y las hojeaba, cavilando así: «Ahora no, +porque se me va la vista; pero en cuanto yo pueda, ¡contro! me lo +aprendo enterito... y veremos entonces... ¡veremos!» + + + + +XVIII + + +La mísera Abelarda andaba tan desmejoradilla, que su madre y su tía la +creyeron enferma y hablaron de llamar al médico. No obstante, continuaba +haciendo la vida ordinaria, trabajando, durante muchas horas del día, en +transformaciones y arreglos de vestidos. Usaba un maniquí de mimbres, +trashumante del gabinete al comedor, y que al anochecer parecía una +persona, la cuarta _Miau_, ó el espectro de alguno de la familia que +venía del otro mundo á visitar á su progenie. Sobre aquel molde probaba +la insignificante sus cortes y hechuras, que eran bastante graciosas. Á +la sazón traía entre manos un vestido con retazos de cachemir que +prestaron ya dos servicios y había sido vuelto del revés y lo de arriba +abajo. Se les añadía, para combinar, una telucha de á peseta. Semejantes +componendas eran familiares á Pura, y si una tela no podía lavarse ni +volverse, la mandaba al tinte, y... como acabada de estrenar. Con tal +sistema, hubo vestido que salió por veinticuatro reales. Pero en lo que +Abelarda lucía sorprendentes facultades era en la metamorfosis de +sombreros. La capota de doña Pura había pasado por una serie de vidas +diferentes, que al modo de encarnaciones la hacían siempre nueva y +siempre vieja. Para invierno, forrábanla de terciopelo, y para verano la +cubrían con el encaje de una _visita_ desechada: las flores ó prendidos +eran regalo de las vecinas del principal. La martirizada armadura del +sombrero de Abelarda había tomado ya, durante la época de la cesantía, +formas y estilos diferentes, según las pragmáticas de la moda, y con +este exquisito arte de disimular la indigencia, salían las Villaamil á +la calle hechas unos brazos de mar. + +Las noches que no iban las _Miaus_ á rendir culto á Euterpe, tenía que +aguantar Abelarda, por dos ó tres horas, la jaqueca de Ponce, ó bien +ensayaba su papel en la pieza. Mucho disgustaba á doña Pura tener que +dar función dramática habiendo fracasado las esperanzas de próxima +colocación; pero como estaba anunciada á son de trompeta, distribuídos +los papeles y tan adelantados los ensayos, no había más remedio que +sacrificarse en aras de la tiránica sociedad. De propósito había +escogido Abelarda un papel incoloro, el de criada, que al alzarse el +telón salía plumero en mano, lamentándose de que sus amos no le pagaban +el salario, y revelando al público que la casa en que servía era la más +tronada de Madrid. La pieza pertenecía al género predilecto de los +ingenios de esta Corte, y se reducía á presentar una familia cursi, con +menos dinero que vanidad; una señora hombruna que trataba á zapatazos á +su marido, un noviazgo, un enredo fundado en equivocaciones de nombres, +con gran mareo de entradas y salidas, hasta que, cuando aquello parecía +una casa de Orates, salía el padre memo diciendo: _Ahora lo comprendo +todo_, y se acababa el entremés con boda y una décima pidiendo al +público aplausos. Ponce hacía el papel de padre tonto; y el de un pollo +calavera y achulado, que era autor del lío y la sal y pimienta de la +pieza, tocó á un tal Cuevas, hijo del vecino del principal, D. Isidoro +Cuevas, viudo con mucha familia, empleado en la Alcaidía de la vecina +Cárcel de Mujeres, y comúnmente llamado en la vecindad _el señor de la +Galera_. El Cuevas hijo era chistoso, de buena sombra; contaba cuentos +de borrachos con tal gracia, que era morirse de risa; imitaba el +lenguaje chulo, se cantaba flamenco por todo lo alto, amén de otras +muchas habilidades, por las cuales se lo rifaban en las tertulias del +jaez de la de Villaamil. El papel de señorita de la casa corría á cargo +de la chica de Pantoja (D. Buenaventura Pantoja, empleado en el +Ministerio de Hacienda, amigo íntimo de Villaamil); y el de mamá +impertinente, ordinaria, lenguaraz, sargentona, papel del tipo Valverde, +correspondió á una de las chicas de Cuevas (eran cuatro y se ayudaban +con la modistería de sombreros, por cierto muy bien). Otros papeles, un +lacayo, un viejo prestamista, un marqués tronado y de filfa, que +resultaba ser _lipendi_ de marca mayor, fueron repartidos entre +diferentes chicos de la tertulia. El cojo Guillén se avino á ser +apuntador. Federico Ruiz oficiaba de director de escena, y habría +deseado que tal función tuviera carteles en las esquinas, para poner en +ellos con letras muy gordas: _bajo la dirección del reputado +publicista_, etc., etc. + +Poseía Abelarda memoria felicísima, y se aprendió el papel muy pronto. +Asistía á los ensayos como un autómata, prestándose dócilmente á la vida +de aquel mundo, para ella secundario y artificial; como si su casa, su +familia, su tertulia, Ponce, fuesen la verdadera comedia, de fáciles y +rutinarios papeles... y permaneciese libre el espíritu, empapado en su +vida interior, verdadera y real, en el drama exclusivamente suyo, +palpitante de interés, que no tenía más que un actor, ella, y un solo +espectador, Dios. + +Monólogo desordenado y sin fin. Una mañana, mientras la joven se +peinaba, el espectador habría podido oir lo siguiente: «¡Qué fea soy, +Dios mío; qué poco valgo! Más que fea, sosa, insignificante; no tengo ni +un grano de sal. ¡Si al menos tuviera talento!; pero ni eso... ¿Cómo me +ha de querer á mí, habiendo en el mundo tanta mujer hermosa y siendo él +un hombre de mérito superior, de porvenir, elegante, guapo y con +muchísimo entendimiento, digan lo que quieran?... (Pausa.) Anoche me +contó Bibiana Cuevas que en el paraíso del Real nos han puesto un mote; +nos llaman las de _Miau_ ó las _Miaus_, porque dicen que parecemos tres +gatitos, sí, gatitos de porcelana, de esos con que se adornan ahora las +rinconeras. Y Bibiana creía que yo me iba á incomodar por el apodo. ¡Qué +tonta es! Ya no me incomodo por nada. ¿Parecemos gatos? ¿Sí? Mejor. +¿Somos la risa de la gente? Mejor que mejor. ¿Qué me importa á mí? Somos +unas pobres cursis. Las cursis nacen, y no hay fuerza humana que les +quite el sello. Nací de esta manera y así moriré. Seré mujer de otro +cursi y tendré hijos cursis, á quienes el mundo llamará los +_michitos_... (Pausa.) ¿Y cuándo colocarán á papá? Si lo miro bien, no +me importa; lo mismo da. Con destino y sin destino, siempre estamos +igual. Poco más ó menos, mi casa ha estado toda la vida como está ahora. +Mamá no tiene gobierno; ni lo tiene mi tía, ni lo tengo yo. Si colocan á +papá, me alegraré por él, para que tenga en qué ocuparse y se distraiga; +pero por la cuestión de bienestar, me figuro que nunca saldremos de +ahogos, farsas y pingajos... ¡Pobres _Miaus_! Es gracioso el nombre. +Mamá se pondrá furiosa si lo sabe; yo no; ya no tengo amor propio. Se +acabó todo, como el dinero de la familia... si es que la familia ha +tenido dinero alguna vez. Le voy á decir á Ponce esto de las _Miaus_, á +ver si lo toma á risa ó por la tremenda. Quiero que se encrespe un día +para encresparme yo también. Francamente, me gustaría pegarle ó algo +así... (Pausa.) ¡Vaya que soy desaborida y sin gracia! Mi hermana Luisa +valía más; aunque, la verdad, tampoco era cosa del otro jueves. Mis ojos +no expresan nada; cuando más, expresan que estoy triste, pero sin decir +por qué. Parece mentira que detrás de estas pupilas haya... lo que hay. +Parece mentira que este entrecejo y esta frente angosta oculten lo que +ocultan. ¡Qué difícil para mí figurarme cómo es el cielo; no acierto, no +veo nada! ¡Y qué fácil imaginarme el infierno! Me lo represento como si +hubiera estado en él... Y tienen razón; el parecido con la cara de un +gato salta a la vista... La boca es lo peor; esta boca de esquina que +tenemos las tres... Sí; pero la de mamá es la más característica. La +mía, tal cual; y cuando me río, no resulta maleja. Una idea se me +ocurre: si yo me pintara, ¿valdría un poco más? ¡Ah! no; Víctor se +reiría de mí. Él podrá desdeñarme; pero no me considera mujer ridícula y +antipática. ¡Jesús! ¿Seré antipática? Esta idea sí que no la puedo +sufrir. Antipática, no, Dios mío. Si me convenciera de que soy +antipática, me mataría... (Pausa.) Anoche entró y se metió en su cuarto +sin decir oxte ni moxte. Más vale así. Cuando me habla me estruja el +corazón. Porque me quisiera, sería yo capaz de cometer un crimen. ¿Qué +crimen? Cualquiera... todos. Pero no me querrá nunca, y me quedaré con +mi crimen en proyecto y desgraciada para siempre». + +--Hija--indicó doña Pura, sacándola impensadamente de su +abstracción.--Cuando venga Ponce, le dices que le matamos si no nos trae +los billetes para el beneficio de la Pellegrini. Si no los tiene, que +los busque. Ella ha de dar billetes á los periódicos y á toda la +dignísima alabarda. Créelo; si Ponce va á pedírselos, ella es muy fina y +no se los negará. Nos enojaremos de veras si no los trae. + +--Los traerá--dijo Abelarda, que había acabado de edificar su +moño.--Como no los traiga, no le vuelvo á dirigir la palabra. + +Ponce entraba allí como Pedro por su casa, dirigiéndose al comedor, +donde comúnmente encontraba á su novia. Llegó aquella tarde á eso de las +cuatro, y pasó, atusándose el pelo, después de haber colgado la capa y +hongo en la percha del recibimiento. Era un joven raquítico y linfático, +de esos que tienen novia como podrían tener un paraguas, con ribetes de +escritor, crítico gratuito, siempre atareado, quejoso de que no le leía +nadie (aquí no se lee), abogadillo, buen muchacho, orejas grandes, +lentes sin cordón, bizcando un poco los ojos, mucha rodillera en los +pantalones, poca sal en la mollera, y en el bolsillo obra de seis +reales, cuando más. Gozaba un destinillo en el Gobierno de provincia, de +seis mil, y estaba hipando por los ocho que le habían prometido desde el +año anterior... que hoy, que mañana. Cuando los tuviera, boda al canto. +Estas esperanzas no habrían bastado á que los Villaamil aceptasen su +candidatura á yerno; pero tenía un tío rico, notario, sin hijos, enfermo +de cáncer, y como se había de morir antes de un año, quizás de un mes, y +Ponce era su heredero, la familia _Miau_ vió en el aspirante una +chiripa. El desgraciado tío, según los cálculos de Pantoja, que era su +amigo y testamentario, dejaría dos casas, algunos miles y la notaría... + +Lo mismo fué entrar Ponce en el comedor, que soltarle Abelarda esta +indirecta: + +--Si no trae usted las entradas para el beneficio de la Pellegrini, no +vuelve usted á poner los pies aquí. + +--Calma, hija, calma; déjame sentar, tornar aliento... He venido á +escape. Me pasan cosas muy gordas, pero muy gordas. + +--¿Qué lo pasa á usted, hombre de Dios?--preguntó doña Pura, que +acostumbraba reprenderle como á un hijo.--Siempre viene con apuros, y +total, nada. + +--Óigame usted, doña Pura, y tú, Abelarda, óyeme también. Mi tío está +muy malo, pero muy malo. + +--¡Ave María Purísima!--exclamó doña Pura, sintiendo que le daba un +vuelco el corazón. + +Y brincando como un cervatillo, fué á la cocina á dar la noticia á su +hermana. + +--Está expirando... + +--¿Quién? + +--El tío, mujer, el tío... ¿no te enteras?... Pero dígame usted, Ponce +(volviendo al comedor con rapidez gatuna), ¿va de veras?... Estará usted +muy contento, muy... triste quiero decir. + +--Se harán ustedes cargo de que no puedo ir al teatro, ni visitar á la +Pellegrini... Como ustedes conocen... Muy malo, muy malito... Dicen los +médicos que no dura dos días... + +--¡Pobre señor!... ¿Y qué hace usted que no se planta en casa del +difunto... digo, del enfermo? + +--De allí vengo... Esta noche, á las siete, le llevaremos el Viático. + +Corrió doña Pura al despacho, donde estaba Villaamil. + +--El Viático... ¿no te enteras? + +--¿Qué?... ¿quién? + +--El tío, hombre, el tío de Ponce, que está dando las boqueadas... +(Deslizándose otra vez hacia el comedor). Amigo Ponce, ¿quiere usted +tomar una copita de vino con bizcochos? Estará usted muy afectado... Y +no hay que pensar en teatros... No faltaba más. Nosotras tampoco iremos. +Ya ve usted, el luto... guardaremos luto riguroso... ¿De veras no quiere +usted una copita de vino con bizcochos?... ¡Ah! ¡qué cabeza!... ¡si se +ha acabado el vino!... Pero lo traeremos... Con formalidad: ¿no quiere +usted? + +--Gracias; ya sabe usted que el vino se me sube á la cabeza. + +Abelarda y Ponce pegaron la hebra, sin más testigo que Luis, que andaba +enredando en el comedor, y á veces se paraba ante los novios, mirándoles +con estupor infantil. Hablaban á media voz... ¿Qué dirían? Las +trivialidades de siempre. Abelarda hacía su papel con aquella indolente +pasividad que demostraba en los lances comunes de la vida. Era ya rutina +en ella charlotear con aquel tonto, decirle que le quería, anticipar +alguna idea sobre la boda. Había contraído hábito de responder +afirmativamente á las preguntas de Ponce, siempre comedidas y correctas. +El albedrío no tomaba parte alguna en semejantes confidencias; la mujer +exterior y visible realizaba una serie de actos inconscientes, á manera +de sonámbula, quedando desligada la mujer interna para obrar conforme á +sentimientos más humanos. Antes de la aparición súbita de Víctor en la +casa, Abelarda consideraba á Ponce como un recurso y apoyo probable en +las vicisitudes de la suerte. Se casaría con él por colocarse, por tener +posición y nombre y salir de aquella estrechez insoportable de su hogar. +Desde que vino _el otro_, dejábase llevar de estas mismas ideas, pero +como el patinador, que una vez lanzado, sigue y sigue girando y +resbalando sin caer sobre el hielo. No se le ocurría á la joven +desdecirse ni renegar del matrimonio con Ponce; porque tener aquel +marido equivalía á tener un abanico, un imperdible ú otro objeto +cualquiera de los más usuales á la vez que indiferentes. El pegajoso +crítico se creyó obligado á mostrarse aquel día más tierno que los +demás, atreviéndose á fijar el de las bendiciones y á proponer, +desmintiendo su timidez, algunos particulares de su futura existencia +matrimonial. Oíale la insignificante como quien oye llover, y en virtud +de la velocidad adquirida, se mostraba conforme con semejantes proyectos +y los apoyaba con palabras glaciales y descoloridas, á la manera de +quien repite paternóster y avemarías de un rosario rezado á bostezos sin +devoción alguna. + +Sonó la campanilla y Abelarda se sobresaltó por dentro, sin perder su +continente frío. Le conocía en el modo de llamar, conocía su taconeo al +subir la escalera, y si desde la puerta de la casa hasta el comedor +pronunciaba alguna frase, hablando con doña Pura ó con Villaamil, +discernía por la inflexión lejana del acento si llegaba bien ó mal +humorado. Doña Pura, al abrir á Víctor, le embocó la noticia de la +inminente muerte del tío de Ponce. Incapaz de contenerse la buena +señora, se espontaneó hasta con el _maestro de baile_ (vulgo aguador). +Víctor entró sonriendo, y, por inadvertencia ó malicia, hubo de dar la +enhorabuena á Ponce, el cual se quedó turulato. + + + + +XIX + + +--¡Ah! no... dispense usted. Me confundí... Es que á mi señora suegra lo +bailaban los ojos cuando me lo dijo. Efectos del cariño que le tiene á +usted, ínclito Ponce. El cariño ciega á las personas... Usted es ya de +casa; le queremos mucho, y como no tenemos el gusto de conocer, ni aun +de vista, á su señor tío... + +Acarició á Luis sobándole la cara y repujándole los carrillos para +besárselos, y después le mostró el regalo que le traía. Era un álbum +para sellos, prometido el día que el niño tomó la purga, y además del +álbum una porción de sellos de diferentes colores, algunos extranjeros, +españoles los más, para que se entretuviera pegándolos en las hojas +correspondientes. Lo que agradeció Cadalsito este obsequio, no puede +ponderarse. Estaba en la edad en que empieza á desarrollarse el sentido +de la clasificación y en que relacionamos los juguetes con los +conocimientos serios de la vida. Víctor le explicó la distribución de +las hojas del álbum, enseñándole á reconocer la nacionalidad de los +sellos. «Mira, esta tía frescachona es la República francesa. Esta +señora con corona y _bandós_ es la Reina de Inglaterra, y esta águila +con dos cabezas, Alemania. Los vas poniendo en su sitio, y ahora lo que +has de hacer es reunir muchos para llenar los huecos todos». El +pequeñuelo estaba encantado; sólo sentía que la cantidad de sellos no +fuera suficiente á inundar la mesa. Pronto se enteró del procedimiento, +y en su interior hizo voto de conservar el álbum y de cuidarlo mientras +le durase la vida. + +Víctor, entretanto, metió cucharada en la conversación hocicante que se +traían Abelarda y Ponce. Casi estaban morro con morro, tejiendo un +secreto, una conspiración de soserías, para él amorosas y para ella +indiferentes y cansadas. Víctor encajó la cuchara entre boca y boca, +diciéndoles: + +--Amiguitos, los gorros á quien los tolere; yo protesto. ¿Y no podrían +aguardar á la luna de miel para hacer los tortolitos? Francamente, eso +es insultar á la desgracia. La felicidad debe disimularse ante los +desdichados, como la riqueza ante el pobre. La caridad lo manda así. + +--¿Pero á ti qué te importa que nosotros nos queramos ó dejemos de +querernos--dijo Abelarda,--ni que nos casemos ó dejemos de casarnos? +Seremos felices ó no, según nos dé la gana. Eso, acá nosotros. Tú nada +tienes que ver. + +--Don Víctor--indicó Ponce con su habitual insipidez,--si está usted +envidioso, con su pan se lo coma. + +--¿Envidioso? No negaré que lo estoy. Mentiría si otra cosa dijese. + +--Pues rabia, pues rabia. + +--Papá, papá--chilló Luisito, empeñado en que Víctor volviera la cabeza +hacia donde él estaba, y poniéndole la mano en la cara para obligarlo á +que lo mirase.--¿De qué parte es este que tiene un señor con bigotes muy +largos? + +--¿Pero no lo vos, hijo? Es de Italia... Pues sí que estoy envidioso. +Ésta me dice que rabie, y no tongo inconveniente en rabiar y aun en +morder. Porque cuando veo dos que se quieren bien, dos que resuelven el +problema del amor y allanan todas las dificultades, y caminito, caminito +de la dicha, llegan hasta el matrimonio, me muero de envidia. Para mí, +créanlo ó no lo crean, ustedes han resuelto el problema. Yo miro en esta +parejita lo que nunca podré alcanzar. Ustedes no tienen ambición, +ustedes se contentan con una vida pacífica y modesta, estimándose y +queriéndose sin fiebre ni locuras de esas... Ustedes no tendrán mucho +_parné_, pero no carecerán del puchero; ustedes, sin ser santos, reúnen +bastante virtud para recrearse el uno en el otro... ¿Qué más se puede +desear?... ¡Ah! ínclito Ponce, usted la ha sabido entender; ha sabido +elegir... y ella también, esta pícara, que parece que no rompe un plato, +ha metido la mano en el cesto y ha sacado la fruta mejor. Yo me +felicito, ¿pues no me he de felicitar? Pero eso no quita que tenga mi +_pelusa_, como cualquier hijo de vecino, porque me contemplo en +situación tan distinta, ay! tan distinta... Daría todo cuanto tengo, +cuanto espero, por una cosa. ¿Á que no lo adivinan? + +Con repentina intuición, Abelarda le vió venir y temblaba. + +--Pues yo daría todo por ser el ínclito Ponce. Créanlo ustedes ó no lo +crean, esta es la verdad. ¿Quiere usted cambiarse, Ponce amigo? + +--Francamente, si en el cambio me quedo con la dama, no hay +inconveniente ninguno. + +--¡Oh! eso no, porque cabalmente ahí está la tostada. Yo daría sangre de +las venas por echar mi anzuelo en el mar de la vida con el cebo de una +declaración amorosa y pescar una Abelarda. Es una ambición que me +curaría de las demás. + +--Papá, papá (tirándole de la nariz para que volviera la cara hacia él). +¿Y esto que tiene una cotorra? + +--Guatemala... Déjame, hijo... No aspiro á más. Una Abelardita que me +mime, y con tal compañía lo arrostro todo. Con una como ésta me casaría +yo por puertas, es decir, sin una mota. No faltaría el garbanzo. +Prefiero con ella un pedazo de pan solo, á todas las riquezas del mundo. +Porque ¿dónde se encuentra un carácter tan dulce, un corazón tan tierno, +una mujer tan hacendosita, tan... + +--Don Víctor, que se corre usted mucho (con tentativas de humorismo, +enteramente frustradas). Que es mi novia, y tantos piropos me van á dar +celos... + +--Aquí no se traía de celos... Á buena parte viene usted... ¿Ésta, +ésta?... Ésta es segura, amigo; lo quiere á usted con el alma y con la +vida. Ya podían acudir todos los reyes y príncipes del orbe á +disputársela á su Ponce adorado. ¿Pues se figura usted que si no lo +creyera yo así no lo habría puesto los puntos? La caridad bien ordenada +empieza por uno mismo. Si yo llego á concebir tanto así de esperanzas, +¿piensa que no me alzo con el santo y la limosna? Pero, ¡quiá!, á otra +puerta... Mírela usted: al que le hablo de cambiar á su Poncecito por +otro, le tira los trastos á la cabeza... Véala usted con esa cara que +parece un enigma, con esa sonrisita que parece postiza; cualquiera se +atreve á decirle algo. + +--Vamos, D. Víctor--objetó Ponce con mucha saliva en la boca,--que +cuando usted habla así, es porque ha tenido sus pretensiones... y ha +sacado lo que el negro del sermón. + +--No hagas caso, tontín--dijo Abelarda muy inquieta, sonriendo +violentamente, y con más gana de llanto que de broma.--¿No ves que se +está quedando contigo? + +--Que se quede. Lo que hay es que Abelarda es formal, y una vez dada su +palabra, no hay quien la apee. Nosotros nos comprendimos en cuanto nos +tratamos; nuestros caracteres ajustan perfectamente, y si yo estoy +cortado para ella, ella está cortadita para mí. + +--Poco á poco, caballero Ponce (poniéndose muy serio, como siempre que +elevaba al grado heroico sus crueles bromas), usted estará cortado para +quien guste, no me meto en eso. Pero lo que es Abelarda, lo que es +Abelarda... + +Ponce le miró serio también, esperando el final de la frase, y la +insignificante bajó la vista hacia su labor de costura. + +--Digo que lo que es ella no está, cortada para usted. Y lo sostendré +contra todo el que opine lo contrario. La verdad por delante. Ella le +quiere á usted, lo reconozco; pero en cuanto al corte... Es mucho corte +el suyo; hablo del corte moral y también del físico, sí, señor, también +del físico. ¿Quiere usted que lo diga claro? Pues para quien está +cortada Abelarda es para mí... Para mí; y no hay que tomarlo á ofensa. +Para mí, aunque á usted le parezca un disparate. ¡Si usted no puede +juzgarla como yo, que la conocí siendo una muñeca todavía!... Y, además, +usted no me ha tratado á mí lo bastante para saber si congeniamos ó +no... Ya sé que estoy hablando de una cosa imposible; ya sé que tengo la +culpa de haber llegado tarde; ya sé que usted me cogió la delantera, y +no hemos de reñir... Pero en cuanto á conocer el mérito de quien lo +tiene; en cuanto á deplorar que tantas dotes no sean para mí, lo que es +en eso (marcando la frase con la mayor formalidad y en tono oratorio), +¡ah! lo que es en eso, no cedo ni puedo ceder. + +--No le hagas caso, déjale--indicó Abelarda á su novio, que empezaba á +enfurruñarse. + +--Amigo D. Víctor, todo eso podrá ser verdad, poro no viene muy al caso. + +--Parece que se amostaza usted, ínclito Ponce. Sépase que yo soy muy +leal. Reconozco que se ha ganado usted lo que á mi parecer debió ser +mío. (Patéticamente.) Bien ganado está. Ha sido en buena lid. Lo que he +perdido, lo he perdido por mi culpa. No me quejo. Seremos amigos, +siempre amigos. Vengan esos cinco. + +--¡Ah, este D. Víctor, qué cosas tiene! (dejándose apretar la mano). + +Con otro que no fuera Ponce, bien se libraría Cadalso de emplear +lenguaje tan impertinente; pero ya sabía él con quién trataba. El novio +estaba amoscadillo, y Abelarda no sabía qué pensar. Para burla, le +parecía demasiado cruel; para verdad, harto expresiva. Mucho le pesó á +Ponce tener que marcharse: presumía que Víctor continuaría hablando á la +chica en el mismo tono, y, francamente, Abelarda era su novia, su +prometida, y aquel cuñadito hospedado bajo el propio techo principiaba á +inquietarle. El pillete de Cadalso, conociendo la turbación del crítico, +en el momento de despedirse le sacudió mucho la diestra, repitiendo: + +--Leal, soy muy leal... Nada hay que temer de mí. + +Y cuando volvió al lado de la joven, que lo miraba consternada: + +--Perdóname, hija; se me escapó aquella idea, que yo quería esconder a +todos... Espontaneidades que uno tiene cuando menos piensa, y que el más +ducho en disimular no puede contener á veces. Yo no quería hablar de +esto; pero no sé qué me entró. ¡Me dió tal envidia de veros como dos +tórtolos!... ¡me asusté tanto de la soledad en que me encontraba, nada +más que por llegar tarde, sí, por llegar tarde!... Dispénsame, no te +diré una palabra más. Sé que este capítulo te aburre y te molesta. Seré +discreto. + +Abelarda no podía reprimirse. Levantóse, sintiendo pavor, deseo de huir +y de esconderse, para ocultar algo que impetuosamente al demudado rostro +le salía. + +--Víctor--exclamó descompuesta y temblando,--ó eres el hombre más malo +que hay en el mundo, ó no sé lo que eres. + +Corrió á su habitación y rompió á llorar, desplomándose de cara sobre +las almohadas de su lecho. Víctor se quedó en el comedor, y Luis, que en +su inocencia comprendía que pasaba algo extraño, no se atrevió durante +un rato á molestar á papá con aquel teje-maneje de los sellos. El padre +fué quien afectó entonces interesarse en el juego inteligente, y se puso +á explicar á su hijo los símbolos de nacionalidades que éste no +comprendía: «Este rey barbudo es Bélgica, y esta cruz la República +helvética, es decir, Suiza». + +Doña Pura entró de la calle, y como no viese á su hija en el comedor ni +en la cocina, buscóla en el dormitorio. Abelarda salía ya, con los ojos +muy colorados, sin dar á su madre explicación satisfactoria de aquellos +signos de dolor. Víctor, interrogado por doña Pura sobre el particular, +lo dijo con socarronería: + +--Parece usted tonta, mamá. Llora por el tío de Ponce. + + + + +XX + + +Acostaron temprano á Luis, que metió consigo en la cama el álbum de +sellos y se durmió teniéndole muy abrazadito. No sufrió aquella noche el +acceso espasmódico que precedía á la singular visión del anciano +celestial. Pero soñó que lo sufría, y, por consiguiente, que deseaba y +esperaba la fantástica visita. El misterioso personaje hizo novillos, y +así lo expresaba con desconsuelo Cadalsito, deseando enseñarle su álbum. +Esperó, esperó mucho tiempo, sin poder determinar el sitio donde estaba, +pues lo mismo podía ser la escuela que el comedor de su casa ó el +escritorio del memorialista. Y al hilo del sueño, donde todo era +sinrazón y desvarío, descargó el rapaz un golpe de lógica admirable: +«¡Pero qué tonto soy!--pensó.--¿Cómo ha de venir, si le han llevado +esta noche á casa del tío de Ponce?» + +El día siguiente le dieron de alta; pero se determinó que no fuese á la +escuela en lo que restaba de semana, lo que él agradeció mucho, +determinando estudiar algo por las noches, nada más que una miaja, y +reservando los grandes esfuerzos de aplicación para cuando volviera á +sus tareas escolares. Le permitieron bajar á la portería, y cargó con el +álbum para enseñárselo á Paca y á _Canelo_. Bien quisiera llevarlo á +casa de su tía Quintina; mas para esto no hubo permiso. En la portería +se estuvo hasta el anochecer, hora en que le llamaron, temiendo que se +pasmase con el aire del portal. Al subir llevaba una idea que en sus +conversaciones con Mendizábal y Paca había adquirido; una idea que le +pareció al principio algo rara, pero que luego tuvo por la más natural +del mundo. Hallábase solo con Abelarda, pues su abuela y Milagros +zascandileaban por la cocina, cuando se determinó Cadalsito á comunicar +á su tía la famosa idea. Esta le acariciaba con extremada vehemencia, le +daba besos, le prometía regalarle un álbum mayor, y de repente Luis, +respondiendo á tantos cariños con otros no menos tiernos, le dijo: + +--Tía, ¿por qué no te casas tú con mi papá? + +Quedóse la chica como lela, fluctuando entre la risa y el enojo. + +--¿De dónde has sacado tú eso, Luis?--le dijo, asustándole con la +fiereza de su semblante.--Tú no lo has inventado. Alguien te lo ha +dicho. + +--Me lo dijo Paca--afirmó Luis, no queriendo cargar con +responsabilidades ajenas.--Dice que Ponce es más tonto que quiere y que +no te conviene; que mi papá es listo y guapo y que va á hacer una +carrera muy grande, muy grande. + +--Dile á Paca que no se meta en lo que no le importa... ¿Y qué más, qué +más te dijo? + +--Pues... (escarbando en su memoria). ¡Ah! que mi papá os un caballero +muy decente... como que le da pesetas á la Paca siempre que le lleva +algún recado... Y que tú debías casarte con mi papá, para que todo +quedase en casa. + +--¿Le lleva recados?... ¿Cartas? ¿Y á quién? ¿No sabes? + +--Debe ser al Ministro... Es que son muy amigos. + +--Pues todo eso que te ha contado Paca del pobre Ponce, es un +disparate--afirmó Abelarda sonriendo.--¿Á ti no te gusta Ponce? Dime la +verdad, dime lo que pienses. + +Luis vaciló un rato en dar contestación. Habían extinguido la prevención +medrosa que su padre le inspiraba, no sólo los regalos recibidos de él, +sino la observación de que Víctor se llevaba muy bien con toda la +familia. En cuanto á Ponce, bueno será decir que Cadalsito no había +formado opinión ninguna acerca de este sujeto, por lo cual aceptó, sin +discutirla, la de Paca. + +--Ponce no sirve para nada, desengáñate. Va por la calle que parece que +se le caen los calzones. Y lo que es talento... Mira, más talento tiene +Cuevas. ¿No te parece á ti? + +Abelarda se reía con tales ocurrencias. Aun hubiera seguido charlando +con Luis de aquel asunto; pero la llamó su padre para que le pegara +algunos botones al chaleco, y en esto se entretuvo hasta la hora de +comer. Doña Pura dijo que Víctor no comía en casa, sino en la de un +amigo suyo, diputado y jefe de un grupito parlamentario. Sobre esto hizo +Villaamil algunos comentarios acres, que Abelarda oyó en silencio, con +grandísima pena. Discutióse si irían ó no al teatro aquella noche, +resolviéndose en afirmativa, porque Luis estaba ya bien. Abelarda +solicitó quedarse, y su madre le dió una arremetida á solas, asestándole +varias preguntas: + +--¿Por qué no comes? ¿Qué tienes? ¿Qué cara es esa de carnero á medio +morir? ¿Por qué no quieres venir al Real? No me tientes la paciencia. +Vístete, que nos vamos en seguida. + +Y fueron las tres _Miaus_, dejando á Villaamil con su nieto y sus +fúnebres soledades. Después de acostar al niño se puso á leer _La +Correspondencia_, que hablaba de una nueva combinación. + +Cuando las _Miaus_ regresaron, ya Víctor estaba allí, escribiendo cartas +en la mesa del comedor. Don Ramón seguía royendo el periódico, y suegro +y yerno no se decían media palabra. Retiráronse todos, monos Abelarda, +que tenía que mojar ropa para planchar al día siguiente, y al verla +metida en esta faena, Víctor, sin soltar la pluma, le dijo: + +--He pensado en ti todo el día. Temí que te enojaras por lo de ayer. Yo +había hecho el propósito de no revelarte nunca mis sentimientos. Aun no +te he dicho toda la verdad, ni te la diré, Dios mediante. Cuando uno +llega tarde, debe resignarse y callar. ¿Y tú no me respondes nada? ¿No +hablas ni siquiera para reñirme? + +La insignificante tenía los ojos fijos en la mesa, y sus labios se +agitaban como si la palabra retozara en ellos. Por fin no chistó. + +--Te hablaré como hermano (con aquella gravedad bondadosa que tan bien +sabía fingir), ya que de otra manera no me es lícito. Soy muy +desgraciado... no lo sabes tú bien. Aquí me tienes arrastrado por un +vértigo de pasiones insanas; aquí me tienes bajo el peso de relaciones +que solicité con aturdimiento, que mantuve por rutina y por pereza, y +que ahora deseo romper. Contaba yo para este fin con el auxilio de un +ser angelical a quien pensaba encomendarme primero y entregarme por fin +en cuerpo y alma. Pero ya no puede ser. ¿Qué hago yo en este trance? +Seguir y seguir encenagado, perderme más y más en el laberinto sin +salida. Ya no hay salvación para mí. La fatalidad me arrastra... Tú no +comprendes esto, Abelarda; pero ¡quién sabe!... quizás lo comprendas, +porque tienes mucha penetración. ¡Oh! ¡pues si yo te hubiera encontrado +libre...! Mil veces me he propuesto no decirte nada. Sólo que las +palabras se me salen de la boca... Basta, basta; no me hagas caso. Esto +te lo vengo diciendo desde un principio. No hagas caso de este infeliz; +despréciame. Yo no te merezco. Estoy expiando los enormes disparates que +cometí desde que me faltó mi pobre Luisa, aquel ángel... ángel del +cielo, pero inferior á ti, tan inferior, que no hay punto de comparación +entre ambas. Yo, francamente (levantándose con exaltación), cuando veo +qué tesoro tan grande va á ser para un Ponce; cuando pienso que tal +conjunto de cualidades cae en manos de... + +Abelarda estaba tan sofocada, que si no desahoga, si no abre al menos +una valvulita, revienta de seguro. + +--¿Y si yo te dijera... vamos á ver (palideciendo), si yo te dijera que +no quiero á Ponce?... + +--¿Tú?... ¿y es verdad?... + +--¿Si yo te dijera que ni le quise jamás, ni le querré nunca?... á ver. + +Víctor no contaba con esta salida, y se desorientó. + +--Ahí tienes tú una cosa... vamos... (balbuciendo) una cosa que me +produce el efecto de un porrazo en la cabeza... ¿Pero es verdad? Cuando +lo dices, verdad debe de ser. Abelarda, Abelarda, no juegues conmigo; +no juegues con fuego... Estas bromas, si bromas son, suelen traer +catástrofes. Porque cuando se aborrece á un hombre, como me aborreces tú +á mí... (confuso y sin saber á qué santo encomendarse) no se le dice +nada que pueda extraviarlo respecto á... quiero decir, respecto á los +sentimientos de la persona que le aborrece, porque podría suceder que el +aborrecido... No, no atino á explicarte lo que siento. Si no quieres á +Ponce, es que quieres á otro, y esto es lo que no debes decirme á mí... +¿Para qué? ¿Para que me confunda más de lo que estoy? (Columbrando un +postigo y aguzando su ingenio para escurrirse por él.) Y no quiero +interrogarte sobre este particular, porque me volvería loco. Guárdate tu +secreto y respeta mi situación. Si yo no te inspiro más que odio, si no +llegas á la repugnancia, te ruego que me dejes solo, que te retires y no +añadas una palabra más. No te ofrezco mis consejos, porque no los +aceptarías; pero si te encontraras en alguna situación difícil, y mis +consejos te pudieran servir de algo, ya sabes que soy para ti lo que tú +quieras que sea; hermano, si como hermano me tratas... + +--¿Y si los necesitara, si necesitara tus consejos?--insinuó Abelarda, +que buscaba no una salida, sino la entrada, sin poder descubrirla. + +--Pues dispón de mí (otra vez desconcertado). Si quieres á un hombre y +temes la oposición de tus padres; si la ruptura con Ponce te parece +difícil y necesitas auxilio, aquí estoy dispuesto á prestártelo, por +penoso que el caso sea para mí (acercándose más á ella). Dímelo, dímelo, +no tengas miedo. ¿Quieres á un hombre que no es tu novio? + +--Es mucho pedir que confiese yo... así... de tenazón (recurriendo á la +coquetería para salir del paso). ¿Y á ti quién te da vela en este +entierro?... + +--Soy de la familia... soy tu amigo. Podría ser algo más si tú +quisieras. Pero he llegado tarde; no hay que hablar de mi persona. Estoy +fuera de juego. Si no quieres confiarme tu secreto, mejor para mí. Así +no padeceré tanto. Respóndeme á una pregunta: el hombre á quien tú +quieres, ¿te quiere á ti también? + +--Yo no he dicho que quiera á nadie... me parece que no lo he dicho... +Pero pongamos que lo dijese. Eso no es cuenta tuya. Eres muy +entrometido... Claro que yo no iba á querer á nadie que no me +correspondiese. ¡Pues lucida estaba! + +--De modo que hay reciprocidad (con fingida cólera). ¡Y estas cosas me +las dices en mi propia cara! + +--¡Yo!... si yo no he chistado. + +--Pero lo das á entender... No quiero ser tu confidente, vamos... ¿De +modo que el otro te ama?... + +--No lo sé... (dejándose llevar de su espontaneidad, ya irresistible). +Es lo que no he podido averiguar todavía. + +--Y vienes sin duda á que yo te lo averigüe (con sarcasmo). Abelarda, +esa clase de papeles no los hago yo. No, no me digas quién es; no +necesito saberlo. ¿Es quizás persona que yo conozco? Pues cállate el +nombre, cállatelo si no quieres que perdamos las amistades. Esto te lo +dice un hombre que siente hacia ti un afecto... pero un afecto que ahora +no quiero definir; un hombre que vive bajo el peso de su destino fatal +(estas filosofías y otras semejantes las tomaba Cadalso de ciertas +novelas que había leído), un hombre á quien está vedado referirte sus +padecimientos; y pues yo no debo quererte ni puedo ser tuyo ni tú mía, +no debo atormentarme ni dejar que me atormentes tú. Guárdate tu secreto, +y yo reservaré la parte de él que he adivinado. Si la fatalidad no se +hubiera interpuesto entre nosotros dos, yo intentaría aún tu remedio, +procurando arrancarte ese amor, reemplazándolo con el mío. Pero no soy +dueño de mi voluntad. El sentimiento éste (golpeándose el pecho) jamás +pasará del corazón á la realidad de la vida. ¿Por qué me incitas á +descubrirlo? Déjalo en mí, mudo, sepultado, pero siempre vivo. No me +tientes, no me irrites. ¿Quieres á otro? Pues que yo no lo sepa. ¿Á qué +enconar una herida incurable?... Y para impedir mayores conflictos, +mañana mismo me voy de esta casa, y no vuelvo á entrar aquí. + +Abelarda sintió tan viva aflicción al oir esto, que no pudo encubrirla. +No tenía ella en su pobre caletre armas de razonamiento para combatir +con aquel monstruo de infinitos recursos ó ingenio inagotable, avezado á +jugar con los sentimientos serios y profundos. Aturdida y atontada, iba +á entregar su secreto, ofreciéndose indefensa y cubierta de ridiculez al +brutal sarcasmo de Víctor; pero pudo serenarse un poco, recobrar algún +equilibrio, y con afectada calma le dijo: + +--No, no, no hay motivo para que te vayas. ¿Es que hiciste las paces con +Quintina? + +--¿Yo? ¡Qué disparate! Ayer Cabrera por poco me pega un tiro. Es un +animal. Me iré á vivir á cualquier rincón. + +--No, eso no. Puedes seguir aquí. + +--Pues prométeme no hablar de esto una palabra más. + +--Si yo no he hablado. Eres tú el que se lo dice todo. Que me quieres, +que no me puedes querer. ¿Cómo se entiende? + +--Y la última prueba de que te quiero y no te debo querer (con agudeza), +te la voy á dar ahora con este consejo: vuelve los ojos á Ponce... + +--Gracias. + +--Vuelve los ojos al ínclito Ponce. Cásate con él. Ten espíritu +práctico, ¿Que no le quieres? No importa. + +--Tú estás loco (aturrulladísima). ¿Acaso he dicho yo que no le quería? + +--Lo has dicho, sí. + +--Pues me vuelvo atrás. ¡Qué disparate! Si lo dije, fué broma, por oírte +y darte tela. + +--Eres mala, muy mala. Yo pensaba otra cosa de ti. + +--¿Pues sabes lo que digo? (levantándose con violento arrebato de ira y +despecho). Que estás de lo más cargante y de lo más inaguantable con +tus... con tus enigmas; y que no te puedo ver, no te puedo ver. La culpa +la tengo yo, que oigo tus necedades. Abur... Voy á dormir... Y dormiré +tan ricamente, ¿qué te crees? + +--El odio muy vivo, como el amor, quita el sueño. + +--Á mí no... perverso... tonto... + +--Tú á dormir, y yo á velar pensando en ti... Adiós, Abelarda... Hasta +mañana. + +Y cuando se retiró el impío, un minuto después de la desaparición de la +víctima (que se metió en su cuarto y atrancó la puerta como quien huye +de un asesino), llevaba en los labios risilla diabólica y este monólogo +amargo y cruel: «Si me descuido, me espeta la declaración con toda +desvergüenza. ¡Y cuidado que es antipática y levantadita de cascos la +niña!... Y cursi hasta dejárselo de sobra, y sosita... Todo se le +podría perdonar si fuera guapa... ¡Ah! Ponce, ¡qué ganga te ha +caído!... Es una plepa que no hay por dónde cogerla para echarla á la +basura. + + + + +XXI + + +Aunque las esperanzas de los Villaamil, apenas segadas en flor, volvían +á retoñar con nueva lozanía, el atribulado cesante las daba siempre por +definitivamente muertas, fiel al sistema de esperar desesperando. Sólo +que su pesimismo se avenía mal con el furor de escribir cartas y de +mover cuantas teclas pudiesen comunicar vibración á la desmayada +voluntad del Ministro. «Todo eso de esperar vacante, es +música--decía.--Yo sé que cuando quieren hacer las cosas, las hacen +saltando por cima de las vacantes y hasta por cima de las leyes. Ni que +fuéramos tontos. He visto mil veces el caso de entrar un prohombre en el +Ministerio, navaja en mano, pedir una credencial de las gordas; el +Ministro ¡zas! llama al Jefe del personal... «No hay vacante...» «Pues +hacerla». ¡Pataplún! allá te va, caiga el que caiga... ¿Pero dónde está +mi prohombre? ¿Qué personaje de campanillas entrará en el despacho del +Ministro con cara _feroce_ diciendo: «De aquí no me muevo hasta que me +den... eso?» ¡Ay, Dios mío, qué desgraciado soy y cómo me voy quedando +fuera de juego!... Con esta Restauración maldita, epílogo de una +condenada Revolución, ha salido tanta gente nueva, que ya se vuelve uno +á todos lados sin ver una cara conocida. Cuando un D. Claudio Moyano, un +D. Antonio Benavides ó un Marqués de Novaliches le dicen á uno: «Amigo +Villaamil, ya estamos mandados recoger», es que el mundo se acaba. Bien +dice Mendizábal, que la política ha caído en manos de mequetrefes». + +Para distraer su pena y olfatear nombramientos ajenos, ya que en el suyo +afectaba no creer, ó realmente no creía, iba por las tardes al +Ministerio de Hacienda, en cuyas oficinas tenía muchos amigos de +categorías diversas. Allí se pasaba largas horas, charlando, enterándose +del expedienteo, fumando algún cigarrillo, y sirviendo de asesor á los +empleados noveles ó inexpertos que le consultaban sobre cualquier punto +obscuro de la enrevesada Administración. + +Profesaba Villaamil entrañable cariño á la mole colosal del Ministerio; +la amaba como el criado fiel ama la casa y familia cuyo pan ha comido +durante luengos años; y en aquella época funesta de su cesantía, +visitábala él con respeto y tristeza, como sirviente despedido que ronda +la morada de donde le expulsaron, soñando en volver á ella, Atravesaba +el pórtico, la inmensa crujía que separa los dos patios, y subía +despacio la monumental escalera, encajonada entre gruesos muros, que +tiene algo de feudal y de carcelario á la vez. Casi siempre encontraba +por aquellos tramos á algún empleado amigote que subía ó bajaba. «Hola, +Villaamil, ¿qué tal?»--«Vamos tirando». Al llegar al principal titubeaba +antes de decidir si entraría en Aduanas ó en el Tesoro, pues en ambas +Direcciones le sobraban conocidos; pero en el segundo prefería siempre +Contribuciones á Propiedades. Los porteros le saludaban; y como +Villaamil era tan afable, siempre echaba un párrafo con ellos. Si era +tarde, les encontraba con la paletada de brasas, resto de las chimeneas, +cuyo último fuego sirve para alimentar los braseros de las porterías; si +temprano, llevando papeles de una oficina á otra ó transportando +bandejas con vasos de agua y azucarillos. «Hola, Bermejo, ¿cómo +va?»--«Tal cual, D. Ramón, y sintiendo mucho no verle á usted todos los +días por aquí».--«Dígame, ¿y Ceferino?»--«Ha pasado á Impuestos. El +pobre Cruz fué el que _cascó_».--«¿Qué me cuenta usted? Hombre, ¡si le +vi el otro día tan bueno y tan sano!... ¡Qué mundo éste! Vamos quedando +pocos de aquella fecha. Cuando yo entré aquí en tiempos de D. Juan Bravo +Murillo, ya estaba Cruz _en la casa_... Mire usted si ha llovido... +Pobre Cruz, lo siento». + +El mejor amigo entre los muchos buenos que Villaamil tenía en aquella +casa era D. Buenaventura Pantoja, de quien algo sabemos ya, padre de +Virginia Pantoja, una de las actrices del coliseo doméstico de las +_Miaus_. Visitaba con preferencia D. Ramón la oficina de tan excelente y +antiguo compañero (Contribuciones), del cual había sido jefe: tomaba +asiento en la silla más próxima á la mesa; le revolvía los papeles si no +estaba allí, y si estaba, trabábase entre los dos sabroso coloquio de +chismografía burocrática. + +«--¿Sabes...?--decía Pantoja.--Hoy salieron calentitos dos oficiales +primeros y un jefe de Administración. Ayer estuvo ese fantoche (aquí el +nombre de cualquier célebre político), y claro, á rajatabla. Lo que yo +te digo: cuando quieren hacer las cosas, saltan por cima de todo. + +--Sea por amor de Dios--respondía Villaamil, dando un doliente suspiro +que ponía trémulas las hojas de papel más cercanas». + +Aquel día tardó mucho el buen hombre en fondear ante la mesa de Pantoja. +Á cada paso saltaban conocidos. Uno salía por aquí, aferrando legajos +atados con balduque; otro entraba presuroso por allá, retrasado y +temiendo un regaño del jefe. «¿Cuánto bueno?... ¿Qué tal, +Villaamil?»--«Hijo, defendiéndonos». La oficina de Pantoja formaba parte +de un vastísimo salón, dividido por tabiques como de dos metros de alto. +El techo era común á los distintos departamentos, y en la vasta +capacidad se veían los tubos de las estufas, largos y negros, quebrados +en ángulo recto para tomar la horizontal, horadando las paredes. Llenaba +aquel recinto el estridor sonoro de los timbres, voz lejana de los +jefes, llamando sin cesar á sus subalternos. Como era la hora en que +entran los rezagados, en que los madrugadores almuerzan, en que otros +toman café, que mandan traer de la calle, no reinaba allí el silencio +propicio al trabajo mental; antes, todo se volvía cierres de puertas, +risas, traqueteo de loza y cafeteras, gritos y voces impacientes. + +Villaamil entró en la sección, saludando á diestro y siniestro. Allí +estaba de oficial tercero el cojo Guillén, muy amigo de la familia +Villaamil, tertuliano asiduo, apuntador en la pieza que se iba á +representar. Era, por más señas, tío del famoso _Posturitas_, amigo y +émulo de Luisito Cadalso, y vivía con sus hermanas, dueñas de la casa de +_empréstamos_. Tenía fama Guillén de mordaz y maleante, capaz de tomarle +el pelo al lucero del alba. En la oficina escribía juguetes cómicos +groseros y verdes, algún dramón espeluznante, que nunca llegaría á +arrostrar las candilejas; dibujaba caricaturas y rimaba sátiras contra +la mucha gente ridícula de la casa. También había por allí un +aspirantillo, hijo del Director del Tesoro, que apenas frisaba en los +diez y seis y cobraba sus cinco mil reales, listo como una pólvora, apto +para traer y llevar recados de oficina en oficina. Oficial segundo era +un tal Espinosa, señorito elegante, de carrera improvisada y raya en el +polo, con mucho requilorio en el vestir y bastantes gazapos en la +ortografía; buen muchacho, que no se formalizaba nunca por las cargantes +bromas de Guillén. Pero el más característico de todos era un tal +Argüelles y Mora, oficial segundo, perfecta parodia de un caballero del +tiempo de Felipe IV: pequeño, genuino _gato_ de Madrid, rostro enjuto y +color de cera, bigote y perilla teñidos de negro, melenas largas y bien +atusadas. Para que el tipo resultase más cabal, usaba cierta capita +corta y negra, que parecía un desecho del guardarropa de Quevedo. El +sombrero era hongo chato, achambergado, con un dedo de grasa. Lástima +que no llevara golilla; mas aun sin ella, era un acabado tipo de +alguacil. En sus tiempos tuvo pretensiones de guapeza, originalidad y +elegancia; pero ya sus espaldas tiraban á corcovarse, y su rostro, con +los pelos pintados, tenía un sello de vigilia forzoso que daba +compasión. Tocaba la trompa en un teatro. Llamábanle sus compañeros el +_padre de familia_, porque en todas las conversaciones burocráticas +traía á colación la multitud de bocas que tenía que mantener con el +mezquino y descontado sueldo de doce mil reales. Había tres ó cuatro +empleados más, algunos taciturnos y atentos á su obligación, repartidos +en varias mesas, á distancia respetuosa de la del jefe, próxima á la +ventana que daba al patio. + +Cerca de las mesas veíanse las perchas donde los funcionarios colgaban +capas y sombreros. Guillén tenía las muletas junto á sí. Entre mesa y +mesa, estantes y papeleras, trastos de forma y aspecto que sólo se ven +en las oficinas, viejos los unos, con no sé qué olor y color de _Paja y +Utensilios_, de donde tal vez procedían; los otros nuevos, pero no +semejantes á ningún mueble usado fuera de las regiones burocráticas. +Sobre todos los pupitres abundaban legajos atados con cintas rojas, los +unos amarillentos y polvorosos, papel que tiene algo de cinerario y +encierra las esperanzas de varias generaciones; los otros de hojas +flamantes y reciente escritura, con notas marginales y firmas +ininteligibles. Eran las piezas más modernas del pleito inmenso entre el +pueblo y el fisco. + +Pantoja no estaba: le había llamado el Director. + +--Tome usted asiento, D. Ramón. ¿Quiere un cigarrito? + +--¿Y tú qué te traes entre manos? (acercándose á la mesa del cojo y +apoderándose de un papel). ¿Á ver, á ver...? _Drama original y en +verso._ ¿Título? _La hijastra de su hermanastra._ Muy bien, zánganos; +así perdéis las horas. + +--Don Ramón, D. Ramón--dijo el elegante, que acababa de paladear su +café.--¿No sabe? Á Cañizares, ¿se acuerda usted, el que estaba en +Propiedades, aquel á quien llamábamos don Simplicio?, le han dado los +doce mil. ¿Ha visto usted _polacada_ mayor? + +--Lo tuve yo en mi oficina con cinco mil hace catorce años--dijo el +_padre de familia_, esgrimiendo su puño cerrado y revelando toda la +aflicción del mundo en su cara alguacilesca.--Era tan asno, que le +ocupábamos en traer leña para la estufa. Ni para eso servía. ¡Cáscaras, +qué hombre más animal! Yo cobraba entonces doce mil, lo mismo que ahora. +Vean ustedes si esto es justicia ó qué. ¿Tengo ó no tengo razón cuando +digo que vale más recoger boñiga en las calles que servir al gran +pindongo del Estado? Convengamos en que se acabó la vergüenza. + +--Amigo Argüelles--suspiró Villaamil con tristeza estoica,--no hay más +remedio que tragar bilis. Dígamelo usted á mí, que he tenido á mis +órdenes, en provincias, con seis mil, al propio Director del ramo... +Estaba la criatura en Estancadas... y no valía ni para pegar precintos +en las cajas de cigarros. + +--Dame, paloma mía, de lo que comes... ¡Cuando me acuerdo, ¡cascarones!, +de que mi padre quería colocarme de hortera en una tienda, y yo me +remonté creyendo que esto no era cosa fina!... ¡Vamos, cuando me acuerdo +de esto, me dan ganas de arrancarme á puñados estos condenados mechones +que á uno le quedan!... Era allá por el 51. Pues no sólo no quise oir +hablar de mostrador, sino que me metí á empleado por aquello de ser +caballero; y para acabar de ensuciarla, me casé. ¡Si sería yo pillín!... +Después, _pian pianino_, nueve de familia, suegra y dos sobrinos +huérfanos. Y defienda usted el garbanzo de tanta gente... Y gracias que +la trompa ayuda, señores. El 64 llegué á los doce mil reales, y allí me +planté. ¿Saben ustedes quién me sacó los doce mil? Julián Romea. No me +veré en otra. Catorce años llevo en esta plaza. Ya ni siquiera pido el +ascenso. ¿Para qué? Como no lo pida á tiros... + +Las lamentaciones del trompista _padre de familia_ eran oídas siempre +con deleite. Entró en aquel punto Pantoja, y _conticuere omnes_. Cubría +la cabeza del jefe de la sección un gorrete encarnado, con unas al modo +de alcachofas bordadas de oro, y borla deshilachada que caía con gracia. +Vestía gabán pardo y muy traído, pantalón con rodilleras, rabicorto, +dejando ver la caña de las botas recién estrenadas, sin lustre aún. +Después de saludar al amigo, ocupó su asiento. Arrimóse Villaamil, y +charlaron. Pantoja no olvidaba por el palique los deberes, y á cada +instante daba órdenes á su tropa. «Oiga usted, Argüelles, haga el favor +de ponerme una orden á la Administración Económica de la Provincia +pidiendo tal cosa... Usted, Espinosa, sáqueme en seguida el estado de +débitos por Industrial». Y deshacía con mano experta el lazo de +balduque para destripar un legajo y sacarle el mondongo. En atarlos +también mostraba singular destreza, y parecía que los acariciaba al +mudarlos de sitio en la mesa ó al ponerlos en el estante. + +El tipo fisiognómico de este hombre consistía en cierta inercia +espiritual que en sus facciones se pintaba. Su frente era ancha, lisa, y +tan sin sentido como el lomo de uno de esos libros rayados para cuentas, +donde no se lee rótulo alguno. La nariz era gruesa en el arranque, +resultando tan separados los ojos, que parecían estar reñidos y mirar +cada uno por su cuenta y riesgo, sin hacer caso del otro. Su gran boca +no se sabía dónde acababa. Las orejas lo sabrían. Sus labios fruncidos +parecía que se violentaban al desplegarse para hablar, cual si fuesen +expresamente creados para la discreción. + +Moralmente, era Pantoja el prototipo del integrismo administrativo. Lo +de _probo funcionario_ iba tan adscrito á su persona como el nombre de +pila. Se le citaba de tenazón y por muletilla, y decir _Pantoja_ era +como evocar la propia imagen de la moralidad. Hombre de pocas +necesidades, vivía obscuramente y sin ambición, contentándose con su +ascenso cada seis ó siete años, ni ávido de ventajas, ni temeroso de +cesantía, pues era de esos pocos á quienes, por su conocimiento +práctico, cominero y minucioso de los asuntos oficinescos, no se les +limpia nunca el comedero. Había llegado á considerar su inmanencia +burocrática como tributo pagado á su honradez, y esta idea se +transformaba en sentimiento exaltado ó superstición. Era un alma +ingenuamente honrada, una conciencia tan angosta, que se asustaba si oía +hablar de millones que no fuesen los de la Hacienda. Las cifras muy +altas, no siendo las del presupuesto del Estado, le producían un +estremecimiento convulsivo; y si en el Ministerio se preparaba algún +proyecto relacionado con fuertes empresas industriales ó bancarias, se +le subía á la boca, sin poderlo remediar, la palabra _chanchullo_. Nunca +iba á la Tesorería Central sin experimentar sensación de espanto, como +en presencia de un abismo ó sima pavorosa donde anidan el peligro y la +muerte; y cuando veía entrar en la Dirección del Tesoro ó en la +Secretaría á los altos personajes de la Banca, temblaba por la riqueza +del Erario, de quien se creía perro de presa. Según Pantoja, no debía +ser verdaderamente rico nadie más que el Estado. Todos los demás +caudales eran producto del fraude y del cohecho. Siempre había servido +en Contribuciones, y durante su larga y laboriosa carrera fué cultivando +en su alma el insano goce de perseguir al contribuyente moroso ó +maligno, placer que tiene algo del cruel entusiasmo de la caza: para él +era deleite inefable ver á la grande y á la pequeña propiedad +defenderse, pataleando, de la persecución del Fisco, y sucumbir siempre +ante la superioridad del cazador. En todos los conflictos entre la +Hacienda y el contribuyente, la Hacienda tenía siempre razón, según el +dictamen inflexible de Pantoja, y este criterio se mostraba en sus +notas, que jamás reconocieron el derecho de ningún particular contra el +Estado. Para él la Propiedad, la Industria, el consumo mismo, eran +organismos ó instrumentos de defraudación, algo de disolvente y +revolucionario, que tenía por objeto disputar sus inmortales derechos á +la única entidad dueña y propietaria de todo: la Nación. Pantoja no +poseyó nunca más que su ropa y sus muebles; era hijo de un portero de la +Sala de _Mil y Quinientas_; se había criado en un desván de los +Consejos, sin salir nunca de Madrid; no conocía más mundo que las +oficinas, y para él la vida era una sucesión no interrumpida de menudos +servicios al Estado, recibiendo de éste, en recompensa, el garbanzo y la +santa rosca de cada día. + + + + +XXII + + +¡Ah! ¡Cielos! ¿Qué sería del mundo sin cocido? ¿Y qué de la mísera +humanidad sin pagas? La paga era la única forma de bienes terrestres en +conformidad con los principios morales, pues para todas las demás +clases de bienestar archivaba Pantoja en el fondo de su alma un altivo +desprecio. Difícilmente concedía que en la clase de ricos hubiera alguno +que fuese propiamente honrado, y á las grandes empresas y á los audaces +contratistas les miraba con religioso horror. Labrar en pocos años +pingüe fortuna, pasar de la pobreza á la opulencia... era imposible por +medios lícitos. Para que tal cosa suceda, es indispensable _ensuciarse_, +quitándole lo suyo á la víctima eterna, al propietario elemental, al +Estado. Al millonario que había heredado su fortuna y no hacía más que +gastarla, le perdonaba el buen Pantoja; pero aun así no le tenía en olor +de santidad, diciendo que si él no robaba, lo habían hecho sus padres, y +la responsabilidad, como el dinero, se transmitía de generación en +generación. + +Cuando veía entrar en el Ministerio y pasar al despacho del Ministro al +representante de Rothschild ó de otra opulenta casa española ó +extranjera, pensaba cuan útil sería ahorcar á todos aquellos señores que +no iban allí sino á tramar algún enjuague. Estas ideas y otras +semejantes las vertía Pantoja en el círculo del café adonde concurría, +siendo objeto de punzantes burlas por su estrechez de miras; pero él no +se daba á partido. ¿Hablábase de Hacienda? Pues en el acto tremolaba +Pantoja su banderín con este sencillo y convincente lema: _Mucha +administración y poca ó ninguna política_. Guerra á los grandes +negocios, guerra al agio y guerra también á los extranjeros, que no +vienen aquí más que á explotarnos y á llevarse el _cumquibus_, +dejándonos más pobres que las ratas. Tampoco ocultaba Pantoja sus +simpatías por el rigor arancelario, pues el libre cambio es la +protección á la industria de extranjis. + +Al propio tiempo sostenía que los propietarios se quejan de vicio, que +en ninguna parte se pagan menos contribuciones que en España, que el +país es esencialmente defraudador, y la política el arte de cohonestar +las defraudaciones y el turno pacífico ó violento en el saqueo de la +Hacienda. En suma, las ideas de Pantoja eran tres ó cuatro, pero +profundamente incrustadas en su _intellectus_, como si se las hubieran +metido á mazo y escoplo. Su conversación en el círculo de amigos +languidecía, porque nunca hablaba mal de sus jefes, ni censuraba los +planes del Ministro; no se metía en honduras, ni revelaba ningún secreto +de entre bastidores. En el fondo de su cerebro dormía cierto comunismo +de que él no se daba cuenta. De este tipo de funcionario, que la +política vertiginosa de los últimos tiempos se ha encargado de +extinguir, quedan aún, aunque escasos, algunos ejemplares. + +En su trabajo era Pantoja puntualísimo, celoso, incorruptible y enemigo +implacable de lo que él llamaba _el particular_. Jamás emitió dictamen +contrario á la Hacienda; la Hacienda le pagaba, era su ama, y no estaba +él allí para servir á los enemigos _de la casa_. En cuanto á los asuntos +obscuros, de una antigüedad telarañosa y de resolución difícil, su +sistema era que no debían resolverse nunca; y cuando llegaba +forzosamente el último trámite impuesto por las leyes, buscaba en la ley +misma la triquiñuela necesaria para enredarlos de nuevo. Escribir la +última palabra de uno de estos pleitos equivalía á una fragilidad de la +Administración, á declararse vencida y casi deshonrada. En cuanto á su +probidad, no hay que decir sino que recibía á cajas destempladas á los +agentes que iban á ofrecerle recompensa por despachar bien y pronto tal +ó cual negocio. Conocíanle ya, y no se atrevían con aquel puerco-espín, +que erizaba sus púas todas al sentir la aproximación del _particular_, ó +sea del contribuyente. + +En su vida privada, era Pantoja el modelo de los modelos. No había casa +más metódica que la suya, ni hormiga comparable á su mujer. Eran el +reverso de la medalla de los Villaamil, que se gastaban la paga entera +en los tiempos bonancibles, y luego quedaban pereciendo. La señora de +Pantoja no tenía, como doña Pura, aquel ruinoso prurito de suponer, +aquellos humos de persona superior á sus medios y posición social. La +señora de Pantoja había sido criada de servir (creo que de D. Claudio +Antón de Luzuriaga, al cual debió Pantoja su credencial primera), y lo +humilde de su origen la inclinaba á la obscuridad y al vivir modesto y +esquivo. Nunca gastaron más que los dos tercios de la paga, y sus hijos +iban adoctrinados en el amor de Dios y en el supersticioso miedo al +fausto y pompas mundanales. Á pesar de la amistad íntima que entre +Villaamil y Pantoja reinaba, nunca se atrevió el primero á recurrir al +segundo en sus frecuentes ahogos; le conocía como si le hubiese parido; +sabía perfectamente que el _honrado_ ni pedía ni daba, que la +postulación y la munificencia eran igualmente incompatibles con su +carácter, arcas cuyas puertas jamás se abrían ni para dentro ni para +fuera. + +Sentados los dos, el uno ante un pupitre, el otro en la silla más +próxima, Pantoja se ladeó el gorro, que resbalaba sobre su cabeza +lustrosa al menor impulso de la mano, y dijo á su amigo: + +--Me alegro que hayas venido hoy. Ha llegado el expediente contra tu +yerno. No le he podido echar un vistazo. Parece que no es nada limpio. +Dejó de incluir dos ó tres pueblos en la nota de apremios, y en los +repartos del último semestre hay sapos y culebras. + +--Ventura, mi yerno es un pillo; demasiado lo sabes. Habrá hecho +cualquier barrabasada. + +--Y me enteró ayer el Director de que anda por ahí dándose la gran vida, +convidando á los amigachos y gastando un lujo estrepitoso, con un +surtidito de sombreros y corbatas que es un asco, y hecho un figurín el +muy puerco. Dime una cosa: ¿vive contigo? + +--Sí--respondió secamente Villaamil, que sentía la ola de la vergüenza +en las mejillas, al considerar que también su ropa, por flaqueza de +Pura, procedía de los dineros de Cadalso.--Pero estoy deseando que se +largue de mi casa. De su mano, ni la hostia. + +--Porque... verás, me alegro de tener esta ocasión de decírtelo: eso te +perjudica, y basta que sea yerno tuyo y que viva bajo tu techo, para que +algunos crean que vas á la parte con él. + +--¡Yo... con él! (horrorizado). Ventura, no me digas tal cosa... + +--No; si yo no soy quien lo dice, ni me pasa por el magín. Pero la gente +de esta casa... Ya ves, ¡hay tanto pillo! Y cuando tocan á pensar mal, +los más pillos son los que descueran al inocente. + +--Pues aunque Víctor es mi yerno, tan ajeno soy á sus trapacerías, que +si en mi mano estuviera el impedirle ir á presidio, no lo impediría... +Figúrate. + +--¡Ah! No irá, no irá; no te dé cuidado. No irá por lo mismo que lo +merece. Tiene pararrayos y paracaídas. Se están poniendo los tiempos tan +corruptos, que estos granujas como tu yerno son los que cobran el +barato. Verás cómo le echan tierra al expediente, aprueban su conducta y +le dan el jeringado ascenso. Por cierto que es de lo más atrevido que +conozco. Ayer estuvo aquí; luego bajó á ver al Subsecretario, y como +tiene aquella labia y aquel buen ver, el Subsecretario... (me lo ha +dicho quien estaba presente) le recibió con palmas, y allí estuvieron +los dos de cháchara más de media hora. + +--¿Y el señor Ministro le ha visto? (con grandísimo desconsuelo). + +--No te lo puedo decir; pero me consta que ha venido á recomendárselo un +diputado de la provincia en que servía la alhajita de tu yerno. Es de +estos que mientras más le dan más quieren. No sale de aquí nunca el tal +sin apandar dos ó tres credenciales gordas, pero gordas, y eso que es +disidente; pero por lo mismo, por la disidencia, le atienden más. + +--¿Crees tú que le darán el ascenso á Víctor? (con ansiedad profunda). + +--Yo no puedo asegurarte nada. + +--Y de lo mío, ¿qué sabes? (con ansiedad mayor aún). + +--El Jefe del Personal no suelta prenda. Cuando le hablo de ti, me echa +un _veremos_, y un _yo haré lo que pueda_, que es tanto como no decir +nada. ¡Ah! entre paréntesis: ayer, después de hablar con el +Subsecretario, se coló Víctor en el Personal. Vino á contármelo el +hermano de Espinosa. El Jefe le enseñó las vacantes de provincias, y tu +yernito se dejó decir con arrogancia que á provincias no iba ni atado. + +--Amigo Ventura--indicó Villaamil con dolorosa consternación,--acuérdate +de lo que te anuncio. Tú lo has de ver, y si lo dudas, apostemos algo... +¿Á que ascienden á Víctor y á mí no me colocan? Otra cosa sería justicia +y razón, y la razón y la justicia andan ahora de paseo por las nubes. + +Pantoja volvió á ladear el gorro. Era una manera especial suya de +rascarse la cabeza. Dando un gran suspiro, que salió muy oprimido de la +boca, porque ésta no se abría sino con cierta solemnidad, trató de +consolar á su amigo en la forma siguiente: + +--No sabemos si podrán arreglar lo del expediente de Víctor, á pesar de +las ganas que parece tienen de ello sus protectores. Y por lo que hace á +ti, yo que tú, sin dejar de machacar en el Director, el Subsecretario y +el Ministro, me buscaría un buen faldón entre la gente que manda. + +--Pero si me cojo y tiro, y... como si no. + +--Pues sigue tirando, hombre, hasta que te quedes con el faldón en la +mano. Arrímate á los pájaros gordos, sean ó no ministeriales; dirígete á +Sagasta, á Cánovas, á D. Venancio, á Castelar, á los Silvelas; no +repares si son blancos, negros ó amarillos, pues al paso que vas, tal +como se han puesto las cosas, no conseguirás nada. Ni Pez ni Cucúrbitas +te servirán: están abrumados de compromisos, y no colocan más que á su +pandilla, á sus paniaguados, á sus ayudas de cámara, y hasta á los +barberos que les afeitan. Esa gente que sirvió á la Gloriosa primero y +después á la Restauración, está con el agua al cuello, porque tiene que +atender á los de ahora, sin desamparar á los de antes, que andan +ladrando de hambre. Pez ha metido aquí á alguien que estuvo en la +facción y á otros que retozaron con la cantonal. ¿Cómo puede olvidar Pez +que los del gorro colorado le sostuvieron en la Dirección de Rentas, y +que los amadeístas casi casi le hacen Ministro, y que los moderados del +tiempo de Sor Patrocinio le dieron la gran cruz? + +Villaamil oía estos sabios consejos, los ojos bajos, la expresión +lúgubre, y sin desconocer cuán razonables eran. Mientras que los dos +amigos departían de este modo, totalmente abstraídos de lo que en la +oficina pasaba, el maldito cojo Salvador Guillén trazaba en una +cuartilla de papel, con humorísticos rasgos de pluma, la caricatura de +Villaamil, y una vez terminada, y habiendo visto que era buena, puso por +debajo: _El señor de Miau, meditando sus planes de Hacienda_. Pasaba el +papel á sus compañeros para que se riesen, y el monigote iba de pupitre +en pupitre, consolando de su aburrimiento á los infelices condenados á +la esclavitud perpetua de las oficinas. + +Cuando Pantoja y Villaamil hablaban de generalidades tocantes al ramo, +no sonaban con armonioso acuerdo sus dos voces. Es que discrepaban +atrozmente en ideas, porque el criterio del honrado era estrecho y +exclusivo, mientras Villaamil tenía concepciones amplias, un plan +sistemático, resultado de sus estudios y experiencia. Lo que sacaba de +quicio á Pantoja era que su amigo preconizara el _income tax_, haciendo +tabla rasa de la Territorial, la Industrial y Consumos. El impuesto +sobre la renta, basado en la declaración, teniendo por auxiliares el +amor propio y la buena fe, resultaba un disparate aquí donde casi casi +es preciso poner al contribuyente delante de una horca para que pague. +La simplificación, en general, era contraria al espíritu del _probo +funcionario_, que gustaba de mucho personal, mucho lío y muchísimo mete +y saca de papeles. Y por último, algo había de recelo personal en +Pantoja, pues aquella manía de suprimir las contribuciones era como si +quisiesen suprimirle á él. Sobre esto discutían acaloradamente hasta que +á los dos se les agotaba la saliva. Y cuando Pantoja tenía que salir +porque le llamaba el Director, y se quedaba Villaamil solo con los +subalternos, éstos se distraían y solazaban un rato á cuenta de él, +distinguiéndose el cojo Guillén por su intención maligna. + +--Dígame, D. Ramón, ¿por qué no publica usted su plan para que lo +conozca el país? + +--Déjame á mí de publicar planes (paseándose agitadamente por la +oficina). ¡Sí; buen caso me haría ese puerco de país! El Ministro los ha +leído y les ha dado un vistazo el Director de Contribuciones. Como si +no... Y no es la dificultad de enterarse pronto, porque en las Memorias +que he escrito he atendido: primero, á la sencillez; segundo, á la +claridad; tercero, á la brevedad. + +--Yo creí que eran muy largas, pero muy largas--dijo Espinosa con +gravedad.--Como abrazan tantos puntos... + +--¿Quién le ha dicho á usted semejante cosa? (enfadándose). Si cada una +no abraza más que un punto, y son cuatro. Y basta y sobra. ¡Ojalá no me +hubiera ocupado de escribirlas! Bienaventurados los brutos... + +--Porque de ellos es la nómina de los cielos... Bien dicho, señor don +Ramón--observó Argüelles, mirando con ojeriza á Guillén, á quien +detestaba.--Á mí también se me ocurrió un plan; pero no quise darlo á +luz. Más cuenta me tenía componer el solo de trompa. + +--Eso, toque usted la trompa, y déjese de arreglar la Hacienda, que al +paso que va, pronto, ni los rabos. Mire usted, amigo Argüelles +(parándose ante la mesa del caballero de Felipe IV, la capa terciada, la +mano derecha muy expresiva). Yo he consagrado á esto mi experiencia de +tantos años. Podré acertar ó no; pero que aquí hay algo, que aquí hay +una idea, no puede dudarse. (Todos le oían con gran atención.) Mi +trabajo consta de cuatro Memorias ó tratados, que llevan su título para +más fácil inteligencia. Primer punto: _Moralidad_. + +--Muy bien. Rompe plaza la moralidad, que es lo primero. + +--Es el fundamento del orden administrativo. Moralidad arriba, moralidad +abajo, á izquierda y a derecha. Segundo punto: _Income tax_. + +--Que es la madre del cordero. + +--Fuera Territorial, Subsidio y Consumos. Lo substituyo con el impuesto +sobre la renta, con su recarguito municipal, todo muy sencillo, muy +práctico, muy claro; y expongo mis ideas sobre el método de cobranza, +apremios, investigación, multas, etc... Tercer punto: _Aduanas_. Porque, +fíjense ustedes, las Aduanas no son sólo un arbitrio, son un método de +protección al trabajo nacional. Establezco un arancel bien remontadito, +para que prosperen las fábricas y nos vistamos todos con telas +españolas. + +--_Superior de Holanda_... Don Ramón, Bravo Murillo era un niño de +teta... Siga usted... + +--Cuarto punto: _Unificación de la Deuda_. Recojo todo el papel que anda +por ahí con diferentes nombres: _Tres_ consolidado, Diferido, Bonos, +Banco y Tesoro, Billetes hipotecarios, y lo canjeo por un 4 por 100, +emitido al tipo que convenga... Se acabaron los quebraderos de +cabeza... + +--Sabe usted más, D. Ramón, que el muy marrano que inventó la Hacienda. + +(Coro de plácemes. El único que callaba era Argüelles, que no gustaba de +reírle mucho las gracias á Guillén.) + +--No es que sepa mucho (con modestia), es que miro las cosas _de la +casa_ como mías propias, y quisiera ver á este país entrar de lleno por +la senda del orden. Esto no es ciencia, es buen deseo, aplicación, +trabajo. Ahora bien: ¿ustedes me hicieron caso? Pues ellos tampoco. Allá +se las hayan. Llegará día en que los españoles tengan que andar +descalzos y los más ricos pedir para ayuda de un panecillo... digo, no +pedirán limosna, porque no habrá quien la dé. Á eso vamos. Yo les +pregunto á ustedes: ¿tendría algo de particular que me restituyesen á mi +plaza de Jefe de Administración? Nada, ¿verdad? Pues ustedes verán todo +lo que quieran, pero eso no lo han de ver. Vaya, con Dios. + +Salía encorvado, como si no pudiera soportar el peso de la cabeza. Todos +le tenían lástima; pero el despiadado Guillén siempre inventaba algún +sambenito que colgarle á la espalda después que se iba. + +--Aquí he copiado los cuatro puntos conforme los decía: señores, oro +molido. Vengan acá. ¡Qué risa, Dios! Vean, vean los cuatro títulos, +escritos uno bajo el otro. + +_Moralidad_. + +_Income tax_. + +_Aduanas_. + +_Unificación de la Deuda_. + +Juntadas las cuatro iniciales, resulta la palabra _M I A U»_. + +Una explosión de carcajadas retumbó en la oficina, poniéndola tan alegre +como si fuera un teatro. + + + + +XXIII + + +Desconcertada para muchos días quedó Abelarda después del largo diálogo +aquel con Víctor; pero ponía la infeliz tal arte en evitar que su madre +y su tía comprendieran el estado de su ánimo, que lo lograba al fin. +Desde el día posterior á las incomprensibles declaraciones de Víctor, +notó á éste taciturno. Evitaba encontrarse solo con su cuñada; apenas la +miraba, y ni por incidencia le dirigía palabra alguna. Creyérase que un +delicado asunto personal le traía caviloso. Transcurrido poco tiempo, +observó Abelarda que estaba de mejor temple y que le echaba miradas +amorosas y lánguidas, á las que ella, sin poderlo remediar, respondía +con otras inflamadas aunque rapidísimas. Delante de la familia le +hablaba Víctor; pero á solas ni jota. Estaban, pues, como los que se +aman y no se atreven á decírselo: mas ella esperaba ese estallido +impensado y súbito de la ocasión que no falta nunca, como si las leyes +del tiempo y del espacio tuvieran marcado el necesario instante en que +se junten las órbitas de los seres compelidos á ello por la voluntad. En +aquella temporada le dió á la insignificante por ir á la iglesia +bastante á menudo. Las prácticas religiosas de los Villaamil se +concretaban á la misa dominguera en las Comendadoras, y esto no con +rigurosa puntualidad. Don Ramón faltaba rara vez; pero doña Pura y su +hermana, por aquello de no estar vestidas, por quehaceres ó por otra +causa, quebrantaban algunos domingos el precepto. Abelarda se sentía +ansiosa de corroborar su espíritu en la religión y meditar en la +iglesia; se consolaba mirando los altares, el sagrario donde el propio +Dios está guardado, oyendo devotamente la misa, contemplando los santos +y vírgenes con sus ahuecadas vestiduras. Estos inocentes consuelos le +sugirieron pronto la idea de otro más dulce y eficaz, el confesarse; +porque sentía la necesidad imperiosa y punzante de confiar á alguien un +secreto que no le cabía en el corazón. Temía que si no lo confiaba, _se +le escaparía_ á lo mejor con espontaneidad indiscreta delante de sus +padres, y esto le aterraba, porque sus padres se habrían de enfadar +cuando tal supieran. ¿Á quién confiarlo? ¿Á Luis? Era muy niño. Hasta se +le pasaba por las mientes el disparate increíble de revelar su secreto +al buenazo de Ponce. Por último, el mismo sentimiento religioso que se +amparaba de su alma le inspiró la solución, y á la mañana siguiente de +pensarla acercóse al confesonario y le contó al cura lo que le pasaba, +añadiendo pormenores que al sacerdote no le importaba saber. Después de +la confesión se quedó la insignificante muy aliviada y con el espíritu +bien dispuesto para lo que pudiera sobrevenir. + +Como era tiempo de Cuaresma, había ejercicios todas las tardes en las +Comendadoras y los viernes en Monserrat y en las Salesas Nuevas. Algo +chocaba á la familia la asiduidad con que Abelarda iba á la iglesia, y á +doña Pura no se le pudrió en el cuerpo esta observación impertinente: +«¡Vaya, hija, á buenas horas mangas verdes!» + +La circunstancia de que Ponce estaba complacidísimo y un si es no es +entusiasmado con las devociones de su novia, por ser él uno de los +chicos más católicos de la generación presente (aunque más de pico que +de obras, como suele suceder), acalló las susceptibilidades de doña +Pura. El ínclito joven acompañaba á su novia algunas tardes á la +iglesia, á pesar de las reiteradas instancias de ella para que la dejara +sola. Comúnmente la esperaba al salir, y juntos iban hasta la casa, +hablando del predicador, como la noche antes, en la tertulia, hablaban +de los cantantes del Real. Si Abelarda iba temprano á la iglesia, la +acompañaba Luis, que á poco de probar estas excursiones tomó grandísima +afición á ellas. El buen Cadalsito pasaba un rato con devoción y +compostura; pero luego se cansaba y se ponía á dar vueltas por la +iglesia, mirando los estandartes de la Orden de Santiago que hay en las +Comendadoras, acercándose á la reja grande para atisbar á las monjas, +inspeccionando los altares recargados de ex-votos de cera. En Monserrat, +iglesia perteneciente al antiguo convento que es hoy Cárcel de Mujeres, +no se encontraba Luis tan á gusto como en las Comendadoras, que es uno +de los templos más despejados y más bonitos de Madrid. Á Monserrat +encontrábalo frío y desnudo; los santos estaban mal trajeados; el culto +le parecía pobre, y, además de esto, había en la capilla de la derecha, +conforme entramos, un Cristo grande, moreno, lleno de manchurrones de +sangre, con enaguas y una melena natural tan larga como el pelo de una +mujer, la cual efigie le causaba tanto miedo, que nunca se atrevía á +mirarla sino á distancia, y ni que le dieran lo que le dieran entraba en +su capilla. + +Sucedió más de una vez que Cadalsito, en su inquieta vagancia dentro de +la iglesia, se sentaba en algún banco solitario, sintiéndose acometido +del mal precursor de la extraña visión. Más de una vez se dijo que en +tal sitio, á poco que se adormilase, había de ver al _Señor de la barba +blanca_, por ser aquélla una de sus casas. Pero cerraba los ojos, +haciendo como una mental evocación de la extraordinaria visita, y ésta +no se presentaba. En alguna ocasión, no obstante, creyó ver al augusto +anciano saliendo por una puerta de la sacristía y perdiéndose en el +altar, como si se introdujera por invisible hueco. También le pareció +que el mismo Señor salía revestido de la sacerdotal túnica y casulla +bordada, á decir misa, _á decirse á sí mismo la misa_, cosa que á +Cadalsito le pareció por demás extraña. Pero no estaba muy seguro de que +esto fuera así, y bien podía ser que se engañase; al menos, grandes +dudas tenía sobre el particular. Una tarde, oyendo en Monserrat el +rosario que rezaba el cura, al cual contestaban en la iglesia unas dos +docenas de mujeres y en el coro las presas, que debían ser más de ciento +por el murmullo intensísimo que sus voces hacían, Luisito se sintió con +los síntomas de somnolencia. En la iglesia había muy poca luz, y todo en +ella era misterio, sombras que la cadencia tétrica del rezo hacía más +cerradas y tenebrosas. Desde donde Cadalsito estaba, veía un brazo del +Cristo aquel, y la lamparilla que junto al brazo colgaba del techo. Le +entró tal pánico, que se habría marchado á la calle si hubiera podido; +pero no se pudo levantar. Hizo propósito de vencer el sopor, y se +pellizcó los brazos diciendo: «¡Ay! ¡contro! Si me duermo y se me pone +al lado el Cristo de las melenas, del miedo me caigo muerto». Y el +miedo y los esfuerzos por despabilarse vencían al fin su insano sopor. + +En cambio de estos malos ratos, Monserrat se los proporcionaba buenos, +cuando se aparecía por allí su amigo y condiscípulo Silvestre Murillo, +hijo del sacristán. Silvestre inició á Luis en algunos misterios +eclesiásticos, explicándole mil cosas que éste no comprendía; por +ejemplo: qué era la Reserva del Santísimo, qué diferencia hay entre el +Evangelio y la Epístola, por qué tiene San Roque un perro y San Pedro +llaves, metiéndose en unas erudiciones litúrgicas que tenían que oir. +«La hostia, verbigracia, lleva dentro á Dios, y por eso los curas, antes +de cogerla, se lavan las manos para no ensuciarla; y _dominus vobisco_ +es lo mismo que decir: _cuidado, que seáis buenos_». Metidos los dos en +la sacristía, Silvestre le enseñaba las vestiduras, las hostias sin +consagrar, que Cadalso miraba con respeto supersticioso, las piezas del +monumento que pronto se armaría, el palio y la manga-cruz, revelando en +el desenfado con que lo enseñaba y en sus explicaciones un cierto +escepticismo del cual no participaba el otro. Pero no pudo Murillito +hacerle entrar en la capilla del Cristo de las melenas, ni aun +asegurándole que él las había tenido en la mano cuando su madre se las +peinaba, y que aquel Señor era muy bueno y hacía la mar de milagros. + +Como la mente de los chicos se impresiona con todo, y á esta impresión +se amolda con energía y prontitud su naciente voluntad, aquellas visitas +á la iglesia despertaron en Cadalsito el deseo y propósito de ser cura, +y así lo manifestaba á sus abuelos una y otra vez. Todos se reían de +esta precoz vocación, y al mismo Víctor le hizo mucha gracia. Sí, +Luisito aseguraba que ó no sería nada ó cantaría misa, pues le +entusiasmaban todas las funciones sacerdotales, incluso el predicar, +incluso el meterse en el confesonario para _oir los pecados de las +mujeres_. Díjolo con ingenuidad tan graciosa, que todos se partieron de +risa, y de ello tomó pie Víctor para romper á hablar á solas con la +insignificante por primera vez después de la conferencia de marras. No +estaba presente ninguna persona mayor, y el único que podía oir era +Luis, y estaba engolfado en su álbum filatélico. + +--Yo no diré, como mi hijo, que quiero ordenarme; ¡pero ello es que de +algún tiempo á esta parte siento en mí una necesidad tan viva de +creer!... Este sentimiento, júzgalo como quieras, me viene de ti, +Abelarda (aquí una mirada amplia, sostenida, tiernísima), de ti, y de la +influencia que tu alma tiene sobre la mía. + +--Pues cree, ¿quién te lo impide?--repuso la joven, que se sentía +aquella tarde con facilidades para hablar, y esperaba mayor claridad en +él. + +--Me lo impiden las rutinas de mi pensamiento, las falsas ideas +adquiridas en el trato social, que forman una broza difícil de extirpar. +Me convendría un maestro angélico, un ser que me amase y que se +interesara por mi salvación. ¿Pero dónde está ese ángel? Si existe, no +es para mí. Soy muy desgraciado. Veo el bien muy próximo, y no me puedo +acercar á él. Dichosa tú si no comprendes esto. + +Encontrábase la señorita de Villaamil con fuerzas para tratar aquel +asunto, porque la religión se las diera hasta para confesar su secreto á +quien no debía oírlo de sus labios. + +--Yo quise creer, y creí--dijo.--Yo busqué un alivio en Dios, y lo +encontré. ¿Quieres que te cuente cómo? + +Víctor, que, sentado junto á la mesa, se oprimía la cabeza entre las +manos, levantóse de pronto, diciendo con el tono y gesto de un consumado +histrión: + +--No hables: me atormentarías sin consolarme. Soy un réprobo, un +condenado... + +Estas frases de relumbrón, espigadas sin criterio en diferentes libros, +las traía muy preparaditas para espetarlas en la primera ocasión. Apenas +dichas, acordóse de que había quedado en juntarse en el café con varios +amigos, y buscó la fórmula para cortar la hebra que su cuñada había +empezado á tender entre boca y boca. + +--Abelarda, necesito alejarme, porque si estoy aquí un minuto más... yo +me conozco: te diré lo que no debo decirte... al menos todavía... Dame +tu permiso para retirarme. Voy á dar vueltas por las calles, sin +dirección fija, errante, calenturiento, pensando en lo que no puede ser +para mí... al menos todavía... + +Dió un suspiro, y hasta otra... Dejó á la insignificante confusa y con +un palmo de morros, procurando desentrañar el significado de aquel _al +menos todavía_, frase de risueños horizontes. + +Por la noche, antes de comer, Víctor entró muy gozoso y dió un abrazo á +su suegro, al cual no le hicieron gracia tales confianzas, y estuvo por +decirle: «¿En qué pícaro bodegón hemos comido juntos?» No tardó el otro +en explicar los móviles de su enhorabuena. Había estado en el Ministerio +aquella tarde, y el Jefe del Personal le dijo que Villaamil iba en la +primera hornada. + +--¡Otra vez el mismo cuento!--exclamó don Ramón furioso.--¿De cuándo acá +es permitido que te burles de mí? + +--No es burla, hombre--manifestó doña Pura, alentada por dulces +esperanzas.--Cuando él te lo dice es porque lo sabe. + +--Créalo usted ó no lo crea, es verdad. + +--Pues yo lo niego, yo lo niego--declaró Villaamil, rayando el aire con +el dedo índice de la mano derecha.--Y de mí no se ríe nadie, ¿estamos? +¿Cuándo y por dónde te has ocupado tú de mí en el Ministerio? Tú vas +allá por tus asuntos propios, por trabajar tu ascenso, que te darán... +¡Ah! Yo estoy cierto de que te lo dan... Bueno fuera que no. + +--Pues yo lo digo á usted (con gran energía) que podré haber ido otras +veces con ese objeto; pero hoy por hoy fuí, y por cierto en compañía de +dos diputados de muchísima influencia, exclusivamente á interceder por +usted, á hablarle gordo al Jefe del Personal, después de teclear al +Ministro. Si no se lo digo á usted porque me lo agradezca; si esto no +tiene mérito ninguno... Y tan cierto como es luz esa que nos alumbra +(con solemne acento), lo es que yo dije á los amigos que me apoyan: +«Señores, antes que mi ascenso, pídase la colocación de mi suegro». +Repito que no lo digo para que me lo agradezca nadie. Vaya un puñado de +anís... + +Doña Pura estaba radiante, y Villaamil, desconcertado en su pesimismo, +parecía un combatiente á quien le destruyen de improviso las defensas +que le amparan, dejándole inerme y desnudo ante las balas enemigas. +Esforzábase en recobrar su aplomo pesimista... «Historias... Bueno, y +aunque fuese verdad que Juan, Pedro y Diego me recomendaran, ¿de eso se +sigue que me coloquen? Déjame en paz, y pide para ti, pues sin abrir la +boca te lo han de dar, mientras que yo, aunque vuelva loco al género +humano, nada alcanzaré». + +Abelarda, aunque no desplegó los labios, sentía su pecho inundado de +gratitud hacia Víctor y se congratulaba de amarle, declarándose que +ninguna duda podía existir de la bondad de sus sentimientos. Imposible +que aquel acento noble y hermoso no fuera el acento de la verdad. +Mientras comían, se discutió lo mismo: Villaamil opinando tercamente que +jamás habría piedad para él en las esferas ministeriales, y la familia +entera sosteniendo con denuedo lo contrario. Entonces soltó Luisito +aquella frase que fué célebre en la familia durante una semana y se +comentó y repitió hasta la saciedad, celebrándola como gracia +inapreciable, ó como uno de esos rasgos de sabiduría que de la mente +divina pueden descender á la de los seres cuyo estado de gracia les +comunica directamente con aquélla. Lo dijo Cadalsito con ingenuidad +encantadora y cierto aplomo petulante que aumentaba el hechizo de sus +palabras. «Pero abuelito, parece que eres tonto. ¿Por qué estás pidiendo +y pidiendo á esos tíos de los Ministerios, que son unos cualisquieras y +no te hacen caso? Pídeselo á Dios, ve á la iglesia, reza mucho, y verás +cómo Dios te da el destino». + +Todos se echaron á reir; pero en el ánimo de Villaamil hizo efecto muy +distinto la salida del inspirado niño. Por poco se le saltan al buen +viejo las lágrimas, y dando un golpe en la mesa con el cabo del tenedor, +decía: «Ese demonches de chiquillo sabe más que todos nosotros y que el +mundo entero». + + + + +XXIV + + +Marchóse Víctor, apenas tomado el postre, que era, por más señas, miel +de la Alcarria, y de sobremesa, doña Pura echó en cara á su marido la +incredulidad y desabrimiento con que éste había oído lo expresado por el +yerno. + +--¿Por qué no ha de ser cierto que se interesa por ti? No debemos +ponernos siempre en la mala. Es más: Víctor, si no lo ha hecho, estaba +en la obligación de hacerlo. + +--Pues es claro...--observó Abelarda, dispuesta á hacer panegírico +ardiente de su cuñado, á quien no entendía en la cuestión de amores, +pero cuya cacareada maldad estimaba calumniosa. + +--¿Pero vosotras--dijo Villaamil sulfurándose--sois tan cándidas que +creéis lo que dice ese embustero trapalón?... Apuesto lo que queráis á +que, en vez de recomendarme, lo que ha hecho es llevarle al Jefe del +Personal algún cuento para que se le quiten las pocas ganas que tiene de +servirme... + +--¡Jesús, Ramón! + +--¡Papá, por Dios!... también usted tiene unas cosas... + +--Parece mentira que en tantos años no hayáis aprendido á conocer á ese +hombre (exaltándose), el más malo y más traicionero que hay bajo la capa +del sol. Para hacerle más temible, Dios, que ha hecho tan hermosos á +algunos animales dañinos, le dió á éste el mirar dulce, el sonreir +tierno y aquella parla con que engaña á los que no le conocen, para +atontarles, fascinarles y comérseles después... Es el monstruo más... + +Detúvose Villaamil al reparar que estaba presente Luisito, quien no +debía oir semejante apología. Al fin era su padre. Y por cierto que el +pobre niño clavaba en el abuelo sus ojos con expresión de terror. +Abelarda, como si le arrancaran el corazón á tenazazos, sentía impulsos +de echarse á llorar, seguidos de un brutal anhelo de contradecir á su +padre, de taparle la boca, de disparar algún denuesto contra su cabeza +venerable. Levantóse y se fué á su cuarto, aparentando que entraba á +buscar algo, y desde allí oyó aún el murmullo de la conversación... Doña +Pura denegaba tímidamente lo dicho por su esposo, y éste, después que se +retiró Luisito, llamado por Milagros para lavarle en la cocina boca y +manos, reiteró su bárbaro, implacable y sangriento anatema contra +Víctor, añadiendo que con él no iba ni á recoger monedas de cinco duros. +Era tan hondo el acento del buen Villaamil, y tan lleno de sinceridad y +convicción, que Abelarda creyó volverse loca en aquel mismo instante, +soñando como único alivio á su desatada pena salir de la casa, correr +hacia el Viaducto de la calle de Segovia y tirarse por él. Figurábase el +momento breve de desplomarse al abismo, con las enaguas sobre la cabeza, +la frente disparada hacia los adoquines. ¡Qué gusto! Después la +sensación de convertirse en tortilla, y nada más. Se acabaron todas las +fatigas. + +Á poco de esto, empezó á llegar la escogida sociedad que frecuentaba en +determinadas noches aquella elegante mansión. Milagros, terminada su +faena en la cocina, preparó la luz de petróleo para iluminar la sala. Se +arregló, dejando en la cocina á la vieja que iba á fregar, pues la +_pudorosa Ofelia_, si se adaptaba con gusto a todos los ramos de la +culinaria, no entraba con aquel rudo trajín del fregado, y á poco +penetró en _sus salones_ tan bien apañadita que daba gusto verla. +Abelarda tardó más en presentarse, y apareció al fin con tan fuerte mano +de polvos en la cara, que parecía una molinera. Y aun no bastaba tanto +afeite á disimular el tono cadavérico de su faz ni el cerco violado de +sus ojos. Virginia Pantoja, su madre y otras señoras la observaron y +callaban, guardando sus comentarios para postdata de la tertulia. +Ninguna de las amigas dejó de decir para sí: «¡Ajadilla está!» Fue +también aquella noche Salvador Guillén, el cual presentó á su compañero +de oficina, el elegante Espinosa. Villaamil, desde que empezaba á +entrar gente, se iba á la calle, renegando de la tal tertulia, y se +pasaba en el café un par de horitas oyendo hablar de crisis ó probando, +como dos y tres son cinco, que debía haberla. Solía Pantoja acompañarle, +volviendo después con él para recoger á la familia, y por el camino +seguían glosando el tema eterno, sin agotarlo nunca ni encontrar jamás +la última variación. Conocedor sagaz de la vida burocrática y de las +misteriosas energías psicológicas que determinan la elevación y caída de +funcionarios, Pantoja trazaba á su amigo un nuevo plan de campaña. +Primero, sin perjuicio de buscarse entre la gente política de influencia +algún padrinazgo de empuje, convenía no dejar vivir al Ministro, ni al +Jefe del Personal; convertirse en su sombra, espiarles las entradas y +salidas, acometerles cuando más descuidados estuvieran, ponerles en el +terrible dilema de _la credencial_ ó _la vida_, imponerse por el terror. +De esta manera se sacaba siempre tajada, pues al fin, Ministros, +Subsecretarios y Jefes del Personal eran hombres, y para poder respirar +y vivir daban al moscón lo que pedía, por quitárselo de encima de su +alma y perderlo de vista. Reconociendo el profundo sentido humano y +político de estos consejos, Villaamil deploraba sinceramente haber +llegado al extremo de ser él lo que tantas veces había censurado en +otros; acosador importuno y pordiosero inaguantable. + +Víctor no solía concurrir a las tertulias; pero aquella noche entró más +temprano que de costumbre y pasó á la sala, produciendo la admiración de +Virginia Pantoja y de las chicas de Cuevas. ¡Era tan superior por todos +conceptos á los tipos que allí se veían! Guillén le tenía ojeriza, y +como Víctor le pagaba en la misma moneda, se tirotearon con frases de +doble sentido, haciendo reir á la concurrencia. + +Al día siguiente, antes de almorzar, hallándose en el comedor Víctor, su +suegra, Abelarda y Luisito, que acababa de llegar de la escuela, dijo +Cadalso á doña Pura: + +--¿Pero cómo reciben ustedes en su casa á ese cojo inmundo? ¿No +comprenden que viene por divertirse observando y contar luego en la +oficina lo que ve? + +--¿Pero acaso tenemos monos pintados en la cara--dijo Pura con +desenfado,--para que ese cojitranco venga aquí nada más que á reirse? + +--Es un sapo venenoso que en cuanto ve algo que no es sucio como él, se +irrita y suelta toda la baba. Cuando papá va á la oficina de Pantoja, +¿en qué creen ustedes que se ocupa Guillén? En hacerle la caricatura. +Tiene ya una colección que anda de mano en mano entre aquellos gandules. +Ayer, sin ir más lejos, vi una con un letrero al pie que dice: _El señor +de Miau, meditando su plan de Hacienda_. Había ido corriendo de oficina +en oficina, hasta que Urbanito Cucúrbitas la llevó al Personal, donde +el majadero de Espinosa, hermano de ese cursilón que estuvo aquí anoche, +la pegó en la pared con cuatro obleas para que sirviera de chacota á +todo el que entraba. Cuando vi aquello me sulfuré, y por poco se arma +allí la de San Quintín. + +Doña Pura se indignó tanto, que el coraje le cortaba la respiración y la +palabra. + +--Pues yo le diré á ese galápago que no vuelva á poner los pies en mi +casa... ¿Y cómo dices que llaman á mi marido? ¿Habrá desvergüenza?... + +--Es que le quieren aplicar ahora el mote que le pusieron á la familia +en el Real--dijo Víctor dulcificando su crueldad con una sonrisa;--mote +que no tiene maldita gracia. + +--¡Á nosotras, á nosotras!--exclamaron á un tiempo, rojas de ira, las +dos hermanas. + +--Tomémoslo á risa, pues no merece otra cosa. Es público y notorio que +cuando toman ustedes posesión de su sitio en el Paraíso, todo el mundo +dice: «Ya están ahí las _Miaus_...» ¡qué tontería! + +--¡Y el muy mamarracho se ríe de la gracia!--exclamó doña Pura cogiendo +lo primero que encontró á mano, que fué un pan, y apuntando con él á la +cabeza de su yerno. + +--No, no la emprenda usted conmigo, señora, que no soy yo autor del +apodo... Pues si yo las acompañara á ustedes alguna vez y un cursi de +aquéllos se atreviera á mayar delante de mí, de la primera boletada +todas sus muelas salían á tomar el aire. + +--No estás tú mal fantasmón (devorando su ira). Pico, y nada más que +pico. ¡Si no tuviéramos nosotras más defensa que tú!... + +La ira de las dos hermanas era nada en comparación de la que agitaba el +ánimo de Luisito Cadalso, al oir que el cojo Guillén motejaba á su +abuelo y le ponía en solfa; y para sí decía: «De todo esto tiene la +culpa _Posturitas_, y le he de dar pa el pelo, porque la ordinariota de +su mamá, que es hermana de Guillén, fué la que puso el mote, ¡contro!, y +luego se lo dijo al cojo, que es un sapo venenoso, y el muy canalla se +lo ha dicho á los de la oficina». + +Tan rabioso se puso, que al ir á la escuela cerraba los puños y apretaba +los dientes. De seguro que si encuentra á _Posturitas_ en la calle la +emprende con él dándole una morrada buena en _mitá la cara_. Tocóle +después estar á su lado en la clase y le pegó con el codo, diciéndole: +«No _quio na_ contigo, sinvergüenza. Tú no eres caballero, ni tu familia +tampoco son caballeros». El otro no le contestó, y dejando caer la +cabeza sobre el brazo, cerró los ojos como vencido de un profundo sueño. +Hubo de notar entonces Cadalso que su amigo tenía la cara muy encendida, +los párpados hinchados, la boca abierta, respirando por ella, y á ratos +soplando fuertemente por la nariz, como si quisiera desobstruirla. +Nuevos y más fuertes codazos de Luisito no le hicieron salir de aquel +pesado sopor. «¿Qué tienes, recontro?... ¿estás malo?» La cara de +_Posturitas_ echaba fuego. El maestro llegó por allí, y viéndole en tal +estado y que no había medio de enderezarle, le observó, le pulsó, le +puso la mano en la cara. «Chiquillo, tú estás malo; vete corriendo á tu +casa y que te acuesten y te abriguen bien para que sudes». Levantóse +entonces el rapaz tambaleándose, y con cara y gesto de malísimo humor, +atravesó la sala de la escuela. Algunos compañeros le miraron con +envidia porque se iba á su casa antes que los demás. Otros, Cadalsito +entre ellos, creían que la enfermedad era farsa, pura comedia para irse +de pingo y estarse brincando toda la tarde en el Retiro con los peores +gateras de Madrid. Porque era muy pillo, muy embustero, y en poniéndose +á inventar y á hacer pamemas, no había quien le ganara. + +Al día siguiente, Murillito trajo la noticia de que Paco Ramos estaba +enfermo de tabardillo, y que le había entrado tan fuerte, pero tan +fuerte, que si no bajaba la calentura aquella noche, se moriría. Hubo +discusión á la salida sobre ir ó no á verle. «Que eso se pega, +_hombre_».--«Que no se pega... ¡bah, tú!»--«Morral».--«Morral él». Por +fin, Murillito, otro que llamaban Pando y Cadalso con ellos, fueron á +verle. Era á dos pasos de la escuela, en la casa que tiene farol y +muestra de prestamista. Subieron los tres muy ternes, discutiendo +todavía si se pegaba ó no se pegaba la _tifusidea_, y Murillito, el más +farfantón de la partida, les animaba escupiendo por el colmillo. «No +seáis gallinas. ¡Si creeréis que por entrar vus vais á morir!...» +Llamaron, y les abrió una mujer, quien al ver la talla y fuste de los +visitantes, no les hizo maldito caso y les dejó plantados, sin dignarse +responder á la pregunta que hizo Murillito. Otra mujer pasó por el +recibimiento y dijo: «¿Qué buscan aquí estos monos? ¡Ah! ¿Venís á saber +de Paquito? Más animado está esta tarde...» «Que pasen, que pasen--gritó +dentro otra voz femenil,--á ver si mi niño les conoce». Vieron, al +entrar, el despacho de los préstamos, donde estaba un señor de gorro y +espejuelos que _parecía un ministro_ (según pensó Cadalso), y +atravesaron luego un cuarto grande donde había ropa, golfos de ropa, la +mar de ropa, y por fin, en una habitación toda llena de capas dobladas, +cada una con su cartón numerado, yacía el enfermo y á su lado dos +enfermeras, la una sentada en el suelo, la otra junto al lecho. +_Posturitas_ había delirado atrozmente toda la noche y parte de la +mañana. En aquel momento estaba más tranquilo, sin que el recargo se +iniciara aún. «Rico--le dijo la mujer ó señora instalada á la cabecera, +y que debía de ser la mamá,--aquí están tus amiguitos, que vienen á +preguntar por ti. ¿Quieres verles?» El pobre niño exhaló una queja, +como si quisiera romper á llorar, lenguaje con que indican las criaturas +enfermas lo que les desagrada y molesta, que suele ser todo lo +imaginable. «Mírales, mírales. Te quieren mucho». Paquito dió una vuelta +en la cama, é incorporándose sobre un codo, echó á sus amigos una mirada +atónita y vidriosa. Tenía los ojos, aunque inflamados, mortecinos, los +labios tan cárdenos que parecían negros, y en los pómulos manchas de +color de vino. Cadalso sentía lástima y también terror instintivo que le +mantuvo desviado de la cama. La mirada fija y sin luz de su compañero de +escuela le hacía temblar. Paco Ramos sin duda no conoció de los tres más +que á Luisito, porque sólo dijo _Miau, Miau_, después de lo cual su +cabeza se derrumbó sobre la almohada. La madre hizo una seña á los +chicos para que despejaran, y ellos obedecieron como unos santos. En la +habitación próxima tropezaron con dos hermanillos de _Posturitas_, más +chicos que él, carisucios y culirrotos, los zapatos agujereados y los +mandiles hechos una sentina. El uno arrastraba un muñeco de trapo +amarrado por el pescuezo, y el otro un caballo sin patas, gritando como +un desesperado _¡arre!_ Al ver gente menuda, se fueron detrás, deseando +hacer migas con ella; pero Murillo, echándoselas de persona, les +reprendió por la bulla que armaban, estando el hermanito malo. Ellos se +miraron estupefactos. No comprendían jota. El más pequeño sacó del +bolsillo del delantal un pedazo de pan ya muy lamido, todo lleno de +babas, y le metió el diente con fe. Al pasar por la sala, el señor aquel +que parecía un ministro estaba examinando dos mantones de Manila que lo +presentaba una mujer. Los tres amigos lo saludaron con exquisita +cortesía, pero él no les contestó. + + + + +XXV + + +Muy pensativo se fué Cadalsito á su casa aquella tarde. El sentimiento +de piedad hacia su compañero no era tan vivo como debiera, porque el +mameluco de Ramos le había insultado, arrojándole á la cara el infamante +apodo, delante de gente. La infancia es implacable en sus +resentimientos, y la amistad no tiene raíces en ella. Con todo, y aunque +no perdonaba á su mal educado compañero, pensó pedir por él en esta +forma: «Ponga usted bueno á _Posturitas_. Á bien que poco le cuesta. Con +decir _levántate, Posturas_, ya está». Acordándose después de que la +mamá de su amigo, aquella misma señora que estaba junto al lecho tan +afligida, era la inventora del ridículo bromazo, renovóse en él la +inquina que le tenía. «Pero no es _señora_--pensó.--No es más que +_mujer_, y ahora Dios la castiga de firme por poner motes». + +Aquella noche estuvo muy intranquilo; dormía mal, se despertaba á cada +instante, y su cerebro luchaba angustiosamente con un fenómeno muy +singular. Habíase acostado con el deseo de ver á su benévolo amigo el de +la barba blanca; los síntomas precursores se habían presentado, pero la +aparición no. Lo doloroso para Cadalsito era que soñaba que la veía, lo +que no era lo mismo que verla. Al menos no estaba satisfecho, y su mente +forcejeaba en un razonar penoso y absurdo, diciendo: «No es éste, no es +éste... porque yo no le veo, sino sueño que le veo, y no me habla, sino +sueño que me habla». De aquella febril cavilación pasaba á estotra: «Y +no podrá decir ya que no estudio, porque hoy sí que me supe la lección, +¡contro! El maestro me dijo: «Bien, bien, Cadalso». Y la clase toda +estaba turulata. Largué de corrido lo del adverbio, y no me comí más que +una palabra. Y cuando dije lo de que caía el maná en el desierto, +también _me lo supe_, y sólo me trabuqué después en aquello de los +Mandamientos, por decir que los trajo encima de un tablero, en vez de +una tabla». Luis exageraba el éxito de su lección de aquel día. La dijo +mejor que otras veces, pero no había motivo fundado para tanto bombo. + +Mala noche fué aquélla para los dos habitantes del estrecho cuarto, pues +Abelarda no hacía más que dar vueltas en su catre, rebelde al sueño, +conciliándolo breves minutos, sintiéndose acometida por bruscos +estremecimientos, que la hacían pronunciar algunas palabras, de cuyo +sonido se asombraba ella propia. Una vez dijo: «Huiré con él». Y al +punto le respondió un acento suspirón: «Con el que tenía los anillos de +puros». Al oir esto, dió un salto aterrada. ¿Quién le respondía? Todo +era silencio en la alcoba; pero al poco rato la voz volvió á sonar, +diciendo: «Le castiga usted por malo, por poner motes». Al fin, la mente +de Abelarda se esclarecía, pudiendo apreciar la realidad y reconocer la +vocecilla de su sobrino. Volvióse del otro lado y se durmió. Luis +murmuraba gimiendo, como si quisiera llorar y no pudiese. «Que sí me +supe la lección... que sí». Y al cabo de un rato: «No me mojes el sello +con tu boca negra... ¿Ves? Eso te pasa por malo. Tu mamá no es señora, +sino mujer...» Á lo que contestó Abelarda: «Esa elegantona que te +escribe cartas no es dama, sino una tía _feróstica_... Tonto, y me +desprecias á mí por ella, á mí, que me dejaría matar por...! Mamá, mamá, +yo quiero ser monja». «No...--decía Luis,--ya sé que no le dió usted al +Sr. de Moisés los Mandamientos en un tablero, sino en una tabla... +Bueno, en dos tablas... _Posturas_ se va á morir. Su padre le envolverá +en aquel mantón de Manila... Usted no es Dios, porque no tiene +ángeles... ¿En dónde están los ángeles?» + +Y Abelarda: «Ya pesqué la llave de la puerta. Quiero escapar. ¡Con el +frío que hace, esperándome en la calle!... ¡Vaya un llover!» + +Luis: «Es un ratón lo que _Posturas_ echa por la boca, un ratón negro y +con el rabo mu largo. Me escondo debajo de la mesa. ¡Papá!» + +Abelarda en voz alta: «Qué... ¿qué es eso, Luis? ¿qué tienes? +Pobrecito... esas pesadillas que le dan. Despierta, hijo, que estás +diciendo disparates. ¿Por qué llamas á tu papá?» + +Despierto también Luis, aunque no con el sentido muy claro: «Tiíta, no +duermo. Es que... un ratón. Pero mi papá lo ha cogido. ¿No ves á mi +papá? + +--Tu papá no está aquí, tontín; duérmete. + +--Sí que está... Mírale, mírale... Estoy despierto, tiíta. ¿Y tú? + +--Despéjate, hijo... ¿Quieres que encienda luz? + +--No... Tengo sueño. Es que todo es muy grande, todas las cosas grandes, +y mi papá estaba acostado contigo, y cuando yo le llamé vino á cogerme. + +--Prenda, acuéstate de ladito y no tendrás malos sueños. ¿De qué lado +estás acostado? + +--Del lado de la mano izquierda... ¿Por qué es todo grandísimo, del +tamaño de las cosas mayores? + +--Acuéstate del lado derecho, alma mía. + +--Estoy del lado de la mano izquierda y del pie derecho... ¿Ves? éste es +el pie derecho, ¡tan grande! Por eso la mamá de Posturas no es señora. +Tiíta... + +--¿Qué? + +--¿Estás dormida?... Yo me duermo ahora. ¿Verdad que no se muere +_Posturas_? + +--¡Qué se ha de morir, hombre! No pienses en eso. + +--Díme otra cosa. ¿Y mi papá se va á casar contigo? + +En la excitación cerebral que producen la obscuridad y el insomnio, +Abelarda no pudo responder lo que habría respondido á la luz del día con +la cabeza serena; por cuya razón se dejó decir: «No sé todavía... +verdaderamente no sé nada... Puede...» + +Poco después murmuró Luis «bueno» en tono de conformidad, y se quedó +dormido. Abelarda no pegó los ojos en el resto de la noche, y al día +siguiente se levantó muy temprano, la cabeza pesadísima, los párpados +encendidos y el humor destemplado, deseando hacer algo extraordinario y +nuevo, reñir con alguien, así fuese el mismísimo cura cuya misa pensaba +oir pronto, ó el monago que había de ayudarla. Se fué á la iglesia, y en +ella tuvo muy malos pensamientos, tales como escabullirse de la casa sin +saber para qué, casarse con Ponce y pegársela después, meterse monja y +amotinar el convento, hacerle una declaración burlesca de amor al cojo +Guillén, empezar la representación de la comedia y retirarse á la +mitad, dejándoles á todos plantados; envenenar á Federico Ruiz, tirarse +del paraíso del Real á las butacas en lo mejor de la ópera... y otros +disparates por el estilo. Pero la permanencia en el templo, silencioso y +plácido, las tres misas que oyó, sosegaron poco á poco sus nervios, +estableciendo en su cerebro la normalidad de las ideas. Al salir se +asustaba y aun se reía de aquellas extravagancias sin sentido. Pasara lo +de tirarse del paraíso á las butacas en un momento de desesperación; +pero envenenar al pobre Federico Ruiz, ¿á qué santo? + +Al llegar á su casa, lo primero que hizo, según costumbre, fué enterarse +de si Víctor había salido ó no. Resultó que sí, y doña Pura dijo con +alegría no disimulada que su yerno almorzaba fuera. Los recursos se le +habían ido agotando á la señora con la rapidez solutiva de esa sal +puesta en agua que se llama dinero. ¡Cosa más rara! Lo mismo era cambiar +un duro que desleírsele pieza á pieza. Y ya veía próximo el aterrador +lindero que separa la escasez de la carencia absoluta. Detrás de aquel +lindero se alzaban los espectros familiares mirando á doña Pura y +haciéndole muecas. Eran sus terribles compañeros de toda la vida, el +deber, el pedir y el empeñar, resueltos á acompañarla hasta la tumba. Ya +estaba la señora tirando sus líneas á ver si Víctor le daba medios de +zafarse de aquellos socios insufribles. Pero Víctor, á las primeras +indirectas, se había hecho el mal entendedor, señal de que no encerraba +ya su cartera los tesoros de mejores días. Además, pudo observar doña +Pura que por dos ó tres veces habían venido á cobrarle á su yerno +cuentas de zapateros ó sastres, y que Víctor no había pagado, diciendo +que volvieran ó que él pasaría por allá. Este olor á chamusquina puso á +la señora sobre ascuas. + +Fueron aquella tarde doña Pura y su hermana á visitar unas amigas. +Milagros encargó á Abelarda que diese una vuelta por la cocina; pero la +exaltada joven, al quedarse sola, pues Villaamil había ido al Ministerio +y Luis á la escuela, echó al olvido cacerolas y sartenes, y metióse en +el cuarto de Víctor, con el fin de revolver, de escudriñar, de ponerse +en íntimo contacto con su ropa y los objetos de su uso. Sentía la +insignificante, en esta inspección vedada, los estímulos de la +curiosidad mezclados con un goce espiritual de los más profundos. El +examen de la indumentaria, la exploración de todos los bolsillos, aunque +en ellos no encontrara cosa de verdadero interés, era un gusto que no +cambiaría ella por otros más positivos é indiscutibles. Porque +manoseando las camisas se suponía por momentos en una intimidad á la +cual su viva imaginación daba apariencias reales. Soñaba actos de los +más nobles, como el cuidar la ropa de su hombre, fuera marido ó no, +deseando algo que arreglar en ella, botón suelto ó forro descosido; y +en tanto reconocía en el olor la persona, por más señas limpia y +elegante, gozando en olfatearla á menor distancia que en familia y ante +el mundo. Las pocas veces que Abelarda podía darse estos atracones de +idealidad y sensaciones rebuscadas, sus registros de bolsillos no +arrojaban ninguna luz sobre el misterio que á su parecer envolvía la +existencia de Cadalso. Á veces, encontraba en el bolsillo del pantalón +perros grandes ó chicos, billetes de tranvía y butacas de teatro; en los +de la americana ó levita, alguna nota del Ministerio, alguna carta +indiferente. Al concluir, cuidaba de volver todo á su sitio para que no +fuera notado el escrutinio, y se sentaba sobre el baúl á meditar. No +había sido posible poner en el cuarto de Víctor cómoda ni armario +ropero, de modo que tenía su equipo en la misma maleta de viaje, como si +estuviera por pocos días en una fonda. Lo que desesperaba á la +insignificante, era encontrar el baúl siempre cerrado. Allí sí que +habría querido ella meter manos y ojos. ¡Qué de secretos guardaría +aquella cavidad misteriosa! Varias veces había probado á abrirla con +llaves diferentes, pero en vano. + +Pues señor, aquel día, al sentarse en el baúl, ¡tlin!, un rumorcillo +metálico. Miró, y... ¡las llaves estaban puestas! Víctor se había +olvidado de quitarlas, faltando á sus hábitos cautelosos y previsores. +Ver las llaves, abrir y levantar la tapa casi fueron actos simultáneos. +Gran desorden en la parte superior del contenido. Había allí un +sombrero chafado, de los que llaman _livianillos_, cuellos y puños +sueltos, cigarros, una caja de papel y sobres, ropa blanca y de punto, +periódicos doblados, corbatas ajadas y otras nuevecitas. Abelarda +observó todo un buen rato sin tocar, enterándose bien, como es uso de +curiosos y ladrones, de la colocación de los objetos para volver á +ponerlos lo mismo. Luego deslizó la mano por un lado, explorando la +segunda capa. No sabía por dónde empezar. Al propio tiempo, la +presunción de que Víctor andaba en líos con alguna señora de mucho +lustre y empinadísimo copete, se imponía y destacaba sobre las ideas +restantes. Pronto se descubriría todo; allí se encontraban de fijo las +pruebas irrecusables. De tal modo dominaba este prejuicio la mente de +Abelarda, que antes de descubrir el cuerpo del delito ya creía +olfatearlo, porque el olfato era quizás su sentido más despierto en +aquellas pesquisas. «¡Ah! ¿no lo dije? ¿Qué es esto? Un ramito de +violetas». En efecto, al levantar con cuidado una pieza de ropa, +encontró el ramo ajado y oloroso. Siguió explorando. Su instinto, su +intuición ó corazonada, que tenía la fuerza de una luz precursora ó de +indicador misterioso, la guiaba por aquellas revueltas honduras. Sacó +varias cosas cuidadosamente, las puso en el suelo, y adelante; busca de +aquí, busca de allí, su mano convulsa dió con un paquete de cartas. ¡Ah! +por fin había parecido la clave del secreto. ¡Si no podía ser de otro +modo! Cogió el paquete, y al sentirlo entre sus dedos infundióle terror +su propio hallazgo. + +Sin quitar la goma leyó algo ya, pues las cartas no tenían envoltura que +las cubriese. Lo primero que se echó á la cara fué una coronita +estampada en el membrete de la carta superior; y como no era fuerte en +heráldica, no supo si la corona era de marquesa ó de condesa... Pensó +entonces la insignificante en su mucho acierto y sagacidad. No, no podía +ella equivocarse al suponer que la misteriosa persona con quien _él_ +estaba en relaciones era de alta categoría. Había nacido Víctor para las +esferas superiores de la vida, como el águila para remontarse á las +alturas. Pensar que hombre de tales condiciones descendiese á las +esferas de cursilería y pobreza en que ella vivía... ¡absurdo! y +raciocinando así, persuadíase también de que lo incomprensible y +tenebroso de la conducta y del lenguaje de Víctor no era falta de él, +sino de ella, por no alcanzar con sus cortas luces y su apreciación +vulgar de la vida á la superioridad de semejante hombre. + +Á leer tocan. No sabía la joven por dónde empezar. Hubiera querido +echarse al coleto en un santiamén todas las cartas de cruz á fecha. El +tiempo apremiaba; su madre y su tía no tardarían en entrar. Leyó +rápidamente una, y cada frase fué una cuchillada para la lectora. Allí +se trataba de negativa de rompimiento, se daban descargos como +respondiendo á una acusación celosa: allí se prodigaban los términos +azucarados que Abelarda no había leído nunca más que en las novelas; +allí todo era finezas y protestas de amor eterno, planes de ventura, +anuncios de entrevistas venideras, y recuerdos dulces de las pasadas, +refinamientos de precaución para evitar sospechas, y al fin derrames de +ternezas en forma más ó menos velada. Pero el nombre, el nombre de la +sinvergüenzona aquélla, por más que la lectora lo buscaba con ansia, no +parecía en ninguna parte. La firma no rompía el anónimo; á veces una +expresión convencional, _tu chacha, tu nenita_; á veces un simple +garabato... Pero lo que es nombre, ni rastros de él. Leyendo todo, todo +cuidadosamente, se habría podido sacar en limpio, por referencias, quién +era la _chacha_; pero Abelarda no podía detenerse; ya era tarde, +llamaban á la puerta... Había que colocar todo en su sitio de modo que +no se conociese la mano revoltijera. Hízolo rápidamente, y fué á abrir. +Ya no se borró más de su mente, en aquel día ni en los que le siguieron, +la fingida imagen de la odiada señora. ¿Quién sería? La insignificante +se la figuraba hermosota, muy _chic_, mujer caprichosa y desenfadada, +como á su parecer lo eran todas las de las altas clases. «¡Qué guapa +debe de ser!... ¡qué perfumes tan finos usará!--se decía á todas horas +con palabras de fuego que del cerebro le salían para estampársele en el +corazón.--¡Y cuántos vestidos tendrá, cuántos sombreros, cuántos +coches!...» + + + + +XXVI + + +Allá va otra vez el amigo D. Ramón á la oficina de Pantoja. Él no quiere +hablar de su pleito, de su cuita inmensa y desgarradora, pero sin +quererlo habla; y cuanto dice va á parar insensiblemente al eterno tema. +Le pasa lo que á los amantes muy exaltados, que cuanto hablan ó escriben +se convierte en substancia de amor. Aquel día encontró en la oficina de +su amigo á cierto sujeto que discutía ardorosamente. Era un señor de +provincia, uno de aquellos enemigos de la Administración á quienes _el +honrado_ designaba con el desdeñoso nombre de _particulares_; +comerciante de vinos al por mayor, con establecimiento abierto, y la +Hacienda le había cogido por banda, haciéndole pagar contribución por +dos conceptos. Protestó él alegando que renunciaba á detallar, +quedándose sólo con el almacén. El asunto pasó á informe de Pantoja. +Quejábase el _particular_ de que se le hiciera pagar por dos conceptos, +y va Pantoja ¿y qué hace? Pues informar que pagara por tres. De suerte +que mi hombre, hecho un basilisco, dijo allí tales picardías de la +Administración, que por poco le echan á la calle. Villaamil comprendía +que tenía razón. Nunca había sido él verdugo del _particular_, como su +amigo Pantoja; pero no se atrevió á intervenir por no malquistarse con +_el honrado_. Su flaqueza le llevó hasta apoyar la providencia del +Dracón administrativo, diciendo: + +--Claro, por tres conceptos: por el de detallista, por el de almacenista +y por el de fabricante de vinos. + +En fin, que el desgraciado _particular_ se largó trinando como ruiseñor +en la época del celo, y cuando se quedaron solos Villaamil y Pantoja, al +primero le faltó tiempo para decir: + +--¿Ha vuelto Víctor por aquí? ¿Cómo va su expediente? + +Pantoja tardó en responder; tenía la boca lo mismo que si se la hubieran +cosido. Se ocupaba en abrir pliegos, dentro de los cuales, al ser +abiertos, sonaba la arenilla pegada á la tinta seca, y _el honrado_ +cuidaba de que los tales polvos no se cayeran ¡lástima de desperdicio! y +prolijamente los vertía en la salbadera. Era en él costumbre antigua +este aprovechamiento de los polvos empleados ya en otra oficina, y lo +hacía con nimio celo, cual si mirase por los intereses de su ama, la +señora Hacienda. + +--Créeme á mí--replicó al fin, dando permiso á la boca y poniendo la +mano por pantalla á fin de que sus oficiales no oyeran.--No le harán +nada á tu yerno. El expediente es música. Créeme á mí que conozco el +paño. + +--Ventura, las influencias lo pueden todo--observó Villaamil con inmensa +pena;--absolver á los delincuentes, y aun premiarlos, mientras los +leales perecen. + +--Y las influencias que vuelven el mundo patas arriba y hacen escarnio +de la justicia, no son las políticas... quiero decir que estas +influencias no revuelven el cotarro tanto como otras. + +--¿Cuáles?--preguntó Villaamil. + +--Las faldas--replicó Pantoja tan á media voz, que Villaamil no lo oyó, +y tuvo que hacerse repetir el concepto. + +--¡Ah!... Noticia fresca... Pero dime. ¿Crees tú que Víctor, por ese +lado...? + +--Me ha dado en la nariz (con malicia, llevándose el dedo á la punta de +aquella facción). No aseguro nada; es que yo, con mi experiencia de esta +casa, lo huelo, lo huelo, Ramón... no sé... puede que me equivoque. Al +tiempo. Anoche en el café, Ildefonso Cabrera, el cuñado de tu yerno, +contó de éste ciertos lances... + +--¡Dios, qué cosas ve uno!--dijo Villaamil llevándose las manos á la +cabeza. Y en medio de su catoniana indignación, pensando en aquella +ignominia de las faldas corruptoras, se preguntaba por qué no habría +también faldas benéficas que, favoreciendo á los buenos, como él, +sirvieran á la Administración y al país. + +--Eso tuno sabe por dónde anda. Acuérdate de lo que te digo: le echarán +tierra al expediente... + +--Y venga el ascenso... y ole morena. + +Sonó el timbre, y Pantoja fué al despacho del Director, que le llamaba. +En cuanto salió, los subalternos la emprendieron con el cesante. + +--Amigo Villaamil, ni usted ni yo echaremos buen pelo hasta que no suban +los nuestros; y los nuestros son los del petróleo. + +--Así subieran mañana--dijo D. Ramón agitando las quijadas y poniendo en +sus ojos toda la ferocidad de su expresión carnívora. + +--No lo diga usted de broma, que esto está muy malo. Hay crisis. + +--¿Qué broma? ¡Sí, para bromitas está el tiempo! Así saltara esta noche +el cantón de Madrid y la _Commune_ inclusive, y tocaran á pegar fuego... +Les digo á ustedes que el amigo Job era un niño mimado y se quejaba de +vicio... Que venga el santo petróleo, que venga. Más de lo que nos han +quitado no nos han de quitar... Peor que esta gente no lo han de hacer. + +--¿Sabe usted la que corre hoy? Que van á ceder las Islas Baleares á +Alemania... Y que quieren arrendar las Aduanas á no sé qué empresa +belga, recibiendo el primer plazo en unos puentes viejos para +ferrocarriles. + +--Como si lo viera, hombre, como si lo viera... Todo lo que sea un +disparate tiene aquí su fundamento. Francamente, el D. Antonio tendrá +mucho pesquis, pero no se le conoce... Digo, cualquiera que estuviese en +su puesto, me parece á mí que lo había de hacer mejor. + +--¡Pues claro!--dijo el _caballero de Felipe IV_ atusándose el bigotillo +embetunado.--Y si no, figúrese usted que los que estamos aquí formamos +un Ministerio. Villaamil, Presidencia; Espinosa, por la buena lámina, +iría á Estado á poner varas á las diplomáticas. + +--Y que las hay de _buten_. Á Guillén le encajamos en Guerra. + +--¡Madre de Dios! ¡Un cojo en Guerra! Mejor es en Marina. + +--Sí, para que reme con las muletas. + +--Ó por lo que tiene de tortuga--dijo Argüelles, que no perdonaba +ocasión de tirar una china al cojo.--Y para mí, venga la carterita de +Gobernación. + +--Clavado. Para que pueda colocar de temporeros á su cáfila de hijos, +los de teta inclusive. + +--Y para que expida una Real orden mandando que se toque la trompa en +todos los entierros. ¿Y Hacienda, señores? + +--Hacienda, Villaamil, con la Presidencia. + +--¿Y qué le damos al _insine_ Pantoja? + +--Hacienda, Ventura, ¿qué duda tiene?--apuntó Villaamil, que no tomaba +aquello en serio, pero dejaba correr la broma para prestar un poco de +esparcimiento á su angustiado espíritu. + +--Sí, ¡buena se iba á armar!... ¿Y el _income tax_? + +--Lo que es eso...--observó Villaamil sonriendo triste y +descorazonado--no me lo pasaba. + +--No; fuera Pantoja, que es capaz de imponer una contribución sobre las +pulgas que lleva cada _quisque_. Viva el _income tax_, dogma del nuevo +Gabinete, y la unificación de la Deuda. + +--Eso... (con seriedad, bostezando) es fácil que me lo admitiera +Ventura... Vaya, caballeros (como quien vuelve en sí, levantándose con +ademán diligente), ustedes tienen que hacer, y yo _ídem_. Á trabajar se +ha dicho. + +Y pasó á Propiedades (el mismo piso á la derecha), donde era segundo +Jefe D. Francisco Cucúrbitas, y de allí bajó para caer como una bomba en +el Personal, donde tenía varios conocidos, entre ellos un tal Sevillano, +que á veces le informaba de las vacantes efectivas ó presuntas. Después +bajaba á Tesorería, dando una vuelta por el Giro Mutuo, previo el +consabido palique de los porteros al entrar en cada oficina. En algunas +partes le recibían con cordialidad un tanto helada; en otras, la +constancia de sus visitas empezaba á ser molesta. No sabían ya qué +decirle para darle esperanzas, y los que le habían aconsejado que +machacase sin tregua, se arrepentían ya, viendo que sobre ellos se ponía +en práctica el socorrido consejo. En el Personal era donde Villaamil se +mostraba más tenaz y jaquecoso. El Jefe de aquel departamento, sobrino +de Pez y sujeto de mucha escama, le conocía, aunque no lo bastante para +apreciar y distinguir las excelentes prendas del hombre, bajo las +importunidades del pretendiente. Así, cuando las visitas arreciaron, el +Jefe no ocultaba su desabrimiento ni sus pocas ganas de conversación. +Villaamil era delicado, y sufría lo indecible con tales desaires; pero +la imperiosa necesidad le obligaba á sacar fuerzas de flaqueza y á +forrar de vaqueta su cara. Con todo, á veces se retiraba consternado, +diciendo para su capote: «¡No puedo, Señor, no puedo! El papel de +mendigo porfiado no es para mí». Y la consecuencia de este abatimiento +era no parecer unos días por el Personal. Luego volvía la ley tiránica +de la necesidad á imponerse brutalmente; el amor propio se sublevaba +contra el olvido, y á la manera del lobo en ayunas, que sin reparar en +el peligro de muerte se echa al campo y se aproxima impávido al caserío +en busca de una res ó de un hombre, así D. Ramón se lanzaba otra vez, +hambriento de justicia, á la oficina del Personal, arrostrando desaires, +malas caras y peores respuestas. Quien mejor le recibía y más le +alentaba, ofreciéndole cordialmente su ayuda, era D. Basilio Andrés de +la Caña (Impuestos). Terminada la excursión, Villaamil volvía á su rasa +rendido de cuerpo y espíritu. Su mujer le interrogaba con arte; pero él, +firme en su dignidad estudiada, sostenía no haber ido al Ministerio más +que á fumar un cigarro con los amigos: que no esperando nada, no +formulaba pretensiones, y que la familia no debía edificar castillos en +el aire, sino irse preparando para un viaje de recreo á San Bernardino. +Replicaba á esto Pura que si él no hacía por colocarse, entraría ella á +funcionar, apelando á la intercesión de la señora de Pez, Carolina de +Lantigua, pues hasta los gatos saben que donde acaba la eficacia de las +recomendaciones políticas, empieza la de las _faldas_. + +--¡Ah! No es esa _faldamenta_ la que hace y deshace la +fortuna--respondía Villaamil con profundo escepticismo, hijo de su +conocimiento del mundo burocrático.--Carolina Pez es una señora honrada, +es decir, para el caso, la carabina de Ambrosio. Además... hazte cargo: +los _Peces_ no privan ahora; se defienden, y nada más. Ya hay quien +habla de dejarles en seco. Figúrate una gente que ha mamado en todas las +ubres y que ha sabido empalmar la Gloriosa con Alfonsito... Pues el +turrón que ellos comen es el que corresponde á tantos leales como +estamos mirando á la luna. Ya principia á levantarse un runrún contra +ellos. Y digo más: la Administración necesita de servidores fieles, +identificados, fíjate bien, identificados con la política monárquica; es +preciso que no se vinculen los destinos; es menester que hay a turno. Si +no, ¿adónde vamos á parar? Y ahí tienes al Jefe del Personal, sobrino de +Pez, vendiendo protección á los que, por no servir á la jeringada +República, sacrificaron sus destinos. Esto es escandaloso y no se ha +visto nunca. De esta manera no se puede evitar que haya trifulcas, y que +á España se la lleve Pateta. ¿Conque te vas enterando? Por el lado de +Pez, ya se trate de Peces con faldas ó con pantalones, no esperes tanto +así. Por supuesto (volviendo á su tema, del cual se había olvidado en el +calor del discurso), con Peces y sin Peces, para mí no habrá nada. La +Caña es el único que se interesa ahora por mí. Algo haría si pudiera. +Pero tengo enemigos ocultos, que en la sombra trabajan por hundirme. +Alguien me ha jurado guerra á muerte. Quién podrá ser, no lo sé; pero el +traidor existe, no lo dudes. + +Por aquellos días, que eran ya primeros de Marzo, volvió la infortunada +familia á notar los pródromos de la _sindineritis_. Hubo una semana de +horrible penuria, mal disimulada ante los íntimos, sobrellevada por +Villaamil con estoica entereza y por doña Pura con aquella ecuanimidad +valerosa que la salvaba de la desesperación. Pero el remedio vino +inopinadamente y por el mismo conducto que en otra ocasión no menos +aflictiva. Víctor volvió a estar boyante. Su suegra fué sorprendida +cuando menos lo pensaba por nuevos ofrecimientos de metálico, que no +vaciló en aceptar, sin meterse en la filosofía de inquirir la +procedencia. Ni creyó discreto contarle á su marido que había visto la +cartera de Víctor reventando de billetes. ¡Como que se le habían +encandilado los ojos! Embolsó los cuartos recibidos y las +consideraciones que el caso le sugería. Si aun no le habían colocado, +¿de dónde sacaba tanto dinero? Y aunque le hubieran colocado... Por +fuerza había mano oculta... En fin, ¿á qué escarbar en el temido enigma? +No gustaba ella de averiguar vidas ajenas. + +Víctor andaba otra vez muy fachendoso. Se había encargado más ropa, +tenía butaca una y otra noche en diferentes teatros, y en el mismo Real; +hacía frecuentes regalitos á toda la familia, y su esplendidez llegó +hasta convidar á las tres _Miaus_ á la ópera, á butaca nada menos. + +Lo que produjo en Villaamil verdadera indignación, pues era un escarnio +de su pobreza y un insulto á la moral pública. Pura y su hermana se +rieron del ofrecimiento, pues aunque rabiaban por ir, carecían de los +perendengues necesarios á semejante exhibición. Abelarda se negó +resueltamente. Armóse gran disputa sobre esto, y la mamá sugirió algunas +ideas para obviar las grandes dificultades con que el pensamiento de su +yerno tropezaba en la práctica. Véase lo que discurrió el cacumen +arbitrista de la _figura de Fra Angélico_. Sus amigas y vecinas las de +Cuevas se ayudaban, como se ha dicho antes, con la confección de +sombreros. En cierta ocasión que las _Miaus_ pescaron tres butacas de +periódico para el Español, Abelarda, doña Pura y Bibiana Cuevas se +encasquetaron los mejores modelos que aquellas amigas tenían en su +taller, después de arreglarlos cada cual á su gusto. ¿Por qué no hacer +lo mismo en la ocasión que se discutía? Bibiana no se había de oponer. Y +por cierto que tenía en aquel entonces tres ó cuatro _prendas_, una de +la marquesa A, otra de la condesa B, á cual más bonitas y elegantes. Se +las disfrazaba, pues para eso había en el taller cantidad de alfileres, +hebillas, cintas y plumas, y aunque sus dueñas estuvieran en el teatro, +no habían de conocer las mascaritas. En cuanto á los vestidos, ellas lo +arreglarían, con ayuda de las amigas, procurándose además algún abrigo, +traído de la tienda para probarlo, y como Víctor se había brindado á +regalarles también los guantes, no era un arco de iglesia el ir á +butacas, ¡Cuántos no irían disimulando con menos gracia la _tronitis_! + + + + +XXVII + + +Abelarda se resistió á esta trapisonda, asegurando que ni en pedazos la +llevarían á butacas de aquella manera, y así quedó la cuestión. Todo se +redujo á ir á delantera de paraíso una noche que dieron _La Africana_, y +al punto de sentarse las tres cundió por la concurrencia de aquellas +alturas el comentario propio de tan desusado acontecimiento. «¡Las +_Miaus_ en delantera!» En diez años no se había visto un caso igual. La +vasta gradería del centro y las laterales estaban llenas de bote en +bote. Las _Miaus_ eran conocidas de todo aquel público como puntos fijos +del paraíso, siempre en la última fila lateral de la derecha junto á la +salida. La noche que faltaban notábase un vacío, como si desaparecieran +los frescos de la techumbre. No eran ellas las únicas _abonadas á +paraíso_, pues innumerables personas y aun familias se eternizan en +aquellos bancos, sucediéndose de generación en generación. Estos +beneméritos y tenaces _dilettanti_ constituyen la masa del entendido +público que otorga y niega el éxito musical, y es archivo crítico de las +óperas cantadas desde hace treinta años y de los artistas que en las +gloriosas tablas se suceden. Hay allí círculos, grupos, peñas y +tertulias más ó menos íntimas; allí se traban y conciertan relaciones; +de allí han salido infinitas bodas, y los tortoleos y los telégrafos +tienen, entre romanza y dúo, atmósfera y ocasión muy propicias. Desde su +delantera, las _Miaus_ saludaron con sonrisas á los amigos que en la +banda de la derecha y en el centro tenían, y de una y otra parte las +saetaron con miradas y frasecitas del tenor siguiente: «Mira qué sílfide +está doña Pura. Se ha traído toda la caja de polvos». «Pues ¿y la +hermana con su cinta de terciopelo al cuello? Si las tres traen cinta +negra, no les faltará el cascabelito para estar en carácter». «Mira, +mira con los gemelos á la _Miau_ chica; tiene que ver. Aquel traje café +y leche es el que llevaba el año pasado la mamá. Le ha puesto unas +cintas coloradas, que parecen de caja de cigarros». «Sí, sí, son de +mazos de cigarros». «Pues la otra, la cantante averiada, trae el vestido +que debió de sacar en el Liceo Jover cuando hizo la parte de Adalgisa». +«Sí, mira, mira; es una túnica romana con grecas y todo. ¡Qué clásica +está!» + +--Diga usted, Guillén--murmuraban en otro círculo, donde hacía el gasto +el maldecido cojo. + +--¿Han colocado á ese pobre _Miau_, el padre de sus amigas de usted? +Porque ese lujo asiático de delantera significa que _han subido los +nuestros_. + +--Como no le coloquen en Leganés... Viven ahora del _sable_. El buen +señor da unas estocadas... de maestro. + +Abelarda, más que en la ópera, que había visto cien veces, fijó su +atención en la concurrencia, recorriendo con ansiosa mirada palcos y +butacas, reparando en todas las señoras que entraban por la calle del +centro con lujosos abrigos, arrastrando la cola é introduciéndose +después con todo aquel falderío por las filas ya ocupadas. Poco á poco +se iba poblando el patio. Los palcos no aparecían poblados hasta el fin +del primer acto, cuando Vasco, incomodado con aquellos fantasmones del +Consejo tan retrógrados, les canta cuatro frescas. En el palco regio +apareció la reina Mercedes, detrás D. Alfonso. Las señoras inevitables, +conocidas del público, aparecieron en el segundo acto, conservando el +abrigo hasta el tercero, y aplaudían maquinalmente siempre que había por +qué. Las _Miaus_, conocedoras de toda la sociedad elegante, _abonada_ +también, la comentaba como ellas fueron comentadas al ocupar sus +asientos. Viéndola una y otra noche, habían llegado á tomarse tanta +confianza, que se creería que trataban íntimamente á damas y caballeros. +«Ahí está ya la Duquesa. Pero Rosario no ha venido todavía... María +Buschental no puede tardar. Ya empiezan á llegar al _tranvía_ sus +amigos... Mira, mira, ahora viene María Heredia... ¡Pero qué pálida está +Mercedes; pero qué pálida!... Ahí tienes á D. Antonio en el palco de los +Ministros, y á ese Cos-Gayón... así le fusilaran». + +Después de mucho rebuscar, descubrió la insignificante á su cuñadito en +la segunda fila de butacas. Estaba de frac, tan elegante como el +primero. ¡Qué cosas hay en la vida! ¿Quién había de decir que aquel +hombre parecido á un duque, aquel apuesto joven que charlaba +desenfadadamente con su vecino de butaca, el Ministro de Italia, era un +empleado obscuro y cesante, alojado en la casa de la pobreza, en +cuartucho humilde, guardando su ropa en un baúl! «¿No es aquél +Víctor?--dijo Pura, echándole los gemelos.--¡Buen charol se está +dando!... ¡Si le conocieran!... ¡Parece un potentado! ¡Cuánto hay de +esto en Madrid! Yo no sé cómo se las compone. Él buena ropa, él butacas +en todos los teatros, él cigarros magníficos. Mira, mira con qué +desparpajo habla. ¡Pobre señor, qué papas le estará encajando! Y esos +extranjeros son tan inocentes, que todo se lo creerá». + +Abelarda no le quitaba los ojos, y cuando le veía mirar para algún +palco, seguía la dirección de sus miradas, creyendo que ellas venderían +el amoroso secreto. «¿Cuál de éstas que aquí están será?--pensaba la +insignificante.--Porque alguna de éstas tiene que ser. ¿Será aquella +vestida de blanco? ¡Ah! Puede. Parece que le mira. Pero no; él mira á +otro lado. ¿Será alguna cantante? ¡Quiá!, no, cantante no. Es de éstas, +de estas elegantonas de los palcos, y yo la he de descubrir». Fijábase +en alguna, sin saber por qué, por mera indicación de su avizor +instinto; pero luego, desechando la hipótesis, se fijaba en otra, y en +otra, y en otra más, concluyendo por asegurar que no era ninguna de las +presentes. Víctor no manifestaba preferencias en sus ojeadas á butacas y +palcos. Podría ser que hubieran concertado no mirarse de una manera +descarada y delatora. También echó el joven una visual hacia la +delantera de paraíso, é hizo un saludito á la familia. Doña Pura estuvo +un cuarto de hora dando cabezadas, en respuesta á la salutación que del +noble fondo del teatro subía hasta las pobres _Miaus_. + +En los entreactos, algunos amigos, _abonados_ como ellas á paraíso +limpio, se acercaron á saludarlas, abriéndose paso por entre la apretada +muchedumbre. Federico Ruiz era uno de ellos, y él y todos querían oir la +opinión crítica de Milagros sobre la soprano que se estrenaba aquella +noche en el papel de Selika. Cuando ésta espichó bajo el manzanillo, +retiráronse las _Miaus_, que nunca perdonaban nota, y no se marchaban +sino después de la última llamada á la escena. Durante el penoso +descenso por las anchas escaleras invadidas del público, se les +aproximaron varios íntimos, entre ellos el cojo Guillén, y algunas +amigas de las que tan acerbamente pusieron en solfa su aparición en +delantera. + +Al regresar á su casa, encontraron á Villaamil en vela; Víctor no había +entrado aún ni lo hizo hasta muy tarde, cuando todos dormían menos +Abelarda, que sintió el ruido del llavín, y echándose de la cama y +mirando por un resquicio de la puerta, le vió entrar en el comedor y +meterse en su alcoba, después de beber un vaso de agua. Venía de buen +humor, tarareando, el cuello del gabán alzado, pañuelo de seda al +cuello, anudado con negligencia, y la felpa del sombrero ajadísima y con +chafaduras. Era la viva imagen del perfecto perdis de buen tono. + +Al día siguiente molestó bastante á la familia solicitando pequeños +servicios de aguja, ya pegadura de botón, ya un delicado zurcido, ó bien +algo referente á las camisas. Pero Abelarda supo atender á todo con gran +diligencia. Á la hora de almorzar, entró doña Pura diciendo que se había +muerto el chico de la casa de préstamos, noticia que confirmó Luis con +más acento de novelería que de pena, condición propia de la dichosa edad +sin entrañas. Villaamil entonó al difuntito la oración fúnebre de +gloria, declarando que es una dicha morirse en la infancia para librarse +de los sufrimientos de esta perra vida. Los dignos de compasión son los +padres, que se quedan aquí pasando la tremenda crujía, mientras el niño +vuela al cielo á formar en el glorioso batallón de los ángeles. Todos +apoyaron estas ideas, menos Víctor, que las acogía con sonrisa burlona, +y cuando su suegro se retiró y Milagros se fué á su cocina y doña Pura +empezó á entrar y salir, encaróse con Abelarda, que continuaba de +sobremesa, y le dijo: + +--¡Felices los que creen! No sé qué daría por ser como tú, que te vas á +la iglesia y te estás allí horas y horas, ilusionada con el aparato +escénico que encubre la mentira eterna. La religión, entiendo yo, es el +ropaje magnífico con que visten la nada para que no nos horrorice... ¿No +crees tú lo mismo? + +--¿Cómo he de creer eso?--clamó Abelarda, ofendida de la tenacidad +artera con que el otro hería sus sentimientos religiosos siempre que +encontraba coyuntura favorable.--Si lo creyera no iría á la iglesia, ó +sería una farsante hipócrita. Á mí no tienes que salirme por ese +registro. Si no crees, buen provecho te haga. + +--Es que yo no me alegro de ser incrédulo, fíjate bien; yo lo deploro, y +me harías un favor si me convencieras de que estoy equivocado. + +--¿Yo? No soy catedrática ni predicadora. El creer nace de dentro. ¿Á ti +no se te pasa por la cabeza alguna vez que puede haber Dios? + +--Antes sí; hace mucho tiempo que semejante idea voló. + +--Pues entonces... ¿qué quieres que yo te diga? (Tomándolo en serio.) ¿Y +piensas tú que cuando nos morimos no nos piden cuenta de nuestras +acciones? + +--¿Y quién nos la va á pedir? ¿Los gusanitos? Cuando llega la de +_vámonos_, nos recibe en sus brazos la señora _Materia_, persona muy +decente, pero que no tiene cara, ni pensamiento, ni intención, ni +conciencia, ni nada. En ella desaparecemos, en ella nos diluímos +totalmente. Yo no admito términos medios. Si creyese lo que tú crees, es +decir, que existe allá por los aires, no sé dónde, un Magistrado de +barba blanca que perdona ó condena y extiende pasaportes para la Gloria +ó el Infierno, me metería en un convento y me pasaría todo el resto de +mi vida rezando. + +--Y es lo mejor que podías hacer, tonto. (Quitándole la servilleta á +Luis, que tenía fijos en su padre los atónitos ojuelos.) + +--¿Por qué no lo haces tú? + +--¿Y qué sabes si lo haré hoy ó mañana? Estáte con cuidado. Dios te va á +castigar por no creer en él; te va á sentar la mano, y una mano muy +dura; verás. + +En este momento, Luisito, muy incomodado con los dicharachos de su +padre, no se pudo contener, y con infantil determinación agarró un +pedazo de pan y se lo arrojó á la cara al autor de sus días, gritando: +«¡Bruto!» + +Todos se echaron á reir de aquella salida, y doña Pura dió muchos besos +á su nieto, azuzándole de este modo: «Dale, hijo, dale, que es un pillo. +Dice que no cree para hacernos rabiar. ¿Pero veis qué chico? Si vale más +que pesa. Si sabe más que cien doctores. ¿Verdad que mi niño va á ser +eclesiástico, para subir al púlpito y echar sus sermoncitos y decir sus +misitas? Entonces estaremos todos hechos unos carcamales, y el día que +Luisín cante misa, nos pondremos allí de rodillas para que el cleriguito +nuevo nos eche la bendición. Y el que estará más humilde y cayéndosele +la baba será este zángano, ¿verdad? Y tú le dirás: «Papá, ya ves como al +fin has llegado á creer». + +--¡Qué guapo es este hijo y qué talento tiene!--dijo Víctor, +levantándose gozoso y besando al pequeño, que escondía la cara para +rehuir el halago.--¡Si le quiero yo más!... Te voy á comprar un +velocípedo para que pasees en la plazuela de enfrente. Verás qué envidia +te van á tener tus compañeros. + +La promesa del velocípedo trastornó por un momento las ideas del +pequeño, quien calculó con rudo egoísmo que sus deseos de ser cura y de +servir á Dios y aun de llegar á santo no estaban reñidos con tener un +velocípedo precioso, montarse en él y pasárselo por los hocicos á sus +compañeros, muertos de dentera. + + + + +XXVIII + + +Á la mañana siguiente, Villaamil celebró con su mujer, cuando ésta +volvió de la compra, una conferencia interesante. Estaba él en su +despacho escribiendo cartas, y al sentir entrar á su costilla, siseó +con misterio, y encerrándose con ella, le dijo: «De esto, ni una palabra +á Víctor, que es muy perro y me puede parar el golpe. Aunque yo nada +espero, he dado ayer algunos pasos. Me apoya un diputado de mucho +empuje... Hablamos anoche largamente. Te diré, para que lo sepas todo, +que me presentó á él mi amigo La Caña. Le relaté mis antecedentes, y se +admiró de que me tuvieran cesante. Así como quien no quiere la cosa, le +expuse mis ideas sobre Hacienda, y mira tú qué casualidad: son las +mismas que tiene él. Piensa igualito que yo. Que deben ensayarse nuevas +maneras de tributación, tirando á simplificar, apoyándose en la buena fe +del contribuyente y tendiendo á la baratura de la cobranza. Pues +prometió apoyarme á rajatabla. Es hombre que vale mucho y parece que no +le niegan nada. + +--¿Es de oposición? + +--No; ministerialísimo, pero disidente, ahí está el chiste, y cada día +le da una desazón al Gobierno. Vale, vale. Y es de estos que no se +ocupan más que del bien del país. Cuando se levanta á hablar, el banco +azul tiembla. Como que les prueba, _ce_ por _be_, que el país corre á la +perdición si siguen las cosas como van, y que la agricultura está +arruinada, la industria muerta y la nación toda en la más espantosa +miseria. Esto salta á los ojos. Pues el Gobierno, que ve en él su +acusador, le tiene un miedo, hija, un canguelo tal, que cosa que él pida +es otorgada. Saca las credenciales á espuertas... Bueno; hemos quedado +en que yo le avisaría si se hace hoy una vacante que me indicaron +Sevillano y Pantoja. Voy al Ministerio en cuanto almuerce, me entero de +si hay ó no la vacante, y como la haya, le escribo á su casa ó al +Congreso, según la hora. Me ha dado palabra de hablar esta tarde al +Ministro, el cual le está agradecidísimo, por haber renunciado á +explanar una interpelación sobre cierta contrata en que hay sapos y +culebras. Ya se ve, el Ministro le daría hoy el arpa de David si se la +pidiera. ¿Te vas enterando? + +--Sí, hombre, sí (radiante de satisfacción); y me parece que lo que es +ahora, no hay quien nos quite el bollo. + +--¡Oh! lo que es confianza, lo que se llama confianza, yo no la tengo. +Ya sabes que me pongo siempre en lo peor. Pero vamos á hacer nuestro +plan: Yo al Ministerio. Que Luis no vaya á la escuela esta tarde, y que +espere aquí, porque con él le tengo que mandar la carta. No le veré yo +mismo, porque Víctor se ha empeñado en que visitemos juntos esta tarde +al Jefe del Personal. Quiero ir con él para despistarle. ¿Entiendes? +Cuidado como le dejas entender á ese pillo de dónde sopla ahora el +viento. + +Levantándose excitadísimo, se puso á dar paseos por el angosto aposento. +Su mujer, gozosa, le dejó solo, y á pesar de la reserva que se impuso, +su hija y hermana le conocieron en la cara las buenas nuevas. Era de +esas personas que atesoran en sí mismas un arsenal de armas espirituales +contra las penas de la vida y poseen el arte de transformar los hechos, +reduciéndolos y asimilándoselos en virtud de la facultad dulcificante +que en sus entrañas llevan, como la abeja, que cuanto chupa lo convierte +en miel. + +Para Cadalsito fué aquel día de huelga, pues por la mañana, según +disposición del maestro, debían ir todos al sepelio del malogrado +_Posturitas_. Y uno de los designados para llevar las cintas del féretro +era Luis, á causa de ser tal vez el que mejor ropa tenía, gracias á su +papá Víctor. Su abuela le puso los trapitos de cristianar, con guantes y +todo, y salió muy compuesto y emperejilado, gozoso de verse tan guapo, +sin que atenuara su contento el triste fin de tales composturas. La +mujer del memorialista le hizo mil caricias encareciendo lo majo que +estaba, y el niño se dirigió hacia la casa de préstamos, seguido de +_Canelillo_, que también quiso meter su hocico en el entierro, aunque no +era fácil le dieran vela en él. Al entrar en la calle del Acuerdo, se +encontró Cadalso á su tía Quintina, que le llenó de besos, ensalzó mucho +su elegancia, le estiró el cuerpo de la chaqueta y las mangas, y le +arregló el cuello para que resultara más guapo todavía. «Esto me lo +debes á mí, pues le dije á tu padre que te comprara ropita. Á él no se +le hubiera ocurrido nunca tal cosa; anda muy distraído. Por cierto, +corazón, que estoy bregando ahora más que nunca con tu papá para que te +lleve á vivir conmigo. ¿Qué es eso? ¿qué cara me pones? Estarás conmigo +mucho mejor que con esas remilgadas _Miaus_... ¡Si vieras qué cosas tan +bonitas tengo en casa! ¡Ay, si las vieras!... Unos niños Jesús que se +parecen á ti, con el mundito en la mano; unos nacimientos tan preciosos, +pero tan preciosos... tienes que verlos. Y ahora estamos esperando +cálices chiquititos, custodias que son una una monada, casullas así... +para que los niños buenos jueguen á las misas; santos de este tamaño, +así, mira, como los soldados de plomo, y la mar de candeleritos y +arañitas que se encienden en los altares de juguete. Todo lo tienes que +ver, y si vas á casa, puedes hacer con ello lo que quieras, pues es para +tu diversión. ¿Irás, rico mío?» + +Cadalsito, abriendo cada ojo con aquellas descripciones de juguetes +sacros, decía que sí con la cabeza, aunque afligido por la dificultad de +ver y gozar tales cosas, pues abuelita no le dejaba poner los pies allá. +En esto llegaron á la puerta de la casa mortuoria, donde Quintina, +después de besuquearle otra vez refregándole la cara, le dejó en +compañía de los demás chicos, que ya estaban allí, alborotando más de lo +que permitían las tristes circunstancias. Unos por envidia, otros +porque eran en toda ocasión muy guasones, empezaron á tomarle el pelo al +amigo Cadalso por la ropa flamante que llevaba, por las medias azules y +más aún por los guantes del mismo color, que, dicho sea entre +paréntesis, le entorpecían las manos. No dejaba él que le tocasen, +resuelto á defender contra todo ataque de envidiosos y granujas la +limpieza de sus mangas. Tratóse luego de si subían ó no á ver á Paco +Ramos muerto, y entre los que votaron por la afirmativa, se coló también +Luis, movido de la curiosidad. Nunca tal hiciera. + +Porque le impresionó tan vivamente la vista del chiquillo difunto, que á +poco se cae al suelo. Le entró una pena en la boca del estómago, como si +le arrancasen algo. El pobre _Posturistas_ parecía más largo de lo que +era. Estaba vestido con sus mejores ropas; tenía las manos cruzadas, con +un ramo en ellas: la cara muy amarilla, con manchas moradas, la boca +entreabierta y de un tono casi negro, viéndose los dos dientes de en +medio, blancos y grandes, mayores que cuando estaba vivo... Tuvo que +apartarse Luisín de aquel espectáculo aterrador. ¡Pobre _Posturas_!... +¡Tan quieto el que era la misma viveza, tan callado el que no cesaba de +alborotar un punto, riendo y hablando á la vez! ¡Tan grave el que era la +misma travesura y á toda la clase la traía siempre al retortero! En +medio de aquel inmenso trastorno de su alma, que Luis no podía definir, +ignorando si ora pena ó temor, hizo el chico una observación que se +abría paso por entre sus sentimientos, como voz del egoísmo, más +categórico en la infancia que la piedad. «Ahora--pensó--no me llamará +_Miau_». Y al deducir esto, parecía quitársele un peso de encima, como +quien resuelve un arduo problema ó ve conjurado un peligro. Al descender +la escalera, procuraba consolarse de aquel malestar que sentía, +afirmando mentalmente: «Ya no me dirá _Miau_... Que me diga ahora +_Miau_». + +Poco tardó en bajar la caja azul para ser puesta en el carro. En todos +los balcones de la casa, sin exceptuar los del establecimiento de +préstamos, se asomaron no pocas mujeres para ver salir el entierro. El +cojo Guillén apareció con los ojos encendidos de llorar y la cara tan +seria, que no se parecía á sí mismo. Él fué quien dispuso todo y +distribuyó las cintas, confiándole una á Cadalso. Después se metió en el +coche, donde iba también el maestro, con su bastón roten y su chistera +lacia; el tendero vecino, con limpia camisa de cuello corto sin corbata, +y un señor viejo á quien no conocía Cadalso. En marcha, pues, Luis pensó +que su ropa daba golpe, y no fué insensible á las satisfacciones del +amor propio. Iba muy consentido en su papel de portador de cinta, +pensando que si él no la llevase, el entierro no sería, ni con mucho, +tan lucido. Buscó á _Canelo_ con la mirada; pero el sabio perro de +Mendizábal, en cuanto entendió que se trataba de enterrar, cosa poco +divertida y que sugiere ideas misantrópicas, dió media vuelta y tomó +otra dirección, pensando que le tenía más cuenta ver si se parecía +alguna perra elegante y sensible por aquellos barrios. + +En el cementerio, la curiosidad, más poderosa que el miedo, impulsó á +Cadalso á ver todo... Bajaron del carro el cadáver, le entraron entre +dos, abrieron la caja... No comprendía Luis para qué, después de taparle +la cara con un pañuelo, le echaban cal encima aquellos brutos... Pero un +amigo se lo explicó. Cadalsito sentía, al ver tales operaciones, como si +le apretasen la garganta. Metía su cabeza por entre las piernas de las +personas mayores, para ver, para ver más. Lo particular era que +_Posturitas_ se estuviese tan callado y tan quieto mientras le hacían +aquella herejía de llenarle la cara de cal. Luego cerraron la tapa... +¡Qué horror quedarse dentro! Le daban la llave al cojo, y después metían +la caja en un agujero, allá, en el fondo, allá... Un albañil empezó á +tapar el hueco con yeso y ladrillos. Cadalso no apartaba los ojos de +aquella faena... Cuando la vió concluida, soltó un suspiro muy grande, +explosión del respirar contenido largo tiempo. ¡Pobre _Posturitas_! +«Pues señor, á mí me dirán _Miau_ todos los que quieran; pero lo que es +éste no me lo vuelve á decir». + +Cuando salieron, los amigos le embromaron a vez por su esmerado atavío. +Alguno dejó entrever la intención malévola de hacerle caer en una zanja, +de la cual habría salido hecho una compasión. Varias manos muy puercas +le tocaron con propósitos que es fácil suponer, y ya Cadalso no sabía +qué hacerse de las suyas, aprisionadas en los guantes, entumecidas é +incapaces de movimiento. Por fin se libró de aquella apretura, +quitándose los guantes y guardándolos en el bolsillo. Antes de llegar á +la calle Ancha, los chicos se dispersaron y Luisito siguió con el +maestro, que le dejó á la puerta de su casa. Ya estaba allí _Canelo_ de +vuelta de sus depravadas excursiones, y subieron juntos á almorzar, pues +el can no ignoraba que había repuesto fresco de víveres arriba. + +--¿Y los guantes?--preguntó doña Pura á su nieto cuando le vió entrar +con las manos desnudas. + +--Aquí están... No los he perdido. + +Villaamil, á eso de las tres, entró de la calle, afanadísimo, y +metiéndose en su despacho, escribió una carta delante de su esposa, que +veía con gusto en él la excitación saludable, síntoma de que la cosa iba +de veras. + +--Bueno. Que Luis lleve esta carta y espere la contestación. Me ha dicho +Sevillano que tenemos vacante, y quiero saber si el diputado la pide +para mí ó no. De la oportunidad depende el éxito. Yo estoy citado con +Víctor, y para desorientarle no quiero faltar... Es labor fina la que +traigo entre manos, y hay que andar con muchísimo tiento. Dame mi +sombrero... mi bastón, que ya estoy otra vez en la calle. Dios nos +favorezca. Á Luis que no se venga sin la respuesta. Que dé la carta á un +portero y se aguarde en el cuarto aquél, á la derecha conforme se entra. +Yo no espero nada; pero es preciso, es preciso echar todos los +registros, todos... + +Salió Cadalsito á eso de las cuatro con la epístola y sin guantes, +seguido de _Canelo_ y conservando la ropita del entierro, pues su abuela +pensó que ninguna ocasión más propicia para lucirla. No fué preciso +indicarle hacia dónde caía el Congreso, pues había ido ya otra vez con +comisión semejante. En veinte minutos se plantó allá. La calle de +Florida-Blanca estaba invadida de coches que, después de soltar en la +puerta á sus dueños, se iban situando en fila. Los cocheros de chistera +galonada y esclavina charlaban de pescante á pescante, y la hilera +llegaba hasta el teatro de Jovellanos. Junto á las puertas del edificio, +por la calle del Sordo, había filas de personas formando cola, que los +de Orden público vigilaban, cuidando de que no se enroscase mucho. +Examinado todo esto, el observador Cadalsito se metió por aquella puerta +coronada de un techo de cristales. Un portero con casaca le apartó +suavemente para que entrasen unos señorones con gabán de pieles, ante +los cuales abría la mampara roja. Cadalsito se encaró después con el +sujeto aquel de la casaca, y quitándose la gorra (pues él, siempre +cortés en viendo galones, no distinguía de jerarquías), le dió la carta, +diciendo con timidez: «Aguardo contestación». El portero, leyendo el +sobre: «No sé si ha venido. Se pasará». Y poniendo la carta en una +taquilla, dijo á Luis que entrase en la estancia á mano derecha. + +Había allí bastante gente, la mayor parte en pie junto á la puerta, +hombres de distintas cataduras, algunos muy mal de ropa, la bufanda +enroscada al cuello, con trazas de pedigüeños; mujeres de velo por la +cara, y en la mano enrollado papelito que á instancia trascendía. +Algunos acechaban con airado rostro á los señores entrantes, dispuestos +á darles el alto. Otros, de mejor pelo, no pedían más que papeletas para +las tribunas, y se iban sin ellas por haberse acabado. Cadalsito se +dedicó también á mirar á los caballeros que entraban en grupos de dos ó +de tres, hablando acaloradamente. «Muy grande debe de ser esta +casona--pensó Luis,--cuando cabe tanto señorío». Y cansado al fin de +estar en pie, se metió para dentro y se sentó en un banco de los que +guarnecen la sala de espera. Allí vió una mesa donde algunos escribían +tarjetas ó volantes, que luego confiaban á los porteros, y aguardaban +sin disimular su impaciencia. Había hombre que llevaba tres horas, y +aun tenía para otras tres. Las mujeres suspiraban inmóviles en el +asiento, soñando una respuesta que no venía. De tiempo en tiempo abríase +la mampara que comunicaba con otra pieza; un portero llamaba: «El señor +Tal», y el señor Tal se erguía muy contento. + +Transcurrió una hora, y el niño bostezaba aburridísimo en aquel duro +banco. Para distraerse, levantábase á ratos y se ponía en la puerta á +ver entrar personajes, no sin discurrir sobre el intríngulis de aquella +casa y lo que irían á guisar en ella tantos y tantos caballerotes. + +El Congreso (bien lo sabía él) era un sitio donde se hablaba. ¡Cuántas +veces había oído á su abuelo y á su padre: «Hoy habló Fulano ó Mengano, +y dijeron esto, lo otro y lo de más allá. ¿Y cómo sería la casa por +dentro? Gran curiosidad. ¿Cómo sería? ¿Dónde hablaban? Ello debía de ser +una casa grandona como la iglesia, con la mar de bancos, donde se +sentaban para charlar todos á un tiempo. ¿Y á qué era tanta habladuría? +Pues también entraban allí los Ministros. ¿Y quiénes eran los Ministros? +Los que gobernaban y daban los destinos. Igualmente recordó haber oído á +su abuelo, en frecuentes ratos de mal humor, que las Cortes eran una +farsa y que allí no se hacía más que perder el tiempo. Pero otras veces +se entusiasmaba el buen viejo, elogiando un discurso de alboroto. +Total, que Luisín no podía formar juicio exacto, y su mente era toda +confusión. + +Volvió al banco, y desde él vió entrar á uno que se le figuró su padre. +«¡Mi papá también aquí!» Y le franquearon la mampara como á los demás. +Por poco sale tras él gritando: «Papá, papá», pero no hubo tiempo, y +donde estaba se quedó. «¿Y será mi papá de los que hablan? Quien debía +venir aquí á explicarse es Mendizábal, que sabe tanto, y dice unas cosas +tan buenas...» En esto sintió que se le nublaba la vista, y le entraba +el intenso frío al espinazo. Fué tan brusca y violenta la acometida del +mal, que sólo tuvo tiempo de decirse: _que me da, que me da_; y dejando +caer la cabeza sobre el hombro, y reclinando el cuerpo en la esquina +próxima, se quedó profundamente dormido. + + + + +XXIX + + +Por un instante, Cadalsito no vió ante sí cosa alguna. Todo tinieblas, +vacío, silencio. Al poco rato aparecióse enfrente el Señor, sentado, +¿pero dónde? Tras de él había algo como nubes, una masa blanca, +luminosa, que oscilaba con ondulaciones semejantes á las del humo. El +Señor estaba serio. Miró á Luis, y Luis á él en espera de que le dijese +algo. Había pasado mucho tiempo desde que le vió por última vez, y el +respeto era mayor que nunca. + +--El caballero para quien trajiste la carta--dijo el Padre,--no te ha +contestado todavía. La leyó y se la guardó en el bolsillo. Luego te +contestará. Le he dicho que te dé un _sí_ como una casa. Pero no sé si +se acordará. Ahora está hablando por los codos. + +--Hablando--repitió Luis;--¿y qué dice? + +--Muchas cosas, hombre, muchas que tú no entiendes--replicó el Señor, +sonriendo con bondad.--¿Te gustaría á ti oir todo eso? + +--Sí que me gustaría. + +--Hoy están muy enfurruñados. Acabarán por armar un gran rebumbio. + +--Y usted--preguntó Cadalso tímidamente, no decidiéndose nunca á llamar +á Dios de _tú_,--¿usted no habla? + +--¿Dónde, aquí? Hombre... yo... te diré... alguna vez puede que diga +algo... Pero casi siempre lo que yo hago es escuchar. + +--¿Y no se cansa? + +--Un poquitín; ¡pero qué remedio!... + +--¿El caballero de la carta contestará que sí? ¿Colocarán á mi abuelo? + +--No te lo puedo asegurar. Yo le he mandado que lo haga. Se lo he +mandado la friolera de tres veces. + +--Pues lo que es ahora (con desembarazo), bien que estudio. + +--No te remontes mucho. Algo más aplicado estás. Aquí, entre nosotros, +no vale exagerar las cosas. Si no te distrajeras tanto con el álbum de +sellos, más aprovecharías. + +--Ayer me supe la lección. + +--Para lo que tú acostumbras, no estuvo mal. Pero no basta, hijo, no +basta. Sobre todo, si te empeñas en ser cura, hay que apretar. Porque +figúrate tú, para decirme una misa has de aprender latín, y para +predicar tienes que estudiar un sin fin de cosas. + +--Cuando sea mayor lo aprenderé todito... Pero mi papá no quiere verme +cura, y dice que él no cree nada de usted, ni aunque lo maten. Dígame, +¿es malo mi papá? + +--No es muy católico que digamos. + +--Y la Quintina, ¿es buena? + +--La tía Quintina sí. ¡Si vieras qué cosas tan bonitas tiene en su casa! +Debías ir á verlas. + +--Abuelita no me deja (desconsolado). Es que á la tía Quintina se le ha +metido en la cabeza que me vaya á vivir con ella, y los de casa... que +nones. + +--Es natural. Pero tú, ¿qué piensas de esto? ¿Te gustaría seguir donde +estás y que te dejaran ir á casa de la tía para ver los santos? + +--¡Vaya si me gustaría!... Dígame, ¿y mi papá está aquí dentro? + +--Sí, por ahí anda. + +--¿Y también él hablará? + +--También. ¡Pues no faltaba más!... + +--Usted perdone. El otro día dijo mi papá que las mujeres son muy malas. +Por eso yo no quiero casarme nunca. + +--Muy bien pensado (conteniendo la risa). Nada de casorios. Tú vas á ser +curita. + +--Y obispo, si usted no manda otra cosa... + +En esto vió que el Señor se volvía hacia atrás como para apartar de sí +algo que le molestaba... El chico estiró el cuello para ver qué era, y +el Padre dijo: «¡Largo!; idos de aquí y dejadme en paz». Entonces vió +Luisito que por entre los pliegues del manto de su celestial amigo +asomaban varias cabecitas de granujas. El Señor recogió su ropa, y +quedaron al descubierto tres ó cuatro chiquillos en cueros vivos y con +alas. Era la primera vez que Cadalso les veía, y ya no pudo dudar que +aquel era verdaderamente Dios, puesto que tenía ángeles. Empezaron á +aparecerse por entre aquellas nubes algunos más, y alborotaban y reían, +haciendo mil cabriolas. El Padre Eterno les ordenó segunda vez que se +largaran, sacudiéndoles con la punta de su manto, como si fuesen moscas. +Los más chicos revoloteaban, subiéndose hasta el techo (pues había techo +allí) y los mayores le tiraban de la túnica al buen abuelo para que se +fuera con ellos. El anciano se levantó al fin, algo contrariado, +diciendo: «Bien; ya voy, ya voy... ¡Qué machacones sois! No os puedo +aguantar». Pero esto lo decía con acento bonachón y tolerante. +Cadalsito estaba embobado ante tan hermosa escena, y entonces vió que de +entre los alados granujas se destacaba uno... + +¡Contro! era _Posturitas_, el mismo _Posturas_, no tieso y lívido como +le vió en la caja, sino vivo, alegre y tan guapote. Lo que llenó de +admiración á Cadalso fué que su condiscípulo se le puso delante y con el +mayor descaro del mundo le dijo: «_Miau_, fu, fu...» El respeto que +debía á Dios y á su séquito no impidió á Luis incomodarse con aquella +salida, y aun se aventuró á responder: «¡Pillo, ordinario... eso te lo +enseñaron la puerca de tu madre y tus tías, que se llaman _las +arpidas_!» El Señor habló así, sonriendo: «Callar, á callar todos... +Andando...» Y se alejó pausadamente, llevándoselos por delante, y +hostigándoles con su mano como á una bandada de pollos. Pero el +recondenado de _Posturitas_, desde gran distancia, y cuando ya el Padre +celestial se desvanecía entre celajes, se volvió atrás, y plantándose +frente al que fué su camarada, con las patas abiertas, el hocico +risueño, le hizo mil garatusas, y le sacó un gran pedazo de lenguaza, +diciendo otra vez: «_Miau_, _Miau_, fu, fu...» Cadalsito alzó la mano... +Si llega á tener en ella libro, vaso ó tintero, le descalabra. El otro +se fué dando brincos, y desde lejos, haciendo trompeta con ambas manos, +soltó un _Miau_ tan fuerte y tan prolongado, que el Congreso entero, +repercutiendo el inmenso mayido, parecía venirse abajo... + +Un portero con una carta en la mano despertó al chiquillo, que tardaba +mucho en volver en sí. «Niño, niño, ¿eres tú el que ha traído la carta +para ese señor? Aquí está la respuesta. Sr. D. Ramón Villaamil». + +--Sí, yo soy... digo, es mi abuelo--contestó al fin Luisito, y +restregándose los ojos salió. El fresco de la calle despejóle un poco la +cabeza. Estaba lloviendo, y su primera idea fué para considerar que se +le iba á poner la ropa perdida. _Canelo_, á todas estas, había matado el +tiempo en la Carrera de San Jerónimo, calle arriba, calle abajo, viendo +las _muchachas_ bonitas que pasaban, algunas en coche, con sus collares +de lujo; y cuando Luis salió del Congreso, ya estaba de vuelta de su +correría, esperando al amigo. Unióse á éste, esperando que comprase +bollos; pero el pequeño no tenía cuartos, y aunque los tuviera, no +estaba él de humor para comistrajos después de las cosas que había visto +y con el gran trastorno que en todo su cuerpo le quedara. + +¿Y la carta?... ¿qué decía la carta? Con trémula mano abrióla Villaamil +(mientras doña Pura se llevaba adentro al chiquillo para mudarle la +ropa), y al leerla se le cayeron las alas del corazón. Era una de esas +cartas de estampilla, como las que á centenares se escriben diariamente +en el Congreso y en los Ministerios. Mucha fórmula de cortesía, mucho +trasteo de promesas vagas sin afirmar ni negar nada. Cuando su mujer +acudió á enterarse, Villaamil ofrecía un aspecto trágico, mostrando la +epístola abierta, arrojada sobre la mesa. + +--¡Ya!--dijo la _Miau_, después de leerla;--las pamplinas de siempre. +Pero no te apures, hombre. Vete mañana á verle, y... + +--Cuando te digo (con atroz desaliento) que entre unos y otros me están +jorobando... + +Pasó la noche sumido en negra tristeza, y á la mañana inmediata, cambio +completo de decoración. En la afanosa vida del pretendiente ocurren +estos rudos contrastes que les hacen pasar del desconsuelo á la +esperanza. Recibió Villaamil una esquela del prohombre citándole para su +casa, de doce á una. Con la prisa y el anhelo que le entró á mi hombre, +no acertaba á ponerse el gabán. «Me llamará para decirme alguna +tontería--pensaba, arrimándose siempre á lo peor.--Vamos, vamos allá». Y +salió, dejando á su mujer excitadísima con la ilusión de un próximo +triunfo. Por el camino procuraba compenetrarse bien de su fatalismo +pesimista. Según su teoría, siempre sucede lo contrario de lo que uno +piensa. Véase por qué no nos sacamos nunca la lotería; bien claro está: +porque compra uno el billete con el intento firme de que le ha de caer +el premio gordo. Lo previsto no ocurre jamás, sobre todo en España, +pues por histórica ley, los españoles viven al día, sorprendidos de los +sucesos y sin ningún dominio sobre ellos. Conforme á esta teoría del +fracaso de toda previsión, ¿qué debe hacerse para que suceda una cosa? +Prever la contraria, compenetrarse bien de la idea opuesta á su +realización. ¿Y para que una cosa no pase? Figurarse que pasará, llegar +á convencerse, en virtud de una sostenida obstinación espiritual, de la +evidencia de aquel supuesto. Villaamil había experimentado siempre con +éxito este sistema, y recordaba multitud de ejemplos demostrativos. En +uno de sus viajes á Cuba, corriendo furioso temporal, se compenetró +absolutamente de la idea de morir, arrancó de su espíritu toda +esperanza, y el vapor hubo de salvarse. Otra vez, hallándose amenazado +de una cesantía, se empapó de la persuasión de su desgracia; no pensaba +más que en el fatídico _cese_; lo veía delante de sí día y noche, +manifestándose con brutal laconismo. ¿Y qué sucedió? Pues sucedió que me +le ascendieron. + +En resumidas cuentas, al ir á casa del padre de la patria, Villaamil se +impregnó bien en el convencimiento de un desastre, y pensaba así: «Como +si lo viera; este señor me va á dar ahora la puntilla, diciéndome: +«Amigo, lo siento mucho; el Ministro y yo no nos entendemos, y me es +imposible hacer nada por usted». + +Pero las palabras del aprovechado personaje fueron muy distintas, y +jamás habría podido barruntar D. Ramón que el otro saliese por este +registro: «Pues ayer tarde, después de escribir á usted, hablé con su +yerno, el cual me manifestó que á usted le convendría más servir en +provincias. Eso ya varía de especie, porque en provincias es mucho más +fácil. Hoy mismo me ocuparé del asunto». + +En medio de la sorpresa grata que tan expresivas razones le causaron, +sintió mi hombre el disgusto de la ingerencia de Víctor en aquel +negocio. Retiróse á su casa intranquilo; pues le hacía muy poca gracia +ver mezcladas la persona y recomendaciones de Cadalso con las suyas. No +participó doña Pura de estos recelos, y el sol de su regocijo brilló sin +nubes. Cierto que les contrariaba tener que hacer el hatillo; pero no +estaban en situación de escoger lo mejor, sino de apechugar con lo +posible, dando gracias á Dios. + +Desde aquel día, Villaamil frecuentaba la iglesia de un modo +vergonzante. Al salir de casa, si las Comendadoras estaban abiertas, se +colaba un rato allí, y oía misa si era hora de ello, y si no, se estaba +un ratito de rodillas, tratando sin duda de armonizar su fatalismo con +la idea cristiana. ¿Lo conseguiría? ¡Quién sabe! El cristianismo nos +dice: _Pedid y se os dará_; nos manda que fiemos en Dios y esperemos de +su mano el remedio de nuestros males; pero la experiencia de una larga +vida de ansiedad sugería al buen Villaamil estas ideas: _No esperes y +tendrás_; _desconfía del éxito para que el éxito llegue_. Allá se las +compondría en su conciencia. Quizás abdicaba de su diabólica teoría, +volviendo al dogma consolador; tal vez se entregaba con toda la efusión +de su espíritu al Dios misericordioso, poniéndose en sus manos para que +le diera lo que más le convenía, la muerte ó la vida, la credencial ó el +eterno _cese_, el bienestar modesto ó la miseria horrible, la paz +dichosa del servidor del Estado ó la desesperación famélica del +pretendiente. Quizás anticipaba su acalorada gratitud para el primer +caso ó su resignación para el segundo, y se proponía aguardar con ánimo +estoico el divino fallo, renunciando á la previsión de los +acontecimientos, resabio pecador del orgullo del hombre. + + + + +XXX + + +Una tarde, ya cerca de anochecido, al volver á su casa, vió á Monserrat +abierto, y allá se entró. La iglesia estaba muy obscura. Casi á tientas +pudo llegar á un banco de los de la nave central y se hincó juntó á él, +mirando hacia el altar, alumbrado por una sola luz. Pisadas de algún +devoto que entraba ó salía y silabeo tenue de rezos eran los únicos +rumores que turbaban el silencio, en cuyo seno profundo arrojó el +cesante su plegaria melancólica, mezcla absurda de piedad y +burocracia... «Porque por más que revuelvo en mi conciencia no encuentro +ningún pecado gordo que me haga merecer este cruel castigo... Yo he +procurado siempre el bien del Estado, y he atendido á defender en todo +caso la Administración contra sus defraudadores. Jamás hice ni consentí +un chanchullo, jamás, Señor, jamás. Eso bien lo sabes tú, Señor... Ahí +están mis libros cuando fuí tenedor de la Intervención... Ni un asiento +mal hecho, ni una raspadura... ¿Por qué tanta injusticia en estos +jeringados Gobiernos? Si es verdad que á todos nos das el pan de cada +día, ¿por qué á mí me lo niegas? Y digo más: si el Estado debe favorecer +á todos por igual, ¿por qué á mí me abandona?... ¡Á mí, que le he +servido con tanta lealtad! Señor, que no me engañe ahora... Yo te +prometo no dudar de tu misericordia como he dudado otras veces; yo te +prometo no ser pesimista, y esperar, esperar en ti. Ahora, Padre +Nuestro, tócale en el corazón á ese cansado Ministro, que es una buena +persona: sólo que me le marean con tantas cartas y recomendaciones». + +Transcurrido un rato se sentó, porque el estar de rodillas le fatigaba, +y sus ojos, acostumbrándose á la penumbra, empezaron á distinguir +vagamente los altares, las imágenes, los confesonarios y las personas, +dos ó tres viejas que rezongaban acurrucadas en ruedos al pie de los +confesonarios. No esperaba él el buen encuentro que tuvo á la media hora +de estar allí. Deslizándose sobre el banco ó andando con las asentaderas +sobre la tabla, se le apareció su nieto. + +--Hijo, no te había visto. ¿Con quién vienes? + +--Con tía Abelarda, que está en aquella capilla... Aquí la estaba +esperando y me quedé dormido. No le vi entrar á usted. + +--Pues aquí llegué hace un ratito--le dijo el abuelo, oprimiéndole +contra sí.--¿Y tú, vienes aquí á dormir la siesta? No me gusta eso; te +puedes enfriar y coger un catarro. Tienes las manos heladitas. Dámelas +que te las caliente. + +--Abuelo--le preguntó Luis cogiéndole la cara y ladeándosela,--¿estaba +usted rezando para que le coloquen? + +Tan turbado se encontraba el ánimo del cesante, que al oir á su nieto +pasó de la risa al lloro en menos de un segundo. Pero Luis no advirtió +que los ojos del anciano se humedecían, y suspiró con toda su alma al +oir esta respuesta: + +--Sí, hijo mío. Ya sabes tú que á Dios se le debe pedir todo lo que +necesitamos. + +--Pues yo--replicó el chicuelo saltando por donde menos se podía +esperar--se lo estoy diciendo todos los días, y nada. + +--¿Tú... pero tú también pides?... ¡Qué rico eres! El Señor nos da +cuanto nos conviene. Pero os preciso que seamos buenos, porque si no, no +hay caso. + +Luis lanzó otro suspiro hondísimo que quería decir: «Esa es la +dificultad, ¡contro!, que uno sea bueno». Después de una gran pausa, el +chiquillo, manoseando otra vez la cara del abuelo para obligarle á mirar +para él, murmuró: + +--Abuelo, hoy me he sabido la lección. + +--¿Sí? Eso me gusta. + +--¿Y cuándo me ponen en latín? Yo quiero aprenderlo para cantar misa... +Pero mire usted, lo que es esta iglesia no me hace feliz. ¿Sabe usted +por qué? Hay en aquella capilla un Señor con pelos largos que me da +mucho miedo. No entro allí aunque me maten. Cuando yo sea cura, lo que +es allí no digo misa... + +Don Ramón se echó á reir. + +--Ya se te irá quitando el temor, y verás cómo también al Cristo +melenudo le dices tus misitas. + +--Y que ya estoy aprendiendo á echarlas. Murillo sabe todo el latinaje +de la misa, y cuando se toca la campanilla y cuando se le levanta el +faldón al cura. + +--Mira--le dijo su abuelo sin enterarse,--ve y avisa á la tía que estoy +aquí. No me habrá visto. Ya es hora de que nos vayamos á casa. + +Fué Luis á llevar el recado, y el taconeo de sus pisadas resonó en el +suelo de la iglesia como alegre nota en tan lúgubre silencio. Abelarda, +sentada á la turca en el suelo, miró hacia atrás, después se levantó, y +vino á situarse junto á su padre. + +--¿Has acabado?--le preguntó éste. + +--Aun me falta un poquito.--Y siguió silabeando, fijos los ojos en el +altar. + +Confiaba mucho Villaamil en las oraciones de su hija, que creía fuesen +por él, y así le dijo: + +--No te apresures; reza con calma y cuanto quieras, que hay tiempo +todavía. ¿Verdad que el corazón parece que se descarga de un gran peso +cuando le contamos nuestras penas al único que las puede consolar? + +Esto brotó con espontaneidad nacida del fondo del alma. El sitio y la +ocasión eran propicios al dulcísimo acto de abrir de par en par las +puertas del espíritu y dar salida á todos los secretos. Abelarda se +hallaba en estado psicológico semejante; pero sentía con más fuerza que +su padre la necesidad de desahogo. No era dueña de callar en aquel +instante, y á poco que se descuidara, le rebosarían de la boca +confidencias que en otro lugar y momento por nada del mundo dejaría +asomar á sus labios. + +--¡Ay, papá!--se dejó decir.--Soy muy desgraciada... Usted no lo sabe +bien. + +Asombróse Villaamil de tal salida, porque para él no había en la +familia más que una desgracia, la cesantía y angustiosa tardanza de la +credencial. + +--Es verdad--dijo soturnamente;--pero ahora... ahora debemos confiar... +Dios no nos abandonará. + +--Lo que es á mí--confirmó Abelarda,--bien abandonada me tiene... Es que +le pasan á una cosas muy terribles. Dios hace á veces unos disparates... + +--¿Qué dices, hija? (alarmadísimo). ¡Disparates Dios...! + +--Quiero decir que á veces le infunde á una sentimientos que la hacen +infeliz; porque, ¿á qué viene querer, si no van las cosas por buen +camino? + +Villaamil no comprendía. La miró por ver si la expresión del rostro +aclaraba el enigma de la palabra. Pero la menguada luz no permitía al +anciano descifrar el rostro de su hija. Y Luisito, en pie ante los dos, +no entendía ni jota del diálogo. + +--Pues si te he de decir verdad--añadió Villaamil buscando luz en +aquella confusión,--no te entiendo. ¿Qué disgusto tienes? ¿Has reñido +con Ponce? No lo creo. El pobre chico, anoche en el café, me habló tan +natural de la prisa que le corre casarse. No quiere esperar á que se +muera su tío, el cual, entre paréntesis, es hombre acabado. + +--No es eso, no es eso--dijo la _Miau_ con el corazón en prensa.--Ponce +no me ha dado rabieta ninguna. + +--Pues entonces... + +Callaron ambos, y á poco Abelarda miró á su padre. Le retozaba en el +alma un sentimiento maligno, un ansia de mortificar al bondadoso viejo +diciéndole algo muy desagradable. ¿Cómo se explica esto? Únicamente por +el rechazo de la efusión de piedad en aquel turbado espíritu, que +buscando en vano el bien, rebotaba en dirección del mal, y en él +momentáneamente se complacía. Algo hubo en ella de ese estado cerebral +(relacionado con desórdenes nerviosos, familiares al organismo femenil), +que sugiere los actos de infanticidio; y en aquel caso, el misterioso +flúido de ira descargó sobre el mísero padre á quien tanto amaba. + +--¿No sabes una cosa?--le dijo.--Ya han colocado á Víctor. Hoy al +mediodía... á poco de salir tú, llamaron á la puerta: era la credencial. +Él estaba en casa. Le han dado el ascenso y le nombran... no sé qué en +la Administración Económica de Madrid. + +Villaamil se quedó atontadísimo, como si le hubieran descargado un +fuerte golpe de maza en la cabeza. Le zumbaron los oídos... creyó +delirar, se hizo repetir la noticia, y Abelarda la repitió con acento en +que vibraba la saña del parricida. + +--Un gran destino--añadió.--El está muy contento, y dijo que si á ti te +dejan fuera, puede, por de pronto y para que no estés desocupado, darte +un destinillo subalterno en su oficina. + +Creyó por un momento el anciano sin ventura que la iglesia se le caía +encima. Y en verdad, un peso enorme se le sentaba sobre el corazón no +dejándole respirar. En el mismo instante, Abelarda, volviendo en sí de +aquella perturbación cerebral que nublara su razón y sus sentimientos +filiales, se arrepintió de la puñalada que acababa de asestar á su +padre, y quiso ponerle bálsamo sin pérdida de tiempo. + +--También á ti te colocarán pronto. Yo se lo he pedido á Dios. + +--¡Á mí! ¡colocarme á mí! (con furor pesimista). Dios no protege más que +á los pillos... ¿Crees que espero algo ni del Ministro ni de Dios? Todos +son lo mismo... ¡Arriba y abajo farsa, favoritismo, polaquería! Ya ves +lo que sacamos de tanta humillación y de tanto rezo. Aquí me tienes +desairado siempre y sin que nadie me haga caso, mientras que ese +pasmarote, embustero y trapisondista... + +Se dió con la palma de la mano un golpe tan recio en el cráneo, que +Luisito se asustó, mirando consternado á su abuelo. Entonces volvió á +sentir Abelarda la malignidad parricida, uniéndola á un cierto instinto +defensivo de la pasión que llenaba su alma. Los grandes errores de la +vida, como los sentimientos hondos, aunque sean extraviados, tienden á +conservarse y no quieren en modo alguno perecer. Abelarda salió á la +defensa de sí misma defendiendo al otro. + +--No, papá, malo no es (con mucho calor), malo no. ¡En qué error tan +grande están usted y mamá! Todo consiste en que le juzgan de ligero, en +que no le comprenden. + +--¿Tú qué sabes, tonta? + +--¿Pues no he de saberlo? Los demás no le comprenden, yo sí. + +--¡Tú, hija...!--y al decirlo, una sospecha terrible cruzó por su mente, +atontándole más de lo que estaba. Pronto se rehizo, diciéndose: «No +puede ser; ¡qué absurdo!» Pero como notara la excitación de su hija, el +extravío de su mirar, volvió á sentirse acometido de la cruel sospecha. + +--¡Tú... dices que le comprendes tú! + +Resistiéndose á penetrar el misterio, éste, al modo de negra sima, más +profunda y temerosa cuanto más mirada, le atraía con vértigo insano. +Comparó rápidamente ciertas actitudes de su hija, antes inexplicables, +con lo que en aquel momento oía; ató cabos, recordó palabras, gestos, +incidentes, y concluyó por declararse que estaba en presencia de un +hecho muy grave. Tan grave era y tan contrario á sus sentimientos, que +le daba terror cerciorarse de él. Más bien quería olvidarlo ó fingirse +que era vana cavilación sin fundamento razonable. + +--Vámonos--murmuró.--Es tarde, y yo tengo que hacer antes de ir á casa. + +Abelarda se arrodilló para decir sus últimas oraciones, y el abuelo, +cogiendo á Luisito de la mano, se dirigió lentamente hacia la puerta, +sin hacer genuflexión alguna, sin mirar para el altar ni acordarse de +que estaba en lugar sagrado. Pasaron junto á la capilla del Cristo +melenudo, y como Cadalsito tirase del brazo de su abuelo para alejarle +lo más posible de la efigie que tanto miedo le daba, Villaamil se +incomodó y le dijo con cruel aspereza: + +--Que te come... Tonto... + +Salieron los tres, y en la esquina de la calle de Quiñones se +encontraron á Pantoja, que detuvo á D. Ramón para hablarle del inaudito +ascenso de Cadalso. Abelarda siguió hacia la casa. Al subir por la mal +alumbrada escalera, sintió pasos descendentes. Era él... Su andar con +ningún otro podía confundirse. Habría deseado esconderse para que no la +viera, impulso de vergüenza y sobresalto que obedecía á misterioso +presentimiento. El corazón le anunciaba algo inusitado, desarrollo y +resultante natural de los hechos, y aquel encuentro la hacía temblar. +Víctor la miró y se detuvo tres ó cuatro escalones más arriba del +rellano en que la chica de Villaamil se paró, viéndole venir. + +--¿Vuelves de la iglesia?--le dijo.--Yo no como hoy en casa. Estoy de +convite. + +--Bueno--replicó ella, y no se le ocurrió nada más ingenioso y oportuno. + +De un salto bajó Víctor los cuatro escalones, y sin decir nada, cogió á +la insignificante por el talle y la oprimió contra sí, apoyándose en la +pared. Abelarda dejóse abrazar sin la menor resistencia, y cuando él la +besó con fingida exaltación en la frente y mejillas, cerró los ojos, +descansando su cabeza sobre el pecho del guapo monstruo, en actitud de +quien saborea un descanso muy deseado, después de larga fatiga. + +--Tenía que ser--dijo Víctor con la emoción que tan bien sabía +simular.--No hemos hablado con claridad, y al fin nos entendemos. Vida +mía, todo lo sacrifico por ti. ¿Estás dispuesta á hacer lo mismo por +este desdichado? + +Abelarda respondió que sí con voz que sólo fué un simple despegar de +labios. + +--¿Abandonarías casa, padres, todo, por seguirme?--dijo él en un rapto +de infernal inspiración. + +Volvió la sosa á responder afirmativamente, ya con voz más clara y con +acentuado movimiento de cabeza. + +--¿Por seguirme para no separarnos jamás? + +--Te sigo como una tonta, sin reparar... + +--¿Y pronto? + +--Cuando quieras... Ahora mismo. + +Víctor meditó un rato. + +--Alma mía, todo puede hacerse sin escándalo. Separémonos ahora... Me +parece que viene alguien. Es tu padre... Súbete. Hablaremos. + +Al sentir los pasos de su padre, Abelarda despertó de aquel breve sueño. +Subió azorada, trémula, sin mirar hacia atrás. Víctor siguió bajando +lentamente, y al cruzarse con su suegro y el niño, ni les dijo nada, ni +ellos le hablaron tampoco. Cuando Villaamil llegaba al segundo, ya la +joven había llamado presurosa, deseando entrar antes de que su padre +pudiera sorprender la turbación de criminal que desencajaba su rostro. + + + + +XXXI + + +Toda aquella noche estuvo la insignificante en un estado próximo á la +demencia, dividido su espíritu entre la alegría loca y una tristeza +sepulcral. Á ratos sentíase acometida de punzante suspicacia. Había +entregado su voluntad sin condiciones, sin exigir en cambio la rendición +del albedrío del otro y el término de aquellos amores con mujer +desconocida, amores de compromiso sin duda, difíciles de romper. ¿Los +rompía y liquidaba todas sus atrasadas cuentas de amor? Así tenía que +ser. Y francamente, no estaba de más haberlo dicho. ¡Pero si no había +habido tiempo para nada, ni pudieron darse y pedirse las explicaciones +propias del caso!... Fué como un relámpago aquel trueque y abandono +mutuo de ambas voluntades. Convenía, pues, en la primera coyuntura, +despejar la situación, alejando todo temor de duplicidad, y poner para +siempre á un lado á la señora aquella de las cartas. Hecho esto, +Abelarda se entregaría sin ningún trámite al hombre que le había +absorbido el alma; renunciaba á toda libertad, era suya, de él, en la +forma y condiciones que él quisiese, con escándalo ó sin escándalo, con +honra ó sin honra. + +Mientras comían, Villaamil observaba á su hija, poniendo en su rostro +los rasgos más enérgicos de aquella ferocidad tigresca que le +caracterizaba. Comía sin apetito, y creeríase que devoraba una pieza +palpitante y medio viva, que gemía y temblaba con dolores horribles, +clavada en su tenedor. Doña Pura y Milagros no osaron hablarle de la +colocación de Víctor. Ambas estaban mohínas, lúgubres y con cara de +responso, y la misma Abelarda concluyó por formar parte de aquel +silencioso coro de sepulcrales figuras. Aquella noche no había Real. El +cesante se metió en su despacho, y las tres _Miaus_ fueron á la sala, +donde se reunieron el ínclito Ponce y las de Cuevas. Abelarda tuvo +momentos de febril locuacidad, y otros de meditación taciturna. + +Á las doce se acabó la tertulia, y á dormir... La casa en silencio, +Abelarda en vela, esperando á Víctor para decirse lo que por decir +estaba, y vaciar de lleno alma en alma, cambiando los vasos su +contenido. Pero dió la una, la una y media, y el galán no parecía. Entre +dos y tres, la infeliz muchacha se hallaba en estado febril, que +encendía en su mente los más peregrinos disparates. Le habían matado... +También podía ser que el abrazo, el besuqueo y la declaración de la +escalera fueran una burla infame... Esta idea la rechazaba por ser +demasiado absurda y no caber, según ella, dentro de los moldes de la +humana maldad. Luego pensaba (y eran ya las tres y media) que la +elegantona de las cartas coronadas, al enterarse aquella misma noche de +que el amante se le iba, ó al oir de su propio labio tristes acentos de +ruptura, tramaba contra él horrible venganza, le convidaba á cenar y le +envenenaba, echándole en una copa de Jerez el veneno de los Borgias. Con +las extrañas cavilaciones mezclaba la sosa mil lances que había visto en +las óperas, las conjuraciones que arma la mezzo-soprano contra el tenor, +porque éste la desprecia por la tiple; las perrerías del barítono para +deshacerse de su aborrecido rival, la constancia sublime del tenor (y +eran ya las cuatro), que sucumbiendo á las combinadas artimañas del bajo +y la contralto, revienta en brazos de la tiple, y concluyen ambos +diciéndose que se amarán en el otro mundo. + +Las cinco, y Víctor sin parecer. El cerebro de Abelarda era un volcán, +que desfogaba por los ojos en destellos de calentura, por los labios en +monosílabos de despecho, de amor, de cólera. Sólo dos veces, en la +temporada aquélla, había pasado el _hombre superior_ toda la noche fuera +de casa; y la primera vez que esto sucediera, entró á eso de las diez de +la mañana en un desorden lamentable, denunciando con su actitud, con sus +palabras y hasta con su ropa, los excesos de una noche de festín entre +personas de vida poco regular. ¡Si sucedería lo mismo aquella segunda +vez!... Pero no; algo había ocurrido. Entre el tiernísimo paso de la +escalera y aquella ausencia inexplicable, había un enigma, algo +misterioso, quizás una desgracia ó una monstruosidad que la pobre +muchacha, en la ofuscación de su inteligencia, no acertaba á comprender. +Las seis, y nada. Rompió á llorar, y tan pronto reclinaba su cabeza +sobre la almohada, como se sentaba en un baúl ó iba de una parte á otra +de la habitación, cual pájaro saltando en su jaula de palito en palito. + +Llegó el día, y nada. El primero á quien Abelarda sintió levantarse fué +su padre, que pasó camino de la cocina y después del despacho. Las ocho. +Doña Pura no tardaría en abandonar las ociosas plumas. Como ya, aunque +Víctor entrase, no era posible hablar á solas con él, la dolorida se +acostó, no para dormir ni descansar, sino para que su madre no cayese en +la cuenta de la noche toledana. Más de las nueve eran ya cuando entró el +trasnochador con muy mal cariz. Doña Pura le abrió la puerta sin decirle +una sola palabra. Metióse en su cuarto, y Abelarda, que salía del suyo, +le sintió revolviéndose en el estrecho recinto, donde apenas cabían la +cama, una silla y el baúl. «Si vas á la iglesia--díjole Pura, sacando +unos cuartos del portamonedas,--te traes cuatro huevos... Que te +acompañe Luis. Yo no salgo. Me duele la cabeza. Tu padre está +disgustadísimo, y con razón. ¡Mira que colocar á este perdulario y +dejarle á él en la calle, á él, tan honrado y que sabe más de +Administración que todo el Ministerio junto! ¡Qué Gobiernos, Señor, qué +Gobiernos! ¡Y se espantan luego de que haya revolución! Te traes cuatro +huevos. ¡No sé cómo saldremos del día!... ¡Ah! tráete también el cordón +negro para mi vestido y los corchetes». + +Abelarda fué á la iglesia, y al volver con los encargos de su madre, +halló á ésta, su tía y Víctor en el comedor, enzarzados en furiosa +disputa. La voz de Cadalso sobresalía, diciendo: + +--Pero, señoras mías, ¿yo qué culpa tengo de que me hayan colocado á mí +antes que á papá? ¿Es esto razón bastante para que todos en esta casa me +pongan cara de cuerno? Pues ganas me dan, como hay Dios, de tirar la +credencial á la calle. Antes que nada, la paz de la familia. Yo +desviviéndome porque me quieran, yo tratando de hacer olvidar los +disgustos que les he causado, y ahora, ¡válgame Dios!, porque al +Ministro se le antoja colocarme, ya falta poco para que mi suegra y la +hermana de mi suegra me saquen los ojos! Bueno, señoras; arañen, peguen +todo lo que gusten; yo no he de quejarme. Mientras más perrerías me +digan, más he de quererles yo á todos. + +--¡Como si no supiéramos--objetó doña Pura hecha un áspid--que tú tienes +vara alta en el Ministerio, y que si hubieras querido, ya Ramón tendría +plaza...! + +--¡Por Dios, mamá, por Dios!--replicó Víctor revelando verdadera +consternación.--Eso es del género inocente... No puedo creer que usted +lo diga con formalidad. ¡Que yo...! vamos; ¡tengo entre la familia una +reputacioncita...! ¿Y si yo jurase que he gestionado por papá más que +por mí? ¿Si yo lo jurase? Claro, no me creerían. Pero, créanlo ó no, lo +digo y lo sostengo. + +Abelarda no intervino en la reyerta, pero mentalmente se ponía de parte +de su hermano político. En esto entró Villaamil, y Víctor se fué +resueltamente á él: «Usted que es un hombre razonable, dígame si cree, +como estas señoras, que yo he gestionado ó trabajado ó intrigado porque +me colocaran á mí y á usted no. Porque aquí me están calentando las +orejas con esa historia, y francamente, me aflige oirme tratar como un +Judas sin conciencia. (Con noble acento.) Yo, Sr. D. Ramón, me he +portado lealmente. Si he tenido la desgracia de ir por delante de otros, +no es culpa mía. ¿Sabe usted lo que yo haría ahora?... y que me muera si +no digo verdad. Pues cederle á usted mi plaza.» + +--Si nadie habla del asunto--replicó Villaamil con serenidad, que +obtenía violentándose cruelmente.--¡Colocarme á mí! ¿Crees que alguien +piensa en tal cosa? Ha pasado lo natural y lógico. Tú tienes allá... no +sé dónde... buenos padrinos ó madrinas... Yo no tengo á nadie... Que te +aproveche. + +Cerró la puerta de su despacho, dejando en el pasillo á Víctor, algo +confuso y con una respuesta entre labio y labio, que no se atrevió á +soltar. Aun quiso engatusar á doña Pura en el comedor, tratando de +rendir su ánimo con expresiones servilmente cariñosas. «¡Qué desgracia +tan grande, Dios mío, no ser comprendido! Me consumo por esta familia, +me sacrifico por ella, hago mías sus desgracias y suyos mis escasos +posibles, y como si nada. Soy y seré siempre aquí un huésped molesto y +un pariente maldito. Paciencia, paciencia». + +Dijo esto con afectación hábil, en el momento de sacar papel y +disponerse á escribir sobre la mesa del comedor. Ausentarse vió ante sí +á su cuñada, de pié y mirándole, sosteniendo la barba entre los dedos +de la mano derecha, actitud atenta, pensativa y cariñosa semejante, +salva la belleza, á la de la célebre estatua de Polimnia en el grupo +antiguo de las Musas. No era preciso ser lince para leer en las pupilas +y expresión de la insignificante estas ó parecidas reconvenciones: +«¿Pero qué haces ahí sin atenderme? ¿No sabes que soy la única persona +que te ha comprendido? Vuélvete hacia mí, y no hagas caso de los +demás,.. Estoy aguardándote desde anoche, ¡ingrato!, y tú tan distraído. +¿Qué se hicieron tus planes de escapatoria? Estoy pronta... Me iré con +lo puesto». + +Al verla en tal actitud y al leer en sus ojos la reconvención, cayó +Víctor en la cuenta de que estaba en descubierto con ella. Maldito si +desde la noche anterior se había vuelto á acordar del paso de la +escalera, y si lo recordaba era como un hecho baladí, cual humorada +estudiantil sin consecuencias para la vida. Su primera impresión, al +despertarse la memoria, fué de disgusto, cual si recordase la precisión +impertinente de pagar una visita de puro cumplido. Pero al instante +compuso la fisonomía, que para cada situación tenía una hermosa máscara +en el variado repertorio de su histrionismo moral; y cerciorándose de +que no andaba por allí su suegra, puso una cara muy tierna, miró al +techo, después á su cuñada, y entre ambos se cruzaron estas breves +cláusulas: + +--Vida mía, tengo que hablarte... ¿dónde y cuándo? + +--Esta tarde... en las Comendadoras... á las seis. + +Y nada más. Abelarda se escapó á arreglar la sala, y Víctor se puso á +escribir, arrojando con desdén la careta y pensando de este modo: «La +chiflada ésta quiere saber cuándo tocan á perderse... ¡Ah!... pues si tú +lo cataras... Pero no lo catarás». + + + + +XXXII + + +Puntual, como la hora misma, entró Abelarda, á la de la cita, en las +Comendadoras. La iglesia, callada y obscura, estaba que ni de encargo +para el misterioso objeto de una cita. Quien hubiera visto entrar á la +chica de Villaamil, se habría pasmado de notar en ella su mejor ropa, +los verdaderos trapitos de cristianar. Se los puso sin que lo advirtiera +su madre, que había salido á las cinco. Sentóse en un banco, rezando +distraída y febril, y al cuarto de hora entró Víctor, que al pronto no +veía gota, y dudaba á qué parte de la iglesia encaminarse. Fué ella á +servirle de guía, y le tocó el brazo. Diéronse las manos y se sentaron +cerca de la puerta, en un lugar bastante recogido y el más tenebroso de +la iglesia, á la entrada de la capilla de los Dolores. + +Á pesar de su pericia y del desparpajo con que solía afrontar las +situaciones más difíciles, Víctor, no sabiendo cómo desflorar el asunto, +estuvo mascando un rato las primeras palabras. Por fin, resuelto á +abreviar, encomendándose mentalmente al demonio de su guarda, dijo: + +--Empiezo por pedirte perdón, vida mía; perdón, sí, lo necesito, por mi +conducta... imprudente... El amor que te tengo es tan hondo, tan +avasallador, que anoche, sin saber lo que hacía, quise lanzarte por +las... escabrosidades de mi destino. Estarás enojadísima conmigo, lo +comprendo, porque á una mujer de tu calidad, proponer yo como +propuse...! Pero estaba ciego, demente, y no supe lo que me dije. ¡Qué +idea habrás formado de mí! Merezco tu desprecio. Proponerte que +abandonaras tus padres, tu casa, por seguirme á mí, á mí, cometa errante +(recordando frases que había leído en otros tiempos y enjaretándolas con +la mayor frescura), á mí que corro por los espacios, sin dirección fija, +sin saber de dónde he recibido el impulso ni adónde me lleva mi carrera +loca...! Me estrellaré; de fijo me estrellaré. Pero sería un infame, +Abelarda (tomándole una mano), sería el último de los monstruos si +permitiera que te estrellaras conmigo... tú, que eres un ángel: tú, que +eres el encanto de tu familia... ¡Oh! te pido perdón, y me pondría de +rodillas para alcanzarlo. Cometí gravísimo atentado contra tu dignidad, +ultrajé tu candor, proponiéndote aquella atrocidad nacida en este +cerebro calenturiento... en fin, perdóname, y admite mis honradas +excusas. Te amo, te amo, y te amaré siempre, sin esperanza, porque no +puedo aspirar á poseer tan... rica joya. Insultaría á Dios si tal +aspiración tuviese... + +No acortaba la _Miau_ á comprender bien aquella palabrería, de sentido +tan opuesto á lo que esperaba escuchar. Mirábale á él, y después á la +imagen más próxima, un San Juan con cordero y banderola, y le preguntaba +al santo si aquello era verdad ó sueño. + +--Estás, estás perdonado--murmuró respirando muy fuerte. + +--No extrañes, amor mío--prosiguió él, dueño ya de la situación,--que en +tu presencia me vuelva tímido y no sepa expresarme bien. Me fascinas, me +anonadas, haciéndome ver mi pequeñez. Perdóname el atrevimiento de +anoche. Quiero ahora ser digno de ti, quiero imitar esa serenidad +sublime. Tú me marcas el camino que debo seguir, el camino de la vida +ideal, de las acciones perfectamente ajustadas á la ley divina. Te +imitaré; haré por imitarte. Es preciso que nos separemos, mujer +incomparable. Si nos juntamos, tu vida corre peligro y la mía también. +Estamos cercados de enemigos que nos acechan, que nos vigilan... ¿Qué +debemos hacer?... Separarnos en la tierra, unirnos en las esferas +ideales. Piensa en mí, que yo ni un instante te apartaré de mi +pensamiento... + +Abelarda, inquietísima, se movía en el banco como si éste se hallara +erizado de púas. + +--¿Cómo olvidar que cuando toda la familia me despreciaba, tú sola me +comprendías y me consolabas? ¡Ah! no se olvida eso en mil años. Te +aseguro que eres sublime. Soy un miserable. Déjame abandonado á mi +triste suerte. Sé que has de pedir á Dios por mí, y esto me consuela. Si +yo creyera, si yo pudiera prosternarme ante ese altar ó ante otro +semejante, si yo rezar pudiese, rezaría por ti... Adiós, amor mío. + +Quiso cogerle una mano, pero Abelarda la retiró, volviendo la cara hacia +el opuesto lado. + +--Tu esquivez me mata. Bien sé que la merezco... Anoche estuve contigo +irrespetuoso, grosero, indelicado. Pero ya has dicho que me perdonabas. +¿Á qué ese gesto? Ya, ya sé... Es que te estorbo, es que te soy +aborrecible... Lo merezco; sé que lo merezco. Adiós. Estoy expiando mis +culpas, porque ahora quiero separarme de ti, y ya ves, no puedo... +¡Clavado en este banco!... (impaciente, y atropellándose por concluir +pronto). ¿Te acordarás de mí en tu vida futura?... Oye un consejo: +cásate con Ponce, y si no te casas, entra en un convento, y reza por él +y por mí, por este pecador... Tú has nacido para la vida espiritual. +Eres muy grande, y no cabes en la estrechez del matrimonio ni en la... +prosaica vida de familia... No puedo seguir, mujer, porque pierdo la +razón... deliro y... Valor... un supremo esfuerzo... Adiós, adiós. + +Y como alma que lleva Satanás, salió de la iglesia, refunfuñando. Tenía +prisa, y se felicitaba de haber saldado una fastidiosa cuentecilla. +«¡Qué demonio!--dijo, mirando su reloj y avivando el paso.--Pensé +despachar en diez minutos y he empleado veinte. ¡Y _aquélla_ esperándome +desde las seis!... Vamos, que sin poderlo remediar me da lástima de esta +inefable cursi. Van á tener que ponerte camisa... ó corsé de fuerza». + +Y Abelarda, ¿qué hacía y qué pensaba? Pues si hubiera visto que al +púlpito de la iglesia subía el Diablo en persona y echaba un sermón +acusando á los fieles de que no pecaban bastante, y diciéndoles que si +seguían así no ganarían el infierno; si Abelarda hubiera visto esto, no +se habría pasmado como se pasmó. La palabra del monstruo y su salida +fugaz dejáronla yerta, incapaz de movimiento, el cerebro cuajado en las +ideas y en las impresiones de aquella entrevista, como substancia echada +en molde frío y que prontamente se endurece. Ni le pasó por la cabeza +rezar, ¿para qué? Ni marcharse, ¿adónde? Mejor estaba allí, quieta y +muda, rivalizando en inmovilidad con el San Juan del gallardete y con la +Dolorosa. Ésta se hallaba al pie de la cruz, rígida en su enjuto vestido +negro y en sus tocas de viuda, acribillado el pecho de espaditas de +plata, las manos cruzadas con tanta fuerza, que los dedos se confundían +formando un haz apretadísimo. El Cristo, mucho mayor que la imagen de su +madre, extendíase por el muro arriba, tocando al techo del templete con +su corona de abrojos, y estirando los brazos á increíble distancia. +Abajo velas, los atributos de la Pasión, exvotos de cera, un cepillo con +los bordes de la hendidura mugrientos, y el hierro del candado muy +roñoso; el paño del altar goteado de cera; la repisa pintada imitando +jaspe. Todo lo miraba la señorita de Villaamil, no viendo el conjunto, +sino los detalles más ínfimos, clavando sus ojos aquí y allí como aguja +que picotea sin penetrar, mientras su alma se apretaba contra la esponja +henchida de amargor, absorbiéndolo todo. + +Vinieron á coincidir en el tiempo dos gravísimos actos, cada uno de los +cuales pudo decidir por sí solo la vida ulterior de la insignificante y +trastornada joven. Con diferencia de dos horas y media, se realizaron el +suceso que acabo de referir y otro no menos importante. Ponce, +conferenciando con doña Pura en la sala de ésta, sin testigos, se mostró +enojado porque los padres de su prometida no habían fijado aún el día de +la boda. + +--Pues por fijado, hijo, por fijado. Ramón y yo no deseamos otra cosa. +¿Le parece á usted que á principios de Mayo? ¿el día de la Cruz? + +Poco antes doña Pura había explicado la ausencia de su hija en la +tertulia por el grandísimo enfriamiento que aquella tarde cogiera en las +Comendadoras. Entró en casa castañeteando los dientes, y con un +calenturón tan fuerte, que su madre la mandó acostarse al momento. Era +esto verdad; mas no toda la verdad, y la señora se calló el asombro de +verla entrar á horas desusadas y con un vestido que no acostumbraba +ponerse para ir de tarde á la iglesia mas próxima. «Eso es, lo mejorcito +que tienes; estropéalo donde no lo puedes lucir, y dedícate á refregar +con ese casimir tan rico de catorce reales los bancos de la iglesia, +llenos de mugre, de polvo y de cuanta porquería hay». También se calló +que su hija no contestaba acorde á nada de cuanto le decía. Esto, el +chasquido de dientes y la repugnancia á comer movieron á doña Pura á +meterla en la cama. No las tenía la señora todas consigo, y estaba +cavilosa buscando el sentido de ciertas rarezas que en la niña notaba. +«Sea lo que quiera--pensó,--cuanto más pronto la casemos, mejor». Sobre +esto dijo algo á su marido; pero Villaamil no se había dignado contestar +sílaba; tan tétrico y cabizbajo andaba. + +Abelarda, que se hacía la dormida para que no la molestase nadie, vió á +Milagros acostando á Luisito, el cual no se durmió pronto aquella +noche, sino que daba vueltas y más vueltas. Cuando ambos se quedaron +solos, Abelarda le mandó estarse callado. No tenía ella ganas de jarana; +era tarde y necesitaba descanso. + +--Tiíta, no puedo dormirme. Cuéntame cuentos. + +--Sí, para cuentos estoy yo. Déjame en paz ó verás... + +Otras veces, al sentir á su sobrino desvelado, la insignificante, que le +amaba entrañablemente, procuraba calmar su inquietud con afectuosas +palabras; y si esto no era bastante, se iba á su cama, y arrullándole y +agasajándole, conseguía que conciliara el sueño. Pero aquella noche, +excitada y fuera de sí, sentía tremenda inquina contra el pobre +muchacho; su voz la molestaba y hería, y por primera vez en su vida +pensó de él lo siguiente: «¿Qué me importa á mí que duermas ó no, ni que +estés bueno ni que estés malo, ni que te lleven los demonios?» + +Luisito, hecho á ver á su tía muy cariñosa, no se resignaba á callar. +Quería palique á todo trance, y con voz de mimo, dijo á su compañera de +habitación: + +--Tía, ¿viste tu por casualidad á Dios alguna vez? + +--¿Qué hablas ahí, tonto?... Si no te callas, me levanto y... + +--No te enfades... pues yo, ¿qué culpa tengo? Yo veo á Dios, lo veo +cuando me da la gana; para que lo sepas... Pero esta noche no le veo más +que los pies... los pies con mucha sangre, clavaditos y con un lazo +blanco, como los del Cristo de las melenas que está en Monserrat... y me +da mucho miedo. No quiero cerrar los ojos, porque... te diré... yo nunca +le he visto los pies, sino la cara y las manos... y esto me pasa... +¿sabes por qué me pasa?... porque hice un pecado grande... porque le +dije á mi papá una mentira, le dije que quería ir con la tía Quintina á +su casa. Y fué mentira. Yo no quiero ir más que un ratito para ver los +santos. Vivir con ella no. Porque irme con ella y dejaros á vosotros es +pecado, ¿verdad? + +--Cállate, cállate, que no estoy yo para oir tus sandeces... ¿Pues no +dice que ve á Dios el muy borrico?... Sí, ahí está Dios para que tú le +veas, bobo... + +Abelarda oyó al poco rato los sollozos de Cadalsito, y en vez de piedad, +sintió, ¡cosa más rara!, una antipatía tal contra su sobrino, que mejor +pudiera llamarse odio sañudo. El tal mocoso era un necio, un farsante +que embaucaba á la familia con aquellas simplezas de ver á Dios +y de querer hacerse curita; un hipócrita, un embustero, un +mátalas-callando... y feo, y enclenque, y consentido además... + +Esta hostilidad hacia la pobre criatura era semejante á la que se inició +la víspera en el corazón de Abelarda contra su propio padre, hostilidad +contraria á la naturaleza, fruto sin duda de una de esas auras +epileptiformes que subvierten los sentimientos primarios en el alma de +la mujer. No supo ella darse cuenta de cómo tal monstruosidad germinara +en su espíritu, y la veía crecer, crecer á cada instante, sintiendo +cierta complacencia insana en apreciar su magnitud. Aborrecía á Luis, le +aborrecía con todo su corazón. La voz del chiquillo le encalabrinaba los +nervios, poniéndola frenética. + +Cadalsito, sollozando, insistió: «Le veo las piernas negras con +manchurrones de sangre, le veo las rodillas con unos cardenales muy +negros, tiíta... tengo mucho miedo... ¡Ven, ven!» + +La _Miau_ crispó los puños, mordió las sábanas. Aquella voz quejumbrosa +removía todo su ser, levantando en él una ola rojiza, ola de sangre que +subía hasta nublarle los ojos. El chiquillo era un cómico, fingido y +trapalón, bajado al mundo para martirizarla á ella y á toda su casta... +Pero aun quedaba en Abelarda algo de hábito de ternura que contenía la +expansión de su furor. Hacía un movimiento para echarse de la cama y +correr á la de Luis con ánimo de darle azotes, y se reprimía luego. ¡Ah! +como pusiera las manos en él, no se contentaría con la azotaina... le +ahogaría, sí. ¡Tal furia le abrasaba el alma y tal sed de destrucción +tenían sus ardientes manos! + +--Tiíta, ahora le veo el faldellín todo lleno de sangre, mucha sangre... +Ven, enciende luz, ó me muero de susto; quítamele, dile que se vaya. El +otro Dios es el que á mí me gusta, el abuelo guapo, el que no tiene +sangre, sino un manto muy fino y unas barbas blanquísimas... + +Ya no pudo ella dominarse, y saltó del lecho... Quedóse á su orilla +inmovilizada, no por la piedad, sino por un recuerdo que hirió su mente +con vívida luz. Lo mismo que ella hacía en aquel instante, lo había +hecho su difunta hermana en una noche triste. Sí, Luisa padecía también +aquellas horribles corazonadas de aborrecer á su progenitura, y cierta +noche que le oyó quejarse, echóse de la cama y fué contra él, con las +manos amenazantes, trocada de madre en fiera. Gracias que la sujetaron, +pues si no, sabe Dios lo que habría pasado. Y Abelarda repetía las +mismas palabras de la muerta, diciendo que el pobre niño era un +monstruo, un aborto del infierno, venido á la tierra para castigo y +condenación de la familia. + +Llevóla este recuerdo á comparar la semejanza de causas con la semejanza +de efectos, y pensó angustiadísima: «¿Estaré yo loca, como mi +hermana?... ¿Es locura, Dios mío?» + +Volvió á meterse entre sábanas, prestando atención á los sollozos de +Luis, que parecían atenuarse, como si al fin le venciera el sueño. +Transcurrió un largo rato, durante el cual la tiíta se aletargó á su +vez; pero de improviso despertó sintiendo el mismo furor hostil en su +mayor grado de intensidad. No la detuvo entonces el recuerdo de su +hermana; no había en su espíritu nada que corrigiese la idea, ó mejor +dicho, el delirio de que Luis era una mala persona, un engendro +detestable, un ser infame á quien convenía exterminar. Él tenía la culpa +de todos los males que la agobiaban, y cuando él desapareciera del +mundo, el sol brillaría más y la vida sería dichosa. El chiquillo aquél +representaba toda la perfidia humana, la traición, la mentira, la +deshonra, el perjurio. + +Reinaba profunda obscuridad en la alcoba. Abelarda, en camisa y +descalza, echándose un mantón sobre los hombros, avanzó palpando... +Luego retrocedió buscando las cerillas. Habíasele ocurrido en aquel +momento ir á la cocina en busca de un cuchillo que cortara bien. Para +esto necesitaba luz. La encendió, y observó á Luis que al cabo dormía +profundamente. «¡Qué buena ocasión!--se dijo;--ahora no chillará, ni +hará gestos... Farsante, pinturero, monigote, me las pagarás... Sal +ahora con la pamplina de que ves á Dios... Como si hubiera tal Dios, ni +tales carneros...» Después de contemplar un rato al sobrinillo, salió +resuelta. «Cuanto más pronto, mejor». El recuerdo de los sollozos del +chico, hablando aquellos disparates de los pies que veía, atizaba su +cólera. Llegó á la cocina y no encontró cuchillo, pero se fijó en el +hacha de partir leña, tirada en un rincón, y le pareció que este +instrumento era mejor para el _caso_, más seguro, más ejecutivo, más +cortante. Cogió el hacha, hizo ademán de blandirla, y satisfecha del +ensayo, volvió á la alcoba, en una mano la luz, en otra el arma, el +mantón por la cabeza... Figura tan extraña y temerosa no se había visto +nunca en aquella casa. Pero en el momento de abrir la puerta de +cristales de la alcoba, sintió un ruido que la sobrecogió. Era el del +llavín de Víctor girando en la cerradura. Como ladrón sorprendido, +Abelarda apagó de un soplo la luz, entró, y se agachó detrás de la +puerta, recatando el hacha. Aunque rodeada de tinieblas temía que Víctor +la viese al pasar por el comedor y se hizo un ovillo, porque la furia +que había determinado su última acción se trocó súbitamente en espanto +con algo de femenil vergüenza. Él pasó alumbrándose con una cerilla, +entró en su cuarto y se cerró al instante. Todo volvió á quedar en +silencio. Hasta la alcoba de Abelarda llegaba débil, atravesando el +comedor y las dos puertas de cristales, la claridad de la vela que +encendiera Víctor para acostarse. Cosa de diez minutos duró el reflejo; +después se extinguió, y todo quedó en sombra. Pero la cuitada no se +atrevía ya á encender su luz; fué tanteando hasta la cama, escondió el +hacha bajo la cómoda próxima al lecho, y se deslizó en éste +reflexionando: «No es ocasión ahora. Gritaría, y el otro... Al otro le +daría yo el hachazo del siglo; pero no basta un hachazo, ni dos, ni +ciento... ni mil. Estaría toda la noche dándole golpes y no le acabaría +de matar». + + + + +XXXIII + + +Nuestro infortunado Villaamil no vivía desde el momento aciago en que +supo la colocación de su yerno, y para mayor desdicha el prohombre +ministerial no le hacía caso. Inmediatamente después de almorzar, se +echaba á la calle, y se pasaba el día de oficina en oficina, contando su +malaventura á cuantos encontraba, refiriendo la atroz injusticia, que, +entre paréntesis, no le cogía de nuevo; porque él, se lo podían creer, +nunca esperó otra cosa. Cierto que, apretado por la fea necesidad, y +llegando á sentir como un estorbo en aquel pesimismo que se había +impuesto, se lo arrancaba á veces como quien se arranca una máscara, y +decía, implorando con toda el alma desnuda: «Amigo Cucúrbitas, me +conformo con cualquier cosa. Mi categoría es de Jefe de Administración +de tercera; pero si me dan un puesto de oficial primero, vamos, de +oficial segundo, lo tomo, sí señor, lo tomo, aunque sea en provincias.» +La misma cantinela le entonaba al Jefe del Personal, á todos los amigos +influyentes que en la casa tenía, y epistolarmente al Ministro y á Pez. +Á Pantoja, en gran confianza, le dijo: «Aunque sea para mí una +humillación, hasta oficial tercero aceptaré por salir de estas +angustias... Después, Dios dirá». + +Luego iba de estampía contra Sevillano, de quien se hablará después, +empleado en el Personal, el cual le decía con expresión de lástima: «Sí, +hombre sí, cálmese usted; tenemos nota preferente... Debe usted procurar +serenarse». Y le volvía la espalda. Poco á poco fué el santo varón +desmintiendo su carácter, aprendiendo á importunar á todo el mundo y +perdiendo el sentido de las conveniencias. Después de verle andar por +las oficinas, dando la lata á diferentes amigos, sin excluir á los +porteros, Pantoja le habló en confianza: + +--¿Sabes lo que el bigardo de tu yerno le dijo al Diputado ese? Pues que +tú estabas loco y que no podías desempeñar ningún destino en la +Administración. Como lo oyes; y el Diputado lo repitió en el Personal +delante de Sevillano y del hermano de Espinosa, que me lo vino á contar +á mí. + +--¿Eso dijo? (estupefacto). ¡Ah! lo creo. Es capaz de todo... + +Esto acabó de trastornarle. Ya la insistencia de su incansable porfía y +la expresión de ansiedad que iban tomando sus ojos asustaba á sus +amigos. En algunas oficinas, cuidaban de no responderle ó de hablarle +con brevedad para que se cansara y se fuese con la música á otra parte. +Pero estaba á prueba de desaires, por habérsele encallecido la epidermis +del amor propio. En ausencia de Pantoja, Espinosa y Guillén le tomaban +el pelo de lo lindo: + +--¿No sabe usted, amigo Villaamil lo que se corre por ahí? Que el +Ministro va á presentar á las Cortes una ley estableciendo el _income +tax_. La Caña la está estudiando. + +--Como que me ha robado mis ideas. Mis cuatro Memorias durmieron en su +poder más de un año. Vean ustedes lo que saca uno de quemarse las cejas +por estudiar algo que sirva de remedio á esta Hacienda moribunda... País +de raterías, Administración de nulidades, cuando no se puede afanar una +peseta, se tima el entendimiento ajeno. Ea, con Dios. + +Y salía disparado, precipitándose por los escalones abajo, hacia la +Dirección de Impuestos (patio de la izquierda), ansioso de calentarle +las orejas al amigo La Caña. Á la media hora se le veía otra vez +venciendo jadeante la cansada escalera para meterse un rato en el Tesoro +ó en Aduanas. Algunas veces, antes de entrar, daba la jaqueca á los +porteros, contándoles toda su historia administrativa. «Yo entré á +servir en tiempo de la Regencia de Espartero, siendo Ministro el Sr. +Surrá y Rull, excelente persona, hombre muy mirado. Me parece que fué +ayer cuando subí por esa escalera. Traía yo unos calzoncitos de +cuadros, que se usaban entonces, y mi sombrero de copa, que había +estrenado para tomar posesión. De aquel tiempo no queda ya nadie en _la +casa_, pues el pobre Cruz, á quien vi en este mismo sitio cuando yo +entraba, se las lió hace dos meses. ¡Ay, qué vida ésta!... Mi primer +ascenso me lo dió D. Alejandro Mon... buena persona... y de mucho +carácter, no se crean ustedes. Aquí se plantificaba á las ocho de la +mañana, y hacía trabajar á la tropa; por eso hizo lo que hizo. Como +madrugador, no ha habido otro D. Juan Bravo Murillo, y el número uno de +los trasnochadores era D. José Salamanca, que nos tenía aquí á los de +Secretaría hasta las dos ó las tres de la madrugada. Pues digo, ¿hay +alguno entre ustedes que se acuerde de D. Juan Bruil, que, por más +señas, me hizo á mí oficial tercero? ¡Ah, qué hombre! Era una pólvora. +Pues también el amigo Madoz las gastaba buenas. ¡Qué cascarrabias! Yo +tuve el 57 un director que no hacía un servicio al lucero del alba ni +despachaba cosa alguna, como no viniera una mujer á pedírsela. Crean +ustedes que la perdición del país es la faldamenta». + +Los porteros le llevaban el humor mientras podían; pero también llegaron +á sentir cansancio de él, y pretextaban ocupaciones para zafarse. El +santo varón, después de explayarse por las porterías, volvía adentro, y +no faltaba en Aduanas ó en Propiedades un guasón presumido, como +Urbanito, el hijo de Cucúrbitas, que le convidase á café para tirarle de +la lengua y divertirse oyendo sus exaltadas quejas. «Miren ustedes; á mí +me pasa esto por decente, pues si yo hubiera querido desembuchar ciertas +cosas que sé referentes á pájaros gordos, ¿me entienden ustedes?... digo +que si yo hubiera sido como otros que van á las redacciones con la +denuncia del enjuage A, del enredo B..., otro gallo me cantara... ¿Pero +qué resulta? Que aunque uno no quiera ser decente y delicado, no puedo +conseguirlo. El pillo nace, el orador se hace. Total, que ni siquiera me +vale haber escrito cuatro Memorias que constituyen un plan de +Presupuestos, porque un mal amigo á quien se las enseño, me roba la idea +y la da por suya. Lo que menos piensan ustedes es que ese dichoso +_income tax_ que quieren establecer, ¡temprano y con sol!, es idea +mía... diez años devanándome los sesos... ¿para qué? Para que un grajo +se adorne con mis plumas ó con la obra de mi pluma. Yo digo que si el +Ministro sabe esto, si lo sabe el país, ¿qué sucederá? Puede que no +suceda nada, porque allá se van el país y el Ministro en lo puercos y +desagradecidos... Yo me lavo las manos; yo me estoy en mi casa, y si +vienen revoluciones, que vengan; si el país cae en el abismo, que caiga +con cien mil demonios. Después dirán: «¡Qué lástima no haber planteado +los cuatro puntos aquellos del buen Villaamil: _Moralidad_, _Income +tax_, _Aduanas_, _Unificación_!» Pero yo diré: _tarde piache_... +«Haberlo visto antes». Dirán: «Pues que sea Villaamil Ministro»; y yo +responderé: «Cuando quise no quisiste, y ahora... á buena hora, mangas +verdes...» Conque, señores, me voy para que ustedes trabajen. En mis +tiempos no había estos ocios. Se fumaba un cigarrito, se tomaba café, y +luego al telar... Pero ahora, empleado hay que viene aquí á inventar +charadas, á chapucear comedias, revistas de toros y gacetillas. Así está +la Administración pública, que es una mujer pública, hablando mal y +pronto. Francamente, esto da asco, y yo no sé cómo todos ustedes no +hacen dimisión, y dejan solos al Ministro y al Jefe del Personal, á ver +cómo se desenvuelven. No, no lo digo en broma; veo que se ríen ustedes, +y no es cosa de risa. Dimisión total, huelga en un día dado, á una hora +dada...» + +Por fin, hartos de este charlar incoherente, le echaban con buenos +modos, diciéndole: «Don Ramón, usted debiera ir á tomar el aire. Un +paseito por el Retiro le vendría muy bien». Salía rezongando, y en vez +de seguir el saludable consejo de oxigenarse, bajaba, mal terciada la +capa, y se metía en el Giro Mutuo, donde estaba Montes, ó en Impuestos, +donde su amigo Cucúrbitas soportaba con increíble paciencia discursos +como éste: «Te digo en confianza, aquí de ti para mí, que me contento +con una plaza de oficial tercero: proponme al Ministro. Mira que siento +en mi cabeza unas cosas muy raras, como si se me fuera el santo al +cielo. Me entran ganas de decir disparates, y aun recelo que á veces se +me salen de la boca. Que me den esos dos meses, ó no sé; creo que pronto +empezaré á tirar piedras. Ya sabes mi situación; sabes que no tengo +cesantía, porque, si bien soy anterior al 45, mi primer destino no fué +de Real orden; no entré en plantilla hasta el 46, gracias á D. Juan +Martín Carramolino. Bien te acordarás. Tú estabas por debajo de mí; yo +te enseñé á poner una minuta en regla. El 54 tú entraste en la Milicia +Nacional; yo no quise, porque nunca me ha gustado la bullanga. Ahí +tienes el principio de tu buena fortuna y el de mi desdicha. Gracias al +morrión te plantaste de un salto en Jefe de Negociado de segunda, +mientras yo me estancaba en oficial primero... Parece mentira, +Francisco, que el sombrero influya tanto. Pues dicen que Pez debe su +carrera nada más que al chisterómetro de alas anchas y abarquilladas que +le da un aire tan solemne... Bien recuerdo que tú me decías: «Ramón, +ponte un chaleco de buen ver, que esto ayuda; gasta cuellos altos, muy +altos, muy tiesos, que te obliguen á engallar la cabeza con cierto aire +de importancia». Yo no te hice caso, y así estoy. Á Basilio, desde que +se encajó la levita inglesa, le empezaron á indicar para el ascenso, y +á mí se me antoja que las botas chillonas del amigo Montes, dando á su +personalidad un no sé qué de atrevido, insolente y _qué se me da á mi_, +han influído para que avance tanto... Sobre todo el sombrero, el +sombrero es cosa esencialísima, Francisco, y el tuyo me parece un +perfecto modelo... alto de copa y con hechura de trombón, el ala muy +semejante á la canaleja de un cura. Luego esas corbatas que tú te +permites... Si me colocan, me pondré una igual... Conque ya sabes: +oficial tercero: cualquier cosa: el quid está en firmar la nómina, en +ser algo, en que cuando entre yo aquí no me parezca que hasta las +paredes lloran compadeciéndome... Francisco, hormiga de esta casa, hazlo +por Dios y por tus hijos, tres de los cuales tienes ya bien colocados de +aspirantes con cinco mil, sin contar á Urbanito que se calza doce. Si mi +mujer fuera Pez en vez de ser rana, ¡ay! no estaría yo en seco. Parece +que lo tenéis en la masa de la sangre, y cuando nacen tus nenes y +sueltan el primer lloro de la vida, en vez de ponerles la teta en la +boca, les ponen el _estado Letra A, Sección octava_, del Presupuesto. +Adiós; interésate por mí, sácame de este pozo en que me he caído... No +quiero molestarte; tienes que hacer. Yo también estoy atareadísimo. +Abur, abur». + +No se crea que se iba mi hombre á la calle. Atraído de irresistible +querencia, se lanzaba otra vez, jadeante, á la fatigosa ascensión por +la escalera, y llegaba sin aliento á Secretaría. Allí cierto día se +encontró una novedad. Los porteros, que comúnmente le franqueaban la +entrada, le detuvieron, disimulando con insinuaciones piadosas la orden +terminante que tenían de no dejarle pasar. «Don Ramón, váyase á su casa, +y descanse y duerma para que se le despeje ese meollo. El Jefe está +encerrado y no recibe á nadie». Irritóse Villaamil con la desusada +consigna y aun quiso forzarla, alegando que no debía regir para él. La +capa del infeliz cesante barrió el suelo de aquí para allí, y aun +tuvieron los ordenanzas que ponerle el sombrero, desprendido de su +cabeza venerable. «Bien, Pepito Pez, bien--decía el infeliz, respirando +con dificultad;--así pagas á quien fué tu jefe, y te tapó muchas faltas. +En donde menos se piensa salta un ingrato. Basta que yo te haya hecho +mil favores, para que me trates como á un negro. Lógica puramente +humana... Quedamos enterados. Adiós... ¡Ah! (volviéndose desde la +puerta), dígale usted al Jefe del Personal, al D. Soplado ése, que usted +y él se pueden ir á escardar cebollinos». + + + + +XXXIV + + +Pecho á los escalones, y otra vez al piso segundo, á la oficina de +Pantoja. Cuando entró, Guillén, Espinosa y otros badulaques estaban muy +divertidos viendo las aleluyas que el primero había compuesto, una serie +de dibujillos de mala muerte, con sus pareados al pie, ramplones, +groseros y de mediano chiste, comprendiendo la historia completa de +Villaamil desde su nacimiento hasta su muerte. Argüelles, que no veía +con buenos ojos las groseras bromas de Guillén, se apartaba del corrillo +para atender á su trabajo. Rezaba la aleluya que el Sr. de _Miau_ había +nacido en Coria, garrafal dislate histórico, pues vió la luz en tierra +de Burgos; que desde el vientre de su madre pretendía, y que el ombligo +se lo ataron con balduque. Entre otras particularidades, decía la +ilustrada crónica, con dudosa gramática: _En vez de faja y pañales,--le +envuelven en credenciales_; y más adelante: _Pide teta con afán,--y un +Presupuesto le dan_. Luego, cuando el digno funcionario llega á la mayor +edad, _Henchido de amor sin tasa,--con Zapaquilda se casa_; y á poco de +estrenada la vida matrimonial empiezan los apuros. El desmantelado hogar +de Villaamil se caracteriza en este elegante dístico: _Cuando faltan +patacones,--se dan á cazar ratones_... Pero en lo que el inspirado +coplero explaya su numen, es en la pintura de los sublimes trabajos +villaamilescos: _Modelo de asiduidaz,--inventa el_ INCOME TAZ... _Al +Ministro le presenta--sus planes sobre la renta_... _El Jefe, al ver el_ +INCOMIO,--_me le manda á un manicomio_. Por fin le arroja el poeta estas +flores: _Su existencia miserable--la sostiene con el sable_; y por aquí +seguía hasta suponer el glorioso tránsito del héroe: _Le dan al fin la +ración,--y muere del alegrón_... _Los gatos, cuando se mueren,--dicen +todos: Miserere_...» + +Al ver á Villaamil escondieron el nefando pliego, pero con hilaridad mal +reprimida denunciaban la broma que traían y su objeto. Ya otras veces el +infeliz cesante pudo notar que su presencia en la oficina (faltando de +ella Pantoja) producía un recrudecimiento en la sempiterna chacota de +aquellos holgazanes. Las reticencias, las frases ilustradas con +morisquetas al verle entrar, la cómica seriedad de los saludos le +revelaron aquel día que su persona y quizás su desventura motivaban +impertinentes chanzas, y esta certidumbre le llegó al alma. El enredijo +de ideas que se había iniciado en su mente, y la irritación producida en +su ánimo por tantas tribulaciones, encalabrinaban su amor propio; su +carácter se agriaba; la ingénita mansedumbre trocábase en displicencia y +el temple pacífico en susceptibilidad camorrista. + +--Á ver, á ver--gruñó, acercándose al grupo con muy mal gesto.--Me +parece que se ocupaban ustedes de mí... ¿Qué papelotes son esos que +guarda Guillén?... Señores, hablemos claro. Si alguno de ustedes tiene +que decirme algo, dígamelo en mis barbas. Francamente, en toda la casa +noto que se urde contra mí una conjuración de calumnias; se trata de +ponerme en ridículo, de indisponerme con los jefes, de presentarme al +señor Ministro como un hombre grotesco, como un... ¡Y he de saber quién +es el canalla, quién...! ¡Maldita sea su alma! (terciándose la capa, y +pegando fuerte puñetazo en la mesa más próxima). + +Quedáronse todos fríos y mudos, porque no esperaban en Villaamil aquel +rasgo de dignidad. _El caballero de Felipe IV_ fué el primero que se +explicó aquel súbito cambio de temperamento, por un desequilibrio +mental. Además de que odiaba profundamente á Guillén, sentía lástima de +su amigo, y echándole el brazo por encima del hombro, le rogó que se +tranquilizara, añadiendo que donde él estuviera, nadie osaría zaherir á +persona tan respetable. Mas no se calmaba Villaamil con estas razones, +porque vió al maldito Guillén aguantando la risa con la cara pegada al +pupitre, y en un arrebato de cólera se fué á él, y con ahogada y trémula +voz le dijo: + +--Sepa usted, cojitranco de los infiernos, que de mí no se ríe nadie... +Ya sé, ya sé que ha hecho usted unos estúpidos versos y unos mamarrachos +ridiculizándome. En Aduanas he oído que si yo propuse ó no propuse al +Ministro el _income tax_... y si me mandó ó no me mandó á un manicomio. + +--¿Yo?... D. Ramón... ¡qué cosas tiene!--replicó Guillén cortado y +cobarde.--Yo no he hecho las aleluyas; las hizo Pez Cortázar, el de +Propiedades, y Urbano Cucúrbitas es el que las ha enseñado por ahí. + +--Pues hágalas quien las hiciere, el autor de esa porquería es un +marrano que debiera estar en un cubil. Me ultrajan porque me ven caído. +¿Es eso de caballeros? Á ver, respóndanme. ¿Es eso de personas +regulares? + +El santo varón giró sobre sí mismo, y se sentó, quebrantadísimo de aquel +esfuerzo que acababa de hacer. Siguió murmurando, como si hablara á +solas: «Es que por todos los medios se proponen acabar conmigo, +desautorizarme, para que el Ministro me tenga por un ente, por un +visionario, por un idiota». + +Exhalando suspiros hondísimos, encajó la quijada en el pecho y así +estuvo más de un cuarto de hora sin pronunciar palabra. Los demás +callaban, mirándose de reojo, serios, quizás compadecidos, y durante un +rato no se oyó en la oficina más que el rasgueo de la pluma de +Argüelles. De pronto, el chillar de las botas de Pantoja anunció la +aproximación de este personaje. Todos afectaron atender á la faena, y el +jefe de la sección entró con las manos cargadas de papeles. Villaamil no +alzó la cabeza para mirar á su amigo ni parecía enterarse de su +presencia. + +--Ramón--dijo Pantoja en afectuoso tono, llamándolo desde su +asiento.--Ramón... pero Ramón... ¿qué es eso? + +Y por fin el amigo, dando otro suspirazo como quien despierta de un +sueño, se levantó y fué hacia la mesa con paso claudicante. + +--Pero no te pongas así--le dijo D. Ventura quitando legajos de la silla +próxima para que el otro se sentara.--Pareces un chiquillo. En todas las +oficinas hablan de ti, como de una persona que empieza á pasearse por +los cerros de Úbeda... Es preciso que te moderes, y sobre todo +(amoscándose un poco), es preciso que cuando se hable de planes de +Hacienda y de la confección de los nuevos Presupuestos, no salgas con la +patochada del _income tax_... Eso está muy bueno para artículos de +periódico (con desprecio), ó para soltarlo en la mesa del café, delante +de cuatro tontos perdularios, de esos que arreglan con saliva el +presupuesto de un país y no pagan al sastre ni á la patrona. Tú eres +hombre serio y no puedes sostener que nuestro sistema tributario, fruto +de la experiencia... + +Levantóse Villaamil como si en la silla hubiera surgido agudísimo +punzón, y este movimiento brusco cortó la frase de Pantoja, que sin dada +iba á rematarla en estilo administrativo, más propio de la _Gaceta_ que +de humana boca. Quedóse el buen Jefe de sección archipasmado al ver que +la faz de su amigo expresaba frenética ira, que la mandíbula le +temblaba, que los ojos despedían fuego; y subió de punto el pasmo al oir +estas airadas expresiones: + +--Pues yo te sostengo... sí, por encima de la cabeza de Cristo lo +sostengo... que mantener el actual sistema es de jumentos rutinarios... +y digo más, de chanchulleros y tramposos... Porque se necesita tener un +dedo de telarañas en los sesos para no reconocer y proclamar que el +_income tax_, impuesto sobre la renta ó como quiera llamársele, es lo +único racional y filosófico en el orden contributivo... y digo más: digo +que todos los que me oyen son un atajo de ignorantes, empezando por ti, +y que sois la calamidad, la polilla, la ruina de esta casa y la filoxera +del país, pues le estáis royendo y devorando la cepa, majaderos mil +veces. Y esto se lo digo al Ministro si me apura, porque yo no quiero +credenciales, ni colocación, ni derechos pasivos, ni nada; no quiero más +que la verdad por delante, la buena administración, y conciliar... +compaginar... armonizar (golpeando los dos dedos índices uno contra +otro) los intereses del Estado con los del contribuyente. Y el +mastuerzo, canalla, que diga que yo quiero destinos, se verá conmigo de +hombre á hombre, aquí ó en mitad de la calle, junto al Dos de Mayo, ó en +la pradera del Canal, á media noche, sin testigos... (dando terribles +gritos, que atrajeron á los empleados de la oficina inmediata). Claro, +me toman por un mandria porque no me conocen, porque no me han visto +defendiendo la ley y la justicia contra los infames que en esta casa la +atropellan. Yo no vengo aquí á mendigar una cochina credencial que +desprecio; yo me paso por las narices á toda la casa, y á vosotros, y al +Director, y al Jefe del Personal, y al Ministro; ¡yo no pido más que +orden, moralidad, economía...! + +Revolvió los ojos á una parte y otra, y viéndose rodeado de tantas +caras, alzó los brazos como si exhortara á una muchedumbre sediciosa, y +lanzó un alarido salvaje gritando: «¡Vivan los presupuestos nivelados!» + +Salió de la oficina, arrastrando la capa y dando traspiés. El buen +Pantoja, rascándose con el gorro, le siguió con mirada compasiva, +mostrando sincera aflicción. «Señores--dijo á los suyos y á los +extraños, agrupados allí por la curiosidad,--pidamos á Dios por nuestro +pobre amigo, que ha perdido la razón». + + + + +XXXV + + +No eran las once de la mañana del día siguiente, día último de mes, por +más señas, cuando Villaamil subía con trabajo la escalera encajonada del +Ministerio, parándose á cada tres ó cuatro peldaños para tomar aliento. +Al llegar á la entrada de la Secretaría, los porteros, que la tarde +anterior le habían visto salir en aquella actitud lamentable que +referida está, se maravillaron de verle tan pacífico, en su habitual +modestia y dulzura, como hombre incapaz de decir una palabra más alta +que otra. Desconfiaban, no obstante, de esta mansedumbre, y cuando el +buen hombre se sentó en el banco, duro y ancho como de iglesia, y arrimó +los pies al brasero próximo, el portero más joven se acercó y le dijo: + +--Don Ramón, ¿para qué viene por aquí? Estése en su casa y cuídese, que +tiempo tiene de rodar por estos barrios. + +--Puede que tengas razón, amigo Ceferino. En mi casa metidito, y acá se +las arreglen estos señores como quieran. ¿Yo qué tengo que ver? Verdad +que el país paga los vidrios rotos, y no puede uno ver con indiferencia +tanto desbarrar. ¿Sabes tú si han llevado ya al Ministro el nuevo +Presupuesto ultimado? No sabes... Verdad, ¡á ti que más te da! Tú no +eres contribuyente... Pues desde ahora te digo que el nuevo Presupuesto +es peor que el vigente, y todo lo que hacen aquí una cáfila de +barbaridades y despropósitos. Ahí me las den todas. Yo en mi casa tan +tranquilo, viendo cómo se desmorona este país, que podría estar nadando +en oro si quisieran. + +Á poco de soltar esta perorata, el pobre cesante se quedó solo, +meditando, la barba en la mejilla. Vió pasar algunos empleados conocidos +suyos; pero como no le dijeron nada, no chistó. Consideraba quizás la +soledad que se iba formando en torno suyo, y con qué prisa se desviaban +de él los que fueron sus compañeros y hasta poco antes se llamaban sus +amigos. «Todo ello--pensó con admirable observación de sí +mismo--consiste en que mis desgracias me han hecho un poco extravagante, +y en que alguna vez la misma fuerza del dolor es causa de que se me +escapen frases y gestos que no son de hombre sesudo, y contradicen mi +carácter y mi... ¿cómo es la palabreja?... ¡ah! mi idiosincrasia... +¡Todo sea por Dios!» + +Distrájole de su meditación un amigo que entraba, y que se fué derecho á +él en cuanto le vió. Era Argüelles, _el padre de familia_, envuelto en +su capa negra, ó más bien ferreruelo, el sombrerete ladeado á la +chamberga, el bigote retorcido, la perilla enhiesta y erizada por el +roce del embozo. Antes de subir á Contribuciones solía entrar un rato +en el Personal, para desahogar las penas de su alma con un amigo que le +daba cuenta de todo, y así alimentaba sus ilusiones de un próximo +ascenso. + +--¿Qué hace usted por aquí, amigo Villaamil?--le dijo en el tono que se +emplea con los enfermos graves.--¿Quiere usted que tomemos café? Pero +no; quizás el café le sentará mal. Hay que cuidarse, y si vale mi +consejo, haría usted muy bien en no parecer por esta _posá del Peine_ en +muchos días. + +--¿Adónde vamos? (levantándose). + +--Al Personal. Echaremos un parrafillo con Sevillano, que nos enterará +de los nombramientos del día. Venga usted. + +Y se internaron por luengo corredor, no muy claro, que primero doblaba +hacia la derecha, después á la izquierda. Á lo largo del pasadizo +accidentado y misterioso, las figuras de Villaamil y de Argüelles +habrían podido trocarse, por obra y gracia de hábil caricatura, en las +de Dante y Virgilio buscando por senos recónditos la entrada ó salida de +los recintos infernales que visitaban. No era difícil hacer de D. Ramón +un burlesco Dante por lo escueto de la figura y por la amplia capa que +le envolvía; pero en lo tocante al poeta, había que substituirle con +Quevedo, parodiador de la _Divina Comedia_, si bien el bueno de +Argüelles, más semejanza tenía con el _Alguacil alguacilado_ que con el +gran vate que lo inventó. Ni Dante ni Quevedo soñaron, en sus +fantásticos viajes, nada parecido al laberinto oficinesco, al campaneo +discorde de los timbres que llaman desde todos los confines de la vasta +mansión, al abrir y cerrar de mamparas y puertas, y al taconeo y +carraspeo de los empleados que van á ocupar sus mesas colgando capa y +hongo; nada comparable al mete y saca de papeles polvorosos, de vasos de +agua, de paletadas de carbón, á la atmósfera tabacosa, á las órdenes +dadas de pupitre á pupitre, y al tráfago y zumbido, en fin, de estas +colmenas donde se labra el panal amargo de la Administración. Metiéronse +Villaamil y su guía en un despacho donde había dos mesas y una sola +persona, que en aquel momento se mudaba el sombrero por un gorro de pana +morada, y las botas por zapatillas. Era Sevillano, oficial de +secretaría, buen mozo, aunque algo machucho, bien quisto en la casa, con +fama de cuquería. Saludó el tal á Villaamil con recelo, mirándole mucho +á la cara: «Vamos tirando,» contestó el cesante eterno, y ocupó una +silla junto á la mesa. + +--¿De lo mío nada...?--dijo Argüelles, usando una fórmula interrogativa +y afirmativa á la vez. + +--Nada--replicó el presumido Sevillano, que al ponerse delante de la +mesa, parecía movido del deseo de que le vieran las zapatillas bordadas +y de que admiraran su breve pie,--lo que se llama nada. Ni te han +propuesto ni ese es el camino. + +--No me coge de nuevo--gruñó el otro soltando capa y sombrero, como si +quisiera oponer á la publicidad de las zapatillas de Sevillano la +exhibición de sus encrespadas melenas.--Ese perro de Pantoja me ha +engañado ya tres veces, y me engañará la cuarta si no le doy la +morcilla. Yo lo paso todo, con tal que no me eche el pie adelante ese +gorgojo repulsivo de Guillén. ¡Vamos, si le ascienden á él antes que á +mí; si un _padre de familia_ cargado de hijos y que lleva todo el peso +de la oficina, se ve pospuesto á ese aborto inútil que mata el tiempo +pintando monos...! (Volviéndose á Villaamil en solicitud de su +aquiescencia.) ¿Tengo razón ó no tengo razón? ¿Le parece á usted que +después de tantos años en este empleo, todavía les parezca temprano para +darme el ascenso, y en cambio se lo den á ese coco, mamarracho, mal +hombre y peor amigo, que además no sabe poner una minuta? + +--Cabalmente, cabalmente por eso, por ser una inutilidad--afirmó +Villaamil con inmenso pesimismo,--tiene asegurada su carrera. + +--Yo me sublevo--declaró con rabia _el caballero de Felipe IV_ dando una +patada.--Si ascienden á ése antes que á mí, me voy al Ministro y le +digo... vamos, le suelto una frescura. Esto es peor que insultarle á uno +y escupirle la cara. Sí, porque tanto polaquismo requema la sangre, y le +entran á uno ganas de echarse la moral á la espalda y casarse con Judas. +Esa garrapata de Guillén, con sus chuscadas y sus versitos y sus +porquerías, se ha hecho popular aquí. Le ríen las gracias estúpidas... +Todos tenemos algo de culpa en darle alas, lo reconozco... Yo le aseguro +á usted, amigo D. Ramón, que no volverá á enseñar delante de mí sus +monigotes. Ya le diré yo cuántas son cinco, ya le diré... + +Argüelles se detuvo, creyendo ver en el rostro de Villaamil señales de +excitación; pero, contra lo que temía, el anciano escuchaba sereno, no +mostrándose lastimado por el recuerdo de las groseras burlas. + +--Dejarle, dejarle--contestó.--Por mi parte, sé sobreponerme á esas +majaderías. Acuérdese usted; ayer, al enterarme de que se burlaban de +mí, no dije esta boca es mía; ¿verdad que no? Estas cosas se desprecian, +y nada más. Después me tropecé en la calle con el chico de Cucúrbitas, +Urbanito, el cual está en Aduanas, y me contó que allí había ido Guillén +con las aleluyas, que son una pura sandez. Ni siquiera hay un chiste en +ellas. Que si, de niño, en vez de envolverme en pañales, me envolvían en +nóminas... que si le propuse al Ministro el _income tax_... Y á él, +pregunto yo ahora, á él, el muy asno, ¿qué le va ni le viene con que yo +proponga el _income tax_? ¿Qué entiende él de esas materias tan +superiores al entendimiento de un escuerzo sietemesino? Luego dice que +doy sablazos... calumnia infame, porque si en las horribles trinquetadas +que paso, la necesidad me impulsa á pedir el auxilio de un amigo, eso no +quiere decir que sea yo un petardista. Pero estas injurias hay que +llevarlas con muchísima paciencia, y no dar al infame denostador ni +siquiera el gusto de nuestras quejas, porque se engreiría del mal que +hace. Desprecio, indiferencia, y que vomite veneno hasta que se le seque +el alma. ¡Ah! yo no obsequiaré nunca á esos reptiles con el favor de mis +miradas. Y á ese tal le he dado yo calor en mi seno, vean ustedes, +porque él va á mi casa, adula á mi familia, se bebe mi vino, y allí +parece que nos quiere á todos como hermanos. ¡Valiente bicharraco!... Y +digo más: digo que Pantoja también tiene algo de culpa, porque le +permite perder el tiempo en hacer estas porquerías... Todos sus +mamarrachos los conozco lo mismo que si los hubiera visto, pues Urbanito +no omitió detalle. Pasa por tonto este chico; pero yo afirmo que tiene +mucho talento, y lo que es á memoria no hay quien le gane. Díjome +también que con las iniciales de los títulos de mis cuatro Memorias ha +compuesto Guillén el mote de Miau, que me aplica en las aleluyas. Yo lo +acepto. Esa M, esa I, esa A y esa U, son, como el _Inri_, el letrero +infamante que le pusieron a Cristo en la cruz... Ya que me han +crucificado entre ladrones, para que todo sea completo, pónganme sobre +la cabeza esas cuatro letras en que se hace mofa y escarnio de mi gran +misión. + + + + +XXXVI + + +Sevillano y Argüelles, que al principio le habían oído con algo de +respeto, en cuanto oyeron aquella salida, titubearon entre la compasión +y la risa, prevaleciendo al fin la primera, que expresó Sevillano en +esta forma: + +--Hace bien usted en despreciar tales miserias. Nada más repugnante que +hacer burla de un hombre digno y desgraciado. Aquí me trajeron también +los muñecos esos; pero no los quise ver... Ahora, si ustedes quieren, +tomaremos café. + +Entró el mozo con el servicio; Villaamil rehusó cortésmente el obsequio, +y los otros dos se sentaron para tomar á gusto, en vaso muy colmadito, +el brebaje aromático que es alegría y consuelo de las oficinas. + +--Pues le he de decir á usted--manifestó el cesante con la serenidad de +un hombre dueño de sus facultades,--que se vaya usted haciendo á la +injusticia, que se familiarice con las bofetadas y se acostumbre á la +idea de ver á ese piojo pasándole por delante. La lógica española no +puede fallar. El pillo delante del honrado; el ignorante encima del +entendido; el funcionario probo debajo, siempre debajo. Y agradezca +usted que en premio de sus servicios no le limpian el comedero... que no +sé, no sé si sacar también esa consecuencia lógica. + +--Armo un tiberio, créalo usted, lo armo, pero gordo--dijo el _padre de +familias_ entre sorbo y sorbo.--Como le asciendan antes que á mí, crea +usted que todo el Colegio de Sordomudos me tendrá que oir. + +--Le oirá y callará, y no habrá más remedio que conformarse. Véase mi +raciocinio (acercando su silla á las de los bebedores de café). ¿Quién +le apoya á usted? Nadie; y digo nadie, porque no le apoya ninguna mujer. + +--Eso es verdad, + +--Bueno. Cuando veo un nombramiento absurdo, pregunto: _¿quién es ella?_ +Porque es probado; siempre que una nulidad se sobrepone á un empleado +útil, ponga usted el oído y escuchará rumor de faldas. ¿Apostamos á que +sé quién ha pedido el ascenso del cojo? Pues su prima, la viuda del +comandantón aquel que está en Filipinas, esa tal Enriqueta, frescachona, +más suelta que las gallinas, de la cual se dice si tuvo que ver ó no +tuvo que ver con nuestro egregio Director. Ahora, sabiendo á qué +aldabas se agarra ese morral de Guillén, ayúdenme ustedes á sentir. +Nada, el amigo Argüelles, con toda su prole arrastras, se quedará +ladrando de hambre, y el otro ascenderá, y ole morena. + +Sevillano confirmaba con una sonrisa las acres observaciones del +trastornado Villaamil, que no lo parecía al decir cosas tan á pelo; y el +_caballero de Felipe IV_ se atusaba sus engrasadas melenas y se retorcía +el bigote, dándole á la perilla tales tirones, que á poco más se la +arranca de cuajo. + +--Lo vengo diciendo hace tiempo, ¡cáscaras! Se necesita no tener +vergüenza para servir á este cabrón del Estado. Y ya que el amigo +Villaamil está hoy de buena pasta, le diremos una cosa que no sabe. +¿Quién recomendó á Víctor Cadalso para que echaran tierra al expediente +y encimita le encajaran un ascenso? + +--Ello debe de ser cosa de hembras; alguna joven sensible que ande por +ahí, porque Víctor las atrapa lindamente. + +--Le apoyaron dos Diputados--dijo Sevillano:--hicieron fuerza de vela +sin conseguir nada, hasta que vino presión por alto... + +--Pero si me ha dicho Ildefonso Cabrera--observó el viejo +acalorándose--que ese pelele está liado con marquesas, duquesas y cuanta +señorona hay en la alta sociedad... + +--No haga usted caso, D. Ramón--indicó Argüelles.--Si, después de todo, +su yerno de usted es un cursi... así como suena, un cursilón. No se ve +ya un mozo verdaderamente elegante, como los de mi tiempo. Ríase usted +de todas esas conquistas de Víctor, que no tiene más amparo que el de mi +vecina. En el principal de mi casa vive un marqués... no me acuerdo del +título; es valenciano y algo así como Benengeli, algo que suena á +morisco. Este marqués tiene una tía, dos veces viuda... una criatura, +como quien dice... Mi mujer, que ya pasó de los cincuenta, asegura que +estando ella de corto (mi mujer, se entiende), conoció á esa señora en +Valencia, ya casada. En fin, que los sesenta y pico no hay quien se los +quite, y aunque debió de ser buena moza, ya no hay pintura que la salve +ni remiendo que la enderece. + +--Y cuando menos, mi yernecito ha seducido toda esa inocencia. + +--Aguárdese usted. Es cosa pública en Valencia que el tiburón ese se +enamoriscó de Cadalso, y él... también la quiso, por supuesto, con su +cuenta y razón. Vinieron juntos á Madrid; enredito allá, enredito aquí. +Á mí nadie tiene que contármelo, pues le veo en la calle, esperando á la +abuela, porque los marqueses no le permiten entrar en la casa. Ella sale +en su coche, muy emperejilada, toda fofa y hueca, con unas témporas así, +todo postizo, se entiende, y la cara con más pintura que el _Pasmo de +Sicilia_... Se para en la esquina de Relatores, y allí entra el terror +de las doncellas y se van qué sé yo adónde... Y me ha contado el lacayo, +que es vecino mío en el sotabanco de la izquierda, que casi todos los +días recibe carta la tarasca, y en seguida le larga á su nene tres +pliegos... El lacayo echa las cartas al correo, y me cuenta lo que dice +el sobre y las señas... Quiñones, 13, segundo. + +--Si yo me sorprendiera de esto--declaró Villaamil entre risueño y +desdeñoso,--sería un niño de teta. ¡Y esa fantasma ha venido aquí, al +templo de la Administración (indignándose), á arrojar sobre el Estado la +ignominia de sus recomendaciones en favor de un perdis...! + +--No, por aquí no ha parecido, ni lo necesita--apuntó Sevillano.--Con el +teclado de sus relaciones, mueven ésas todo el Ministerio, sin poner los +pies en él. + +--Les basta decir una palabrita á cualquier pájaro gordo. Luego descarga +aquí la nota... + +--De esas que no piden, sino mandan. + +--Á raja tabla... Hágase... Y hecho está, y ole morena,.. No sería malo +un buen pararrayos para esas chispas, un Ministro de carácter. ¿Pero +dónde está ese Mesías? (dándose fuerte puñetazo en la rodilla). La +condenada Administración es una hi de mala hembra con la que no se puede +tener trato sin deshonrarse... Pero los que tienen hijos, amigo +Argüelles, ¿qué han de hacer sino prostituirse? Á ver, búsquese usted +por ahí un felpudito que le ampare. Usted tiene todavía buen ver. Á poco +que se emperifolle, le salen las conquistas así... y le pica en el +anzuelo una lamprea con conchas... Animarse, pollo... ¡Pues si yo +tuviera veinte años menos...! + +Sevillano se reía, y Argüelles se pavoneaba henchido de fatuidad, +enroscándose aquella birria de bigote pintado... No parecía echar en +saco roto la exhortación, porque la edad no le había curado de su +vanidad de Tenorio. + +--Francamente, señores--manifestó con acento de hombre muy +corrido,--nunca me ha gustado el amor como negocio... El amor por el +amor. Ni con dinero encima cargo yo con una res como esa de Víctor, +contemporánea del andar á pie, y que todo lo tiene postizo, todo +absolutamente, créanme ustedes. + +--¡Fuera remilgos, y á ellas!--dijo Villaamil, á quien le había entrado +hilaridad nerviosa.--No están los tiempos para hacer _fu_ á nada... Este +_padre de familias_ es terrible. No le gustan más que las doncellitas +tiernas. + +--Pues de broma ha dicho usted la verdad. De quince á veinte. Lo demás +para bobos. + +--¡Vamos, que si le cayera á usted un pimpollo como ese de Víctor!... +Porque la tal debe de tener guita, y á su vera no hay bolsillo vacío... +Ahora me explico que mi yerno, cuando se le acabaron los dineros que +afanó por el enjuague de Consumos, gastaba del capítulo de guerra de +esa vejancona... ¡Vamos (dándose otro palmetazo en la rodilla), que +vivimos en una condenada época en que no podemos ni siquiera +avergonzarnos, porque el estiércol, la condenada costra de estiércol que +llevamos en la cara nos lo impide! + +Levantóse para salir. Argüelles suspiró y con un gesto despidióse de +Sevillano, que se puso á trabajar antes de que salieran. + +--Vamos á la oficina--dijo el caballero alguacilado, embozándose en el +ferreruelo, cogiendo del brazo á su amigo é internándose por los +pasillos;--que ese mal bicho de Pantoja me chillará si tardo. ¡Qué vida, +D. Ramón, qué vida!... Y á propósito. ¿No observó usted que mientras +hablábamos de la señora que protege á Víctor, Sevillano no chistaba? Es +que también él se calza á una momia... sí... ¿no sabía usted? la viuda +de aquel Pez y Pizarro que fué Director de Loterías en la Habana, primo +de nuestro amigo D. Manuel. Eso lo saben hasta los perros... y ella le +protege, le regala cada dos años su ascensito. + +--¿Qué me dice usted? (parándose y mirándole cara á cara, en una actitud +propiamente dantesca). Conque Sevillano... Sí; ya decía yo que ese chico +iba demasiado aprisa. Era yo Jefe de Negociado, cuando entró de +aspirante con cinco mil... + +Se persignó y siguieron hasta Contribuciones. Pantoja y los demás +recibieron al sufrido cesante con sobresalto, temerosos de una escena +como la del día anterior. Pero el anciano les tranquilizó con su +apacible acento y la serenidad relativa de su rostro. Sin dignarse mirar +a Guillén, fué á sentarse junto al Jefe, á quien dijo de manos á boca: + +--Hoy me encuentro muy bien, Ventura. He descansado anoche, me despejé, +y estoy hasta contento, me lo puedes creer, echando chispas de contento. + +--Más vale así, hombre, más vale así--repuso el otro observándole los +ojos.--¿Qué traes por acá? + +--Nada... la querencia... hoy estoy alegre... ya ves cómo me río +(riendo). Es posible que hoy venga por última vez, aunque... te lo +aseguro... me divierte, me divierte esta casa. Se ven aquí cosas que le +hacen á uno... morir de risa. + +El trabajo concluyó aquel día más pronto que de ordinario, porque era +día de paga, la fecha venturosa que pone feliz término á las angustias +del fin de mes, abriendo nueva era de esperanzas. El día de paga hay en +las salas de aquel falansterio más luz, aire más puro y un no sé qué de +diáfano y alegre que se mete en los corazones de los infelices +jornaleros de la Hacienda pública. + +--Hoy os dan la paga--dijo Villaamil á su amigote, suspendiendo aquel +reir franco y bonachón de que afectado estaba. + +Ya se conocía en el ruido de pisadas, en el sonar de timbres, en el +movimiento y animación de las oficinas, que había empezado la operación. +Cesaba el trabajo, se ataban los legajos, eran cerrados los pupitres, y +las plumas yacían sobre las mesas entre el desorden de los papeles y las +arenillas que se pegaban á las manos sudorosas. En algunos +departamentos, los funcionarios acudían, conforme les iban llamando, al +despacho de los habilitados, que les hacían firmar la nominilla y les +daban el trigo. En otros, los habilitados mandaban un ordenanza con los +santos cuartos en una hortera, en plata y billetes chicos, y la +nominilla. El Jefe de la sección se encargaba de distribuir las raciones +de metálico y de hacer firmar á cada uno lo que recibía. + + + + +XXXVII + + +Es cosa averiguada que cuando Villaamil vió entrar al portero con la +horterita aquélla, se excitó mucho, acentuando su increíble alegría, y +expresándola de campechana manera. «¡Anda, anda, qué cara ponéis +todos!... Aquí está ya el santo advenimiento... la alegría del mes... +San Garbanzo bendito... ¡Pues apenas vais á echar mal pelo con tantos +dinerales!... + +Pantoja empezó á repartir. Todos cobraron la paga entera, menos uno de +los aspirantes, á quien entregó el Jefe el pagaré otorgado á un +prestamista, diciendo: «Está usted cancelado», y Argüelles recibió un +tercio no más, por tener retenido lo restante. Cogiólo torciendo el +gesto, echando la firma en la nominilla con rasgos que declaraban su +furia; y después, el gran Pantoja se guardó su parte pausada y +ceremoniosamente, metiendo en su cartera los billetes, y los duros en el +bolsillo del chaleco, bien estibaditos para que no se cayesen. Villaamil +no le quitaba ojo mientras duró la operación, y hasta que no desapareció +la última moneda no dejó de observarle. Le temblaba la mandíbula, le +bailaban las manos. + +--¿Sales?--dijo á su amigo, levantándose.--Nos iremos de paseo. Yo tengo +hoy... muy buen humor...¿no ves?... Estoy muy divertido... + +--Yo me quedo un rato más--respondió el _honrado_, que deseaba quitarse +de encima aquella calamidad.--Tengo que ir un rato á Secretaría. + +--Pues quédate con Dios... Me largo de paseo... Estoy contentísimo... y +de paso, compraré unas píldoras. + +--¿Píldoras? Te sentarán bien. + +--¡Ya lo creo!... Abur; hasta más ver. Señores, que sea por muchos +años... Y que aproveche... Yo bueno, gracias... + +En la escalera de anchos peldaños desembocaban, como afluentes que +engrasan el río principal, las multitudes que á la misma hora chorreaban +de todas las oficinas. Contribuciones y Propiedades descargaban su +personal en el piso segundo; descendía la corriente uniéndose luego á la +numerosa grey de Secretaría, Tesoro y Aduanas. El humano torrente, +haciendo un ruido de mil demonios de peldaño en peldaño, apenas cabía en +la escalera, y mezclábanse los pisotones con la charla gozosa y +chispeante de un día de paga. En los oídos de Villaamil añadíase al +murmullo inmenso el tintineo de los duros, recién guardados en tanta +faltriquera. Pensó que el metal de los pesos debía de estar frío aún; +pero se calentaría pronto al contacto del cuerpo, y aun se derretiría al +de las necesidades. Al llegar al vasto ingreso que separa del pórtico la +escalera, veíanse en los patios de derecha ó izquierda afluir las +muchedumbres de Impuestos, Tesorería y Giro Mutuo, y antes de llegar á +la calle, las corrientes se confundían. Las capas deslucidas abundaban +más que los raídos gabanes; pero también los había flamantes, y +chisteras lustrosas, destacándose entre la muchedumbre de hongos +chafados y verdinegros. El taconeo ensordecía la casa, y Villaamil oía +siempre, por cima del rumor de pisadas, aquel tintín de las piezas de +cinco pesetas. «Hoy--se dijo, echando toda su alma en un suspiro--han +dado casi toda la paga en duros nuevecitos, y algo en pesetas dobles con +el cuño de Alfonso». + +Al desaguar la corriente en la calle, iba cesando el ruido, y el +edificio se quedaba como vacío, solitario, lleno de un polvo espeso +levantado por las pisadas. Pero aun venían de arriba destacamentos +rezagados de las multitudes oficinescas. Sumaban entre todos tres mil, +tres mil pagas de diversa cuantía, que el Estado lanzaba al tráfico +devolviendo por modo parabólico al contribuyente parte de lo que sin +piedad le saca. La alegría del cobro, sentimiento característico de la +humanidad, daba á la caterva aquélla un aspecto simpático y +tranquilizador. Era sin duda una honrada plebe anodina, curada del +espanto de las revoluciones, sectaria del orden y la estabilidad, pueblo +con gabán y sin otra idea política que asegurar y defender la pícara +olla; proletariado burocrático, lastre de la famosa nave; masa +resultante de la hibridación del pueblo con la mesocracia, formando el +cemento que traba y solidifica la arquitectura de las instituciones. + +Embozábase Villaamil en su pañosa para resguardarse del frío callejero, +cuando le tocaron en el hombro. Volvióse y vió á Cadalso, quien le ayudó +á asegurar el embozo liándoselo al cuello. + +--¿Qué tiene usted... de qué se ríe usted? + +--Es que... estoy esta tarde muy contento... Á bien que á ti no te +importa. ¿No puede uno ponerse alegre cuando le da la real gana? + +--Sí... pero... ¿Va usted á casa? + +--Otra cosa que no es de tu incumbencia. ¿Tú adónde vas? + +--Arriba á recoger mi título... Yo también estoy hoy de enhorabuena. + +--¿Te han dado otro ascenso? No me extrañaría. Tienes la sartén por el +mango. Mira, que te hagan Ministro de una vez; acaba de ponerte el mundo +por montera antes que se acaben las carcamales. + +--No sea usted guasón. Digo que estoy de enhorabuena, porque me he +reconciliado con mi hermana Quintina y el salvaje de su marido. Él se +queda con aquella maldecida casa de Vélez-Málaga que no valía dos higos, +paga las costas, y yo... + +--Suma y van tres... Otra cosa que á mí me tiene tan sin cuidado como el +que haya ó no pulgas en la luna. ¿Qué se me da á mí de tu hermana +Quintina, de Ildefonso, ni de que hagáis ó no cuantas recondenadas paces +queráis? + +--Es que... + +--Anda, sube, sube pronto y déjame á mí. Porque yo te pregunto: ¿en qué +cochino bodegón hemos comido juntos? Tú por tu camino, lleno de flores; +yo por el mío. Si te dijera que con toda tu buena suerte no te envidio +ni esto... Más quiero honra sin barcos que barcos sin honra. Agur... + +No le dió tiempo á más explicaciones, y asegurándose otra vez el embozo, +avanzó hacia la calle. Antes de traspasar la puerta, le tiraron de la +capa, acompañando el tirón de estas palabras amigables: + +--¡Eh, simpático Villaamil, aunque usted no quiera!... + +Urbanito Cucúrbitas, pollancón rubio, ralo de pelo, estirado, zancudo y +con mucha nuez; semejante á vástago precoz de la raza gallinácea que +llaman Cochinchina; vestido con elegante traje á cuadros, cuello +larguísimo, de cucurucho, hongo claro; manos y pies inconmensurables, +muy limpio y la boca risueña, enseñando hasta los molares, que bien +podrían llamarse del juicio si alguno tuviera. + +--¡Hola, Urbanito!... ¿Has cobrado tu paga? + +--Sí, aquí la llevo (tocándose el bolsillo y haciendo sonar la plata); +casi todo en pesetas. Me voy á dar una vuelta por la Castellana. + +--¿En busca de alguna conquistilla?... Hombre feliz... Para ti es el +mundo. ¡Qué risueño estás! Pues mira; yo también estoy de vena hoy... +Dime, ¿y tus hermanitos, han cobrado también sus paguillas? Dichosos los +nenes á quienes el Estado les pone la teta en la boca, ó el biberón. Tú +harás carrera, Urbanito; yo sostengo que eres muy listo, contra la +opinión general que te califica de tonto. Aquí el tonto soy yo. +Merezco, ¿sabes qué?; pues que el Ministro me llame, me haga arrodillar +en su despacho y me tenga allá tres horas con una coroza de orejas de +burro... por imbécil, por haberme pasado la vida creyendo en la moral, +en la justicia y en que se deben nivelar los presupuestos. Merezco que +me den una carrera en pelo, que me pongan motes infamantes, que me +llamen _el señor de Miau_, que me hagan aleluyas con versos chabacanos +para hacer reir hasta á las paredes de la casa... No, si no lo digo en +son de queja; si ya ves... estoy contento, y me río... me hace una +gracia atroz mi propia imbecilidad. + +--Mire usted, querido D. Ramón (poniéndole ambas manos en los hombros). +Yo no he tenido arte ni parte en los monigotes. Confieso que me reí un +poco cuando Guillén los llevó á mi oficina; no niego que me entró +tentación de enseñárselos á mi papá, y se los enseñé... + +--Pero si yo no te pido explicaciones, hijo de mi alma. + +--Déjeme acabar... Y mi papá se puso furioso y á poco me pega. Total, +que enterado Guillén de las cosas que mi papá dijo, salió á espetaperros +de nuestra oficina, y no ha vuelto á parecer. Yo digo que ello puede +pasar como broma de un rato. Pero ya sabe usted que le respeto, que me +parece una tontería juntar las iniciales de sus cuatro Memorias que nada +significan, para sacar una palabra ridícula y sin sentido. + +--Poco á poco, amiguito (mirándole á los ojos). Á que la palabra _Miau_ +sea una sandez, no tengo nada que objetar; pero no estoy conforme con +que las cuatro iniciales no encierren una significación profunda... + +--¡Ah!... ¿sí? (suspenso). + +--Porque es preciso ser muy negado ó no tener pizca de buena fe para no +reconocer y confesar que la M, la I, la A y la U, significan lo +siguiente: _Mis... Ideas... Abarcan... Universo_. + +--¡Ah!... ya... bien decía yo... Don Ramón, usted debe cuidarse. + +--Si bien no faltará quien sostenga... y yo no me atrevería á +contradecirlo de plano... quien sostenga, quizás con algún fundamento, +que las cuatro misteriosas letras rezan esto: _Ministro... I... +Administrador... Universal_. + +--Pues mire usted, esa interpretación me parece una cosa muy sabia y con +muchísimo intríngulis. + +--Lo que yo te digo: hay que examinar imparcialmente todas las +versiones, pues éste dice una cosa, aquél sostiene otra, y no es fácil +decidir... Yo te aconsejo que lo mires despacio, que lo estudies, pues +para eso te da el Gobierno un sueldo, sin ir á la oficina más que un +ratito por la tarde, y eso no todos los días... Y que tus hermanitos lo +estudien también con el biberón de la nómina en los labios. Adiós; +memorias á papá. Dile que crucificado yo, por imbécil, en el madero +afrentoso de la tontería, á él le toca darme la lanzada, y á Montes la +esponja con hiel y vinagre, en la hora y punto en que yo pronuncie mis +Cuatro Palabras, diciendo: _Muerte... Infamante... Al... Ungido..._ Esto +de ungido quiere decir... para que te enteres... _lleno de basura_, ó +embadurnado todo de materias fétidas y asquerosas, que son el símbolo de +la zanguanguería, ó llámese principios. + +--Don Ramón... ¿va usted á su casa? ¿quiere que le acompañe? Tomaré un +coche. + +--No, hijo de mi alma; vete á tu paseíto. Yo me voy _pian pianino_. +Antes tengo que comprar unas píldoras... aquí en la botica. + +--Pues le acompañaré... y si quiere que veamos antes á un médico... + +--¡Médico! (riendo desaforadamente). Si en mi vida me he sentido más +sano, más terne... Déjame á mí de médicos. Con estas pildoritas... + +--De veras, ¿no quiere que le acompañe? + +--No, y digo más: te suplico que no lo hagas. Tiene uno sus secretillos, +y el acto, al parecer insignificante, de comprar tal ó cual medicina, +puede evocar el pudor. El pudor, chico, aparece donde menos se piensa. +¿Qué sabes tú si soy yo un joven, digo, un anciano disoluto? Conque vete +por tu camino, que yo tomo el de la farmacia. Adiós, niño salado, +chiquitín del Ministerio, diviértete todo lo que puedas; no vayas á la +oficina más que á cobrar; haz muchas conquistas; pica siempre muy alto; +arrímate á las buenas mozas, y cuando te lleven á informar un +expediente, pon la barbaridad más gorda que se te ocurra... Adiós, +adiós... Sabes que se te quiere. + +Fuese el pollancón por la calle de Alcalá abajo, y Villaamil, después de +cerciorarse de que nadie le seguía, tomó en dirección de la Puerta del +Sol, y antes de llegar á ella, entró en la que llamaba botica; es á +saber: en la tienda de armas de fuego que hay en el número 3. + + + + +XXXVIII + + +Notaban aquellos días doña Pura y su hermana algo desusado en las +maneras, en el lenguaje y en la conducta del buen Villaamil, que si en +actos de relativa importancia se mostraba excesivamente perezoso y +apático, en otros de ningún valor y significación desplegaba brutales +energías. Tratóse de la boda de Abelarda, de señalar fecha y de fijar +ciertos puntos á tan gran suceso pertinentes, y el hombre no dijo esta +boca es mía. Ni la bonita herencia de su futuro yerno (pues ya se había +llevado Dios al tío notario) le arrancó una sola de aquellas hipérboles +de entusiasmo que de la boca de doña Pura salían á borbotones. En +cambio, á cualquier tontería daba Villaamil la importancia de suceso +transcendente, y por si su mujer cerró la puerta con algún ruido +(resultado de lo tirantes que tenía los nervios), ó por si le habían +quitado, para ensortijarse la cabellera, un número de _La +Correspondencia_, armó un cisco que hubo de durar media mañana. + +También merece notarse que Abelarda acogió la formalización de su boda +con suma indiferencia, la cual, á los ojos de la primera _Miau_, era +modestia de hija modosa bien educada, sin más voluntad que la de sus +padres. Los preparativos, en atención al ahogo de la familia, habían de +ser muy pobres, casi nulos, limitándose á algunas prendas de ropa +interior, cuya tela se adquirió con un donativo de Víctor, del cual no +se dió cuenta á Villaamil para evitar susceptibilidades. Debo advertir +que desde la escena aquella en las Comendadoras, Víctor apenas paraba en +la casa. Rarísimas noches entraba á dormir, y comía y almorzaba fuera +todos los días. Los tertulios de la casa eran los mismos, excepto +Pantoja y familia, que escaseaban sus visitas, sin que doña Pura +penetrase la causa de este desvío, y Guillén, que definitivamente se +eclipsó, muy á gusto de las tres _Miaus_. Las repetidas ausencias de +Virginia Pantoja motivaron gran atraso en los ensayos de la pieza. Á la +señorita de la casa se le olvidó en absoluto su papel, y por estas +razones y por la desgana de fiestas que Pura sentía mientras no se +resolviera el problema de la colocación de su esposo, fué abandonado el +proyecto de función teatral. + +Federico Ruiz, consecuente siempre, iba algunos ratos por las tardes, +pidiendo mil perdones á las _Miaus_ por quitarles su tiempo, pues no +ignoraba que debían de estar sobre un pie con los preparativos... +¡Dichosos preparativos, y cuántos castillos y torres edificó sobre +cimiento tan frágil la imaginación fecunda de la esposa de Villaamil!... +Una mañana entró Ruiz muy sofocado, seguido de su mujer, ambos +despidiendo alegría de sus ojos, ebrios de júbilo, deseando que los +amigos participaran de su dicha. + +Vengo--dijo él casi sin aliento--á que nos den la enhorabuena. Sé que +nos quieren y que se alegrarán de verme colocado. + +Tanto Federico como Pepita fueron sucesivamente abrazados por las tres +_Miaus_. En esto salió de su despacho olfateando alegría el buen +Villaamil, y antes de que Ruiz tuviera tiempo de embocarle la venturosa +nueva, le cogió en los brazos, diciéndole: + +--Sea mil y mil veces enhorabuena, queridísimo... Bien merecido lo +tiene, y muy requetebién ganado. + +--Gracias, muchísimas gracias--dijo Ruiz constreñido en los enormes +brazos de Villaamil, que apretaba con nerviosa contracción.--Pero, por +la Virgen Santísima, no me apriete tanto, que me va á ahogar... D. +Ramón... ¡ay, ay! que me hace añicos... + +--Pero, hombre--dijo Pura á su marido sorprendida y temerosa,--¿qué +manera de abrazar? + +--Es que...--balbució el cesante--quiero darle un parabién bien dado... +una enhorabuena de padre y muy señor mío, para que le quede memoria de +mí y de lo muy contento que estoy por su triunfo. ¿Y qué es ello? + +--Una comisioncilla en Madrid mismo... esa es la ganga... para estudiar +y proponer mejoras en el estudio de las ciencias naturales... á fin de +que resulte práctico. + +--¡Oh, cosa buena!... Ni sé cómo no se les había ocurrido antes. ¡Y este +mísero País vive ignorando cómo se enseñan las ciencias naturales! +Felizmente, ahora, amigo Ruiz, vamos á salir de dudas... Nuestro sabio +Gobierno tiene una mano para escoger el personal... Así está la Nación +reventando de gusto. Pues digo, si tendrá su aquel la comisioncita. +Golpes de esos bastan á salvar la patria oprimida... En fin, lo celebro +mucho... Y digo más, Sr. de Ruiz; si usted está de enhorabuena, no lo +está menos el País, que debe ponerse á tocar las castañuelas al saber +que tiene quien le estudie eso... ¿verdad? Con su permiso, me vuelvo á +trabajar. Mil millones de plácemes. + +Sin esperar lo que Federico contestaba á estas expansiones calurosas, el +buen hombre se metió de rondón en su despacho. Algo extrañó á los +Ruíces, lo mismo que á las _Miaus_, aquella manera desordenada y +estrepitosa de dar enhorabuenas; pero disimularon su extrañeza. Fuéronse +los felicitados para seguir sus visitas de dar parte, cosechando á +granel las felicitaciones. Y no era la comisioncita el único motivo de +contento que Ruiz aquella mañana tenía, pues el correo le trajo nueva +satisfacción con que no contaba. Era nada menos que el diploma de una +sociedad portuguesa, cuyo objeto es enaltecer á los que realizan actos +heroicos en los incendios, y también á los que propagan por escrito las +mejores teorías sobre este útil servicio. Todo individuo perteneciente á +dicha asociación tenía derecho, según rezaba el diploma, á usar el +título de _Bombeiro, salvador da humanidade_, y á ponerse un vistosísimo +uniforme con relucientes bordados. El figurín de la deslumbradora casaca +acompañaba al nombramiento. ¡Si estaría hueco el hombre con su comisión +(de que dependía el porvenir científico de España), con los honores de +_bombeiro_, y con la librea reluciente que pensaba lucir en la primera +coyuntura pública y solemne que se le presentase! + +Luisito salió á paseo aquella tarde con Paca, y al volver se puso á +estudiar en la mesa del comedor. Pasado el extrañísimo, increíble +arrechucho de Abelarda en la famosa noche de que antes hablé, el cerebro +de la insignificante quedó aparentemente restablecido, hasta el punto +de que un olvido benéfico y reparador arrancó de su mente los vestigios +del acto. Apenas lo recordaba la joven con la inseguridad de sueño +borroso, como pesadilla estúpida cuya imagen se desvanece con la luz y +las realidades del día. Ocupábase en coser su ajuar, y Luis, cansado del +estudio, se entretenía en quitarle y esconderle los carretes de algodón. +«Chiquillo--le dijo su tía sin incomodarse,--no enredes. Mira que te +pego». En vez de pegarle, le daba un beso, y el sobrinillo se +envalentonaba más, ideando otras travesuras, como suyas, poco +maliciosas. Pura ayudaba á su hija en los cortes, y Milagros funcionaba +en la cocina, toda tiznada, el mandilón hasta los pies. Villaamil +siempre encerrado en su leonera. Tal era la situación de los individuos +de la familia, cuando sonó la campanilla y cátate á Víctor. +Sorprendiéronse todos, pues no solía ir á semejante hora. Sin decir nada +pasó á su cuartucho, y se le sintió allí lavándose y sacando ropa del +baúl. Sin duda estaba convidado á una comida de etiqueta. Esto pensó +Abelarda, poniendo especial estudio en no mirarle ni dirigir siquiera +los ojos á la puerta del menguado aposento. + +Pero lo más singular fué que á poco de la entrada del monstruo, sintió +la sosa en su alma, de improviso, con aterradora fuerza, la misma +perturbación de la noche de marras. Estalló el trastorno cerebral como +una bomba, y en el mismo instante toda la sangre se le removía, amargor +de odio hacíale contraer los labios, sus nervios vibraban, y en los +tendones de brazos y manos se iniciaba el brutal prurito de agarrar, de +estrujar, de hacer pedazos algo, precisamente lo más tierno, lo más +querido y por añadidura lo más indefenso. Tuvo Cadalsito, en tan crítica +ocasión, la mala idea de tirarle del hilo de unos hilvanes, y la tela se +arrugó... «Chiquillo, si no te estás quieto, verás», gritó Abelarda, con +eléctrica conmoción en todo el cuerpo, los ojos como ascuas. Quizás no +habría pasado á mayores; pero el tontín, queriendo echárselas de muy +pillo, volvió á tirar del hilo, y... aquí fué Troya. Sin darse cuenta de +lo que hacía, obrando cual inconsciente mecanismo que recibe impulso de +origen recóndito, Abelarda tendió un brazo, que parecía de hierro, y de +la primera manotada le cogió de lleno á Luis toda la cara. El restallido +debió de oírse en la calle. Al hacerse para atrás, vaciló la silla en +que el chico estaba, y ¡pataplúm!, al suelo. + +Doña Pura dió un chillido... «¡Ay, hijo de mi alma!... ¡mujer!», y +Abelarda, ciega y salvaje, de un salto cayó sobré la víctima, clavándole +los dedos furibundos en el pecho y en la garganta. Como las fieras +enjauladas y entumecidas recobran, al primer rasguño que hacen al +domador, toda su ferocidad, y con la vista y el olor de la primera +sangre pierden la apatía perezosa del cautiverio, así Abelarda, en +cuanto derribó y clavó las uñas á Luisito, ya no fué mujer, sino el ser +monstruoso creado en un tris por la insana perversión de la naturaleza +femenina. «¡Perro, condenado... te ahogo! ¡embustero, farsante... te +mato!», gruñía rechinando los dientes; y luego buscó con ciego tanteo +las tijeras para clavárselas. Por dicha, no las encontró á mano. + +Tal terror produjo el acto en el ánimo de doña Pura, que se quedó +paralizada sin poder acudir á evitar el desastre, y lo que hizo fué dar +chillidos de angustia y desesperación. Acudió Milagros, y también Víctor +en mangas de camisa. Lo primero que hicieron fué sacar al pobre +Cadalsito de entre las uñas de su tía, operación no difícil, porque +pasado el ímpetu inicial, la fuerza de Abelarda cedió bruscamente. Su +madre tiraba de ella, ayudándola á levantarse, y de rodillas aún, +convulsa, toda descompuesta, su voz temblorosa y cortada, balbucía: + +--Ese infame... ese trasto... quiere acabar conmigo... y con toda la +familia... + +--Pero, hija, ¿qué tienes?...--gritaba la mamá sin darse cuenta del +brutal hecho, mientras Víctor y Milagros examinaban á Luisito, por si +tenía algún hueso roto. El chico rompió á llorar, el rostro encendido, +la respiración fatigosa. + +--¡Dios mío, qué atrocidad!--murmuró Víctor ceñudamente. + +Y en el mismo instante se determinaba en Abelarda una nueva fase de la +crisis. Lanzó tremendo rugido, apretó los dientes, rechinándolos, puso +en blanco los ojos y cayó como cuerpo muerto, contrayendo brazos y +piernas y dando resoplidos. Aparece entonces Villaamil pasmado de aquel +espectáculo: su hija con pataleta, Luisito llorando, la cara rasguñada, +doña Pura sin saber á quién atender primero, los demás turulatos y +aturdidos. + +--No es nada--dijo al fin Milagros, corriendo á traer un vaso de agua +fría para rociarle la cara á su sobrina. + +--¿No hay por ahí éter?--preguntó Víctor. + +--Hija, hija mía--exclamó el padre,--¿qué te pasa? Vuelve en ti. + +Había que sujetarla para que no se hiciese daño con el pataleo incesante +y el bracear violentísimo. Por fin, la sedación se inició tan enérgica +como había sido el ataque. La joven empezó á exhalar sollozos, á +respirar con esfuerzo como si se ahogara, y un llanto copiosísimo +determinó la última etapa del tremendo acceso. Por más que intentaban +consolarla, no tenía término aquel río de lágrimas. Lleváronla á su +lecho, y en él siguió llorando, oprimiéndose con las manos el corazón. +No parecía recordar lo que había hecho. Entre Villaamil y Cadalso +habían conseguido acallar á Luisito, convenciéndole de que todo había +sido una broma un poco pesada. + +De repente el jefe de la familia se cuadró ante su yerno, y con temblor +de mandíbula, intensa amarillez de rostro y mirada furibunda, gritó: + +--De todo esto tienes tú la culpa, danzante. Vete pronto de mi casa, y +ojalá no hubieras entrado nunca en ella. + +--¡Que tengo yo la culpa!... ¡Pues no dice que yo...!--respondió el otro +descaradamente.--Ya me parecía á mí que no estaba usted bueno de la +jícara... + +--La verdad es--observó Pura, saliendo del cuarto próximo,--que antes de +que tú vinieras no pasaban en mi casa estas cosas que nadie entiende. + +--¡Ahí también usted... No parece sino que me hacen un favor con tenerme +aquí. ¡Y yo creí que les ayudaba á pasar la travesía del ayuno! Si me +marcho, ¿dónde encontrarán un huésped mejor? + +Villaamil, ante tanta insolencia, no encontraba palabras para expresar +su indignación. Acarició el respaldo de una silla, con prurito de +blandirla en alto y estampársela en la cabeza á su hijo político. Pudo +dominar las ganas que de esto tenía, y reprimiendo su ira con fortísima +rienda, le dijo con voz hueca de sochantre: + +--Se acabaron las contemplaciones. Desde este momento estás de más +aquí. Recoge tus bártulos y toma el portante, sin ningún género de +excusas ni aplazamiento. + +--No se apure usted... No parece sino que estoy en Jauja. + +--Jauja ó no Jauja (á punto de estallar), ahora mismo fuera. Vete á +vivir con los esperpentos que te protegen. ¿De qué te sirve esta familia +pobre y desgraciada? Aquí no hay credenciales, ni destinos, ni +recomendaciones, ni nada, como dijo el otro. Y en esta pobreza honrada +somos felices. ¿No ves lo contento que yo estoy? (Castañeteando los +dientes.) En cambio tú no tendrás paz en el pináculo de tus glorias, +alcanzadas por el deshonor... Pronto, á la calle... El señor de _Miau_ +quiere perderte de vista. + +Víctor lívido, doña Pura asustada, Luisito con ganas de romper á llorar +nuevamente, Milagros haciendo pucheros... + +--Bien--dijo Cadalso con aquella gallardía que sabía poner en sus +resoluciones, siempre que eran mortificantes.--Me voy. También yo lo +deseaba, y no lo había hecho por caridad, porque soy aquí un sostén, no +una carga. Pero la separación será absoluta. Me llevo á mi hijo. + +Las dos _Miaus_ le miraron aterradas. Villaamil apretó con ferocidad los +dientes. + +--¿Pues qué...? Después de lo que ha pasado hoy--añadió +Víctor,--¿todavía pretenden que yo deje aquí á este pedazo de mi vida? + +La lógica de esto argumento desconcertó á lodos los _Miaus_ de ambos +sexos. + +--¡Pero qué tonto!--insinuó doña Pura con ganas de capitular,--¿crees tú +que esto volverá á pasar? ¿Y adónde vas con tu hijo, adónde? Si el +pobrecito no quiere separarse de nosotros. + +Poco le faltaba para llorar. Milagros dijo: + +--No, lo que es el niño no sale de aquí. + +--¡Vaya si sale!--sostuvo Cadalso con brutal resolución.--Á ver: saque +usted toda la ropita de mi hijo para juntarla con la mía. + +--Pero, ¿adónde le llevas?, bobo, simple... ¡Qué cosas se te ocurren tan +disparatadas! + +--Por sabido se calla. Su tía Quintina le criará y le educará mejor que +ustedes. + +Doña Pura se sentó, atacada de gran congoja, sudor frío y latidos +dolorosos del corazón. Vaya, que después de la hija, la madre iba á caer +con la pataleta. Villaamil dió una vuelta sobre sí mismo, como si le +hiciera girar el vértice de un ciclón interior, y después de parar en +firme; abrióse de piernas, alzó los brazos enormes, simulando la figura +de San Andrés clavado en las aspas, y rugió con toda la fuerza de sus +pulmones: + +--¡Que se lo lleve... que se lo lleve con mil demonios! Mujeres locas, +mujeres cobardes, ¿no sabéis que _Morimos... Inmolados... Al... +Ultraje_? + +Y tropezando en las paredes corrió hacia el gabinete. Su mujer fué +detrás, creyendo que iba disparado á arrojarse por el balcón á la calle. + + + + +XXXIX + + +--No cedo, no cedo--dijo Víctor á Milagros, al quedarse solo con +ella.--Me llevo á mi hijo. ¿Pero no comprende usted que no podré vivir +con tranquilidad dejándole aquí después de lo que ha pasado hoy? + +--¡Por Dios, hijo!--le respondió con dulzura _la pudorosa Ofelia_, +queriendo someterle por buenas.--Todo ello es una tontería... No volverá +á suceder. ¿No ves que es nuestro único consuelo este mocoso?... y si +nos le quitas... + +La emoción le cortaba la palabra. Calló la artista, tratando de +disimular su pena, pues harto sabía que como la familia mostrase vivo +interés en la posesión de Luisito, esto sólo era motivo suficiente para +que el monstruo se obstinase en llevársele. Creyó oportuno dejar el +delicado pleito en las manos diplomáticas de doña Pura, que sabía tratar +á su yerno combinando la energía con la suavidad. Al ir la _Miau_ mayor +al gabinete en seguimiento de su marido, le encontró arrojado en un +sillón, la cabeza entre las manos. + +--¿Qué te parece que debemos hacer?--le dijo ella confusa, pues no había +tenido tiempo aún de tomar una resolución. Grande, inmensa fué la +sorpresa de doña Pura, cuando su marido, irguiendo la frente, respondió +estas inverosímiles palabras: + +--Que se lo lleve cuando quiera. Será un trance doloroso verle salir de +aquí; pero ¡qué remedio!... Por lo demás, no hay que remontarse, y digo +más... digo que, en efecto, mejor estará el chiquillo con Quintina que +con... _vosotras_. + +Al oir esto, _la figura de Fra Angélico_ examinó en silencio, atónita, +el turbado rostro del cesante. La sospecha de que empezaba á perder la +razón, confirmóse entonces, oyéndole decir aquel gran desatino. «¡Que +estará mejor con Quintina que con nosotras! Tu no estás en tu juicio, +Ramón». + +--Y dejando á un lado lo que al niño convenga (atenuando su crueldad), +Víctor es su padre, y tiene sobre él más autoridad que nosotros. Si él +quiere llevársele... + +--Es que no querrá... ¡Pues no faltaba otra! Verás cómo arreglo yo á ese +truhán... + +--Yo no le diría una palabra, ni me rebajaría á tratar con él (cayendo +en gran aplanamiento, sedación enérgica de su furia pasada). Yo le +dejaría hacer su gusto. Tiene la autoridad, ¿sí ó no? Pues si la tiene, +á nosotros nos corresponde callar y sufrir. + +--¿Pues no dice que callemos y suframos (espantada y briosa), cuando ese +vil nos quiere quitar nuestra única alegría?... Tú no estás bueno. Te +aseguro que Víctor se llevará al niño, pero ha de ser á la fuerza, +atropellándonos, y no sin que yo le arranque las orejas á ese perro. + +--Pues mi opinión es no cuestionar con semejante tipo... Se me figura +que si le veo otra vez delante de mí, le muerdo... Siento algo como una +ansiedad física de clavar los dientes en alguien. Créelo, mujer, la +Administración está deshonrada; ya no podrá decir _el probo_ y _sufrido +personal_ de Hacienda, como se decía antes. Y lo que en cuanto á +nivelación del presupuesto, que se limpien. Con esta chusma que va +invadiendo la casa, es imposible. + +--¿Pero á qué me sacas ahora la Administración (exaltada), ni qué tiene +que ver el burro con las témporas? ¡Ay, Ramón, tú no estás bueno! Déjame +á mí de _probos_... Que les parta un rayo. Mírate en tu espejo, y abre +esos ojos, ábrelos... + +--¡Abiertos, muy abiertos los tengo! (Intencionadamente.) ¡Y qué +horizontes ante mí! + +Viendo que no podía ponerse de acuerdo con su marido, volvió á +emprenderla con Víctor, que no había salido aún. Contra la creencia de +Pura, el otro continuaba inflexible, sosteniendo su acuerdo con +tenacidad digna de mejor causa. Á entrambas _Miaus_ se les habría podido +ahogar con un cabello, y Abelarda, confesándose autora del conflicto, +lloraba en su lecho como una Magdalena. Entre atender á su hija y +discutir con Víctor, doña Pura tenía que duplicarse, corriendo de aquí +para allí, mas sin poder dominar la aflicción de la una ni la implacable +contumacia del otro. Nunca había visto al guapo mozo tan encastillado en +una resolución, ni encontraba el busilis de tanta crueldad y firmeza. +Para ello habría sido preciso estar al tanto de lo ocurrido el día +anterior en casa de los de Cabrera. Éste ganó en segunda instancia el +famoso pleito de la casucha de Vélez-Málaga, siendo Víctor condenado á +reintegrar el valor de la finca y al pago de costas. El irreconciliable +Ildefonso le había echado ya el dogal al cuello y disponíase á apretar, +reteniéndole la paga, persiguiéndole y acosándole sin piedad ni +consideración. Pero del fallo judicial tomó pie la muy lagarta de +Quintina para satisfacer sus aspiraciones maternales, y engatusando á +Cabrera con estudiadas zalamerías y carantoñas, obtuvo de él que +aprobara las bases del siguiente convenio: «Se echaría tierra al asunto; +Ildefonso pagaría las costas (quedándose con la casa, se entiende). Y +Víctor les entregaría á su hijo». Vió el cielo abierto Cadalso, y aunque +le hacía mala boca arrancar al chiquillo del poder y amparo de sus +abuelos, hubo de aceptar á ojos cerrados. Todo se reducía á pasar un mal +rato en casa de las _Miaus_, á recibir algún arañazo de Pura y otro de +Milagros y una dentellada quizás de Villaamil. He aquí muy claro el +móvil de la determinación por la cual hubo de cambiar de casa y de +familia el célebre Cadalsito. + +En lo más recio del trajín que Milagros y Pura traían, corriendo de +Abelarda inconsolable á Víctor inflexible, con escala en Luisito, que +también había vuelto á gimotear, entró Ponce. No podía venir en peor +ocasión, y su presunta suegra, contrariada con la visita, le enchiqueró +en la sala para decirle: «Ese trasto de Víctor nos ha hecho una pillada. +Hemos tenido aquí hoy una verdadera tragedia. Figúrese usted que ha dado +en llevarse al chiquitín, arrancándolo de este hogar, donde se ha +criado. Estamos consternadísimas. Abelarda, al ver que ese verdugo se +llevaba al niño á viva fuerza, cayó con un síncope atroz, pero atroz. En +la cama la tenemos, hecha un mar de llanto. ¡Ay, hijo, qué rato hemos +pasado!» + +Por fin, como Abelarda estaba vestida sobre el lecho, se permitió á +Ponce pasar á verla. La insignificante no lloraba ya; tenía los ojos +encendidos, los miembros desmadejados. El ínclito mancebo se sentó á la +cabecera, apretándole la mano y permitiéndose el inefable exceso de +besársela cuando no estaba presente la mamá, quien repitió delante de su +hija la versión dada al novio sobre el suceso del día. + +--¡Pero qué malo es ese hombre!--dijo el crítico á su amada.--Es una +bestia apocalíptica. + +--No lo sabes tú bien--respondió la chica, mirando fijamente á su novio +mientras éste se acariciaba con el pañuelo sus siempre húmedos +lagrimales.--Alma más negra no echó Dios al mundo... ¡Mira tú que es +maldad; querer quitarnos á Luisito, nuestro encanto, nuestra dicha! +Desde que nació está con nosotras. Nos debe la vida, porque le hemos +cuidado como á las niñas de nuestros ojos; le sacamos adelante del +sarampión y la tos ferina, con mil sacrificios. ¡Qué ingratitud, y qué +infamia! Ya ves lo pacífica que soy. Más que pacífica soy cobarde, +inofensiva, pues hasta cuando mato una pulga me da lástima del pobre +animalito. Pues bien; á ese hombre, si á mano le tuviera, creo que le +atravesaría de parte á parte con un cuchillo... Para que veas. + +--Sosiégate, minina--dijo Ponce con voz meliflua.--Estás excitada. No +hagas caso tú. ¿Me quieres mucho? + +--¡Vaya si te quiero!--replicó Abelarda, plenamente decidida á tirarse +por el Viaducto, es decir, á casarse con Ponce. + +--Tu mamá te habrá dicho que hemos fijado el 3 de Mayo, día de la Cruz. +¡Qué largo me está pareciendo el tiempo y con que lentitud corren noches +y días. + +--Pero todo llega... Detrás de un día viene otro--dijo Abelarda mirando +al techo.--Todos los días son enteramente iguales. + +Las conferencias entre las dos _Miaus_ y Víctor duraron hasta que éste +salió vestido de etiqueta, y toda la diplomacia de la una y los ruegos +quejumbrosos de la otra no ablandaron el duro corazón de Cadalso. Lo más +que obtuvieron fué aplazar la traslación de Luis hasta el día siguiente. +Enterado Villaamil de esto, salió y dijo á su yerno con sequedad: + +--Yo te prometo, te doy mi palabra de que lo llevaré yo mismo á casa de +Quintina. No hay más que hablar... No necesitas tú volver más acá. + +Á esto respondió el monstruo que por la noche volvería á mudarse de +ropa, añadiendo benévolamente que el acto de llevarse al hijo no +significaba prohibición de que le vieran sus abuelos, pues podían ir á +casa de Quintina cuando gustaran, y que así lo advertiría él á su +hermana. + +--Gracias, señor elefante--dijo doña Pura con desdén. + +Y Milagros: + +--Lo que es yo... ¿allá?... ¡Estás tú fresco! + +Faltaba todavía un dato importante para apreciar la gravedad del asunto; +faltaba conocer la actitud del interesado, si se prestaría de buen grado +á cambiar de familia, ó si, por el contrario, se resistiría con la +irreductible firmeza propia de la edad inocente. Su abuela, en cuanto +el monstruo se fué, empezó á disponer el ánimo del chico para la +resistencia, asegurándole que la tía Quintina era muy mala, que le +encerraría en un cuarto obscuro, que la casa estaba llena de unas +culebronas muy grandes y de bichos venenosos. Oía Cadalsito estas cosas +con incredulidad, porque realmente eran papas demasiado gordas para que +las tragase un niño ya crecidito y que empezaba á conocer el mundo. + +Aquella noche nadie tuvo apetito, y Milagros se llevaba para la cocina +las fuentes lo mismo que habían ido al comedor. Villaamil no desplegó +los labios sino para desmentir las terroríficas pinturas que su mujer +hacía del domicilio de Cabrera. «No hagas caso, hijo mío; la tía +Quintina es muy buena, y te cuidará y te mimará mucho. No hay allí sapos +ni culebras, sino las cosas más bonitas que puedes imaginarte; santos +que parece que están hablando, estampas lindísimas y altares soberbios, +y... la mar de cosas. Vas á estar muy á gusto». + +Oyendo esto, Pura y Milagros se miraban atónitas, sin poder explicarse +que el abuelo se pasase descarada y cobardemente al enemigo. ¿Qué vena +le daba de apoyar la inicua idea de Víctor, llegando hasta defender á +Quintina y pintando su casa como un paraíso infantil? ¡Lástima que la +familia no estuviera en fondos, pues de lo contrario, lo primero sería +llamar á un buen especialista en enfermedades de la cabeza para que +estudiara la de Villaamil y dijere lo que dentro de ella ocurría. + + + + +XL + + +Cadalsito tampoco tuvo ganas de comer y menos de estudiar. Mientras le +acostaban, la tiíta, completamente repuesta de aquel salvaje desvarío y +sin tener de él más que vaga reminiscencia, le besó y le hizo extremadas +caricias, no sin cierta escama del pequeño y aun de doña Pura. Milagros +se quedó allí á dormir aquella noche, por lo que pudiera tronar. + +Luis cogió pronto el sueño; pero á media noche despertó con los síntomas +anunciadores de la visión. Su tía Milagros cuidó de arroparle y hacerle +mimos, acostándose al fin con él para que se tranquilizase y no tuviera +miedo. Lo primero que vió el chiquillo al adormilarse, fué una extensión +vacía, un lugar indeterminado, cuyos horizontes se confundían con el +cielo, sin accidente alguno, casi sin términos, pues todo era igual, lo +próximo y lo lejano. Discurrió si aquello era suelo ó nubes, y luego +sospechó si sería el mar, que nunca había visto más que en pintura. Mar +no debía de ser, porque el mar tiene olas que suben y bajan, y la +superficie aquélla era como la de un cristal. Allá lejos, muy lejos, +distinguió á su amigo el de la barba blanca, que se aproximaba +lentamente recogiendo el manto con la mano izquierda y apoyándose con la +otra en un bastón grande ó báculo como el que usan los obispos. Aunque +venía de muy lejos y andaba despacio, pronto llegó delante de Cadalsito, +sonriendo al verle. Acto continuo se sentó. ¿Dónde, si allí no había +piedra ni silla? Todo ello era maravilloso en grado sumo, pues por +encima de los hombros del Padre vió Luis el respaldo de uno de los +sillones de la sala de su casa. Pero lo más estupendo de todo fué que el +buen abuelo, inclinándose hacia él, le acarició la cara con su preciosa +mano. Al sentir el contacto de los dedos que habían hecho el mundo y +cuanto en él existe, sintió Cadalso que por su cuerpo corría un temblor +gustosísimo. + +--Vamos á ver--le dijo el amigo,--he venido desde la otra parte del +mundo sólo por echar un párrafo contigo. Ya sé que te pasan cosas muy +raras. Tu tía... ¡Parece mentira que queriéndote tanto!... ¿Tú entiendes +esto? Pues yo tampoco. Te aseguro que cuando lo vi, me quedé como quien +ve visiones. Luego tu papá, empeñado en llevarte con la tía Quintina... +¿Sabes tú el porqué de estas cosas? + +--Pues yo--opinó Luis con timidez, asombrándose de tener ideas propias +ante la sabiduría eterna--creo que de todo lo que está pasando tiene la +culpa el Ministro. + +--¡El Ministro! (asombrado y sonriente). + +--Sí, señor, porque si ese tío hubiera colocado á mi abuelo, todos +estarían contentos y no pasaría nada. + +--¿Sabes que me estás pareciendo un sabio de tomo y lomo? + +--Mi abuelo furioso porque no le colocan y mi abuela lo mismo, y mi tía +Abelarda también. Y mi tía Abelarda no puede ver á mi papá, porque mi +papá le dijo al Ministro que no colocara á mi abuelo. Y como no se +atreve con mi papá, porque puede más que ella, la emprendió conmigo. +Después se puso á llorar... Dígame, ¿mi tía es buena ó es mala? + +--Yo estoy en que es buena. Hazte cuenta que el achuchón de hoy fué de +tanto como te quiere. + +--¡Vaya un querer! Todavía me duele aquí, donde me clavó las uñas... Me +tiene mucha tirria desde un día que le dije que se casara con mi papá. +¿Usted no sabe? Mi papá la quiere; pero ella no le puede ver. + +--Eso sí que es raro. + +--Como usted lo oye. Mi papá le dijo una noche que estaba enamoradísimo +de ella, por lo fatal... ¿sabe? y que él era un condenado, y qué sé yo +qué... + +--¿Pero á ti quien te mete á escuchar lo que dicen las personas mayores? + +--Yo... estaba allí... (alzando los hombros). + +--¡Vaya, vaya! ¡Qué cosas ocurren en tu casa! Se me figura que estás en +lo cierto: el pícaro del Ministro tiene la culpa de todo. Si hubiera +hecho lo que yo le dije, nada de esto pasaría. ¿Qué le costaba, en +aquella casona tan llena de oficinas, hacer un hueco para ese pobre +señor? Pero nada, no hacen caso de mí, y así anda todo. Verdad que +tienen que atender á éste y al otro, y cuanto yo les digo, por un oído +les entra y por otro les sale. + +--Pues que le coloquen ahora... ¡vaya! Si usted va allá y lo manda +pegando un bastonazo fuerte con ese palo en la mesa del Ministro... + +--¡Quiá! No hacen caso. Pues si consistiera en bastonazos, por eso no +había de quedar. Los doy tremendos, y como si no. + +--Entonces, ¡contro! (envalentonado por tanta benevolencia), ¿cuándo le +van á colocar? + +--Nunca--declaró el Padre con serenidad, como si aquel _nunca_ en vez de +ser desesperante fuera consolador. + +--¡Nunca! (no entendiendo que esto se dijera con tanta calma). ¡Pues +estamos aviados! + +--Nunca, sí, y te añadiré que lo he determinado yo. Porque verás: ¿para +qué sirven los bienes de ese mundo? Para nada absolutamente. Esto, que +tú habrás oído muchas veces en los sermones, te lo digo yo ahora con mi +boca, que sabe cuanto hay que saber. Tu abuelito no encontrará en la +tierra la felicidad. + +--¿Pues dónde? + +--Parece que eres bobo. Aquí, á mi lado. ¿Crees que no tengo yo ganas de +traérmele para acá? + +--¡Ah!... (abriendo la boca todo lo que abrirse podía). Entonces... eso +quiere decir que mi abuelo se muere. + +--Y verdaderamente, chico, ¿á cuento de qué está tu abuelo en este mundo +feo y malo? El pobre no sirve ya para nada. ¿Te parece bien que viva +para que se rían de él, y para que un Ministrillo le esté desairando +todos los días? + +--Pero yo no quiero que se muera mi abuelo... + +--Justo es que no lo quieras... pero ya ves... él está viejo, y, créelo, +mejor le irá conmigo que con vosotros. ¿No lo comprendes? + +--Sí (diciendo que sí por cortesía, pero sin estar muy convencido...) +Entonces... ¿el abuelo se va á morir pronto? + +--Es lo mejor que puede hacer. Adviérteselo tú; dile que has hablado +conmigo, que no se apure por la credencial, que mande al Ministro á +freir espárragos, y que no tendrá tranquilidad sino cuando esté conmigo. +¿Pero qué es eso? ¿Por qué arrugas las cejas? ¿No comprendes eso, +tontín? ¿Pues no dices que vas á ser cura y á consagrarte á mí? Si así +lo piensas, vete acostumbrando á estas ideas. ¿No te acuerdas ya de lo +que dice el Catecismo? Apréndetelo bien. El mundo es un valle de +lágrimas, y mientras más pronto salís de él, mejor. Todas estas cosas, +y otras que irás aprendiendo, las has de predicar tú en mi púlpito +cuando seas grande, para convertir á los malos. Verás cómo haces llorar +a las mujeres, y dirán todas que el padrito _Miau_ es un pico de oro. +Dime, ¿no estás en ser clérigo y en ir aprendiendo ya unas miajas de +misa, un poco de latín y todo lo demás? + +--Sí, señor... Murillo me ha enseñado ya muchas cosas: lo que significa +_aleluya_ y _gloria patri_, y sé cantar lo que se canta cuando alzan, y +cómo se ponen las manos al leer los santísimos Evangelios. + +--Pues ya sabes mucho. Pero es menester que te apliques. En casa de tu +tía Quintina verás todas las cosas que se usan en mi culto. + +--Me quieren llevar con la tía Quintina. ¿Qué le parece?... ¿voy? + +Al llegar aquí, Cadalsito, alentado por la amabilidad de su amigo, que +le acariciaba con sus dedos las mejillas, se tomó la confianza de +corresponder con igual demostración, y primero tímidamente, después con +desembarazo, le tiraba de las barbas al Padre, quien nada hacía para +impedirlo, ni se incomodaba diciendo como Villaamil: _¿en qué cochino +bodegón hemos comido juntos?_ + +--Sobre eso de vivir ó no con los Cabreras, yo nada te digo. Tú lo +deseas por la novelería de los juguetes eclesiásticos, y al mismo tiempo +temes separarte de tus abuelitos. ¿Sabes lo que te aconsejo? Que +llegado el momento, hagas lo que te salga de dentro. + +--¿Y si me lleva mi papá á la fuerza sin dejarme pensarlo? + +--No sé... me parece que á la fuerza no te llevará. En último caso, +haces lo que mande tu abuelo. Si él te dice: «Á casa de Quintina», te +callas, y andando. + +--¿Y si me dice que no? + +--No vas. Pásate sin los altaritos, y entretanto, ¿sabes lo que haces? +Le dices al amigo Murillo que te dé otra pasada de latín, de ese que él +sabe, que te explique bien la misa y el vestido del cura, cómo se pone +el cíngulo, la estola, cómo se preparan el cáliz y la hostia para la +consagración... en fin, Murillito está muy bien enterado, y también +puede enseñarte á llevar el Viático á los enfermos, y lo que se reza por +el camino. + +--Bueno... Murillo sabe mucho; pero su padre quiere que sea abogado. +¡Qué estúpido! Dice él que llegará á Ministro, y que se casará con una +moza muy guapa. ¡Qué asco! + +--Sí que es un asco. + +--También _Posturas_ tenía malas ideas. Una tarde nos dijo que se iba á +echar una querida y á jugar á la timba. ¿Qué cree usted? Fumaba colillas +y era muy mal hablado. + +--Todas esas mañas se le quitan aquí. + +--¿Dónde está que no le veo con usted? + +--Todos castigados. ¿Sabes lo que me han hecho esta mañana? Pues entre +_Posturitas_ y otros pillos que siempre están enredando, me cogieron el +mundo, ¿sabes?, aquel mundo azul que yo uso para llevarlo en la mano, y +lo echaron á rodar, y cuando quise enterarme, se había caído al mar. +Costó Dios y ayuda sacarlo. La suerte que es un mundo figurado, ¿sabes?, +que no tiene gente, y no hubo que lamentar desgracias. Les di una mano +de cachetes como para ellos solos. Hoy no me salen del encierro... + +--Me alegro. Que la paguen. Y dígame, ¿dónde les encierra? + +La celestial persona, dejándose tirar de las barbas, miraba sonriendo á +su amigo, como si no supiera qué decir. + +--¿Dónde les encierra?... á ver... diga... + +La curiosidad de un niño es implacable, y ¡ay de aquel que la provoca y +no la satisface al momento! Los tirones de barba debieron de ser +demasiado fuertes, porque el bondadoso viejo, amigo de Luis, hubo de +poner coto á tanta familiaridad. + +--¿Que dónde les encierro?... Todo lo quieres saber. Pues les +encierro... donde me da la gana. ¿Á ti qué te importa? + +Pronunciada la última palabra, la visión desapareció súbitamente, y +quedóse el buen Cadalso hasta la mañana, durante el sueño, atormentado +por la curiosidad de saber dónde les encerraba... ¿Pero dónde diablos +les encerraría? + + + + +XLI + + +No pareció Víctor en toda la noche; pero á la mañana, temprano, fué á +reiterar la temida sentencia respecto á Luis, no cediendo ni ante las +conminaciones de doña Pura, ni ante las lágrimas de Abelarda y Milagros. +El chiquillo, afectado por aquel aparato luctuoso, se mostró rebelde á +la separación; no quería dejarse vestir ni calzar; rompió en llanto, y +Dios sabe la que se habría armado sin la intervención discreta de +Villaamil, que salió de su alcoba diciendo: «Pues es forzoso separarnos +de él, no atosigarle, no afligir á la pobre criatura». Asombrábase +Víctor de ver á su suegro tan razonable, y le agradecía mucho aquel +criterio consolador, que le permitiría realizar su propósito sin apelar +á la violencia, evitando escenas desagradables. Milagros y Abelarda, +viendo el pleito perdido, retiráronse á llorar al gabinete. Pura se +metió en la cocina echando de su boca maldiciones contra los Cabreras, +los Cadalsos y demás razas enemigas de su tranquilidad, y en tanto +Víctor le ponía las botas á su hijo, tratando de llevársele pronto, +antes que surgieran nuevas complicaciones. + +--Verás, verás--le decía--qué cosas tan monas te tiene allí la tía +Quintina: santos magníficos, grandes como los que hay en las iglesias, +y otros chiquitos para que tú enredes con ellos; vírgenes con mantos +bordados de oro, luna de plata á los pies, estrellas alrededor de la +cabeza, tan majas... verás... Y otras cosas muy divertidas... +candeleros, cristos, misales, custodias, incensarios... + +--¿Y les puedo poner fuego y menearlos para que den olor? + +--Sí, vida mía. Todo es para que tú te entretengas y vayas aprendiendo, +y á los santos puedes quitarles la ropa para ver cómo son por dentro, y +luego volvérsela á poner. + +Villaamil se paseaba en el comedor oyendo todo esto. Como observara que +Luis, después de aquel entusiasmo por el uso del incensario, volvió á +caer en su morriña, gimoteando: «Yo quiero que la abuela me lleve y se +esté allí conmigo», hubo de meter su cuarto á espadas en la +catequización, y acariciándole, le dijo: + +--Tienes allá también altares chicos con velitas y arañas de este +tamaño, custodias así, casullitas bordadas, un sagrario que es una +monada, una manga-cruz que la puedes cargar cuando quieras, y otras +preciosidades... como, por ejemplo... + +No sabía por dónde seguir, y Víctor suplió su falta de inventiva +añadiendo: + +--Y un hisopo de plata que echa agua bendita por todos lados, y, en fin, +un cordero pascual... + +--¿De carne? + +--No, hombre... Digo, sí, vivo... + +Para abreviar la penosa situación y acelerar el momento crítico de la +salida, Villaamil ayudó á ponerle la chaqueta; pero aun no le habían +abrochado todos los botones, cuando ¡Madre de Dios! sale doña Pura hecha +una pantera y arremete contra Víctor, badila en mano, diciendo: + +--¡Asesino, vete de mi casa! ¡No me robarás esta joya!... ¡Vete, ó te +abro la cabeza! + +Y lo mismo fué oir las otras _Miaus_ aquella voz airada, salieron +también chillando en la propia cuerda. En suma, que aquello se iba +poniendo feo. + +--Puesto que ustedes no quieren que sea por buenas, será por malas--dijo +Víctor poniéndose á salvo de las uñas de las tres furias.--Pediré +auxilio á la justicia. Él aquí no se ha de quedar. Conque ustedes +verán... + +Villaamil intervino, diciendo con voz conciliadora, sacada +trabajosamente del fondo de su oprimido pecho: + +--Calma, calma. Ya lo teníamos arreglado, cuando estas mujeres nos lo +echan á perder. Váyanse para adentro. + +--Eres un estafermo--le dijo la esposa, ciega de ira.--Tú tienes la +culpa, porque si te pusieras de nuestra parte, entre todos habíamos +ganado la partida. + +--Cállate tú, loca, que harto sé yo lo que tengo que hacer. ¡Fuera de +aquí todo el mundo! + +Pero Luisito, viendo á sus tías y abuela tan interesadas por él, volvió +á mostrar resistencia. Pura no se contentaba con menos que con sacarlo +los ojos á su yerno, y aquello iba á acabar malamente. La suerte que +aquel día estaba Villaamil tan razonable y con tal dominio de sí mismo y +de la situación, que parecía otro hombre. Sin saber cómo, su +respetabilidad se impuso. + +--Mientras tú estés aquí--dijo á Víctor, sacándole con hábil movimiento +de la cuna del toro, ó sea de entre las manos tiesas de doña Pura,--no +adelantaremos nada. Vete, y yo te doy mi palabra de que llevaré á mi +nieto á casa de Quintina. Déjame á mí, déjame... ¿No te fías de mi +palabra? + +--De su palabra sí, pero no de su capacidad para reducir á estos +energúmenos. + +--Yo los reduciré con razones. Descuida. Vete, y espérame allá. + +Habiendo logrado tranquilizar á su yerno, entró en gran parola con la +familia, agotando su ingenio en hacerles ver la imposibilidad de impedir +la separación del chiquillo. + +--¿No veis que si nos resistimos vendrá el propio juez á quitárnosle? + +Media hora duró el alegato, y por fin las _Miaus_ parecieron resignadas; +convencidas, nunca. + +--Lo primero que tenéis que hacer--les dijo, deseando alejarlas en el +momento crítico de la salida,--es iros á la sala cantando bajito. Yo me +entiendo con Luis. ¡Si él no va á dejar de querernos porque se vaya con +Quintina!... y además, su padre me ha prometido que le traerá todos los +días á vernos, y los domingos á pasar el día en casa... + +Abelarda se retiró la primera, llorando, como quien se aparta de la +persona agonizante para no verla morir. Después se fué Milagros, y +finalmente Pura, quien no se hubiera resignado, á no domarla su esposo +con este último argumento: + +--Si porfiamos, vendrá el juez esta tarde. ¡Figúrate qué escena! +Apuremos el cáliz, y Dios castigará al infame que nos le ofrece. + +Solo con Luis, el abuelo estuvo á punto de perder su estudiada, +dificilísima compostura, y echarse á llorar. Se tragó toda aquella hiel, +invocando mentalmente al cielo con esta frase: + +--Terrible es la separación, Señor, pero es indudable que estará mucho +mejor allá, mucho mejor... Vamos, Ramón, ánimo, y no te amilanes. + +Pero no contaba con su nieto, que, oyendo el gimoteo de las tías, volvió +á las andadas, y cuando se acercaba el instante fiero de la partida, se +afligió diciendo: + +--Yo no quiero irme. + +--No seas tonto, Luis--le amonestó el anciano.--¿Crees tú que si no +fuera por tu bien te sacaríamos de casa? Los niños bonitos y dóciles +hacen lo que se les manda. Y que no puedes tú figurarte, por mucho que +yo te las pondere, las preciosidades que Quintina tiene allí para tu uso +particular. + +--¿Y puedo yo cogerlo todo para mí, y hacer con ello lo que me dé la +gana?--preguntó el chiquillo con la ansiedad avariciosa que en la edad +primera revela el egoísmo sin freno. + +--¿Pues quién lo duda? Hasta puedes romperlo si te acomoda. + +--No, romper no. Las cosas de la iglesia no se rompen--declaró el niño +con cierta unción. + +--Bueno... vamos ya... Saldremos calladitos para que no nos sientan +ésas... y no se alboroten... Pues verás; entre otras cosas, hay una +pilita bautismal, que es una monería; yo la he visto. + +--Una pila... ¿con mucha agua bendita? + +--Cabe tanta agua como en la tinaja de la cocina... Vamos (cargándoselo +á cuestas). Mejor será que yo te lleve en brazos... + +--¿Y esa pila es para bautizar personas? + +--¡Claro!... Con ella puedes tú jugar todo lo que quieras, y de paso vas +aprendiendo, para cuando seas cura, la manera de cristianar á un pelón. + +Atravesó Villaamil con paso recatado el corredor y recibimiento, +llevando á su nieto en brazos, y como durante la peligrosa travesía el +chico prosiguiese con su flujo de preguntas, sin bajar la voz, el abuelo +le puso una mano por tapaboca, susurrándole al oído: «Sí, puedes +bautizar niños, todos los niños que quieras. Y también hay mitras á la +medida de tu cabeza y capitas doradas y un báculo para que te vistas de +obispín y nos eches bendiciones...» + +Con esto franquearon la puerta, que Villaamil no cerró á fin de evitar +el ruido. La escalera la bajó á trancos, como ladrón que huye cargando +el objeto robado, y una vez en el portal, respiró y dejó su carga en el +suelo: ya no podía más. No estaba él muy fuerte que digamos, ni +soportaba pesos, aun tan livianos como el de su nietecillo. Temeroso de +que Paca y Mendizábal cometiesen alguna indiscreción, esquivó sus +saludos. La mujerona quiso decir algo á Luis, condoliéndose de su +marcha; pero Villaamil anduvo más listo; dijo _volvemos_, y salió á la +calle más pronto que la vista. + +El temor de que Luis cerdease otra vez, le estimuló á reforzar en la +calle sus mentirosas artimañas de catequista: + +--Tienes allí tan gran cantidad de flores de trapo para altares, que +sólo para verlas todas necesitas un año... y velas de todos colores... y +la mar de cirios... Pues hay un San Fernando vestido de guerrero, con +armadura, que te dejará pasmado, y un San Isidro con su yunta de bueyes, +que parecen naturales. El altar chico para que tú digas tus misas es +más bonito que el de Monserrat... + +--Dime, abuelito, y confesionario, ¿no tengo? + +--¡Ya lo creo!... y muy majo... con rejas, para que las mujeres te +cuenten sus pecados, que son muchísimos... Te digo que vas á estar muy +bien, y cuando crezcas un poquito, te encontrarás hecho cura sin +sentirlo, sabiendo tanto como el padre Bohigas, de Monserrat, ó el +propio capellán de las Salesas Nuevas, que ahora sale á canónigo. + +--Y yo, ¿seré canónigo, abuelito? + +--¿Pues qué duda tiene?... y obispo, y hasta puede que llegues á Papa. + +--¿El Papa es el que manda en todos los curas?... + +--Justamente... ¡Ah! también verás allí un monumento de Semana Santa, +que lo menos tiene mil piezas, qué sé yo cuántas estatuas, todo blanco y +como de alfeñique. Parece que acaba de salir de la confitería. + +--¿Y se come, abuelo, se come?--preguntó Cadalsito, tan vivamente +interesado en todo aquello, que su casa, su abuela y sus tías se le +borraron de la mente. + +--¿Quién lo duda? Cuando te canses de jugar le pegas una +dentellada--respondió Villaamil, ya vuelto tarumba, pues su imaginación +se agotaba, y no sabía de qué echar mano. + +Andaba el abuelo rápidamente por la acera de la calle Ancha, y á cada +paso suyo daba Cadalsito tres, cogido de la mano paterna, ó más bien +colgado. Don Ramón se detuvo bruscamente y giró sobre sí mismo, +dirigiéndose hacia la parte alta de la calle, donde está el Hospital de +la Princesa. Fijóse Luis en la incongruencia de esta dirección, y +observó, impacientándose: + +--Pero, abuelo, ¿no vamos á casa de la tía Quintina en la calle de los +Reyes? + +--Sí, hijo mío; pero antes daremos una vuelta por aquí para que tomes el +sol. + +En el cerebro del afligido anciano se determinó un retroceso súbito, +semejante al rechazo de la enérgica idea que informaba todos los actos +referentes á la cesión y traslado de su nieto. Éste seguía charla que te +charla, preguntando sin cesar, tirándole á su abuelo del brazo cuando +las respuestas no empalmaban inmediatamente con las interrogaciones. El +abuelo contestaba por monosílabos, evasivamente, pues todo su espíritu +se reconcentraba en la vida interior del pensar. Cabizbajo, fijos los +ojos en el suelo como si contara las rayas de las baldosas, apechugaba +con la cuesta, tirando de Luisito, el cual no advertía la congoja de su +abuelo, ni el temblor de sus labios, articulando en baja voz la +expresión de las ideas. «¿No es un verdadero crimen lo que voy á hacer, +ó, mejor dicho, dos crímenes?... Entregar á mi nieto, y después... +Anoche, tras larga meditación, me parecieron ambas cosas muy acertadas, +y consecuencia la una de la otra. Porque si yo voy á... cesar de vivir +muy pronto, mejor quedara Luis con los Cabreras que con mi familia... Y +pensé que mi familia le criaría mal, con descuido, consintiéndole mil +resabios... eso sin contar el peligro de que esté al lado de Abelarda, +que volverá á las andadas cualquier día. Los Cabreras me son +antipáticos; pero les tengo por gente ordenada y formal. ¡Qué diferencia +de Pura y Milagros! Éstas, con su música y sus tonterías, no sirven para +nada. Así pensé anoche, y me pareció lo más cuerdo que á humana cabeza +pudiera ocurrirse... ¿Por qué me arrepiento ahora y me entran ganas de +volver á casa con el chico? ¿Es que estará mejor con las Miaus que con +Quintina? No, eso no... ¿Es que desmaya en mí la resolución salvadora +que ha de darme libertad y paz? ¿Es que te da ahora el antojillo de +seguir viviendo, cobarde? ¿Es que te halagan el cuerpo los melindres de +la vida?» + +Atormentado por cruelísima duda, Villaamil echó un gran suspiro, y +sentándose en el zócalo de la verja del hospital que cae al paseo de +Areneros, cogió las manos del niño y le miró fijamente, cual si en sus +inocentes ojos quisiera leer la solución del terrible conflicto. El +chico ardía de impaciencia; pero no se atrevió á dar prisa á su abuelo, +en cuyo semblante notaba pena y cansancio. + +--Dime, Luis--propuso Villaamil, abrazándole con cariño.--¿Quieres tú +de veras irte con la tía Quintina? ¿Crees que estarás bien con ella, y +que te educarán é instruirán los Cabreras mejor que en casa? Háblame con +franqueza. + +Puesta la cuestión en el terreno pedagógico, y descartado el aliciente +de la juguetería eclesiástica, Luis no supo qué contestar. Buscó una +salida, y al fin la halló: + +--Yo quiero ser cura. + +--Corriente; tú quieres ser cura y yo lo apruebo... Pero suponiendo que +yo falte, que Pura y Milagros se vayan á vivir con Abelarda, señora de +Ponce, ¿con quién te parece á ti que estarías mejor? + +--Con la abuela y la tía Quintina juntas. + +--Eso no puede ser. + +Cadalsito alzó los hombros. + +--«¿Y no temerías tú, si siguieras donde estabas, que mi hija se +alborotase otra vez y te quisiera matar? + +--No se alborotará--dijo Cadalsito con admirable sabiduría.--Ahora se +casa y no volverá á pegarme. + +--¿De modo que tú... no tienes miedo? Y entre la tía Quintina y +nosotros, ¿qué prefieres? + +--Prefiero... que vosotros viváis con la tía. + +Ya tenía Villaamil abierta la boca para decirle: «Mira, hijo, todo eso +que te he contado de los altaritos es música. Te hemos engañado para +que no te resistieses á salir de casa»; pero se contuvo, esperando que +el propio Luis esclareciese con alguna idea primitiva, sugerida por su +inocencia, el problema tremendo. Cadalsito montó una pierna sobre la +rodilla de su abuelo, y echándole una mano al hombro para sostenerse +bien, se dejó decir: + +--Lo que yo quiero es que la abuela y la tía Milagros se vengan á vivir +con Quintina. + +--¿Y yo?--preguntó el anciano, atónito de la preterición. + +--¿Tú? Te diré. Ya no te colocan... ¿entiendes? ya no te colocan, ni +ahora ni nunca. + +--¿Por dónde lo sabes? (con el alma atravesada en la garganta). + +--Yo lo sé. Ni ahora ni nunca... Pero maldita la falta que te hace. + +--¿Cómo lo sabes? ¿Quién te lo ha dicho? + +--Pues... yo... Te lo contaré; pero no lo digas á nadie... Veo á Dios... +Me da así como un sueño, y entonces se me pone delante y me habla. + +Tan asombrado estaba Villaamil, que no pudo hacer ninguna observación. +El chico prosiguió: + +--Tiene la barba blanca, es tan alto como tú, con un manto muy bonito... +Me dice todo lo que pasa... y todo lo sabe, hasta lo que hacemos los +chicos en la escuela... + +--¿Y cuándo le has visto? + +--Muchas veces: la primera en las Alarconas, después aquí cerca, y en +el Congreso y en casa... Me da primero como un desmayo, me entra frío, y +luego viene él y nos ponemos á charlar... ¿Qué, no lo crees? + +--Sí, hijo, sí lo creo (con emoción vivísima); ¿pues no lo he de creer? + +--Y anoche me dijo que no te colocarán, y que este mundo es muy malo, y +que tú no tienes nada que hacer en él, y que cuanto más pronto te vayas +al cielo, mejor. + +--Mira tú lo que son las cosas: á mí me ha dicho lo mismo. + +--¿Pero tú le ves también? + +--No, tanto como verlo... no soy bastante puro para merecer esa +gracia... pero me habla alguna vez que otra. + +--Pues eso me dijo... Que morirte pronto es lo que te conviene, para que +descanses y seas feliz. + +El estupor de Villaamil fué inmenso. Eran las palabras de su nieto como +revelación divina, de irrefragable autenticidad. + +--¿Y á ti qué te cuenta el Señor? + +--Que tengo que ser cura... ¿ves? lo mismo, lo mismito que yo deseaba... +y que estudie mucho latín y aprenda pronto todas las cosas... + +La mente del anciano se inundó, por decirlo así, de un sentido +afirmativo, categórico, que excluía hasta la sombra de la duda, +estableciendo el orden de ideas firmísimas á que debía responder en el +acto la voluntad con decisión inquebrantable. + +--Vamos, hijo, vamos á casa de la tía Quintina--dijo al nieto, +levantándose y cogiéndole de la mano. + +Le llevó aprisa, sin tomarse el trabajo de catequizarle con +descripciones hiperbólicas de juguetes y chirimbolos sacro-recreativos. +Al llamar á la puerta de Cabrera, Quintina en persona salió á abrir. +Sentado en el último escalón, Villaamil cubrió de besos á su nieto, +entrególe á su tía paterna, y bajó á escape sin siquiera dar á ésta los +buenos días. Como al bajar creyese oir la voz del chiquillo que +gimoteaba, avivó el paso y se puso en la calle con toda la celeridad que +sus flojas piernas le permitían. + + + + +XLII + + +Era ya cerca de medio día, y Villaamil, que no se había desayunado, +sintió hambre. Tiró hacia la plaza de San Marcial, y al llegar á los +vertederos de la antigua huerta del Príncipe Pío, se detuvo á contemplar +la hondonada del Campo del Moro y los términos distantes de la Casa de +Campo. El día era espléndido, raso y bruñido el cielo de azul, con un +sol picón y alegre; de estos días precozmente veraniegos en que el calor +importuna más por hallarse aún los árboles despojados de hoja. +Empezaban á echarla los castaños de Indias y los chopos; apenas +verdegueaban los plátanos; y las soforas, gleditchas y demás leguminosas +estaban completamente desnudas. En algunos ejemplares del árbol del amor +se veían las rosadas florecillas, y los setos de aligustre ostentaban ya +sus lozanos renuevos, rivalizando con los evonymus de perenne hoja. +Observó Villaamil la diferencia de tiempo con que las especies arbóreas +despiertan de la somnolencia invernal, y respiró con gusto el aire tibio +que del valle del Manzanares subía. Dejóse ir, olvidado de su buen +apetito, camino de la Montaña, atravesando el jardinillo recién plantado +en el relleno, y dió la vuelta al cuartel, hasta divisar la sierra, de +nítido azul con claros de nieve, como mancha de acuarela extendida sobre +el papel por la difusión natural de la gota, obra de la casualidad más +que de los pinceles del artista. + +--¡Qué hermoso es esto!--se dijo soltando el embozo de la capa, que le +daba mucho calor.--Paréceme que lo veo por primera vez en mi vida, ó que +en este momento se acaban de crear esta sierra, estos árboles y este +cielo. Verdad que en mi perra existencia llena de trabajos y +preocupaciones, no he tenido tiempo de mirar para arriba ni para +enfrente... Siempre con los ojos hacia abajo, hacia esta puerca tierra +que no vale dos cominos, hacia la muy marrana Administración, á quien +parta un rayo, y mirándoles las cochinas caras á Ministros, Directores y +Jefes del Personal, que maldita gracia tienen. Lo que yo digo: ¡cuánto +más interesante es un cacho de cielo, por pequeño que sea, que la cara +de Pantoja, la de Cucúrbitas y la del propio Ministro!... Gracias á Dios +que saboreo este gusto de contemplar la Naturaleza, porque ya se +acabaron mis penas y mis ahogos, y no cavilo más en si me darán ó no me +darán el destino; ya soy otro hombre, ya sé lo que es independencia, ya +sé lo que es vida, y ahora me les paso á todos por las narices, y de +nadie tengo envidia, y soy... soy el más feliz de los hombres. Á comer +se ha dicho, y ole morena mía. + +Dió un par de castañetazos con los dedos de ambas manos, y volviendo á +liarse la capa, se dirigió hacia la cuesta de San Vicente, que recorrió +casi toda, mirando las muestras de las tiendas. Por fin, ante una +taberna de buen aspecto se detuvo murmurando: «Aquí deben de guisar muy +bien. Entra, Ramón, y date la gran vida». Dicho y hecho. Un rato después +hallábase el buen Villaamil sentado ante una mesa redonda, de cuatro +patas, y tenía delante un plato de guisado de falda olorosísimo, un +cubierto cachicuerno, jarro de vino y pan. «Da gusto--pensaba, +emprendiéndola resueltamente con el guisote--encontrarse así, tan libre, +sin compromisos, sin cuidarse de la familia... porque, en buena hora lo +diga, ya no tengo familia; estoy solo en el mundo, solo y dueño de mis +acciones... ¡Qué gusto, qué placer tan grande! El esclavo ha roto sus +cadenas, y hoy se pone el mundo por montera, y ve pasar á su lado á los +que antes le oprimían, como si viera pasar á Perico el de los Palotes... +¡Pero qué rico está este guisado de falda! En su vida compuso nada tan +bueno la simple de Milagros, que sólo sabe hacerse los ricitos, y +cantarse y mayarse por todo lo alto aquello de _morrríamo, morrríamo_... +Parece un perrillo cuando le pellizcan el rabo... De veras está rica la +falda... ¡Qué gracia tienen para sazonar en esta taberna! ¡Y qué persona +tan simpática es el tabernero, y qué bien le sientan los manguitos +verdes, los zapatos de alfombra y la gorra de piel! ¡Cuánto más guapo es +que Cucúrbitas y que el propio Pantoja!... Pues señor, el vinillo es +fresco y picón... Me gusta mucho. Efectos de la libertad de que gozo, de +no importárseme un bledo de nadie, y de ver mi cabeza limpia de +cavilaciones y pesadumbres. Porque todo lo dejo bien arregladito: mi +hija se casa con Ponce, que es buen muchacho y tiene de qué vivir; mi +nieto en poder de Quintina, que le educará mejor que su abuela... y en +cuanto á esas dos pécoras, que carguen con ellas Abelarda y su marido... +En resolución, ya no tengo que mantener el pico á nadie, ya soy libre, +feliz, independiente, y _me abro al cartaginés incautamente_. ¡Qué +dicha! Ya no tengo que discurrir á qué cristiano espetarle mañana la +cartita pidiendo un anticipo. ¡Qué descanso tan grande haber puesto +punto á tanta ignominia! El alma se me ensancha... respiro mejor, me ha +vuelto el apetito de mi mocedad, y á cuantas personas veo me dan ganas +de apretarles la mano y comunicarles mi felicidad». + +Aquí llegaba del soliloquio, cuando entraron en la taberna tres +muchachos, sin duda recién salidos del tren, con sendos morrales al +hombro, vara en cinto, vestidos á usanza campesina, iguales en el +calzado, que era de alpargata, y distintos en el sombrero, pues el uno +lo traía de aparejo redondo, el otro boina y el tercero pañuelo de seda +liado á la cabeza. + +--¡Qué chicos tan gallardos!--dijo Villaamil contemplándoles embebecido, +mientras ellos, bulliciosos y maleantes, pedían al tabernero algo con +qué matar la feroz gazuza que traían.--¿Serán jóvenes labradores que han +dejado la obscura pobreza de sus aldeas por venir á esta Babel á +pretender un destino que les dé barniz de señorío y aire de personas +decentes?... ¡Infelices! ¡Y qué gran favor les haría yo en +desengañarles! + +Sin más deliberación, se fué derecho á ellos diciéndoles: + +--Jóvenes, pensad lo que hacéis. Aun estáis á tiempo. Volveos á vuestras +cabañas y dehesas, y huid de este engañoso abismo de Madrid, que os +tragará y os hará infelices para toda la vida. Seguid el consejo de +quien os quiere bien, y volveos al campo. + +--¿Qué dice este tío?--contestó el más despabilado de ellos, poniéndose +al hombro la chaqueta, que se le había caído.--¡Otra que Dios con el +abuelo! Somos quintos de este reemplazo, y como no nos presentemos nos +afusilan... + +--¡Ah! bueno, bueno... Si sois militares, la cosa muda de aspecto... Á +defender la patria. Yo la defendí también, saliendo en una compañía de +voluntarios cuando aquel pillo de Gómez se corrió hacia Madrid... Pero +también os digo que no hagáis caso de lo que os prediquen vuestros +jefes, y que os sublevéis á las primeras de cambio, hijos. Despreciad al +gran pindongo del Estado... ¿No sabéis quién es el Estado? + +Los tres chicos se reían, mostrando sus dentaduras sanas y frescas: sin +duda les hacía mucha gracia la estantigua que tenían delante. Ninguno de +ellos supo quién era el Estado, y tuvo Villaamil que explicárselo en +esta forma: + +--Pues el Estado es el mayor enemigo del género humano, y á todo el que +coge por banda lo divide... Mucho ojo... sed siempre libres, +independientes, y no tengáis cuenta con nadie. + +Uno de los mozos sacó la vara del cinto y dió con ella tan fuerte golpe +sobre la mesa, que por poco la parte en dos, gritando: + +--Patrona, que tenemos mucha hambre. Por vida del condenado Solimán... +Vengan esas magras. + +Á Villaamil le cayó en gracia esta viveza de genio, y admiró la +juventud, la sangre hirviente de los tres muchachos. El tabernero les +rogó que esperasen minutos, y les puso delante pan y vino para que +fueran matando el gusanillo. Pagó entonces Villaamil, y el tabernero, ya +muy sorprendido de sus maneras originales, y teniéndole por tocado, se +corrió á ofrecerle una copita de Cariñena. Aceptó el cesante, reconocido +á tanta bondad, y tomando la copa y levantándola en alto, «brindó por la +prosperidad del establecimiento». Los quintos berrearon: + +--¡Madrid, cinco minutos de parada y fonda!... ¡Viva la Nastasia, la +Bruna, la Ruperta y toas las mozas de Daganzo de Arriba! + +Y como Villaamil elogiase, al despedirse del tabernero con mucha finura, +el buen servicio y lo bien condimentado del guiso, el dueño le contestó: + +--No hay otra como ésta. Fíjese en el rétulo: _La Viña del Señor_. + +--No, si yo no he de volver. Mañana estaré muy lejos, amigo mío. Señores +(volviéndose á los chicos y saludándoles sombrero en mano), conservarse. +Gracias; que les aproveche... Y no olviden lo que les he dicho... ser +libres, ser independientes... como el aire. Véanme á mí. Me pongo al +Estado por montera... Hasta ahora... + +Salió arrastrando la capa, y uno de los mozos se asomó á la puerta +gritando: + +--¡Eh... abuelo, agárrese, que se cae!... Abuelo, que se le han quedado +las narices. Vuelva acá. + +Pero Villaamil no oía nada, y siguió hacia arriba, buscando camino ó +vereda por donde escalar la Montaña segunda vez. Encontróla al fin, +atravesando un solar vacío y otro ya cercado para la edificación, y por +último, después de dar mil vueltas y de salvar hondonadas y de trepar +por la movediza tierra de los vertederos, llegó á la explanada del +cuartel y lo rodeó, no parando hasta las vertientes áridas que desde el +barrio de Argüelles descienden á San Antonio de la Florida. Sentóse en +el suelo y soltó la capa, pues el vino por dentro y el sol por fuera le +sofocaban más de lo justo. + +--¡Qué tranquilo he almorzado hoy! Desde mis tiempos de muchacho, cuando +salimos en persecución de Gómez, no he sido tan dichoso como ahora. +Entonces no era libre de cuerpo; pero de espíritu sí, como en el momento +presente; y no me ocupaba de si había ó no había para mandar mañana á la +plaza. Esto de que todos los días se ha de ir á la compra es lo que hace +insoportable la vida... Á ver, esos pajarillos tan graciosos que andan +por ahí picoteando, ¿se ocupan de lo que comerán mañana? No; por eso son +felices; y ahora me encuentro yo como ellos, tan contento, que me +pondría á piar si supiera, y volaría de aquí á la Casa de Campo, si +pudiese. ¿Por qué razón Dios, vamos á ver, no le haría á uno pájaro, en +vez de hacerle persona?... Al menos que nos dieran á elegir. Seguramente +nadie escogería ser hombre, para estar descrismándose luego por los +empleos y obligado á gastar chistera, corbata, y todo este matalotaje +que, sobre molestar, le cuesta á uno un ojo de la cara... Ser pájaro sí +que es cómodo y barato. Mírenlos, mírenlos tan campantes, pillando lo +que encuentran, y zampándoselo tan ricamente... Ninguno de éstos estará +casado con una pájara que se llame Pura, que no sabe ni ha sabido nunca +gobernar la casa, ni conoce el ahorro... + +Como viera los gorriones delante de sí, á distancia de unas cuatro +varas, acercándose á brincos, cautelosos y audaces, para rebuscar en la +tierra, sacó el buen hombre de su bolsillo el pan sobrante del almuerzo +que había guardado en la taberna, y desmigajándolo, lo arrojó á las +menudas aves. Aunque el movimiento de sus manos espantó á los +animalitos, pronto volvieron, y descubierto el pan, ya se colige que +cayeron sobre él como fieras. Villaamil sonreía y se esponjaba +observando su voracidad, sus graciosos meneos y aquellos saltitos tan +cucos. Al menor ruido, á la menor proyección de sombra ó indicio de +peligro, levantaban el vuelo; pero su loco apetito les traía pronto al +mismo lugar. + +--Coman, coman tranquilos--les decía mentalmente el viejo, embelesado, +inmóvil, para no asustarlos...--Si Pura hubiera seguido vuestro sistema, +otro gallo nos cantara. Pero ella no entiende de acomodarse á la +realidad. ¿Cabe algo más natural que encerrarse en los límites de lo +posible? Que no hay más que patatas... pues patatas... Que mejora la +situación y se puede ascender hasta la perdiz... pues perdiz. Pero no +señor, ella no está contenta sin perdiz á diario. De esta manera +llevamos treinta años de ahogos, siempre temblando; cuando lo había, +comiéndonoslo á trangullones como si nos urgiese mucho acabarlo; cuando +no, viviendo de trampas y anticipos. Por eso, al llegar la colocación ya +debíamos el sueldo de todo un año. De modo que perpetuamente estábamos +lo mismo, _á ti suspiramos_, y mirando para las estrellas... ¡Treinta +años así, Dios mío! Y á esto llaman vivir. «Ramón, ¿qué haces que no te +diriges á tal ó cual amigo?... Ramón, ¿en qué piensas? ¿Crees que somos +camaleones?... Ramón, determínate á empeñar tu reloj, que la niña +necesita botas... Ramón, que yo estoy descalza, y aunque me puedo +aguantar así unos días, no puedo pasarme sin guantes, pues tenemos que +ir al beneficio de la Furranguini... Ramón, dile al habilitado que te +anticipe quinientos reales; son tus días, y es preciso convidar á las de +tal ó cual... Ramón...» ¡Y que yo no haya sido hombre para trincar á mi +mujer y ponerle una mordaza en aquella boca, que debió de hacérsela un +fraile, según es de pedigüeña! ¡Cuidado que soportar esto treinta +años!... Pero ya, gracias á Dios, he tenido valor para soltar mi cadena +y recobrar mi personalidad. Ahora yo soy yo, y nadie me tose, y por fin +he aprendido lo que no sabía: á renegar de Pura y de toda su casta, y á +mandarlos á todos á donde fué el padre Padilla. + +No pudiendo reprimir su entusiasmo y alegría, dió tales manotadas, que +los pájaros huyeron. + + + + +XLIII + + +--No seáis tontos... con vosotros nadie se mete. ¿Por quién me tomáis? +¿Por algún Ministro sin entrañas, que quita el pan á los padres de +familia para darlo á cualquier gandul? Porque vosotros también sois +padres de familia y tenéis hijitos que mantener. No os asustéis, y tomad +más miguitas... Creed que si mi mujer hubiera sido otra, la de Ventura, +por ejemplo, yo no habría llegado á esta situación... La esposa de +Ventura, de quien la mía se burla tanto porque dice bacalao de +_Escuecia_, vale más que ella cien veces... Con Pura no hay dinero que +alcance; ni la paga de un Director. El maldito suponer, el trapito, las +visitas, el teatro, los perendengues y el morro siempre estirado para +fingir dignidad de personas encumbradas, nos perdieron... No temáis, +tontos; podéis acercaros, aun tengo más migas... En cuanto á Milagros, +vosotros convendréis conmigo en que, si es buena y sencilla, no por eso +deja de ser una inutilidad como su hermana. ¡Qué bien hizo aquel que se +tiró al agua! Pues si no se tira y carga con ella, á estas horas se +habría ahogado cien mil veces quedándose vivo, que es lo peor que le +puede pasar á un cristiano... Entre las dos hermanitas me han tenido á +mí lo mejor de mi vida con un dogal al cuello, aprieta que te +apretarás... No dirán que me he portado mal con ellas, pues desde que me +casé... Ahora me ocurre que, cuando fuí á pedir al señor Escobios la +mano de su hija, el apreciable médico del Cuarto Montado debió arrearme +un bofetón que me volviera la cara del revés... ¡Ay, cuánto se lo +hubiera agradecido más adelante!... Coman, coman tranquilos, que aquí no +estamos para quitarle el pan á la gente... Pues decía que desde que me +casé hasta la fecha, he sido víctima de la insubstancialidad y el +desgobierno de esas dos tarascas, y no podrán quejarse de que no he sido +sumiso y paciente, ni tampoco de que las abandono y las dejo en la +miseria, pues no me he determinado á recobrar mi libertad sino al saber +que quedan al amparo de Ponce, que es un bendito y les mantendrá el +pico, pues para eso le dejó todas sus migas el tío notario. ¡Ay, ínclito +Ponce, y qué mochuelo te toca! Ya verás lo que es canela fina. Si no +tienes cuidado, pronto te liquidan... te evaporan, te volatilizan, te +sorben. Allá se las haya. Yo he cumplido... he cargado mi cruz treinta +años; ahora, que la lleve otro... Se necesitan espaldas jóvenes... y el +peso es mayúsculo, amigo Ponce. Ya lo verás... Si he de ser franco, te +diré que mi hija, sin ser un talento, vale más que su mamá y su tía; +tiene algunas ideas de orden y previsión; no es tan amiga de echar +plantas... Pero cuidadito con ella, Ponce amigo, porque ó yo no entiendo +nada de afectos y afecciones de mujeres, ó á mi Abelarda le gustas tú lo +mismo que un dolor de muelas. Nadie me quita de la cabeza que ese peine +de Víctor le había sorbido los sesos... Pero cásese en buen hora, y si +son felices las señoras _Miaus_, y aprenden ahora lo que ignoraban en mi +tiempo, yo me alegraré mucho y hasta las aplaudiré desde allá: vaya si +las aplaudiré. + +Con estas meditaciones, harto más largas y difusas de lo que en la +narración aparecen, se le fué pasando la tarde á Villaamil. Dos ó tres +veces mudó de sitio, destrozando impíamente al pasar alguno de los +arbolillos que el Ayuntamiento en aquel erial tiene plantados. «El +Municipio--decía--es hijo de la Diputación Provincial y nieto del muy +gorrino del Estado, y bien se puede, sin escrúpulo de conciencia, hacer +daño á toda la parentela maldita. Tales padres, tales hijos. Si +estuviera en mi mano, no dejaría un árbol ni un farol... El que la hace +que la pague... y luego la emprendería con los edificios, empezando por +el Ministerio del cochino ramo, hasta dejarlo arrasadito, arrasadito... +como la palma de la mano. Luego, no me quedaría vivo un ferrocarril, ni +un puente, ni un barco de guerra, y hasta los cañones de las fortalezas +los haría pedacitos así». + +Vagaba por aquellos andurriales, sombrero en mano, recibiendo en el +cráneo los rayos del sol, que á la caída de la tarde calentaba +desaforadamente el suelo y cuanto en él había. La capa la llevaba +suelta, y tuvo intenciones de tirarla, no haciéndolo porque consideró +que podía venirle bien á la noche, aunque fuese por breve tiempo. Paróse +al borde de un gran talud que hay hacia la Cuesta de Areneros, sobre las +nuevas alfarerías de la Moncloa, y mirando al rápido declive, se dijo +con la mayor serenidad: «Este sitio me parece bueno, porque iré por aquí +abajo, dando vueltas de carnero; y luego, que me busquen... Como no me +encuentre algún pastor de cabras... Bonito sitio, y sobre todo, cómodo, +digan lo que quieran». + +Pero luego no debió parecerle el lugar tan adecuado á su temerario +intento, porque siguió adelante, bajó y volvió á subir, inspeccionando +el terreno, como si fuera á construir en él una casa. Ni alma viviente +había por allí. Los gorriones iban ya en retirada hacia los tejares de +abajo ó hacia los árboles de San Bernardino y de la Florida. De repente, +le dió al santo varón la vena de sacar un revólver que en el bolsillo +llevaba, montarlo y apuntar á los inocentes pájaros, diciéndoles: +«Pillos, granujas, que después de haberos comido mi pan pasáis sin darme +tan siquiera las buenas tardes, ¿qué diríais si ahora yo os metiera una +bala en el cuerpo?... Porque de fijo no se me escapaba uno. ¡Tengo yo +tal puntería!... Agradeced que no quiero quedarme sin tiros; pues si +tuviera más cápsulas, aquí me las pagabais todas juntas... De veras que +siento ganas de acabar con todo lo que vive, en castigo de lo mal que se +han portado conmigo la Humanidad, y la Naturaleza, y Dios (con +exaltación furiosa)... sí, sí: lo que es portarse, se han portado +cochinamente... Todos me han abandonado, y por eso adopto el lema que +anoche inventé y que dice literalmente: _Muerte... Infamante... Al... +Universo..._». + +Con esta cantata siguió buen trecho alejándose hasta que, ya cerrada la +noche, encontróse en los altos de San Bernardino que miran á +Vallehermoso, y desdé allí vió la masa informe del caserío de Madrid con +su crestería de torres y cúpulas, y el hormigueo de luces entre la +negrura de los edificios... Calmada entonces la exaltación homicida y +destructora, volvió el pobre hombre á sus estudios topográficos: «Este +sitio sí que es de primera... Pero no; me verían los guardas de Consumos +que están en esos cajones, y quizás... son tan brutos... me estorbarían +lo que quiero y debo hacer... Sigamos hacia el cementerio de la +Patriarcal, que por allí no habrá ningún importuno que se meta en lo que +no le va ni le viene. Porque yo quiero que vea el mundo una cosa, y es +que ya me importa un pepino que se nivelen ó no los presupuestos, y que +me río del _income tax_ y de toda la indecente Administración. Esto lo +comprenderá la gente cuando recoja mis... restos, que lo mismo me da +vayan á parar á un muladar que al propio panteón de los Reyes. Lo que +vale es el alma, la cual se remonta volando á eso que llaman... el +empíreo, que es por ahí arriba detrás de aquellos astros que relumbran y +parecen hacerle á uno guiños llamándole... Pero aun no es hora. Quiero +llegarme á ese puerco Madrid y decirle las del barquero á esas indinas +_Miaus_ que me han hecho tan infeliz». + +El odio á su familia, ya en los últimos días iniciado en su alma, y que +en aquél tomaba á ratos los vuelos de frenesí demente ó rabia feroz, +estalló formidable, haciéndole crispar los dedos, apretar reciamente la +mandíbula, acelerar el paso con el sombrero echado atrás, la capa caída, +en la actitud más estrafalaria y siniestra. Era ya noche obscura. +Resueltamente se dirigió al Conde-Duque, pasó por delante del cuartel, +y al aproximarse á la plaza de las Comendadoras, andaba con paso +cauteloso, evitando el ser visto, buscando la sombra y mudando de +dirección á cada instante. Después de meterse por la solitaria calle de +San Hermenegildo, volvió hacia la plazuela del Limón, rondó la manzana +de las Comendadoras, aventurándose por fin á atravesar la calle de +Quiñones y á observar los balcones de su casa, no sin cerciorarse antes +de que no estaban en el portal Mendizábal y su mujer. Agazapado en la +esquina de la plazuela obscura, solitaria y silenciosa, miró repetidas +veces hacia su casa, queriendo espiar si alguien entraba ó salía... +¿Irían las _Miaus_ al teatro aquella noche? ¿Vendrían á la tertulia +Ponce y los demás amigos? En medio de su trastorno, supo colocarse en la +realidad, considerando al fin como seguro é inevitable que, alarmada por +la ausencia de su marido, Pura ponía en movimiento á todos los íntimos +de la familia para buscarle. + +Al amparo de la esquina, como ladrón ó asesino que acecha el descuidado +paso del caminante, Villaamil alargaba el pescuezo para vigilar sin que +le vieran. Propiamente, su cuerpo estaba en la plazuela de las +Comendadoras y su cabeza en la calle de Quiñones; su flácido cuello, +dotado de prodigiosa elasticidad, se doblaba sobre el ángulo mismo. +«Allá sale el ínclito Ponce de estampía. De seguro han ido á casa de +Pantoja, al café, á todos los sitios que acostumbro frecuentar... Ese +que llega echando los bofes me parece que es Federico Ruiz. De fijo +viene de la prevención ó del juzgado de guardia... Habrá salido á +averiguar... ¡Pobrecillos, qué trabajo se toman! Y cuánto gozo yo +viéndoles tan afanados, y considerando á las _Miaus_ tan aturdiditas... +Fastidiarse; y usted, doña Pura de los infiernos, trague ahora la +cicuta; que durante treinta años la he estado tragando yo sin +quejarme... ¡Ah!, alguien sale y viene hacia acá... Me parece que es +Ponce otra vez. Agazapémonos en este portal... Sí, él es... (viendo al +crítico atravesar la plazuela de las Comendadoras). ¿Á dónde irá? Quizás +á casa de Cabrera. Trabajo te mando... ¿Habrá bobo igual? No, no me +encontraréis; no me atraparéis, no me privaréis de esta santa libertad +que ahora gozo, ¡bendita sea!, ni aunque revolváis el mundo entero me +daréis caza, estúpidos. ¿Qué se pretende? (amenazando con el puño á un +ser invisible), ¿que vuelva yo al poder de Pura y Milagros, para que me +amarguen la vida con aquel continuo pedir de dinero, con su desgobierno +y su majadería y su presunción? No; ya estoy hasta aquí; se colmó el +vaso... Si sigo con ellas me entra un día la locura, y con este +revólver... con este revólver (cogiendo el mango del arma dentro del +bolsillo y empuñándolo con fuerza) las despacho á todas... Más vale que +me despache yo, emancipándome y yéndome con Dios... ¡Ah! Pura, Purita, +se acabó el suplicio. Hinca tus garras en otra víctima. Ahí tienes á +Ponce con dinero fresco; cébate en él... ahí me las den todas... ¡Cuánto +me voy á reir!... Porque esta doña Pura es atroz, querido Ponce, y como +se encuentre con barro á mano, se armó la fiesta, y mesa y ropa y todo +ha de ser de lo más fino, sin considerar que mañana faltará la condenada +libreta... ¡Ay, Dios mío! El último de los artesanos, el triste mendigo +de las calles me han causado envidia en esta temporada; así como ahora, +desahogado y libre, no me cambio por el rey; no, no me cambio; lo digo +con toda el alma». + + + + +XLIV + + +Fuera del portal, y vuelta á los atisbos. «Sale ahora el chico de +Cuevas, afanadillo y presuroso. ¿Á dónde irá?... Busca, hijo, busca, que +ya te lo pagará doña Pura con una copita de moscatel... Pues la +bobalicona de Milagros estará con el alma en un hilo, porque la infeliz +me quiere... Es natural; ha vivido conmigo tantos años y ha comido mi +pan... Y si vamos á poner cada cosa en su punto, también Pura me +quiere... á su modo, sí. Yo también las quise mucho; pero lo que es +ahora, las aborrezco á las dos, ¿qué digo á las dos?, á las tres, porque +también mi hija me carga... Son tres apuntes que se me han sentado +aquí, en la boca del estómago, y cuando pienso en ellas, la sangre +parece que se me pone como metal derretido, y la tapa de los sesos se me +quiere saltar... ¡Vaya con las tres _Miaus_!... ¡Bien haya quien os puso +tal nombre! No más vivir con locas. ¡Vaya por dónde le dió á mi dichosa +hijita! ¡Por enamoriscarse de Víctor!... Porque, ó yo no lo entiendo, ó +aquello era amor de lo fino... ¡Qué mujeres, Dios santo! Prendarse de un +zascandil porque tiene la cara bonita, sin reparar... Y que él la +desprecia, no hay duda... Me alegro... Bien empleado le está. Chúpate +las calabazas, imbécil, y vuelve por más, y cásate con Ponce... +Francamente, si uno no se suprimiese por salvarse de la miseria, debiera +hacerlo por no ver estas cosas». + +Como observara luz en el gabinete, se encalabrinó más: «Esta noche, +Purita de mis entretelas, no hay teatrito, ¿verdad? Gracias á Dios que +está usted con la pierna quebrada. ¡Jorobarse!... Ya la veo á usted +arbitrando de dónde sacar el dinero para el luto. Lo mismo me da. +Sáquelo usted... de donde quiera. Venda mi piel para un tambor ó mis +huesos para botones... ¡Magnífico, admirable, deliciooooso!...» + +Al decir esto vió á Mendizábal en la puerta, y éste, por desgracia, le +vió también á él. Grandes fueron la alarma y turbación del anciano al +notar que el memorialista le observaba con ademán sospechoso. «Ese +animal me ha conocido y viene tras de mí», pensó Villaamil deslizándose +pegado al muro de las Comendadoras. Antes de volver la esquina, miró, y, +en efecto, Mendizábal le seguía paso á paso, como cazador que anda +quedito tras la res, procurando no espantarla. En cuanto traspuso el +ángulo, Villaamil, recogiéndose la capa, apretó á correr despavorido con +cuanta rapidez pudo, creyendo escuchar los pasos del otro y que un +enorme brazo se alargaba y le cogía por el cogote. Mal rato pasó el +infeliz. La suerte que no había nadie por aquellos barrios, pues si pasa +gente, y á Mendizábal se le ocurre gritar ¡_á ése_!, en aquel mismo +punto hubiera acabado la preciosa libertad del buen cesante. Huyó con +increíble ligereza, atravesando la plazuela del Limón, pasó por delante +del cuartel, temeroso de que la guardia le detuviese, y siguiendo la +calle del Conde-Duque, miró hacia atrás, y vió que Mendizábal, aunque le +seguía, quedaba bastante lejos. Sin tomar aliento, encaminóse hacia la +desierta explanada, y antes que su perseguidor pudiera verle, se ocultó +tras un montón de baldosas. Sacando la cabeza con gran precaución y sin +sombrero por un hueco de su escondite, vió al hombre-mono desorientado, +mirando á derecha é izquierda, y con preferencia á la parte del paseo de +Areneros, por donde creyó se había escabullido la caza. «¡Ah! sectario +del obscurantismo, ¿querías cogerme? No te mirarás en ese espejo. Sé yo +más que tú, monstruo, feo, más feo que el hambre, y más neo que Judas. +Ya sabes que siempre he sido liberal, y que antes moriré que soportar el +despotismo. Vete al cuerno, grandísimo reaccionario, que lo que es á mí +no me encadenas tú... Me futro en tu absolutismo y en tu inquisición. +Jeríngate, animal, carca y liberticida, que yo soy libre y liberal y +demócrata, y anarquista y petrolero, y hago mi santísima voluntad...» + +Aunque perdiera de vista al feo _gorilla_, no las tenía todas consigo. +Conocedor de la fuerza hercúlea de su portero, sabía que si éste le +echaba la zarpa, no le soltaría á dos tirones; y para evitar su +encuentro, se agachó buscando la sombra y amparo de los sillares ó +rimeros de adoquines que de trecho en trecho había. Protegido por la +densa obscuridad, volvió á ver al memorialista, que al parecer se +retiraba desesperanzado de encontrarle. «Abur, lechuzo, sicario del +fanatismo y opresor de los pueblos... ¡Miren qué facha, qué brazos y qué +cuerpo! No andas á cuatro pies por milagro de Dios. Joróbate y búscame, +y date tono con doña Pura, diciéndole que me viste... Zángano, neo, +salvaje, los demonios carguen contigo». + +Cuando se creyó seguro, volvió á internarse en las calles, siempre con +el recelo de que Mendizábal le iba á los alcances, y no daba un paso sin +revolver la vista á un lado y otro. Creía verle salir de todos los +portales ó agazapado en todos los rincones obscuros, acechándole para +caer encima con salto de mono y coraje de león. Al doblar la esquina del +callejón del Cristo para entrar en la calle de Amaniel, ¡pataplúm! +cátate á Mendizábal hablando con unas mujeres. Afortunadamente, el +memorialista le volvía la espalda y no pudo verle. Pero Villaamil, +viéndose cogido, tuvo una inspiración súbita, que fué meterse por la +primera puerta que halló á mano. Encontróse dentro de una taberna. Para +justificar su brusco ingreso, pasado el primer instante de sobresalto, +fuése al mostrador y pidió Cariñena. Mientras le servían observó la +concurrencia: dos sargentos, tres paisanos de chaqueta corta y cuatro +mozas de malísimo pelaje. «¡Vaya unas chicas guapas y elegantes!--dijo +mirándolas, al beber, por encima del vaso.--Véase por dónde me entran +ahora ganas de echarles alguna flor... ¡yo que desde que llevé á Pura al +altar no he dicho á ninguna mujer _por ahí te pudras_!... Pero con la +libertad parece que me remozo, y que me resucita la juventud... vaya... +y me bailan por el cuerpo unas alegrías... ¡Cuidado que pasarse un +hombre seis lustros sin acordarse de más mujer que la suya!... ¡Qué +cosas!... Vamos, que también me da por beberme otra copa... Treinta años +de virtud disculpan que uno eche ahora media docena de canas al aire... +(Al tabernero.) Déme usted otra copita... Pues lo que es las mozas me +están gustando; y si no fuera por esos gandules que las cortejan, les +diría yo algo por donde comprendiesen lo que va de tratar con caballeros +á andar entre gansos y soldaduchos... Debiera trabar conversación, al +menos para dar tiempo á que desfile Mendizábal... ¡Dios mío, líbrame de +esa fiera ultramontana y facciosa!... Nada, que me gustan las niñas; +sobre todo aquella que tiene el moño alto y el mantón colorado... +También ella me mira, y... Ojo, Ramón, que estas aventuras son +peligrosas. Modérate, y para hacer más tiempo, toma una copita más. +Paisano, otra...» + +La partida salió, y Villaamil, calculando con rápida inspiración, se +dijo: «Me meto entre ellos, y si aún está el esperpento ahí, me +escabullo mezclado con estos galanes y estas señoras». Así lo hizo, y +salió confundido con las mozas, que á él le parecían de ley, y con los +militares. Mendizábal no estaba en la calle ya; pero don Ramón no las +tenía todas consigo y siguió tras la patulea, pegado á ella lo más +posible, reflexionando: «En último caso, si el orangután ese me ataca, +es fácil que estos bravos militares salgan á defenderme... Vas bien, +Ramón, no temas... La sacrosanta libertad, hija del Cielo, no te la +quita ya nadie». + +Al llegar cerca de las Capuchinas, vió que la alegre banda desaparecía +por la calle de Juan de Dios. Oyó carcajadas de las desenvueltas +muchachas, y juramentos y voquibles de los hombres. Mirando con +tristeza y envidia el grupo: «¡Oh dichosa edad de la despreocupación y +del _qué se me da á mí_! Dios os la prolongue. Haced todos los +disparates que se os ocurran, jóvenes, y pecad todo lo que podáis, y +reíos del mundo y sus incumbencias, antes que os llegue la negra y +caigáis en la horrible esclavitud del pan de cada día y de la posición +social». + +Al decir esto, todas sus ideas accesorias é incidentales se +desvanecieron, dejando campar sola y dominante la idea constitutiva de +su lamentable estado psicológico. «Debe de ser tarde, Ramón. Apresúrate +á ponerte punto final. Dios lo dispone». De aquí pasó al recuerdo de +Luis, de quien tan cerca estaba, pues el anciano había entrado en la +calle de los Reyes. Paróse frente á la casa de Cabrera, y mirando hacia +el segundo, soltó en el embozo de su capa estas expresiones: «Luisín, +niño mío, tú, lo más puro y lo más noble de la familia, digno hijo de tu +madre, á á quien voy á ver pronto, ¿qué tal te encuentras con esos +señores? ¿Extrañas la casa? Tranquilízate, que ya te irás acostumbrando +á ellos; son buenas personas, tienen mucho arreglo, gastan poco, te +criarán bien, harán de ti un hombre. No te pese haber venido. Haz caso +de mí que te quiero tanto, y hasta me dan ganas de rezarte, porque tú +eres un santo en flor y te han de canonizar... como si lo viera. Por tu +boca inocente se me confirmó lo que ya se me había revelado... y yo que +aun dudaba, desde que te oí, ya no dudé más. Adiós, chiquillo celestial; +tu abuelito te bendice... mejor sería decirte que te pide la bendición, +porque eres un santito, y el día que cantes misa, verás, verás qué +alegría hay en el Cielo... y en la tierra... Adiós, tengo prisa... +Duérmete, y si eres desgraciado y alguien te quita tu libertad, ¿sabes +lo que haces? pues te largas de aquí... hay mil maneras... y ya sabes +dónde me tienes... Siempre tuyo...» + +Esto último lo dijo andando hacia la plaza de San Marcial con reposado +continente, como hombre que vuelve á su casa sin prisa, cumplidos los +deberes de la jornada. Encontróse de nuevo en los vertederos de la +Montaña, en lugares á donde no llega el alumbrado público, y los +altibajos del terreno poníanle en peligro de dar con su cuerpo en tierra +antes de sazón. Por fin, se detuvo en el corte de un terraplén reciente, +en cuyo movedizo talud no se podía aventurar nadie sin hundirse hasta la +rodilla, amén del peligro de rodar al fondo invisible. Al detenerse, +asaltóle una idea desconsoladora, fruto de aquella costumbre de ponerse +en lo peor y hacer cálculos pesimistas. «Ahora que veo cercano el +término de mi esclavitud y mi entrada en la Gloria Eterna, la maldita +suerte me va á jugar otra mala pasada. Va á resultar (sacando el arma) +que este condenado instrumento falla... y me quedo vivo ó á medio +morir, que es lo peor que puede pasarme, porque me recogerán y me +llevarán otra vez con las condenadas _Miaus_... ¡Qué desgraciado soy! Y +sucederá lo que temo... como si lo viera... Basta que yo desee una cosa, +para que suceda la contraria... ¿Quiero suprimirme? Pues la perra suerte +lo arreglará de modo que siga viviendo». + +Pero el procedimiento lógico que tan buenos resultados le diera en su +vida, el sistema aquel de imaginar el reverso del deseo para que el +deseo se realizase, le inspiró estos pensamientos: «Me figuraré que voy +á errar el jeringado tiro, y como me lo imagine bien, con obstinación +sostenida de la mente, el tirito saldrá... ¡Siempre la contraria! Conque +á ello... Me imagino que no voy á quedar muerto, y que me llevarán á mi +casa... ¡Jesús! Otra vez Pura y Milagros, y mi hija, con sus salidas de +pie de banco, y aquella miseria, aquel pordioseo constante... y vuelta +al pretender, á importunar á los amigos... Como si lo viera: este +cochino revólver no sirve para nada. ¿Me engañó aquel armero indecente +de la calle de Alcalá?... Probémoslo, á ver... pero de hecho me quedo +vivo... sólo que... por lo que pueda suceder, me encomiendo á Dios y á +San Luisito Cadalso, mi adorado santín... y... Nada, nada, este chisme +no vale... ¿Apostamos á que falla el tiro? ¡Ay! Antipáticas _Miaus_, +¡cómo os vais á reir de mí!... Ahora, ahora... ¿á que no sale? + +Retumbó el disparo en la soledad de aquel abandonado y tenebroso lugar; +Villaamil, dando terrible salto, hincó la cabeza en la movediza tierra, +y rodó seco hacia el abismo, sin que el conocimiento le durase más que +el tiempo necesario para poder decir: «Pues... sí...» + +Madrid, Abril de 1888. diff --git a/data/emilia.txt b/data/emilia.txt new file mode 100644 index 0000000..5a90962 --- /dev/null +++ b/data/emilia.txt @@ -0,0 +1,9835 @@ +Las nubes, amontonadas y de un gris amoratado, como de tinta desleída, +fueron juntándose, juntándose, sin duda á cónclave, en las alturas del +cielo, deliberando si se desharían ó no se desharían en chubasco. +Resueltas finalmente á lo primero, empezaron por soltar goterones +anchos, gruesos, legítima lluvia de estío, que doblaba las puntas de las +yerbas y resonaba estrepitosamente en los zarzales; luego se apresuraron +á porfía, multiplicaron sus esfuerzos, se derritieron en rápidos y +oblicuos hilos de agua, empapando la tierra, inundando los matorrales, +sumergiendo la vegetación menuda, colándose como podían al través de la +copa de los árboles para escurrir después tronco abajo, á manera de +raudales de lágrimas por un semblante rugoso y moreno. + +Bajo un árbol se refugió la pareja. Era el árbol protector magnífico +castaño, de majestuosa y vasta copa, abierta con pompa casi +arquitectural sobre el ancha y firme columna del tronco, que parecía +lanzarse arrogantemente hacia las desatadas nubes: árbol patriarcal, de +esos que ven con indiferencia desdeñosa sucederse generaciones de +chinches, pulgones, hormigas y larvas, y les dan cuna y sepulcro en los +senos de su rajada corteza. + +Al pronto fué útil el asilo: un verde paraguas de ramaje cobijaba los +arrimados cuerpos de la pareja, guareciéndolos del agua terca y furiosa; +y se reían de verla caer á distancia y de oir cómo fustigaba la cima del +castaño, pero sin tocarles. Poco duró la inmunidad, y en breve comenzó +la lluvia á correr por entre las ramas, filtrándose hasta el centro de +la copa y buscando después su natural nivel. Á un mismo tiempo sintió la +niña un chorro en la nuca, y el mancebo llevó la mano á la cabeza, +porque la ducha le regaba el pelo ensortijado y brillante. Ambos +soltaron la carcajada, pues estaban en la edad en que se ríen lo mismo +las contrariedades que las venturas. + +--Se acabó...--pronunció ella cuando todavía la risa le retozaba en los +labios.--Nos vamos á poner como una sopa. Caladitos. + +--El que se mete debajo de hoja dos veces se moja--respondió él +sentenciosamente.--Larguémonos de aquí ahora mismo. Sé sitios mejores. + +--Y mientras llegamos, el agua nos entra por el peszcuezo, y nos sale +por los pies. + +--Anda, tontiña. Remanga la falda y tapémonos la cabeza. Así, mujer, +así. Verás qué cerquita está un escondrijo precioso. + +Alzó ella el vestido de lana á cuadros, cubriendo también á su compañero +y realizando el simpático y tierno grupo de Pablo y Virginia, que +parece anticipado y atrevido símbolo del amor satisfecho. Cada cual asió +una orilla del traje, y al afrontar la lluvia, por instinto juntaron y +cerraron bajo la barbilla la hendidura de la improvisada tienda, y sus +rostros quedaron pegados el uno al otro, mejilla contra mejilla, +confundiéndose el calor de su aliento y la cadencia de su respiración. +Caminaban medio á ciegas, él encorvado, por ser más alto, rodeando con +el brazo el talle de ella, y comunicando el impulso directivo, si bien +el andar de los dos llevaba el mismo compás. + +Poco distaba el famoso escondrijo. Sólo necesitaron para acertar con él +bajar un ribazo, resbaladizo por la humedad, y lindante con la +carretera. Coronaban el ribazo grandes peñascales, y en su fondo existía +una cantera de pizarra, ahondada y explotada al construirse el camino +real, y convertida en profunda cueva; excelente abrigo para ocasiones +como la presente. Abandonada hacía tiempo por los trabajadores la +cantera, volvía á enseñorearse de ella la vegetación, convirtiendo el +hueco artificial en rústica y sombrosa gruta. En la cresta y márgenes +del ribazo crecía tupida maleza, y al desbordarse, estrechaba la entrada +de la excavación: al exterior se enmarañaba una abundante cabellera de +zarzales, madreselvas, cabrifollos y clemátidas; dentro, en las +anfractuosidades del muro lacerado por la piqueta, anidaban vencejos, +estorninos y algún azor; los primeros salieron despavoridos, +revoloteando, cuando entró la pareja. Siendo muy bajo el sitio, é +impregnado del agua que recogía como una urna y del calor del sol que +almacenaba en su recinto orientado al mediodía, encerraba una vegetación +de invernáculo, ó más bien de época antediluviana, de capas +carboníferas: escolopendras y helechos enormes brotaban lozanos, +destacando sobre la sombría pizarra los penachos de pluma de sus +vertebradas y recortadas hojas. + +Aun cuando el escondrijo daba espacio bastante, la pareja no se desunió +al acogerse allí, sino que enlazada se dirigió á lo más oscuro, sin +detenerse hasta tropezar con la pared, contra la cual se reclinó en +silencio, al abrigo de la remangada falda. Ni menos se desviaron sus +rostros, tan cercanos, que él sentía el aletear de mariposa de los +párpados de ella, y el cosquilleo de sus pestañas curvas. Dentro del +camarín de tela, los envolvía suavemente el calor mutuo que se +prestaban: las manos, al sujetar bajo la barbilla la orla del vestido, +se entretejían, se fundían como si formasen parte de un mismo cuerpo. Al +fin el mancebo fué aflojando poco á poco el brazo y la mano, y ella +apartó cosa de media pulgada el rostro. La tela, deslizándose, cayó +hacia atrás, y quedaron descubiertos, agitados y sin saber qué decirse. +Llenaba la gruta el vaho poderoso de la robusta vegetación +semi-palúdica, y el sofocante ardor de un día canicular. Fuera, seguía +cayendo con ímpetu la lluvia, que tendía ante los ojos de la pareja +refugiada una cortina de turbio cristal, y ayudaba á convertir en +cerrado gabinete el barranco donde con palpitante corazón esperaban niña +y muchacho que cesase el aguacero. + +No era la vez primera que se encontraban así, juntos y lejos de toda +mirada humana, sin más compañía que la madre naturaleza, á cuyos pechos +se habían criado. ¡En cuántas ocasiones, ya á la sombra del gallinero ó +del palomar que conserva la tibia atmósfera y el olor germinal de los +nidos, ya en la soledad del hórreo, sobre el lecho movedizo de las +espigas doradas, ya al borde de los setos, riéndose de la picadura de +las espinas y del bigote cárdeno que pintan las moras, ya en el repuesto +albergue de algún soto, ó al pie de un vallado por donde serpeaban las +lagartijas, habían pasado largas horas compartiendo el mendrugo de pan +seco y duro ya á fuerza de andar en el bolsillo, las cerezas atadas en +un pañuelo, las manzanas verdes; jugando á los mismos juegos, durmiendo +la siesta sobre la misma paja! ¿Entonces, á qué venía semejante +turbación al recogerse en la gruta? Nada se había mudado en torno suyo; +ellos eran quienes, desde el comienzo de aquel verano, desde que él +regresara del instituto de Orense á la aldea para las vacaciones, se +sentían inmutados, diferentes y medio tontos. La niña, tan corretona y +traviesa de ordinario, tenía á deshora momentos de calma, deseos de +ociosidad y reposo, lasitudes que la movían á sentarse en la linde de un +campo ó á apoyarse en un murallón, cuyo afelpado tapiz de musgo rascaba +distraidamente con las uñas. A veces clavaba á hurtadillas los ojos en +el lindo rostro de su compañero de infancia, como si no le hubiese visto +nunca; y de repente los volvía á otra parte, ó los bajaba al suelo. +También él la miraba mucho más, pero fijamente, sin rebozo, con +ardientes y escrutadoras pupilas, buscando en pago otra ojeada +semejante; y al paso que en ella crecía el instintivo recelo, en él +sucedía á la intimidad siempre un tanto hostil y reñidora que cabe entre +niños, al aire despótico que adoptan los mayores y los varones con las +chiquillas, un rendimiento, una ternura, una galantería refinada, +manifestada á su manera, pero de continuo. Ayer, aunque inseparables y +encariñados hasta el extremo de no poder vivir sino juntos y de que les +costase todos los inviernos una enfermedad la ausencia, cimentaban su +amistad, más que las finezas, los pescozones, cachetes y mordiscos, las +riñas y enfados, la superioridad cómica que se arrogaba él, y las +malicias con que ella le burlaba. Hoy parecía como si ambos temiesen, al +hablarse, herirse ó suscitar alguna cuestión enojosa; no disputaban, no +se peleaban nunca; el muchacho era siempre del parecer de la niña. Esta +cortedad y recelo mutuo se advertía más cuando estaban á solas. Delante +de gente se restablecía la confianza y corrían las bromas añejas. + +Con todo eso no renunciaban á corretear juntos y sin compañía de nadie. +Á falta de testigos, les distraía y tranquilizaba la menor cosa: una +flor, un fruto silvestre que recogían, una mosca verde que volaba +rozando con la cara de la niña. Impremeditadamente se escudaban con la +naturaleza, su protectora y cómplice. + +En la gruta, lo que les sacó de su momentáneo embeleso, fué observar la +vegetación viciosa y tropical del fondo. La niña, gran botánica por +instinto, conocía todas las plantas y yerbas bonitas del país; pero +jamás había encontrado, ni á la orilla de las fuentes, tan elegantes +hojas péndulas, tan colosales y perfumados helechos, tanto pulular de +insectos como en aquel lugar húmedo y caluroso. Parecía que la +naturaleza se revelaba allí más potente y lasciva que nunca, ostentando +sus fuerzas genesiacas con libre impudor. Olores almizclados revelaban +la presencia de millares de hormigas; y tras la exuberancia del follaje, +se divisaba la misteriosa y amenazadora forma de la araña, y se +arrastraba la oruga negra, de peludo lomo. La niña los miraba, +estremeciéndose cuando al apartar las hojas descubría algún secreto +rito de la vida orgánica, el sacrificio de un moscón preso y agonizante +en la red, el juego amoroso de dos insectos colgados de un tallo, la +procesión de hormigones que acarreaban un cuerpo muerto. + +Entre tanto llovía á más y mejor. Sin embargo, así que hubo pasado cosa +de una hora, el chubasco se aplacó casi repentinamente, pareció que la +gruta se llenaba de claridad, y una bocanada de fragancia húmeda la +inundó: el tufo especial de la tierra refrigerada y el hálito de las +flores, que respiran al salir del baño. También á los refugiados se les +dilataron los pulmones, y á un mismo tiempo se lanzaron fuera del +escondrijo, hacia la boca de la cueva. + +Allí se pararon deslumbrados por inesperado espectáculo. La atmósfera, +en su parte alta, estaba barrida de celajes, diáfana y serena: lucía el +sol, y sobre el replegado ejército de nubes, se erguía vencedor, con +inusitada limpidez y magnificencia, un soberbio arco-iris, cuyo +arranque surgía del monte del Pico-Medelo, cogía en medio su alta +cúspide, y venía á rematar, disfumándose, en las brumas del río Avieiro. + +No era esbozo de arcada borrosa y próxima á desvanecerse, sino un +semicírculo delineado con energía, semejante al pórtico de un palacio +celestial, cuyo esmalte formaban los más bellos, intensos y puros +colores que es dado sentir á la retina humana. El violado tenía la +aterciopelada riqueza de una vestidura episcopal; el añil cegaba con su +profunda vibración de zafiro; el azul ostentaba claridades de agua que +refleja el hielo, frías limpideces de noche de luna; el verde se +tornasolaba con el halagüeño matiz de la esmeralda, en que tan +voluptuosamente se recrea la pupila; y el amarillo, anaranjado y rojo +parecían luz de bengala encendida en el firmamento, círculos +concéntricos trazados por un compás celestial con fuego del que abrasa á +los serafines, fuego sin llamas, ascuas, ni humo. + +A la vista del hermoso meteoro, aproximóse la pareja, según la costumbre +inveterada en los que se quieren, de expresarlo todo acercándose. + +--¡El Arco de la Vieja!--exclamó en dialecto la niña, señalando con una +mano al horizonte y cogiéndose con la otra á la ropa del muchacho. + +--Nunca ví otro tan claro. Si parece pintado, así Dios me salve. Chica, +qué bonito! + +--¡Mira, mira, mira!--chilló ella.--¡El arco anda! + +--¿Que anda? Tú estás loca... ¡Ay, pues anda y bien que anda! + +El arco se trasladaba en efecto, con dulce é imponente lentitud, de +manera teatral. Se vió un instante la cima del Pico recortada sobre el +fondo de vivos esmaltes; luego, poco á poco, el arco dejó atrás la +montaña y vino á coronar con su curva magnífica la profundidad del +valle. Mas ya palidecían sus tintas espléndidas, y se borraban sus +líneas brillantes, dejando como un vapor de colores, delicadísimo toque +casi fundido ya con el firmamento, casi velado por la humareda de las +nubecillas blancas, que vagaban y se deshacían también. + + + + +II + + +A caminar por la carretera, fastidiosa de puro cómoda, prefirieron +seguir atajos en cuyo conocimiento eran muy duchos, y aun cruzar los +sembrados, desiertos á la sazón, pero donde, durante la noche entera y +la madrugada, cuadrillas de mujeres habían estado segando el centeno--á +las horas de calor no se siega, pues se desgrana la espiga madura.--No +se daban mucha priesa, al contrario, tácitamente estaban de acuerdo en +no recogerse á techado hasta entrada la noche. Apenas comenzaba á caer +la tarde. El campo, fresco y esponjado después de la tormenta y el +riego de las nubes, oreado por suave vientecillo, convidaba á gozar de +su hermosura: cada flor de trébol, cada manzanilla, cada cardo, se había +adornado el seno con un grueso brillante líquido; y grillos y +cigarrones, seguros ya de que cesaba el diluvio, se atrevían á +rebullirse en los barbechos, sintiendo con deleite la caricia del sol +sobre sus zancas ya enjutas. + +Vagaba la pareja sin rumbo cierto, cuando, casi debajo de sus cabezas, +en un sendero que se despeñaba hacia el valle, divisaron una figura +rara, que se movía despaciosamente. A un mismo tiempo la reconocieron +ambos. + +--¡El señor Antón el _algebrista_! + +--¡El _atador_ de Boán! + +--¿A dónde irá? + +--Aventuro algo bueno que á casa de la Sabia. + +--¿Quién te lo dijo? + +--Tiene la vaca más vieja muy malita. + +--¿Vamos á ver? + +--Corriente. Hay que bajar por las viñas; sino, es mucha la vuelta. + +--Por las viñas. Ale. + +--Dame la mano. + +--¿Piensas que no sé bajar sola? + +El descenso era casi vertical, y había que escalar paredones y tener +cuidado de no desnucarse al sentar el pie sobre los guijarros; pero las +cuatro piernas juveniles alcanzaron pronto al estafermo, que caminaba +dibujando eses al tropezar en cualquier canto de la senda. Iba el señor +Antón en mangas de camisa (por señas que la gastaba de estopa): chaqueta +terciada al hombro, y un pitillo tras la oreja derecha. Los pantalones +pardos lucían un remiendo triangular azul en el lugar por donde más +suelen gastarse, y otros dos, haciendo juego con el de las nalgas, en +las perneras; de puro cortos, descubrían el hueso del tobillo, cubierto +apenas de curtida y momificada piel, y los zapatos torcidos y contraídos +como una boca que hace muecas. Fuera del bolsillo interior de la +chaqueta asomaba un libro empastado en pergamino, cuyas esquinas habían +roído los ratones y cuyas hojas atesoraban grasa suficiente para hacer +el caldo una semana. + +Al sentir ruido de gente, volvió el rostro, que lo tenía mas arrugado +que una pasa, más sequito que un sarmiento, y con todas las facciones +inclinadas unas hacia otras, á manera de piedras de murallón que se +derrumba: la nariz desplomada sobre la barba, ésta remontada hacia la +boca, y las mejillas colgando en curtidos pellejos á ambos lados de la +pronunciada nuez. En los pómulos parecía como si le hubiesen pintado con +teja dos rosetas simétricas; los labios se le habían sumido; y de la +abertura donde estuvieron partían innumerables rayitas y plieguecillos +convergentes, remedando el varillaje de un paraguas. ¿Paraguas dijiste? +No hay que omitir que bajo el codo izquierdo sujetaba el señor Antón uno +colosal, de algodón colorado rabioso, con remates y contera de latón +dorado; ni menos debe callarse que honraba su cabeza, por encima de un +pañuelo de yerbas, un venerable y caduco sombrero de copa alta, de los +más empingorotados y de los más apabullados también. + +--Buenas tardes, señorito don Perucho y la compaña...--dijo el +vejestorio al alcanzarle la pareja. Era su voz opaca y aguardentosa, +pero no tan cascada como pedían sus años. + +--¿A dónde va, señor Antón?--preguntó la niña. + +--Para servir á vustede, señorita Manolita... ¡ahí á curar una vaca en +casa de la señora María la Sabia...! + +--¿Qué le duele? + +--Parece ser que le ha salido, dispensando vustedes, una _tumificación_ +muy atroz en los cadriles... con perdón, carraspo, aquí donde las +personas humanas tenemos el hueso llamado _líaco_... + +--¿Un lobanillo? + +--Propiamente hablando, sí, señorito, un lobanillo. + +Rióse Perucho, pues le hacia gracia la facha del algebrista y su manía +de aplicar á todo los cuatro términos de anatomía mal aprendidos en su +libro ratonado. Moríase el vejete por dar explicaciones difusas acerca +de los padecimientos de sus clientes, fuesen novillos, cerdos, canes, ó, +como él decía, personas humanas, que á todos indistintamente les sabía +reparar los desperfectos, con su ciencia heredada de encolar y +recomponer la máquina animal. Ya llegaban al emparrado que sombreaba la +casa de la Sabia. + +Era una casuca baja y construída con piedras mal trabadas: adornábala +principalmente un balcón ó _solana_ de madera, al cual nadie podía +asomarse, por obstruirlo una barricada de enormes calabazas, de amarilla +corteza, rameada de verde; en una esquina colgaban á secar ropas de +recién nacido, y al través de ellas se abría paso una soberbia mata de +claveles reventones, rojo coral, que florecía en una olla desportillada, +con las raíces escapándose de la tierra negruzca que las mantenía. A la +puerta de la casa, una mujer moza, de rostro curtido ya, desgranaba +habas en una criba; á sus pies dos chiquillos de corta edad, con pelo +casi blanco de puro rubio, se revolcaban por el suelo jugando con las +vainas de las habas. Cuando vió asomar al algebrista y á los que él +llamaba señoritos, levantóse la mujer con servilismo obsequioso, pegando +un moquete á los chiquillos, sin duda con el fin de agasajar mejor á la +visita; no contaban con él, y la misma sorpresa les impidió llorar. + +La pareja entró. Tenía la casa piso de tierra; una escalera de madera +conducía al sobrado ó cuarto alto; y en el bajo se notaba una pintoresca +mezcla de racionales é irracionales. El _lar_ y la chimenea con asientos +de madera bajo su campana; la artesa de guardar el pan; el horno de +cocerlo; algunos taburetes con cuatro patas muy esparrancadas; la cuna +de mimbres de una criatura y el _leito_ ó camarote de tablas en que +dormía el matrimonio que la había engendrado, eran los muebles que +pertenecían á la humanidad en aquel recinto. La animalidad invadía el +resto. Al través de una división de tablones mal juntos pasaba el hálito +caliente, el lento rumiar y los quejumbrosos mugidos del ganado; +gallinas y pollos escarbaban el suelo y huían con señales de ridículo +terror, renqueando, al acercárseles la gente; dos ó tres palomas se +paseaban, muy sacadas de buche y muy balanceadas de cuello, esperando á +que cayese alguna migaja; un marrano sin cebar, magro y peludo aún como +un jabalí, sopeteaba con el hocico, gruñendo sordamente, en una tartera +de barro donde nadaban berzas en aguachirle; un perro de esa raza +híbrida llamada en el país de _pajar_, completamente tendido en tierra, +dormía; al respirar, se señalaba bajo su piel la armazón del costillaje, +y de cuando en cuando, al posársele una mosca encima, un estremecimiento +hacía ondular todos sus músculos, y sacudía, sin despertarse, una oreja. +Por un ventanillo, abierto en el testero, entraban las avispas á comerse +los gajos de cerezas maduras que andaban rodando sobre la artesa; y si +fuese posible prestar oído á unas trotadas menudas que allá arriba +resonaban, se comprendería que los ratones no andaban remisos en dar +cuenta del poco maíz restante de la cosecha anterior, ni de cuanto +encontraban al alcance de los dientes. En medio de esta especie de arca +de Noé, reposaba inmóvil, sentada al pie de la artesa, con los naipes +mugrientos al alcance de la mano, la vieja bruja de la Sabia. + +Era su figura realmente espantable. Habíale crecido el bocio enorme, +hasta el punto de que se le viese apenas el verdadero rostro, abultando +más la lustrosa y horrible segunda cara sin facciones, que le caía sobre +el pecho, le subía hasta las orejas, y por lo hinchada y estirada +contrastaba del modo más repulsivo con el resto del cuerpo de la vieja, +que parecía hecho de raíces de árboles, y tenía de los árboles añosos la +rugosidad y oscuridad de la corteza, los nudos, las berrugas. Al ver +entrar al algebrista _y la compaña_, la bruja se enderezó y salió á +recibirles, no sin echarse con sumo recato un pañuelo de algodón sobre +los mechones de sus greñas blancas. + +La moza, entretanto, sacaba del establo á la paciente, una vaca +amarilla, y picándola con la aguijada, la empujaba fuera de la casa, á +sitio descubierto y claro. Cojeaba el infeliz animal, por culpa del gran +tumor que tenía en el ijar derecho; sus ojos estaban profundamente +tristes, como los de todo irracional ó niño enfermo. El sol pareció +reanimar algo á la vaca, y se le dilató el hocico respirando aire puro. +Ya salía tras ella el atador, poniendo la mano á guisa de pantalla ante +los ojos, para que no le estorbase el sol que declinaba. + +--Hace falta quien _treme_ del animal--dijo, después de palpar aprisa el +tumor.--Llama á tu hombre--añadió dirigiéndose á la moza. + +Habiendo Perucho ofrecido su ayuda, convino el algebrista en que +bastaría con él y con la moza para sujetar á la doliente, y ordenó que +la señora María se encargase de preparar la bizma de pez hirviendo. +Remangóse Perucho las mangas de chaqueta y camisa, y arrodillándose, +asió con puño de hierro la pata del animal, asentándola y afirmándola en +tierra á fin de que no cocease con el dolor. El brazo del mancebo era +membrudo, atendida su edad, y la cuadratura de los músculos se diseñaba +enérgicamente: sobre el cutis, fino como raso, rojeaba á la luz +moribunda del sol un vello denso y suave. Su compañera le miraba con +disimulo y atención, como si viese por primera vez aquella cabeza +cubierta de ensortijados bucles, aquellas perfectas facciones trigueñas +y sonrosadas, aquel cogote juvenil y fuerte como testuz de novillo +bermejo, aquellas espaldas fornidas donde la postura y el esfuerzo para +mantener inmóvil la pata del animal hacía sobresalir el omoplato. De +chiquita, la costumbre de ver á Pedro le impedía reparar su hermosura: +ahora se le figuraba descubrirla en toda su riqueza de pormenores +esculturales, cosa que la turbaba mucho y tenía bastante culpa de la +cortedad y despego que mostraba al quedarse con él á solas. Se +avergonzaba la niña de no ser tan linda como su amigo; de ser casi fea. + +También se recogió el atador las mangas de estopa, y sacó de la +faltriquera del pantalón una reluciente navaja de afeitar envuelta en un +trapo. Agachóse bajo la paciente, y empuñando el instrumento, con brioso +girar de muñeca y haciendo terrible fuerza en el pulgar, sajó casi en +redondo el lobanillo. Bramó y resopló de dolor la vaca, intentando huir; +pero estaba bien sujeta y el corte dado ya. Sin hacer caso de los +mugidos angustiosos ni de las inútiles sacudidas de la bestia, el señor +Antón comenzó á esgrimir la navaja casi de plano, desprendiendo la piel +que cubría el tumor, y disecando poco á poco, con certera diestra, sus +raíces, como quien desprende de un peñasco los tientos de un adherido +pólipo. De rato en rato empapaba con trapos la sangre que corría y le +impedía ver. Cada raíz encubría otras más menudas, y la navaja seguía +escrutando los ijares del animal, persiguiendo las últimas +ramificaciones de la fea excrecencia. Ya casi la tenía desprendida, +cuando la vaca, que parecía resignada con su suerte, dió de pronto un +empuje desesperado y supremo, logró soltar las patas, derribó de una +patada el sombrero de copa alta del algebrista y echó á correr furiosa. +Ciega por el terror, fué á batir contra la muralla del emparrado, donde +la alcanzó Perucho. La agarró del rabo primero, luego la cogió por los +cuernos, y á remolque y á empujones y á puñadas la trajo otra vez á la +clínica. El señor Antón acusaba á la moza de no valer nada, de haber +aflojado la pata; y Manuela, con los ojos brillantes y la sonrisa en los +labios, se ofrecía á sustituir ventajosamente á la aldeana. + +--¡Jesús, alabando sea Dios, qué valiente de señorita!--tartamudeó la +Sabia, apareciendo en la puerta. + +--Las que nos criamos en la montaña...--murmuró la niña arrodillándose, +y ciñendo con ambas manos, no muy blancas ni nada endebles, el corvejón +del animal. + +--No hay cosa como las montañesas--declaró dogmáticamente el atador, +encasquetándose otra vez su abollada bomba, sin la cual, al parecer, no +era dueño de todos los recursos de la ciencia quirúrgica. + +--Remángate, Manola--aconsejó sin volver la cabeza Pedro:--sino vas á +ponerte perdida. + +Notando que él no la miraba, Manolita se remangó. Los chiquillos, rubios +como el cerro, que presenciaban la operación absortos, con la pupila +dilatada y chupándose el dedo índice, quisieron también cooperar al buen +resultado, y vinieron á poner cada uno una manila en los corvejones de +la mártir. Poco duró el suplicio. El señor Antón, con su rapidez y +maestría acostumbradas, arrojaba ya triunfalmente hacia el campo más +próximo una masa sanguinolenta é informe, que era el núcleo del +lobanillo y su aureola de raíces. Entre un furioso y desesperado bramido +de la vaca al sentir la pez hirviendo que le abrasaba los tejidos, y un +_¡carraspo!_ del algebrista que se levantaba vencedor, se acabó la +operación y la víctima fué de nuevo encerrada en el establo. Echáronle +en el pesebre un brazado de fresca yerba, y á poco su hocico húmedo, del +cual se desprendía un hilo de baba, rumiaba con fruición la dulce +golosina. + + + + +III + + +Sin embargo, aún le quedaban al señor Antón deberes facultativos que +llenar en aquella casa. Le presentaron un ternero que andaba malucho de +desgano y rehusaba las cortezas de pan y la hierba más apetitosa. Le +abrió la boca al punto, sacóle de través la lengua, y declaró que tenía +_el piojo_. Pidió los ingredientes de sal y ajo, que metió en una +bolsita de lienzo; mojóla en vinagre, y frotó con ella los bordes de la +lengua, para levantar las escamillas en que consistía el mal: sacó luego +del bolsillo-estuche unas tijeras de costura, y cortó las escamas, +dejando al choto en disposición de zamparse todos los prados comarcanos. +Tras el ternero vino un buey, cojo de la mano derecha: el doctor +reconoció que tenía _el pulgón_ y que era preciso meterle entre la +pezuña un puñado de pólvora amasada y prenderle fuego. El caso era que +no se encontraba pólvora allí. + +--Que vayan por ella á los Pazos--exclamó servicialmente Perucho. + +--Mientras van y vuelven llega la noche, señorito--exclamó el atador,--y +de aquí á Boán hay camino. Ya pasaré por aquí mañana ó pasado lo más +tarde, que me cumple verle la yegua al señor Angel. No hay duda, que no +muere el buey por eso. + +Quedó aplazada la voladura del pulgón, pero no consintió la Sabia en que +se partiese el algebrista sin _tomar un taco_ y _echar un cloris_. +Limpiándose el copioso sudor con el pañuelo de yerbas, sentóse el señor +Antón á la mesa, ante el zoquete de pan de centeno y el jarro de vino. +Entabló conversación con el ama de casa, no habiendo querido los +señoritos sentarse ni probar cosa alguna, porque les divertía más +presenciar la cómica escena y oir, cruzando ojeadas y risas, la plática +donosa que avivaban con sus preguntas. Estaba de buen humor el vejete, +como siempre que terminaba felizmente una operación y se veía con el +pichel de mosto delante. A las quejas de la Sabia, que se lamentaba de +las enfermedades de los animales con tono de abuela cuando deplora +achaques de sus nietos, respondía jocosamente el algebrista que, si no +tuviese _una riqueza_ en ganado, no se le pondría el ganado enfermo +nunca. + +--¿A que á mí no se me mueren las vacas? En no las teniendo... catá. + +La bruja respondía á tan atinada observación con otra muy filosófica y +cristiana: + +--Todos habernos de morir, si Dios quiere. + +De tal respuesta tomó pie el algebrista para procurar insinuarse, +hablando del bocio de la vieja, y comprometiéndose á extirpárselo con +tanta prontitud como el tumor de la vaca, _fuera el alma_. Contó que +precisamente acababa de realizar la misma operación en un labrador rico +de Gondás. De cuatro ó cinco tajos de navaja _¡zis, zas!_ (y al decir +_zis_, _zas_ pasaba el dedo por delante del cuello deforme de la Sabia) +le había sajado el bocio perfectísimamente, plantándole, para atajar la +_morragia_, un emplasto donde se misturaban trementina, diaquilón, +confortativo, minio, litargirio, incienso, pez blanca, pez dorada y pez +negra... + +--Vamos, pez de todos los colores--dijo Perucho riendo. + +--No haga burla, señorito, no haga burla... Pues emplasto fué aquel que +apretó, apretó, apretó (y el algebrista cerraba y apretaba el puño con +toda su fuerza) y á los quince días... + +--¿Al campo santo? + +--¡Quedó como si tal cosa, más contento que un cuco! La sabiduría puede +mucho, señorito! + +La bruja no se resolvía á empecinarse. Tantos años con aquello, y al +fin _iba durando_: luego no era cosa de muerte. Los animales... no tiene +que ver con las personas: si no se cuidan y se asisten, ni trabajan, ni +dan leche, ni... En vista de que allí no necesitaban médico las +_personas humanas_, el algebrista, después de dejar temblando el jarro, +sacó el pitillo que llevaba tras la oreja, encendiólo en las brasas del +lar, se terció la chaqueta, y con andar más que nunca dificultoso, tomó +el camino del valle. + +Acompañóle la pareja, divertida con su charla. Era el señor Antón uno de +esos personajes típicos, manifestación viviente, en una comarca, de los +remotos orígenes y misteriosas afinidades étnicas de la raza que la +habita. En el país se contaban muchos que ejercían la profesión de +_algebristas_, componiendo con singular destreza canillas rotas y +húmeros desvencijados, reduciendo lujaciones y extirpando sarcomas, +merced á no sé qué ciencia infusa ó tradición comunicada +hereditariamente, ó recogida de labios de algún _compostor_ viejo á +quien el mozo había _tomado los moldes_; pero ninguno tan acreditado y +consultado en todas partes como el _atador de Boan_, que tenía fama de +poner la ceniza en la frente á los médicos de Orense y Santiago, +habiendo persona que vino expresamente desde Madrid, cuando todavía se +viajaba en diligencia, á que el señor Antón le curase una fractura. No +desvanecían al vejete las glorias científicas; pero sí le daban pretexto +á descuidar la labranza de sus tierras y entregarse á sabrosa vagancia +cuotidiana por riscos y breñas. Con su chaquetón al hombro en el verano, +su montecristo de pardomonte en invierno, y siempre el pitillo tras la +oreja, la chistera calada sobre el pañuelo, el paraguas colorado bajo el +brazo y el libro grasiento en la faltriquera, recorría haciendo eses los +senderos del país, sintiendo en la cabeza y en la sangre la doble +efervescencia del aire puro y vivo de la montaña y de la libación de +mosto ó aguardiente hecha á los dioses lares de cada enfermo. La +atmósfera candente, el cierzo glacial, las claras mañanas primaverales, +las templadas noches, la borrasca, la bonanza, le tenían seco y oreado +como un fruto de cuelga, como esas manzanas tabardillas cuya piel se +arruga y contrae y adoba más que el mejor pergamino; y también, lo mismo +que en ellas, la pulpa se concentraba guardando toda su virtud y sabor. +No había viejo mejor conservado, más templado y _rufo_ que el señor +Antón: asegurábanlo las mozas trocando maliciosos guiños, y lo +confirmaban los mozos haciendo con la mano alzada y el pulgar inclinado +hacia la boca el ademán del que se atiza un buen traguete. Nunca se le +encontraba que no estuviese bajo la alegre influencia del jarro, ó del +sol, que tenía la virtud de hacerle fermentar en las venas la reserva de +espíritus alcohólicos. Entonces se desataba su locuacidad, y le gustaba +sobre todo platicar con los curas ó con los aldeanos viejos y duchos, en +quienes, á falta de instrucción, la experiencia de una larga vida ha +desarrollado cierta inteligencia práctica, haciéndoles depositarios del +caudal del saber popular, ancho cauce de arena donde á trechos brilla +alguna partícula de oro ó algún diamante en bruto. El señor Antón tenía +su filosofía allá á su modo, mitad bebida en tres ó cuatro librotes +viejos, en tomos descabalados de _Feijóo_, en el _Desiderio_ y _Electo_, +mitad inspirada por el espectáculo y la sugestión incesante de la madre +naturaleza, de árboles y estrellas, ríos y nubes. En su cráneo estrecho +y prolongado, verdadero cráneo céltico, bullían á veces viejas ideas +cosmogónicas, bocetos confusos de panteísmo y restos de cultos y +creencias ancestrales. Por lo cual, al meterse en honduras, solía decir +muchos y muy peregrinos despropósitos, mezclados con dictámenes y +sentencias que sorprendían al verlos salir de aquella boca plegada como +la jareta de un bolsón, envueltas en vaho aguardentoso y subrayadas por +la risa de polichinela que establecía inmediata comunicación entre su +nariz y su barba. + +Encontrándolo más alumbrado que de costumbre, moríase Perucho por +tirarle de la lengua, y le seguía, llevando el dedo meñique enganchado +en el de Manuela y columpiando el brazo á compás, por hábito inveterado +de contacto cariñoso. + +Chupaba el señor Antón su apestoso papelito, sumiendo la boca de tal +manera que, más que con los labios, parecía aspirar el humo con la +laringe. Al mismo tiempo iba filosofando sobre las enfermedades, la +vejez y la muerte. + +--Mire, señorito, que esto de estar enfermo (aquí un traspiés), le tiene +su aquel, carraspo! Lee uno en libros, á lo mejor, que el hombre es, +como quien dice, un gusano, y viene la soberbia, y replica:--No, gusano, +no, que yo tengooó (ahuecó la voz enfáticamente), lo que no tiene un +gusanoooó! Pero llega la enfermedad, _maina mainita_ (y remedaba los +movimientos del que se acerca muy cautelosamente á otro), y ya no se +diferencia el _verme_ del hombre... carraspo! Porque díganme: uso yo +una navaja para _estripar_, con perdón, las _tumificaciones_ de las +vacas y otra para las personas humanas? No señor, que uso la misma, que +aquí la llevo en el bolsillo (y se golpeaba con fuerza el pecho). El +emplasto ó la cataplasma, ¿se misturan de otro modo? No señoóoor! Y en +vista de ello... + +--Resulta, señor Antón, que á usted no le parece diferente un buey de un +cristiano? Eh? Usted y yo valemos tanto como un jumento? + +--No sea tan _materialista_, señorito, carraspo!... Son poquitos los que +se hacen cargo de estas cosas _perfundas_... ¡Hay que abrir el ojo! +¿Tiene ahí un misto? Se me apaga el condenado del pitillo. Estimando la +molestia... Vamos al decir de que la gente como usted y como yo, y las +bestias, dispensando vustedes, padecen de los mismos males, y en la +botica no hay diferencias de remedios, y la vida se les viene y se les +va del mismo modo, y todos pasan su tiempo de chiquillos, porque los +perritos pequeños lloran y enredan como las criaturas, y luego á las +personas humanas les llega la de andar tras de las mozas, y andan que +_tolean_, y también los perros se escapan de casa para perseguir á las +perras, con perdón, y las buscan, y riñen por causa de ellas, y las +obsequian como los señoritos á las señoritas... ¡Carraspoó! + +Al llegar á este punto el discurso del atador, Pedro soltó los dedos de +Manuela para reir á carcajadas, y la montañesa le acompañó, sofocando la +risa en la boca con la punta del pañuelo. + +--Pero eso ya se sabe, señor Antón... Vaya unas noticias que da! +Fresquitas! + +--Poco y poco, poco y poco... (se ignora si el algebrista lo decía +pensando en que el camino tenía muchas piedras y él más vino en el +estómago, ó siguiendo la ilación de su tesis trascendental.) Vamos á la +_custión_... Digo, señorito, y no miento: un hombre _valerá_, estamos +conformes, más que los animales; pero poder... Vaya, poder, no puede más +que un buey; y cuando le llega la de cerrar el ojo, aunque sepa más que +el rey Salimón, lo cierra... y abur. ¿Lo cierra ó no, señorito? + +--Según y conforme.... También los hay que se quedan con él muy +abierto--murmuró Pedro para hacer rabiar al atador. + +--Desmasiado nos entendemos...--articuló éste escupiendo, por el sitio +en que algún día tuvo los colmillos, un chorro de saliva negruzca, cuya +proyección cortó limpiándose el agujero de la boca con el dorso de la +mano. Señorito, escuche y perdone.--¡A lo que me da que pensar, +carraspo! Esto del nacer, y del morir, y del enfermarse, y del comer, y +del beber ¡atención! (hizo aquí una ese más arqueada que ninguna), es +un... un... un aquel que puede más que los animales y los hombres +juntos, á modo de una _endrómena_ muy grande, muy graaaande.... + +El algebrista tendía la mano y la giraba en derredor, señalando con +amplio ademán circular la profundidad del valle de Ulloa, el anfiteatro +de montañas que lo cierra, el río que espumaba cautivo en la hoz, todo +lo cual se dominaba desde el sendero alto y escarpado. Pedro y Manuela, +que habían vuelto á enganchar los dedos por instinto, miraban hacia +donde apuntaba el viejo, tratando de comprender la idea rebozada en +báquicos vapores que desde el cerebro del señor Antón descendía +trabajosamente hasta su lengua. + +--Tan grande--añadía extendiendo ya los dos brazos para mejor expresar +la inmensidad--que me parece á mí, señorito, con perdón, que es tan +grande como el mundo... ¡Más aún, carraspo! + +--¿Más que el mundo? ¡Quieto, vino, quieto!--exclamó Pedro, significando +que por boca del algebrista hablaba la borrachera. + +--Más aún, sí señor. ¿De qué se pasma? Desmasiado nos entendemos. Un +hombre ha leído algo... ¿Tiene otro misto? Disimule. + +--Ahí va la caja. ¿Con que se ha leído mucho? + +Una sonrisa orgullosa dilató los plieguecillos de la consabida jareta. + +--El saber, como dijo el otro, no ocupa lugar... No se burle, señorito, +no se burle... ¿Desmasiado tendrá usted leído lo que llaman el Treato... +el Trato... + +--¿Alguna comedia? + +--¡¡Comedia!! Lo compuso un fraile, hablando con respeto... un fraile de +esta tierra, con más sabiduría que todos los de España y del mundo +entero juntos... Pues allí dice, ¡sí, señorito! que las estrellas del +cielo son como nosotros... ¡con perdón! como este universo-mundo de +acá... y que también allí nacen, y mueren, y comen, y andan atrás de las +muchachas... + +Al llegar aquí guiñó picarescamente el algebrista el ojo izquierdo á la +bóveda celeste, y como si obedeciese á un conjuro, el hermoso lucero de +Venus comenzó á rielar con dulce brillo en el sereno espacio. + +--¡Hay que desengañarse, hay que desengañarse!--prosiguió el viejo +moviendo la cabeza, que, al oscilar sobre el seco pescuezo, parecía una +pasa pronta á desprenderse del rabo. Por muchas vueltas que se le dé, +esta cosa grande, grande, grandísima (y reiteraba el ademán de abarcar +todo el valle con los brazos), puede más que vusté, y que yo, y aquel, y +que todos, ¡carraspiche! Yo me muero, verbo en gracia; bien, corriente, +sí señor; ¿y después? La cosa grande se queda tan fresca. Yo me divertí +mis carnes; pero de yo ya propiamente no soy nada; se crían repollos, y +patatas, y ortigas, y toda _clas_ de hortalizas... ¿me entiende? + +--¿También de mi cuerpo se han de criar repollos?--preguntó Manolita. + +--Y ¡juy juy!--relinchó el algebrista, trompicándose en una piedra por +culpa del arrechucho de galantería que le entró.--Del cuerpo de las +señoritas buenas mozas se criará espliego, rositas de Mayo... + +Adoptando de nuevo su gravedad filosófica, añadió: + +--Pero no se ponga hueca... Le es igual... igualito... Qué más tiene +volverse chirivía ó malva de olor, carrás... ¿Quiérese decir que las +estrellas del cielo, y las tierras, y el _mainzo_, y el cuerpo de +vusté, y el mío, y el del Papa, con perdón, y el espliego, y los +repollos, y las vacas, y los gatos, es todito lo mismo, disimulando +vusté, y no hay que andar escoge de aquí y escoge de allí... Todo lo +mismo señorita, todo lo mismísimo... La cosa grande!! + +Al llegar aquí de su perorata le besó un canto en la espinilla, y +llevóse la mano á la pierna, exhalando un ay doliente; pero al punto +mismo, después de refregarse la parte dolorida y tirar con rabia del +cigarro, que se apagaba de vez, volvió á su tema, balbuciendo con lengua +todavía más estropajosa: + +--La co... la cosa grande... se ríe de todo, sí señor, de todo... Allá +anda, carraspo... haciendo la burla á quien nace... y á quien muere... y +á los que buscamos las mo... mozas... de rumbo.... ¡juy! La cosa... g... +gran... no nació en jamás... ni se ha de morir... Buena gana tiene... A +cada a...ño... está... más... fres.... frescachona.... juy! vivan las +rap... rapazas... Arde, cigarro, arde, condenado, si quieres, que... +te... par...to...! + +--Echemos por las viñas, Manola--dijo Pedro á su compañera.--El +algebrista va hoy como un templo. Ya no se le sacan del cuerpo sino +barbaridades. + +--¿Y si tropieza y cae al río? + +--¡Qué disparate! Estaría muerto ya un millón de veces, mujer, si fuese +capaz de caerse. Anda así toda la santa vida. + + + + +IV + + +Libres ya del atador, tomaron un sendero más practicable, que por entre +tierras labradías y viñedos conducía al gran castañar del solariego +caserón de Ulloa. Aunque la luna, en cuarto creciente, dibujaba ya sobre +el cielo verdoso una fina segur, todavía la claridad del crepúsculo +permitía registrar bien el paisaje; pero al ir entrando bajo la +tenebrosa bóveda formada por el ramaje de los castaños, se encontró la +pareja envuelta en la oscuridad, y en no sé qué de pavoroso y sagrado, y +fresco y solemne, como el ambiente de una iglesia. El suelo estaba seco +y mullido, como suele estar en verano el de los bosques, y el pie lo +hollaba con placer. No se oía más ruido que el rumor de las hojas, +melodioso como una música distante de la cual apenas se percibe el +acompañamiento. Instintivamente, Pedro y Manuela se aproximaron el uno +al otro, y sus dedos se engancharon con más fuerza; pero el sentimiento +que ahora los unía no era el mismo que allá en la gruta, sino una +especie de comunión de los espíritus, simultáneamente agitados, sin que +ellos mismos lo comprendiesen, por las ideas de muerte, de +transformación y de amor, removidas en la grosera plática del vejete +borracho. + +--¡Perucho!--murmuró ella alzando el rostro para mirar el de su +compañero, que en aquella sombra veía pálido y sin contornos. + +--¿Qué quieres?--contestó él sacudiéndole el brazo. + +--¿Qué me dices de todo eso?... ¡Cuántas bobadas echó por aquella boca +el señor Antón! + +--Está peneque, y chocho además. + +--¿Me volveré yo rosa? ¿Malvita de olor? + +--No tienes que volverte... Ya Dios te dió rosa y clavel y cuantas +flores hay. + +--No empieces á meterte conmigo... ¡Que me enfado! ¿Y eso que dice de +una cosa muy grande, que está en el cielo, y en la tierra, y en todos +los sitios? + +--Muchos ratos también se me pone á mí aquí--murmuró Pedro deteniéndose +y señalando á la frente--que hay una cosa muy grande.... ¡y tan +grande!... Mayor que el cielo. ¿Sabes dónde, Manola? ¿A que no lo +aciertas? + +--¿Yo qué sé? ¿Soy bruja ó echo las cartas como la Sabia? + +El mancebo le tomó la mano, y la paseó por su pecho, hasta colocarla +allí, donde, sin estar situado el corazón, se percibe mejor su diástole +y sístole. + +--Aquí, aquí, aquí--repitió con ardiente voz, oprimiendo como para +deshacerla la mano morena y fuerte de la muchacha, que se reía, +tratando de soltarse. + +--Majadero, brutiño, que me lastimas. + +La soltó y ella siguió andando delante en silencio. De cuando en cuando +se percibía entre las hojas el corretear de una liebre, ó resonaba el +último gorjeo de un ave. A lo lejos arrullaban roncamente las tórtolas, +bien alimentadas aquellos días con los granos caídos en los surcos del +centeno. También se escuchaba, dominando la sinfonía con sordina del +follaje, el gemido de los carros que volvían cargados de haces de mies á +las eras. + +--Manola, no corras tanto...--exclamó Pedro con voz tan angustiada como +si la chica se le escapase.--¡Ave María, mujer! Parece que te van +persiguiendo los canes. ¿Tienes miedo? + +--No sé á qué he de tener miedo. + +--Pues entonces, anda á modo, mujer... ¿Qué diversión se nos pierde en +los Pazos? ¡Mira que es bonita! Padrino estará fumando un cigarro en el +balcón, ó viendo cómo arreglan las _medas_; mamá por allí, dando +vueltas en la cocina; papá en la era, eso de fijo... las chiquillas ya +dormirán... ¡va buena que dormirán! Oye, chica, la mano. + +Trabáronse como antes por los dedos meñiques y continuaron andando no +muy despacio. El bosque se hacía más intrincado y oscuro, y á veces un +obstáculo, seto de maleza ó valla de renuevos de árboles, les obligaba á +soltarse de los dedos, á levantar mucho el pie y tentar con la mano. +Tropezó Manola en el cepo de un castaño cortado, y sin poderlo evitar +cayó de rodillas. Pedro se lanzó á sostenerla, pero ella se levantaba ya +soltando la carcajada. + +--¡Vaya una montañesa, que tropieza en cualquier cosa como las señoritas +del pueblo! Por el afán de correr. Bien empleado. + +--Pero si no se ve miaja. Rabio por salir pronto de aquí. + +--Para irte á la cama, ¿eh? ¿Para dejarme solito? + +--Podías dar un repaso á los libros, haragán. + +--Mujer... ¡para cochinos tres meses que tiene uno de vacaciones! Yo +antes pasaba contigo todo el año... ¿no te acuerdas? Siempre, siempre +andábamos juntos... ¡Qué vida tan buena! Y bien aprendíamos reunidos, +más de lo que aprendo ahora en clase... Apenas tenemos leído libros de +la estantería! ¿Te acuerdas cuando te enseñé las letras por uno que +tiene estampas? + +--Pero de la mitad nos quedábamos á oscuras. De muchos sólo mirábamos +las estampitas, aquellos monigotes tan descarados. + +--Bueno, el caso es que estábamos más contentos, ¿eh? Yo al menos. ¿Y +tú? + +Calló la niña montañesa, tal vez porque un haz de arbustos nuevos y un +alto zarzal le cerraban el paso. Tuvieron que retroceder y buscar entre +los castaños la senda perdida. + +--¿No me contestas? ¿Vas enfadada conmigo? + +--No hay humor de hablar mientras esté uno en estas negruras. + +--Y después que salgamos al camino de la era, ¿me das palabra de que +rodearemos por los sembrados? + +--Sí, hombre, sí. + +--Manola? + +--Quée? + +Deslizábase á la sazón la pareja por un estrecho pasadizo de troncos de +castaño, que apenas daba espacio á una persona de frente. La oscuridad +disminuía; acercábanse á la linde del bosque. La niña alzó los ojos, vió +la cara de su compañero y acompañó la interrogación de fingido mal humor +con una sonrisa, y entonces él se inclinó, le echó las manos á la +cabeza, y con una mezcla de expansión fraternal y vehemencia apasionada, +apretóle la frente entre las palmas, acariciándole y revolviéndole el +cabello con los dedos, al mismo tiempo que balbucía: + +--Me quieres, eh? me quieres? + +--Sí, sí--tartamudeaba ella casi sin aliento, deliciosamente turbada por +la violencia de la presión. + +--¿Como antes? ¿como allá cuando éramos pequeñitos? eh? ¿Como si yo +viviese aquí? + +--Ay! me ahogas.... me arrancas pelo--murmuró Manola, exhalando estas +quejas con el mismo tono que diría:--Apriétame, ahógame más.--No +obstante, Pedro la soltó, contentándose con guiarla de la mano hasta que +salieron completamente del bosque y en vez de árboles distinguieron +frente á sí el _carrerito_ que llevaba en derechura á la era de los +Pazos. Pero el mancebo torció á la izquierda, y Manola le siguió. Iban +orillando un sembrado de trigo, que en aquel país abundan menos y se +siegan más tarde que los de centeno. Si á la luz del sol un trigal es +cosa linda por su frescura de égloga, por los tonos pastoriles de sus +espigas, amapolas, cardos y acianos, de noche gana en aromas lo que +pierde en colores, y parece perfumado colchón tendido bajo un dosel de +seda bordado de astros. Convida á tomar asiento el florido ribazo +alfombrado de manzanillas, cuya vaga blancura se destaca sobre la franja +de yerba; y allá detrás se oye el susurro casi imperceptible de los +tallos que van y vienen como las ondas de una laguna. + +Dejóse caer Manola en el ribazo, sentándose y recogiendo las faldas, y +Pedro se echó enfrente de ella, boca abajo, descansando el rostro en la +mano derecha. Así permanecieron dos ó tres minutos, sin pronunciar +palabra. + +--Debe de ser muy tarde--articuló la muchacha agarrando algunos tallos +de trigo y empuñándolos para sacudir las espigas junto á la cara de +Pedro. + +--Silencio... ¿No te da gusto tomar el fresco, _chuchiña_? Esta tarde no +se paraba con el calor. ¿Ó tienes sed? + +--No--contestó lacónicamente. + +Transcurrió un momento, durante el cual Manola se entretuvo en arrancar +una por una flores de manzanilla, y juntarlas en el hueco de la mano. Al +fin la impacientó el obediente mutismo de su compañero. + +--¿Qué haces, babeco? + +--Te estoy mirando. + +--¡Vaya una diversión! + +--Ya se ve. Como á ti ahora te ha dado por no mirarme... Parece que te +van á enfermar los ojos si me miras. Te has vuelto conmigo más brava que +un tojo. + +Ella, entre arisca y risueña, siguió arrancando las manzanillas +silvestres. Un céfiro de los más blandos que jamás ha cantado poeta +alguno, un soplo que parecía salir de labios de un niño dormido, pasando +luego por los cálices de todas las madreselvas y las ramas de todas las +mentas é hinojos, se divertía en halagarle la frente, inclinando después +las delgadas aristas de la espiga madura. A pesar de sus fingidas +asperezas, Manola sentía un gozo inexplicable, una alegría nerviosa que +le hacía temblar las manos al recoger las manzanillas. Con todo el +alborozo de una chiquilla saboreaba la impresión nueva de tener allí, +rendido, humilde y suplicante, al turbulento compañero de infancia, el +que siempre _podía más_ que ella en juegos y retozos, al que en la +asociación íntima y diaria de sus vidas representaba la fuerza, el +vigor, la agilidad, la destreza y el mando. Al sentirse investida por +primera vez de la regia prerrogativa femenina, al comprender claramente +cómo y hasta dónde le tenía sujeta la voluntad su Pedro, se deleitaba en +aparentar mal humor, en torcerle el gesto, en llevarle la contraria, en +responderle secamente, en burlarse de él con cualquier motivo, +encubriendo así la mezcla de miedo y dicha, el ímpetu de su sangre +virginal, ardorosa y pura, que se agolpaba toda al corazón, y subía +después zumbando á los oídos produciéndole deleitoso mareo, al oir la +voz de Pedro, y sobre todo al detallar su belleza física. Justamente, +mientras corría aquel tan halagüeño céfiro, Manuela se absorbía en la +contemplación de su amigo, pero de reojo. La luminosa transparencia de +la noche permitía ver los graciosos rizos del mancebo cayendo sobre su +frente blanca y tersa como el mármol, y distinguir la lindeza de sus +facciones y de sus azules ojos, que entonces parecían muy oscuros. + +--¿Cómo me querrá tanto, siendo yo fea?--decía para sus adentros +Manola; y de repente, cogiendo todas las manzanillas, se las arrojó al +rostro. + +--A casa, á casa enseguida, que son las tantas de la noche--murmuró +arrodillándose, como si le costase trabajo incorporarse de una vez. Ya +estaba allí Pedro para auxiliarla. Cuando eran chiquillos solía dejarla +en el atolladero por algún tiempo hasta que pidiese misericordia, y +reirse descaradamente de sus apuros.... Ahora no se atrevería á hacerla +rabiar: él era el esclavo. + +Volvieron á tomar el sendero. A poco se encontraron en la era, vasto +redondel cercado por una parte de estrecha muralla y de manzanos +gibosos. Por la otra, sobre el cielo estrellado, se destacaba la cruz +del hórreo, y más arriba subían las ramas inmóviles de una higuera. +Alrededor, las _medas_ ó altos montículos de mies remedaban las tiendas +de un campamento ó la ranchería de una india. Ya no había allí nadie: +por el suelo quedaban todavía esparcidos algunos haces de la cosecha +del día. + +Un perro, ladrando hostilmente, se abalanzó contra la pareja; mas al +reconocerla, trocó los ladridos de cólera en delirantes aullidos de +alegría, se echó al suelo, se revolcó, gimió, y por último, zarandeando +la cola de un modo insensato, con la lengua fuera de las fauces, +trotando sobre la seca hierba del sendero, y volviéndose á cada +segundo, los precedió hasta los Pazos de Ulloa. + + + + +V + + +Subía la diligencia de Santiago el repecho que hay antes de llegar á la +villa de Cebre. Era la hora de mayor calor, las tres de la tarde. La +persona de más duras entrañas se compadecería de los viajeros encerrados +en aquel cajón, donde si toda incomodidad tiene su asiento, el que lo +paga suele contentarse con la mitad de uno. + +Venía atestado el coche, que era de los más angostos, desvencijados, +duros y fementidos. En el interior, hombro contra hombro del vecino del +lado, é incrustadas las piernas en las del frontero, se acomodaban +cinco estudiantes de carrera mayor en vacaciones, una moza chata, +portadora de un cesto de quesos, el notario de Cebre, y la mujer de un +empleado de Orense, con el apéndice de un niño de brazo. La atmósfera +del interior era sol, sol disuelto en polvo, sol blanquecino, crudo, +implacable, centuplicado por la oscura refracción de los puercos +vidrios, que ningún viajero osaba bajar, por temor de ahogarse entre la +polvareda. La respiración se dificultaba: gotas de sudor rezumaban de +los semblantes, y moscas y tábanos--cuyo fastidioso enjambre había +elegido allí domicilio--se agolpaban en los pescuezos y labios, +chupándolas. No había modo de espantar á tan impertinentes bichos, +porque ni nadie podía revolverse, ni ellos, enconados por el ambiente de +fuego, soltaban la presa á dos tirones. Al desabrido cosquilleo del +polvo en las fosas nasales se unía el punzante mal olor de los quesos, y +aun sobresalía el desapacible tufo del correaje y el vaho nauseabundo +tan peculiar á las diligencias como el olor del carbón de piedra á los +vapores. A despecho de todas estas molestias y otras muchas propias de +semejante lugar, los estudiantes no perdían ripio, y armaban tal +algazara y chacota, secundándolos el notario, que sus dichos, más +picantes que el aguijón de los tábanos, habían parado como un tomate las +orejas de la moza, la cual apretaba su cesta de quesos lo mismo que si +fuese el más perfumado ramillete del mundo. La mujer del empleado, +aunque nada iba con ella, creíase obligada por sus deberes de buena +esposa y madre de familia á suspirar á cada minuto levantando los ojos +al cielo, mientras abanicaba con un periódico al dormido vástago. + +No disfrutaban mayor desahogo los de la berlina. De ordinario era esta +el sitio de preferencia; pero aquel día una especial circunstancia lo +había convertido en el más incómodo. Al salir de Santiago muy de +madrugada, los dos pasajeros que ya ocupaban las esquinas de la berlina +entrevieron con terror, á la dudosa luz del amanecer, otro pasajero de +dimensiones anormales, que se aproximaba á la portezuela, sin duda con +ánimo de subir y apoderarse del tercer asiento. Al pronto no +distinguieron sino un bulto oscuro, gigantesco, que exhalaba una especie +de gruñido, y se les ocurrió si sería algún animalazo extraño; pero +oyeron al mayoral--viejo terne conocido por el _Navarro_, aunque era, +según frase del país, más gallego que las vacas--exclamar, en el tono +flamenco y desenfadado que la gente de tralla cree indispensable +requisito de su oficio, y con la mitad del labio, pues el otro medio +sujetaba una venenosa tagarnina: + +--¡Maldita sea mi suerte! ¿Cura á bordo? Vuelco tenemos. + +Casi al mismo tiempo el pasajero de la esquina izquierda, vivaracho, +pequeño y moreno, tocó en el codo al de la derecha, que era alto, y le +dijo á media voz: + +--Es el Arcipreste de Loiro... Veremos cómo se amaña para pasar al +medio... Nosotros no soltamos nuestro rincón... ¡Se prepara buen +sainete!... + +Miróle el otro viajero y encogióse de hombros, sin responder palabra. +Entre el mayoral y el zagal procuraban izar la humanidad del Arcipreste +hasta las alturas de la berlina: empresa harto difícil, pues requería +que el enorme vejestorio pusiese un pie en el cubo de la rueda, luego +otro en el aro, y luego le empujasen y embutiesen dentro por la estrecha +abertura de la portezuela. El viajero pequeño reía á socapa, calculando +el fracaso probable de la tentativa, por estar ocupado el rincón. Grande +fué su sorpresa al ver que el viajero alto llevaba la mano á su gorra de +viaje, indicando un saludo; y en seguida se corría hacia el asiento del +centro, para dejar paso franco; y después, viendo que ni aun así +conseguían introducir al obeso y octogenario Arcipreste, alargaba sus +enguantadas manos y tiraba de él con fuerza hacia el interior, logrando +por fin que atravesase la portezuela y se desplomase en el asiento del +rincón, haciendo retemblar con su peso la berlina y llenándola toda con +su desmesurada corpulencia, al paso que refunfuñaba un--Felices días nos +dé Dios. + +De soslayo--porque después de entrar el Arcipreste nadie podía +rebullirse y todos se encontraban extrictamente encajados, prensados +como sardina en banasta--el viajero chico insinuó á su compañero: + +--¡Pero hombre, que se ha fastidiado usted! Ahora tiene usted que +aguantarse en el medio todo el viaje. ¡Ha sido usted un tonto! El +entremés era dejarle, á ver qué hacía. + +Enarcó las cejas el viajero de los guantes, dudando si mandar á paseo á +aquel cernícalo ó darle una lección. Al fin se volvió, como pudo, y dijo +bajando la voz: + +--Es un viejo y un sacerdote. + +El viajero pequeño le miró con curiosidad, arrugando el gesto, y +procurando discernir mejor, á la pálida luz del amanecer, las trazas del +enguantado caballero. Parecíale hombre ya maduro, bien barbado, +descolorido de rostro, alto de estatura, no muy entrado en carnes--sin +ser lo que se llama flaco--y vestido de un modo especialmente decoroso y +correcto, por lo cual el observador pensó: + +--Este me huele á título ó diputado de los conservadores. ¿Quién será, +demonios, que no lo he visto nunca?--Y después de reflexionar breves +instantes:--De fijo--decidió es algún forastero que va á la finca del +marqués de las Cruces ó á la del de San Rafael... Claro. Allí todo el +mundo se come los santos y les hace el _salamelé_ á los curas... Pues el +marqués de las Cruces no es, que á ese bien le conozco... El de San +Rafael, menos... ¡ojalá! Nos haría reventar de risa con sus dichos... +señor más ocurrente y más natural... ¿Será alguno de los maridos de las +sobrinas? ¡Cá! vendría la señora también con él. Pero, ¿quién rayos +será? + +Ya no tuvo punto de reposo el activo y bullidor cerebro del viajero +chico, á quien no en vano daban amigos y adversarios (de las dos cosas +tenía cosecha, á fuer de temible cacique) el sobrenombre significativo +de _Trampeta_, queriendo expresar la fertilidad en expedientes y +enredos que le distinguía. Toda la potencia escrutadora del intelecto +trampetil se aplicó á despejar la incógnita del misterioso viajero que +cedía el asiento del rincón á los curas. Con más atención que ningún +novelista de los que se precian de describir con pelos y señales; con +más escama que un agente de policía que sigue una pista, dedicóse á +estudiar é interpretar á su modo los actos de su compañero de viaje, á +fin de rastrear algo. Después de que arrancó la diligencia, el viajero +no había hecho sino bajar un cristal, el que le tocaba enfrente, con +ánimo sin duda de mirar el paisaje; pero al convencerse de que no se +veían por allí sino los hierros del pescante y los pies zapatudos del +mayoral, volvió á subirlo, y se recostó en el respaldo, resignadamente, +no sin lanzar una ojeada, de tiempo en tiempo, hacia las ventanillas. +Transcurrido un cuarto de hora, cuando ya habían perdido de vista el +pueblo, sacó una petaca fina, y abriéndola, la ofreció á ambos +compañeros sin hablar, pero con ademán cortés. Trampeta alargó sus dedos +peludos y cortos y cogió un cigarrillo diciendo:--Se estima.--El +Arcipreste entreabrió un ojo (iba como aletargado, resoplando y con la +cabeza temblona) y dijo que no con las cejas; al mismo tiempo deslizó la +incierta mano, que de puro gruesa parecía hidrópica, bajo el balandrán, +y exhibió una tabaquera de forma prehistórica, un gran _fusique_ de +plata, que arrimó á la nariz, sorbiendo con notoria complacencia el +rapé. + +--No toma sino polvo... Está más viejo que la Bula... Yo no sé cómo no +ha reventado ya--exclamó Trampeta, sin cuidarse de bajar la voz; por lo +cual el otro viajero le amonestó algo severamente: + +--Mire usted que este señor puede oir lo que usted dice de él. + +--¡Cá! Más sordo que una tapia--gritó Trampeta, como para probar su +aserto.--Aunque le dispare un cañón junto á la oreja, ni esto. Siempre +fué algo _teniente_; pero ahora ¡María Santísima! La sordera, como usted +me enseña, es un mal que crece mucho con los años. Y vamos á ver: ¿dirá +usted al verlo tan acabado, que este bendito Arcipreste fué un _remeje +que te remejerás_ de elecciones, que nos dejaba á todos tamañitos? Hoy +no es ni su sombra... En sus tiempos era un demonio con sotana: no había +quien se la empatase en toda la provincia. Cuentan que una vez dió un +puntapié á la urna... Sin ir más lejos, allá cuando la Revolución, _la +gloriosa_, ¿usté me entiende? que andaban los carlistas muy alterados, +como usté me enseña, por poco entre ese condenado y otros de su laya me +hacen perder una elección reñidísima, y me sacan avante al Marqués de +Ulloa contra el candidato del gobierno. + +Al nombre del Marqués de Ulloa, el viajero enguantado, que hasta +entonces escuchaba como quien oye llover, y sin ocuparse más que del +cigarrillo suave que fumaba, prestó atención y aun intentó volverse; +pero esto no era factible, atendido que cada vez iban más apretados, +porque el Arcipreste, reclinando la cabeza en la esquina, y cubriéndose +la cara con un pañuelo blanco, adoptaba postura más cómoda, y ocupaba +todavía más sitio. + +--¿Dice usted que las elecciones en que figuró el Marqués de Ulloa?... + +--Sí señor, sí señor...--repuso Trampeta, todo esponjado y contento de +acertar con algo que interesaba al viajero y le hacía dar señales de +vida. Por cierto que después... + +--El Marqués de Ulloa--interrumpió el viajero--es don Pedro Moscoso, +¿verdad? + +--El mismo que viste y calza. Por cierto que... + +--¿El yerno del señor de la Lage? + +No era sólo atención, era interés muy vivo lo que revelaba el semblante +del enguantado, y no pudiendo volver el cuerpo, torcía la barba sobre el +hombro, clavando en Trampeta sus ojos garzos y grandes, de párpado +marchito y enrojecido, como suelen tenerlo las personas que leen mucho ó +viven aprisa. + +--Aajá--articuló Trampeta afirmando con cabeza y manos y con todo el +rebullicio de cuerpo que consentía la apretura:--¡aajá! El mismito. ¿Al +parecer usted lo conoce? + +No contestó el de los guantes, pero dijo con las pupilas:--Siga +usted.--Trampeta, aunque tan observador y ladino, no era capaz de darse +un punto á la lengua cuando ésta le picaba. + +--¡Aquellas fueron unas elecciones... de la mar salada! Quedó que contar +de ellas en el país para veinte años... Y como además de los líos que +hubo en ellas, vino después la muerte del mayordomo del marqués, que fué +una cosa atroz... + +A pesar de la sordera del Arcipreste, aquí bajó la voz Trampeta, y sus +ojos vivos, ratoniles, se posaron oblicuamente en el clérigo. Este +roncaba ya, con ahogado resuello de apoplético. El cacique se +tranquilizó y prosiguió: + +--Lo despabilaron en un monte por mandato de los mismos suyos; ni visto +ni oído... ¡Un balazo limpio, de esos que dejan sequito á un hombre! + +--Ese mayordomo...--murmuró el de los guantes, fijando la vista en +Trampeta, como si quisiera preguntarle algo; pero se contuvo y no +prosiguió. Afortunadamente para él, Trampeta no era hombre de dejar cojo +el cuento. + +--Como usted me enseña, mi amigo, donde pasan ciertas cosas siempre hay +misterios y demoniuras... ¿Usted conoce al marqués? Bueno: pues entonces +ya sabe usted que vivía... mal arreglado, ó enredado, ó embrutecido, +como se quiera decir, con la hija de ese mayordomo que mataron... ¡y qué +moza era, me valga Dios! Como unas flores. Pues cuando el marqués +determinó de casarse con la hija del señor de la Lage... + +El enguantado hizo un movimiento. + +--¿También lo conoció, eh?--preguntó Trampeta. + +Dijo el viajero que sí con la cabeza, y el bueno del Secretario +prosiguió: + +--Pues ¿usted me entiende? la boda del señorito no le hizo maldita la +gracia al truchimán del mayordomo, que tenía más conchas que un +galápago, y como no pudo vengarse de otro modo, fué, y ¿qué hizo? +Preparó las elecciones muy preparaditas, y cuando el marqués estaba +cerca de triunfar, no sé cómo judas lo amañó... + +Aquí la mirada de Trampeta se hizo más oblicua y casi torva. + +--En fin, que vendió completamente á su amo, lo mismo que vende uno los +cerdos en el mercado, con perdón: una jugarreta que le costó al señorito +la diputación, ni más ni menos... Y como usted me enseña... al vengativo +de Barbacana, que es más malo que la quina... + +Pausa breve. + +--¿Usted no sabrá quién es Barbacana? ¡Dios nos libre! Entonces era el +tirano del país; uno de esos tiranones terribles, como usted me +enseña... Ahora ya va de capa caída... los años le pesan... le tenemos +metido el resuello en el cuerpo... vaya si se lo tenemos... ¿Usted irá +á Orense? ¡pues pregúntele usted al gobernador qué apunte es +Barbacana...! + +Al decir esto observaba Trampeta el rostro del enguantado, á ver si la +referencia al gobernador le producía efecto. Viendo que no, pensó para +su sayo:--No debe de ser diputado, ni cosa así.--Y añadió: + +--En fin, que se cree... ¿Usted me entiende? que fué Barbacana quien... +(Ademán muy expresivo de despabilar una luz con los dedos.) + +--¿Dice usted que mataron á ese hombre, al mayordomo del marqués de +Ulloa?--preguntó por fin el viajero de los guantes.--¿Y dónde, y quién y +por qué? + +--¿Quién? Un satélite de Barbacana, un facineroso malhechor relajado que +se llama el Tuerto... Así que Barbacana tiene un arachita, ya anda él +muy campante por el país, metiendo miedos á todo dios... ¡Uno de tantos +escándalos! Pero ahora les hemos de atar corto de vez. ¿Dónde? En un +monte, propiedad del marqués... por el día y por el sol. ¿Por qué? Pues +como dije, en venganza de que le hizo al marqués perder las elecciones. + +--Y la hija de ese hombre... ¿qué ha sido de ella?--interrogó el +viajero, acariciándose la barba con la enguantada mano, para simular +indiferencia que no sentía. + +--Ese es otro cantar... ¿Usted ya sabrá que el marqués enviudó de allí á +poco? + +Una tristeza, una angustia profunda se grabó en el rostro del viajero. +Si Trampeta le mirase, ahora sí que vería la alteración de sus +facciones. Pero Trampeta á la sazón encendía dificultosamente el +cigarro. + +--Enviudó, porque la señorita _se puso tisis_... Parece que le dió muy +mala vida por causa de la raida de la moza, y que andaba San Benito de +Palermo... Ella era poquita cosa; de poco estuche... Pss... + +Aumentó la turbación del viajero al decir esto Trampeta, y la revelaron +visibles señales. Sus ojos, que tenían más de pensativos que de +brillantes, chispearon un momento; frunció el entrecejo, y por su +frente despejada corrieron una tras otra, como olas, tres ó cuatro +arrugas bastante profundas. Respiró tan fuerte y hondo, que Trampeta, +volviéndose, le miró con mayor curiosidad aún. + +--Parece que la historia le toca á este señor de cerca... Tate... Hay +que ver lo que se habla... ¡Me caso! No se me quita el vicio de ser +parlanchín. + +Había amanecido del todo, disipándose la niebla; el sol doraba ya con +alegre reflejo las cimas de los árboles, las aguas de los manantialillos +que brincaban del monte á la carretera, los cristales de las casitas que +de trecho en trecho se asomaban curiosas con su cerca, sus dos manzanos, +su emparrado de vid, su _meda_ de centeno junto al hórreo. A aquella +hora, en que el calor no hostigaba todavía á jacos ni á viajeros, y la +tierra despertaba impregnada de rocío nocturno, y el sol se bebía la +ligera _brétema_, no molestaría ir en la berlina, á no ser por los +ronquidos del Arcipreste, más hondos y atronadores cada vez, por su +estorboso volumen, por las blasfemias del mayoral, por el olor +desagradable del forro del coche. La claridad diurna alumbraba las +facciones del viajero de los guantes, descubriendo en su barba corrida, +bien recortada y no muy recia, unos cuantos hilos de plata; en su +dentadura una mella; en sus sienes lo ralo del pelo; en sus mejillas, de +piel fina y coloración mate, la azul señal de algunos granos de pólvora +incrustados bajo el cutis. A un lado y á otro de la nariz, los quevedos +de acero que solía gastar le habían labrado una especie de surco, rojo ó +amoratado. Su mirada, intensa, dulce, miope, tenía esa concentración +propia de las personas muy inteligentes, bien avenidas con los libros, +inclinadas á la reflexión y aun al ensueño. + +El cacique, en guardia contra las preguntas que se le pudiesen dirigir, +esperaba; pero pasó un rato, y el viajero nada dijo: suspiró como quien +desahoga el pecho, y limpió con el pañuelo los quevedos, cerrándolos +cuidadosamente para no romperlos. Trampeta le atisbaba receloso. + +--¡Borrico de mi!--pensó.--Dice que conoce al marqués... Será su amigo, +y no querrá más chismes... Aunque, don Pedro Moscoso ¡qué ha de ser +amigo de ninguna persona tan así... tan decente! + +Ocupábase el viajero, después de bajarse con dificultad, en sacar de un +cestito de paja un frasco blanco, forrado también de paja hasta el +gollete, con reluciente tapadera de metal. + +--Gusta usted un trago de vermut?--dijo al cacique. + +--No señor... Se aprecia... Llevo anís estrellado y buen aguardiente, +que es lo mejor para el flato estando en ayunas... Pero ya maté el +gusano antes de salir... + +Bebió el enguantado por un vaso oblongo, recogió todo, y desabrochando +mal como pudo las correas de su manta de viaje, tomó de dentro un libro, +amarillo, con las hojas sin cortar. Abrió como unas veinte ó treinta +sirviéndose de un cortaplumas, mirando á Trampeta como en espera de que +terminaría la crónica chismográfica tan brillantemente comenzada. +Vacilaba y deseaba hablar. Se decidió por fin... + +--La hija del mayordomo...--articuló. + +Qué tentación tan fuerte para el cacique! Más fuerte que su virtud. Ya +no pudo contenerse. + +--Pues así que murió la señora, todo el mundo pensó que el marqués se +casaba con ella... porque la muchacha tenía un chiquillo, y al marqués +le había dado por tomarle un cariño atroz, de repente... así como á la +hija verdadera, la que tuvo de su señora, no le hacía apenas caso... Y +por cuanto salimos con que la moza apareció muy prendada y en tratos con +un tal Angel, el gaitero de Naya, un buen mozo también, y jurando y +perjurando que el chiquillo era hijo del gaitero dichoso... No hubo +fuerzas humanas que la disuadiesen: que me caso, que me caso, y va y se +casa con su querido, y el marqués, por no apartarse del chiquillo, los +deja seguir de criados en casa, al frente de la labranza... y le da +carrera al muchacho, y me lo trae hecho un señorito... Y unos dicen que +si esto, que si aquello, que si lo otro, que si lo de más allá... Las +lenguas, como usted me enseña, no hay quien las ate, eh? y usted, un +suponer, no va á ponerle un tapón en la boca á todos. + +Al llegar aquí Trampeta, el viajero frunció las cejas otra vez. Después +de dudar un instante, dijo reposada y cortésmente: + +--Con permiso de usted... + +Y tomando á sus pies, de entre el lío de la manta, un libro, se puso á +leer sosegadamente, aprovechando el paso de procesión con que la +diligencia subía ¡á la cumbre, á la cumbre! + +Túvose Trampeta por chasqueado. Los indicios de curiosidad é interés del +viajero prometían plática larga y tendida, de esas que de repente, en un +coche de línea, convierten en amigos íntimos á los dos indiferentes que +un cuarto de hora antes dormitaban hombro contra hombro. Y héteme aquí +que ahora el compañero se ponía á leer sin hacerle más caso. Echó una +mirada sesga al libro, por si algo rastreaba: nuevo desengaño. El libro +estaba en un idioma que Trampeta no conocía ni aun para servirlo. + +¿Hay hablador curioso que se resigne á no chistar, dejando en paz á los +que huyen de él refugiándose en un libro? Mil pretextos encontró +Trampeta para distraer á su vecino y llamarle la atención. Ya le +enseñaba un punto de vista, ya le nombraba un sitio, ya le bosquejaba en +pocas palabras y muchos guiños de inteligencia la historia del dueño de +alguna quinta. Fuese por cortesía ó porque le agradase, el enguantado +atendía gustoso. Cerraba el libro metiendo el dedo índice por entre dos +páginas para no perder la señal, y escuchaba, inclinando la cabeza, las +indicaciones topográficas y chismográficas del cacique. + +Habrían andado cosa de tres horas, y ya el sol, el polvo y los tábanos +comenzaban á crucificar á los viajeros, cuando Trampeta tiró +repentinamente de la manga al enguantado. + +--Á bajarse tocan--le advirtió muy solícito como quien presta un +servicio notable. + +--Decía usted?--exclamó el viajero sorprendido. + +--¿No va á la finca del marqués de las Cruces? Pues aquel es el soto. +Mayoral! Para, mayoraal! + +--No señor... Si no voy allí. + +--Ah! Pensé.... Ha de dispensar. + +La misma escena se repitió poco más adelante, en el empalme del camino +que conduce á la soberbia quinta del marqués de San Rafael. Trampeta +bien quisiera preguntar al enguantado--¿á dónde judas va entonces?--pero +con toda su petulante grosería de cacique mimado por personajes muy +conspicuos, dueño y señor feudal de un mediano trozo de territorio +gallego, y por contera y remate, mal criado y zafio desde sus años +juveniles, supo, á fuer de listo, notar en el semblante, modales y +trazas del viajero misterioso cierto _no sé qué_ sumamente difícil de +describir, combinación de firmeza, de resolución y de superioridad, que +sin violencia rechazaba la excesiva curiosidad dejándola burlada. + + + + +VI + + +Uno de los deleites más sibaríticos para el feroz egoísmo humano, es +ver--desde una pradería fresca, toda empapada en agua, toda salpicada de +amarillos ranunclos y delicadas gramíneas, á la sombra de un grupo de +álamos y un seto de mimbrales, regalado el oído con el suave murmurio +del cañaveral, el argentino cántico del riachuelo y las piadas ternezas +que se cruzan entre jilgueros, pardales y mirlos,--cómo vence la cuesta +de la carretera próxima, á paso de tortuga, el armatoste de la +diligencia. Hace el pensamiento un paralelo (fuente de epicúreos goces, +sazonados por el espectáculo del martirio ajeno), entre aquella +fastidiosa angostura y esta dulce libertad, aquellos malos olores y +estas auras embalsamadas, aquel ambiente irrespirable y esta atmósfera +clara y vibrante de átomos de sol, aquel impertinente contacto forzoso y +esta soledad amable y reparadora, aquel desapacible estrépito de ruedas +y cristales y estos gorjeos de aves y manso ruido de viento, y por +último, aquel riesgo próximo y esta seguridad deliciosa en el seno de +una naturaleza amiga, risueña y penetrada de bondad. + +No todos razonan y analizan esta impresión con lucidez; pero apenas hay +quien no la sienta y saboree. Bien la definía y paladeaba el médico de +Cebre, Máximo Juncal, entretenido en _echar_ un cigarro, tumbado boca +arriba en un pradillo de los más amenos que puede soñar la imaginación. +El médico vestía tuina de dril y calzaba zapatos de becerro; ni cuello +ni corbata tenía; su camisa de dormir, desabotonada, no tapaba unas +clavículas duras y salientes como pechuga de gallo viejo ya desplumado; +en sus manos afianzaba el último número de _El Motín_, donde acababa de +leer las picardigüelas de un _curiana_ allá en Navalcarnero enviadas al +periódico por un corresponsal rígidamente virtuoso, que escribía «lleno +de indignación.» + +Desde que por la carretera, bastante más elevada que el prado, vió +Juncal asomar la nube de polvo que anuncia la proximidad de un coche de +línea, interrumpió la para él sabrosísima lectura de los sueltos +clerófobos, y alzando la cabeza, entre chupada y chupada, púsose á +considerar atentamente las trazas del gran mamotreto. Oyó el repiqueteo +de los cascabeles y campanillas, tan regocijado cuando el tiro trota, +como melancólico cuando va á paso de caracol. Vió luego aparecer el +macho delantero, y á sus lomos el flaco zagal, vestido de lienzo azul, +con gorra de pelo encasquetada hasta la nuca, aletargado completamente +bajo la influencia de un sol de brasa. Manteníase sin caer del caballo +merced á un milagro de equilibrio y á la costumbre de andar así, pero +lo cierto es que dormía. Dormía también el mayoral; sólo que ese ya +roncaba cínicamente, espatarrado en el pescante, con la bota casi +desangrada bajo el sobaco, el mango de la tralla escurriéndosele de la +mano, los carrillos echando lumbre y colgándole de los labios un hilo de +baba vinosa. Y dormitarían los caballos del tiro, si se lo permitiesen +los encarnizados y fieros tábanos y las pelmas de las moscas, +infatigables en lancetarles la piel. Los infelices jacos se estremecían, +coceaban, sacudían las orejas con frenesí, se mosqueaban con el rabo, y +solían arrancar al trote, creyendo huir de la tortura. + +--Bueno va--pensó en alto el médico, riéndose sin pizca de +compasión.--El tiro campa por su respeto. Y apenas va cargado el coche! +No entiendo cómo no vuelca todos los días. + +En efecto, desde lejos era el aspecto de la diligencia sumamente +alarmante. La base de la caja parecía angostísima en relación con la +cúspide, que la formaba una inmensa vaca ó imperial agobiada con +cuádruple peso del que razonablemente admitía. Por todas partes emergían +de la polvorienta cubierta enormes baúles, cajones descomunales, fardos +de colchones, grupos de sillas, pues la mujer del empleado trasladaba su +ajuar enterito. Del cupé, que también iba atestado de gente, sobresalían +cestos con gallinas, y más líos, y más rebujos, y más maletas, y otra +tanda de cajones. No se comprendía, al ver la penosa oscilación de la +desproporcionada cabeza del carruaje sobre las endebles ruedas, que ya +no se hubiese roto un eje, ó que la mole no se rindiese á su propia +pesadumbre. Algo que entrevió Juncal al través de los cristales de la +berlina, completó su malicioso regocijo. + +--Y para más, dentro va el Arcipreste de Loiro! Diez ó doce arrobas de +suplemento. Lo que es hoy..... + +Al pensar esto el médico, llegaba el tiro á la revuelta de un +puentecillo tendido sobre un riachuelo de mezquino caudal--el mismo que +corriendo entre mimbrales y alisos regaba la pradería.--Era la revuelta +asaz rápida; el tiro, entregado á su propio impulso, la tomó muy en +corto. Juncal se incorporó, soltando un terno. No tuvo tiempo á más, +porque en un santiamén, sin saberse cómo, toda la balumba de coche y +caballos se revolvió, se enredó, se hizo un ovillo, y al sentir el peso +del carruaje, que se inclinaba con crujido espantoso, encrespáronse los +caballos, relinchando de ira y susto, irguióse la lanza por cima del +pretil del puente, y el macho delantero, con el zagal encima, y tras él +un caballo de cortas, salieron despedidos con ímpetu, haciendo _plaf!_ +en mitad del riachuelo, lo mismo que ranas. Avínole bien á la +diligencia, que la misma fuerza del empuje rompió cuerdas y tirantes, +impidiéndole precipitarse con el resto del tiro desde una altura no +extraordinaria, pero suficiente para hacerla añicos. Su peso descomunal +la sujetó, volcada al borde del puente y recostada en él. + +Dicen personas expertas en esta clase de lances, que ni los testigos +oculares, ni las víctimas, son capaces de referir puntualmente las +peripecias que se suceden en un abrir y cerrar de ojos, ni menos +recordar de qué manera, guiado por el instinto de conservación, se pone +en salvo cada quisque. + +Yacía tumbado el coche; el mayoral había despertado rodando del pescante +al suelo y abriéndose la cabeza, y sin duda por la descalabradura se le +refrescó y disipó la mona, pues ágil ya y despabilado, se emperraba en +aquietar y desenredar el tiro, metiéndose entre las bestias con +intrepidez salvaje, lidiando cuerpo á cuerpo, á coces y puñadas, con +mulas y machos, sin diferenciarse de ellos más que en las espantosas +blasfemias que escupía. En ventanillas y portezuelas fueron asomando +cabezas, brazos, hombros, hasta pies, pugnando por romper su cautiverio. +Surgieron dos estudiantes, tiraron por la moza, y la sacaron arrastro; y +como se empeñase en recoger sus quesos, vociferaron y la desviaron á +empellones. La empleada salió pálida como la cera, apretando +silenciosamente al niño que lloraba sin consuelo; luego el notario, +echando venablos; y por la portezuela de la berlina, poco menos amarillo +que la empleada, saltó Trampeta con una mano sangrando de la cortadura +de un cristal. Los del cupé, gente aldeana, descendían aturdidos de +sorpresa. En el mismo instante llegaba Juncal, á todo correr, al pie de +la diligencia volcada. + +--¿Qué es eso, hombre? ¿qué es eso?--preguntó á Trampeta. + +--Ya lo ve, Máximo... Hoy nacimos todos...--respondió el cacique sin +poder hablar del susto.--Míreme aquí, hom, si tengo cortada la vena... + +--Qué vena ni qué caracoles... Acudir á los que quedan dentro, hombre... +¿Queda alguien? A ver... + +Con ayuda de los estudiantes, tenía ya el mayoral casi apaciguado el +tiro, y sólo le faltaba reducir á una mula que, habiéndose cogido la +cabeza entre dos correas, á fuerza de patear se empeñaba en ahorcarse. +El médico miró hacia el fondo de la berlina. Salía de allí un ahogado y +entrecortado ronquido, tan hondo como el registro más grave de un +órgano; y el médico vió á un viajero de buenas trazas metido en la ardua +faena de mover la masa gigante del señor Arcipreste, y empujarla hacia +la portezuela. Momentos antes Máximo Juncal se sentía animado de los más +siniestros propósitos contra la Iglesia en general y el clero diocesano +en particular; pero la vista del lastimoso cuadro le ablandó las +entrañas, que más que dañadas tenía curtidas por la hiel de un +temperamento bilioso, y sin hacer caso de la herida de Trampeta, que +éste liaba con el pañuelo, acudió en auxilio del viajero enguantado, á +quien veía de espaldas, llamando al notario para refuerzo. + +--Empújelo usted hacia acá... Yo tiraré por la pierna... ¡Eh! señor +escriba, aguante usted aquí... coja este pie... así... quietos... ya +pasó un muslo... ¡Arráncate nabo! Ey... que me hundo, que me hundo! +¡Apuntáleme, escriba de los demonios! + +Salió en vilo, sostenida por los puños de Juncal y los fuertes brazos +del notario, la mole del desventurado Arcipreste, que dormido durante la +catástrofe, no comprendía lo que pasaba, y se veía con sus compañeros de +viaje encima, y una astilla de la destrozada caja hincándosele en un +costado. Tal fué su estupor, que se le cortó el habla, y sólo exhalaba +sordos ronquidos de agonía. Apareció hecho una lástima, con el rostro +amoratado y congestionado, en desorden los venerables cabellos blancos, +la cabeza y manos no ya temblonas, sino perláticas, y el balandrán roto. +Juncal torció el gesto, y falló para sí: + +--A sus años, esto echa á un hombre á la sepultura. + +El caritativo viajero salió á su vez; tiempo era ya. De la brega tenía +destrozados los guantes y descompuesto el traje; con los esfuerzos, se +le había coloreado la tez y animado el rostro, quitándole, como suele +decirse, diez años de encima, ó mejor dicho revelando su verdadera edad, +más alrededor de los treinta y pico que de los cuarenta. Aproximósele +Juncal muy solícito, y al fijar los ojos en él, se echó atrás admirado. + +--Usted dispense...--pronunció.--¡Soy capaz de aventurar algo bueno á +que es usted de la familia de la difunta señora de Ulloa, doña Marcelina +Pardo! + +El viajero se sorprendió también. + +--Su hermano para servir á usted--contestó.--¿Tanto me parezco? + +--Facción por facción, no señor: pero el aire, es una cosa, como dicen +aquí, escupida... Con que es usted... + +--Gabriel Pardo de la Lage, para lo que usted guste mandar. No cree +usted que ahora convendría... + +--Lo que conviene es que todos los pasajeros se vengan á Cebre, y allí +se curarán los heridos, y los asustados tomarán un trago y un bocado +para tranquilizarse... Al mayoral y al zagal les mandaremos gente que +ayude á enderezar el coche, y á llevar los caballos á la cuadra, que +falta les hace también... A bien que en Cebre ya de todas las maneras +tenían que mudar tiro... Hay herrero que empalme la lanza rota, y +carpintero que eche un remiendo á la caja... El coche no ha sufrido +grandes desperfectos... Fue más el ruido que las nueces... El que tenga +que curar algo, á mi casa enseguidita... ¿Usted ha salido ileso, señor +de Pardo? + +--Noto un dolor en este codo... Alguna rozadura. + +--Veremos... Usted no se va á la posada, que se viene á mi choza... +Espero en Dios que podrá usted seguir el viaje. + +--Mi propósito era bajarme en Cebre. Y en efecto me he bajado, sólo más +aprisa de lo que pensé. + +Sonrióse al decir esto, y Juncal le encontró «templado» y simpático. La +caravana se puso en marcha: los estudiantes, de los cuales sólo uno +tenía un chichón en la frente, iban locuaces y jaraneros, metiendo á +barato el percance; la moza, antecogiendo su cestilla de quesos, que al +fin había logrado rescatar; la mujer del empleado cargada con su rorro, +que se abría á puros llantos, sin que la madre le diese más consuelo que +decirle--calla que se lo hemos de contar á papá... á papaíto,--Trampeta +con la mano liada, seguro ya de no desangrarse y nuevamente cebada la +curiosidad al saber que el enguantado viajero era el propio cuñado del +marqués de Ulloa; el notario de Cebre, tan arrimadito á la moza chata, +como la moza á sus quesos; y el Arcipreste, cogido del brazo de Juncal, +flaqueándole las piernas, temblándole el cuerpo todo, gimiendo y +resoplando. + + + + +VII + + +Los que no tenían casa ni amigos en Cebre, hubieron de dar con sus +molidos cuerpos en el mesón que allí toma nombre de fonda; el Arcipreste +fué á pedir hospitalidad á su correligionario el cacique Barbacana; y al +viajero de los guantes, ó sea don Gabriel Pardo, se lo llevó consigo el +médico, sin permitir que se cobijase bajo otro techo sino el suyo, +porque desde el primer instante le había _entrado_ el cuñado del +marqués,--y cuenta que no simpatizaba fácilmente con las personas el +bueno de Juncal. + +Agasajó á su huésped lo mejor que pudo y supo, diciéndole á cada rato +que su _señora_ estaba ausente, pero volvería dentro de un ratito, y +entonces se sentarían á _hacer penitencia_. A pesar de las ideas +avanzadísimas de Juncal, que con la revolución se habían acentuado aún +más en sentido anticlerical y biliosamente demagógico, guardóse bien de +informar á don Gabriel de que la susodicha _señora_ (nombre con que se +llenaba la boca), había sido una panadera de las famosas del pueblo de +Cebre: cierto que la de más almidonadas enaguas, limpias medias, +rollizos mofletes y alegres y _churrusqueiros_ ojos que tenía el país. +Por sus muchos pecados, tropezó Juncal en aquel dulce escollo desde su +llegada á Cebre, y al fin, después de unos cuantos años de +enharinamiento ilícito, un día se fué, como el resto de los mortales, á +pedir al párroco la sanción de lo comenzado sin su venia. Y justo es +añadir que á su mujer, tan jovial y sencilla ahora como antes, se le +daba un ardite de la posición social, y solía decir á menudo:--Cuando +yo llevaba el pan á casa de don Fulano, ó de don Zutano...--Hasta por un +resto de afición á las cosas del oficio, había persuadido á su esposo á +que adquiriese y explotase un molino, poco distante del prado en que el +médico presenció el vuelco de la diligencia. Mientras el marido leía ó +descansaba, la buena de _Catuxa_, que así llamaba todo Cebre á la señora +de don Máximo, era dichosa ayudando al molinero á cobrar las maquilas, +midiendo el grano, regateando la molienda á sus antiguas colegas, +charlando con ellas á pretexto del negocio, y viviendo perpetuamente en +la atmósfera de fino polvillo vegetal á que sus poros estaban hechos. + +Envuelta venía aún en flor de harina cuando entró en la salita donde la +esperaban Máximo y Gabriel; traía los brazos remangados y el pelo gris +como si se lo hubiesen recorrido con la borla impregnada, de polvos de +arroz, lo cual hacía más brillantes sus ojos, más límpido el sano carmín +de sus trigueñas mejillas. Saludó sin cortedad, con expansiva lisura, y +don Gabriel por su parte empezó á tratarla con tan reverente cortesía +como á la más encopetada ricahembra; pero en breve comprendió que la +complacería mudando de tono, y hablóle con llaneza festiva, sin +renunciar por eso á mostrarse deferente y cortés. Ambos matices los notó +Juncal, que no tenía pelo de tonto, y creció su inclinación hacia el +viajero, que le parecía ahora tan discreto como caritativo antes. + +Comieron en una ancha sala con pocos muebles: Catuxa cerró casi del todo +las maderas de las ventanas, por las cuales se colaba una delgada cinta +de luz, y ofreció á cada convidado una rama de nogal con mucho follaje, +para que mientras comían no se descuidasen en espantar las moscas. No +hizo ascos á la comida don Gabriel, y alabó como se merecían algunos +platos muy gustosos, los pollitos tiernos aderezados con guisantes, las +sutiles mantequillas trabajadas en figura de espantable culebrón, con +ojos de azabache y una flor de borraja hincada de trecho en trecho en +el escamoso lomo. Tales primores gastronómicos revelaron á don Gabriel +que la señora de Juncal trataba bien á su marido y le hacía grata la +vida: así era en efecto, moral y físicamente, y por humillante que +parezca esta confusión de fuerzas tan distintas, el genio apacible y las +mantequillas suaves de Catuxa influían á partes iguales en sosegar la +bilis del médico. + +Mientras duró el festín, Juncal y su huésped hablaron mucho del lance +del vuelco, del escándalo de que menudeasen tanto, de que en no multando +á las empresas, éstas hacían su gusto, riéndose de quejas de viajeros y +piernas rotas. Informóse don Gabriel de los antecedentes de su curioso +compañero de viaje, y al referirle Juncal algunas de sus caciquescas +hazañas, se rió recordando la indignación con que Trampeta condenaba en +Barbacana otras muy parecidas. A los postres, notó el médico que su +huésped parecía molestado, aunque haciendo esfuerzos para disimularlo. + +--¿Usted no se encuentra bien? + +--No es nada... Parece como si este brazo se me hubiese resentido un +poco; me cuesta trabajo moverlo. No se apure usted ahora... Cuando nos +levantemos de la mesa tendrá la bondad de reconocérmelo, á ver qué ha +sido. + +Quería Juncal verificarlo al punto, mas el huésped afirmó que no valía +la pena de darse prisa, y el médico en persona preparó el café con una +maquinilla de espíritu de vino, mientras Catuxa subía de la bodega una +botella de ron muy añejo, guarnecida de telarañas. Tal regalo fué, como +suele decirse, pedir el goloso para el deseoso; porque si bien don +Gabriel no se negó á gustar el rancio néctar, el caso es que Juncal le +hizo la razón con tanta eficacia, que se bebió de él casi la mitad. +Siempre había sido Juncal, aun en tiempos en que no se le caía de la +boca la higiene, grande amigo del licor de la Jamaica; pero, desde que +se unió en santo vínculo á Catuxa, la ignorante panadera le obligó á +practicar lo que predicaba, cerrando bajo siete llaves el ron y +dándoselo por alquitara, ó en ocasiones muy singulares, como la +presente. + +Alzados los manteles, retiráronse Juncal y don Gabriel al despacho del +primero, donde había estantes de libros profesionales, una cabeza +desollada y asquerosísima, con un ojo cerrado y otro abierto, que +representaba el _sistema venoso_, estuches y carteras de lancetas y +bisturíes, y no pocos números del _Motín_ y _Las Dominicales_ rodando +por sillas, pupitre y suelo. Despojóse don Gabriel de su americana de +paño gris á cuadros; desabrochó el gemelo de su camisa y la levantó para +mostrar el brazo lastimado. Lo palpó Juncal, se lo hizo mover, y observó +concienzudamente, por las manifestaciones del dolor, de qué índole y en +qué punto residía la lesión. Dos ó tres veces notó en el semblante del +viajero indicios de que reprimía un _¡Ay!_ Con seriedad é interés le +dijo: + +--No repare usted en quejarse... Estamos á saber qué le duele, y cuánto +y cómo. + +--Si he de ser franco--respondió sonriendo don Gabriel--me escuece unas +miajas. Se conoce que al tratar de mover á aquel buen señor de +Arcipreste, todo el peso de su cuerpo y del mío juntos cargó sobre este +brazo, que hacía fuerza en la delantera de la berlina... Será una +dislocación del hueso. + +--No señor; creo que no tiene usted nada más que un tendón relajado, +aunque el pronóstico de esta clase de lesiones es muy aventurado +siempre, y se lleva uno cada chasco, que da la hora. Si usted fuese un +labriego... + +--¿Qué sucedería? + +--Se lo voy á decir á usted con toda franqueza, por lo mismo que estoy +hablando con una persona que me parece altamente ilustrada.... + +--Por Dios... + +--No, no, mire usted que tengo buena nariz, y ciertas cosas se conocen +en el olor. Pues lo que haría si usted fuese uno de esos que andan +arando, sería llamar á un _atador_ ó _algebrista_, de los infinitos que +hay por aquí.... + +--Curanderos? + +--Componedores; son al curandero lo que al médico el cirujano operador. +Justamente aquí cerca tenemos uno, el más famoso diez leguas en +contorno, que hace milagros. Cuando yo llegué de la Universidad, llegué +lleno de fantasía, y me enfadaba si me decían que los algebristas pueden +reducir una fractura sin dejar cojo ó manco al paciente; después me fuí +convenciendo de que la naturaleza, así como es madre, es maestra del +hombre, y que el instinto y la práctica obran maravillas.... Con cuatro +emplastos y cocimientos, y sobre todo con la destreza manual, que esa +raya en admirable... + +Decía todo esto Juncal mientras aplicaba compresas empapadas en árnica y +vendaba el brazo de don Gabriel. + +--Creo--respondió el paciente--que usted habla así por lo mismo que +domina su arte y no teme competencias. No todos los médicos pensarán +como usted en ese punto... + +--Pensar, tal vez, pero no quieren confesarlo; hasta los hay que +persiguen de muerte á los algebristas. Los más encarnizados aún no son +los médicos, sino los veterinarios,--porque los atadores curan +indistintamente á hombres y animales, no reconociendo esta división +artificial creada por nuestro orgullo. Eh? + +El médico miró á don Gabriel como reclamando su aquiescencia á este +rasgo de osadía científica. Don Gabriel sonrió. Se había terminado la +cura, y bajaba la manga para vestirse otra vez. + +--Y decir--murmuraba el médico ayudándole á pasar un brazo por una +manga--que se ha llevado usted ese barquinazo por meterse á redentor de +un hipopótamo de cura,..... de un parroquidermo! Suerte tuvo en dar con +usted. Yo lo dejo allí en escabeche para toda su vida. + +Esto lo insinuaba Juncal con la secreta esperanza de provocar al viajero +á espontanearse en política, para saber cómo pensaba y tener el gusto +de discutir; pero se llevó chasco, pues don Gabriel no se dió por +aludido, contentándose con hacer un leve ademán, que podía +significar:--Usted y cualquiera persona regular obraría como yo. + +--Ahora--ordenó Máximo--procure usted no hacer con ese brazo movimiento +alguno, pues estas lesiones las cura la paciencia. Quietud y más +quietud. + +--¡Qué diablura!--exclamó don Gabriel incorporándose.--El caso es que +para montar á caballo, tendré sin remedio que usar de él... Porque es el +izquierdo. + +--Bah! Las caballerías de aquí, lo mismo se rigen con la derecha que con +la zurda. Mejor dicho, con ninguna de las dos. Ellas hacen lo que les da +la real gana, y salen disparadas así que ven una hembra, y muerden, y +bailan el walse, y otros excesos.... ¿A dónde quería usted ir? Si no es +indiscreción. + +--De ninguna manera. Tengo que ir á la rectoral de Ulloa, y después á +los Pazos, á casa de... mi cuñado. + +En el rostro del médico se pintó un segundo la irresolución, el temor de +_sobrar_ ó _faltar_ que tanto acucia á los que llevan mucho tiempo de +vida campestre, sin trato que pueda llamarse social. Al fin se +determinó, y dijo con cordialidad suma: + +--Don Gabriel, no me creerá tal vez, pero desde que le ví me ha +inspirado simpatía... vamos, yo soy así; soy muy raro; hay gentes que no +me llenan nunca, y usted me llenó incontinenti... Estoy con usted ya +como si le hubiese tratado toda la vida... No le pondero... Soy franco, +y lo que ofrezco lo ofrezco de corazón... Hoy es muy tarde ya para ir á +donde usted quiera; ni tampoco conviene que mueva el brazo, al menos en +las primeras veinticuatro horas. Ya que está en mi pobre choza, tenga la +dignación de quedarse en ella. Sábanas lavadas y cena limpia, no le han +de faltar. Mañana por la fresca, después que descanse, le doy mi +yegüecita, que la gobernará con la punta de un dedo, cojo otra hacanea, +y le acompaño hasta la rectoral de Ulloa... ó hasta el cabo del mundo, +si se precisa! + +No era don Gabriel hombre capaz de contestar con mil y tantos +cumplimientos á una improvisación semejante. Tomó la diestra del médico, +la apretó, y dijo con sencillez afectuosa: + +--Aquí me quedo, amigo Juncal... Y crea usted que doy por bien empleado +el percance. + +Sintió Juncal que se ponía colorado de placer... Para disimular la +emoción, echó á correr hacia la puerta, gritando: + +--Catalina.... Catalina!... Esposa.... Catalina! + +Presentóse la lozana panadera, de mandil blanco lo mismo que en sus +buenos tiempos, con el pelo alborotado y una sonrisa complaciente en su +bermeja y apetecible boca. + +--Prepararás la cama en el cuarto del armario grande... Don Gabriel nos +hace el favor de se quedar esta noche. + +La sonrisa del ama de casa fué al oirlo más alegre todavía; sus ojos +chispearon, y pronunció con el acento gutural y cantarín de las +muchachas de Cebre: + +--De hoy en un año vuelva á quedarse, señor, y que sea con salú. + +--_Tray_ un pañuelo de seda, mujer...--murmuró su esposo.--Hay que +hacerle un sostén para el brazo malo. + +Con prontitud y no sin gracia se quitó _Catuxa_ el que llevaba á la +garganta, que era carmesí con lista negra, y ella misma lo ató al cuello +del forastero, diciendo mimosamente, con suavidad del todo galiciana: + +--¿Queda así á _gustiño_, señor? + +Don Gabriel agradeció sonriendo. El diminutivo, el calor de la seda que +había estado en contacto con la piel de la arrogante moza, le produjeron +el efecto de una caricia del país natal, á donde volvía por vez primera +después de una ausencia muy prolongada. + + + + +VIII + + +El cuarto que dió Juncal á su huésped era en la planta baja, cerca del +comedor, y tenía puertecilla de salida á una especie de patio ó corral, +donde por el día escarbaba media docena de gallinas á la sombra de un +emparrado. Don Gabriel, al retirarse después de una cena no menos +regalada que la comida, sintió deseo de respirar el aire fresco de la +noche; apagó la vela, y alzando el pestillo se encontró en el corral. +Sentóse en el banco de piedra entoldado por la parra, y encendiendo un +papelito y recostándose en la pared, tibia aún del sol de todo el día, +empezó á mirar á la oscuridad. La cual era completa, intensísima, sin +que la disipase estrella alguna; una de esas noches como boca de lobo, +en que le parece á uno más infinito el espacio, más alto é inaccesible +el cielo, y la tierra menos real, pues al perder sus apariencias +sensibles, sus variadísimas formas y colores, diríase que se funde y +desvanece, sin que en ella quede existente más que nuestra imaginación +soñadora. + +En aquellas remotas y negras profundidades nada vió al pronto don +Gabriel, pero al poco rato, fuese merced á los generosos espíritus del +añejo ron de Juncal, ó á que era para don Gabriel uno de esos momentos +en que hace crisis la vida del hombre, y éste se da cuenta exacta de que +entra en un camino nuevo y el porvenir va á ser muy diferente del +pasado, comenzó á alzarse del oscuro telón de fondo una especie de +niebla mental, una nube confusa, blanquecina primero, rojiza después, y +en ella se delinearon y perfilaron cada vez con mayor claridad escenas +de su existencia. + +Primero se vió niño, en un gran caserón de un pueblo triste, pero no en +brazos de su madre, pues no recordaba haberla conocido jamás, sino en +los de otra niña casi tan chica como él. Aquella niña era pálida; tenía +los ojos grandes y negros, y algo bizcos; solía estar malucha; pero, +sana ó enferma, no se apartaba una línea de él. Acordábase de que le +llamaba _mamita_, y la hacía rabiar y desquerer con sus travesuras. Un +recuerdo sobre todo estaba fijo en su mente. Además de la niña pálida, +vivían en el caserón otras niñas sonrosadas, enredadoras y alegres, que +le trataban con menos blandura, y aun le cascaban las liendres con el +menor pretexto. Un día--podría tener entonces Gabriel cinco años,--se le +había ocurrido entrar en el cuarto de la mayor de sus hermanas, Rita, la +cual poseía un canario domesticado que cantaba á maravilla y á quien +llamaban _el músico_. Gabriel se moría por el canario, y soñaba siempre +con imitar á Rita: sacarlo de la jaula, montarlo en el dedo, darle +azúcar, y que se pusiese á redoblar y trinar allí. ¡Era tan gracioso +cuando meneaba la cabecita á derecha é izquierda, cuando se sacudía +erizando las plumas de oro! Para lograr su deseo, aprovechaba la ocasión +de un domingo por la mañana: todo el mundo estaba en misa: momento +decisivo y supremo. Escurríase al cuarto de su hermana, y divisaba la +jaulita de alambre azul balanceándose ante la vidriera, con su hoja de +lechuga entre los hierros, y el pájaro que saltaba de la varilla +central, descendía al comedero á triturar un grano de alpiste, y vuelta +á la varilla. Contempló ansiosamente el lindo avechucho. ¿Cómo llegarle? +Ocurriósele una idea luminosa. Poner una silla sobre la cómoda de su +hermana. Mi dicho, mi hecho. Colocarla más ó menos trabajosamente, +trepar, encaramarse, echar mano al garfio que sujetaba la jaula, todo se +hizo en un verbo. Sólo que la silla, mal afianzada no conservó el +equilibrio al inclinarse Gabriel, y ¡oh dolor! cuando ya tenía en sus +manos el deseado _músico_, pataplín! se fué de cabeza al suelo, jaula +en mano, desde una regular altura. Recibió el golpe en la frente, y +quedóse breves momentos aturdido. Al recobrar los espíritus se encontró +con que tenía asida la jaula por la argolla... La jaula sí: pero el +músico? Gabriel miró hacia todas partes, y al pronto nada vió, ó por +mejor decir, vió algo que le paralizó de terror: en una esquina, el +gatazo de la casa, tendido en postura de esfinje que acecha, contemplaba +inmóvil un punto de la estancia... Gabriel siguió la dirección de +aquellas pupilas de esmeralda, y divisó al músico, todo anhelante aún +del golpe y del susto, hecho un ovillo entre los pliegues del cortinaje +que cubría la vidriera.... El niño perdió completamente la sangre fría, +y loco de miedo, púsose á hacer lo más conveniente para el gato: sacudir +la cortina y espantar al pajarillo. El aturdido músico revoloteó un +momento, dió contra los cristales de la ventana, y dolorido y exánime, +vino á caer sobre la almohada de la cama de Rita.... Horror!.... el +gato en acecho pega un brinco de tigre.... ¡Adiós, musica! + +Gabriel, como Caín después de matar á su hermano, había corrido á +esconderse al cuarto más oscuro de la casa, en que se guardaban baúles y +trastos, y donde no tardó en descubrirle Rita al volver de misa y +encontrarse con la jaula por tierra y algunas plumas amarillas, +espeluznadas y sanguinolentas, revoloteando sobre su lecho...--Pícaro, +infame! te he de desollar vivo, muñeco del demonio! te he de estirar las +orejas hasta que sangren!--Los oídos de Gabriel apenas pudieron recoger +el sonido de estas ternezas, porque al mismo tiempo diez deditos recios +y furiosos le tiraban con cuanta fuerza tenían de las orejas... Y luego +pasaban á los carrillos, escribiendo allí los mandamientos, y después +bajaban á parte que es ocioso nombrar, y se daban gusto con la mejor +mano de azotaina que recuerdan los siglos; y en pos las uñas, por no +quedar desairadas, se ejercitaron en pellizcar y retorcer la carne, ya +hecha una amapola, hasta acardenalarla de veras, y en seguida, sin +darle al culpable tiempo ni á gritar, le asieron de las muñecas, le +llevaron arrastrando al desván, le metieron allí, echaron la llave... Al +punto mismo se oyó en la puerta el altercado de dos vocecillas, y en pos +la brega de dos cuerpos... Giró la llave otra vez, y la _mamita_ pálida, +la hermana protectora, entró anhelante, desgreñada y victoriosa, cogió +en brazos á su niño, lo arrebató á su cuarto, lo curó, lo calmó, se lo +comió á besos y á caricias.... + +¡Qué ojeriza le profesó desde aquel día Gabriel á la hermana mayor! +¡Cómo se acostumbró á envolverse en las faldas de la pequeña, hasta que +fué adquiriendo su autonomía al desarrollársele el vigor masculino, con +el cual, á los diez ó doce años podía más él solo que lo que llamaba +despreciativamente el gallinero de sus hermanas! + +Se veía concurriendo al Instituto de segunda enseñanza, aprendiéndose +por la noche de malísima gana la conferencia que había de dar al día +siguiente, y merced á la fuerza y precisión con que se nos presentan +ciertos recuerdos, en la negra inmensidad nocturna veía destacarse, como +en el cristal de un claro espejo, al estudiantino inclinado sobre el +libro enfadoso, dando tormento con nerviosa mano á los mechones de pelo +que le caían sobre la frente, ó pintando soldados con fusil al hombro y +barcos y todo género de monigotes sobre el margen de las páginas, +mientras torturaba la memoria para incrustar en ella por ejemplo, los +_pretéritos_ y _supinos de la segunda conjugación, moneo, mones, monere, +monui, mónitum, avisar_... que los compañeros de clase se apuntaban unos +á otros de esta manera: _mono, mona, monitos, monitas, micos_... Al +recordar semejantes puerilidades, se sonreía don Gabriel... ¡Cuántas +veces recordaba haberse levantado y llamado á su hermana! + +--Nucha, tómame la lección, que me parece que ya la sé. + +Luego una impresión imborrable: la marcha de Santiago, el ingreso en el +colegio de artillería de Segovia, los días terribles de la _novatada_, +la sujeción al _galonista_, el llanto de furor reconcentrado que le +abrasó las pupilas cuando por primera vez tuvo que limpiarle y +embetunarle las botas... Y siempre el recuerdo de su hermana, para la +cual, más bien que para su padre, se hizo fotografiar apenas vistió, +radiante de orgullo y alegría, el uniforme del cuerpo, y de la cual +hablaba á sus primeros amigos de colegio con tal insistencia y +exageración, que alguno de ellos, sin conocerla, se puso á escribirle +cartitas amorosas que leía á Gabriel... Luego, la confusión abrumadora +de los primeros estudios serios, de las matemáticas sublimes, de tanta +abstrusidad como tenían que meterse en la divina chola para los +exámenes... Ahora que Gabriel reflexionaba acerca de tales estudios y +mentalmente pasaba lista á sus compañeros de academia, maravillábase +pensando que de aquella hueste nutrida desde sus tiernos años con tanta +trigonometría rectilínea, tanta álgebra y tanta geometría del espacio, +no había salido ningún portentoso geómetra, ningún autor de obras +profundas y serias, ni siquiera ningún estratégico consumado, y al +contrario, por regla general, apenas se encontraba compañero suyo que al +terminar la carrera se distinguiese por algún concepto, ó rebasase del +nivel de las inteligencias medianas... Mucho caviló sobre el caso don +Gabriel, y vino á dar en que la balumba algebraica, el cálculo, las +geometrías y trigonometrías se las aprendían los más de memoria y +carretilla, á fuerza de machacar, para vomitarlas de corrido en los +exámenes; que los alumnos salían á la pizarra como sale el +prestidigitador al tablado, á hacer un juego de cubiletes en que no toma +parte el entendimiento; y que esta material gimnasia de la memoria sin +el desarrollo armonioso y correlativo de la razón, antes que provechosa +era funesta, matando en germen las facultades naturales y apabullando la +masa encefálica que venía á quedarse como un higo paso. Todo esto se le +había ocurrido á _posteriori_. En el colegio estaba lleno su corazón de +esa buena fe absoluta de los primeros años de la vida, y ni soñaba en +discutir las opiniones admitidas y las fórmulas consagradas: creía +cuanto creían sus compañeros, viviendo persuadido como ellos de que +ciertos profesores eran pozos de ciencia, aunque no se les conocía lo +bastante, por encontrarse un tantico _guillados_ del abuso de las +matemáticas... Con el pundonor innato que le obligaba en Santiago á +repasar de noche la lección, Gabriel se aplicó á aprender todas aquellas +diabluras del programa, y como su inteligencia era sensible y fresca su +retentiva, adelantó, adelantó... Recordaba, no sin cierta lástima de sí +mismo, que había hecho unos estudios brillantes. Le alabaron los +profesores, despertósele la emulación, no perdió curso... + +Sólo hubo una temporada, poco antes de salir á teniente, en que atrasó +bastante, poniéndose á dos dedos de ser _perdigón_. Fué al recibir la +noticia de la muerte de su mamita, su hermana Nucha... Se la escribió su +padre en persona, cosa que no ocurría sino en las ocasiones solemnes, +pues el hidalgo de la Lage no se preciaba mucho de pendolista. Gabriel +recordaba que en el primer momento sólo había sentido un asombro muy +grande al ver que semejante desgracia no le producía más efecto. Con la +carta abierta en la mano, miraba en torno suyo, pasando revista á todos +los muebles del gran dormitorio artesonado, contando los hierros de las +camas. Hasta recordaba haber acabado de abrocharse los botones de la +levita de uniforme, faena interrumpida cuando llegó la carta fatal. +Luego, de repente, daba dos ó tres pasos vacilantes, sepultaba el rostro +en la almohada de su lecho, y empezaba á llorar á gotitas menudas, +rápidas, que se le metían entre el naciente bigote y de allí se le +colaban á los labios, con un sabor tan amargo! + +¡Su pobre _mamita_! ¡Con qué vanidad le había él enviado su retrato; con +qué orgullo había comprado, de sus economías, una sortija de oro para +regalársela en su boda! ¡Qué admiración gozosa, unida á unos asomos de +infantiles celos, había sentido al saber que su hermana tenía una +chiquilla... ¡Monada como ella! ¡Una chiquilla! Y ahora... fría, +callada, apagados aquellos dulces y vagos ojos, metida en un ataúd, +muerta, muerta, muerta! + +Bien seguro estaba de no haber querido probar bocado en dos días, ¡Cómo +le mortificaban los consuelos de sus compañeros y amigotes! Eran bien +intencionados, eso sí; pero indiscretos, inoportunos, fuera de sazón, +como suelen ser los afectos en la zonza é ingrata edad de la +adolescencia. Empeñábanse en divertirlo, en llevárselo al café, ó á ver +una compañía de zarzuela... ¡De zarzuela! Gabriel necesitaba un médico. +A los ocho días se le declaraba una fiebre nerviosa, en la cual le +contaron que había delirado con su _mamita_, diciendo que quería irse +junto á ella, al cielo ó al infierno, donde estuviese... Pronto +convaleció, y quedó más fuerte y más hombre, como si aquella fiebre +hubiera sido la solución de una crisis lenta de pubertad tardía, acaso +retrasada por estudios prematuros... Salió á teniente, y recordaba el +orgullo de los galones y el de un hermoso bigote castaño, ya poblado, +que se propuso no afeitar nunca. + +Pasó de la academia al siglo con la entidad moral que imprimen los +colegios de carreras especiales, y señaladamente el de artillería: +segunda naturaleza, de la cual sólo se desprenden, andando el tiempo, +los que poseen gran espontaneidad ó cierto instinto crítico, y que +sobrevive aun en los que se retiran, aun en los mismos que reniegan de +la carrera y manifiestan que les causa hondo hastío el uniforme... +Volviendo atrás la vista, Gabriel se asombraba de ser aquel muchacho que +salió del colegio tan artillero, tan imbuído de ciertas altaneras +niñerías que se llaman espíritu de cuerpo, tan convencido de la inmensa +superioridad del arma de artillería sobre todas las demás del ejército +español y aun del mundo, y en particular tan arisco, tan dado á esa +cosa particular que en el cuerpo llaman _la peña_, tendencia mixta de +orgulloso retraimiento y de feroz insociabilidad, que en él llegaba al +extremo de pasarse tres horas en la esquina de una calle de Segovia, +atisbando el momento en que saliesen de su casa unas señoras á quienes +su padre le ordenaba visitar, para cumplir con dejarles una tarjeta en +la portería. + +¡Y que apenas era él entonces reaccionario, como los demás individuos +del noble cuerpo! Sentía un odio profundo hacia las ideas nuevas y la +revolución, la cual justo es decir que se hallaba en su más desatentado +y anárquico período. Lo que Gabriel no le perdonaba á la setembrina +maldecida, era el haberle echado á perder su España, la España histórica +condensada en su cabeza de estudiante asiduo y formal, una España épica +y gloriosa, compuesta de grandes capitanes y monarcas invictos, cuyos +bustos adornaban el Salón de los Reyes en el Alcázar. Gabriel se tenía +por heredero directo de aquellos héroes acorazados, esgrimidores de +tizona. Arrinconados el montante y la espada, la artillería era el arma +de los tiempos modernos. ¡Qué de ilusiones y de fermentaciones locas +producía en Gabriel el solo nombre de batalla! Á la idea de barrer a +cañonazos un reducto enemigo, le parecía no caberle el corazón en el +pecho, y un frío sutil, el divino escalofrío del entusiasmo, le serpeaba +por la espina dorsal. En esta disposición de ánimo le incorporaban á una +batería montada y le enviaban á la guerra contra los carlistas en el +Norte.... + +Quince días á lo sumo recordaba que duraron sus fantasías heroicas. No +eran aquellas las marciales funciones que había soñado. Si en las rudas +montañas de Vasconia no faltaban las fatigas propias de la vida militar, +los fríos, los calores, el agua hasta el tobillo, la nieve hasta media +pierna, las raciones malas y escasas, el dormir punto menos que en el +suelo, la ropa hecha girones, cuanto constituye el poético aparato de +la campaña, en cambio no veía Gabriel el elemento moral que vigoriza la +fibra y calienta los cascos; no veía flotar la sagrada bandera de la +patria contra el odiado pabellón extranjero. Aquellas aldeas en que +entraba vencedor, eran españolas; aquellas gentes á quienes combatía, +españolas también. Se llamaban carlistas, y él amadeísta: única +diferencia. Por otra parte la guerra, aunque civil, se hacía sin saña ni +furor; en los intervalos en que no se disparaban tiros, los +destacamentos enemigos, divididos sólo por el ancho de una trinchera, se +insultaban festivamente, llamándose _carcas_ y _guiris_; también se +prestaban pequeños servicios, pasándose _El Cuartel Real_ y _El +Imparcial_ de campo á campo; y en los frecuentes ratos de tregua, +bajaban, se hablaban, se pedían fuego para el cigarro, y el teniente de +artillería _guiri_ fraternizaba muy gustoso con los oficiales _carcas_, +tan buenos mozos y tan elegantes y marciales con sus guerreras orladas +de astracán, á cuyo lado izquierdo lucía el rojo corazón del _detente_, +y sus boinas con borla de oro, gentilmente ladeadas. A menudo hasta le +sucedía á Gabriel dudar si el deber y la patria estaban del lado acá ó +del lado allá de la trinchera. A pesar de las burlas con que sus +compañeros acogían los _pepinillos_ carlistas, en el campamento se +contaban maravillas de la improvisada artillería de don Carlos, +organizada en un decir Jesús, por un par de oficiales que habían +ingresado en sus filas y algunos cabos y sargentos listos; cosa que +inducía á Gabriel á pensar que no se necesitaban tantas matemáticas de +colegio para santiguar al enemigo á cañonazos. Sí; Gabriel cumplía con +su obligación; pero sin calor ni fe. Batirse, corriente, para eso vestía +el uniforme; otra cosa que no se la pidieran. Un casco de metralla +saltaba los sesos á su asistente, aragonés más cabal que el oro, á quien +Gabriel profesaba entrañable cariño, y su muerte le causaba la impresión +de haber presenciado un aleve asesinato, más bien que un episodio +bélico. + +Entre la oscuridad nocturna, Gabriel Pardo sonreía á la reminiscencia de +un recelo que le apretó mucho por entonces. Al encontrarse tan frío en +medio de las escaramuzas, al conocer que le hastiaba la guerrilla y la +tienda, recordó que se había interrogado á sí mismo con un miedo +atroz... de tener miedo. + +--¿Si seré un cobardón? ¿Si tendré la sangre blanca? + +Al ver cómo le felicitaban unánimemente los jefes y los compañeros por +su _serenidad_, comprendió que lo que padecía era atrofia del +entusiasmo. Y así le cogió la disolución del cuerpo de artillería por +decreto revolucionario. Casi se alegró. Ya no tenía cariño al uniforme. +Y sin embargo, todavía el _espíritu de cuerpo_ le dominaba. Le cruzó por +las mientes irse al campo carlista, y no lo hizo, porque los compañeros +habían determinado «aguardar, estar á ver venir.» Se fué á Madrid, +hospedándose en casa de unos parientes encumbrados, un título primo de +su madre. + +¡Cuántos recuerdos se le agolpaban! La noche oscura parecía poblarse de +estrellas y constelaciones, de centelleos misteriosos.... Gabriel sentía +una impresión, frecuente en las personas á quienes la viveza de la +fantasía y de la sensibilidad hacen pasar, durante una existencia +relativamente corta, por muchas y muy variadas fases psíquicas. +Admirábase del cambio producido en él por aquellos meses de residencia +en Madrid, y al mismo tiempo, se sorprendía _ahora_ de lo que se había +realizado en él _entonces_, y no creía ser la misma persona, sino evocar +la historia de otro hombre. Él no fué ni pudo jamás el brillante y +frívolo mancebo á quien tan especiales agasajos y tan lisonjera acogida +dispensaron las damas de alto copete, que le obsequiaban por oficial del +cuerpo hostil á la Revolución y por hidalgo provinciano, pero de vieja +cepa, de veintitantos abriles y gallarda figura. ¡Cuán dulces bromas le +habían sido disparadas entonces por risueños labios, recalcadas por el +guiño semi-altanero y semi-picaresco de algunos flecheros ojos de rica +hembra, á propósito de su afición á _la peña_, entonces erigida en +sociedad reaccionaria, ojalatera del alfonsismo! Gabriel en el fondo se +sentía muy _peñasco_, igual que antes, y abominaba de saraos y visitas +de cumplido, de andar poniéndose el frac y el ramito en el ojal, de +saludos en la Castellana y bailes por todo lo fino; pero el asunto es +que iba, iba, iba, seguía yendo, arrastrado por una blanca mano cuya +piel suave le causaba mareos deliciosos..... Era una viuda, hermana de +la mujer de su primo, en cuya casa vivía; hermosa hembra de treinta y +tantos, dotada de ingenio, oro y blasones... Gabriel no había tenido +sino aventuras de alojamiento ó de días de salida en Segovia. Volvióse +loco, y un día, con la mente y la sangre caldeadas, habló de bodas, para +asegurar hasta el fin de la vida la dicha actual... Se le rieron +blandamente, y como insistió, le pusieron de patitas fuera del paraíso. +¡Qué crujida, Dios! Gabriel, al pensar en ella, se admiraba de su +juventud, de su sincera pasión y de sus románticos desvaríos. Lo de +menos era no dormir, no comer, sufrir abrasadora calentura, beber y +jugar para aturdirse.... ¿Pues no se le ocurrió cierta mañana mirar con +ojos foscos y extraviados un par de pistolas inglesas?... Aquello sí que +tuvo gracia! discurría hoy el hombre de pelo ralo acordándose de las +fogosidades del teniente... + +El caso es que con el desengaño amoroso, se había vuelto más peñasco que +nunca. Por entonces, apartado ya del gran mundo y de sus pompas y +vanidades, sin que le quedase más rastro que los buenos modales +adquiridos, ese baño delicadísimo que sobre la corteza brusca del +tenientillo recién salido de la academia derrama el trato con damas y el +ingreso familiar en círculos selectos--baño permanente cuando se recibe +en la primera juventud--empezaron para Gabriel estudios libres que se +impuso á sí propio. Convencido de que podía beber bastante alcohol sin +emborracharse, y de que la embriaguez en él jamás era completa, +dejándole siempre cierta lucidez dolorosa; de que el _fatal tapete +verde_ no le divertía, y de que las mujeres, no queriéndolas mucho, le +eran casi indiferentes, se dió á la lectura por recurso, y en ella +encontró la deseada distracción, y la convalecencia de aquella herida al +parecer tan profunda, y que en realidad no pasaba de la epidermis. + +Con los libros sí que se había emborrachado de veras. Eran obras de +filosofía alemana, unas traducidas al francés, otras en pésimo y bárbaro +castellano. Pero Gabriel, más reflexivo que artista, más sediento de +doctrina que de placer, no se entretenía con la forma; íbase al fondo, á +la médula. Las matemáticas del colegio le tenían divinamente preparado +para las peliagudas ascensiones de la metafísica y las generosas +quintesencias de la ética. Eran sus actuales estudios lo que el riego á +la planta tierna cuyas raíces penetran en terreno bien cultivado y +removido ya. La inteligencia de Gabriel se abría, comprendiendo períodos +enrevesados y diabólicos, y lisonjeaba su orgullo el que los demás +afirmasen no poder entender semejante monserga. Sus nuevas aficiones le +pusieron en contacto con muchos jóvenes, prosélitos de la entonces +flamante y boyante escuela krausista. Y resolvió que él era kantiano á +puño cerrado, pero sin aplicar el método critico del maestro, como +entonces se decía, más que á las cosas de _la ciencia_; para las de _la +vida_ se agarró con dientes y uñas á la ética de Krause. No sólo renegó +de las aventuras, los naipes y el absintio, sino que empezó á aquilatar +con más que monjiles escrúpulos la trascendencia y móvil de sus menores +actos, á tener por grave delito el asistir á una corrida de toros ó á un +baile de máscaras. Ponía cuidado especial en que no saliese de sus +labios ni siquiera una mentira oficiosa, en no defraudar á nadie, en +vivir de tal manera que sus acciones fuesen claras como el agua, +honradas y serias... ¡La seriedad sobre todo!... Por las noches hacía +examen de conciencia; por las mañanas elevaba, al despertarse, el +pensamiento á Dios--al Dios impersonal y sin entrañas! Reprimidos los +impulsos y ardores juveniles por la especie de fiebre filosófica que le +abrasaba dulcemente el cerebro, sentía en las iglesias, á donde asistía +con frecuencia suma, impulsos místicos, ternuras inexplicables, ganas de +llorar, y entonces se creía _íntimo con el sér_... + +¿Cuánto había durado? ¿Cuánto? Las cosas políticas se encrespan; la +demagogia y el cantonalismo escupen fuego y sangre; los carlistas +medran, pululan, brotan por todas partes con armamento y municiones; +Castelar llama á los artilleros; Gabriel duda, recela, se alarma ante la +perspectiva de verter sangre humana; por fin sus nuevas ideas liberales +y una carta de su padre le deciden; va otra vez al Norte. Rodéanle sus +antiguos amigos; en la maleta del teniente vienen sin duda la +_Analítica_, la _Crítica del juicio_, la _Crítica de la razón pura_, la +_Teoría de lo infinito_; pero á la primer marcha forzada, á la primer +bocanada de aire montañés, al primer encuentro, á la primer tertulia en +la tienda de campaña, parécele que entre él y los maestros de su +entendimiento se interpone una muralla, un velo oscuro, y que en su alma +se derrumba, sin saber cómo, un edificio vasto. Y con el bienestar +físico que producen el ejercicio y la actividad después de una vida +contemplativa y sedentaria; y la reacción violenta, propia de los +temperamentos nerviosos y los caracteres impresionables, á los pocos +días el teniente no se acuerda de Kant, da al diablo los _Mandamientos +de la humanidad_, y muy á gusto se deja arrastrar á las distracciones +del compañerismo, á los lances de la campaña y los episodios de +alojamiento. La guerra se hace ya con más empuje, en vista del +desaliento y merma de las fuerzas carlistas: Gabriel bate el cobre con +fe, persuadido de que el orden y la libertad están en las negras +entrañas de los cañones de su batería; fraterniza con bandidos +contra-guerrilleros, lee con afán los periódicos políticos, vive de +acción y de lucha, y todas las mañanas se levanta determinado á salvar +á España... España le había dado en cambio la efectividad de capitán. +Mas el golpe de Estado de Pavía y luego la proclamación de don Alfonso, +que tanto alegraron á todo el noble cuerpo, le cortaron las alas del +espíritu á Gabriel Pardo, que era republicano teórico y andaba entonces +vuelto tarumba por un orden de cosas muy recto y sensato, al modo sajón. +Al otro día de recibir el grado de comandante, viendo la guerra próxima +á su fin, desilusionado más que nunca y sin gusto para pelear, recordaba +haber tomado el camino de la corte. + +¡Qué vida tan sosa al principio la suya! Mal visto entre sus compañeros +á causa de sus opiniones políticas; sin trato con sus antiguas +relaciones; sin ánimos para volver á sepultarse en los libros de +metafísica que eran hoy para él lo que la envoltura de la oruga cuando +ya voló la mariposa, sintió de repente, convirtiendo los ojos hacia sí +mismo, que no le quedaba en lo más íntimo sino descreimiento y +cansancio. Quién ó qué le había demostrado la inanidad de sus +filosofías? Nadie. La fe no se destruye con razones: es error imaginar +que hay argucia que eche abajo un sentimiento. La fe es como el +amor--bien lo advertía Gabriel. + +¿Hay en el mundo del pensamiento algún asidero firme?--discurrió +entonces. Casualmente empezaban las corrientes positivistas: hablábase +de realidades científicas, de doctrinas basadas en hechos de +experimentalismo. El comandante se propuso estudiar á fondo alguna +ciencia, como se estudian las cosas para saberlas de verdad, y adquirir +la suspirada certeza. Tenía un amigo, ex-profesor de geología en la +Universidad, de donde le expulsara el decreto de Orovio. Se puso bajo su +dirección, y consagró seis horas diarias á trabajos de pormenor. Hacía +unos cortes en las piedras y luego se desojaba mirándolos al +microscopio. Se cansó á cosa de medio año. La certeza consabida, por las +nubes. Encontraba relaciones lógicas y armoniosas entre lo creado, leyes +impuestas á la materia por voluntad al parecer inteligente, dependencia +y conexión en los fenómenos; pero el enigma seguía, el misterio no se +disipaba, la sustancia no parecía, la cantidad de _incognoscible_ era la +misma siempre. Gabriel tenía sobrada imaginación para sujetarse á la +severa disciplina científica sin esperanza ni objeto, y fueron +disminuyendo sus visitas al laboratorio de su amigo. ¿Y no había otra +razón?.... Pues, á decir verdad.... + +Muy aficionado á la música, Gabriel estaba abonado á una butaca del +Real--tercer turno. Resplandecía el regio coliseo con la animación que +le prestaba la buena sociedad ya completa y la restaurada monarquía: y, +más que teatro, parecía elegante salón cuajado de beldades. Al lado de +Gabriel sentábanse un machucho brigadier de artillería y su joven +esposa, deidad murciana, de árabes ojos, que á cada acorde de la música, +ó á cada nota de los amorosos dúos, se posaban en los del comandante, +deteniéndose un poco más de lo necesario. El brigadier, fumador +empedernido, no recelaba salir en los entreactos dejando á su esposa +bajo la salvaguardia del subalterno. ¡Bendito señor, pensaba Gabriel, y +cómo lo hizo Dios de confiado! Á lo mejor el brigadier fué destinado á +Filipinas, y partió llevándose á su cara mitad. Gabriel, medio loco, +según su costumbre en casos tales, habló de pedir el traslado... la +hermosa brigadiera se negó, afirmando que su marido ya tenía sospechas, +que el viaje era celosa precaución, y que si se encontraba con el +comandante llovido del cielo en Manila, habría la de Dios es Cristo. Y +el enamorado la vió partir sin que nublase aquellos ojazos de terciopelo +la humedad más leve... No, lo que es de esta vez, el comandante no hacía +memoria de haber pensado en suicidios, pero cayó en misantropía amarga, +rabiosa y prolongadísima que paró en un ataque de ictericia de los de +padre y muy señor mío. Destinado á Barcelona... ¡qué temporada la que +pasó en la ciudad condal! ¿Cómo es posible aburrirse tanto y quedar con +vida? A enfrascarse otra vez en los libros: no de filosofía ya, sino de +ciencia militar, estudiando las propiedades formidables de las materias +explosivas que nuestro siglo refina y concentra á cada paso, lo mismo +que si el objeto supremo de tanto adelanto, de tanto progreso, fuese una +conflagración universal. A leerse cuanto encontró sobre el asunto en +revistas alemanas é inglesas, encargando obras especiales, y escribiendo +dos ó tres artículos en que lo resumía y exponía con bastante claridad, +publicados en los periódicos y que le valieron ser citado como una +gloria del cuerpo. Por más señas que entonces fué cuando se le chamuscó +la cara probando pólvora, y se le metieron unos cuantos granos en la +mejilla. Ocurrióle la idea de gestionar que le diesen una comisión para +el extranjero; la consiguió, viajó por Francia, Alemania, Inglaterra, +países que él creía cifra y compendio de la civilización posible. Al +pronto, impresión pesimista: Francia era una gran tienda de modas, +Alemania un vasto cuartel, Inglaterra un país de egoístas brutales y de +hipócritas noños. Pero al regresar á España, al notar el dulce temblor +que sólo las almas de cántaro pueden no sentir en el punto de hollar +otra vez tierra patria, mudó de opinión sin saber por qué: echó de menos +el oxigenado aire francés, y le pareció entrar en una casa venida á +menos, en una comarca semi-salvaje, donde era postiza y exótica y +prestada la exigua cultura, los adelantos y la forma del vivir moderno, +donde el tren corría más triste y lánguido, donde la gente echaba de sí +tufo de grosería y miseria... Al acercarse á Madrid y atravesar los +páramos que lo rodean, al subir por la cuesta de Areneros, al ver las +calles estrechas, torcidas, mal empedradas, el desanimado comercio, al +oir el canturrear de los ciegos y el pregón de la lotería, pensó +encontrarse en uno de esos prehistóricos poblachones de Castilla, +fosilizados desde el tiempo de los moros... Madrid! Ese era Madrid... +esa era España... la España santa de sus ensueños de adolescente! + +Empezó á hablar, mejor dicho, á perorar donde quiera que encontraba +auditorio, proponiendo una campaña activísima, especie de coalición de +todos los elementos intelectuales del país, á fin de civilizarlo é +impulsarlo hacia senderos donde no quería el muy remolón sentar el +pie... Un día, en el Centro militar, al caer la tarde, Gabriel +sorprendió un diálogo de sofá á butaca. + +--¿Y el comandante Pardo?--preguntaba el sofá.--¿Le ha visto usted desde +que ha llegado de su excursión por tierras de extrangis? + +--Ayer me le encontré en la Carrera...--respondía la butaca. + +--¿Y qué cuenta? ¿Viene entusiasmado? + +--¿Entusiasmado? Decidido á que crucen por doquier caminos y canales. +Siempre dije yo que se guillaba; pero ahora, me ratifico. Sonámbulo. +Chifladísimo. + +--De remate--confirmó el sofá. + +No hizo falta más para que el gran reformador entrase á cuentas consigo +mismo.--¿Será cierto, Gabriel? ¿Serás tú un chiflado, un badulaque que +se mete á arreglar lo que no entiende, que todo lo intenta y de todo se +cansa, y que se acerca ya á la madurez sin encontrar ancla donde amarrar +el bajel de la vida? Soldadito de papel, ¿cuántos caballos te han matado +ya? Pero, ¿es culpa tuya si esos caballos no los montas frescos, sino +rendidos y exánimes? ¿Has pedido tú tantas gollerías? Verbigracia: ¿qué +le pediste al amor? Sinceridad y firmeza: qué diantre! tú ibas derecho +al término de la pasión, que se sobrepone y debe sobreponerse á +intereses mezquinos... Y á la filosofía, á la ciencia? Certidumbre: una +regla moral para seguirla, un Dios en quien creer, á quien elevar el +alma. Y al uniforme que vistes, y á la patria á quien sirves, y á las +convicciones políticas que profesas? Un ideal á quien sacrificar todas +las energías, todo el calor que te sobraba... ¡Vive Dios! Que á cada +cosa le pedías tú lo justo, lo que puede y debe contener, y nada más. +¿Es culpa tuya si el amor es distracción frívola, la ciencia nombre +pomposo que disfraza nuestra ignorancia trascendental y la política +farsa más triste y vil que toda? + +Al llegar á esta parte de sus recuerdos autobiográficos, alzó Gabriel la +vista al cielo, como buscando huellas del poder augusto que rige nuestro +destino terrestre. Y eso que él sabía que aquel gran espacio oscuro que +le envolvía por todas partes no era más que el firmamento astronómico, +con sus millares de millares de soles, de planetas, de mundos chicos y +grandes... + +¿Tendrán razón los que creen que andan las almas viajando por +ahí?--pensaba, al acordarse de la muerte de su padre. Por cierto que no +la había sentido con la misma fuerza que la de su hermana, porque +Gabriel y don Manuel Pardo eran naturalezas que no simpatizaban: +pertenecían á dos generaciones muy diversas, y en realidad no se +entendían; con todo, vino el dolor natural y justo, pues siempre hace +su oficio la sangre. Bastante abatido llegó Gabriel á Santiago... Y +apenas hubo puesto el pie en el caserón solariego--ya suyo,--de los +envejecidos muebles, de los cuadros cuyo asunto tenía clavado en la +memoria, de las cortinas de apagado color, de los rincones familiares, +se alzó radiante, amorosa, poetizada por la muerte y la distancia, la +imagen, no de su padre, sino de su hermana Marcelina, la _mamita_, la +única mujer que con desinteresado amor le había querido; y aquellas +lágrimas que un día lloró el alumno, el mancebo colegial, subieron ahora +más que á los párpados, al corazón de Gabriel, derramándose en benéfico +rocío. Recorrió toda la casa: buscaba en ella no sé qué; tal vez un +fantasma--el del tiempo pasado! El caserón estaba solitario, triste, sin +otros moradores que una criada antigua, cuyas perezosas chancletas, así +como el hálito de un cascado reloj de pared, era lo único que pugnaba +con el alto silencio de los salones y corredores vacíos. Ninguna de las +tres hermanas que tenía vivas Gabriel había acudido allí para +acompañarle: todas estaban casadas, la menor mal, con un estudiante de +medicina, hoy médico de un partido; la otra con un hidalgo rico de la +montaña; la mayor con un ingeniero andaluz, con quien residía en una +provincia distante. Gabriel escudriñaba todas las habitaciones, tocaba +con una especie de devoción y de pueril curiosidad los objetos que por +allí andaban diseminados. En el que fué cuarto de su _mamita_ encontró +detrás del tocador horquillas, una caja de polvos, un alfiler grueso: lo +manoseó todo: probablemente sería _de ella_. Sobre la cabecera del +difunto don Manuel campeaba un ramo de pensamientos trabajado en pelo +negro, encerrado en un marco de madera oscura: abajo decía en letrita +cursiva y muy regarabateada: _Nucha á su querido papá_. Gabriel pegó los +labios al cristal, besando religiosa y lentamente la reliquia. Después +se dejó caer en una butaca que tenía los muelles rotos, vencidos del +enorme peso de don Manuel Pardo de la Lage, y sus meditaciones tomaron +un giro inusitado. + +¿Cómo no se le habría ocurrido antes? ¿Por qué, hasta que circunstancias +fortuitas le arrojaron al hogar viejo, no le cruzó por las mientes idea +tan sencilla... perogrullada semejante? ¿Es posible que se pase un +hombre la vida con la linterna de Diógenes en la mano, buscando sendas y +probando derroteros, cuando la felicidad le está prevenida en el +cumplimiento de la ley natural? La esposa, el hijo, la familia; arca +santa donde se salva del diluvio toda fe; Jordán en que se regenera y +purifica el alma. + +Varias veces había notado don Gabriel la irresistible tendencia de su +imaginación viva, ardorosa y plástica, á construir, con la vista de un +objeto, sobre la base de una palabra, un poema entero, un sistema, una +teoría vasta y universal, llegando siempre á las últimas y extremas +consecuencias: propensión que le explicaba fácilmente los muchos +desengaños sufridos y aquello que llamaba él _caérsele muertos los +caballos_. Le sucedía también que la experiencia no le enseñaba á +cautelar, y cada nueva construcción la emprendía con igual lujo y +derroche de ilusiones y esperanzas. En la vieja poltrona paterna, ante +la cama de dorado copete donde tal vez había venido al mundo, comenzó á +edificar un palacio conyugal, sintiendo el tiempo perdido y lamentando +no haber caído antes en la cuenta de que todo sujeto válido, todo +individuo sano é inteligente, con mediano caudal, buena carrera é +hidalgo nombre, está muy obligado á _crear una familia_, ayudando á +preparar así la nueva generación que ha de sustituir á ésta tan +exhausta, tan sin conciencia ni generosos propósitos. + +--Yo no soy un chiflado--pensaba don Gabriel, respirando sin percibirlo +por la herida.--Yo soy víctima de mi época y del estado de mi nación, ni +más ni menos. Y nuestro destino corre parejas. Los mismos desencantos +hemos sufrido; iguales caminos hemos emprendido, y las mismas esperanzas +quiméricas nos han agitado. ¿Fué estéril todo? ¿Hemos perdido malamente +el tiempo? ¿Sentenciados vivimos á no producir ni fundar cosa alguna? +Cansados, sí, porque el cansancio sigue á la lucha; pero ¿no hemos +aprendido, ni progresado nada? Yo, sin ir más lejos, ¿soy el mismo que +cuando salí del colegio? ¿No ha ganado algo mi educación externa desde +qué frecuenté el gran mundo? El suceso de mis amoríos malogrados ¿no me +curó y preservó de ilícitos y torpes devaneos? Aquellos libros que no me +dieron la certeza, ¿por ventura no me cultivaron y ensancharon el +entendimiento, no me hicieron más recto, más tolerante y más reflexivo? +Mis sueños de gloria militar, mis rachas políticas, ¿no sirven, cuando +menos, para probarme á mí mismo que aspiro á algo superior, que me +intereso por mi raza y por mi patria, que siento y que vivo? No, +Gabriel, lo que es de eso no hay por qué arrepentirse. Y á no ser por +tus años de peregrinación y aprendizaje, ¿valdrías hoy para fundar casa, +para contribuir en la medida de tus fuerzas á la regeneración de la +sociedad y á la depuración de las costumbres... para formar á tus +hijos... ¡si Dios...! + +Cuando el nombre divino surgía, ya que no de los labios, del espíritu +del comandante, iba el crepúsculo lento de una tarde del mes de Mayo +difuminando los objetos y haciendo más melancólica la soledad del vacío +dormitorio paternal. Sintió Gabriel que el corazón se le llenaba de +ternura, y no sabiendo cómo desahogarla, llamó cariñosamente á la +decrépita servidora, y en tono festivo, en voz casi humilde, pidióle que +trajese luz. + +Así que la bujía quedó colocada sobre la cómoda de su padre, fijáronse +los ojos de Gabriel en el antiguo mueble, muy distinto de los que hoy se +construyen. La cubierta hacía declive, y recordaba Gabriel que al +abrirse formaba un escritorio, descubriendo una especie de templete con +columnas, y múltiples cajoncitos adornados de raras herrajes, que +ocultaban _secretos_. ¡Secretos! De niño, esta palabra le infundía +curiosidad rabiosa y una especie de terror... ¡Secretos! Sonrióse, sacó +del bolsillo un llavero, probó varias llavecicas.... Una servía.... Cayó +la cubierta, y los dedos impacientes de Gabriel empezaron á escudriñar +los famosos _secretos_ de la cómoda, cual si en ellos se encerrase algún +escondido tesoro... Los buenos de los secretos no tenían mucho de tales, +y cualquier ratero, por torpe que fuese, lograría como Gabriel hacer +girar sobre su base las dos columnas del templete, y poner patente el +hueco que existía detrás. Calle... pues había algo allí. Rollos de +dinero.... Los deshizo: eran moneditas de premio, Carlos terceros y +cuartos, guardados sin duda por su padre para evitarles la ignominia de +la refundición... Y allá, en el fondo, muy en el fondo, un papel +amarillento ya por las dobleces, atado con una sedita negra... +Maquinalmente lo cogió, lo abrió, rompió la sedita. Cayó una sortija de +oro con perlas menudas, y vió Gabriel, cuyo corazón literalmente +brincaba contra la carne del pecho, que el papel era una carta, escrita +con tinta ya descolorida, y letra no muy suelta. Sus ojos, vidriados por +un velo de humedad, leyeron casi de una ojeada:--«Querido papá, felicito +á usted los días; sabe Dios quien vivirá el año que viene; hágame el +favor, si me empeoro, de darle á mi hermano Gabriel la sortijita +adjunta, y que mucho me acuerdo de él y le quiero; que si yo llego á +faltar, ahí queda mi niña. Usted y él no dejarán de mirar por ella: +moriré tranquila confiando en eso...»--Una lágrima, una verdadera +lágrima, redonda y rápida en su curso, se precipitó sobre la firma--«Su +amante hija, Marcelina Pardo.» + +El comandante apoyó el papel contra los ojos al esconder la cara en las +manos, y se reclinó en la cómoda, vencido por uno de esos terremotos del +corazón que modifican las actitudes y las elevan á la altura trágica sin +que lo advirtamos nosotros mismos... Pasados quince minutos, alzó la +frente, con una firme resolución y una promesa. + +La misma que repetía ahora á la majestuosa noche. + + + + +IX + + +Tan enamorado estaba Juncal de las buenas trazas y discreción de su +huésped, que al día siguiente quiso entrarle en persona el chocolate, +varios periódicos, un mazo de tolerables regalías y una calderetilla con +agua caliente por si acostumbraba afeitarse. No le maravilló poco +encontrar á don Gabriel ya en pie, calzado y vestido. ¡Qué madrugador! +¡Y en ayunas! ¿Qué tal el brazo? ¿Preferiría don Gabriel el chocolate en +la huerta, debajo de los limoneros? Don Gabriel dijo que sí, que lo +prefería. + +Razón llevaba en ello, porque la mañanita estaba fresca, el azahar +trascendía á gloria, y sobre la rústica mesilla de piedra encandilaba +los ojos y excitaba el paladar la vista de la bandeja con el pocillo de +Caracas, la pella de manteca recién batida, que aún rezumaba suero, el +vaso de agua serenada en el pozo, el pan de dorada corteza y las +lengüetas rubias de los bizcochos finamente espolvoreados de azúcar. + +--Su señora de usted es una gran ama de casa--observó jovialmente don +Gabriel al sorber el último residuo del aromático chocolate.--Nos trata +á cuerpo de rey. Es increíble el gusto con que se come en el campo, y +qué bien sabe todo. Parece que se le quitan á uno diez años de encima. + +Con efecto, fuese por obra del campo ó por otras causas, semejaba +remozado el huésped de Juncal. + +--¿Usted quiere ir esta tarde á casa del cura de Ulloa, sin falta? ¿No +sería mejor descansar otro diita en mi choza? + +--Me urge, amigo Juncal. Pero si usted por esa ojeriza que profesa al +clero no quiere acompañarme...--murmuró don Gabriel risueño, limpiándose +los bigotes con encarnizamiento, á fuer de hombre pulcro. + +--¿Quién? ¿yo? ¿á casa del cura de Ulloa? ¡Por vida del chápiro verde! +Si todos fuesen como ese... me parece que acabaría por volverme beato. + +--No todos pueden ser iguales, señor don Máximo, usted bien lo sabe. + +--Mire usted, natural sería que el clero... Digo, creo que les tocaba +dar ejemplo á los demás. + +--El clero es el reflejo de la sociedad en que vivimos. No estamos ahora +en los primeros siglos del cristianismo--replicó con cierta malicia +discreta don Gabriel mirando á Juncal que echaba lumbres con un eslabón +para darle mecha encendida, pues á causa del viento y de las caminatas, +el médico había proscrito los fósforos. + +--Ríase usted de cuentos... Bien gordos y repolludos andan los tales +parrocetáceos--refunfuñó Máximo empleando el vocabulario peculiar del +_Motín_--á cuenta de nuestra bobería... Más tocino tiene el Arcipreste +encima de su alma, que siete puercos cebados. + +--Pues en realidad, la profesión es de las menos lucrativas que hoy se +pueden seguir. ¿Por ambición, quién diablos va á hacerse clérigo? Amigo, +seamos razonables. Antaño, decir canónigo era decir hombre de vida +regalona y riñón cubierto; hogaño el canónigo á quien le alcanza el +sueldo para comer principio y llevar manteos decentes, se tiene por +dichoso. Un cura de aldea es un pobre de solemnidad: cuando más, llegará +á donde llegue un labriego acomodado: á tener la despensa regularmente +abastecida; y eso, para un hombre que recibió cierta instrucción y tiene +por consecuencia necesidades que no tiene el labriego.... ya usted +ve.... Esto lo sabrá usted mejor que yo, porque hasta ahora mi carrera +me mantuvo alejado de Galicia. + +--¿Es usted artillero, señor don Gabriel? + +--Para servir á usted. + +--Por muchísimos años. ¿Grado? + +--Comandante efectivo. Hoy excedente, á petición mía. Convénzase usted: +al clero no le podemos exigir tantas cosas. + +--Pero usted también sabe de sobra... ¿porque usted habrá viajado? ¿eh? + +--Sí, he estado algún tiempo en el extranjero. + +--En otras partes, la ilustración, la moralidad... + +--Moralidad... Sí... Pero el hombre es hombre en todas partes. El clero +protestante, en Inglaterra por ejemplo, alardea de muy moral; sólo que +un vicario protestante, en resumidas cuentas, es un hombre casado, un +empleado con buen sueldo y respetadísimo; ¿qué ha de hacer? ¿Tendría +usted disculpa si incurriese en algún desliz, amigo Juncal, con esa +bella, complaciente y hacendosa mitad, y esta dorada medianía que goza? +Y además toma usted un chocolate... ¡Cuántas veces habrá usted echado +en cara á los frailes la afición á chocolatear! ¡Pues lo que es usted... +no se descuida! + +Dijo esto don Gabriel golpeando familiarmente en el hombro del médico, +porque veía á éste colgado de su boca y oyéndole como á un oráculo, y no +quería poner cátedra. Sucedíale á veces avergonzarse del calor que +involuntariamente tenían sus palabras al discutir ó afirmar, y para +disimularlo recurría á la ironía y á la broma. Juncal se extasiaba +encontrando tanta sencillez y llaneza en aquel hombre cuya superioridad +intelectual, social y hasta psíquica le había subyugado desde el primer +instante. + +--Vamos--pensaba para su capote,--que aunque fuese mi hermano no estaría +más contento de tenerle aquí. Y todo cuanto dice me convence... No sé +disputar con él, ¡qué rábano!--Echóse el sombrero atrás con un +papirotazo del dedo cordial sobre la yema del pulgar, ademán muy suyo +cuando quería explicar detenidamente alguna cosa, y añadió:--Mire +usted, así que conozca al cura de Ulloa y le compare con los demás... Se +quita la camisa por dársela á los pobres: no alza los ojos del suelo: +dicen que hasta trae cilicio... Apenas quiere cobrar á los feligreses ni +oblata, ni derechos, ni nada, y su criado (porque ese no entiende de +amas ni de bellaquerías) está que trina, como que les falta á veces +hasta para arrimar el puchero á la lumbre. + +--Bien, ese ya es un santo--repuso Gabriel.--¡Si abundase tal género, +qué mayor milagro! Pero en general, ¿qué va usted á exigirle, señor don +Máximo, á una clase tan mal retribuída? ¿Que instrucción, dice usted? +¿Sabe usted lo que cuesta la carrera de un seminarista? Una futesa, +porque si costase mucho, la Iglesia no podría sostenerlos... +Instrucción! ¿Dónde se recluta la clase sacerdotal? Entre los labriegos +ó los muchachos más pobres de las poblaciones. La clase media, que es la +cantera de que se extraen hoy los sabios, buena gana tiene de enviar al +seminario sus hijos.... Los manda á las universidades, y de allí, si +puede, al Parlamento, caminito del Ministerio, ó al menos del destino +pingüe...... En las clases altas, por milagro aparece una vocación al +sacerdocio: ¡los tiempos no son de fe! La aristocracia es devota, mas no +lo bastante para producir otro duque de Gandía. Y los pocos que se +inclinan á la Iglesia, van á las órdenes, en particular á los jesuítas. +Así y todo, nuestro episcopado, señor de Juncal, le aseguro á usted que +compite con cualquiera de Europa, en luces y en piedad... Y nuestro +clero parroquial, aunque algo atrasado y díscolo, posee virtudes y +cualidades que no son de despreciar. + +--Es usted...--preguntó Juncal con la cara más afligida del mundo--es +usted.... neocatólico, por lo visto. + +--No, nada de eso--respondió apaciblemente Gabriel.--Soy, platónicamente +hablando, avanzadísimo; tengo ideas mucho más disolventes que las de +usted solamente... Pero ¡qué limoneros tan hermosos! + +Tomó una rama y respiró con delicia los cálices blancos, de pétalos +duros como la cuajada cera. + +--Estoy encantado con mi tierra, don Máximo... Es de los países más +poéticos y hermosos que se pueden soñar. Yo no conocía ni esa parte de +Vigo, tan pintoresca, tan amena, ni esto de aquí; y lo poco que ya he +visto, me seduce... El suelo y el cielo, una delicia; el entresuelo... +gente amable y cariñosa hasta lo sumo; las mujeres parece que le +arrullan á uno en vez de hablarle. + +--¿Mecha otra vez? + +--Gracias, no fumo más. ¿Vamos á saludar á la señora? Aún no le hemos +dado los buenos días. + +--Catalina apreciará tanto... Pero á estas horas.... _va en_ el molino, +de seguro. Así que alistó el chocolate, le faltó tiempo para recrearse +con aquel barullo de dos mil diablos que arman las parroquianas... + +Una mariposilla blanca, la vanesa de las coles que abundaban por allí, +vino revoloteando á posarse en el sombrero de Juncal. Don Gabriel +tendió los dedos índice y pulgar entreabiertos, para asirla de las alas. +La mariposa, como si olfatease aquellos amenazadores dedos, voló con +gran rapidez, muy alto, entre la radiante serenidad matutina. Don +Gabriel la siguió con los ojos estirando el pescuezo, y el médico reparó +en lo bien cuidada (sin afeminación) que traía la barba el comandante. +Cada pormenor acrecentaba la simpatía en el médico, que estancado en la +cultura de los años universitarios, arrinconado en un poblachón, +olvidado ya, á fuerza de bienestar material y de pereza mental, de sus +antiguas lecturas científicas, y sus grandes teorías higiénicas, +conservaba no obstante la facultad de respetar y admirar, en un grado +casi supersticioso, cuando veía en alguien la plenitud de circulación y +el oxígeno intelectual que él había ido perdiendo poco á poco. Además, +¡era tan cortés, resuelto, despejado y afable aquel señor! + +Gabriel permanecía con los ojos medio guiñados, como cuando seguimos un +objeto distante. Sin embargo, la mariposa había desaparecido hacía +tiempo. El artillero se volvió de repente. + +--Don Máximo, ¿me hará usted el favor de contestar francamente á varias +preguntas que tengo que hacerle? + +--Señor de Pardo, por Dios... Me manda y yo obedezco. En cuanto le pueda +servir.... + +--Pensaba entenderme con el abad de Ulloa; pero por la descripción que +usted me hace de él, temo... ¿cómo diré?... temo que sea uno de esos +seres angelicales, pero inocentes y pacatos, que no le sacan á uno de +dudas... y que además, por lo mismo que son buenos, conocen mal á la +gente que les rodea. (A medida que hablaba don Gabriel, aprobaba más +enérgicamente con la cabeza el médico, murmurando--por ahí--por ahí!) +Usted es un hombre inteligente y honrado, Juncal... + +Ruborizóse éste como se ruborizan los morenos, dorándosele la piel hasta +por las sienes, y con algo atragantado en la nuez, murmuró: + +--Honrado... eso sí... Me tengo por honrado, señor don Gabriel. Tanto +como el que más. + +--Pues yo fío en usted enteramente. Sepa que he venido aquí con objeto +de casarme... + +Abrió Juncal dos ojos tamaños como dos aros de servilleta. + +--....Con mi sobrina, la señorita de Moscoso. + +--La señorita de Moscoso?--exclamó el médico apenas repuesto de la +sorpresa.--¿Qué me dice, don Gabriel? La señorita Manolita? No sabía ni +lo menos! + +--Ya lo creo--repuso Gabriel soltando la risa.--Como que tampoco lo +sabía yo mismo pocos días hace; ni lo sabe nadie aún. Es usted la +primera persona á quien se lo cuento. + +Juncal sintió dulce cosquilleo en la vanidad, y aturrullado de puro +satisfecho, trató de formular varias preguntas, que Gabriel atajó +adelantándose á ellas. + +--Diré á usted, para que comprenda mi propósito, que la persona á quien +más quise yo en el mundo fué mi pobre hermana Marcelina, la que casó con +don Pedro Moscoso; y si hay cielo--aquí le tembló un poco la voz á don +Gabriel--allí debe estar pidiendo por mí, porque fué una... már... una +santa. Al morir me dejó encargada su hija; no lo supe hasta que mi padre +falleció. Yo me encuentro hoy libre, no muy viejo aún, sin compromisos +ni lazos que me aten, con regular hacienda y deseoso del calor de una +familia. Teniendo Manolita padre como tiene, un tío... no está +autorizado para velar por ella. Un marido, es otra cosa. Si no le +repugno á mi sobrina y quiere ser mi mujer... Estoy determinado á +casarme cuanto antes. + +Oía Juncal, y poniendo las manos en los hombros del artillero, respondió +vagamente, cual si hablase consigo mismo: + +--En efecto.... no hay duda que.... Realmente, ¿quién mejor? La verdad +es... + +Miró don Gabriel, sonriéndose de alegría, al médico. Su corazón se +dilataba dulcemente con la confidencia, y se le ocurría que por la +serena atmósfera revoloteaba un porvenir dichoso, columpiado en el +espacio infinito, como la mariposilla blanca, que una superstición +popular cree nuncio de dicha. Clavó sus ojos garzos en el médico: la luz +del día hacía centellear en ellos filamentos de derretido oro. Se había +guardado los quevedos en el bolsillo, y parpadeaba como suelen los +miopes cuando la claridad les deslumbra. + +--Francamente, Juncal, no conozco á mi sobrina Manuela ni sé.... ¿Cómo +es? + +--El retrato de su difunta madre, que esté en gloria--respondió muy +cristianamente el tremendo clerófobo Juncal. + +--¡De su madre!--repitió el artillero extasiado. + +--Pero más buena moza, no despreciando á la pobre señorita... La madre +era... algo bisoja y delgada... Esta mira derecho, y tiene unos ojazos +como moras maduras.... Alta, carnes apretaditas, morena con tanto andar +al sol... buenas trenzas de pelo negro... y bien constituída. No +digamos que sea una chica hermosísima, porque no tiene las +_perfecciones_ allá hechas á torno; pero puede campar en cualquier +parte... Vaya si puede. + +--Si se parece á Nucha, para mí ha de ser un serafín, don Máximo. + +--Y á usted se parece también, no se ría, señor de Pardo... Ya sabe que +á usted lo saqué yo ayer en el coche, por su hermana. + +--Siempre hay eso que se llama aire de familia... Don Máximo, mire usted +que aún no he empezado, como quien dice, á preguntar lo que quiero +saber. Yo he sido franco con usted, ¿usted lo será conmigo? + +--No faltaba más. Aunque me fuera la vida en responder. + +--Diga usted. Mi cuñado... + + + + +X + + +Juncal terminó la semblanza y biografía de don Pedro Moscoso y Pardo de +la Lage, conocido por marqués de Ulloa, con las siguientes filosóficas +reflexiones: + +--No todos sus defectos hay que imputárselos á él, sino (hablemos claro) +á la crianza empecatada que le dieron... Sería mejor que se educase él +solito ó con los perros y las liebres, que en poder de aquel tutor tan +animal, Dios me perdone... y tan listo para sus conveniencias... Y se +llamaba como usted, don Gabriel! + +El comandante sonrió. + +--Maldito lo que se parecen... Como iba diciendo, yo, hace años, muchos +años, que no pongo los pies en los Pazos de Ulloa; desde aquellas +elecciones dichosas en que anduve contra don Pedro... porque lo primero +de todo son las ideas y los principios, ¿verdad, don Gabriel? + +--Sin duda, sobre todo cuando uno los ha pesado y examinado y está +seguro de su bondad--respondió el artillero. + +--Tiene usted razón... á veces se calienta la cabeza, y hace uno +disparates... pero en fin, yo soy liberal desde que nací, y en vez de +enfriar con los años, me exalto más. + +--¿Dice usted que no va usted por allí? ¿Cómo anda de salud... mi +cuñado? + +--Regular... está muy grueso y padece bastante de la gota, como el +difunto tío, por lo cual dicen que gasta muy mal humor, y que ha perdido +la agilidad, de manera es que no puede salir á caza como antes. + +--Y... acuérdese usted de que me ha prometido ser franco! ¿Y... esa +mujer que tiene en casa? + +--Mire usted, como yo no voy por allí... con repetirle lo que se +cuenta... y unos hablan de un modo y otros de otro; pero yo me atendré á +lo que dicen los más formales y los que acostumbran ir á los Pazos. +Usted ya sabe que tal mujer estaba en la casa antes de casarse su señor +cuñado; enredados los dos, por supuesto, y el padre siendo el verdadero +mayordomo y en realidad el dueño de la casa, aunque por _plataforma_ +trajeron allí al infeliz del cura de Ulloa, que no sirve para el caso... +Había un chiquillo precioso, y pasaba por hijo del marqués. Pero resultó +que después de la boda de don Pedro, la muchacha por su parte se empeñó +en casarse con un paisano de quien estaba enamoradísima, y á quien le +colgó, ¿usted se entera? el milagro del rapaz. Este paisano, que ahora +anda hecho un caballero, siempre de tiros largos, se llama el _Gallo_ de +apodo, y nadie le conoce sino por el apodo ó por el _Gaitero de Naya_, +porque lo fué; y el remoquete de _Gallo_ se lo pusieron sin duda por lo +bien plantado y arrogante mozo, que lo es, mejorando lo presente. Un +poco antes mataron al padre de la muchacha... + +--¿No le asesinaron por una cuestión electoral? + +--Justo.... Según eso está usted en autos? + +--Uno que venía conmigo en la berlina... el Arcipreste no... el otro... + +--_¿Trampeta?_ + +--Pequeño, vivaracho, entrecano... + +--El mismo. Pues le contó verdad. Al gran pillastre de Primitivo me lo +despabilaron de un trabucazo, en venganza de que los había vendido á +última hora, tanto que les hizo perder la elección (Juncal bajó la voz +involuntariamente). Ve usted aquellas tapias, pasadas las primeras... +donde asoman las ramas de un cerezo con fruta? Pues son las del huerto +de Barbacana, el cacique más temible que hubo en el país... Dicen que +ese ordenó la ejecución, aunque el verdugo fué una especie de +facineroso que anda siempre á salto de mata, de aquí á Portugal y de +Portugal aquí... + +Gabriel meditaba, sepultando la quijada en el pecho. Luego se caló +distraidamente los quevedos. + +--Así somos, amigo Juncal... Un país imposible, en ese terreno sobre +todo. Antes que aquí se formen costumbres en armonía con el +constitucionalismo, tiene que ir una poca de agua á su molino de +usted... Decía cierto hombre político que el sistema parlamentario era +una cosa excelente, que nos había de hacer felices dentro de setecientos +años... Yo entiendo que se quedó corto. Al caso; dígame todo lo +concerniente á la historia... + +--Hoy en día, á Barbacana ya lo llevan acorralado, y se cree que trata +de levantar la casa é irse á morir en paz á Orense... Porque va viejo, y +no le dejan respirar sus enemigos. El que vino con usted, Trampeta, con +el aquel de protegido de Sagasta, es ahora quien sierra de arriba... En +fin, todo ello para nuestro cuento importa un comino. Así que mataron +al padre, la muchacha se casó con su Gallo, y cuando se creía que el +marqués los iba á echar con cajas destempladas, resulta que se quedan en +la casa, ellos y el rapaz, y que está su señor cuñado contentísimo con +tal muñeco... Esto fué antes, muy poco antes de morir la señorita su +hermana... + +Gabriel suspiró, juntando rápidamente el entrecejo. + +--No había quedado nada fuerte desde el nacimiento de la niña: yo la +asistí, y necesité echar mano de todos los recursos de la ciencia para +que... + +--¿Usted asistió á mi hermana?--exclamó el artillero, cuyos ojos +destellaron simpatía, casi ternura, humedeciéndose con esa humedad que +es como el primer vaho de una lágrima antes de subir á empañar la +pupila. + +--Entonces, sí señor; que después, como dije á usted, el marqués hizo +punto en no volverme á llamar... La pobre señora se quedó, según dicen, +como un pajarito; se le atravesaron unas flemas en la garganta... + +Los ojos de Gabriel, ya secos, ardientes y escrutadores, se posaron en +Juncal. + +--Don Máximo, cree usted en su conciencia que mi hermana murió de muerte +natural?--pronunció con tal acento, que el médico tartamudeaba al +contestar: + +--Sí señor... sí señor! sí señor! Puedo atestiguarlo con solo una vez +que la ví en la feria de Vilamorta, donde estaba comprando no sé qué, +allá unos seis meses antes de la desgracia. La fallé y dije (puede usted +creerme como estamos aquí y Dios en el cielo):--No dura medio +año esta señorita.--(Pasóse Gabriel la mano por la frente). Don +Gabriel--prosiguió el médico,--¿qué le hemos de hacer? Su hermana era +delicada; necesitaba algodones; encontró tojos y espinas... De todas las +maneras, ella siempre fué poquita cosa... Volviendo á la niña, no +digamos que su padre la maltrate, pero apenas le hace caso... Él contaba +con un varón, y recuerdo que cuando nació la pequeña, ya renegó y echó +por aquella boca una ristra de barbaridades... Al que adora es al +chiquillo de la Sabel. Si lo querrá, que hasta se ha empeñado en que +estudie, y lo manda á Orense al Instituto, y piensa enviarlo á Santiago +á concluir carrera... El muchacho anda lo mismo que un mayorazgo: su +buen reloj de oro, su buena ropa de paño, la camisola fina, el +bastoncito ó el látigo cuando va á las ferias... y yegua para montar, y +dinero en el bolsillo... + +Asió Juncal con misterio la solapa de la americana de don Gabriel, y +arrimando la boca á su oído susurró: + +--Dicen que le quiere dejar bajo cuerda casi todo cuanto tiene... + +En vez de fruncir el ceño el artillero, despejóse su encapotada +fisonomía, y contestó en voz serena: + +--Ojalá. ¿Se admira usted de mi desinterés? Pues no hay de qué. Es +cierto que considero obligación del hombre sostener la familia que crea +al casarse; pero no soy de esos tipos que tanto les gustan á los +autores dramáticos de ahora, que no se casan con una mujer de quien +están perdidamente enamorados, sólo porque es rica. En el caso presente +me alegro, porque cuantas menos esperanzas de riqueza tenga mi sobrina, +más fácilmente se avendrán á dármela, á mí que no he de exigir dote... +Confieso que tenía yo mis miedos de que me diese calabazas mi señor +cuñado. Verdad es que como no me las dé Manolita, soy abonado hasta para +robarla... ni más ni menos que en las novelas de allá del tiempo del rey +que rabió. + +Miró Juncal la fisonomía del artillero, á ver si hablaba en broma ó en +veras. Revelaba cierta juvenil intrepidez, y la resolución de poner por +obra grandes hazañas, á pesar de los blancos hilos sembrados por la +barba y el pelo que escaseaba en las sienes. + +--Si ella no me quiere... y bien puede ser, que al fin soy viejo para +ella... (Juncal hizo con manos y rostro furiosos signos negativos)... +entonces... no habrá rapto. De todos modos, por cuestión de cuartos, no +se ha de deshacer la boda: yo lo fío. Aparte de que, siendo ese chico +hijo del marqués, natural me parece que le toque algo de la fortuna +paterna. + +--¿Quién sabe de quién es el chico? Y es como un pino de oro. + +--¿Más lindo que mi sobrina? Mire usted que voy á defender, sin haberla +visto, como el ingenioso hidalgo, que es la más hermosa mujer de la +tierra. + +--De fea no tiene nada: pero de vestir, la traen... así... nada más que +regular. Muchas veces no se diferencia de una costurerita de Cebre... +Vamos, la pobre tuvo poca suerte hasta el día. + +--A arreglar todo eso venimos--contestó Gabriel levantándose, como +deseoso de echar á andar sin dilación en busca de su futura esposa. Su +huésped le imitó. + +--Entonces, ¿á qué hora de la tarde quiere usted salir para la rectoral +de Ulloa?--preguntó muy solícito. + +--He mudado de plan; ya no voy... Iré dentro de un par de días á +saludar al señor cura. Tengo por usted cuantos informes necesito, y +puedo presentarme hoy mismo en los Pazos de Ulloa sin inconveniente +alguno. + +--¿Le corre tanta prisa? + +--¿Qué quiere usted? Cuando uno está enamorado... + +Juncal se rió, y volvió á mirar á su interlocutor, gozándose en verle +tan animoso. El sol ascendía, la proyección de sombra de las tapias y el +emparrado empezaba á acortarse. Por la puerta del huerto asomó una +figura humana inundada de luz, de frescura y color: era una mujer, +Catuxa, con el delantal recogido y levantado, lleno de aechaduras de +trigo que arrojaba á puñados en torno suyo chillando agudamente:--Pitos, +pitos, pitos..., pipí, pipí, pipí... Seguíanla los pollos nuevos, +amarillos como canarios, con sus listos ojillos de azabache, con sus +corpezuelos que aún conservaban la forma del cascarón, columpiados sobre +las patitas endebles. Detrás venía la gallina, una gallina pedreña, +grave y cacareadora, honrada madre de familia, llena de dignidad. A la +nidada seguía una horda confusa de volátiles: pollos flacos y belicosos, +gallinas jóvenes muy púdicas y modestas, muy sumisas al hermosísimo +bajá, al gallo rojizo con cresta de fuego y ojos de ágata derretida, que +las custodiaba y les señalaba con un cacareo lleno de deferencia el +sustento esparcido, sin dignarse probarlo. Don Gabriel se detuvo muy +interesado por aquel cuadro de bodegón, que rebosaba alegría. El gallo +le recordó el mote del marido de Sabel y, por inevitable enlace de +ideas, los Pazos de Ulloa. Y al pensar que estaría en ellos por la tarde +y conocería á la que ya nombraba mentalmente _su novia_, la circulación +se le paralizó un momento, y sintió que se le enfriaban las manos, como +sucede en los instantes graves y decisivos. + +--Fantasía, fantasía!--pensó.--Cuidadito... no empieces ya á hacer de +las tuyas! + + + + +XI + + +Antes de salir de Cebre á caballo, rigiendo una yegua y una mulita, +detuviéronse cortos momentos Juncal y don Gabriel en el _alpendre_ ó +cobertizo del patio del mesón donde remudaba tiro la diligencia. Yacían +allí las víctimas del siniestro, una mula con una pata toda +entablillada, y no lejos, sobre paja esparcida, cubierto con una manta, +temblando aún de la bárbara cura que acababan de hacerle, el infeliz +delantero, no menos entablillado que la mula. A su cabecera (llamémosle +así) estaba el facultativo, que no era sino el famoso señor Antón, el +algebrista de Boan. Máximo dió un codazo á don Gabriel, advirtiéndole +que reparase en la peregrina catadura del viejo, el cual no se turbó +poco ni mucho al encontrarse cogido infraganti delito de usurpación de +atribuciones; saludó, sacó de detrás de la oreja la colilla, y empezó á +chuparla, á vueltas de inauditos esfuerzos de su barba, determinada á +juntarse de una vez con la nariz. + +Miró Gabriel al pobre mozo que gemía, con los ojos cerrados, la cabeza +entrapajada y una pierna tiesa del terrible aparato que acababan de +colocarle, y consistía en más de una docena de _talas_ ó astillas de +caña de cortas dimensiones, defensa de la bizma de pez hirviendo que le +habían aplicado. La criada y el amo del mesón se limpiaban aún el sudor +que les chorreaba por la frente, cansados de ayudar á la operación de la +compostura tirando con toda su fuerza de la pierna rota hasta hacer +estallar los huesos, á fin de _concertar_ las articulaciones, mientras +el paciente veía todos los planetas, incluso los telescópicos. + +--Mire si tenía razón--murmuró Máximo.--Estoy ahí á la puerta, y han +preferido mandar llamar á éste de más de tres leguas... Es verdad que él +ha curado de una vez al muchacho y á la mula, cosa que yo no haría. + +Gabriel observaba al algebrista como se observa un tipo de cuadro de +género, de los que trasladó al lienzo para admiración de las edades el +pincel de Velázquez y Goya. + +--Me gustaría darle palique si no tuviésemos el tiempo tan +tasado--indicó al médico. + +--¡Bah! No tenga miedo, que al señor Antón se lo encontrará usted á cada +paso por ahí... Raro es que pase un mes sin que dé una vuelta por los +Pazos: como hay mucho ganado... + +Antes de ponerse en camino, don Gabriel sacó de la petaca algunos +cigarros, que tendió al atador. Tomólos éste con su flema y reposo +habituales; y arrojando la ya apurada colilla, se tocó el ala del +grotesco sombrero, mientras con la izquierda cogía el vaso colmado de +vino que le brindaba la mesonera. + +Los jinetes refrenaron el primer ímpetu de sus cabalgaduras, á fin de no +cansarlas ni cansarse, y adoptaron una ambladura pacífica. Era la tarde +de esas del centro del año, que en los países templados suelen ostentar +incomparable magnificencia y hermosura. Campesinos aromas de saúco +venían á veces en alas de una ligerísima brisa, apenas perceptible. La +yegua de Juncal, que montaba el comandante, no desmentía los encomios de +su dueño. Regíala Gabriel con la diestra, y bien pudiera dejarle flotar +las riendas sobre el pescuezo, pues aunque lucia y redondita de ancas, +gracias al salvado de Catuxa, era la propia mansedumbre. Sólo se +permitía de rato en rato el exceso de torcer el cuello, sacudir el +hocico y rociar de baba y espuma los pantalones del jinete; pero aun +esto mismo lo hacía con cierta docilidad afectuosa. + +Gabriel se dejaba columpiar blandamente, penetrado de un bienestar +intenso, de una embriaguez espiritual, que ya conocía de antiguo, por +haberla experimentado cuantas veces se divisaba en su vida un horizonte +ó un camino nuevo. Era una especie de eretismo de la imaginación, que al +caldearse desarrollaba, como en sucesión de cuadros disolventes, escenas +de la existencia futura, realzadas con toques de poesía, entretejidas +con lo mejor y más grato que esa existencia podía dar de sí, con su +expresión más ideal. En la fantasía incorregible del artillero, los +objetos y los sucesos representaban todo cuanto el novelista ó el autor +dramático pudiese desear para la creación artística, y por lo mismo que +no desahogaba esta ebullición en el papel, allá dentro seguía +borbotando. Si la realidad no se arreglaba después conforme al modelo +fantástico, Gabriel solía pedirle estrechas cuentas; de aquí sus +reiteradas decepciones. Soñador tanto más temible cuanto que guardaba +sepulcral silencio acerca de sus ensueños, y á nadie comunicaba sus +fracasos--los _caballos muertos_, que decía él para sí.--Conociéndose, +solía proponerse mayor cautela, y echar el torno á la imaginación. Pero +esta llevaba siempre la mejor parte. + +Verbigracia, en el caso presente. ¿Pues no habíamos quedado en que el +pedir la mano de su sobrina era el cumplimiento de un austero deber, un +tributo pagado á la memoria de un sér querido, un acto sencillo y grave? +¿Bastarían dos ó tres frases de Juncal, el olor de las flores silvestres +y el hervor de su propia mollera para edificar sobre la base de la +obligación moral el castillo de naipes de la pasión? ¿Por qué pensaba en +su sobrina incesantemente, y se la figuraba de mil maneras, y discurría, +enlazando experiencias y recuerdos, cómo sorprenderla, interesarla y +enamorarla, hablando pronto? ¿Por qué se deleitaba en imaginar la +inocencia selvática de su sobrina, su carácter algo arisco, y el +rendimiento y ternura con que, después de las primeras esquiveces, le +caería sobre el corazón más blanda que una breva; y porqué se veía +disipando poco á poco su ignorancia, educándola, formándola, iniciándola +en los goces y bienes de la civilización, y otras veces volvía la torta, +y se veía á sí propio hecho un aldeano, y á Manolita, con los brazos +arremangados como Catuxa, dando de comer á las gallinas, ó... ¡celeste +visión, espectáculo inefable! arrimando al blanco y redondo pecho una +criaturita medio en pelota, toda bañada de sol... + +La naturaleza se asemeja á la música en esto de ajustarse á nuestros +pensamientos y estados de ánimo. No le parecieron á Gabriel tristes y +lúgubres ni los abruptos despeñaderos que se suspenden sobre el río +Avieiro, ni los pinares negros cuya mancha limitaba el horizonte, ni los +montes calvos ó poblados de aliaga, ni los caminos hondos, que cubría +espesa bóveda de zarzal. Al contrario, miraba con interés los pormenores +del paisaje, y al llegar al crucero de piedra y al copudo castaño que le +formaba natural pabellón, exclamó con entusiasmo: + +--Qué hermoso sitio! Ni ideado por un pintor escenógrafo de talento. + +--Cerquita de aquí--advirtió Juncal--mataron al excomulgado de +Primitivo, el mayordomo de los Pazos. Mire usted: debió ser por allí, +donde blanquea aquel paredón... El chiquillo, el nieto, el Perucho, lo +estuvo viendo muy agachadito detrás de las piedras... Se le ha de +acordar cada vez que pase por aquí... si es que tiene valor de pasar. + +Gabriel se volvió un poco sobre la silla española que vestía su yegua, y +exclamó como el que pregunta algo de sumo interés que se le ha olvidado: + +--¿Qué tal índole es la de ese chico? ¿Maltrata á mi sobrina? ¿La +mortifica? ¿Le tiene envidia? ¿Hace por malquistarla con mi cuñado? + +--Él maltratarla! A su sobrina! Pues si no ha habido en el mundo cariño +más apretado que el de tales criaturas. Desde que nació la niña, Perucho +se volvió chocho, lo que se llama chocho, por ella; la señora y el ama +no sabían cómo hacer para quitarse de encima al chiquillo, que no hacía +sino llorar por la nené. Allí estaba siempre, como un perrito faldero; +ni por pegarle; le digo á usted que era mucho cuento tal afición. Y +después de fallecer la señora, Dios nos libre! El niñero de la señorita +Manolita en realidad ha sido Perucho. Siempre juntos, correteando por +ahí. ¡Pocas veces me los tengo encontrados por los sotos, haciendo +_magostos_, por las viñas picando uvas, ó chapuzando por los pantanos! Y +que no sé cómo no se mataron un millón de veces ó no rodaron por los +despeñaderos al río. El chiquillo es fuerte como un toro ¡más sano y +recio! Un hijo verdadero de la naturaleza. Sólo una enfermedad le +conocí, y verá usted cuál. Cátate que se le pone en la cabeza al +marqués, y otros dicen que al farolón del _Gallo_, enviar al rapaz á +Orense para que estudie; y quién le dice á usted que el primer año, +cuando tocaron á separarse, los dos chiquillos cayeron malos qué sé yo +de qué... de una cosa que aquí llamamos _saudades_... ¿Usted comprende +el término? porque usted lleva años de faltar de Galicia... + +--Sí, ya sé qué quiere decir _saudades_. Los catalanes llaman á eso +_anyoransa_. En castellano no hay modo tan expresivo de decirlo. + +--Ajajá. Pues el chiquillo, el primer año, se desmejoró bastante y vino +todo encogido, como los gatos cuando tienen _morriña_; pero así que +volvieron á sus correrías, sanó y se puso otra vez alegre. Y á cada +curso la misma función. Siempre triste y rabiando en Orense (parece que +la cabeza no la tiene el chico allá para grandes sabidurías) y, apenas +_pintan_ las cerezas y toma las de Villadiego, otra vez más contento que +un cuco, y á corretear con su... + +Juncal dudó y vaciló al llegar aquí. Por vez primera acaso, se le vino á +las mientes una idea muy rara, de esas que hacen signarse aun á los +menos devotos murmurando--Ave María!--de esas que no se ocurren en mil +años, y una circunstancia fortuita sugiere en un segundo... + +Cruzáronse sus miradas con las de don Gabriel, que le parecieron reflejo +de su propio pensamiento, reflejo tan exacto como el del cielo en el +río; y entonces el artillero, sin reprimir una angustia que revelaba el +empañado timbre de la voz, terminó el período: + +--Con su hermana. + +Calló Juncal. Lo que ambos cavilaban no era para dicho en alto. + +Reinó un silencio abrumador, cargado de electricidad. Estaban en sitio +desde el cual se divisaba ya perfectamente la mole cuadrangular de los +Pazos de Ulloa, y el sendero escarpado que á ellos conducía. Juncal dió +una sofrenada á su mula. + +--Yo no paso de aquí, don Gabriel... Si llego hasta la puerta, +extrañarán más que no entre... y la verdad, como está uno así... +político... no me da la gana de que piensen que aproveché la ocasión +para meter las narices en casa de su señor cuñado. Mañana vendrá el +criado mío á recoger la yegua... + +Gabriel tendió la mano sana buscando la del médico. + +--Me tendrá usted en Cebre cuando menos lo piense, á charlar, amigo +Juncal... A usted y á su señora les debo un recibimiento y una +hospitalidad de esas... que no se olvidan. + +--Por Dios, don Gabriel... No avergüence á los pobres... Dispensar las +faltas que hubiese. La buena voluntad no escaseaba: pero usted pasaría +mil incomodidades, señor. + +--Le digo á usted que no la olvidaré... + +Y el rostro del artillero expresó gratitud afectuosa. + +--Cuidar el brazo, no hacer nada con él!--gritaba Juncal desde lejos, +volviéndose y apoyando la palma sobre el anca de la mula. Y diez minutos +después aún repetía para sí:--¡Qué simpático... qué persona tan +decente!... Qué instruído... qué modos finos!... + +El médico, después de volver grupas, apuró lo posible á la mulita con +ánimo de llegar pronto á su casa. Iba pesaroso y cabizbajo, porque +ahora le venía el trasacuerdo de que no había preguntado al comandante +Pardo sus opiniones políticas y su dictamen acerca del porvenir de la +regencia y posible advenimiento de la república. + +--¿Cómo pensará este señor?--discurría Juncal, mientras el trote de la +mula le zarandeaba los intestinos.--¿Qué será? Liberal ó carcunda? +Vamos, carcunda es imposible... Tan simpático... qué había de ser +carcunda! Pues sea lo que quiera... debe de estar en lo cierto. + + + + +XII + + +Por delante de los Pazos cruzaba un mozallón conduciendo una pareja de +bueyes sueltos, picándoles con la aguijada á fin de que anduviesen más +aprisa. Gabriel le preguntó, para orientarse, pues ignoraba á cuál de +las puertas del vasto edificio tenía que llamar. Ofrecióse el mozo á +guiarle adonde estuviese el marqués de Ulloa, que no sería en casa, sino +en la era, viendo recoger la cosecha del centeno. Arrendando el +artillero su dócil montura, echó detrás del mozo y de los bueyes. + +Dieron vuelta casi completa á la cerca de los Pazos, pues la era se +encontraba situada más allá del huerto, á espaldas del solariego +caserón. Gabriel aprovechó la coyuntura de enterarse del edificio, en +cuyas trazas conventuales discernía rastros de aspecto bélico y feudal, +aire de fortaleza, por el grosor de los muros, la angostura de las +ventanas, reminiscencia de las antiguas saeteras, las rejas que +defendían la planta baja, las fuertes puertas y los disimulados +postigos, las torres que estaban pidiendo almenas, y sobre todo, el +montés blasón, el pino, la puente y las sangrientas cabezas de lobo. + +Indicaba desde lejos la era la roja cruz del hórreo; se oía el coro +estridente de los ejes de los carros, que salían vacíos para volver +cargados de cosecha. Era la hora en que los bueyes, rociados con unto y +aceite como preservativo de las moscas, cumplen con buen ánimo su pesada +faena, y se dejan uncir mansamente al yugo, mosqueando despacio el ijar +con las crinadas colas. Gabriel se tropezó con dos ó tres carros, y al +emparejar con ellos, pensó que su chirrido le rompiese el tímpano. +Delante de la era se apeó ayudado por su guía; entrególe las riendas, y +entró. + +Un enjambre de fornidos gañanes, vestidos solamente con grosera camisa y +calzón de estopa, alguno con un rudimentario chaleco y una faja de lana, +empezaban á elevar, al lado de una _meda_ ó montículo enorme de mies, +otro que prometía no ser más chico. Dirigía la faena un hombre de +gallarda estatura, moreno y patilludo, de buena presencia, vestido á lo +señor, con americana, cuello almidonado, leontina y bastón, y muy zafio +y patán _en el aire_; Gabriel pensó que sería el mayordomo, el Gallo. +Sentado en un banquillo hecho de _un tablón grueso_, cuyas patas eran +cuatro leños que, espatarrándose, miraban hacia los cuatro punto +cardinales, estaba otro hombre más corpulento, más obeso, más entrado en +edad ó más combatido por ella, con barba aborrascada y ya canosa, y +vientre potente, que resaltaba por la posición que le imponía la poca +altura del banco. A Gabriel le pasó por los ojos una niebla: creyó ver á +su padre, don Manuel Pardo, tal cual era hacía unos quince ó veinte +años; y con mayor cordialidad de la que traía premeditada, se fué +derecho á saludar al marqués de Ulloa. + +Este alzó la cabeza muy sorprendido; el Gallo, sin volverse, giró sus +ojos redondos, de niña oscura y pupila aurífera, como los del sultán del +corral, hacia el recién llegado; los mozos suspendieron la faena, y +Gabriel, en medio del repentino silencio, notó en las plantas de los +pies una sensación muelle y grata, parecida á la del que entra en un +salón hollando tupidas alfombras. Eran los extendidos haces de centeno +que pisaba. + +El hidalgo de Ulloa se puso en pie, y se hizo con la mano una pantalla, +porque los rayos del sol poniente daban de lleno en la cara de Gabriel, +y no le permitían verla á su gusto. El comandante se acercó más á su +cuñado, y alargó la diestra, diciendo: + +--No me conocerás... Te diré quien soy... Gabriel, Gabriel Pardo, el +hermano de tu mujer. + +--Gabriel Pardo? + +Revelaba la exclamación de don Pedro Moscoso, no solamente sorpresa, +sino hosco recelo, como el que infunden las cosas ó las personas cuya +inesperada presencia resucita épocas de recuerdo ingrato. Viendo Gabriel +que no le tomaban la mano que tendía, hízose un poco atrás, y murmuró +serenamente: + +--Vengo á verte y á pedirte posada unos cuantos días... ¿te parece mal +la libertad que me tomo? ¿Me recibirás con gusto? Di la verdad; no +quisiera contrariarte. + +--Jesús... hombre!--prorrumpió el hidalgo esforzándose al fin por +manifestar cordialidad y contento, pues no desconocía la virtud +primitiva de la hospitalidad.--Seas muy bienvenido: estás en tu casa. +Angel!--ordenó dirigiéndose al _Gallo_,--que recojan el caballo del +señor, que le dén cebada... Quieres refrescar, tomar algo? Vendrás +molestado del viaje. Vamos á casa enseguida. + +--No por cierto. De Cebre aquí á caballo, no es jornada para rendir á +nadie. Siéntate donde estabas; si lo permites, me quedaré aquí; lo +prefiero. + +--Como tú dispongas; pero si estás cansado y... Ey, Angel!--gritó al +individuo que ya se alejaba:--á tu mujer que prepare tostado y unos +bizcochos. Vaya, hombre, vaya!--añadió volviéndose á Gabriel.--Tú por +acá, por este país... + +--He llegado ayer--contestó Gabriel comprendiendo que una vez más se le +pedía cuenta de su presencia y razón plausible de su venida.--Estaba en +la diligencia que volcó--y al decir así, señalaba su brazo replegado, +sostenido aún por el pañuelo de seda de Catuxa.--Ha sido preciso +descansar del batacazo. + +--Hola, con que en la diligencia que volcó! Ey, tú, Sarnoso!--exclamó el +hidalgo dirigiéndose á uno de los gañanes.--No dijiste tú que vieras +entrar en Cebre ayer una mula y un delantero estropeados? + +--Con perdón--respondió el Sarnoso tocándose una pierna--llevaban esto +_crebado_, dispensando usted. + +--Sí, es verdad; hoy se les hizo la cura--confirmó Gabriel. + +El vuelco de la diligencia empezó á dar mucho juego. El Sarnoso agregó +detalles; Gabriel añadió otros; el marqués no se saciaba de preguntar, +con esa curiosidad de los acontecimientos ínfimos propia de las personas +que viven en soledad y sin distracción de ninguna clase. Gabriel le +examinaba á hurtadillas. Para los cincuenta y pico en que debía frisar, +parecíale muy atropellado y desfigurado el marqués, tan barrigón, con la +tez tan inyectada, con el pescuezo y nuca tan anchos y gruesos, con las +manos tan nudosas por las falanges como suelen estar las de los +labriegos que por espacio de medio siglo se han consagrado á beber el +hálito de la tierra, y á rasgarle el seno diariamente. A modo de maleza +que invade un muro abandonado, veía el artillero en el conducto +auditivo, en las fosas nasales, en las cejas, en las muñecas de su +cuñado, que teñía de rojo el sol poniente, una vegetación, un musgo +piloso, que acrecentaba su aspecto inculto y desapacible. El abandono de +la persona, las incesantes fatigas de la caza, la absorción de humedad, +de sol, de viento frío, la nutrición excesiva, la bebida destemplada, el +sueño á pierna suelta, el exceso en suma de vida animal, habían +arruinado rápidamente la torre de aquella un tiempo robustísima y +arrogante persona, de distinta manera pero tan por completo como lo +harían las excitaciones, las luchas morales y las emociones febriles de +la vida cortesana. Tal vez parecía mayor la ruina por la falta de +artificio en ocultarla y remediarla. Ceñido aquel mismo abdomen por una +faja, bajo un pantalón negro hábilmente cortado; desmochada aquella +misma cabeza por un diestro peluquero; raídas aquellas mejillas con +afiladísima navaja, y suavizada aquella barba con brillantina; añadido á +todo ello cierto aire entre galante y grave, que caracteriza á las +personas respetables en un salón, es seguro que más de cuatro damas +dirían, al ver pasar al marqués de Ulloa:--Qué bien conservado! Cuarenta +años es lo más que representa. + +Lo cierto es que Gabriel, al ver en su cuñado señales evidentes del peso +de los años y del esfuerzo con que iba descendiendo ya el agrio repecho +de la vida, sintió por él esa compasión involuntaria que inspiran á los +corazones generosos las personas aborrecidas ó antipáticas, cuando se ve +que caminan al desenlace de las humanas tribulaciones, flaquezas é +iniquidades--la muerte. + +--Yo que le tenía por un castillo!--pensó.--Pero también los castillos +se desmoronan. + +De su parte el marqués, lleno de curiosidad y suspicacia, estaba que +daría el dedo meñique por saber qué viento traía á su cuñado. Pensaba en +recriminaciones, en acusaciones, en cuentas del pasado ajustadas ahora +por quien tenía derecho de ajustarlas, y pensaba también en cosa más +inmediata y práctica, en una discusión referente á las partijas que se +hallaban incoadas y pendientes desde el fallecimiento del señor de la +Lage. Por más que el aire abierto y franco que traía Gabriel decía á +voces--no vengo aquí á ocuparme en cuestiones de intereses--el marqués +de Ulloa se fijó en la última hipótesis, y la dió por segura, y empezó á +tirar mentalmente sus líneas y á combinar su estrategia. Con los años, +el marqués de Ulloa había contraído las aficiones de los labriegos +viejos, para los cuales no hay plato más gustoso que una discusión de +pertenencia, un litigio, un enredo cualquiera en que si no danza el +papel sellado, esté por lo menos en ocasión de danzar. + +Como anticipándose á indicar el verdadero objeto de su venida, Gabriel, +habiéndose quitado su sombrero hongo de fieltro, que le dejaba una raya +roja en la frente, y pasándose con movimiento juvenil la mano por el +cabello para arreglarlo y calados mejor los quevedos, preguntó: + +--Y... ¿qué tal mi sobrina Manuela? Estoy deseando verla. Debe ser toda +una mujer... ¿estará guapísima? + +El marqués de Ulloa gruñó, creyendo que el gruñido era la mejor manera +de contestar á lo que juzgaba cumplimiento. Al fin articuló: + +--Ahora la verás... Milagro que no anda por aquí. Estarán ella y +Perucho... como dos cabritos, triscando. Los pocos años, ya se ve... +Cuando vamos viejos se acaba el humor... Más tengo corrido yo por esos +vericuetos, que ningún muchacho de hoy en día... Pero á cada cerdo le +llega su San Martín, como dicen... Todos vamos para allá--dijo apoyando +su grueso mentón en el puño de su palo, y señalando con la cabeza á +punto muy distante. + +Gabriel se entretenía contemplando el espectáculo de la era, que le +parecía, acaso por la gran plenitud de su corazón y el rosado vapor en +que sabía bañar las cosas su fantasía incurable, henchida de soberana +quietud y paz. La puesta del sol era de las más espléndidas, y los +últimos resplandores del astro inundaban de rubia claridad la cima de +las _medas_, convertían en cinta de oro bruñido la atadura de los haces, +daban toques clarísimos de esmeralda á la copa de los árboles, mientras +las ramas bajas se oscurecían hasta llegar al completo negror. Se oían +los últimos pitíos de los pájaros, dispuestos ya á recogerse, el canto +ritmado del pas-pa-llás! en el barbecho, el arrullo de las tórtolas, que +se dejaban caer por bandadas en los sembrados, en busca del rezago de +granos y espigas que allí había derramado la hoz, y la lamentación +interminable del carro cargado, tan áspera de cerca como melodiosa de +lejos. A trechos se escuchaba también otra queja prolongadísima, pero +humana, un ala laaaá! de segadoras, y todo ello formaba una especie de +sinfonía--porque Gabriel no discernía bien los ruidos, ni podía decir +cuáles salían de laringe de pájaro y cuáles de femenina garganta--una +sinfonía que inclinaba á la contemplación y en la cual sólo desafinaba +la voz enronquecida del marqués de Ulloa. + +Incorporóse éste, haciendo segunda vez pantalla de la mano. + +--¿No preguntabas por tu sobrina? Me parece que ahí la tienes. ¡Vela +allí! + +--¿En dónde?--preguntó Gabriel, que no veía nada ni oía más que un +discordante quejido, que poco á poco iba convirtiéndose en insoportable +estridor. + +Entre el marco que dos higueras retorcidas, cargadas de fruto, formaban +á la puerta de la era, desembocó entonces una yunta de amarillos y +lucios bueyes, tirando de un carro atestado de gavillas de centeno. +Reparó Gabriel con sorpresa la forma primitiva del carro, que mejor que +instrumento de labranza parecía máquina de guerra: la llanta angosta, la +rueda sin rayos, claveteada de clavos gruesos, el borde hecho con +empalizada de agudas estacas, donde para sujetar la carga, descansa un +tosco enrejado de mimbres, de quitaipón. Pero al alzar la vista de las +ruedas, fijó su atención un objeto más curioso: un grupo que se +destacaba en la cúspide del carro, un mancebo y una mocita, tendidos más +que sentados en los haces de mies y hundido el cuerpo en su blando +colchón; una mocita y un mancebo risueños, morenos, vertiendo vida y +salud, con los semblantes coloreados por el purpúreo reflejo del Oeste +donde se acumulaban esas franjas de arrebol que anuncian un día muy +caluroso. Y venía tan íntima y arrimada la pareja, que más que carro de +mies, parecía aquello el nido amoroso que la naturaleza brinda +liberalmente, sea á la fiera entre la espinosa maleza del bosque, sea al +ave en la copa del arbusto. Gabriel sintió de nuevo una extraña +impresión; algo raro é inexplicable que le apretó la garganta y le +nubló la vista. + + + + +XIII + + +Primero se bajó de un salto Perucho, y tendiendo los brazos, recibió á +Manuela, á quien sostuvo por la cintura. Cayó la chica con las sayas en +espiral, dejando ver hasta el tobillo su pie mal calzado con zapato +grueso y media blanca. Al punto mismo de saltar vió al desconocido, y se +detuvo como indecisa. Perucho también pegó un respingo de animal montés +que encuentra impensadamente al cazador. Gabriel clavó en su rostro la +mirada, impulsado por ansia secreta é indefinible de saber si merecía su +fama de belleza física el que él llamaba entre sí, con asomos de +humorismo, el bastardo de Moscoso. + +Para el escultor y el anatómico, belleza era, y de las más perfectas y +cumplidas, aquel cuerpo bien proporcionado y mórbido, en que ya, á pesar +de la juventud, se diseñaban líneas viriles, bien señaladas paletillas, +vigorosos hombros, corvas donde se advertía la firmeza de los tendones; +y rasgo también de belleza clásica y pura, la poderosa nuca redondeada, +formando casi línea recta con la cabeza y cubierta de un vello rojizo; +el trazo de la frente que continuaba sin entrada alguna; la vara de la +correcta nariz; los labios arqueados, carnosos y frescos como dos +mitades de guinda; las mejillas ovales, sonrosadas, imberbes; la nariz y +barba que ostentaban en el centro esa suave pero marcada meseta ó +planicie que se nota en los bustos griegos, y que los artistas modernos +no encuentran ya en sus modelos vulgares, y por último el monte de +bucles, digno de una testa marmórea, de los cuales dos ó tres se +emancipaban hasta flotar sobre las cejas y estorbar á los ojos. + +Para Gabriel, más pensador é idealista que artista y pagano, y además +hombre moderno en toda la extensión de la palabra, aficionado á la +expresión, prendado sobre todo, en el sexo varonil, de las cabezas +reflexivas, de las frentes anchas en que empieza á escasear el cabello, +de las fisonomías que son una chispa, una llama, una idea hecha carne, +que habla por los ojos y se imprime en cada facción y se acentúa +enérgicamente en la ahorquillada ó puntiaguda barba, de los cuerpos en +que la disposición atlética y la hermosura de los miembros se disimula +hábilmente bajo la forma de la vestidura usual entre gente bien educada; +para Gabriel, decimos, fuese por todas estas razones ó por alguna otra +que ni él mismo entendía, no solamente resultó incomprensible la lindeza +de Perucho, sino que á pesar de su predisposición á la simpatía, sobre +todo hacia la gente de posición inferior á la suya, le pareció hasta +antipática é irritante aquella cabeza de joven deidad olímpica, aquella +frescura campesina y tosca, aquella cara tallada en alabastro, pero +encendida por una sangre moza y ardiente, savia vital grosera y propia +de un labriego (así pensaba Gabriel); y sobre todo aquellos modales +aldeanos, aquel vestir lugareño, aquella extracción evidentemente +rústica, revelada hasta en el modo de andar y en el olor á campo que le +había comunicado la mies. + +En cambio--¡oh transacciones de la estética!--Gabriel se indignó de que +alguien hubiese dudado de la hermosura de Manolita. ¡Manolita! Manolita +sí que era guapa. Así como á Perucho se le estaba despegando la +americana y el pantalón, y su musculatura pedía á voces el calzón de +estopa de los gañanes que erigían la meda, á Manolita (seguía pensando +Gabriel) no le cuadraba bien el pobre vestidillo de lana, y su fino +talle y su airosa cabecita menuda reclamaban un traje de _cachemir_ de +corte elegante y sencillo, un sombrero _Rubens_ con plumas negras--que +lo llevaría divinamente.--¿Parecido con su madre? Sí; mirándola bien, se +parecía, se parecía mucho á la inolvidable _mamita_; los mismos ojazos +negros, las mismas trenzas, la frente bombeada, el rostro larguito... +pero animado, trigueño, con una vida exuberante que la pobre _mamita_ no +gozó nunca. Y además, serena é intrépida y despegada y arisca. Al +decirle su padre:--Este señor es tu tío Gabriel Pardo, el hermano de tu +mamá,--la montañesa apuntó á boca de jarro las pupilas, y murmuró con +desdeñosa gravedad: + +--Tenga usted buenas tardes. + +Sin más conversación, volvió la espalda, deslizándose tras de la meda. +Gabriel se quedó algo sorprendido de semejante conducta por parte de su +sobrina. Entre los números del programa trazado por su imaginación, se +contaba el del recibimiento. Con el candor idílico que guardan en el +fondo del alma los muy ensoñadores, durante el camino se había imaginado +una escena digna del buril de un grabador inglés: una doncella +candorosa aunque algo brava y asustadiza, que se ruborizase al verle, +que le hiciese muy confusa y bajando los ojos varios saludos y +reverencias, que luego consultase con tímida mirada á su padre, y +autorizada por una seña de éste, saliese precipitadamente, volviendo á +poco rato con una bandeja de frutas y refrescos que brindar al +forastero... ¡Sí, buenos refrescos te dé Dios! Maldito el caso que le +hacía Manolita; y su padre, en vez de mostrar que extrañaba semejante +comportamiento, ni lo notaba y seguía conversando con Gabriel, +informándose asiduamente de ¿cómo había encontrado los asuntos de su +padre, al hacerse cargo de ellos? ¿Cómo andaba el partido H y los foros +X? El artillero contestaba; pero de soslayo observaba atentamente lo que +acontecía en la era. A su sobrina no la veía entonces; sí á Perucho, que +en mangas de camisa, habiendo echado la americana sobre el yugo de los +bueyes, ayudaba á descargar el carro, mostrando deleitarse en la +actividad muscular, que esparcía su sangre y la enviaba en olas á +enrojecer su pescuezo y su frente blanca y lisa. Así que la carga del +carro estuvo por tierra, llegóse á la meda empezada, en cuya cima vió +Gabriel alzarse, como estatua en su pedestal, á Manolita. Cruzáronse +entre los dos muchachos frases, risas y una especie de gracioso reto; y +empuñando Perucho con resolución una horquilla de palo, dió principio al +juego de levantar con ella un haz y arrojárselo á la chica, que lo +recibía en las manos como hubiera podido recibir una pelota de goma, sin +titubear, y se lo pasaba al punto á un gañán encaramado también sobre la +meseta de la meda, el cual lo sentaba y colocaba, espiga adentro, +_medando_ hábil y rápidamente. + +Gabriel no tenía ojos ni oídos más que para el juego. Su cuñado seguía +habla que te hablarás, en el tono llano y cansado del hombre para quien +pasó la edad de los retozos y no cree que ya le importen á nadie. Y +Gabriel se consumía, contestando cortésmente, pero distraído, con el +alma á cien leguas de la plática. Al fin no pudo contenerse, y se +levantó. + +--¿Tú querrás descansar? ¿Tomas algo? ¿Cenas?....--interrogó +obsequiosamente el marqués, dando muestras de querer llevarse á su +huésped hacia casa. + +--No... Sí... Quisiera...--murmuró Gabriel un tanto confuso, porque al +verse de pie le pareció ridículo decir:--Lo que estoy deseando, á pesar +de mi brazo vendado, es ponerme también á echar haces á la _meda_...--Y +no atreviéndose á confesar el capricho, se dejó guiar resignado hacia la +gran mole de la casa solariega. Al salir siguió escuchando durante +algunos segundos las risas de la pareja, el ¡jeeem! triunfal que +dilataba la cavidad pulmonar de Perucho al lanzar los haces, y el +impaciente--¡venga otro!--de Manolita cuando tardaban. + + + + +XIV + + +Al entrar en los Pazos experimentó Gabriel la impresión melancólica que +sentimos al acercarnos á la sepultura de una persona querida, y la +emoción profunda que nos causa ver con los ojos sitios que desde hace +mucho tiempo visita nuestra imaginación. En sus años de colegio, Gabriel +se representaba la casa de su hermana como una tacita de plata, +elegante, espaciosa, cómoda; después sus ideas variaron bastante; pero +nunca pudo figurársela tan ceñuda y destartalada como era en realidad. + +A la escalera salieron á hacerle los honores el Gallo y su esposa, la +ex-bella fregatriz Sabel, causa de tantos disturbios, pecados y +tristezas. Quien la hubiese visto cosa de diez y ocho años antes, cuando +quería hacer prevaricar á los capellanes de la casa, no la conocería +ahora. Las aldeanas, aunque no se dediquen á labrar la tierra, no +conservan, pasados los treinta, atractivo alguno, y en general se ajan y +marchitan desde los veinticinco. Sus extremidades se deforman, su piel +se curte, la osatura se les marca, el pelo se les vuelve áspero como +cola de buey, el seno se esparce y abulta feamente, los labios se secan, +en los ojos se descubre, en vez de la chispa de juguetona travesura +propia de la mocedad, la codicia y el servilismo juntos, sello de la +máscara labriega. Si la aldeana permanece soltera, la lozanía de los +primeros años dura algo más; pero si se casa, es segura la ruina +inmediata de su hermosura. Campesinas mozas vemos que tienen la +balsámica frescura de las hierbas puestas á serenar la víspera de San +Juan, y al año de consorcio no es posible conocerlas ni creer que son +las mismas, y su tez lleva ya arrugas, las arrugas aldeanas, que parecen +grietas del terruño. Todo el peso del hogar les cae encima, y adiós risa +alegre y labios colorados. Las coplas populares gallegas no celebran +jamás la belleza en la mujer después de casada y madre: sus requiebros y +ternezas son siempre para las _rapazas_, las _nenas bunitas_. + +Sabel no desmentía la regla. A los cuarenta y tantos años, era lastimoso +andrajo de lo que algún día fué la mejor moza diez leguas en contorno. +El azul de sus pupilas, antes tan claro y puro, amarilleaba; su tez de +albérchigo era piel de manzana que en el madurero se va secando; y los +pómulos sobresalientes y la frente baja y la forma achatada del cráneo +se marcaban ahora con energía, completando una de esas cabezas de +aldeana de las cuales dice cualquiera: «Más fácil sería convencer á una +mula que á esta mujer, cuando se empeñe en algo.» + +Con todo, su marido Angel de Naya, por remoquete _Gallo_, la tenía no +sólo convencida, sino subyugada y vencida por completo, desde los +tiempos ya lejanos en que anhelaba dejar por él su puesto y corte de +sultana favorita en los Pazos, é irse á cavar la tierra. Era una +devoción fanática, una sumisión de la carne que rayaba en +embrutecimiento, y una simpatía general de epidermis grosera y alma +burda, que hacían de aquel matrimonio el más dichoso del mundo. El +varón, no obstante, calzaba más puntos que la hembra en inteligencia, en +carácter, y hasta en ventajas físicas. Ajada y lacia ella, él conservaba +su tipo de majo á la gallega y su triunfadora guapeza de sultán de +corral: el andar engallado, el ojo claro, redondeado y vivo, las rizosas +patillas y la _fachenda_ en vestir y el empeño de presentarse con cierta +dignidad harto cómica. Es de saber que el Gallo, sin madurar los vastos +y mefistofélicos planes de su antecesor y suegro el terrible Primitivo, +no era ajeno á miras de engrandecimiento personal, que delataban +indicios evidentes. El Gallo vestía de _señor_, lo que se dice de +_señor_; encargaba á Orense camisolas, corbatas, pañuelos, capa, reloj, +botitos, y por nada del mundo se volvería á poner su pintoresco traje de +terciopelo de rizo azul, con botones de filigrana de plata, y la montera +con plumas de pavo real, ni á oprimir bajo el sobaco el _fol_ de la +gaita á cuyo sonido habían danzado tantas veces las mozas. Paisano +trasplantado á una capa superior, todo el afán del Gallo era subir más, +más aún, en la escala social. Nadie le obligaría á coger una horquilla ó +una azada: dirigía la faena agrícola, nunca tomaba parte activa en ella, +porque soñaba con tener las manos blancas y no _esclavas_, como él +decía. Otra de sus pretensiones era leer óptimamente y escribir con +perfección. Como todos los labriegos que aprenden á leer y escribir de +chiquillos, su iniciación en esta maravillosa clave de los conocimientos +humanos era muy relativa: saber leer y escribir no es conocer los signos +alfabéticos, nombrarlos, trazarlos; es sobre todo poseer las ideas que +despiertan esos signos. Por eso hay quien se ríe oyendo que para +civilizar al pueblo conviene que todos sepan escritura y lectura; pues +el pueblo no sabe leer ni escribir jamás, aunque lo aprenda. En +resolución, el Gallo se despepitaba por alardear de lector y pendolista +y acostumbraba por las noches, antes de acostarse, leerle á su mujer, en +alta voz, el periódico político á que estaba suscrito y que +proporcionaba una satisfacción profunda á su vanidad, al imprimir en la +faja--Sr. D. Angel Barbeito--Santiago--Cebre.--Por supuesto que leía de +tal manera, que no sólo al caletre algo obtuso de Sabel, sino al más +despierto y agudo, le sería difícil sacar nada en limpio; porque +suprimía radicalmente puntos y comas, se comía preposiciones y +conjunciones, se merendaba pronombres y verbos, casaba sin dispensa +palabras y repetía cuatro y seis veces sílabas difíciles, siendo de ver +lo que se volvían en labios suyos las noticias referentes, verbigracia, +al _Mahdi_, á los _nihilistas_, al rey Luís de Baviera ó á los +_fenianos_ y _liga agraria_. Y todos estos sucesos, batallas, +asolamientos y fieros males, cuanto más lejanos y más inaccesibles, +razonablemente hablando, á su comprensión, más le deleitaban, +interesaban y conmovían; y era curioso oírselos explicar, en tono +dogmático, á otros labriegos menos enterados que él de la política +exterior europea en cierta tertulia que solía juntarse en la cocina de +los Pazos. Respecto á sus pretensiones de pendolista, había empezado á +satisfacerlas del modo siguiente: encargando á Orense una resmilla de +papel de cartas bien lustroso, de canto dorado, y mandando plantificar +en mitad de cada hoja un A. B. cruzado, tamaño como la circunferencia de +un duro; y ya provisto de papel tan elegante y de escribanía y cabos de +pluma en armonía con él, dió en escribir, para ejercitar la letra, +cartas y más cartas á todo bicho viviente, tomando por pretexto, ya el +felicitar los días, ya cualquier motivo análogo. También era para él +gran preocupación el hablar, pues se esforzaba á que sus labios +olvidasen el dialecto á que estaban avezados desde la niñez, y no +pronunciasen sino un castellano que sería muy correcto si salvásemos las +innumerables _jeadas_, contracciones, diptongos, barbarismos y otros +lunarcillos de su parla selecta. Y cuanto más se empeñaba en sacudirse +de los labios, de las manos, de los pies, el terruño nativo, la oscura +capa de la madre tierra, más reaparecía, en sus dedos de uñas córneas, +en sus patillas cerdosas y encrespadas, en sus muñecas huesudas y en sus +anchos pies, la extracción, la extracción indeleble, que le retenía en +su primitiva esfera social! Si él lo comprendiese sería muy infeliz. Por +fortuna suya creía todo lo contrario. + +Incapaz de los vastos cálculos de Primitivo, había dedicado á comprar +tierras todo el dinero heredado de su difunto suegro, que no era poco y +andaba esparcido por el país en préstamos á un rédito usurario. El Gallo +amaba las fincas rústicas á fuer de labriego de raza. Instalado en los +Pazos de Ulloa, la casa más importante del distrito, vió desde luego lo +ventajoso de su situación para _papelonear_; y como el Gallo antes +pecaba de pródigo que de mezquino, condición frecuente en los gallegos, +dígase lo que se quiera, su sueño dorado fué subir como la espuma, no +tanto en caudal cuanto en posición y decoro; y se propuso, ya casado con +Sabel, convertirse en _señor_ y á ella en _señora_, y á Perucho en +señorito verdadero... Aquí conviene aclarar un delicado punto. Era de +tal índole la vanidad del buen Gallo, que dejándose tratar de _papá_ por +Perucho y sin razón alguna para regatearle el título de hijo, la idea de +que por las venas del mozo pudiese circular más hidalga sangre, le ponía +tan esponjado, tan hueco, tan fuera de sí de orgullo, que no había +anchura bastante para él en toda el área de los Pazos. Lo pasado, el +ayer de Sabel en aquella casa, lejos de indignarle ó disgustarle, era el +verdadero atractivo que aún poseía á sus ojos una mujer marchita y +cuadragenaria. + +El matrimonio salió á esperar al huésped en la meseta de la escalera, +deshaciéndose en obsequiosos ofrecimientos al «señorito». Parecían los +verdaderos dueños de la casa. Aunque Sabel no guisaba ya, ¡pues no +faltaría otra cosa! se enteró minuciosamente de lo que el huésped podía +apetecer para su cena. ¿Una ensaladita? Tortilla? Lonjas de carne? +Chocolate? Gabriel repetía que cualquier cosa, que él comía de todo; y +en esta porfía me lo iban llevando de habitación en habitación, á cual +más destartalada, y sin muebles. En el comedor dieron fondo, y según la +costumbre del país, sentáronse ante la mesa libre de manteles, +presenciando cómo la _cubrían_. Gabriel, al comprender que se trataba de +cenar, buscó con los ojos algo que no parecía por el comedor. Y al fin +no pudo contenerse. + +--¿Y Manolita?--preguntó.--Y Manolita? No cena? + +--La chiquilla?... Busca! Quién cuenta con ella?--respondió el marqués +de Ulloa, como si dijese la cosa más natural y corriente del +mundo.--¿En tiempo de siega? Echarle un galgo. Ahora se juntarán en la +era todas las segadoras, y armarán un bailoteo de cuatrocientos mil +demonios, y pandereta arriba y pandereta abajo, y copla va y copla +viene, y habiendo una luna hermosa como hay, tenemos broma hasta cerca +de las diez. + +No replicó palabra Gabriel, por lo mismo que se le ocurrían infinidad de +objeciones: pero no era ocasión de soltar la sin hueso allí delante de +la criada que entraba y salía llevando platos, vasos y servilletas. Su +impulso era decir:--Pues mira, vámonos á la era, y luego cenaremos +juntos,--pero se contuvo: todo le parecía prematuro, indelicado y fuera +de sazón mientras no tuviese con su cuñado una entrevista, lo que se +llama una entrevista formal. + +Trató de entretenerse observando. Le parecía poético aquel comedor tan +distinto de los que se ven en todas partes, sin aparadores, sin platitos +japoneses ó de Manises colgados por la muralla, sin cortinas ni +chimenea; por todo adorno, barrocas pinturas al fresco, desconchadas y +empalidecidas, representando pájaros, racimos, panecillos, ratones que +subían á comérselos, y otros caprichos de la fantasía del pintor; y en +el centro, frente á la vasta mesa de roble y á los bancos duros, de +abacial respaldo, el péndulo solemne. También la mesa se le antojó que +tenía _carácter_ ó _cachet_, ese no sé qué de arcaico que enamora á las +cansadas imaginaciones modernas, y se confirmó en ello al fijarse en el +plato que le pusieron delante, en cuyo fondo campeaban emblemas +curiosísimos, que le trajeron á la memoria su edad infantil, pues en su +casa siendo niño había visto loza idéntica. Era en efecto resto de dos +docenas de platos traídos por doña Micaela, la madre del marqués, que +debían formar parte de alguna soberbia vajilla hecha para un Pardo +virrey ó magnate: tenía en el centro el escudo de los Pardos de la Lage +dividido en dos cuarteles; en el de la derecha se encabritaban dos +leones rampantes en campo de gules, y en el de la izquierda otro león y +cuatro cruces de Malta en campo de oro. Un casco con una cruz de +Caravaca por cimera remataba el escudo: sobre él se leía en una +banderola la divisa: _Fortis in fide et regi fidelis_; bajo el escudo, +en otra banderola, _Per cruces ad triumphos_. ¡Resto de algo glorioso, +esculpida y dorada proa que recuerda al buque náufrago! Distrajo á +Gabriel de la contemplación del plato, su cuñado que con inmenso +cucharón de plata le servía una sopa de pan humeante, grasienta y +doradita. La sopa cubrió en un momento los lemas heroicos y los fieros +leones, y no quedó ni señal de la pluma flotante del casco, ni de los +airosos picos en que se bifurcaban al extremo las gallardas banderolas +de las divisas. + +Si Gabriel pudiese recordar otras épocas de los Pazos, notaría, no sólo +en aquella exhibición de vajilla blasonada, sino en mil detalles más, +que allí reinaba cierta suntuosidad desconocida cosa de veinte años +antes. Y no era que don Pedro Moscoso se hubiese pulido y civilizado +algo; al revés: con la mengua de sus fuerzas físicas, con el paso de la +vida nómada de cazador á la más sedentaria de hidalgo que cultiva sus +tierras, con el terror de la gota, de la vejez y de la muerte, terror +que se iba escribiendo en su huraño semblante, le había entrado mayor +indiferencia que nunca por las finuras y elegancias: en cambio la +materia le dominaba, cogiéndole por el flaco de la gula, y como todos +los gotosos, apetecía justamente los platos y vinos que más daño podían +causarle. El ramo de pompas y vanidades corría de cuenta del insigne +Gallo, en quien latía la inclinación más irresistible al fausto y +esplendor, y que procuraba deslumbrar al huésped con la vajilla y con +cuanto pudiese. + +Cuando después de reposar la cena fumando un par de cigarrillos, pedía +Gabriel á don Pedro una entrevista confidencial para el día siguiente, +retirábase el Gallo á sus habitaciones en compañía de su mujer, la cual +acababa de disponer todo lo necesario al alojamiento del huésped. Nada +menos que á sus habitaciones que eran en la planta baja, muy apañadas y +cucas, con divisiones nuevecitas de barrotillo y enlucido de yeso. Todo +lo que antes fué madriguera del zorro Primitivo, lo había convertido el +presuntuoso Gallo en corral digno de sus espolones y fachenda. Y cuanto +tenían de destartalados y tristes los aposentos de arriba, que habitaba +el señor, otro tanto de cómodos y alegres los de abajo, el nido que se +labraba el mayordomo. Llenitas como un huevo, nada faltaba en ellas: ni +los cómodos armarios recién pintados, ni las útiles perchas, ni las +sillas y sofá de _yute_, ni el espejo grande en la salita, ni las +fotografías harto ridículas, en sus marcos dorados, ni cromos de frailes +y majas, ni muñequitos de porcelana tocando el violín, ni calendario +americano, ni, en suma, ninguno de los objetos que componen el falso +bienestar y el lujo de similor que hoy penetra hasta en las aldeas. La +cama de matrimonio era negra _maqueada_, es decir, con unos pecaminosos +medallones dorados y unas inicuas guirnaldas de rosas; á cada viaje que +el Gallo hacía á Orense, se le acrecentaba el deseo de trocarla por una +dorada enteramente, lo cual era á sus ojos el colmo de la ostentación y +sibaritismo humano; pero un vago recelo de lo que podría decir la gente +envidiosa y chismosa, le contenía siempre, reduciendo su vehemente +capricho al estado de sueño, de aspiración imposible, y por lo mismo más +seductora. + +Las pollitas, ó sean las hijas del Gallo, de siete y nueve años de edad, +dormían ya como sardina en banasta en una misma cama, la una en posición +natural, la otra con los pies hacia la cabecera; dormían con los ojos +colorados y los carrillos hechos un tomate de tanto becerrear y llorar, +porque querían ir á la era, á oir tocar la pandereta y cantar la +_encomienda_; pero su padre, que profesaba las más severas ideas +respecto al decoro de las _señoritas_, no se lo había permitido. Sabel +empezaba á soltarse los cordones de las innumerables sayas que vestía +según la costumbre aldeana: y el Gallo, sentado en una butaca, al lado +de una mesa que sustentaba la lámpara de petróleo (una lámpara nada +menos que de imitación de porcelana japonesa) tomó el periódico que á la +sazón recibía, y era si no mienten las crónicas _El Globo_, y comenzó á +chapucear sueltos, asombrándose mucho del calor que hacía en Nueva York, +y exclamando: + +--¡Ave María de gracia!... ¡Dice que están á noventa... y cin... y +cin... co _farengues_... (95° Fahrenheit se cree que sería), y trin... +trienta y ci... cinco y ciento gra... dos!... (35° centígrados, supongo +que rezaría la hoja.) Mujer... ¡qué pasmo! + +Sabel, que se acostaba entonces, respondió con una especie de +complaciente gruñido, estirándose gustosa entre las sábanas, pues sin +saber cuántos _farengues_ de calor se gastaban por allí, sabía que había +sudado el quilo el día entero. Y con ese género de gruñidos salía del +apuro siempre que su consorte se empeñaba en enseñarle el santito, el +grabado, ó mejor dicho el borrosísimo cliché del periódico, para hacerle +admirar cuatro chafarrinones y media docena de rayas en que una fantasía +ardiente podía reconocer, ya una _Aldea rusa á orillas del Volga_, ya la +_Vista de Constantinopla tomada desde el Bósforo_, con otros primores +artísticos de la misma laya. Aquella noche, después de pagar el +imprescindible tributo á la política exterior y al movimiento europeo, +ambos cónyuges, después de apagar el quinqué soplando fuertemente en la +boca del tubo, entre el silencio y la oscuridad y el bienestar del +lecho, que refuerza muchísimo la potencia discursiva, se echaron á +indagar, comunicándose sus reflexiones, qué demonios sería aquella +venida del señorito don Gabriel. + + + + +XV + + +La primer noche de los Pazos fué para Gabriel Pardo noche de fiebre. +Fiebre de impaciencia, fiebre de cólera, fiebre de recuerdos, de +esperanzas, de curiosidad, de indefinible y hondo temor, y además... +¿por qué negarlo? ¿por qué dudarlo? ¡fiebre amorosa! + +¡Amorosa! ¡Una niña á quien había visto un cuarto de hora, que le había +dicho _buenas tardes_ por junto y enseguida á recoger gavillas de +centeno sin mirarle más á la cara! ¡Una niña cuyos rasgos fisiognómicos +le sería imposible recordar con exactitud! + +--No soy yo quien se enamora, es mi imaginación condenada--pensaba el +comandante.--Parezco un cadete. Pero es que en esa chiquilla he cifrado +yo muchas cosas. La familia pasada y la futura, mi _mamita_ y mi hogar, +mis ya casi desvanecidas memorias de cariño y mis justas aspiraciones á +los afectos santos que todo hombre tiene derecho á poseer... Por eso me +ha entrado así, tan fuerte. + +Cabalmente le habían dado el cuarto de su _mamita_--¡el cuarto en que +había muerto! Él no lo sabía. Por una especie de convenio tácito consigo +mismo, y á fuer de persona recta, le repugnaba hacer ninguna pregunta +hostil ó desagradable en una casa adonde venía en són de paz; así es que +no había querido ni enterarse de _cuál era el cuarto_. Se lo dieron +porque, arreglado poco antes de la boda, se encontraba más presentable +que el resto de la desmantelada huronera, tan invadida por las aficiones +agrícolas del dueño, que en algún salón la cosecha de maíz sobrante se +amontonaba á ambos lados en rimero de oro.--Allí la cama barroca, con +su dorado copete figurando el sol; allí el biombo con inverosímiles +pinturas de casas y árboles; allí todavía el canapé de estilo Imperio en +que se reclinaba la enferma, la honda ventana junto á la cual se sentaba +á leer en un sillón de gutapercha ya descascarado; sobre la cabecera +estampas de su devoción, un rosario de azabache con engarce de plata... +todo había sido conservado allí, no por respeto ni por ternura, sino por +la indiferencia de la vida campesina, por el tamaño del gran caserón, +donde se pasaba un año sin que fuesen visitados algunos aposentos. + +Gabriel velaba revolviéndose en la cama, escuchando el silencio, ese +silencio campesino en que vibran siempre ladridos de canes vigilantes, +murmullos de agua y brisa, coros de ranas, y antes de la aurora, gemir +de carros, y á la aurora, dianas de gallos de sangre ligera. Calculaba +qué línea de conducta le convendría adoptar al día siguiente; al fin +optó por la más leal. Hablaría con el hidalgo francamente, se lo diría +todo, obraría de acuerdo con él y previo su consentimiento. Y si le +negaba autorización para hacerse querer de la niña... bien, entonces le +asistiría el derecho de tomársela. + +Llegó al cabo el amanecer y sucedióle á Gabriel lo que á todos los que +se pasan la noche en blanco suspirando por el día: que se quedó profunda +é invenciblemente dormido. El marqués de Ulloa, inveterado madrugador +gracias á sus hábitos de caza y siesta, vino con impertinente celo á +despertar á su cuñado, aguijoneándole ya la curiosidad de saber el +objeto de la venida del comandante. Gabriel fué llamado al mundo real +cuando más á su sabor se encontraba en el de las quimeras. Propuso el +marqués, á guisa de armisticio, que la conversación fuese de cama á +butaca, pero Gabriel rechazó las sábanas, y empezó á vestirse y lavarse +en un aguamanil tan chico como incómodo, con dos tohallas no mayores que +pañuelos de narices. Convinieron en que la entrevista se celebraría +dentro de media hora en el despacho y archivo del marqués de +Ulloa--archivo que ya volvía á encontrarse punto más punto menos, en su +pristino estado, antes de arreglarlo cierto capellán. + +El artillero acudió puntualmente, y sin saber cómo, el diálogo que +Gabriel se había propuesto que fuese sumamente correcto y formal, tomó +en seguida giro humorístico, descarado y hostil por ambas partes.--Me +dejas pasmado.--No sé por qué.--Pero, vamos claros: tú tienes gana de +broma?--Nada de eso: con nadie, y menos contigo.--¿En qué quedamos; me +pides ó no á Manolita?--No te la pido; lo que hago es advertirte que voy +á intentar tomarla, porque me parece desleal proceder de otra manera: al +fin eres su padre.--¿Tomarla? ¿Cómo se entiende eso de tomarla?--¿Cómo +se entiende? No como lo entiendes tú, sino de otro modo: y para +explicártelo mejor, voy á ver si logro que la chica me quiera, y +entonces... entonces sí que te la pido.--Sólo faltaba que tampoco me la +pidieras entonces.--Pues bien mirado, si ella quiere darse, es cuando +menos falta me hace que me la dés tú; pero... yo soy así.--Tú eres por +lo visto una buena pieza.--Nada de eso; al contrario; por sencillez y +por honradez te cuento á ti todo esto.--Pero... ¿estará decente que +andes tú por ahí acompañando á la chica, después de saber que tienes +tales proyectos?--Mis proyectos son muy honestos, y no parece sino que +tu hija anda muy recogida y pierniquebrada.--Hombre... hombre!--La has +criado como un marimacho, sin recato ninguno, ¿sabes? Y muy mal, por no +decir infernalmente.--Y á ti ¿quién te da vela?...--Poca cosa: como que +intento ser su marido, y como que soy el hermano de su madre.--Manolita +es una chiquilla, y además.... no anda sola.--No, ya sé que la +acompaña... el hijo del mayordomo.--(Aquí los ojos de ambos cuñados +cruzaron una mirada singular, y don Pedro acabó por bajarlos).--Siempre +anduvieron juntos ella y ese rapaz desde pequeñitos.--Bonita razón! En +fin, al grano; ¿me permites, sí ó no, que pruebe á agradar á +Manolita?--¿Y si no te lo permito?--Lo haré sin tu permiso; sólo que lo +haré desde fuera de tu casa, porque no me parecerá regular venir á +meterme en ella para obrar contra tu gusto.--Y si te doy permiso y le +agradas ¿te casarás con ella?--Hombre! ese es mi propósito: pero y si +tratada, no me gusta? No puedo empeñarte mi palabra.--Me estás +proponiendo cosas raras.--Aún voy á proponerte otra más rara que todas +las demás. Si se arregla la boda, no le dés un céntimo á tu hija de +presente, y dispón tu testamento como te dé la gana y á favor de quien +se te antoje.--Eh.... Ni un cént.... Quieto, quieto; mi hija no está en +la calle; por de pronto tiene... la legítima materna.--(Por ahí te +duele, pensó Gabriel cuando oyó esto).--La legítima materna de Manolita +te la cederé: yo le señalaré de mi patrimonio, en carta dotal, otro +tanto como le corresponda por herencia de su madre.--Yo... en realidad +de verdad... así Dios me salve...--He dicho que ni un céntimo de +presente, ¿cómo se dicen las cosas?... Y el día de mañana... lo que te +dicte tu conciencia... y nada más.--(La cara del marqués se dilataba, su +barba gris temblaba de placer).--Vaya, vaya con don Gabriel Pardo! ¿Y +cómo ha sido ese repentón de gustarte la chica?--Tres meses hace que me +gusta.--¿Sin verla?--¡Se entiende! Casi no la he visto aún á estas +horas. A ti, ¿qué te importa eso? Es cuenta de ella y mía. No se te pide +sino la aquiescencia y nada más.--Pues... por mí... trato hecho.--Trato +hecho... Acabáramos! + +--Ya tengo--pensó Gabriel al volver á su cuarto--campo libre y carta +blanca. Pasábase el cepillo por la cabeza á fin de alisar y distribuir +mejor sus cabellos finos y escasos, cuando el corazón le dió un brinco +absurdo, inverosímil: unos dedos menudos herían aprisa la puerta, una +voz que le era imposible confundir ya con otra alguna, preguntaba: + +--¿Hay permiso? + +Manolita entró. Venía vestida con algún más esmero que el día anterior, +y su traje de percal color garbanzo salpicado de cabecitas de perros, +látigos y gorras de jockey, revelaba pretensiones de _seguir la moda_ y +procedencia orensana ó pontevedresa. El peinado también indicaba más +larga elaboración que la víspera, y había un lazo azul de raso al +extremo de las trenzas. La muchacha se adelantó sin cortedad alguna por +el cuarto de su tío, y con cierta sequedad le dijo, de carretilla y en +tono uniforme, á manera de chico que recita la lección: + +--Buenos días. ¿Cómo ha descansado usted? Yo... bien. Dice papá que le +lleve á ver el huerto y la casa toda. + +--Gracias, niña... Y para venir conmigo te has compuesto así? + +--Mandó papá que me pusiese el vestido nuevo para acompañarle á usted. + +--¿Te sería igual tutearme... ó te parezco demasiado viejo? Di--añadió +con unos visos de melancolía. + +--Algo viejo es... y me da vergüenza. + +Gabriel se quedó encantado de la contestación. «Ella me tuteará»--pensó +para sí;--y añadió en voz alta: + +--Pues cuando tengamos más confianza. Ahora, vámonos por ahí, al +huerto... Tengo más ganas de aire libre que de ver la casa. ¿quieres mi +brazo? + +--¡Brazo! Ay qué chiste! Tengo los dos que Dios me dió. Puede que... + +--¿Qué? + +--Que si fuésemos por ahí... por montes... le tuviese yo que dar la +mano. + +--Pues mira... Justamente quería pedirte ese favor. Que me enseñases +paseos largos, sitios bonitos... Tú que conoces todo este país como tu +propio cuarto. + +--Sí; pero á esta horita--notó la muchacha castañeteando los +dedos--quién se atreve á pasar más allá del bosque? No se aguantará la +calor, y usted que no tiene costumbre... + +--Pues al bosque ahora, y á la tarde... me llevarás á donde gustes, +chiquilla. + +Volvióse la muchacha con un movimiento de malhumor y aspereza, que ya +dos veces había observado en ella Gabriel; y este síntoma infalible de +detestable educación, en vez de desalentar al artillero, le atrajo +más.--Es un terreno inculto, virgen, lleno de espinos, ortigas, +zarzales... ¡Pobre huérfana, y pobre hermana mía! Si viviese... A falta +suya, yo desbrozaré esa maleza, á fuerza de paciencia y de cariño. + +La montañesa echó delante, ágil y airosa como una cabrita montés, y su +tío la seguía, rumiando aquello del terreno virgen, y observando con +gran placer que era aplicable así á lo moral como á lo físico de la +muchacha. La cintura de Manolita, en vez de ser de forma cilíndrica, +tenía las dos planicies delante y detrás, que suelen delatar la +inocencia del cuerpo; su nuca (descubierta por la raya que dividía las +trenzas colgantes), su nuca, esa parte del cuerpo femenino que el arte +moderno ha rehabilitado devolviéndole todo su valor expresivo, era de +las más tranquilizadoras, por su delgadez y pureza, y lo raro y lacio +del pelo corto que la sombreaba; su andar era andar de cervatilla, sin +languidez alguna, y sus sienes rameadas de venas azules y su frente +convexa la hacían semejante á las santas mártires ó extáticas que se ven +en los museos. + +--¡Cuánto tengo aquí que enmendar, que enseñar, que +formar!--reflexionaba Gabriel, muy encariñado ya con su oficio de +preceptor.--Pero hay terreno, hay sujeto... ¡La han descuidado tanto! Lo +que exista aquí de bueno ha de ser bueno de ley, por deberse +exclusivamente á la fuerza é influjo del natural, á la rectitud del +instinto. Más fácil es habérselas con esta niña, entregada á sí misma +desde que nació, que con esas chicas criadas en una atmósfera +artificial, y á quienes la solicitud y los sabios... ó hipócritas +consejos de las mamás, tías, y amiguitas, han cubierto de un barniz tan +espeso y compacto, que el demonio que sepa lo que hay debajo de +él.--¿Con que á dónde me llevas? al bosque? Pero qué modo de +correr!--exclamó en voz alta, viendo que Manolita atravesaba velozmente +las habitaciones de la casa, bajaba las escaleras de cuatro saltos, y +sin aflojar el paso se metía por el huerto. + +--Corra también--respondió la niña casi sin volver la cara:--¡todo esto +de la casa y la huerta es más cargante! Ya iremos despacio por el +soto... Allí da gusto. + +Realmente el huerto parecía un horno. El día amenazaba ser del todo +canicular, y en la superficie del estanque, los mismos _escribanos de +agua_ tenían pereza de echar complicadas firmas con sus largos zancos, y +adormecidos sobre las verdosas plantas palúdicas se entregaban al goce +de beber sol. Los átomos del aire vibraban, prontos á inflamarse cuando +el astro ascendiese á su zenit; innumerables insectos zumbaban entre la +hierba; gorjeaban con viveza y regocijo los pájaros, seguros de que con +aquel día tropical la espiga se abriría sola y los surcos se llenarían +de derramada simiente; de cuando en cuando, una bandada de mariposas +ejecutaba en el ambiente de fuego una figura de rigodón, y luego se +desvanecía. Gabriel, sofocado, se había quitado el hongo, y abanicábase +con él. Sin pararse, de soslayo la chica lo vió. + +--Va á pillar un _soleado_... ¡Ave María Purísima! Coja una hoja de +berza y métala en el sombrero, que sino... mañana á estas horas está en +la cama con un mal. + +Obedeció el sabio consejo el artillero, y colocó dentro de su hongo una +hoja de col bien aplicada. + +--¿Y tú?--exclamó en seguida.--¿Por qué no coges un _soleado_ tú? No +llevas nada en la cabeza. + +--¡Uy! Yo! Yo ya tengo confianza con el sol. + +A lo lejos, más allá de los frutales del huerto, que apenas daban +sombra, destacábase el soto, como una promesa de frescura y bienestar; +el soto de castaños floridos, donde los rayos del sol no tenían acceso. +Pero Gabriel, fuese por detenerse un minuto, ó porque realmente el paseo +convidaba á refrescar la boca, se detuvo al pie de un ciruelo cargado +de fruta, y llamó á su sobrina. + +--Manuela? + +Ella se volvió, asaz impaciente. + +--Sabes que de buena gana comería un par de ciruelas? + +--Pues cómalas, y buen provecho--respondió la chica encogiéndose de +hombros. + +--Escógemelas; ten compasión de un pobre cortesano ignorante. + +--_Seque_ no diferencia las verdes de las maduras? + +--No... Sé un poco amable. Ayúdame. + +Con el ceño fruncido, el ademán entre hosco y burlón, la chica alargó +los dedos, bajó una rama, fué tentando ciruelas... y en un abrir y +cerrar de ojos, dejó caer una docena, como la pura miel, amarillas por +la cara que miraba al sol y reventadas ya de tan dulces, en el pañuelo +limpio, marcado con elegante cifra, que Gabriel tenía cogido por las +puntas. + +--Mil gracias... Ahora... + +--¿Ahora qué? + +--Cómete tú una primero, para que me sepan mejor las demás. + +--No me da la gana... Estoy harta de ciruelas. + +--Pues dispensa... Una más ó menos, no te produciría indigestión, y al +comerla, cumplirías un deber. + +--_¿De qué?_--preguntó ella fijando con dureza en Gabriel sus ojos +ariscos. + +--El deber de las señoritas, que es hacerse agradables y simpáticas á +todo el mundo, y con mayor razón á los huéspedes que tienen en casa, y +todavía más si son sus tíos y vienen á verlas. + +Una ojeada más fiera que las anteriores fué la respuesta de Manolita, +que echó á andar apretando el paso, tanto que á Gabriel le costaba +trabajo seguirla. + +--Chica, chica.....--gritó.--Mira que he trepado por los vericuetos de +las Provincias, pero tú eres un gamo..... Aguarda un poco. + +Paróse la muchacha, y agarrándose al tronco de un peral, y estribando en +la pierna izquierda, con la punta del pie derecho describía +semicírculos sobré la hierba. Al alcanzarla su tío, no dijo palabra; +suspiró con resignación, y siguió andando con menos ímpetu, pero sin +hacer caso del forastero. + +Dejado atrás el huerto, pisaron la linde del bosque, alfombrada por las +panojas amarillentas de la flor del castaño, que empezaba á desprenderse +aquellos días y había impregnado el aire de un olorcillo que sin ser +embriagador perfume, tiene algo de silvestre, de fresco, de forestal, de +húmedo y refrigerante, por decirlo así, encantador para los que han +nacido ó vivido largo tiempo en la región gallega. No pecaba el soto de +intrincado; como más próximo á la casa, había sido plantado con cierto +orden y simetría, y los troncos de sus magníficos árboles formaban +calles en todas direcciones, aunque los obstruyese la maleza, dejando +sólo relativamente limpia la del centro, atajo que solían tomar los +peatones que descendían de la montaña, para llegar á los Pazos más +pronto. El ramaje era tan tupido y formaba tan espesa bóveda, que sólo +casualmente le atravesaba la claridad solar, engalanándolo con una +estrella de oro de visos irisados, trémula sobre la cortina verde. +Manolita andaba y andaba, pero más despacio ya, con el involuntario +recogimiento que produce la frescura y la oscuridad de un bosque. +Gabriel emparejó con ella, y señalándole el repuesto y solitario lugar y +la mullida hierba, le dijo: + +--¿Vamos á sentarnos un poco? Esto está envidiable. + +--Bien--contestó lacónicamente la muchacha, siempre con la misma agrazón +en el acento y el gesto; y se tumbó como de mala gana en el blando +tapiz. + + + + +XVI + + +--Cortezuda es la pobrecilla!--pensaba Gabriel mientras su sobrina +callaba arrancando uno tras otro los pétalos de una flor silvestre. La +flor, que era una margarita, le contestó--mucho--pero la muchacha, que +nada tenia de romántica, no le habla preguntado cosa alguna. + +--Manuela (esto ya iba dicho en voz alta y con dulzura y +ansiedad)--dispénsame que te haga una pregunta. ¿Estás así, incomodada y +de mal humor, por culpa mía, por tener que acompañarme? Mira, dímelo +francamente, porque... no tendrá nada de particular, sabes? + +Lo que se dice nada. Un pariente forastero que llega ayer, llovido del +cielo; á quien tú no has visto jamás ni probablemente oído nombrar dos +veces en toda tu vida; que no conoce tus gustos y costumbres, ni tú las +de él... más viejo... mucho más viejo que tú; y que va tu padre y te +manda que... lo acompañes, ¿no es eso? Hija, comprendo, comprendo +perfectamente que reniegues de mí. + +Manuela bajó los ojos, que tenía clavados en el ondeante pabellón de las +ramas, y miró á su tío primero con cierta sorpresa, después con +atención. Gabriel, habiéndose quitado los quevedos, concentraba en sus +expresivas pupilas toda la vida de su espíritu. + +--Como lo comprendo, no pienses que me he de enfadar contigo... Lo que +te dije antes, cuando te pedí que comieses las ciruelas, fué pura broma. +Yo no me enfado por sentimientos naturales y cosas propias de la edad; +además, nada que venga de ti puede enfadarme, niña. Tú puedes hacer de +mí lo que quieras. + +--¿Por qué?--preguntó la montañesa, cuya negra pupila se dilató de +asombro. + +--Porque eres un ángel, y los ángeles no ofenden á nadie... y porque +aunque fueses un diablillo, yo... te querría, ¿sabes? Lo mismo que te +quiero... con toda el alma... con toda el alma! + +Fué dicha la frase con tan sabrosa mezcla de calor y galantería, de +ternura paternal y fuego profano, que Manuela se sintió poco á poco +enrojecer desde la punta de la barbilla hasta la raíz del cabello, y su +infalible instinto femenil le dijo que había allí _algo_ inusitado, algo +distinto de lo que podía decir un tío á una sobrina en el fondo de un +bosque. Y otra vez se juntaron sus cejas, y su boca de finos labios +adquirió expresión severísima. + +--Tu madre--añadió Gabriel como para atemperar el encendimiento de sus +palabras--fué mi hermana del corazón, y he conservado de ella tal +memoria, que sólo por ser tú hija suya, besaría la tierra que pisas... +¿te ríes, chiquilla? Pues verás como lo hago, ahora mismo. + +Y sin más preliminares, Gabriel, que estaba recostado un poco más bajo +que la niña, se volvió, llegó el rostro á las yerbas en que el pie de +ésta reposaba, y aplicóles un sonoro beso. + +La gravedad de la montañesa se disipó como el humo. Ver á aquel señor, +tan elegante, tan fino, tan formal, que aunque no era precisamente +viejo, parecía «persona de respeto,» y que sin más ni más besuqueaba el +suelo delante de ella, le arrancó una viva y sonora carcajada. Gabriel +le hizo coro. + +--¡Gracias á Dios que te veo reir!--dijo al disiparse el primer +alborozo.--Gracias á Dios! Todo lo que sea no estar con aquella cara de +juez de antes, me gusta. Á tu edad se debe reir... es lo natural. ¡Qué +contento me da verte así! Sobrina mía... te declaro solemnemente que +eres muy bonita cuando te ríes. (Ya lo sabía la niña, y aunque +montañesa, no ignoraba que al reir se le ahondaba un par de graciosos +hoyos en las mejillas y se lucían sus dientes, que en lo blancos y +parejos afrentaban á los piñones). Por lo demás--siguió Gabriel--á mí, +como te quiero, me pareces siempre muy linda... Sí, sobrinita. Antes de +verte ya me gustabas... + +--¿Antes de verme?--interrogó la chiquilla con serenidad burlona, +enjugándose con las yemas de los dedos lágrimas de risa. + +--Antes. ¿De qué te pasmas? ¿Te acuerdas tú de tu mamá? + +--No... ¡Era yo tan _cativa_ cuando se murió la pobre! + +--¿Y cómo te la figuras tú? Fea ó bonita? + +--¡Qué pregunta! Ya se sabe que bonita. + +--Pues... lo mismo me pasaba á mí contigo antes de verte. Ea: ¿están +hechas las paces? ¿Somos amigos? + +--Sí señor--respondió Manuela entornando los párpados. + +--¿No estás disgustada por tener que acompañarme? + +--No señor... + +--Sí señor, no señor... ¡Ay, ay, ay! Qué sonsonete! Mira que si me +enfado... te hago reir otra vez. Ya que no quieres tutearme... al menos, +no me digas _señor_: díme _Gabriel_, que es mi nombre. + +--¿Tío Gabriel? + +--Bueno, _tío Gabriel_, si así te parece que te podrás ir acostumbrando +á llamarme _Gabriel_ á secas. Y ahora, que ya estamos con más confianza +(Gabriel apoyó el codo sano en el suelo y se reclinó cómodamente), +vamos, díme por qué estabas de mal humor conmigo esta mañana. + +--Porque...--Manuela iba sin duda á soltar un secreto formidable; pero +de pronto sus labios se cerraron, sus ojos vagaron por el suelo, y +murmuró enérgicamente.--Por nada. + +--¿Por nada? + +--Por... porque hablando francamente, era mejor que papá lo acompañase; +yo no soy quien para entretenerlo ni darle conversación. Bonita +diversión la que saca de estar conmigo. ¿De qué le he de hablar? Por eso +me dió rabia que papá discurriese mandarme á papar moscas con usted. + +--Montañesita, eso que vas diciendo sí que es una chiquillada. No sólo +me distrae tu compañía, sino que la he solicitado. ¿De dónde sacas tú +que no tenemos de qué hablar? ¡Miren la muñeca! Vaya si tenemos: y +tanto, que no se nos acabará en muchísimo tiempo la conversación. +Podremos estar charlando una semana, y otra, y otra, y tener siempre +cosas nuevas de qué tratar. + +Enarcó Manuela las cejas, entreabrió los labios, redondeó los ojos, y se +quedó como asombrada mirando al artillero. + +--¿No lo crees?--dijo éste, que iba cortando con mucho primor, de una +uñada, tallos de gramíneas, y reuniéndolos, sin duda con ánimo de formar +un ramillete. + +--No señor... tío Gabriel. Porque... yo soy una infeliz que me he criado +aquí, entre los tojos, como quien dice, y usted anduvo mucho mundo y +corrió muchos pueblos y sabe todo... Conmigo se tiene que aburrir, ¿eh? +aunque por darme jarabe diga eso. Otra le queda. + +--¡Ay, chiquilla! Te engañas de medio á medio. Pues si justamente te +necesito; si me haces muchísima falta para explicarme, y enterarme, y +ponerme al corriente de un sinnúmero de cosas importantísimas, en que +eres tú maestra y yo no sé ni el a, b, c... + +--Vaya, vaya, vaya--canturreó la niña con su marcado acento del país. + +--No hay vaya, vaya, que valga--murmuró Gabriel remedándola tan +jovialmente, que no había modo de enojarse por la parodia.--Sí señora. +Se lo digo á usted formalmente, con toda la formalidad que cabe en un +comandante de artillería. Mira, hijita, por lo visto tú eres como Santo +Tomás: ver y creer. Así es que te diré cuáles son esas cosas en que eres +una sabia y yo un borrico. Son... las cosas de por aquí, del campo. + +--¿Del campo? + +--Cabales... Atiéndeme... Yo me he criado en un pueblo, he estudiado en +otro, he vivido en varios, y no he estado en lo que se llama _campo_, +sino en el _campamento_, que es muy diferente... Allí mira uno la tierra +desde el punto de vista de cómo podrá, abierta en trincheras, servir +para resguardarse del enemigo... y las montañas que yo he visto y +recorrido, ¿sabes lo que buscaba en ellas? Un punto estratégico en que +situar una batería... para santiguar desde allí á cañonazos á los +carlistas. + +Inclinóse la montañesa hacia su tío, revelando en sus ojos brillantes, +en su respiración agitada, el interés con que infaliblemente escucha la +mujer toda historia en que juega el valor masculino. + +--¿Estuvo en muchas batallas?--preguntó mostrando gran curiosidad. + +--En unas pocas... pero no batallas campales y en grande, hija mía, como +esas que tú habrás visto pintadas ó te habrás representado en la +imaginación; fueron encuentros parciales, tomas de fortines, asaltos de +trincheras, escaramuzas, tiroteos de avanzadas... + +--¿Y muere gente en eso como en lo otro? + +--¡Ah! Morir, sí, lo mismo; en proporción, quizá sea más peligroso... +Allí ve uno muy de cerca el brillo de las bayonetas y los machetes, y la +boca de los rewólvers. + +--¿Y á usted... lo hirieron? ¿Le hicieron daño? + +--Sí, á veces... Rasguños. + +--¿En dónde? ¿Aquí?--exclamó la chiquilla alargando su dedito moreno +hasta rozar con él la mejilla de su tío, el cual se estremeció +dulcemente, como si le hiciese cosquillas una de las delicadas gramíneas +que cortaba. + +--No...--dijo sin ocultar el estremecimiento...--Esto fué la explosión +de un poco de pólvora que se me quedó embutida debajo de la piel... + +--¡Ay! me ha de contar cómo fué. No..., pero antes las batallas. + +Gabriel se incorporó quedándose sentado en la hierba, con las piernas +estiradas y el haz de gramíneas en la mano. Habíalas verdaderamente +airosas y elegantes, montadas en tallos como hilos; sus menudas +simientes pajizas temblaban, bailaban, oscilaban, se encrespaban y +bullían como burbujas de aire moreno, como gotas de agua enlodada; +algunas semejaban bichitos, chinches; otras, como la _agrostis_, tenían +la vaporosa tenuidad de esas vegetaciones que la fina punta del pincel +de los acuarelistas toca con trazos casi aéreos, allá al extremo de los +países de abanico: una bruma vegetal, un racimo de menudísimas gotas de +rocío cuajadas. Con aquel fino puñado de hierba, Gabriel acarició la +cabeza trigueña de su sobrina, diciendo con una explosión de alegría +casi infantil: + +--¡Ah, pícara... pícara! Ves cómo tenemos de qué hablar... y nos sobra. +¿Lo ves, lo ves? Yo te cuento guerras ó catástrofes como esta de la +pólvora que se me metió entre cuero y carne, y muchas cosas más que me +han pasado; y tú... + +--¡Bah! No haga burla, no haga burla... Ya se sabe que yo no puedo +contar nada que valga dos nueces. + +--Que sí, mujer... Más que yo; doscientas veces más. Tú eres una doctora +y yo un ignorantón. + +--¿Con tanto como estudió? + +--En los colegios, hija mía, nos enseñan cosas muy raras y +estrafalarias, que andan en libros... y mira tú, lo bueno es que allí se +quedan, porque luego, en la vida, no se las vuelve uno á encontrar ni +por casualidad una sola vez. Pues sí... ¡tú vas á reirte de mí cuando +veas lo tonto que soy! No diferencio el trigo del centeno... + +La montañesa soltó una carcajada fresquísima. + +--No he visto nunca moler un molino... El único en que estuve lo tomamos +á cañonazos: era un molino en que se habían hecho fuertes las gentes del +cabecilla Radica... Ya te figurarás que no molía entonces... + +Redobló la carcajada de Manuela. + +--Tampoco he visto segar... Ayer me enteré de que hacéis unas cosas que +se llaman _medas_, que son como una pirámide de haces de mies... y eso +porque te ví encaramada encima como un loro en su percha... + +Ya no era risa; era convulsión lo que agitaba á Manuela, obligándola á +echarse atrás, á recostarse en el tronco del castaño para no caer... Con +una mano, á la usanza aldeana, se comprimía la ingle, y con otra se +tapaba la boca y la nariz, pero entre sus dedos rezumaban y salpicaban +chorros de risa que, por decirlo así, caían sobre el rostro del +artillero. + +--Ay... ay... que me muero... que no puedo más...--decía la +chiquilla.--Ay... por Dios... no diga tontadas así... + +Sonreíase él, contento del efecto producido, y haciendo girar entre +pulgar é índice el fino tallo de una gramínea, que por el volteo +apresurado parecía una rueda de dorada niebla. Paróse, al ver un insecto +semejante á una media bola de coral pulido, con pintas de esmalte +negro, que le había caído sobre el dorso de la mano y allí permanecía +inmóvil. + +--Ahí tienes--murmuró dirigiéndose á su sobrina, que pasado el espasmo +se había quedado como aturdida, con dos lágrimas que le asomaban al +canto de los lagrimales--mira si es verdad lo que tanto te hace reir, +que ahora me veo en el apuro de ignorar qué fiera es esta que se me ha +domiciliado en la mano. + +--¿Esa?--balbució la niña como saliendo de un letargo--es una _mariquita +de Dios_. + +--¿Y por qué se está tan quieto este bicho divino? + +--¿Quiere que vuele? Yo la haré volar enseguida. + +--¿Pinchándola? No. Mira que yo, aquí donde me ves con estas barbas, no +puedo sufrir que se lastime á ningún animal. + +--¿Piensa que yo soy un verdugo? Verá cómo vuela solo con hablarle. + +Y la niña, acercándose tanto á la mano de su tío que éste sintió el +húmedo calor y la frescura de su sano aliento, murmuró misteriosamente: + +--_Mariquiña, voa, voa, que ch’ei de dar pan é ceboa._ + +A las primeras sílabas del conjuro el insecto se bullió; á las segundas +removió sus patas, que parecían hechas de cabitos cortos de seda negra; +á las terceras entreabrió las alas de coral, descubriendo debajo otras +de gasa, de sombría irisación, que tenía replegadas como las alas +membranosas del murciélago; y antes de que la fórmula cabalística +terminase, alzó el vuelo rápidamente y se perdió en el aire. + +--No he visto en los días de la vida animal más bien mandado--observó +Gabriel un tanto sorprendido.--¿Obedecen así los demás bicharracos? + +--¿Los demás? Buena gana! Si fuese una avispa y le clavase el aguijón... +ya vería si obedecen ó no. + +--¿De modo que los bichos más dañinos son las avispas? + +--¡Uy! otros son peores. Hay los de cuatro patas... Raposos y lobos; +allá en lo más alto de la sierra, jabalíes; la marta, que se come las +gallinas; el _miñato_, que mata las palomas... Pero á mí esos animales +fieros no me dan cuidado ninguno; me gustaría ir con los cazadores +cuando dan la batida á los lobos, que debe ser precioso; pero á lo que +tengo miedo es á... los perros rabiosos, en este tiempo del año. Dice +que cuando muerden, para que uno no se muera, hay que quemarle con un +hierro ardiendo el sitio donde dejan la baba... ¡ih, ih, ihhh! (Manolita +se estremeció, subiendo los hombros como si tuviese frío). + +--¡Qué nerviosa es!--pensó para sí Gabriel, el cual, en medio de la +embriaguez que le producía el ver á la niña tan domesticada ya y +entretenida en tan familiar y afectuosa plática, no dejaba de +estudiarla, recordando que tenía que hacer con ella oficio de padre, de +maestro, y aun quizás de médico; tierno protectorado, acaso lo más +dulce y atractivo de la obra de caridad que su corazón emprendía.--Al +mismo tiempo--calculó mirando la coloración trigueña, encendida y melada +del rostro de su sobrina--hay sangre, generosa, rica y roja... Me gusta +que tenga nervios: por el camino de los nervios se puede conseguir tanto +de la mujer! + +Aún charlaron algo más antes de volver á los Pazos á la hora de la +comida. Al atravesar el bosque, pudo ver el comandante que los nervios +de su sobrina se estaban quietos en ocasiones que alborotarían los de +una señorita cortesana. Allá, en lo más oscuro y enmarañado del bosque, +notó Gabriel un roce entre las hojas, algo parecido al cimbrear de una +vara verde; y al punto mismo vió pasar á dos dedos de sí, con el +espinazo arqueado y enhiesto, arrastrado el pecho, la plana cabeza +erguida, una gruesa culebra, distinguiendo la blancura azulada de su +vientre. Sería como la muñeca de un niño, y mediría de largo vara y +media. Gabriel se quedó fascinado, sintiendo el frío que causa la +presencia de los reptiles. Manolita en cambio se bajó, y escudriñando +entre las hojas caídas y la maleza, blandió triunfalmente un objeto +amarillento, larguirucho, diáfano, que parecía hecho de papel de seda +untado con aceite, por encima imbricado de escamas, por debajo plegado +en pliegues horizontales; un andrajo orgánico, que aún parecía conservar +la flexible curvatura del tronco que momentos antes revestía. + +--La camisa de la culebra!--gritaba entusiasmada Manola.--¡La ha soltado +ahí la bribonaza! ¡Vestido nuevo, que estamos en tiempo de feria! Ah +maldita! Si yo tuviese una piedra con que _esmagarte_ los sesos!... +Mire, mire, mire--exclamó metiéndosela á Gabriel casi por los +ojos:--mire la hechura de cabeza, mire la boca, mire los ojos... como se +conocen los ojos! + +--La llevas?--preguntó Gabriel viendo que se la enrollaba á la muñeca. + +--Toma! Para enseñársela á Perucho. + + + + +XVII + + +Después de comer, transcurrida la hora sagrada de la siesta, Gabriel +sintió otra vez llamar á su puerta, no con los nudillos y desdeñosamente +como por la mañana, sino con el batir imperioso de una manecita que +manifiesta cierta cordialidad y deseo de ver pronto á la persona que +busca. Saltó el comandante del canapé en que se había recostado, más á +leer que á dormir. Como todo hombre de hábitos intelectuales, Gabriel, +al llegar á los Pazos, había buscado algún alimento del alma, alguna +lectura: el obsequioso Gallo le había ofrecido sus periódicos (el señor +los leía también al día siguiente); pero Gabriel, recordando haber visto +por la mañana en el archivo un armario-estantería donde encima de las +oscuras encuadernaciones de antiguos libros relucía algún filete de oro, +se fué allá terminada la comida. Al abrir las hojas forradas, en vez de +vidrios, de rejilla de alambre, salió una tufarada de moho, de polvo, de +humedad; cenicientas polillas huyeron despavoridas de su refugio +predilecto. No se arredró: fué sacando volúmenes. Cada libro que abría +era un depósito de larvas, una red de túneles abiertos por el diente del +insecto bibliófilo: y el cadáver del siglo XVIII se alzaba de su +sepulcro, todo comido de gusanos: allí estaban, calados y alicatados por +la polilla con mil pintorescos dibujos, _La Enriqueida_, _El Contrato +Social_, la _Moral universal_, las _Confesiones_, la _Nueva Heloísa_: y +también las novelas del género sentimental interminable: _Clara +Harlowe_, _Pamela Andrews_, á las cuales las ratas, por no ser menos +que los bichos, habían roído los cantos y puesto como una sierra el +borde de las hojas. Lo único que encontró Gabriel en mediano estado +fueron las obras de Feijóo y Sarmiento, unos tomos del _Viajero +universal_ y un ejemplar de los _Nombres de Cristo_, así como la +traducción del _Cantar de los cantares_, también del Maestro León. +Llevóse para su cuarto lo más aceptable, y recordando sus aficiones +filosóficas, se hundió en las luminosas simas platónicas de los +_Nombres_. Pero entre su vista y la hoja de grueso papel en que el +tiempo había derramado un baño de ámbar, se interponían dos ojos serenos +y ariscos, ojos de novilla virgen, que miraban con despego primero y con +pensativa curiosidad después. ¡Qué aprisa soltó el libro al oir llamar! + +--Está cansado? Si no, es hora de ir saliendo. + +--Adónde? + +--Por ahí. ¿No dijo que quería...? + +--Sí, chiquilla; contigo, al fin del mundo. + +Ella se encogió de hombros, respuesta que tenía preparada para cuanto +le sonaba á galante broma: pero ya sin el enfado rabiosillo de por la +mañana. + +Al salir á campo abierto, sobrecogió á Gabriel el ardor sofocante del +día. El aire era fuego, fuego fluido que envolvía el cuerpo, penetraba +en el cerebro, derretía los sesos y causaba la sensación de hallarse +metido en una zanja, rodeado de hogueras. La naturaleza, abrumada por +aquella temperatura canicular, yacía inmóvil: no corría brisa alguna. +Manuela sin embargo andaba ligera, en términos que á su tío siempre le +costaba trabajo seguirla. Tomaron un sendero oculto días antes por el +movible mar de oro del trigo: pero ya la vega había ido despojándose del +manto de seda amarilla, y la vista no se recreaba al contemplar, desde +los oteros, las anchas alfombras, tan alegres, que parecían un pedazo de +luz solar: ahora se veía la desnudez de la tierra, la negrura de los +surcos, invadidos por el estéril helecho, y sobre los cuales yacían los +haces en desorden como muertos después de la batalla; entre las +cortadas espigas doblaban la cabeza moribundas las amapolas de tafetán +con corazón de terciopelo negro, las nevadas mejoranas, los cardos, las +alfalfas y tréboles, toda la flora que se cobija á la sombra de la mies +y vive por ella sola. Aún queda otra cosecha, en verano, otra planta +tierna y verde que esparce su polen fecundante por el aire encendido: es +el maíz, el maíz susurrón y melancólico, nunca saciado de agua; la +cosecha del otoño gallego. Manuela fijó los ojos en la _cortiña_ segada. + +--Después de que siegan ya parece que se escapa el verano--pronunció con +cierta pesadumbre, pensando en alto, pues el verano era para ella la +época suspirada, la época en que su compañero, su amigo de toda la vida, +regresaba de Orense, y corrían y se solazaban juntos. Gabriel no +comprendió el pesar de la montañesa: creyó que pensaba en el trigo no +más, y miró á su vez los surcos. Empezaba á considerar con simpatía, +aunque por reflejo, aquella cosa vasta y vaga, _el campo_, mas no se le +ocultaba que la veía al través de Manuela, con ese interés que inspiran +las cosas que son el ambiente y el marco de la persona querida. + +--¿Se puede saber á dónde me lleva su alteza la infanta?--preguntó +cuando cruzaron el barbecho y fueron bajando á una pequeña hondonada en +que crecían hasta una docena de olmos muy bajos. + +--Vamos á la represa del molino... le enseñaré cómo muele... porque si +subiese por la montaña, se moriría con el calor que hace... + +--No, mujer... ¿por quién me tomas? tú crees que yo soy una damita... +Verás cómo no me canso, por muy largo que paseemos y por mucho que sea +el calor. + +Lo cierto es que el artillero pensaba ahogarse. Desde los tiempos en que +andaba á la greña con los carlistas, no había pasado sofocón por el +estilo, y el andar rápido de la muchacha le ponía á prueba. Pero antes +mártir que confesor. No quería darse por vencido ante un poco de sol, +y, como todos los enamorados, quería alardear de vigor y salud. + +--Vaya, vaya--dijo con graciosa roncería su sobrina--que si yo lo +llevase allí (y señaló una cumbre no muy distante, que herida por el sol +brillaba con resplandores micáceos), ya veríamos si podía volver por su +pie. + +--Niña... ¿pero tú te imaginas que nunca he escalado montes? ¡Caramba, +hija! Y con la batería, que es un poco más peliagudo. ¿Cómo se llama esa +altura? + +--Pico-Medelo. Otro día iremos allá, ya que se hace de tan valiente, á +ver quien saca la lengua primero; pero hay que salir por la fresquita de +la mañana y entonces se ve desde allí una vista tan preciosa, que no sé: +dicen que hasta se ve algo de Portugal. Es preciso que sea un día que +sople vendabal, porque con él se ve más lejos que con el _nordés_. Y +allí hay unas piedras viejísimas que dice que fueron de un castillo del +tiempo... + +La montañesa reflexionó, llamando en su ayuda todo su caudal de +erudición. + +--Del tiempo de los moros--exclamó al fin muy formal. + +Viendo en el rostro de Gabriel una media sonrisa cariñosísima, añadió: + +--¡Bah! Me hace burla. Pues no le vuelvo á contar nada. ¡Cuidado ahí! +Que se puede resbalar en las hierbas, y ¡pataplum! + +Seguían orillando el diminuto barranco, en cuyo fondo iba cautivo un +riachuelo que después se tendía encharcándose, antes de llegar al +molino, invisible aún. La proximidad del agua y la sombra de los olmos, +en tal momento, hacían del barranco un oasis. Entapizaban la superficie +de la charca esas plantas acuáticas, esas menudísimas ovas que parecen +lentejuelas verdegay, y engañan la vista representando una continuación +del prado: Manuela avisó al artillero, cogiéndole del brazo, para que no +metiese la bota entera y verdadera en el río. Al borde de la charca se +arrastraban rojizas babosas y limazas negras de una cuarta de largo: +daba grima pisarlas por la resistencia elástica que oponía su cuerpo. +Espadañas, gladiolos y juncos elevaban sus lanzas airosas al borde del +agua. El terreno estaba empapado, y la suela de la bota de Gabriel, al +posarse en la hierba, dejaba un ligero charco, borrado al punto. Oíase, +misterioso y grave, el ruido del agua en la presa. Manuela se volvió de +pronto. + +--¿Sabe pescar?--dijo á su tío. + +--¡En qué aprieto me pones! Jamás he cogido una caña, ni una red, ni... + +--¡Qué lástima! Si Perucho viniese, esta noche de seguro que cenábamos +una anguila tan gorda como mi brazo (y ceñía la manga de su traje para +que se viese bien el grosor de la anguila.) Las hay hermosas en la +presa. Entre el mismo barro las pescan con un pincho... Hay que +remangarse... + +--Vea usted--pensaba para sí el artillero.--¿De qué me sirven aquí +filosofías ni matemáticas? Me convendría mucho, para conquistar á esta +criatura, pescar anguilas. Yo aquí soy un sér inútil. + +Rota la cortina de olmos, apareció el estanque de la presa, del cual +emergían los escobones de las poas y las flores rosas de la salvia: el +agua se precipitaba espumante, pero Manuela vió con sorpresa paradas las +paletas del molino. + +--Hoy no muele--dijo meneando la cabeza.--Ya me figuro por qué será; +pero venga, que preguntamos. + +Desandó lo andado, y volviendo á meterse por entre los olmos, torció á +la derecha por un maizal, y pararon ante una era mucho más chica que la +de los Pazos, cerrada por humilde tapia. Un perro de amarillento pelaje, +atado á una cuerda al pie del hórreo, saltó ladrando como una fiera y +arrojándose á morder; pero á la puerta de una casuca asomó una mujer +anciana, y amansó al fiel vigilante con un--¡Quieto, can!--que en sus +labios sonaba como regaño de persona cortés al criado que recibe mal una +visita. + +--Entren, entren, mi ama y la compañía--suplicaba obsequiosamente la +vieja, riéndose con desdentada boca. Gabriel miró á la mujer y la +encontró típica. Representaba unos sesenta años: el sol había curtido su +piel, que en los sitios donde sobresalen los huesos tenía el bruñido y +la lisura de la piel de los arneses cuando el uso la avellana. Sus ojos +grises, incoloros, hacían un guiño entre malicioso y humilde; su +pescuezo colgaba en pellejos negruzcos, confundiéndose su color y la +sombra del arranque del pelo, única parte que descubría el pañuelo atado +á la usanza campesina, con una punta colgando sobre la espalda y dos +cruzadas encima de la frente, á modo de orejas de liebre. Llevaba +pendientes de prehistórica forma, parecidos á los que tal vez se +encuentran en alguna sepultura; y el cruce de otro pañuelo sobre su +pecho dejaba adivinar senos flojos de hembra cansada de criar numerosa +prole. Remangadas las mangas de la camisa, se ostentaba su brazo--un +poema de laboriosidad, un brazo en que las finas venas azules, que al +escotarse las damas atraen la vista como el jaspeado de un rico mármol, +eran gruesos troncos negruzcos, cuyas raíces se destacaban en relieve +sobre la carne terrosa, parecida á barro groseramente cocido.--El +semblante de la vieja respiraba satisfacción y amabilidad, y guiaba á +los visitadores hacia su casa como si les fuese á hacer los honores de +un palacio. + +A la puerta estaba un rapazuelo como de dos años, de esos que se ven +jugar ante todas las casucas de labrador gallego: cabeza grande, pelo +casi blanco de puro rubio, muy lacio y que cae hasta la nariz, +barriguilla hidrópica, fruto de la alimentación vegetal, sayo que +respinga por delante, pies zambos, magníficos ojos negros que se clavan +fascinados de terror en el que llega, el índice metido en la boca, y +suspensa la respiración. El rapaz lucía un sombrero de paja con cinta +negra, en el estado más lastimoso. La abuela, al entrar precediendo á +Manolita y Gabriel, le dió un pequeño lapo para que se apartase, y en +dialecto explicó, repitiendo cada cosa cien veces y con las mismas +palabras, que los chiquillos eran unos demonios, que á éste y á su +hermana los había tenido que encerrar en el sobrado para poder cocer con +sosiego, que hacía más de dos horas que pedían _bola_, aun antes de +estar amasada la harina y caliente el horno, y que si no le bastaba +haber cuidado tantos hijos, ahora le caían encima los nietos. + +--Son los chiquillos del molinero--dijo Manolita alzando al muñeco +panzudo y besándolo en la faz, sin asco del amasijo de tierra y algo +peor que le cubría nariz y boca.--¿Y... por qué no está hoy su hijo en +el molino, señora Andrea?--preguntó á la vieja. + +--¡Ay mi ama... palomiña querida!--exclamó lastimosamente ésta, +levantando al cielo las manos, como para tomarlo por testigo de alguna +gran iniquidad.--¿Y no sabe que estos días, con el cuento de la siega... +de la maja... no sabe cómo andan, paloma? + +Al entrar en la casa, lo primero que vió Gabriel fueron las cabezas de +dos hermosos bueyes de labor, que asomaban casi á flor de suelo, +saliendo de un establo excavado más hondo. A un lado y otro, haces de +hierba. A izquierda, la subida al sobrado, donde estaban las mejores +habitaciones de la casa: una escalera endiablada y pina, por donde +treparon todos, y tras ellos, á gatas, el chicuelo. Arriba encontraron á +su hermanilla, morena de cuatro años, hosca, ojinegra, redondita de +facciones; cuando le alabaron su hermosura tío y sobrina, respondióles +la vieja con afable sonrisa: + +--De hoy en un año andará por ahí con la cuerda de la vaca... + +Gabriel sintió un estremecimiento humanitario. ¡Con la vaca, aquella +criaturita poco más alta que un abanico cerrado, aquel sér lindo y +frágil, aquellas mejillas que pedían besos; una cuerda gruesa, áspera, +enrollada á aquella muñequita débil! En dos minutos la incorregible +fantasía le sugirió mil disparates, entre ellos adoptar á la niña; todo +paró en echar mano al bolsillo para darle una moneda de plata; pero se +había dejado en los Pazos el portamonedas, y sólo encontró el pañuelo. +Este era de los más elegantes para viaje y campo, de finísimo fular +blanco, y las iniciales bordadas con seda negra. Se lo ató al cuello á +la chiquilla, que bajaba los ojos asombrada y dudosa entre reir ó +llorar. + +--¿Cómo se dice? Se dice gracias, Dios se lo pague--gritó la abuela con +mucha severidad; por lo cual la niña, volviendo la cabeza, optó por +hacer un puchero de llanto. Vieron el sobrado en dos minutos: había el +_leito_ ó cajón matrimonial, y la cama de la vieja, un brazado de paja +fresca sobre una tarima desde que se le había muerto su _difuntiño_, no +podía dormir sino allí, porque tenía miedo en el antiguo _leito_. Los +chiquillos dormirían... sabe Dios dónde: abajo, al calor del establo de +los bueyes, ó tal vez en el horno. Dos ó tres gatos cachorros +correteaban por allí, magros, mohínos, atacados de esa neurosis que en +el país les curan radicalmente cercenándoles de un hachazo la punta del +rabo. Otro gatazo lucio y hermosísimo salió á recibir á la gente que +bajaba del sobrado: era de los que llaman _malteses_, fondo blanco, +manchas anaranjadas y negras distribuídas con la graciosa disimetría que +embellece la piel del tigre. Manuela se inquietó al ver al pequeñuelo +rubio descender solito por la escalera sin balaústre: la abuela se +encogió de hombros: ¡bah! á los chiquillos los guarda el diablo: ¿pues +no se había quedado un día colgado del primer escalón, sosteniéndose con +las uñas y berreando hasta que lo fueron á coger? Esa clase de hierba +nunca muere... Que pasasen, que verían su bolla... Entraron en la +cocina, que cogía á la derecha tanto trecho como los establos y el +sobrado: recibía luz por la puerta de la división de tablas, que +comunicaba con el corredor, y una poca más se colaba libremente por el +techado á tejavana; es verdad que también la iluminaban los hilos de +brasa de unos _tallos_ ó troncos menudos que ardían en el hogar. +Encendió la vieja un fósforo, y enseñó orgullosamente un magnífico pan, +una soberbia torta de _brona_, color de castaña madura, bien redonda, +bien cocida, bien combada hacia el medio, bien cruzada de rayas formando +un enrejado romboidal. Alumbró después con su fósforo las profundidades +del horno, cuya boca guarnecían ascuas inflamadas, y allá en el fondo se +vieron tres ó cuatro torterones enormes, que acababan de cocerse. En el +hogar resonaba un coro de grillos, muy bien afinado; un concierto +misterioso, que sin lastimar el oído, vencía la tristeza del silencio. +La vieja partió la torta, y alargó un pedazo á Gabriel y otro á +Manolita, rogándoles que _no la despreciasen_, que probasen _su +pobreza_. Hincaron el diente en el pan, de bonísima gana: al partirse el +cortezón, descubría una masa amarilla, caliente y sabrosa, que Manuela +alabó mucho. + +--Pero, señora Andrea, ¿qué le echa á la brona? Por fuerza esta mujer es +_meiga_, y tiene algún secreto... Si parece bizcocho de Vilamorta. + +--¡Ay mi ama, paloma! Ni siquiera _mistura_ llevó, que se nos acabó el +centeno y está el nuevo por majar aún... Cuando lo haya, entonces me ha +de venir á probar mi _bola_... + +--Pues está mucho mejor hecha que la de casa; vaya si está... ¿Le gusta, +tío Gabriel? + +--Riquísima..... La mejor prueba es que he despachado la mía ya..... ¿Me +das de la tuya? + +--Tome, tome, señor--murmuró la paisana ofreciendo otro trozo: pero al +ver, á la luz del fósforo, el rostro de Gabriel vuelto hacia su sobrina +implorando el pedazo que la niña mordía aún, con la rápida intuición y +la astuta sagacidad de las gentes del campo, bajó lentamente el brazo y +no insistió en el ofrecimiento. Cuando salieron, llamó la atención de +Gabriel, enseñándole las puertas de su casa, todas carcomidas. + +--Señor--dijo en tono quejumbroso--¿y no le ha de decir al señor marqués +ó al señor Angel que nos ponga unas puertas nuevas? Estamos sin defensa, +señor, sin defensa para el invierno... ¿Si entra gente mala y nos roban +nuestra pobreza toda, señor?... Mi ama ¿no lo ha de decir en casa, por +el alma de quien la parió, paloma? + +--Calle, calle--respondía Manuela;--que si les hiciesen caso, estaría +siempre el carpintero amañándoles algo. + +--Pero mire, santa, mire...--Y la vieja arrancaba con los dedos astillas +del podrido maderamen para demostrar la justicia de su pretensión. Los +chiquillos, domesticados ya, venían á enredarse entre las piernas: +Gabriel hubiera dado dos duros por tener allí uno, en pesetas, y +repartirlas á aquella tropa. + +--Os he de traer una cosa...--les dijo besándolos con tanta resolución +como su sobrina. El rapaz continuaba con su _pucho_ encasquetado; la +abuela se lo derribó, advirtiéndole con la misma severidad de antes: + +--¿No se dice _besustélamano_? ¿Ó cómo se dice?--Y arrancando la +cobertera de la cabeza de su nieto, la mostró á Gabriel metiendo los +cinco dedos por otros tantos agujeros fenomenales: podían creerle que +era un sombrero nuevecito, comprado en la última feria de Cebre; pero +al enemigo del rapaz, ¿qué se le había ocurrido hacer? pues con la hoz +de segar la yerba, lo había segado, perdonando ustedes... y así estaba +ahora, que parecía un Antruejo (_Antroido_). Con esto, la buena de la +vieja acompañó á las visitas hasta el límite de su era, á fin de +librarlos del colmilludo mastín, y los despidió con un ¡vayan muy +dichosos! que ahogaron los ladridos del vigilante. + +--Vaya, ¿se divirtió?--preguntó Manuela muy risueña al salir. + +--No sabes cuánto, hija. No doy lo que acabo de ver por las más pintadas +distracciones que puede ofrecer un pueblo. Chiquilla, no sólo me +divierte, sino que me interesa... pero no sabes cómo. ¿No te parece á ti +que daría gusto ir entrando así en todas las casas de estas pobres +gentes, una por una, y enterarse de lo que necesitan, de lo que quieren, +de lo que piensan...? + +--¡Ay! son tantas cosas las que necesitan... Á mí y á Perucho nos +rompen siempre los oídos pidiendo... Que una _chaminé_ porque los mata +el humo; que rebaja del arriendo porque la cosecha fué mala; que perdón +de la renta de castañas porque no se cogieron... El diablo y su madre. +Si uno pudiera... Pero mi padre y Angel no hacen caso maldito... Son muy +pedigüeños; lo que es eso es la pura verdad. Yo... dar... les doy lo que +tengo: toda mi ropa vieja... pero es poquita. + +Gabriel Pardo, olvidando ideas humanitarias y fantasías sociológicas, +sintió al oir estas frases, que dijo Manolita con acento alegre é +indiferente, tiernísima compasión por su sobrina; y la miró de tal +manera, que la montañesa volvió el rostro y cogió una rama del espliego +que formaba el seto del huerto de la señora Andrea. Gabriel se alegró de +la turbación de la niña. Le parecía imposible haberla amansado tanto en +tan corto tiempo: indiferente del todo hacía pocas horas en la era, +áspera por la mañana, se había ablandado, conversaba familiar é +íntimamente con él, se pasaba el día acompañándolo, sin dar muestras de +cansancio ni de fastidio; más aún: sentía involuntariamente el poder de +aquel afecto nuevo, no se enojaba por miradas claras y expresivas ni por +palabras ó movimientos afectuosos; era en suma una cera virgen, y +Gabriel presentía enagenado los deliciosos relieves que un hombre como +él sabría imprimirle. Resolvió no espantar á la cierva, no insinuarse +más por no perder las conseguidas ventajas; seguir aprovechándolas, +haciéndose simpático, adquiriendo cierto ascendiente sobre Manuela y +aguardar un momento favorable. + +Bajaron hacia el fondo del valle, donde debía estar terminándose la +faena de la siega. De repente, recordó algo el artillero: + +--Tengo que ver al señor cura... ¿Me llevas allá? + +--Bien... justamente estamos cerquita de la iglesia y de la casa. + + + + +XVIII + + +La rectoral de Ulloa, en poder de su actual párroco, era la mansión más +apacible y sosegada. El cura vivía con un criado, y no pisaba los +aposentos otro pie femenino sino el de las mozuelas que en Pascua +florida venían á traer las acostumbradas cestas de huevos, los quesos y +los pollos--en cantidad bien escasa, pues el señor abad no exigía, y los +labriegos se aprovechaban, contentándole con poco y malo. + +El criado era uno de esos fámulos eclesiásticos que sólo pueden +compararse con los asistentes de militares, porque además de una +lealtad canina, son seres universales y andróginos, que reunen todas las +buenas cualidades del varón y de la hembra. El del cura de Ulloa podía +servir de modelo. Lo poseía por herencia de otro cura del arciprestazgo, +á quien Goros--que así se llamaba el sirviente--había cuidado y asistido +hasta el último instante en una enfermedad larga y cruel, con tanto +esmero como la enfermera más solícita. Al encontrar á Goros, el cura de +Ulloa resolvió el problema que él juzgaba más arduo: arreglar la vida +práctica sin admitir en casa mujeres. Goros tenía cuidado de levantarse +por la mañana muy temprano, y de despertar á su amo, pues según decía él +en dialecto, demostrando su pericia en asuntos de la vida eclesiástica, +_el clérigo y el zorro, si pierden la mañana, lo pierden todo_; y cuando +el párroco volvía de misar, le aguardaba ya un chocolate hecho al modo +conventual, con una onza de cacao mitad caracas y mitad guayaquil, macho +y sin espuma, confortativo como él solo. Mientras su amo rezaba, leía ó +asentaba alguna partida en el registro parroquial, Goros se dedicaba á +guisar la comida, no sin haber entregado á medio día la llave de la +iglesia al sacristán, para que tocase á las Ave-Marías. A la una, +contada por el sol, único reloj de que se servía Goros para averiguar la +hora que estaba _al caer_, llamaba á su amo y le servía con diligencia +la apetitosa aunque frugal refacción: la taza de caldo de patatas ó +verdura con jamón, tocino y alubias de cosecha, el cocido con cerdo y +garbanzos, el estofado de carne con cebollas, la fruta en el verano, el +queso en invierno, el vinillo clarete, con olor á silvestre viola. El +cura comía parcamente, distraído, pero así y todo, Goros notaba sus +inconscientes golosinas, sus instintivas preferencias, y no se olvidaba +jamás de acercarle la tartera cuando el guisote le había agradado, ni de +dorarle la sopa de pan, porque sabía que le gustaba así. Por la tarde, +cuando el cura dormía su breve siesta ó recorría el huerto con las +manos á la espalda embelesándose en notar lo que había crecido desde el +año pasado un arbusto, ó se iba á visitar á algún feligrés enfermo ó á +cuidar del ornato de la iglesia y el cementerio, lidiaba el bueno de +Goros con la hortaliza, cavaba las patatas, plantaba coles, enviaba al +pasto con un zagal de pocos años el ganado vacuno y la yegua, y luego +bajaba al río, y con sus propias manos, cual otra Nausicaa, lavaba toda +la ropa blanca, que lo hacía primorosamente, así como aplancharla y +estirarla, sirviéndose de una de esas planchas antiguas, en forma de +corazón, que ya no se ven sino arrumbadas en los desvanes. No eran estas +las únicas habilidades femeniles de Goros. Había que verle por las +noches, á la luz de una candileja de petróleo, provisto de un dedal +perforado por arriba y abajo, de los que usan las labradoras, bizcando +del esfuerzo que hacía para concentrar el rayo visual y enhebrar una +aguja, apretando entre las rudas yemas de sus dedos el hilo que antes +había retorcido y humedecido para aguzarlo; y cumplida la ardua faena de +enhebrar, y encerando la hebra con un cabo de cera, dedicarse á pegar +botones á los calzoncillos, echar remiendos á las camisas, poner +bolsillos nuevos á los pantalones y aun zurcir las punteras de los +calcetines del cura; todo lo cual no iría curioso, pero sí muy firme, +como los cosidos del diablo. ¿Qué más? En las largas veladas de +invierno, junto á la lumbre de sarmientos que chisporroteaba, acurrucado +en el banco, Goros, con sus manos cansadas de labrar la tierra todo el +día, aquellas manos peludas por el dorso, callosas por la palma y los +pulpejos, zarandeaba cuatro agujones de hacer calceta, y á eso se debían +las buenas medias de lana gorda con que abrigaba pies y pantorrillas el +señor cura. + +Si por hogar se entiende, no la asociación de seres humanos unidos por +los lazos de la sangre ó para la propagación y conservación de la +especie, sino el techo bajo el cual viven en paz y en gracia de Dios y +con cierta afectuosa comunicación de intereses y servicios, el cura de +Ulloa había reconstruído con Goros el hogar que perdiera al fallecer su +madre. Y en cierto modo, hasta donde puede aplicarse la frase á dos +individuos del mismo sexo, Goros y él se completaban. El criado era para +el cura, para el místico que apenas sentaba en la vida práctica la suela +del zapato, quien le impedía desmayarse de necesidad ó perecer transido +de frío en invierno. Por Goros tenía tejas en el tejado, leña que quemar +en la leñera, huevos frescos para cenar y buen chocolate para el +desayuno, y por Goros cubría sus carnes con ropa limpia y de abrigo; por +Goros le quedaban unos reales para traer de Cebre candela, lienzo, +aceite, sal, fósforos y loza; por Goros no faltaba nada en aquella +rectoral de aldea, humilde como la que más, y como ninguna aseada y +abastecida de lo indispensable. + +Cuando Goros entró á servir al cura, hacía dos años que éste había +perdido á su madre y despabilado las economías de la difunta entre +caridades, préstamos sin interés á feligreses pobres, ropa para la +iglesia, ornato del cementerio, y otros gastos superfluos. En el +gobierno de la casa se habían sucedido dos viejas brujas, á cual más +holgazana, ávida é impudente, porque el cura de Ulloa, al tomarlas, no +les exigió más requisito que pasar de los sesenta y estar hechas unas +láminas por lo arrugadas y horrorosas. En ese terreno el abad era +intransigente, y sentía que no bastaba ser bueno, que era preciso +también parecerlo y que, añadía suspirando, aun con las mejores +intenciones se da á veces pasto á la calumnia. Las dos Parcas dejaron la +rectoral desmantelada, y Goros tropezó con dificultades inmensas al +principio de su misión restauradora. El cura casi no le daba un ochavo +para sus gobiernos, y el fámulo no sabía á qué santo encomendarse. Poco +á poco fué tomando confianza con su amo, y aun adquiriendo cierto +imperio sobre él: y entonces siguió la pista al dinero del cura, á las +dádivas impremeditadas, á los feligreses morosos en el pago de derechos, +á los préstamos sin interés, al chorrear continuo de limosnitas pequeñas +que absorbían lo mejor de la paga, sin que literalmente quedase en el +presbiterio con qué arrimar el puchero á la lumbre. Y sin que el cura lo +notase, ni pudiese evitarlo, Goros empezó á luchar por la existencia, +defendiendo al pastor contra las ovejas que amenazaban tragárselo, como +la tierra caída de la montaña iba tragándose la pobre iglesia de Ulloa. +Goros se hizo recaudador, y á veces, con el instinto de rapacidad que +caracteriza al aldeano, exactor y usurero. Reclamó y cobró algunas +cantidades prestadas, é introdujo severo orden en los gastos +equilibrándolos con los ingresos. Llegó el momento en que el cura, por +no pensar en la moneda, entregó al criado la llave de la cómoda, +diciéndole:--Mira si hay cuartos... dime si tenemos para esto ó para lo +otro.--Cabalmente era lo que Goros deseaba. Hecho intendente ya, +equilibró el presupuesto, realizando varias combinaciones que traía +entre ceja y ceja desde su llegada á casa del cura. El primer dinero que +pudo ahorrar, lo empleó en ganado, que dió á parcería; fué en persona á +las ferias, hizo tratos ventajosos, y trajo á la casa del cura un +bienestar modesto. Así se estableció el debido equilibrio entre las +potestades, dándose á Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del +César; el cura era el espíritu, Goros vino á hacer el oficio del cuerpo, +de la realidad sensible, factor del cual no es posible prescindir acá +abajo; y para que la similitud fuese completa, cuerpo y espíritu andaban +siempre pleiteando, queriéndose llevar cada uno la mejor parte, pues el +cura no hacía sino sonsacarle á su criado metálico y especies para +satisfacer, como decía Goros, el vicio de dar á todo Dios que llegaba +por la puerta, y Goros por su parte no recelaba mentirle al cura y á +ocultarle dinero á fin de que no lo derrochase sin ton ni son. + +Cuando no estaba su amo presente, Goros soltaba la rienda á dos +inclinaciones invencibles suyas: decir irreverencias, y murmurar de los +curas y las amas. Cuantas chanzonetas agudas ó sátiras desolladoras ha +creado la musa popular y la irrespetuosa imaginación de los labriegos +contra las compañeras del celibato eclesiástico, cuantas anécdotas +saladas, coplas verdes, chascarrillos que levantan ampolla, y +dicharachos que arden en un candil, corren y se repiten en molinos, +_fiadas_ y deshojas, al amor de la lumbre, por este pueblo gallego que +posee el instinto de la sátira obscena y del contraste humorístico entre +las profesiones consagradas al ideal y las caídas y extravíos de la +naturaleza, todas las sabía Goros de memoria; y apenas se reunía con +gentes de su misma laya, bien en el atrio de una iglesia, á la salida de +misa, bien á la mesa de una taberna, en las ferias donde chalaneaba y +negociaba sus ganados, bien á lo largo de las _corredoiras_, cuando +regresan juntos cuatro compadres semi-chispos, tan dispuestos á +alumbrarse un garrotazo como á reirse mutuamente las gracias, vaciaba el +saco y daba gusto á la lengua, y soltaba todo su repertorio de +irreverencias y verdores, todas las coplas sobre el clérigo y el ama, +saliendo de aquella boca sapos y culebras, como de la de los energúmenos +al alzarse la hostia. + +¿Quién será capaz de resolver si en el alma de Goros sería aquello +chispa de la santa indignación que inflamó á tantos Padres de la Iglesia +contra las mujeres que hacen prevaricar á los ordenados y contra el sexo +femenino en general? Porque Goros, aparte de semejantes desahogos +verbales, era en su conducta el mejor cristiano del mundo; cristiano +viejo, rancio, con aquella piedad desahogada y sólida, que ya no se +encuentra á dos por tres. No perdía la misa un solo día festivo; +confesábase dos ó tres veces al año; sus costumbres eran morigeradas; no +fumaba, no bebía, no comía con gula; pecaba sí de lenguaraz y aun de +propenso á la codicia y á la tacañería; pero hombre de bien á carta +cabal é incapaz de robar una hilacha á su amo. Y en cuanto á su +continencia, más que virtud, semejaba manía de misógino; todo el mal que +no hacía, se daba á suponerlo en los demás, siempre echando la culpa á +las hembras; y no sólo las huía por cuenta propia, sino que no serviría +por todos los tesoros del mundo á un cura mujeriego. El exterior de +Goros tenía algo de extraño, muy en armonía con todas estas prendas de +carácter; recordaba el de un puerco espín, y las cerdas del erizadísimo +cabello, la barba recia, descañonada á un dedo de la piel, pues Goros +andaba mal afeitado según la usanza de los eclesiásticos, contribuían á +la semejanza. + +En presencia de su amo, los labios de Goros eran más limpios que si los +hubiese purificado el ascua encendida del profeta; bien se guardaría de +repetir la menor de sus desvergüenzas y pullas. Y no influía en este +modo de proceder el miedo á ser reprendido ó despedido, sino un respeto +misterioso que le infundía el rostro del cura de Ulloa: le +cortaba--decía él--la palabra en la boca. Era un rostro mortificado, de +esos que se ven en pinturas viejas, donde la sangre ha desaparecido y la +carne se ha fundido, ahondándose las concavidades todas, yéndose los +ojos, al parecer, en busca del cerebro y sumiéndose la boca que remata +en dos líneas severas, jamás modificadas por la sonrisa. Goros abrigaba +la convicción de que su amo era un santo y á ratos un simple. Algunos +hábitos y prácticas del cura le infundían temor vago; porque Goros era +supersticioso, y á pesar de sus irreverentes bravatas, tenía miedo +cerval á los muertos y á los aparecidos. ¿Qué manía la del señor abad, +de pasarse horas y horas en el cementerio, y volver de allí con los ojos +más hundidos y la boca más contraída que nunca? + +Al salir el abad para su misa, solían pasar entre amo y criado diálogos +por el estilo del siguiente: + +--Señor, ¿y ha de volver pronto para el chocolate?--preguntaba Goros +partiendo astillas de leña menuda contra el hueso de la tibia +derecha--(es de advertir que el fámulo tenía carne de perro). ¿Parará +mucho en el Camposanto hoy? + +Un levísimo matiz sonrosado aparecía en los desecados pómulos del cura, +que contestaba haciéndose el distraído: + +--Tú prepara el chocolate... y si se enfría... lo arrimas un poquito á +la lumbre... + +--Se echará de _pierda_--contestaba Goros que solía tratar con notable +desenfado á la lengua castellana. + +--No, hombre... siempre está bueno á cualquier hora. + +No se atrevía el criado á porfiar. Aquella suavidad y mansedumbre le +imponían silencio y obediencia, mejor que ningún regaño. Batía su +chocolate con resignación y aguardaba. + +También por las tardes solía el cura entretenerse más de la cuenta en el +dichoso cementerio, y Goros, después de la puesta del sol no dejaba de +recelar que le sucediese algo; no sabía explicar qué, pues ningún riesgo +concreto había en el breve camino de la iglesia á la rectoral. La +inquietud le obligaba á situarse de centinela junto á la puerta del +huerto por donde solía entrar su amo. Allí se lo encontraron las dos +visitas inesperadas que fueron á turbar el sosiego de la vida ascética +del abad de Ulloa. + +La montañesa y su tío pusieron el pie en el huerto del cura cuando ya el +sol declinaba. Una gran melancolía inundaba el huerto, cuya puerta abrió +Goros de par en par, deshaciéndose en muestras de cortesía debidas á la +presencia de Gabriel, pues á Manolita no era novedad verla por allí de +tarde en tarde, y se la recibía como niña á quien el cura había tenido +mil veces en brazos de chiquita, pero las trazas del comandante +impusieron respeto al tosco fámulo. + +--De contadito llega el señor _abade_...--murmuraba éste.--Entren, +pasen, siéntense.... ¿Ven? ya viene por allá... + +Sobre la zona encendida del poniente, en el camino hondo, vieron tío y +sobrina moverse y aproximarse una figura negra, y conforme se +aproximaba, distinguía Gabriel sus contornos angulosos, acusados por la +raída sotanuela, y su cabeza pálida, exangüe, en que dibujaban dos +agujeros de sombra las concavidades de los ojos. + +--¡Don Julián, don Julián!--gritó Manuela. + +El cura apretó el paso, y al tenerlo cerca, Gabriel reparó atónito en el +carácter de su fisonomía, en el rostro demacrado, tan semejante á esas +caras de frailes penitentes que surgen de un fondo de betún sobre las +paredes de refectorios y sacristías antiguas; en los ojos cavos, de +párpado delgadísimo, que dejaba transparentar el globo de la órbita; en +el pliegue de la boca, semejante á un candado que cerrase las puertas +del alma. No parecía muy viejo el cura de Ulloa; pero se veía en él la +anulación del cuerpo. En aquella espléndida tarde de verano, impregnada +de calor, de vida, de fecundidad y regocijo, Gabriel sintió, al ver al +abad, repentino frío en la espalda, y el recuerdo de su hermana muerta +cayó sobre él como el velo negro sobre la cabeza del sentenciado. + +Adelantóse no obstante, y con el mayor respeto tomó la mano del abad y +aplicó á ella los labios. De puro sorprendido, no retiró la diestra +Julián; pero á sus macerados pómulos afluyó un poco de sangre... y +balbuceó, clavando los ojos en tierra: + +--Señor... señor... + +--Para servir á usted, Gabriel Pardo de la Lage, el hermano de +Marcelina... + +La ola de sangre subió á la frente del cura, bajó á las orejas, al +cogote y pescuezo; un temblor agitó la cabeza y la mano que el artillero +no había soltado aún. De repente, el cura se echó hacia atrás, +desprendió la mano, y la llevó á la frente, al mismo tiempo que se +apoyaba en la tapia del huerto. Ya se acercaba el artillero para +sostenerle; pero recobrando su continente absorto y como fantasmagórico, +al cual contribuían los ojos siempre bajos, el abad murmuró: + +--Por muchos años... Servidor de usted... Sea usted muy bien venido... +Pase, suba; en la sala estará más cómodo que aquí. + +--¿Yo no soy nadie, don Julián?--preguntó Manuela ofendida de que el +cura no hubiese contestado á su saludo. + +--¿Qué tal, Manolita?--exclamó Julián, y alzando los ojos, miró á la +niña con indulgencia, aunque sin calor. Pero fué obra de un minuto. La +cortina de los párpados volvió á caer, y el cura echó á andar, señalando +á sus visitas el camino de la sala. Gabriel protestó: prefería quedarse +en el huerto; y se sentaron en un banco de piedra, frente á unas coles. +La conversación languidecía. El cura preguntaba acerca del viaje y del +vuelco, y después de oída la respuesta, transcurría un minuto de +silencio. No sabía el artillero qué decir: todo cuanto hablaba, y hasta +el sonido de su voz, le parecía extraño y fuera de sazón, y sentía ese +recelo, esa cautela y esa especie de sordina en el acento, en los +movimientos y hasta en la mirada que procuran adoptar los profanos +cuando visitan. ¡Extraña sensación! Nada de cuanto diga yo--pensaba +Gabriel--puede interesar á este santo: estamos en dos mundos diferentes: +á él le parece extraño mi lenguaje, y no me entiende; y lo que es yo, +tampoco le entiendo á él. ¡Un creyente á puño cerrado!--Y miraba con +atención el rostro ascético y los ojos bajos.--Un hombre que tiene fe... +¿Qué le importa lo que á mí me preocupa? ¿Cómo haré para marcharme +pronto, sin que parezca descortesía? + +Su sobrina le dió el pretexto. Era tarde; había que estar en los Pazos +para la cena. Y se despidieron, siempre con la misma amabilidad triste y +forzada por parte del abad, y el mismo inexplicable recelo por la de +Gabriel. Caminaron en silencio al salir de la rectoral: parecía que algo +les pesaba sobre el corazón. Al acercarse á los Pazos, oyeron el alegre +vocerío de segadores y segadoras, y Gabriel, divisando á su cuñado que +presidía la faena, tomó hacia el campo donde segaban. Sobre el fondo +oscuro de la tierra vió blanquear las camisas y sayas, las fajas rojas y +los pañuelos azules de labriegos y labriegas; contra un matorral +descansaba un jarro de barro, y la cuadrilla, entonando su inevitable +¡ay... lé lé! se daba prisa á atar los haces, sirviéndose de las +rodillas para apretar la mies. El olor embriagador de los tallos +cortados embalsamaba el aire, y el artillero sintió una ráfaga de +alegría y contempló embelesado el cuadro. + +Mientras tanto, Manolita, andando despacio y pensativa, tomaba el +senderito que conducía á la linde del bosque. Parecía, por su frecuente +volver la cabeza hacia todos lados, como si buscase ó aguardase +impaciente alguna cosa. Atravesó el soto: una neblina ligera, producida +por el gran calor de todo el día, se alzaba del suelo, y los dardos de +oro del sol no atravesaban ya el follaje. Al salir de la espesura, un +hombre se irguió de repente ante la montañesa. El chillido que acudía á +la garganta de Manuela se convirtió en risa alegre, conociendo á +Perucho; mas la risa se apagó al ver la cara demudada del muchacho, sus +ojos que despedían fuego, su actitud de dolor sombrío, nueva en él. +Manuela le miró ansiosa, y el mancebo, después de considerarla fijamente +algunos segundos, le volvió la espalda, encogiéndose de hombros. La niña +sintió en el corazón dolor agudo. + +--¡Pedro!--gritó. Muy rara vez le había llamado así. + +Él se alejaba despacio. De repente dió la vuelta, y corriendo, tomó en +sus brazos á la montañesa, la alzó del suelo con ímpetu sobrehumano, y +la estrujó contra su cuerpo, oprimiéndole las costillas é +interceptándole la respiración. Y pegando la boca á su oreja, +tartamudeó: + +--Mañana sales conmigo, conmigo nada más. + +La niña jadeaba con dulcísima fatiga, y la voz de Perucho, sonando en +el hueco de su oído, le parecía sorda y atronadora como el ruido del +Avieiro al saltar en las rocas. Un frío sutil corría por sus venas, y +una felicidad sin nombre ni medida la agobiaba. Con la cabeza dijo _que +sí_. + +--¿Conmigo? ¿todo el día? ¿me das palabra? + +--Sí--balbució ella, incapaz de articular otra frase. + +--Pues á las seis sales por el corral. Allí estoy yo esperando. ¡Adiós! + +Perdiendo casi el sentido, Manuela notó que de nuevo la estrechaban, y +luego la dejaban suavemente en tierra. Abrió los ojos á tiempo que +Perucho corría ya en dirección de los Pazos. + + + + FIN DEL TOMO PRIMERO + + BIBLIOTECA DE NOVELISTAS ESPAÑOLES + + + TOMOS PUBLICADOS + + Emilia Pardo Bazán: =Los Pazos de Ulloa= (Dos tomos.) + + José Ortega Munilla: =Idilio lúgubre=. + + Antonio de Trueba: =Leyendas genealógicas de España= (Dos tomos.) + + Carlos Frontaura: =Miedo al hombre=. + + Enrique Gaspar: =Castigo de Dios=. + + Emilia Pardo Bazán: =La Madre Naturaleza= (Tomo I). + + + EN PRENSA: + + Emilia Pardo Bazán: =La Madre Naturaleza= (Tomo II). + + + + * * * * * + + + + + LA MADRE NATURALEZA ES PROPIEDAD + + + + + NOVELISTAS ESPAÑOLES CONTEMPORÁNEOS + + LA + MADRE NATURALEZA + + (2.ᴬ PARTE DE LOS PAZOS DE ULLOA) + + POR + + EMILIA BARDO BAZÁN + + + TOMO II + + + BARCELONA + + Daniel Cortezo y C.ᴬ--Editores + + CALLE DE PALLARS (Salón de S. Juan) + + 1887 + + Establecimiento tipográfico-editorial de Daniel Cortezo y C.ª + + + + +XIX + + +Se vistió la montañesa su ropa de diario, falda y chaqueta de lanilla á +cuadros blancos y negros; y apenas había tenido tiempo más que para +frotarse apresuradamente el rostro con la tohalla y atusarse el pelo +ante un espejo todo estrellado por la alteración del azogue, cuando, +oyendo dar las seis en el asmático reloj del comedor, salió de su cuarto +andando de puntillas y bajó la escalera que comunicaba con la cocina, en +aquel momento solitaria. Deslizóse por el corredor de las bodegas, que +conducía á las elegantes habitaciones de la familia del _Gallo_; y +apenas dió tres pasos por él, una mano musculosa aunque rehenchida y +juvenil asió la suya, y se sintió arrastrada en medio de la oscuridad, +hacia la puerta. Salieron de los Pazos, y, con deleite inexplicable, +bebieron juntos la primer onda de fresco matutino. + +Aunque el sol calentaba ya, aún se veía, sobre el azul turquesa del +cielo, al parecer lavado y reavivado por el copioso _orvallo_ nocturno, +la faz casi borrada de la luna, semejante á la huella que sobre una +superficie de cristal azul deja un dedo impregnado de polvillo de plata. + +Sin decirse palabra, asidos de la mano, caminando unidos con andar +ajustado y rápido, siguieron la linde de los trigos segados ya, +humedeciéndose los pies al hollar la hierba y el tapiz de manzanillas +todas empapadas de helado rocío, próximo á convertirse en escarcha. Cosa +de un cuarto de hora andarían así, ascendiendo hacia la falda del monte, +donde empezaban á escalonarse los paredones para el cultivo de las +vides; y Perucho, en vez de aflojar el paso, lo apretaba más. A pesar de +su ligereza de cabrita montés, Manuela mostró querer detenerse un +instante. + +--Anda, mujer, anda--dijo él imperiosamente. + +--Hombre, ya ando... pero déjame tomar aliento. ¿Qué discurso es este de +ir como locos? + +--Es que no quiero que se despierten tu padre y el forastero, y te echen +menos, y te envíen á buscar. + +--¡El forastero! A tales horas dormirá como un santo. Buenos son esos +señores del pueblo para madrugar. No sé cómo no crían lana en el cuerpo. + +--Bien, bien.... yo me entiendo y bailo solo. Desviémonos de casa lo más +que podamos, y ya descansaremos después. + +Al salir de la breve zona fértil y risueña del valle, empezaba el +paisaje á hacerse melancólico y abrupto. Abajo quedaban los maizales, +los centenos y trigales á medio segar, los Pazos con su gran huerto, su +vasto soto, sus terrenos de labradío, sus praderías; y el sendero, +escabroso, interrumpido muchas veces por peñascales, caracoleaba entre +viñedos colgados; por decirlo así, en el declive de la montaña. En otras +ocasiones, al trepar por aquel sendero, la pareja se entretenía de mil +modos: ya picando las moras maduras; ya tirando de los pámpanos de la +vid, por gusto de probar su elástica resistencia y de descubrir entre el +pomposo follaje el racimo de agraz en el cual empieza á asomar el ligero +tono carminoso, parecido al rosado de una mejilla; ya bombardeando á +pedradas los matorrales para espantar á los estorninos; ya rebuscando +unas fresas chiquitas, purpúreas, fragantes, que se dan entre las viñas +y son conocidas en el país por _amores_. Hoy, con la prisa que llevaba +Perucho, no les tentaba la golosina. El mancebo subía por la recia +cuesta con el sombrero echado atrás, la frente sudorosa, el rostro hecho +una brasa (pues el sol se desembozaba y picaba de firme), y sosteniendo +á Manuela por la cintura, ó, mejor dicho, empujándola para que anduviese +más veloz. Al llegar á lo alto, cerca ya de la casa de la Sabia, la niña +se detuvo. + +--¿Qué te pasa? + +--No puedo más... ahogo... ¡Rabio de sed! + +--¿Sed? Allá arriba beberemos, en el arroyo. + +--Tú por fuerza chocheaste. ¿A dónde señalas? ¿Al Pico Medelo? ¿A los +Castros? + +--Pues vaya una cosa para asustarse. Ya tenemos ido más lejos. + +--Si no bebo pronto, rabio como un can. No ves que con la prisa salí de +casa en ayunas... + +--Bueno, pues á ver si la señora María nos da una _cunca_ de leche. Pero +despáchala luego, ¿estás? No te entretengas en conversación. + +Ligera otra vez como una corza, á la idea de beber y refrescarse, cruzó +Manuela bajo el emparrado, y empujó la cancilla de la puerta de la +Sabia. La horrible vieja ya había dejado su camastro; pero sin duda por +acabar de levantarse, ó á causa del calor, estaba sin pañuelo ni +justillo, en camisa, con sólo un refajo de burdo picote, ribeteado de +rojo: los copos de sus greñas aborrascadas le cubrían en parte el negro +pescuezo, sin ocultar la monstruosa papera.--¡Leche! Dios la +dé,--contestó la sibila mirando de reojo á los dos muchachos. Todas las +vacas enfermas; una recién operada, ya sabían los señoritos; ni tanto +así de yerba con qué mantenerlas; la fuente sequita y el prado que daba +ganas de llorar... ¡Leche! Que le pidiesen oro, que le pidiesen plata +fina; pero leche... Y ya Manuela, desalentada por las exageraciones de +la bruja, iba á conformarse con un poco de agua y suero, que la +hechicera aseguraba ser regalo de un yerno suyo. Pero Perucho le arrancó +de las manos el cuenco de barro lleno de aquella insípida mixtura. + +--Pareces tonta... ¿Que no hay leche? Vamos á ver ahora mismo si la hay +ó no la hay. + +Vertió el líquido que llenaba el cuenco, y se metió por el establo +medio atropellando á la vieja que se le atravesaba delante. ¡No haber +leche! ¡No haber leche para él, para el nieto de Primitivo Suárez, para +el hijo de Sabel, la que había estado más de diez años haciendo el caldo +gordo y enriqueciendo á aquel atajo de pillos de casa de la Sabia! Hasta +piezas de loza estaba viendo en el vasar que conocía porque en algún +tiempo guarnecieron la cocina de los Pazos... ¡Tenía gracia, hombre, no +haber leche! ¡Condenada bruja! Perucho se sentía animado de esa cólera +que nos inflama cuando llegamos á la edad adulta contra las personas que +hemos tenido que soportar, siéndonos muy antipáticas, en nuestra niñez. +Determinado iba, si las vacas no tenían leche, á sangrarlas. Encendió un +fósforo y alumbró las profundidades de la cueva: lo primero con que +tropezaron sus ojos, fué con unas ubres turgentes, unos pezones +sonrosados, lubrificados por la linfa que rezumaba de la odre demasiado +repleta. Arrimó el cuenco, echó mano,... calentó con dos ó tres +fricciones y golpecitos... ¡Santo Dios! ¡Qué chorro grueso, perfumado, +mantecoso! ¡Qué bien soltaba la blanda teta su río de néctar, y qué +calientes gotas salpicaban los párpados y labios de Perucho al ordeñar! +¡Qué espuma cándida la que se formaba en la cima del cuenco, rebosando +en burbujas que, al evaporarse, dejaban un arabesco, una blanca orla de +randas sobre el barro! Loco de gozo, Perucho acarició el grueso cuello +de la vaca, salió con su tazón lleno, y se lo metió á Manuela en la +boca. + +--¿Que no había leche, eh, señora María de los demonios?--gritó.--¿Que +no había leche? Para mí lo hay todo ¿me entiende usted? ¡Caracoles! +¡Como vuelva á mentir! ¡Por embustera le ha de dar el enemigo muchos +tizonazos allá en sus calderas! + +Manuela, retozándole la risa, bebía aquella gloria de leche, aquella +sangre blanca, que traía en su temperatura la vida del animal, el calor +orgánico á ningún otro comparable... Perucho la miraba beber con orgullo +y ufanía, satisfecho de sí mismo, mientras la vieja, dejándose caer +sobre el _tallo_, fijaba en la niña una mirada siniestra al través de +sus cejas hirsutas: beberle la leche de su vaca era como chuparle á ella +por la sangría el propio licor de sus venas. + +--Aun parece que nos la está echando en cara, ¿eh Sabia? + +--Que les aproveche bien--murmuró entre dientes la sibila, con el mismo +tono con que diría:--rejalgar se te vuelva. + +--Vaya, pues ya que nos convida tan atenta y de tan buen corazón, +aguarde, aguarde.--Y Perucho, llegándose al armario misterioso de la +bruja, abriólo de par en par, y de entre cucuruchos de papel de estraza, +frascos harto sospechosos, cabos de cera y naipes que ya tenían encima +más de su peso de mugre, tomó un tanque de hojalata, entró de nuevo en +el establo, y salió á poco rato con el tanque colmado de leche. Manuela +podía beberse otra cunca, y á él también era justo que, por el trabajo +de ordeñar, le tocase algo. Fué un golpe mortal para la hechicera. Al +pronto se arrimó á la puerta con los brazos alzados al cielo, gimiendo y +rogando al señorito que por Dios, _por quien tenía en el otro mundo_, no +le secase la _vaquiña_, que de esta hecha se le moría, y el _cucho_ +también; y como Perucho respondiese con la más mofadora carcajada, se +contó perdida ya, y se dejó caer en su asiento favorito, hecho de un +fragmento de tronco de roble, volviendo la espalda por no ver +desaparecer el contenido del tanque. La niña montañesa hizo dos ó tres +remilgos antes de reincidir; pero así que llegó el cuenco á los labios, +con indecible y goloso deleite lo apuró enterito, y aun se relamió al +verle el fondo. Perucho dió fin al tanque, que llevaría tal vez cuenco y +medio; y acercándose á la bruja, le descargó una palmada en el hombro. + +--Vaya, señora María, abur... Tan amigos, ¿eh? No hay que enfadarse... +Más que le bebimos ahora de leche tiene usted bebido de vino en la +cocinita de los Pazos... ¿Ya se le fué de la memoria? Y si me llevo +este pedazo de brona--y enseñaba un zoquete que había sacado de la +artesa--bastantes ferrados de maíz se ha comido usted allá á cuenta del +padrino... ¡Conservarse!... + +Salieron rápidamente, sin oir algo amenazador que rezongaba entre +dientes la infernal bruja, ocupada sin duda en echarles cuantas +maldiciones, plagas, conjuros y _paulinas_ contenía su repertorio. A +pocos pasos de la casa rompieron á reir mirándose. + +--¿Eh? ¿Qué tal sabía la leche? + +--Sabía á poco. + +--¡Mujer! Dijéraslo, y te ordeño la otra vaca. La grandísima tal y cual +de la vieja tiene dos paridas, con leche así, que les revienta por la +teta, y nos quería dejar rabiar de sed. + +--No, bien bastó lo que hiciste... Nos queda echando plagas. Hoy nos +maldice todo el santo día. ¿Será cierto eso de que estas mujeres hacen +mal de ojo cuando les da la gana? ¿Y de que maldicen á la gente y la +gente se muere pronto? + +--¡Mal de ojo! ¡Morirse!--y el estudiante se rió.--No, tontiña... Esas +son mamarrachadas; bueno que las crea mi madre; ¿pero quién da crédito á +tal cosa? + +--Pues á mí poca gracia me hace que me maldiga un espantajo así. De +seguro que esta noche sueño con ella. ¡Qué horrorosa está con el bocio! +¿De qué se cogerán estos bocios, tú, Perucho? + +--Dice que de beber el agua que corre á la sombra del nogal ó de la +higuera. + +--¡Ay! Dios me libre de catarla enjamás. + +Caminaban charlando, con tanta alegría como los mirlos, gorriones, +jilgueros, pardillos y demás aves, no muy pintadas pero asaz parleras, +que en setos, viñedos y árboles cantaban sus trovas á la radiante +mañana. La leche bebida parecía habérseles subido á la cabeza, según +iban de alborotados y regocijados, y el cuerpo un poco magro de Manuela, +competía en agilidad con el robusto y bien modelado de Perucho. Echaban +paso largo por las veredas anchas y practicables; y por las trochas +difíciles, subían corriendo, disputándose la prez de llegar más pronto á +la meta señalada de antemano: un árbol, una piedra, un otero. De cuando +en cuando se volvía Perucho y miraba hacia atrás. + +--Ya no se ven los Pazos--exclamaba con satisfacción, como si perder de +vista la casa solariega fuese el objeto único de carrera tan desatinada. + +¡Qué se habían de ver los Pazos! Ni por pienso. Es de advertir que +Perucho no había tomado el camino del crucero, aquel camino para él de +recordación tan trágica, sino echado por la parte opuesta, hacia sitios +mucho menos frecuentados; la dirección de Naya. Entraba á la sazón en +los montes que forman la hoz al través de la cual va cautivo, espumante +y mugidor, el río Avieiro. Daba gusto pisar aquel terreno montuoso, tan +seco, tan liso, y hollar el tapiz de flores de brezo, de tierno tojo +inofensivo aún, los setos de madroñeros floridos, las matas de retama +amarguísima, las orquídeas finas, con olor á almendra, toda la seca y +enjuta y balsámica flora montés, que convida al cuerpo á tenderse y le +brinda un colchón higiénico, tibio del calor solar, aromoso, regalado, +incomparable. De trecho en trecho, algún pino ofrecía fresca sombra, +ambiente resinoso, quitasol que susurraba al menor soplo de viento.... +Manuela sintió que le pesaban los párpados, y el cuerpo se le +enlanguidecía. ¡La maldita leche! + +--¡Qué calor!--balbució.--De buena gana me tumbaba ahí, debajo de ese +pino. + +Perucho dudó un instante; luego, como si se le ocurriese una objeción, +pero no quisiese expresarla, respondió: + +--Ahí no. Yo te diré en dónde hemos de sentarnos. + +La montañesa obedeció sin replicar. Desde tiempo inmemorial, desde que +ella andaba aún á gatas, Perucho dirigía el paseo, la zarandeaba á su +gusto, la llevaba aquí y acullá, era el encargado de saber dónde se +encontraban nidos, frutos, sitios bonitos, hacia qué lado convenía +dirigir el merodeo. Rara vez intentó sublevarse Manuela y apropiarse la +dirección del grupo, y las contadas tentativas de independencia no +produjeron más resultado que demostrar la indiscutible superioridad y +maestría de su amigo. En el invierno, mientras Perucho se secaba en +Orense, Manuela, instantáneamente y como por arte maravilloso, aprendía +á manejarse solita, y se encontraba de improviso profesora en +topografía, conocedora de todos los caminos, rincones y andurriales del +valle; pero esto duraba hasta el regreso de Perucho: volvía él, y la +montañesa olvidaba su ciencia y volvía á descansar en su compañero, +pasiva y gozosa. + +Seguían caminando, apartándose gran trecho ya de los Pazos y +descendiendo la corriente del río Avieiro por vereditas incultas, aquí +encontrando un pinar, allá un grupo de carrascas verdinegras, más +adelante un roble, ufano de su robustez y de su hercúleo tronco, y +siempre matorrales de madroño y retama, por entre los cuales no el pie +del hombre, sino la naturaleza misma, había abierto senderos, análogos á +tortuosas calles de parque inglés. La luz del sol, que ya tocaba al +zénit, lo enrubiaba todo; encendía con tonos áureos la grama seca; daba +color de ágata á las simientes de la retama; hacía transparentes como +farolillos de papel de seda carmesí las flores del brezo; convertía en +follaje de raso recortado los brotes tiernos de las carrascas; calentaba +con matices de venturina las hojas del pino; prestaba á la bellota verde +el pulimento del jade; y en las alas vibrátiles de las mariposas +monteses--esas mariposas tan distintas de las que se ven en terreno +cultivado, esas mariposas que tienen colores de madera y hoja seca,--y +en los carapachos de los escarabajos, y en la negra coraza y cuernos de +las _vacas louras_, encendía tintas vivas, reflejos metálicos, esmaltes +de oro, brillo negro de tallado azabache. La intensidad del calor +arrancaba á los pinos todos sus olores de resina, á las plantas sus +balsámicas exhalaciones; y entre el sol que le requemaba la sangre y el +vaho que se elevaba de la ebullición de la tierra, y la leche que le +aletargaba el cerebro, Manuela sentía como un comienzo de embriaguez, el +estado inicial de la borrachera alcohólica, que pareciendo excitación no +es en realidad sino sopor; el estado en que las manos resbalan sobre el +objeto que quieren asir, en que los movimientos del cuerpo no obedecen á +la voluntad, en que nos sentamos sin pesar sobre la silla y nos +levantamos y andamos sin estribar en el suelo, porque el sentimiento de +la gravedad se ha amortiguado mucho; y nuestras percepciones son vagas y +turbias, y parece que ha desaparecido la resistencia de los medios, la +densidad de la materia, la dureza de las esquinas y ángulos, y que los +objetos en derredor se han vuelto fluidos, y nuestro cuerpo también, y +más que nada nuestro pensamiento. + +No es desagradable el estado, al contrario, y la plétora de vida que +produce se revelaba en el rostro de Manuela: sus ojos brillaban y su +boca sonreía sin interrupción. La niña no preguntaba ya cosa alguna á su +compañero: andaba, andaba tan ligera como se anda en sueños, sin sombra +de cansancio, aunque apoyándose en Perucho y arrimándose á su cuerpo con +instintiva ternura. Allá en la pequeña ladera del monte divisó la +espadaña del campanario de Naya, que conocía, y le ocurrió pensar en el +cura que podría darles un buen almuerzo de huevos y fruta á la sombra de +la fresca parra que entolda la rectoral; mas sin duda no era éste el +propósito de Perucho, pues tomó otra dirección, volviendo la espalda al +campanario y hundiéndose en una trocha que serpeaba entre pinos, y á +cuyos lados se alzaban peñascos enormes, calvos y blancos por la cima, +jaspeados de liquen y musgo por la base. Manuela se detuvo un momento; +respiró; sus potencias se despejaron un poco, al benéfico influjo de la +temperatura menos ardorosa: miró en derredor, para saber dónde estaba. +El Avieiro corría allá abajo, rumoroso y profundo, no muy distante. + +Por aquella parte se ensanchaba la hoz, hacíase muy suave, casi +insensible, el declive de las montañas, y el río, en vez de rodar +encajonado, sujeto, con torsión colérica de serpiente cautiva, se +extendía cada vez más ancho, bello y sosegado, ostentando la hermosura y +gala soberana de los ríos gallegos, la margen florida, el pradillo +rodeado de juncos, salces y olmos, la placa de agua serena que los +refleja bañando sus raíces, el caprichoso remanso en que el agua muere +más mansa, más sesga, con claridades misteriosas de cristal de roca +ahumado; la _frieira_, la gran cueva á la sombra del enorme peñasco, en +que la sabrosa trucha busca la capa de agua densa y no escandecida por +el sol; el cañaveral que nace dentro de la misma corriente, el molino, +la presa, toda la graciosa ornamentación fluvial de un río de cauce +hondo, de país húmedo, que recuerda las ideas gentílicas, las urnas, las +náyades, concepción clásica y encantadora del río como divinidad. + +La humedad que siempre sube de los ríos y la frescura de la vegetación, +despabilaron más y más á la niña. + +--Ya sé á dónde vamos--exclamó--á las Poldras. ¿Y después de pasado el +Avieiro, adónde? Me lo dices, ó está de Dios que no lo he de saber? + +--Calla... Ya verás. + +--Yo pensé que íbamos á Naya. + +--¿Para qué? ¿Para encontrarnos con el cura y que nos llevase por fuerza +á comer consigo? + +--Pero.... es que.... comer, de todas maneras hay que comer en casa; y +ya debe de ser tarde, tarde.... No puedo tal día como hoy faltar de la +mesa.... + +--A ver si te callas, tonta. ¡Eh... cuidado con caerte de hocicos por la +rama del pino! Yo iré delante... La mano... ¡Así! + +Con efecto, en las púas secas del pino los pies resbalaban como si el +terreno estuviese untado de jabón. + + + + +XX + + +Patinando sobre aquellas púas endiabladas, se deslizaron y corrieron +hasta un grupo de salces inclinado hacia el borde del Avieiro. Oíase el +murmurio musical del agua, y el ambiente, tan abrasador arriba, allí era +casi benigno. Cruzaron por entre los salces desviando la maleza tupida +de los renuevos, y vieron tenderse ante sus ojos toda la anchura del +río, que allí era mucha, cortándola á modo de irregular calzada las +pasaderas ó _poldras_. + +En torno y por cima de las anchas losas oscuras, desgastadas y pulidas +como piedras de chispa por la incesante y envolvedora caricia de la +corriente, el río se destrenzaba en madejas de verdoso cristal, se +aplanaba en delgadas láminas, bebidas por el ardor del sol apenas hacían +brillar la bruñida superficie. Para una persona poco acostumbrada á +tales aventuras, no dejaba de ofrecer peligro el paso de las _poldras_. +Sobre que se movían y danzaban al menor contacto, no eran menos +resbaladizas que la rama del pino. Nada más fácil allí que tomarse un +baño involuntario. + +--¿Hemos de pasarlas?--preguntó la montañesa, con una sonrisa que +significaba--á ver cuándo determinas que paremos en alguna parte. + +--Las pasamos--ordenó Perucho con el tono mandón y despótico que había +adoptado desde por la mañana. + +Manuela tendió la vista alrededor, y eligiendo un sitio favorable, la +sombra de un árbol, se dejó caer en un ribacillo, y resignadamente +comenzó á desabrocharse las botas. Ni un segundo tardó Perucho en +hincársele de rodillas delante. + +--Yo te descalzo.... yo. Como cuando eras una _cativa_: ¿te acuerdas? un +tapón así... y yo te descalzaba y te vestía.... y hasta te tengo peinado +mil veces. + +Medio riendo, medio enfadándose, la muchacha no retiró el pie de las +manos de su amigo. Éste hacía ya saltar uno tras otro los botoncitos de +la botina de casimir, mal hecha, muy redonda de punta contra todas las +leyes de moda. Tiró después delicadamente, con un pellizco fino, del +talón de la media de algodón, y la media bajó; arrollóla en el tobillo, +y con un nuevo tirón dejó el pie desnudo. Sus palmas se distrajeron y +embelesaron en acariciar aquel pie, que le recordaba la patita rosada y +regordeta de la nené á quien tanto había traído en brazos. Era un pie de +montañesa que se calza siempre y que tiene en las venas sangre patricia; +no muy grande, algo encallecido por la planta, pero arqueado de empeine, +con venillas azules, suave de talón y calcañar, redondo de tobillo, +blanco de cutis, con los dedos rosados ó más bien rojizos de la presión +de la bota, y un poco montado el segundo sobre el gordo. El pie +transpiraba, por haber andado mucho y aprisa. + +--Enfríate un poco--murmuró el mancebo...--No puedes meter el pie en el +agua estando así; te va á dar un mal. + +--Que me haces cosquillas--exclamaba ella con nerviosa risa tratando de +esconder el pie bajo las enaguas.--Suelta, ó te arrimo un cachete que te +ha de saber á gloria. + +--Déjame verlo.... ¡Qué bonito es! Lo tienes más blanco que la cara, +Manola... Pero mucho más blanco. + +--¡Vaya un milagro! Como que la cara va por ahí destapadita papando +soles y lluvias. ¡Pasmón! ¿Es la primera vez que ves un pie en tu vida? +¡Soltando! + +Soltó el que tenía asido, pero fué para descalzar el otro con el mismo +cariño y religiosa devoción, y abarcar ambos con una mano, uniéndolos +por la planta. + +--Que me aprietas.... que me rompes un dedo... ¡Bruto! + +--¡Ay! perdón--murmuró él;--y bajándose, halagó con el rostro, sin +besarlos, los pies desnudos. La montañesa se incorporó pegando un +brinco, y echó á correr, y sentó la planta descalza en la primer +pasadera. Su amigo le gritó: + +--Chica, aguárdate... Déjame recoger las medias y las botas...... Allá +voy á darte la mano.... Vas á caerte de cabeza en el río... ¡Loca de +atar! + +Con saltos ligeros, volviendo la cabeza á cada brinco lo mismo que los +pájaros, Manuela salvaba ya las _Poldras_, eligiendo diestramente el +trecho seco á fin de caer en él. Dos ó tres veces estuvo á punto de dar +la zambullida, y la daría de fijo á no ser tan grande su agilidad: +saltaba largo, y era su ligereza la ligereza del ave, de la golondrina +que vuela rasando el agua. Remangaba las faldas al brincar, y su pierna, +no torneada aún, pero de una magrez llena, donde las redondeces futuras +apuntaban ya, tenía al herirla el sol, la firmeza y el granillo algo +duro de una pierna acabada de esculpir en mármol y no pulimentada aún. + +Casi había alcanzado la otra orilla, cuando Perucho voló tras ella. El +muchacho, calzado con duros zapatos de doble suela, desdeñaba +descalzarse, habiéndose contentado con remangar los pantalones. + +La chiquilla comprendió que llevaba ventaja á su compañero, y excitada +por el juego, quiso hacerle correr un poco. Como una saeta se emboscó +entre los árboles de la orilla, y desapareció en la espesura dándose +traza para que Perucho no supiese dónde se había metido. Pero al +muchacho le asustó aquella pequeña contrariedad como si realmente su +amiga se le perdiese de vista, y gritó llamándola con oprimido corazón y +angustiada voz: tan angustiada, que Manuela salió al punto de los +matorrales, renunciando á continuar el juego. + +--¿Qué te pasa?--dijo riéndose al ver el semblante demudado de Perucho. + + +--¿Qué...? Que no me hagas judiadas... Vamos juntos, ¿entiendes? Tú no +te apartes de mí. ¿Dónde estabas? No, no sirve esconderse. + +--Pues cálzame--exclamó ella sentándose en un peñasco. + +La calzó enjugándole antes los pies húmedos con la falda de su +americana, y bromeando ya sobre el enfado y el susto del escondite. + +--Y ahora...--murmuró la niña mientras él lidiaba con un botón empeñado +en resbalarse del ojal--¿á dónde vamos? ¿Seguimos como locos? + +--Ahora... ahora ven conmigo... Ya pararemos, mujer. + +Echaron monte arriba, alejándose de la refrigerante atmósfera del río. +Aquella montaña era más áspera aún, y en su suelo dominaban las +carrascas y las encinas, que daban alguna sombra; pero siendo muy agria +la subida, en los puntos descubiertos quemaba el sol de un modo +insufrible. Manuela jadeaba siguiendo á Perucho, que parecía llevar un +objeto determinado, pues miraba á un lado y á otro para orientarse. Al +fin, divisó una encina vieja, un tronco perforado y hueco donde aún +gallardeaba algún ramaje verde en lugar de la copa desmochada; dió un +grito de júbilo, metió la cabeza dentro con precaución, luego la mano, +armada de una navaja, luego el brazo todo... y al cabo de unos cuantos +minutos de manipulación misteriosa, sacó en triunfo algo, algo que hizo +exhalar á la montañesa clamor alegre. + +¡Un panal soberbio de miel rubia, pura y balsámica, de aquella miel +natural, un millón de veces más sabrosa que la de colmena, como si el +insecto, libre ciudadano de su inocente república ajena al protectorado +del hombre, libase un néctar más puro en los cálices de las flores, un +polen más fecundo en sus estambres, elaborase un propóleos más adherente +para afianzar la celdilla, y emplease procedimientos de destilación más +delicados para melificar la esencia de las plantas, el jugo precioso +recogido aquí y acullá, en el prado, en la vega, en el castañar, en el +monte! + +Manuela chillaba, reía de placer. + +--Pero tú mucho discurres... ¿Pero de dónde sacaste eso...? Pero tú creo +que echas las cartas como la Sabia... ¿Quién te contó que ahí había +miel? + +--¡Boba! ¡Gran milagro! Supe que unos hombres de las Poldras pillaron en +este sitio un enjambre... pregunté si habían registrado el nido de la +miel y contestaron que no, que ellos sólo andaban muertos y penados por +las abejas, para llevarlas al colmenar... Yo dije ¡tate! pues los +panales han de estar allí, en un árbol hueco... Ya ves cómo acerté. ¿Qué +tal el panalito? ¡Pecan los ojos en mirarlo! + +--¿Y si estuviesen en el tronco las abejas, ahora que andan tan furiosas +con la borrachera de la flor del castaño? Te comían vivo. + +--¡Bah! Yo sé la maña para que no piquen... Hay que meter poco ruido, +moverse despacio y bajarse al suelo cuando le sienten á uno... + +--¡A comer, á comer la miel!--gritó la montañesa palmoteando. + +--Ven, aquí hay una sombra, ¡una sombra que da la hora! + +Era la sombra la de una encina cuyas ramas formaban pabellón, y que caía +sobre un ribazo todo estrellado de flores monteses, donde crecía el tojo +ó escajo tan nuevo y tierno, que sus pinchos no lastimaban. Además +parecía como si la mano del hombre hubiese labrado allí esmeradamente un +asiento, á la altura exigida por la comodidad. Perucho sacó su navaja, y +del bolsillo del chaquetón hizo surgir el pedazo de _brona_ tomado +contra la voluntad de su dueña la Sabia. Partiólo en dos mitades +desiguales, dando la mayor á su compañera; y el panal de miel se sometió +al mismo reparto. Sentada ya, tranquila, descansando de la larga +caminata y del calor sufrido, con esa sensación de bienestar físico que +produce el reposo después de un violento esfuerzo muscular, y la +pregustación de un manjar delicioso, virgen, fresco, sano, que hace +fluir de la boca el humor de la saliva, Manuela, antes de hincar el +diente en la miel puesta sobre el zoquete de pan, tocó en el hombro á su +compañero: + +--Mira, en comiéndola nos largamos, y vuelta á casita... ¿eh? Ya me +parece que dieron las doce en el campanario de Naya... Sabe Dios á qué +hora llegaremos allá, y lo que andarán preguntando por nosotros. + +Él le echó el brazo al cuello, y con los dedos le daba golpecitos en la +garganta. + +--Hoy no se vuelve--murmuró casi á su oído. + +Pegó un respingo la muchacha. + +--¿Tú loqueas? Si fuese en otro tiempo... bien, nadie se amoscaría; pero +ahora, que está el tío Gabriel? Se armaría un ruido endemoniado por toda +la casa. + +Perucho le tiró de la trenza. + +--Hoy no se vuelve... No me repliques, que no puede ser. Hoy no se +vuelve... ¿Sabes por qué? Por lo mismo, por eso... porque está tu tío, +tu caballero de tío. Calla, calla, _vidiña..._ Si quieres volver, +vuélvete tú sola, muy enhorabuena; yo me quedo aquí... Yo no voy más á +los Pazos. + +--Á mí se me figura que tú chocheaste. Lo que á ti se te ocurre, no se +le ocurre ni al mismo Pateta. ¡No volver á los Pazos! Pues apenas se +alborotaría aquello todo. + +--¿Y qué nos importa, di?--murmuró el mancebo con ardorosa voz.--Tú eres +muy mala, Manola: sí señor, muy mala; tú no me quieres á mí así, á este +modo que yo te quiero. ¡Qué me has de querer! Ni siquiera sabes lo que +es cariño... de este. ¿Lo entiendes? Pues no lo sabes. Vamos, yo no digo +que tú no me quieras una miajita; si me muriese, llorarías, ¡quién lo +duda! llorarías una semana, un mes... y te acordarías de mí un año... y +soñarías conmigo por las noches... y después... te casarías con el tío +Gabriel, y se acabó... se acabó Perucho. + +Su voz temblaba, enronquecida por la pasión. + +--¡Qué cosas dices! ¡Con el tío Gabriel!--exclamó la montañesa dilatando +las pupilas de asombro y limpiándose distraídamente con el pañuelo la +boca untada de pegajosa miel. + +--Ó con otro del pueblo, otro señor elegante y de fachenda, así por el +estilo... ¡Malacaste! Oye tú: aquí en la aldea no se hace uno cargo de +ciertas cosas... pero allá en el pueblo... los estudiantes... unos con +otros... nos abrimos los ojos... nos despabilamos... ¿estás? Allá... +cuando me preguntaban los compañeros que si tenía novia y que porqué no +tomaba una en Orense... atiende, atiende... les dije así:--Tengo mi +novia, ya se ve que la tengo, y es más bonita que todas las vuestras, y +se llama Manuela, Manuela Ulloa...--Y ellos á decir:--¿Quién? ¿la hija +del marqués?--La misma que viste y calza... decid ahora que no es +bonita, morrales...--Y ellos con muchísima guasa me saltan:--En la vida +la vimos... pero esa no es para ti, páparo... Esa es para un señor, +porque es una señorita, hija de otro señor también... y tú eres hijo de +una infeliz paisana... ¿eh? date tono, date tono...--Le santigüé las +narices al que me lo cantó, pero me quedé pensando que lo acertaba... +¿Entiendes? Y tanta rabia me entró, que me eché á llorar como si fuese +yo el que hubiese atrapado los soplamocos... Mira si sería verdad... que +a... aún... aún... + +Manuela, que chupaba muy risueña el panal, alzó la vista y notó que su +amigo tenía como una niebla ante aquellas hermosas pupilas azul celeste. +En lo más profundo de su vanidad de hembra, quizás á medio dedo de las +telillas del corazón, sintió algo, una punzada tan dulce, tan sabrosa... +más que la propia miel que paladeaba. Volvió la cabeza, recostóla en el +hombro de su amigo. + +--¿Quién te manda llorimiquear ni apurarte?--pronunció enfáticamente. + +--Porque tenían razón--tartamudeó él. + +--No señor. Yo te quiero á ti, ya se sabe. Mas que fueses hijo del +verdugo. Valientes tontos, y tú más tonto por hacerles caso. + +--Bien--murmuró él;--me quieres, corriente, estamos en eso; pero es allá +un modo de querer que... Yo me entiendo. Es un querer, así... porque... +porque uno se crió desde pequeñito junto con el otro, sin apartarse... y +tienes costumbre de verme, como quien dice... y... y... Yo te voy á +aclarar cómo me quieres, y si acierto, me lo confiesas. ¿Eh? ¿Me lo +confiesas? + +--Hombre...--clamó ella con la boca atarugada de brona--siquiera das +tiempo á uno para tragar el bocado y contestar... Conformes; te lo +confesaré. ¡Falta saber qué es lo que he de con-fe-saaaár! + +--Tú me quieres... como quieren las hermanas á los hermanos. ¿Eh? +¿Acerté? + +--Mira tú... ¡Verdad! Si yo siempre pensé de chiquilla que lo eras, no +entiendo por qué...--Aquí la montañesa dió indicios de quedarse +pensativa, con la brona afianzada en los dedos, sin llevarla á la +boca.--Y yo no sé qué más hermanos hemos de ser. Siempre juntos, +siempre, desde que yo era así... (bajó la mano indicando una estatura +inverosímil, menor que la de ningún recién nacido.) Aún hay hermanos que +no se crían tan juntos como nosotros. + +Perucho permaneció silencioso, con el pan caído á su lado sobre la +hierba, una rodilla en el aire, que sostenía con las manos enclavijadas, +y mirando hacia el horizonte. + +--¿Qué te pasa? ¿Por qué pones esa cara de bobo? + +--Eso ya lo sabía yo--exclamó él desesperado, descargándose de golpe una +puñada en el muslo...--¿Ves...? ¿Ves cómo tenían razón los de Orense? Lo +que tú me quieres á mí... es... así... por eso, porque desde chiquillos +andamos juntitos y, á menos que fueses una loba, no me habías de tener +aborrecimiento... ¡Pues andando! Siga la música... Y que se lo lleven á +uno los diablos. + +Encaróse violentamente con la niña, y tomándole las muñecas, se las +apretó con toda su alma y todo su vigor montañés. Ella dió un chillido. + +--Yo te quiero á ti de otra manera, muy diferente... te quiero como á +las novias, con amor, con amor (vociferó esta palabra). Si se calla uno +más de cuatro veces, es por miramientos y consideraciones y embelecos... +Que se vayan á paseo todos ellos juntos... Aguantar que á uno no le +quieran, ya es martirio bastante; pero ver que viene otro y con sus +manos lavadas le escamotea la novia, le roba todo... Eso ya pasa de +raya... No tengo paciencia para sufrirlo ni para verlo... No, y no, y no +lo veré, me iré, me iré, aunque sea á la isla de Cuba. + +Manuela oyó todo esto derramándose en risa, porque el enfado de su amigo +le gustaba; y sobre todo, encantábale la idea de calmarlo con unas +cuantas frases cariñosas, que sin esfuerzo, antes muy á gusto suyo, le +salían del corazón. + +--Lo dicho: á ti hoy picóte una avispa ó un alacrán en el monte... Yo +quisiera saber de dónde sacas tanto disparate... ¿Quién te viene á +quitar la novia, ni quién me coge á mí, ni me lleva, ni todas esas +barbaridades que sueñas tú? + +--El tío Gabriel te quiere; está enamorado de ti. Ha venido á casarse +contigo. No me lo niegues. + +--Vaya, lo dicho. + +Manuela se tocó la frente con el dedo y meneó la cabeza. + +--No, no me llames loco; porque me parece que haces risa de mí ó que me +quieres engañar. Dime sólo una cosa. ¿Te gusta tu tío Gabriel? + +--¿Gustar?... ¿Qué sé yo lo que es _gustar_, como tú dices? El tío +Gabriel me parece muy bueno, muy listo, y un señor así... no sé cómo te +diga... muy fino, y que sabe mucho de muchísimas cosas... Un señor +diferente de los de por acá, de Ramón Limioso, del sobrino del cura de +Boan, Javier, de los de Valeiro... de todos. + +--Ya lo ves--exclamó con aflicción el mancebo;--ya lo estás viendo... Tu +tío... ¡te gusta! + +--Pues sí; claro que me gusta... ¡No tiene por qué no gustarme! + +Las correctas líneas del rostro de Perucho se crisparon. Las raras veces +que tal sucedía, palidecían sus mejillas un poco, dilatábansele las +fosas nasales, se oscurecían y centelleaban sus ojos de zafiro, poníase +más guapo que nunca, y era notable su parecido con las estampas de la +Biblia que representan al ángel exterminador ó á los vengadores +arcángeles que se hospedaron en casa de Lot el patriarca. Manuela lo +contemplaba con placer, á hurtadillas; y de pronto, pasándole suavemente +una mano por detrás de la cabeza y atrayéndolo á sí, murmuró: + +--Tú me gustas más, queridiño. + +--A ver, dilo otra vez. + +--Te lo daré por escrito.--Hizo ademán de escribir en el suelo con el +dedo, y deletreó: Me-gus-tas-más. + +--Manola, vidiña... A mí, ¿me quieres más á mí? + +--Más, más. + +--¿Te casarás conmigo? + +--Contigo. + +--¿Conmigo? ¿Aunque tú seas señorita y yo... un labrador? + +--Aunque fueses el último pobre de la parroquia. Yo no soy tampoco una +señorita... como las demás. Soy una montañesa, criada entre las vacas. +Estaría yo bonita allá en pueblos de no sé. Más señorito pareces tú que +yo. + +--Y si tu padre... + +Manuela miró al suelo; su boca se contrajo por espacio de un segundo. +Luego suspiró levemente: + +--Para el caso que me hace papá... Yo no sé de qué le sirvo... ¡Bah! +Desde pequeñita sólo tú hiciste caso de mí, y me cumpliste los caprichos +y me mimaste... Cuando necesitaba dos cuartos... ¿te acuerdas? me los +prestabas... ó me los regalabas... Tú me traías los juguetes y las +rosquillas de la feria... En el invierno, cuando te vas, parece que se +me va lo mejor que tengo y me quedo sin sombra. + +--¡Qué gusto!--exclamó él, y con ímpetu irresistible se levantó, le +apoyó las manos en los hombros, y la zarandeó como se zarandea al árbol +para que suelte el fruto. Luego se le hincó de rodillas delante, sin el +menor propósito de galantería. + +--Manola, _ruliña_, dame palabra de que nos hemos de casar tan pronto +podamos. ¿Me la das, mujer? + +--Doy, hombre, doy. + +--Y de que hasta la tarde no volvemos á los Pazos. + +--¡Uy! Reñirán, se enfadarán, armarán un Cristo. + +--Que lo armen. Que riñan. Hoy el día es nuestro. Que nos busquen en la +montaña. Aquí corre fresco, da gusto estar. ¿No comiste bastante? +¿Tienes hambre? Ahí va el pan, y más miel. + +--¿Y qué vamos á hacer aquí todo el día de Dios?--preguntó ella risueña +y gozosa, como si la pregunta estuviese contestada de antemano. + +--Andar juntos--respondió él decisivamente.--Y subir á los Castros. +Desde aquí todavía estamos cerca de Naya. + + + + +XXI + + +Para subir á los Castros, había que dejar á un lado el monte y el +encinar, torcer á la izquierda, y penetrar en uno de esos caminos +hondos, característicos de Galicia, sepultados entre dos heredades +altas, y cubiertos por el pabellón de maleza que crece en sus bordes: +caminos generalmente difíciles, porque la llanta del carro los surca de +profundas zanjas, de indelebles arrugas; porque á ellos ha arrojado el +labrador todos los guijarros con que la reja del arado ó la pala tropezó +en las heredades limítrofes; porque allí se detiene y se encharca el +agua y se forma el barro; los peores caminos del mundo en suma, y sin +embargo encantadores, poéticos, abrigados en invierno porque almacenan +el calor solar, y protegidos del calor en verano por la sombra de las +plantas que se cruzan cerrándolos como tupido mosquitero; encantadores +porque están llenos de blancuras verdosas de saúco, palideces rosadas de +flor de zarza, elegancias airosas de digital, enredadas cabelleras de +madreselva que vierten fragancia, cuentas de coral de fresilla, negruras +apetitosas de mora madura, plumas finas de helecho, revoloteos y píos y +caricias de pájaros, serpenteos perezosos de orugas, escapes de +lagartos, contradanzas de mariposas, encajes de telarañas sujetos con +broches de rocío, y desmelenaduras fantásticas de rojas _barbas de +capuchino_, que allí, colgadas entre zarzas y matorrales, parecen +_ex-votos_ de faunos que inmolaron su pelaje rudo al capricho de una +ninfa. Y aquel camino en que penetró la pareja montañesa añadía á estos +méritos, comunes á todas las _corredoiras_, un misterio especial, +debido á que era muy poco frecuentado de carros y de labriegos, y +conservaba todo el mullido suave de su hierba virgen, que literalmente +era un tapiz verde clarísimo, salpicado de esas orquídeas color entre +lila y rosa que asoman fuera de tierra sólo los pétalos, sin hoja verde +alguna; y como además era estrecho, y muy hondo, la vegetación de sus +bordes, viciosa y lozana como ninguna, se había unido, y sólo á duras +penas se filtraba de la bóveda una misteriosa y vaga claridad, una luz +disuelta en oro y pasada al través de una cortina de tafetán verde. + +Quien estuviese hecho á conocer estos caminos hondos, y el país gallego +en general, no se admiraría de las particularidades que presentaba +aquella corredoira, así en su virginidad y misterio como en ser más +honda que ninguna y en estar trazada con extraña regularidad, como obra +donde no sólo se descubría la mano del hombre, sino una mano ducha y +hábil, que da á sus obras proporción y simetría. El nombre de _Los +Castros_ que lleva el lugar le explicaría bien, si antes no se lo dijese +su pericia, por qué estaba allí aquella zanja abierta como por la pala +del ingeniero militar de hoy, que ciertamente no la abriría más +perfecta. + +Dos eran los Castros: Castro Pequeño y Castro Mayor, y se elevaban en +doble colina escalonada, facilitando la ascensión del uno al otro la +trinchera, aunque también haciéndola más larga, pues era preciso +seguirla y dar la vuelta á toda la base del Castro Pequeño para intentar +la ascensión al grande, muchísimo más elevado y vasto. El estado de +conservación de los dos campamentos era tan maravilloso; se veían tan +claras las líneas del reducto y el círculo perfecto de la profunda zanja +que en torno lo defendía, que aquella fortificación de tierra, levantada +probablemente por legionarios romanos anteriores á Cristo, si es que no +fué en tiempos aún más remotos trabajo de defensa practicado para +sustentar la independencia galaica, aparecía más entero y robusto que +las fortalezas, relativamente jóvenes, de la Edad-media. Ni el arado, ni +el agua del cielo, habían mordido la esbelta cortadura que á modo de +verde culebra se enrosca al pie de los Castros. No; no habían hecho más +que vestirla de enredaderas, de zarzales, de plantas y hierbas +lozanísimas; y allí donde el soldado rompió el terruño para prevenir el +ataque del enemigo, se embosca hoy la ágil sabandija, y teje sus gasas +el pardo arañón campesino. + +Subió lentamente la pareja, no apremiada ya por la angustia de hallarse +cerca de sitio habitado que desde por la mañana impulsaba á Perucho á +desviarse del caserón. Iban los dos montañeses radiantes de alegría, con +el desahogo de la confesión y las promesas anteriores. Parecíales que +sin más que trocar aquellas cuatro frases, se les había quitado de +delante un estorbo grandísimo, y ensanchándoseles el corazón, y +arreglado todo el porvenir á gusto y voluntad suya. En especial el +galán no cabía en sí de gozo y orgullo, y sostenía á Manuela y la +empujaba por la cintura con la tierna autoridad del que cuida y atiende +á una cosa absolutamente propia. Tranquilo y sosegado, hablaba de las +cosas acostumbradas y se entregaba á las ocupaciones y á las +investigaciones habituales en la pareja. Aquella corredoira de los +Castros, en las actuales circunstancias, era para él un descubrimiento. +¡Qué filón! Olvidados de todo el mundo, amontonábanse allá tesoros que +no habían de desdeñar nuestros exploradores. Hacia la parte que forma la +solana de la colina, las moras se hallaban ya en estado de perfecta +madurez, y millares de dulces bolitas negras acribillaban el verde +oscuro de los zarzales. En los sitios de más sombra y humedad, las +perfumadas fresillas ó _amores_ abundaban, y las delataba su aroma. +Nidos, era una bendición de Dios los que aquella maleza cobijaba. +Porque, desnuda de arbolado la cima de los Castros desde cerca de veinte +siglos que sin duda sus árboles habían sido cortados para levantar +empalizadas, las aves no tenían más refugio que la zanja misteriosa, +donde les sobraba pasto de insectos y caudal de hierbas secas y plantas +filamentosas para tejer la cuna de su prole. Así es que tras cada +matorral un poco tupido, en cada rinconada favorable, se descubrían +redondas y breves camas, unas con huevos, cuatro ó seis perlitas +verdosas, otras con la cría, medio ciega, vestida de plumón amarillento. +Y al entreabrir Manuela el ramaje para sorprender el secreto nupcial, no +sólo volaba el pájaro palpitante de terror, sino que se oía corretear +despavorida á la lagartija, y el gusano se detenía paralizado de miedo, +enroscándose al borde de una hoja con sus innumerables patitas +rudimentarias. + +En la exploración y saqueo de la zanja gastarían más de hora y media los +fugitivos. En la falda remangada de Manuela se amontonaban moras, +fresas, frambuesas, mezcladas y revueltas con alguna flor que Perucho le +había echado allí como por broma. Manuela prefería coger los frutos, y +su amigo era siempre el encargado de obsequiarla con las orquídeas +aromosas ó con las largas ramas de madreselva. Andando, andando, la +carga de fresas desaparecía y el delantal se aligeraba: picaban por +turno los dos enamorados, y al llegar á la cima del Castro pequeño, la +merienda de fruta silvestre había pasado á los estómagos. + +La cima del Castro pequeño, donde empezaba á asomar el tierno maíz, era +una meseta circular, perfectamente nivelada, como picadero gigantesco +donde podían maniobrar todos los jinetes de la orden ecuestre. Las +necesidades del cultivo habían abierto senderitos entre heredad y +heredad, y á no ser por ellos, el Castro pequeño sería raso como la +palma de la mano. Desde su altura se divisaba una hermosa extensión de +tierra, y seguíase el curso del Avieiro, distinguiéndose claramente y +como próximas, pero á vista de pájaro, las Poldras, con el penachillo de +espuma que á cada losa ponía el remolino y el batir colérico de la +corriente. Ni un árbol, ni una mata alta en aquella gran planicie del +Castro, que rasa, monda, lisa é igual, parecería recién abandonada por +sus belicosos inquilinos de otros días, á no verse en su terreno los +golpes del azadón y á no cubrirla, como velo uniforme, las tiernas +plantas del maíz nuevo. + +Mas no era allí todavía donde Perucho y Manuela se creían dueños del +campo y situados á su gusto para reposar un poco después de tanto +correr. Aspiraban á subir al Castro mayor, ascensión difícil para otros, +porque la trinchera, menos honda allí, dejaba de ser corredoira y estaba +literalmente obstruída por los tojos recios, feroces y altísimos. Casi +impracticable hacían la subida sus ramas entretejidas y espinosas. +Perucho, con sus pantalones de paño fuerte, podría arriesgarse llevando +en brazos á Manuela; pero era el trayecto del rodeo de la zanja +larguísimo, y á pesar del vigor del rapaz, bien podría cansarse antes de +recorrer el hemiciclo que conducía á la entrada del Castro. Tendió la +vista, y sus ojos linces de montañés distinguieron al punto un +senderito casi invisible, en el cual no cabía el pie de un hombre, y que +serpeaba atrevidamente por el talud más vertical de la base del Castro, +yendo á parar en el matorral que guarnecía la cúspide. + +--¡El camino del zorro!--exclamó Perucho, señalando á su compañera, allá +en lo alto, la boca de la madriguera, que se entreparecía oculta por las +zarzas y escajos.--Por ahí vamos á subir nosotros, que sino es el cuento +de nunca acabar y de quedarse sin carne en las pantorrillas. + +Para llevar á cabo la difícil hazaña, yendo el montañés delante y +colocando el pie en las levísimas desigualdades que daban señal del paso +del zorro cuando subía y bajaba á su oculto asilo, Manuela, que seguía á +Perucho, se le cogía no de la mano, pero de los faldones de la +americana, y á veces del paño del pantalón. El apuro fué grande en +algunos puntos del trayecto, y grandes también las risas con que +celebraron lo crítico de la situación aquella. Perucho se asía con las +uñas á la tierra, á las plantas, á todo cuanto podía servirle de +asidero, y al avanzar el pie hincaba la punta de golpe en la montaña, +para dejar hecho sitio al pie de la niña. Al fin, sudorosos, encarnados +y alegres, llegaron á la última etapa de la jornada, y agarrándose á +unos menudos pinos que crecían desplomados sobre el talud, saltaron +triunfantes dentro del Castro Mayor. + +La impresión que producía este segundo reducto fortificado era harto +diferente de la del primero. En éste el cultivo suavizaba el aspecto +militar, y el alegre y fresco verdor del maíz no permitía que acudiesen +al ánimo ideas de antiguas batallas, de sangre y defensas heroicas; +sobre la honda trinchera había tendido la naturaleza velo de florida +vegetación, y las huellas de la vida humana, de la actividad rústica, el +manto amigo de la agricultura, daban al viejo anfiteatro aspecto risueño +y apacible. En el Castro Mayor, al contrario, se advertía cierta salvaje +grandeza y desolación trágica, muy en armonía con su destino y su +puesto en la historia. Era aún, después de veinte siglos, el sitio de +las defensas heroicas, de las resistencias supremas; el sitio donde, +rotas ya las empalizadas, invadido el Castro de abajo, se refugiaría la +destrozada legión, llevándose sus muertos y sus heridos para darles, á +falta de honrosa pira, túmulo en aquella elevada cumbre, y resuelta á +vender caras las vidas á la hueste cántabro-galaica. La vegetación, los +brezos altísimos y tostados por el sol, las carrascas, los tojos, todo +adquiría allí entonación rojiza, despertando la idea de un rocío de +sangre que los hubiese bañado: á trechos, rompían la lisura del inmenso +circuito pequeñísimas eminencias, donde las plantas eran más lozanas +todavía, y que á juzgar por su hechura cónica serían acaso túmulos. +¿Quién sabe si un investigador, un arqueólogo, un curioso, cavando en +aquel suelo vestido de plantas monteses y de ruda y selvática flora, +descubriría ánforas, monedas, hierros de lanza, huesos humanos? + +La soledad era absoluta en aquel lugar elevado y casi inaccesible; el +cielo parecía á la vez muy alto y muy próximo, y como nada limitaba la +vista, horizonte inmenso lo rodeaba por todas partes, resultando el +firmamento verdadera bóveda de azul infinito y profundo, que encerraba á +manera de fanal el inmenso anfiteatro. Las lejanías, más bajas que el +Castro, se perdían gradualmente en tales tintas rosadas y cenicientas, +que formaban la ilusión de un lago, ó del mar, cuya extensión se +divisase lejos, muy lejos. Parecía que el Castro fuese una isla, +suspendida sobre un océano de vapores. La calma y el silencio rayaban en +fantásticos: allí no había pájaros, sea porque sólo un árbol,--un viejo +roble, digno de ser contemporáneo de los druidas, se alzaba en la +gigantesca plataforma, como respetado por la pala de los soldados que +habían nivelado el monte para fortificarlo,--sea porque la altura, +gravedad y solemnidad misteriosa de aquel sitio intimidase á las aves. +Una liebre, galopando entre los brezos, fué el único sér viviente que +encontraron los fugitivos. + +Divirtiéronse estos durante un buen rato en otear todo el país +circunvecino, que desde la estratégica altura se dominaba completamente. +El caserío de Naya se les presentaba á sus pies como esparcida bandada +de palomas; más lejos las Poldras y el río espejeaban al sol; eran un +hilo verdoso, roto á trechos por blancos espumarajos; y allá remoto, +remoto, se hundía el valle de los Pazos, donde la casa solariega era un +punto rojo, el color de sus tejas. Manuela mostró una especie de terror +á esta vista. + +--¡Madre mía del Corpiño, qué lejos estamos de la casa! + +Perucho la tranquilizó riendo. + +--No, mujer... Parece así porque la vemos de alto. Vaya que de poco te +pasmas. ¿No tienes voluntad de descansar? ¿No te pide el cuerpo +sentarte? + +--Hombre... me dan ganas de hacerte no sé qué. Hace mil años te dije +que me cansaba, y ahora sales... Yo ya estaba aguardando á ver si +querías que me cayese muerta. ¡Y con este calor! Aquí tan siquiera corre +un poquito de aire. + +--Pues ven. + +Acercáronse al roble, cuyo ramaje horizontal y follaje oscurísimo +formaban bóveda casi impenetrable á los rayos del sol. Aquel natural +pabellón no se estaba quieto, sino que la purísima y oxigenada brisa +montañesa lo hacía palpitar blandamente, como la vela del bote, +obligando á sus recortadas hojas á que se acariciasen y exhalasen un +murmullo como de seda arrugada. Al pie del roble, el humus de las hojas +y la sombra proyectada por las ramas, habían contribuído á la formación +de un pequeño ribazo resto acaso de uno de aquellos túmulos, así como el +duro y vigoroso roble habría chupado acaso la sustancia de sus raíces en +las vísceras del guerrero acribillado de heridas y enterrado allí en +épocas lejanas. + +--Ahí tienes un sitio precioso--dijo Perucho. + +Dejóse caer la montañesa, recostada más que sentada, en el tentador +ribazo. + +--La hierba está blandita y huele bien...--exclamó la niña.--No hay +tojos... ¡Qué ricura! + +--¿A ver?--murmuró él;--y desplomóse á su vez en el ribazo, riendo y +apoyándose en las palmas de las manos. + +--¡Vaya! Ni un tojo para un remedio... ¡Y qué sombra de gloria! ¡Ay.... +gracias á Dios! Estaba muerta.... Mira cómo sudo--añadió cogiendo la +mano del montañés y acercándola á su nuca húmeda. + +--¿Quieres escotar un cachito de siesta?--preguntó el mozo, mirándola +con ternura.--Aquí hay un sitio que ni de encargo.... Si hasta parece +que la tierra hace figura de almohada.... Yo te echaré la chaqueta para +que acuestes la cabeza.... + +--Y tú, ¿qué haces ínterin yo duermo? ¿Papas moscas? + +--Duermo también á tu ladito... Como marido y mujer. ¿No te gusta? Sí +tal, sí tal. + +Quitóse el chaquetón, y extendiólo con precauciones minuciosas, de modo +que la cabeza de Manuela quedase cómodamente reclinada en el cojín que +formaba una manga bien envuelta con el cuerpo. Enseguida se tendió al +lado de la montañesa, poniéndose bajo la nuca su hongo gris, para no +coger un torticolis. La hierba del ribazo era en efecto olorosa, espesa, +fina, menuda, y entretejida como la lana de una alfombra de precio. Al +lado de la cabeza de Manuela crecía una gran mata de biznaga, cuyos +airosos tallos prolongados y blancas umbelas de flores menuditas con la +punta roja en medio, parecían, al destacarse sobre el fondo azul del +horizonte, un transparente obra de hábil pintor. Por efecto de la +posición, le parecían á la montañesa altísimas aquellas biznagas; más +altas que los montes que se perdían en los tonos vagos y vaporosos del +horizonte lejano. Así se lo dijo á su compañero. Éste respondió á la +observación con una sonrisa cariñosa, y dijo: + +--Levanta un poco el cuerpo... te pasaré el brazo así por debajo... + +Hízolo y quedaron careados. La claridad solar, que pugnaba por atravesar +el follaje de la encina, les derramaba en las pupilas un centelleo de +pajuelas de oro; en los ojos negros de Manuela se convertían en reflejos +de ágata, y en los azules de Perucho tenían el colorido de la gota de +vino blanco expuesta á la luz... Complacíase la viva claridad en +descubrir, jugando, los más mínimos pormenores de aquellos rostros +juveniles: doraba la pelusa de las mejillas: arrojaba una sombra rosada, +con venillas rojas, en el tabique de la nariz, en el velo del paladar, +que se divisaba por entre los dientes nacarados y entreabiertos, y en el +hueco de las orejas; daba tonos azulados al pelo negrísimo de la niña, é +irisaba los rizos de Perucho, que se encendían y parecían una aureola, +con visos como de venturina. + +Manuela alargó la mano, la hundió entre las sortijas de su amigo, y las +deshizo y alborotó con placer inexplicable. Aquella cabellera +magnífica, tan artísticamente colocada por la naturaleza, tan rica de +tono que estaba pidiendo á voces la paleta de un pintor italiano para +copiarla, era una de las cosas que más contribuían á mantener la +admiración y el culto que desde la infancia tributaba á su compañero. Si +hermoso era á la vista el pelo de Perucho, no menos dulce al tacto. ¡Con +qué elástica suavidad se enroscaban de suyo los bucles alrededor del +dedo! ¡Cómo se deshacían y partían cada uno en innumerables anillos, +ligeros y gallardos, y cómo volvían luego á unirse en grueso y pesado +tirabuzón, el bucle estatuario, la cifra de la gracia espiral! ¡Con qué +indisciplina encantadora se esparcían por la frente ó se agrupaban en la +cima de la cabeza, haciéndola semejante á las testas marmóreas de los +dioses griegos! Claro está que Manuela no se daba cuenta del carácter +clásico de las perfecciones de su amigo, mas no por eso le gustaba menos +juguetear con la rizada melena. + +Pedro la dejaba á su disposición, cerrando los ojos y sintiendo un +bienestar infinito é indecible. La cortedad penosa experimentada el día +en que se habían refugiado en la cantera, se había disipado con la +conversación explícita de amor, las trocadas promesas, el desahogo de la +explicación mutua; y el montañés ni pedía ni soñaba dicha mayor que la +de estar allí solos, próximos, seguros el uno del otro, á razonable +distancia de todo lo que fuese gente, habitación, obstáculos, mundo en +suma; allí, en el desierto de la isla del Castro, donde Perucho quisiera +quedarse hasta la consumación de los siglos, con Manuela nada más. Ni el +pensamiento de otras venturas le cruzaba por las mientes, y aunque la +respiración de Manuela le calentaba el rostro y su mano le desordenaba y +acariciaba el pelo, no hervía con ímpetu su sangre moza; sólo parecía +correr con mayor regularidad por las venas. Tan feliz se encontraba, que +olvidaba el transcurso del tiempo y lo que pudiesen regañarles al volver +al caserón, sumido en una de esas distracciones profundas propias de +los momentos culminantes de la existencia, que rompen la tiranía del +pasado, anulan la memoria, suprimen la preocupación del porvenir, y +dejan solo el momento presente con su solemnidad, su intensidad, su peso +decisivo en la balanza de nuestro destino. + +De vez en cuando, á un leve estremecimiento del follaje charolado del +roble, á una caricia más viva, más nerviosa y eléctrica de los dedos de +Manuela, Pedro entreabría los párpados, y su mirada clara y azul se +cruzaba con la de aquellas pupilas negras, quebradas y enlanguidecidas á +la sazón, que lo devoraban. Dos ó tres veces retrocedió el +montañés,--sintiendo en la conciencia una especie de punzada, un +misterioso aviso, que al cabo, no en balde tenía cuatro ó seis años más +que su compañera, y algo que en rigor podía llamarse conocimiento;--y +otras tantas la niña volvió á acercársele, confiada y arrulladora, +redoblando los halagos á los suaves rizos y á las redondas mejillas, +donde no apuntaba aún ni sombra de barba. Al fin, sin saber cómo, sin +estudio, sin premeditación, tan impensadamente como se encuentran las +mariposas en la atmósfera primaveral, los rostros se unieron y los +labios se juntaron con débil suspiro, mezclándose en los dos alientos el +aroma fragante de las frambuesas y fresillas, y residuos del sabor +delicioso del panal de miel. + + + + +XXII + + +Según suele suceder cuando el calor desazona el cuerpo y acontecimientos +importantes ocurridos durante el día perturban el espíritu, Gabriel +Pardo había pasado la noche en vigilia casi completa. Lo bueno fué que +se acostara creyendo tener mucho sueño; pesábale la cabeza y los +párpados, y experimentó gran alivio al desnudarse, estirarse en las +frescas sábanas de lino y sentir en las mejillas el contacto de la tersa +almohada. Resuelto á consagrar diez minutos á pensamientos agradables +antes de rendirse á la soñolencia que notaba, se colocó bien del lado +derecho, no sin apagar la luz y dejar sobre una silla, al alcance de la +mano (pues en los Pazos sólo conocía el lujo de las mesas de noche el +Gallo, que se había traído de Orense uno de los más feos ejemplares de +la especie, con su tableta de mármol y demás requilorios) la fosforera, +la petaca y el pañuelo. + +Gozó de quietud y reposo los primeros instantes, dedicados á recordar +incidentes de la jornada, dichos de Manuela, observaciones referentes á +ella que conservaba apuntadas en la memoria, movimientos, actitudes y +otras menudencias por el estilo. En la oscuridad, paseando la palma de +la mano sobre el embozo de la sábana, pensaba el comandante: + +--La chiquilla posee un fondo sorprendente de rectitud; además tiene, +como su madre, tierno el corazón y las entrañas humanas; es fácil, es +casi elemental el método para hacerse querer de ella: no hay más que +aparecer muy cariñoso, interesarse por la pobrecita... lo cual la coge +de nuevas, porque se ha criado en completo abandono, gracias á mi +bendito cuñado y á sus líos é historias... Tenemos aquí lo que se llama +un _naife_, ó sea un diamante en bruto... y ¿quién sabe si vale más así? +Se me figura que me hace doble gracia de esta manera; que sí señor... +¡Ah! Sencillez, carácter primitivo y campestre, comercio exclusivo con +la madre naturaleza, su única maestra y su única protectora... Cargue el +diablo con todo eso que está uno harto de ver por ahí: muñecas +emperejiladas y vestidas según las cursilerías de _La Moda Elegante_, +juguetes automáticos que tocan la _Rapsodia Húngara_ entreverada de +pifias... Luego dicen que tiene mucha ejecución... ¡Ejecución! ¡Qué más +ejecución que la que hacen ellas del arte!... Muñecas que todas ríen +como por resorte... que andan igual que si les tirasen de un hilito... +que para fingirse cándidas ponen cara de tontas en las zarzuelas donde +hay frases de doble sentido... que van á misa por rutina y por ver al +novio, y á paseo para que rabie la amiguita si tienen gala que +estrenar... Muñecas á quienes les han enseñado que es punto de honra no +enterrarse con palma, y cargan con el primer marido que les sale... y +después... + +Aquí se agolparon á la memoria de Gabriel los recuerdos, y varias +gallardas siluetas de pecadoras cruzaron por entre las tinieblas del +dormitorio. + +--¡Qué antipática me es--prosiguió Gabriel haciendo calendarios--la +mentira, la convención social! Convengamos en que hace falta, bueno... +¿Cómo se sostendría sin ella este edificio caduco, apuntalado por unas +partes, carcomido por otras, remendado aquí y recompuesto acullá? ¿Esta +sociedad que parece un monumento mal restaurado, donde se amontonan +hibridaciones de todos los estilos y mescolanzas de todos los órdenes... +aquí una portada románica, luego un frontón dórico, después una +techumbre de hierro á la moderna...? Aquí se tropieza usted con una +preocupación procedente de Chindasvinto... más allá una idea general +que difundió algún apólogo traído del Oriente por un cortesano de... +¡Sabe Dios! de un califa cualquiera ó del rey que rabió por gachas... y +otra que ya se remontará á los iberos primitivos... y otra que la +esparció ayer el estúpido artículo de fondo de un periódico político... +Y ajústese usted á esta... y á aquella... y á la otra... y á la de más +allá... Verdad es que todo hace falta para reprimir la bestialidad +humana... A no ser por eso... ¡crac! + +Encontrando caliente ya el lado á que se había tendido, volvióse Gabriel +del opuesto; y sin duda este cambio le sugirió ideas revolucionarias, +porque pensó: + +--¡Valiente estafermo está la sociedad actual! Aunque la volasen con +dinamita... + +Pero el rincón frío y agradable que halló hubo de inspirarle doctrinas +conservadoras, y murmuró metiendo el brazo bajo la almohada, postura que +era en él habitual: + +--Paciencia, Gabriel.... Ningún hombre es tiempo; al tiempo corresponde +esa obra histórica, si es que algún día ha de realizarse y no estamos +sentenciados á rodar siempre el mismo peñasco, nosotros y los que vengan +detrás... Calculemos que todo se lo lleva pateta; ¿y qué ponemos allí, +en el sitio de lo que desbaratamos? Verdad que si reparásemos en +pelillos, no habría adelanto ni progreso desde que el mundo es mundo... +No habría evolución... ¿Ó sí la habría; qué diablo? La evolución es +fatal, y no está en nuestra mano precipitarla ni estorbarla... ¿Puedo yo +impedir que ahora se cumplan perfectamente en mi cuerpo leyes +fisiológicas y biológicas? ¡Cáspita, estoy hecho un pedante; si me +oyesen en el Círculo! Me llamarían chiflado otra vez. Bueno; en resumen; +la niña es una perla sin engarce... y yo debo tratar de dormirme. + +Dejóse oir en este momento la estridente trompetilla de un cínife, que +guiado por el instinto venía, sonando su guerrera tocata, á caer sobre +la víctima, suponiéndola aletargada é inerme. + +--La evolución sin lucha... Sin lucha, es una utopía. Quizás la lucha +misma, el combate de todos contra todos, es la única clave del +misterio... Lo que dice muy bien Darwin en... + +El cínife, elevando su clarín bélico á las más altas notas, descendía +raudamente sobre el pensador, á quien creía dormido... Gabriel sintió un +roce suave en la mejilla; luego le clavaron como una punta de aguja, +candente y finísima. Aunque empapado en ideas raras, semibudistas, +acerca del deber que tiene el hombre de no hacer sufrir al más pequeño +avechucho el más insignificante dolor, Gabriel, después de diez segundos +de astuta inmovilidad, alzó quedamente la mano, se descargó un lapo bien +calculado, con alevosía y ensañamiento, en el carrillo, y despachurró al +músico chupón. + +Como si la leve sajadura del bisturí del insecto le hubiese inoculado á +Gabriel algún amoroso filtro, dió al punto vuelta hacia el mismo lado +que acababa de dejar, y empezaron á fatigarle mil tiernos pensamientos +relativos á su sobrina. + +--¿Me querrá algún día, de verdad, con toda su alma? Si la saco de este +purgatorio, si le hago conocer la vida de las gentes racionales, si le +enseño á gustar de la música y de las artes, si la restituyo á su +verdadera clase social,... al gobierno soberano de su casa, que hoy rige +una fregona... y además le ofrezco muchísimo cariño, mucha amabilidad, +para que no se haga cargo ella de la diferencia de edades... que la hay, +que la hay, no vale decir que no... y menuda... Si juego con ella como +con una chiquilla... si le otorgo mi confianza, como á una compañera... +Me... me querrá del modo que... La sentiré palpitar... así... azorada... +turbada... embriagada... con esa mezcla de vergüenza y transporte... +que... ¡Cosa más dulce! + +Aquí los recuerdos acudieron en tropel á la imaginación del artillero, +escudándose traidoramente con la oscuridad y el absoluto silencio que +había seguido á la muerte del cínife. Gabriel se volvió dos ó tres +veces de babor á estribor en la cama, al mismo tiempo que se le +incrustaba en la mente esta idea desconsoladora: + +--Adiós... Me he despabilado. Ya no pego ojo en toda la noche. + +Trató de poner coto á la desenfrenada fantasía.--A dormir, á +dormir--dijo casi en alto, con la resolución más firme. Eligió postura +nueva; apretó los párpados; se sepultó más en la almohada, y aunque +sintiendo dentro el mosconeo confuso de sus cavilaciones, procuró +fijarse en un solo pensamiento, porque sabía que así como la +contemplación invariable de un punto brillante produce el hipnotismo, la +fijeza de una idea calma y adormece. + +Pronto se le apaciguó la efervescencia mental; pero en cambio, cuanto +más se sosegaba la tempestad de las ideas, más se le iban afinando y +complicando las percepciones de tres sentidos corporales: el oído, el +olfato y el tacto. ¡El oído sobre todo! Era cosa asombrosa lo de ruidos +microscópicos que empezaron á destacarse del aparente silencio: +carcomas que roían el entarimado de la cama; sutiles trotadas de ratones +allá muy alto, sobre las vigas del techo; chasquidos de la madera de los +muebles; orfeones enteros de mosquitos; solos de bajo de moscones; y por +último, hondo rumor, como de resaca, de las propias arterias de Gabriel; +del torrente circulatorio en las válvulas del corazón; de las sienes, de +los pulsos. Al olfato llegaba el olor de resina seca del antiguo barniz +del lecho; el vaho animal del plumoncillo de la almohada; el vago aroma +de lejía y el sano tufo de plancha de las sábanas; el rastro que en la +atmósfera había quedado al extinguirse la última centella del pábilo de +la vela; y un perfume general de campo, de mentas, de mies segada, de +brona caliente, un olor á montañesa joven, que lejos de ser sedante para +Gabriel, le atirantaba más los nervios... El tacto... ¿Quién no conoce +esa desazón de la epidermis, primero imperceptible cosquilleo +superficial, luego sensación insoportable de que nos corren por encima +mil insectos, y advertimos el roce de sus dentadas patitas y de su +cuerpo menudísimo, al cual el nuestro sirve de hipódromo...? Para +producir esta molestia feroz sobra en verano la inflamación de la sangre +que el calor ocasiona; si á ella se añaden las travesuras de algún +parásito real y efectivo, de las cuales no preserva á veces ni la mayor +pulcritud y aseo, es cosa de volverse loco. + +Parece que en la oscuridad y quietud de la cama se centuplican las +incomodidades, y todo se abulta y transforma. A Gabriel le sucedía así. +El roer de la polilla ya le parecía el de una rata gigantesca; y las +corridas de las ratas, cargas de caballería á galope tendido. Los +concertantes de mosquitos eran coros humanos, de esos en que toma parte +una gran masa coral; los chasquidos del maderamen, crugir formidable de +techo que se desploma; su propia respiración, el movimiento de enorme +fuelle de fragua; y el curso de su sangre, impetuosa carrera de +torrente aprisionado entre dos montañas, ó ímpetu atronador de huracán +encajonado en algún ventisquero de los Alpes... Los olores también por +su persistencia en seguir flotando en la atmósfera, llegaban á pasar de +la nariz á las últimas celdillas cerebrales, ocasionando mareo indecible +y ganas de estornudar, y verdadera inquietud nerviosa. Las carreras de +la piel y la fermentación de la sangre crecían, y no pensaba Gabriel +sino que un ejército de pulgas caninas y chinches sanguinarias le andaba +recorriendo, con la mayor desvergüenza, el cuerpo todo. Notaba además +una sensación rara, muy propia del insomnio; y era que unas veces se le +figuraba ser muy chiquirritito, y otras inmenso, hasta el punto de no +caber en el espacio; y correlativamente con estas singulares +imaginaciones, notaba que los objetos, ya se le venían encima, ya se +retiraban á distancias tan inverosímiles que era imposible +alcanzarlos... Le parecía haberse vuelto de goma elástica, y que una +mano negra, sin consistencia ni forma, como el espacio hacia el cual +miraba con los ojos muy abiertos, le encogía ó le estiraba á su sabor... +Y en aquel mismo espacio tenebroso empezaba la vista á distinguir +claridades y luces espectrales, unas azules y como fosfóricas, otras +amarillas ó más bien color de azufre, que partiendo de un núcleo central +brillante, se extendían, trémulas y vibradoras, y formaban poco á poco +un nimbo violáceo, que irradiaba y se extinguía y volvía á irradiar y á +extinguirse, á semejanza de esas ruedas llamadas _cromátropas_ con que +remata el espectáculo de los cuadros disolventes... + +--Esto ya no se puede aguantar--exclamó Gabriel en alta y colérica voz; +y saltando furioso de la cama ó más bien del potro del martirio, echó +mano á la caja de los fósforos y encendió la vela. El aposento quedó +débilmente iluminado, con claridad triste, y el insomne experimentó, al +arder la luz, la impresión desapacible de un hombre á quien despiertan +al coger el primer sueño: parecíale antes estar completamente desvelado, +excitadísimo, y ahora, la lumbre de la bujía, el movimiento de saltar +de la cama, le revelaban que, al contrario, se encontraba medio +adormecido, y á dos dedos de quedarse traspuesto. No obstante, apenas se +echó otra vez y apoyó el rostro en la almohada sin apagar la luz y con +un cigarrillo recién encendido en el canto de la boca, de nuevo se halló +perfectamente despabilado y en disposición de lavarse, ponerse el frac é +irse á un baile, ó salir para una cazata. Y claro está que los ruidos +habían cesado, los olores también, y la picazón de la epidermis +desaparecido por completo, no sintiendo Gabriel en ella sino bienestar, +sin que ronchas ni otros indicios delatasen el paso de la cohorte +enemiga. + +Lo que sintió á poco rato fué amargura y constricción en el paladar; sed +ardiente. + +--¿Qué demonios voy á beber ahora?--pensó.--Aquí no se acostumbra dejar +chisme, botellita, ni cosa que lo valga... + +Levantóse y se dirigió al lavabo, resuelto á refrigerarse, en la última +extremidad, con agua de la jarra; pero la había gastado toda en sus +abluciones matinales, y como en las aldeas no se sospecha ni remotamente +que un hombre, después del refinamiento de lavarse bien por la mañana, +pueda incurrir en el inaudito sibaritismo de volver á chapotear otra vez +por la tarde ó la noche, no es costumbre renovar la provisión. De mal +humor con este incidente regresó Gabriel al lecho; la saliva le sabía á +acíbar, el cuerpo le parecía que se lo habían puesto á secar en un +horno, tal era la calentura que empezaba á abrasarle. + +--¡Noche toledana!--exclamó al tenderse, no debajo, sino encima ya de +las sábanas.--Daría cinco duros por un vaso de agua. Mal tratan al rey +don Pedro--en la torre de Argelez!--añadió riéndose á pesar suyo de las +contrariedades mínimas que le traían á mal traer desde hacía algunas +horas.--Dudo que pueda ya dormir en todo lo que falta de noche. + +Recordó que sobre una mesa tenía algunos libros de aquellos rancios y +mohosos encontrados en la biblioteca del caserón. Levantóse y tomó uno +de ellos, el que estaba encima, _Los Nombres de Cristo_. Al abrirlo y +descifrar la portada, lo soltó murmurando: + +--¡Filosofías á estas horas! ¿A ver el otro? + +El otro era una edición de Salamanca de 1798; _Traducción literal y +declaración del libro de los Cantares de Salomón_. Al lado de la portada +se veía, en un grabado en madera, la faz pensativa y melancólica, la +espaciosa y abovedada frente del Maestro León; debajo un emblema, un +árbol con el hacha al pie y la leyenda siguiente: _ab ipso ferro_. La +polilla se había ensañado en el volumen, recortando caprichosos calados +al través de las hojas. + +--Aquí tiene usted un libro curioso, el que le costó la cárcel á su +autor--pensó el comandante.--Veremos si á mí me trae el sueño. + +Echado ya y vuelto hacia la luz, abrió con interés el delgado volumen. +Lo primero que le llamó la atención, en la primera hoja, fueron algunos +garrapatos informes, que delataban la mano de un niño, y el nombre de +_Pedro_ escrito con enormes y dificultosas letrazas. Gabriel comenzó la +lectura. A los pocos minutos, el interés de lo que iba leyendo le hizo +insensiblemente olvidar la sed y el desasosiego nervioso; funcionó con +gran actividad su imaginación y se tranquilizó su cuerpo. De dos cosas +estaba pasmado el comandante, y al paso que iba leyendo, se las +comunicaba á sí mismo en interior monólogo. + +--¡Demonio... qué retebien escribía el fraile! Tienen razón en decir que +estos moldes se han perdido... ¡Zape, zape! Y no se mordía la lengua... +Vaya unos comentarios, vaya unos escolios y aclaraciones, ¡como si la +cosa de por sí no estuviese bastante clara ya! ¡Mire usted que estas +metafísicas acerca del beso! No, y es que ningún poeta ni ningún +escritor de ahora discurriría explicación más bonita: está oliendo á +Platón desde cien leguas... ¡Qué lindo! Este deseo de cobrar cada uno +que ama su alma, que siente serle robada por el otro, é irla á buscar en +la boca y en el aliento ajeno, para restituirse de ella ó acabar de +entregarla toda... ¡Mire usted que es bonito, y endiablado, y poético, y +todo lo demás que usted quiera! Ah... pues no digo nada de los detalles +de... ¡Santo Dios, santo fuerte! No, lo que es este libro... Luego se +andan escandalizando de cualquier cosa que hoy se escriba, que ninguna +tiene ni este fuego, ni esta fuerza, ni esta hermosura, ni esta... +¡acción comunicativa! ¡Pero qué hermosura tan grande, qué lenguaje y... +qué diabluras para libro piadoso...! + +Se hundió completamente en la lectura, embelesado, con el alma y los +sentidos pendientes del admirable cuanto breve poema. Una aspiración +profana á la dicha amorosa llenaba todo su sér, y creía oir de los puros +labios de la montañesita aquellas embriagadoras palabras: «No me mires, +que soy algo morena, que miróme el sol: los hijos de mi madre porfiaron +contra mí, pusiéronme por guarda de viñas: la mi viña no guardé...» +Acabóse el libro antes que las ganas de leer, y el artillero apagó de un +rápido soplo la luz, quedándose embelesado en dulces representaciones y +en proyectos sabrosos. La sed se le había calmado del todo; la fantasía, +aunque excitada por la lectura, cayó en esas vaguedades precursoras del +descanso; las ideas perdieron su enlace y continuidad, se deslizaron, se +hicieron flotantes é inconsistentes como el humo; Gabriel vió viñas y +prados, campos de mies opulenta, un mar de mies que no concluía nunca; +su sobrina le guiaba al través de él, diciéndole mil ternezas en bíblico +estilo y en primorosa lengua castellana; el cura de Ulloa estaba allí, +no austero y triste, sino paternal y venerable, con un jarro de agua +fresca en la mano... Gabriel pegaba la boca al jarro, bebía, bebía... +¡Qué agua tan delgada, tan refrigerante y deliciosa! + +Oyóse la clara y atrevida voz del gallo; un reflejo blanquecino penetró +por las rendijas de las ventanas. El comandante Pardo dormía á pierna +suelta. + + + + +XXIII + + +Se despertó muy tarde, rendido de su lucha con el insomnio. Cuando la +cocinera, mocita frescachona, rubia, de buenas carnes--que desde la +mudanza de estado de Sabel desempeñaba el negociado de los pucheros--le +subió el chocolate á petición suya, eran cerca de las nueve y media: +hora extraordinaria para los Pazos, donde todo el mundo madrugaba +siguiendo el ejemplo del amo, á quien antes despertaban con la aurora +sus aficiones de cazador y ahora su consagración á las faenas agrícolas. + + +Los pensamientos de Gabriel al dejar las ociosas plumas, desayunarse y +asearse, fueron sobremanera halagüeños. Su sobrina le esperaría ya, y en +tan amable compañía prometíase otra jornada como la de la víspera, otro +viaje de exploración por los alrededores de los Pazos y, al mismo +tiempo, por los repliegues de un corazón candoroso, tierno y franco, +donde el artillero quería penetrar á toda costa. Y no sólo por +inclinación, sino por deber, fundiéndose en su deseo los más egoístas y +los más nobles sentimientos del alma, que eso suele ser, bien mirado, el +amor. Gabriel se atusó y acicaló lo mejor posible, y se peinó de manera +que el pelo le adornase con mediana gracia la cabeza (aunque sin +recurrir á artificios de tocador, indignos de tan varonil y discreta +persona), y aguardó, con ansiedad natural y disculpable, los golpecitos +en la puerta. Corrió tiempo. Nada. Impaciente ya, midió repetidas veces +el aposento, lo recorrió y examinó todo, abrió la ventana, asomóse á +ella, miró el paisaje, notó que el día era canicular y la temperatura +senegaliana, espantó con el pañuelo las impertinentes moscas que venían +á posársele críticamente en el hueco de las orejas ó en la comisura de +los labios--donde más podían fastidiarle,--sonrió ante las ingenuas +pinturas del biombo, intentó coger un libro, miró el reloj... Nada. La +incertidumbre le freía la sangre. Se determinó á salir, buscando el +camino de la habitación de su cuñado. Recorrió salones, más ó menos +destartalados, y durante la caminata observó algún hermoso vargueño con +incrustaciones, de esos que hoy se pagan y estiman tanto, abandonado y +estropeándose en un rincón, algún cuadro al óleo, cuyo asunto era +imposible adivinar, de tal modo se habían ennegrecido los betunes y las +tierras, y tan resquebrajado se hallaba por falta de barniz; vió, en +suma, indicios de lo que pudo ser en otro tiempo aquella señorial +morada, que inspiraba á Gabriel dilatadas tesis de filosofía histórica. +Sólo que entonces no estaba el horno para pasteles. ¿Dónde se habría +metido todo el mundo? Porque tampoco el hidalgo de Ulloa parecía por +ninguna parte. En su habitación sólo encontró Gabriel á la vieja perra +de caza, tendida bajo el rayo de sol que de una ventana caía. Al ruido +de los pasos del artillero, la perra entreabrió un ojo sin alzar el +hocico que recostaba en las patas de delante, y azotó el suelo con el +muñón del rabo, como dando los buenos días. + +En vista de que la casa parecía un palacio encantado ó abandonado por +sus moradores, Gabriel bajó á la cocina, donde halló á la nueva hermosa +fregatriz ocupada en la labor de un picadillo. Con tanta energía meneaba +la media luna sobre la tabla de picar, que la había excavado por el +centro, y es seguro que en albondiguillas ó chulas se tragarían los +señores, á vuelta de pocos años, un castaño ó roble enterito. Cuando +Gabriel preguntó por el hidalgo, la moza dió paz á la media luna y le +miró, abriendo la boca de un palmo. + +--Le está en la era... ¡con los que majan!--exclamó al fin asombrada de +la pregunta. + +No comprendía Gabriel el asombro de la chica, ni toda la importancia de +la gran faena de la maja, esa faena en que se asocian el cielo y la +estación estival al trabajo del hombre, esa faena que no puede +realizarse sino en el corazón del año, en mitad de la canícula, en los +brevísimos días, que en Galicia apenas llegarán á ocho, cuando el +agricultor, pasándose el revés de la mano por la empapada frente y +respirando fuerte, exclama: + +--¡Qué día de maja nos manda hoy Dios! + +Á la entrada de la era de los Pazos, el comandante se paró sorprendido +por el cuadro, para él novísimo, que se le ofrecía. No era posible +imaginarlo más animado, más bucólico, más digno de un pintor colorista, +alumno de la naturaleza y fiel á la realidad, enemigo de afeminaciones +de dibujo y falsas luces cernidas por cortinas de taller. No siendo de +piedra la era, habíanla barnizado con una costra espesa de boñiga de +vaca, á fin de que el _fruto_ no se confundiese entre la arena y el +polvo, y rodeándola de sábanas sostenidas por cuerdas, con objeto de que +el mismo grano no rebasase del circuito donde se majaba. Las _camadas de +pan_, ópimas, gruesas, mullidas, se tendían sobre el espacio +cuadrilongo, en correcta formación: y los membrudos gañanes, remangados, +en dos hileras situadas frente á frente, aporreaban con sus pértigas, á +compás, la extendida mies, haciendo saltar las perlas de oro del trigo, +impacientes ya por salirse, con el menor pretexto, del estuche bruñido +que las contiene. El sol, implacable, metálico, se bebía el sudor de los +trabajadores apenas brotaba de los dilatados poros; y sin embargo, la +faena seguía y seguía, que para sostener el esfuerzo allí estaban, entre +camada y camada, los jarros de vino corriendo de mano en mano. Las +jornaleras, vestidas con sayas angostas de zaraza desteñida, que les +señalan los recios muslos, sacuden la paja, la colocan en rimeros +grandes, preparan la camada nueva, y entretanto el hombre, de pie, +apoyado en el _mallo_, ebrio de sol, despechugado, con la camisa de +estopa pegada al cuerpo, despacha aprisa el _espeque_ ó cigarro, y ya se +escupe en la palma de las manos para volver á blandir el instrumento +cuando suene la hora del combate. ¡Hora terrible, en que se gastan +energía y vigor suficientes para vivir un mes! La luz deslumbra y ciega; +el ambiente es de boca de horno; no corre ni el soplo de aire suficiente +á inclinar el tallo de la más endeble gramínea: las hojas de las +higueras que rodean la era de los Pazos permanecen inmóviles, como +recortadas en hoja de lata, y los verdes higos, tiesos, á modo de pencas +de metal: á veces un pajarillo cae al suelo agonizando de sofoco, con el +pico desesperadamente abierto y la pluma erizada: en el lindero más +cercano, la víbora saca su cabeza chata, enciende su ojillo de azabache, +resbala sobre la hierba escandecida, y los abejorros, aturdidos, no +aciertan á salir del cáliz de flor en que hundieron la trompa... Y en el +desmayo general de la naturaleza, que desfallece y espira de calor, +sólo el hombre reconoce su condición servil y cumple el precepto del +Génesis, azotando la mies que le ha de dar sustento! + +Gabriel, en cuya presencia nadie reparaba, porque el interés de la faena +absorbía á todos, permanecía á la entrada de la era, protegido por la +sombra del hórreo, y deteniéndose en ir á saludar á su cuñado: verdad +que éste tenía el rostro más ceñudo y avinagrado que de costumbre, +leyéndose en él cierta sombría preocupación, debida á circunstancias que +merecen referirse. + +Todos los años, al abrirse la maja, acostumbraba el señor de Ulloa +sacudir la primer camada, demostrando así á sus gañanes que si no ganaba +el mismo jornal que ellos, no era por falta de aptitud. Cuando el +descendiente de aquellos Moscosos que habían lidiado calzando espuela de +oro en los días, azarosos para el país gallego, del reinado de Urraca y +Alfonso de Aragón; de aquellos Moscosos que se distinguieron entre los +paladines portugueses en la ardiente África; de aquellos Moscosos que +hasta mediados del siglo XIX conservaron en el límite de sus dominios +erectos los maderos de la horca, como protesta muda contra la supresión +de los derechos señoriales; de aquellos Moscosos... en fin, de aquellos +Moscosos de Ulloa, que si no en caudal en sangre azul podían competir +con lo más añejo y calificado de la infanzonía española... cuando el +descendiente, digo, de tan claro linaje empuñaba el _mallo_ y á la voz +de á la una... á las dos... á las tres... se santiguaba, lo vibraba en +el aire y lo derrumbaba sobre la espiga, corría entre los _malladores_ +halagüeño murmullo, que crecía á medida que el señor, con compás +admirable y pulso de atleta, reiteraba los golpes, sin cejar un punto, +poniendo la ceniza en la frente al más alentado de sus mozos. Su abierta +camisa descubría el esternón bien desarrollado, blanco, saliente, que +con el tragín de la labor iba sonroseándose como el cutis de una +doncella á quien agita la danza: sus mangas vueltas por más arriba del +codo permitían ver las montañuelas de carne que el ejercicio alzaba y +deprimía en los robustos brazos. Y así que terminaba el vapuleo por no +quedar ni sombra de grano en la espiga tendida, y don Pedro, sudoroso, +humeante, pero con la respiración igual y desahogada, se quedaba apoyado +en su _mallo_ y gritaba con firme voz:--¡Ea! ¡day un jarro de vino, +retaco! ¡Los majadores tenemos que mojar la palabra!--ya no era +murmullo, sino tempestad atronadora de plácemes, de alabanzas, de +requiebros si así puede decirse, dirigidos á lo que más admira el +labriego en las personas nacidas en esfera superior: la fuerza física. +Don Pedro sonreía, guiñaba el ojo, dejaba escurrir suavemente el _mallo_ +sobre la paja, se atizaba el jarro de una sentada no sin decir antes +«hasta verte, Jesús mío», y consumada esta segunda hazaña, que no se +celebraba menos que la primera, echábase la chaqueta por los hombros, se +encasquetaba el sombrero, y sentado en las gavillas de mies, fumaba +como los otros trabajadores, pero con placer sereno é íntimo orgullo. + +Este año observaban atónitos los gañanes que el marqués no seguía la ya +inveterada costumbre. Sentado estaba allí lo mismo que siempre; ¿cómo +sería no coger el mallo? Hasta parece que no se le alegraba la cara +viendo aquella gloria de Dios de los haces, nunca más lucidos ni de más +limpia espiga, y aquel sol hecho de encargo para desprender el fruto, y +aquel mar de oro donde los mallos, al precipitarse, producían un ruido +apagado, mate y sedoso que regocijaba el corazón. Lejos de manifestar el +contento de otras veces, hasta se podía jurar que el hidalgo de Ulloa +había exhalado media docena de suspiros. De tiempo en tiempo cruzaba las +manos y se tentaba los brazos, y fruncía el entrecejo, como el que no +sabe á qué santo encomendarse. De repente Gabriel, desde su atalaya, vió +que el marqués se levantaba resuelto, se despojaba de la americana á +toda prisa, se remangaba... + +--¿Qué barbaridad irá á hacer éste?--pensó Pardo. + +Se admiró más al verle asir la pértiga, colocarse en fila y zurrar +valerosamente la mies. El señor de Ulloa, en los primeros momentos, +demostró todo el esfuerzo y brío acostumbrados; pero á los pocos golpes, +empezó á sentir lo que tanto temía, lo que desde por la mañana le +nublaba la frente: la respiración se le acortaba, el brazo se resistía á +levantar el instrumento, las carnes se le volvían algodón y se le +doblaban las rodillas. Exclamó con angustia:--¡Alto, rapaces!--y los +diez y nueve mallos de la cuadrilla permanecieron suspensos en el aire +como si fuesen uno solo, mientras los gañanes miraban al señor con muda +lástima y en un silencio tal, que pudiera oirse el vuelo de una mosca. +Al fin dejó don Pedro caer la pértiga, se llevó ambas manos á la frente +húmeda, y á vueltas de congojoso sobrealiento, murmuró: + +--Rapaces... Ya pasé de mozo. No sirvo... No darme el jarro. + +Cuchichearon los gañanes; algunos sacudieron la cabeza entre burlones y +compasivos, no sabiendo si era prudente tomar el caso á risa ó dolerse +mucho de él. Don Pedro, desplomado en los haces, se enjugaba el sudor +con un pañuelo amarillo; sus labios temblaban, su rostro estaba +demudado, y un dolor real, acerbo y hosco, se pintaba en él. Parecía +como si el fracaso de su intento le echase de golpe diez años encima. +Sus arrugas, su pelo gris, todas las señales de vejez se hacían más +visibles. Y con los ojos cerrados, cubiertos por el pañuelo, la otra +mano caída, la espalda encorvada y la cabeza temblorosa, el marqués se +veía ya inútil para todo, baldado, preso en una silla, tendido después +en la caja, entre cuatro cirios, en la pobre iglesia de Ulloa, ó +pudriéndose en el cementerio, donde hacía tiempo le aguardaba su mujer. + +Así se estuvo unos cuantos minutos, sin que los gañanes se atreviesen á +continuar la tarea, ni casi á chistar. Un rumor profundo, contenido, +salió de la multitud cuando don Pedro, levantándose impetuosamente, +listo como un muchacho y con un semblante bien distinto, alegre y +satisfecho, llamó con imperio al Gallo, que, ojo avizor, muy currutaco +de traje, muy digno de apostura, asistía á la faena. + +--¡Angel! ¡Angel! + +--Señor... + +--Busca al _señorito_ Perucho... Tráelo volando aquí... De mi parte, +¡que venga á majar la camada! + +Jamás impensado reconocimiento de príncipe heredero produjo en corte +alguna tan extraordinaria impresión como aquellas explícitas y graves +palabras del marqués de Ulloa. Inequívoca era la actitud; claro el +sentido de la orden; elocuente hasta no más el hecho; y si alguna duda +les pudiese quedar á los maliciosos y á los murmuradores de aldea acerca +del hijo de Sabel, ¿qué pedían para convencerse? Llamarle á que majase +la camada en lugar del hidalgo, era lo mismo que decirle ya sin rodeos +ni tapujos:--Ulloa eres, y Ulloa quien te engendró. + +Todos miraron al Gallo, á ver qué gesto ponía. Nunca el semblante +patilludo del rústico buen mozo y su engallada apostura expresaron mayor +majestad y convencimiento de la alta importancia de su misión en la +señorial morada de los Pazos. Se enderezó más, brilló su redonda pupila, +y respondió con tono victorioso: + +--Se hará conforme al gusto de Usía. + +Salir el Gallo por un lado y entrar Gabriel por otro, fué simultáneo. +Acercóse á su cuñado, y hechos los saludos de ordenanza, sentóse en los +haces, y pidió noticias de su sobrina. + +--¿Quién sabe de ella?--respondió el padre.--Andará por ahí... ¿Has +visto la maja?--añadió revelando sumo interés en la pregunta. + +--Sí, te he visto hecho un valiente... + +--¿A mí? ¡A mí me viste acabado, _derreado_! Ya no sirve uno sino para +echar al montón del abono... A cada cerdo le llega su San Martín... Ya +verás á Perucho majar la camada, que será la gloria del mundo... Ey, +Angel... ¿Viene ó no viene? ¿Qué... no está? + +--Dice que no... que salió trempranito con Manola... Que no voltaron +aún. + +--¡Por vida de...! ¡Mal rayo! + +Volvió á encapotarse el rostro y á anudarse de veras el ceño del +hidalgo de Ulloa. + + + + +XXIV + + +Comieron solos los dos cuñados. Al sentarse á la mesa, Gabriel manifestó +extrañeza grande por la ausencia de Manola, y don Pedro preguntó á los +criados si los _rapaces_ no parecían; la respuesta negativa no le +despejó el severo entrecejo. Érale difícil al hidalgo conservar muchas +horas seguidas la afable disposición de los primeros momentos de +hospitalidad; no sabía ejercitar la simpática virtud de la eutrapelia, +que en resumen es cortesía y buena crianza, y al poco tiempo de tratar á +una persona, se creía autorizado para obligarla á que le sufriese su +mal humor, así como á imponerle su jovialidad, cuando estaba alegre, que +no era cosa que ocurriese todos los días. Por su parte Gabriel, aunque +siempre atento y sin prescindir de sus corteses maneras, también se +mantenía serio, como hombre que tiene algo grave en qué pensar. + +Sus porqués y cavilaciones salieron á relucir á la hora del café, cuando +ya la moza en pernetas y el tagarote del criado no tenían necesidad de +entrar en el comedor. Hacíase el café allí mismo, en la mesa; lo +preparaba don Pedro--único modo de que saliese á su gusto--en una +maquinilla de hojalata toda desestañada, derrotadísima, con lágrimas de +estaño colgando á lo largo de su cilindro superior; artefacto casi +inservible, pero irreemplazable para don Pedro, habituado á semejante +chisme y persuadido de que en una cafetera nueva no le saldría bien la +operación. Se filtraba el café lentamente, gota á gota, y en realidad +resultaba fuerte, oscuro, aromático, exquisito. El marqués de Ulloa era +inteligente en la materia; porque merece notarse que aquel burdo +hidalgote, ajeno no sólo á la idea de lo que espiritualmente embellece y +poetiza, sino de lo que hace materialmente grata la existencia, tenía en +dos ó tres ramos afinadísimo el sentido y el conocimiento, hasta rayar +en sibarita: nadie como él distinguía un legítimo habano de primera, de +las imitaciones más ó menos hábiles; nadie entendía mejor el intríngulis +del café; nadie conocía tan perfectamente dos ó tres clases de licores y +vinos; y así como entendía fallaba, y que no le viniesen con cigarros +del estanco ni con Jerez de marcas inferiores. Ni él mismo podía decir +dónde había adquirido esta ciencia: acaso le venía de casta, como al +gitano ser chalán y al árabe apreciar armas y caballos. + +Mientras se destilaba el rico néctar, Gabriel, sin acritud ni severidad, +antes con cierta blandura encaminada á hacerse los lares propicios, dijo +á su cuñado: + +--Oye tú... ¿No le habrá sucedido á Manuela cosa mala? ¿Estás seguro? + +--Va con Perucho--respondió lacónicamente el marqués, dando vuelta á la +llave, y acercando á la villa la taza de Gabriel, donde cayó un chorro +negro, que despedía balsámicos efluvios. + +--Perucho...--murmuró Gabriel Pardo como si se le atragantase el +nombre--Perucho..... es un muchacho de muy poca edad. + +--Poca edad... ¡Quién me diera en la suya!--exclamó el hidalgo, +respirando por la herida de su decadencia física.--¡A esa edad, que le +echen á uno encima disgustos y leguas de mal camino! A esa edad... salía +yo para el monte á las cuatro de la mañana, que aún no se veía luz; y me +estaba allí á pie firme hasta las ocho de la noche, que volvía para casa +con el morral atacado de perdices... Y desde las cuatro de la madrugada +hasta las ocho de la noche llevaba aguantada toda la lluvia, que se me +había secado encima del cuerpo, y todo el sol, que maldito si le hacía +yo más caso que á este café que bebo ahora, y todo el frío, y todas las +brétemas, y los orvallos, y el pedrisco, y los demonios que me lleven... +A veces no me contentaba con las horas del día... ¡buena gana de +contentarme! ¡Cuántas noches de invierno tengo salido á las liebres, que +andaban pastando en las viñas! Allí... con el tío Gabriel, tu tocayo... +los dos escondiditos tras de un pino... tendidos boca abajo... con un +papel tapando la boca de la carabina para que las condenadas no +olfateasen la pólvora... ¿Quieres más azúcar?... No... ¡Lo que es del +tiempo de Perucho... que me diesen á mí caza que matar y monte por donde +andar y una empanada que comer y un jarro de mosto, que me sabía todo á +gloria...! Ahora... ¡se acabó!... Ya no está uno de recibo más que para +sentarse en una silla... ó para que le tiren al basurero. + +--Pues yo--declaró Gabriel, bebiendo aprisa el último sorbo del café--no +estoy tan tranquilo como tú: á los enamorados (y aquí se sonrió) algunas +impaciencias hay que perdonarnos... Si sabes poco más ó menos hacia qué +parte suele ir tu hija, me lo dices y salgo allá. + +--¿Y quién es capaz de saberlo? Como son locos, si les dió la gana de no +parar hasta el Pico Medelo, allá se plantificaron... Tú bien conoces que +tanto pudieron echar para Poniente como para Levante. + +Gabriel Pardo se mordió el bigote estrujándolo con el pulgar contra los +labios. Cualquier cristiano se da á Barrabás con semejantes respuestas +en boca de un padre. Miró el artillero en derredor suyo, y al ver que no +andaba por allí nadie, ni Sabel, ni la cocinera, estuvo á punto de +vaciar el saco... Pero al fin el comedor era un sitio abierto, podía +entrar gente de un momento á otro, y lo que á él se le asomaba á la +lengua era para dicho privadamente. Siguió preguntando de un modo +indirecto. + +--Y... acostumbra Manuela salir así muchas mañanas, y no volver á la +hora de la comida? + +--Pocas... ¡Hombre! ha de vivir ella en el monte como vivía yo? No se le +ocurre á nadie eso. Pero á veces, en tiempo de verano (ya se sabe) y +estando Perucho, les ha sucedido cogerles lejos un chubasco, ó una +tormenta, y entonces ¿sabes qué hacen? Se meten á comer en casa del cura +de Naya, ó del pobre de Boán, que en paz descanse, cuando vivía... ¡Cura +más templado! Se defendió él solo contra una gavilla de más de veinte +ladrones, que al fin me lo despacharon para el otro mundo; pero antes +despachó él á uno de los galopines, y malhirió á media docena... ¡Era +más perro! + +--Hoy ni llueve ni hay señales de borrasca--insistió con firmeza +Gabriel. Manuela no se habrá ido á comer á casa de nadie. + +--Eso es verdad... pero los chiquillos, viendo que ayer no pudieron +andar juntos, tal día como hoy se habrán querido desquitar tomándolo por +suyo todo. + +El artillero sintió algo molesto, agudo y frío en el corazón; algo que +era inquietud, pena y susto á la vez. Dominando su turbación +involuntaria, dijo en voz reposada y entera: + +--Yo, en tu caso, no lo consentiría. Parece mal que una señorita de los +años de Manuela ande por los montes sin más compañía que un mocito poco +mayor. Es inconveniente por todos estilos, y hasta es exponerla, con +este sol de justicia, á que coja un tabardillo pintado. + +No obstante la moderación con que hablaba Gabriel, fuese por estar el +hidalgo en punto de caramelo ó porque le moviese una secreta antipatía +contra su cuñado, lo cierto es que exclamó casi á gritos, con bronca +descortesía y despreciativo acento: + +--¡Allá en los pueblos se educa á las muchachas de un modo y por aquí +las educamos de otro!.. Allá queréis unas mojigatas, unas _mírame y no +me toques_, que estén siempre haciendo remilgos, que no sirvan para +nada, que se pongan á morir en cuanto mueven un pie de aquí á la +escalera de la cocina... y luego mucho de sí señor, de gran virtud y +gran aquel, y luego sabe Dios lo que hay por dentro, que detrás de la +cruz anda el diablo, y las que parecen unas santas... más vale callar. Y +luego, al primer hijo, se emplastan, se acoquinan, y luego, revientan, +¡revientan de puro maulas!... + +Escuchaba Gabriel trémulo y bajado los ojos. Se sentía palidecer de ira; +notaba y reprimía el temblor de sus labios, la llama que se le asomaba á +las pupilas, y el impulso de sus nervios que le crispaban los puños. Un +fuerte dolor en el epigastrio, el síntoma indudable de la cólera +rugiente, le decía que si aguardaba dos minutos más, no seguiría oyendo +injuriar la memoria de su hermana sin cometer un disparate gordo. Tendió +la mano derecha, y sin mirar al marqués, alcanzó un vaso lleno de agua y +lo apuró de un trago. Con la frescura del líquido, la voluntad vino en +su ayuda: se incorporó, y dando la vuelta á la mesa, se llegó á don +Pedro con la sonrisa en los labios, y le puso las manos en los hombros, +no sin visible sorpresa del hidalgo. + +--Si no fueses todavía más bárbaro que malo (y empleaba el tono +humorístico que había usado ya para pedirle á Manuela), lograrías +sacarme de mis casillas, y que me volviese tan incapaz y tan desatinado +como tú... La suerte que te conozco, y te tomo á beneficio de +inventario, has oído? Puedes echar por esa boca sapos y culebras: por un +oído me entran y por otro me salen. No tienes ni pizca de trastienda, y +no eres tú el que has de excitarme á mí y hacerme saltar... Eso +quisieras. Cargarme yo? Si me das lástima, fantasmón; si esta mañana no +pudiste levantar el palitroque aquel para tundir el trigo... No cierres +los puños, que no te hago maldito el caso; además, que no puedo reñir +contigo: somos yerno y suegro, como quien dice padre é hijo... y ya que +tú no cuidas, como debieras, de mi futura esposa, yo voy á buscarla, +entiendes tú? y á fe de Gabriel Pardo de la Lage, te juro que no volverá +á suceder que ande por los montes sin que se sepa su paradero! + + + + +XXV + + +Si vale decir verdad, cuando salió del caserón solariego como alma que +lleva el diablo, por no oir la retahíla de palabrotas y berridos con que +don Pedro contestó á su arenga, no sabía el comandante ni hacia dónde +dirigirse ni á qué santo encomendarse para cumplir el programa de +encontrar á su sobrina. La hora era además tan cruel y el calor tan +intolerable, que sólo estando á mal con la vida podía nadie echarse á +andar por los senderos calcinados. Estarían cayendo las dos de la tarde, +el momento en que los habitantes así racionales como irracionales de +los Pazos se aprestaban á gozar las delicias de la siesta, tendiéndose +cuál panza arriba, cuál de costado para roncar; despatarrados los +gañanes sobre los haces de paja, y estirados en completa inmovilidad los +perros, sacudiendo solamente una oreja cuando se les posaba encima +importuna mosca. + +Por vivo que fuese el celo de Gabriel, comprendió la locura de salir á +descubierta en momentos semejantes, é instintivamente buscó una sombra +donde guarecerse y consultar consigo mismo. Dió consigo en la linde del +soto, al pie de un castaño, sinó de los más altos, de los más acopados y +frondosos, sobre cuyas flores caídas, que mullían dobladamente el tapiz +de manzanilla y grama, encontró buen recostadero. + + * * * * * + +--No hay remedio...--comenzó á devanar Gabriel.--Yo corto por lo sano... +El animal de mi cuñado, tengo que reconocerlo, no ve _esto_ que veo +yo... Es que si lo viese y viéndolo lo consintiese... nada, cuatro +tiros. + + * * * * * + +--Y yo ¿qué veo, en resumen? ¿Tiene fundamento, tiene cuerpo, tiene base +esta idea? ¡No, y renó! Aquí no hay más que una cuestión de +conveniencias desatendidas... impremeditaciones é ignorancias de una +montañesilla inexperta... bárbara indiferencia, atroz descuido de un +hombre zafio y adocenado... fatalidades de educación, de medio +ambiente... + + * * * * * + +--No puede negarse que mi venida aquí ha sido providencial. El abandono +en que está la niña, hija de mi pobre Nucha, clama al cielo... Debí +enterarme antes, mucho antes. He dejado pasar años sin tomarme la +molestia... Bien, yo no podía tampoco suponer... ¡Qué calor! Comprendo á +los japoneses... + + * * * * * + +Suspiró y cortó una rama de castaño para abanicarse con ella. Lo que le +sofocaba era, más que la temperatura, la reacción del reciente acceso de +cólera. El café que acababa de paladear le había dejado en la lengua un +amargor agradable, y le producía ese ligero eretismo cerebral tan +propicio á la creación artística y á la fácil emisión de la palabra. La +naturaleza desfallecía, y el rumoroso silencio del bosque, el ronco +quejido de la presa, la fragancia de las flores del castaño, ayudaban á +exaltar la fantasía de Gabriel, muy inclinada, como sabemos, á echarse +por esos trigos. + + * * * * * + +--¿Por qué causa tal impresión la naturaleza? Yo lo había leído en +libros, pero me costaba mis trabajos creerlo... Esto de que, porque uno +vea cuatro montañas y media docena de nubes, se ponga á meditar sobre +orígenes, causas, el sér, la esencia, la fatalidad, y otras cien mil +cosazas que carecen de solución! ¡Empeñarnos en que la naturaleza tiene +voces, y voces que dicen algo misterioso y grande! ¡Ay... á esto sí que +se le puede llamar chifladura! ¡Voces... Voces! ¡Unas voces que están +hablando hace miles y miles de años, y á cada cual le dicen su cosa +diferente! Deduzco que ellas no dicen maldita la cosa... y que nosotros +las interpretamos á nuestra manera... Lo que pasa con las campanas: +enseguida cantan lo que á uno se le antoja... Las voces están dentro... +A mi cuñado le suena la naturaleza así:--¡Buen día de maja!--Y al +creyente le murmura que hay Dios... + + * * * * * + +--¿Que no existe el mundo exterior; que lo creamos nosotros? ¡Puf! +Idealismo trascendental... Váyase á paseo este afán de escudriñar el +fondo de todas las cosas... + + * * * * * + +Un saltón verde, muy zanquilargo, vino á posarse en la mano del +pensador. Gabriel le cogió por las zancas traseras y le sujetó algún +tiempo, divirtiéndose en ver la fuerza que hacía para soltarse. Al fin +aflojó, y el bicho se puso en cobro pegando un brinco fenomenal. + + * * * * * + +--Y á Manuela ¿qué le dirá la señora naturaleza, la única mamá que ha +conocido? + + * * * * * + +En la memoria de Gabriel, como en placa fonográfica, empezaron á revivir +fragmentos de la lectura de la noche anterior, sólo que encontrándoles +un sentido y dándoles un alcance nuevo de respuesta á la última +pregunta. + + * * * * * + +--«La sazón es fresca y el campo está hermoso: todas las cosas favorecen +á tu venida y ayudan á nuestro amor, y parece que la naturaleza nos +adereza y adorna el aposento... Voz de mi amado se oye: veislo viene +atravesando por los montes y saltando por los collados... La izquierda +suya debajo de mi cabeza, y su derecha me abrazará... Hablado ha mi +amado y díjome: levántate, amiga mía, galana mía, y vente... Ya ves, +pasó la lluvia y el invierno fuése. Los capullos de las flores se +demuestran en nuestra tierra, el tiempo de la poda es venido, oída es la +voz de la tórtola en nuestro campo: la higuera brota sus higos, y las +pequeñas uvas dan olor: por ende levántate, amiga mía, hermosa mía y +ven.» + + * * * * * + +--Según los garrapatos que he visto en la edición, Manuela y su... ¡lo +que sea! aprendieron á leer por ese libro... Tiene algo de simbólico... +La más negra no es el texto, sino los comentarios... Cuidado con aquello +que dice de que el jugar á esconderse burlando es regalo y juego +graciosísimo del amor... Sí, que no sabrían ellos solos retozar entre +los árboles... Pues y el enseñarles á que se fijen y reparen en los +arrullos de las palomas y en los amoríos de los avechuchos? + + * * * * * + +--Lo más tremendo es la manía de llamarla _hermana_... «Robaste mi +corazón, hermana mía esposa, robaste mi corazón con uno de los tus ojos +en un sartal de tu cuello... Panal que destila tus labios, esposa, miel +y leche está en tu lengua; y el olor de tus vestidos, como el olor del +incienso. Huerto cerrado, hermana mía esposa...» + + * * * * * + +--Este lenguaje oriental... + + * * * * * + +--«¿Quién te me dará como hermano que mamase los pechos de mi madre? +Hallaríate fuera, besaríate, y ya nadie me despreciaría.» + + * * * * * + +--Con permiso de Fray Luís de León: lo que es sus comentarios á este +pasaje, son una confusión lastimosa entre el amor y la fraternidad. No +me negará nadie que es bonita escuela para las señoritas lo que dice á +propósito de los amores desiguales... Cosa más disolvente que estos +místicos y contempladores... ¡y el pasaje está más claro que el agua..! + + * * * * * + +--«Porque se ha de entender que entre dos personas (aunque las demás +calidades ó que se adquieren por ejercicio ó que vienen por caso de +fortuna ó que se nace con ellas) puede haber y hay grandes y notables +diferencias; pero unidas en caso de amor y voluntad, porque esta es +señora y libre así como en todo es libre y señora; así todos en ella +son iguales, sin conocer ventaja del uno al otro, por diferentes estados +y condiciones que sean.» + + * * * * * + +--¡Caracoles con Fray Luís! + + * * * * * + +--Quieto, Gabriel, que estás discurriendo como un quídam, sin asomo de +cultura, como si toda tu vida no te hubieses esforzado en ser +racional... racional. Si tu sobrina ha leído eso, sería de niña, cuando +deletreaba; y á fuerza de ser clásico y castizo y repulido, ni lo +entendió entonces, ni lo entendería ahora. Esta lectura te hace efecto y +te da en qué pensar á ti, por lo mismo que estás muy civilizado y muy +saturado de libros y muy harto de meterte en honduras... Lo que es á +ellos... No has de ser majadero por empeñarte en ser sagaz. + + * * * * * + +--Se me figura que la naturaleza se encara conmigo y me dice: Necio, pon +á una pareja linda, salida apenas de la adolescencia, sola, sin +protección, sin enseñanza, vagando libremente, como Adán y Eva en los +días paradisíacos, por el seno de un valle amenísimo, en la estación +apasionada del año, entre flores que huelen bien, y alfombras de mullida +hierba capaces de tentar á un santo. ¿Qué barrera, qué valla los divide? +Una enteramente ilusoria, ideal, valla que mis leyes, únicas á que ellos +se sujetan, no reconocen, pues yo jamás he vedado á dos pájaros nacidos +en el mismo nido que aniden juntos á su vez en la primavera próxima... Y +yo, única madre y doctora de esa pareja, soy su cómplice también, porque +la palabra que les susurro y el himno que les canto, son la verdadera +palabra y el himno verdadero, y en esa palabra sola me cifro, y por esa +palabra me conservo, y esa palabra es la clave de la creación, y yo la +repito sin cesar, pues todo es en mí canto epitalámico, y para +entenderlo, simple! ¿qué falta hacen libros ni filosofías? + + * * * * * + +--Pero es cosa que eriza los pelos... La hija de mi hermana, la +esperanza de mi corazón, caída en ese abismo... ¡Qué monstruosidad +horrible! y no hay duda... Soy un idiota en no haberlo comprendido desde +luego... Presentimiento sí que lo tenía... Algo me dió el corazón ya en +casa de Máximo Juncal... Ay, Nucha, pobre mamita, y qué bien hiciste en +morirte... Todo el día solos, campando por su respeto á una ó dos leguas +de la casa... ¿Qué hacen á estas horas? ¿En qué clase de juego +entretienen la siesta? De seguro... + + * * * * * + +--Maldito yo por no venir antes. Aunque sabe Dios desde cuándo... ¿Y qué +hago ahora aquí, cavilando y lamentándome? Tocan á moverse... á +buscarla, voto á sanes! y á deshacer este enredo horrible, y á sacarla +de la abyección, y á cortar de raíz... + + * * * * * + +--¿Hacia dónde tomarían? + + + + +XXVI + + +Siguió el primer sendero que encontró, porque tan probable era que +hubiesen pasado por aquel como por otro. Caminaba sin fijarse en el +paisaje, ni formar idea de si se alejaba mucho de los Pazos; y sus ojos, +devorando el horizonte, trataban de descubrir un campanario, el de Naya. +¿No había dicho el señor de Ulloa que á Naya solían ir? + +Cruzó prados humedecidos por el riego, y heredades acabadas de segar la +víspera; se metió por entre viñedos; saltó vallados; atravesó huertos +con frutales y costeó eras donde resonaba el cadencioso golpe del +_mallo_; en suma, gastó con la actividad y el movimiento su impaciencia +torturadora, que le encendía la sangre y le ponía los nervios como +cuerdas de guitarra... El ejercicio le hizo provecho; andando y andando, +empezó á sentirse con la cabeza más despejada y el corazón más +tranquilo. + +Contribuía á ello el acercarse ya el instante de calma suprema, la hora +religiosa, el anochecer. De la sombra que iba envolviendo el suelo +emergían las copas de los árboles, coronadas aún por una pirámide de +claridad; al oeste, los arreboles se extendían en franjas inflamadas +como el cráter de un volcán: el contraste del incendio, pues hasta forma +de llamas tenían las nubes, hacía verdear el azul celeste, y unas +cuantas nubecillas, dispersas hacia el poniente, parecían gigantescas +rosas y bolas de oro desparramadas por el cielo. Una puesta de sol +inverosímil, de esas que dejan quedar mal á los pintores cuando se les +mete en la cabeza copiarlas. Sobre el grupo de árboles más abandonados +ya de la luz diurna, se desplegaba, á manera de leve cortinilla plomiza, +el humo que despedía la chimenea de una cabaña; y de las hondonadas, +donde se conservaba archivado el enervante calor de todo el día, se +alzaban compactas huestes de mosquitos. + +De pronto levantó Gabriel la cabeza... Un tañido lento y lejano, una +gota, por decirlo así, de música apacible, resignada, admirablemente +poética en semejante lugar, sobre todo por lo bien que se armonizaba con +los _saudosos_ ay... lé... lé... que segadoras y majadores entonaban +desde los campos y las eras, se dejó oir repetidas veces, á intervalos +iguales... El comandante se paró, y una especie de escalofrío recorrió +su cuerpo. Se le arrasaron en lágrimas los ojos, lágrimas de esas que no +corren, que vuelven al punto á sumirse. ¡Cuántas veces había oído hablar +de la poesía del _Angelus_! Y sin conocerla, se la imaginaba desflorada +por tanta rima de coplero chirle, por tanto artículo sentimental... Fué +esto mismo lo que aumentó la fuerza de la impresión, é hizo más inefable +el misterioso tañido. + +--El que discurrió este toque de campana á estas horas, era un artista +de primer orden... ¡Cáspita! ¿Hacia dónde ha sonado? ¿Estaré, sin +saberlo, cerca de Naya? No puede ser... He comprendido que Naya se +encuentra á la subida del monte... y hace un cuarto de hora lo menos que +bajo al valle. ¡Hola! ¡Si el campanario se ve asomar por allí! ¡Qué +bajito! Es el de Ulloa, no me cabe duda. + +Ya todo era cuesta abajo, y Gabriel la descendió con bastante ligereza, +sólo que el caminillo daba mil vueltas y revueltas, y el comandante no +se atrevía á atajar, temeroso de perderse. Caía la noche con sosegada +majestad; las luces de Bengala del poniente se extinguían, y detrás del +lucero salía una cohorte innumerable de estrellas. No distinguió Gabriel +la iglesia hasta estar tocándola casi, y no fué milagro, porque la +parroquial de Ulloa cada día se iba sepultando más en la tragona +tierra, que se la comía y envolvía por todos lados, dejando apenas +sobresalir, como mástil de buque náufrago, la espadaña y el remate del +crucero del atrio. La puerta del vallado que rodeaba á éste, bien +fácilmente se podía saltar, sin más que levantar algo las piernas; pero +Gabriel Pardo no había entrado en el atrio por el gusto de entrar, sino +por acercarse á _algo_ que él sabía estar allí, y que le pesaba con +remordimiento profundo no haber visitado antes, desde el momento mismo +de su arribo á los Pazos... + +Cosa de broma saltar la cerca del atrio; mas no así penetrar en el +cementerio de Ulloa. Parecía como si se hubiese defendido su acceso con +esmero especial, nada común en las aldeas, donde los camposantos suelen +andar mal preservados de la contingencia, remotísima en verdad, de una +profanación. El muro que lo rodeaba era alto, bien recebado, y en el +caballete se incrustaban recios cascotes de botella; la verja de la +cancilla, sobre la cual se gallardeaba la copa de un corpulento olivo, +se componía de maderos fuertes, recién pintados, terminados en unos +pinchos de hierro. Asegurábanla sólida cerradura y grueso cerrojo. + +Gabriel comprendió que además de la cancilla debía existir una puerta +que comunicase directamente con el atrio, y no se engañó; sólo que era +de dos hojas, y no menos sólida y maciza en su género que la cancilla. +No se podía intentar abrirla; por fuerza, sería un acto irrespetuoso; en +cuanto á llamar al sacristán, ni pensarlo; de fijo que después de sonar +las oraciones, se habría retirado á su casa, dejando solos á los muertos +y á la pobrecilla iglesia. + +Intentó al menos el comandante distinguir, al través de la verja, la +traza del cementerio, acostumbrando la vista á las tinieblas de la +estrellada noche. Después de mirar fijamente y largo rato, adquirieron +algún relieve las formas confusas. El cementerio parecía muy bien +cuidado: las cruces, no derrengadas como suelen andar en sitios tales, +sino derechas y puestas con simetría y decoro; la vegetación y los +arbustos ostentando el no sé qué de los jardines, la gentil lozanía de +la planta regada y dirigida por mano cariñosa. Sobre el fondo sombrío +del follaje se destacaban irregulares manchones claros, que debían ser +flores. Flores eran, y ya los ojos de Gabriel, familiarizados con la +oscuridad, podían hasta darles su nombre propio: las manchas redondas, +hortensias; las largas, varas de azucenas blanquísimas. Lograba también, +sin esfuerzo, contar los senderitos abiertos entre las cruces, y los +montecillos que éstas coronaban. + +A su izquierda distinguió claramente una especie de nicho abultado, con +pretensiones de mausoleo, y sobre cuya blancura se perfilaban, á modo de +columnas de mármol negro, los troncos de dos cipreses muy tiernos aún, +recién plantados sin duda. La mirada se le quedó fija en el mezquino +monumento... Era _allí_... Se agarró con ambas manos á la verja, +quedándose abismado en la contemplación que producen los objetos en los +cuales, como en cifra, vemos representado nuestro destino. ¡Allí, allí +estaba el cariño santo de su vida, la que al cabo de tantos años, desde +el fondo de la tumba, le había atraído á aquel ignorado valle! + +En el espíritu de Gabriel batallaban siempre dos tendencias opuestas: la +de su imaginación propensa á caldearse y deducir de cada objeto ó de +cada suceso todo el elemento poético que pueda encerrar, y la de su +entendimiento á analizar y calar á fondo todo ese mundo fantástico, +destruyéndolo con implacable lucidez. Ante la cancilla de aquel +cementerio de aldea, triunfaba momentáneamente la imaginación; de buen +grado ofrecía treguas el entendimiento, y todo lo que en lugares +semejantes evocan, sueñan y forjan los creyentes y los medrosos, los +nerviosos y los alucinados, tuvo el comandante Pardo la dicha suprema de +evocarlo, soñarlo y forjarlo por espacio de unos cuantos minutos. +Apariciones, aspectos fantasmagóricos, formas que puede tomar el sér +querido que ya no pertenece á este mundo para presentarse á los que +todavía permanecen en él, y esa sensación indefinible de la presencia de +un muerto, ese soplo sutil de lo invisible é impalpable, que cuaja la +sangre é interrumpe los latidos del corazón. Cuando se produce este +género de exaltación, nadie la saborea con más extraño placer que los +espíritus fuertes, los incrédulos: es el gozo de la mujer estéril que se +siente madre; ¡es un deleite parecido al que causa la lectura de una +novela de visiones y espectros á las altas horas de la noche, en la +solitaria alcoba, con la persuasión de que no hay palabra de verdad en +todo ello, y á la vez con involuntario recelo de mirar hacia los +rincones á donde no llega la luz de la lámpara, por si allí está +acechando la _cosa sin nombre_, el elemento sobrenatural que teme y +anhela nuestro espíritu, ansioso de romper la pesada envoltura material +y el insufrible encadenamiento lógico de las realidades! + +Las flores de hortensia eran manos pálidas que hacían señas á Gabriel; +las azucenas, flotantes pedazos de sudario; los cipreses, figuras +humanas vestidas de negro, que inmóviles defendían el acceso del lugar +donde reposaba Nucha... Y allá del fondo del mausoleo... ¡qué ilusión +esta tan viva, tan fuerte, tan invencible! sale un murmullo humilde y +quejoso, como de rezo, un suspiro lento y arrancado de las entrañas... +¿Es posible que el oído sea juguete de semejantes alucinaciones? No hay +duda, otro suspiro tristísimo... tan claro, que un estremecimiento +recorre las vértebras del comandante. + +Estas treguas del entendimiento duran poco, y en el cerebro de Gabriel, +que no poseía la frescura plástica de la ignorancia y de la juventud, la +razón recobró al punto sus fueros. En un segundo, el apacible cementerio +perdió su prestigio todo: lo vió lindo y alegre, como debía de ser á la +luz solar. De su hermana, lo que estaba allí era el polvo... residuos +orgánicos... ¡Materia! Y trató de figurarse cómo estaría aquella materia +inerte, qué aspecto tendrían, entre las podridas tablas del ataúd y la +húmeda frialdad del nicho, los huesecillos de aquellos brazos tan +amantes, en que se había reclinado de niño. Se le oprimió el corazón: +por instinto alzó la frente y miró al cielo. + +--Si hay inmortalidad, ahí estará la pobre; en alguna de esas estrellas +tan hermosas. + +El firmamento parecía vestido de gala, como para rechazar toda idea de +muerte y podredumbre, y confirmar las de inmortalidad y gloria. +Compensando la falta de la luna que no asomaría hasta mucho más tarde, +los astros resplandecían con tal magnificencia, que inducían á creer si +toda la pedrería celestial acababa de salir del taller del joyero +divino. Más que azul, semejaba negra la bóveda; las constelaciones la +rasgaban con rúbricas de luz; algunos luceros titilaban vivos y +próximos, otros se perdían en la insondable profundidad; la vía láctea +derramaba un mar de cristalina leche, y Sirio, el gran brillante +solitario, centelleaba más espléndido que nunca. + +También el suelo estaba de fiesta. La incomparable serenidad de la noche +le envolvía en un hálito de amor: las sombras eran densas y vagas á la +vez: los horizontes lejanos se disfumaban en azuladas nieblas: á pesar +de la mucha calma, no había silencio, sino murmurios imperceptibles, +estremecimientos cariñosos, ráfagas de placer y vida; la savia antes de +parar su curso y retroceder al corazón de los árboles, aprovechaba aquel +minuto de plenitud del verano para saturar por completo el organismo +vegetal, y lo que eran acres aromas en el monte, en el valle atmósfera +verdaderamente embalsamada. La iluminación de la noche nupcial, los +farolillos venecianos de las bodas, los suministraban las luciérnagas, +insectos en quienes arde visiblemente el fuego amoroso... + +No podía Gabriel confundir el verdoso y fosforescente reflejo de los +gusanos con la pequeña llama azul que se alzó de las profundidades del +cementerio, y que revoloteando suavemente le pasó á dos dedos del +rostro. Bien conoció el fuego fatuo, arrancado por el calor á aquel +sitio bajo y húmedo y relleno de cadáveres humanos... Con todo, sintió +que otra vez se le exaltaba la fantasía, y pegó el rostro á la verja +escudriñando con avidez el interior del camposanto, por si tras el fuego +surgía alguna forma blanca, ni más ni menos que en _Roberto el +Diablo_... Y en efecto... ¡Chifladura, ilusión de óptica! Calle... Pues +no, que bien claro lo está viendo... Algo se alza detrás del nicho, +junto á los cipreses... Algo que se inclina, vuelve á alzarse, se +mueve... ¡Una forma humana...! ¡Un hombre! + +Sólo tiene tiempo el artillero para adosarse al muro, al amparo de la +sombra que proyecta el olivo. Rechina el cerrojo, gira la llave, se abre +la verja, y sale la persona que momentos antes rezaba al pie del +mausoleo de Nucha. El rezador nocturno cierra cuidadosamente la verja, +hace por última vez la señal de la cruz volviéndose hacia el +cementerio, y pasa rozando con Gabriel y sin verle, con la cabeza baja, +cabeza blanquecina y cuerpo encorvado y humilde. + +--¡El cura de Ulloa! + +Se quedó Gabriel algún rato como si fuese hecho de piedra, sin darse +cuenta del porqué semejante persona, en tal sitio y entregada á tal +ocupación, le parecía la clave de algún misterio, uno de esos cabos +sueltos de la madeja del pasado, que guían para descubrir historias +viejas que nos importan ó que despiertan novelesco interés. + +--¡Ahí están los suspiros y los rezos que yo oía!--pensó, encogiéndose +de hombros. Si no acierta a salir ahora este buen señor, yo tendría una +cosa rara que contar... y creería honradamente en una pamplina... +inexplicable... ¡Ea, me he lucido con mi excursión! De Manuela, ni +rastro... Verdad es que he visitado á la pobre _mamita_... ¡Adiós, +adiós! (Volviéndose hacia la verja.) Y en realidad la caminata me ha +calmado. Se me figura que esta tarde pensé mil delirios y ofendí +mortalmente con la imaginación á mi sobrina. ¿Cómo ha de estar +profanada, depravada, una niña que tiene aquel aire franco y sencillo y +honesto á la vez, el aire y los ojos de su madre? Sé sincero, Gabriel, +contigo mismo. (Deteniéndose y mirando á las estrellas.) Lo que te +sucedió, que te encelaste, porque estás interesado por la muchacha... +Pues amigo, eso no vale. ¿Á qué viniste aquí? ¿A salvarla, verdad? +Entonces, piensa en ella sobre todo. A un lado egoísmos; si no te +quiere, que no te quiera; mírala como la debió haber mirado su padre. A +pedirle mañana una entrevista; á hablarle como nadie le ha hablado nunca +á la criatura infeliz. Lo que tú has estado pensando allí al pie del +castaño, es una monstruosidad; pero con todo, bueno es prevenir hasta el +que á otros se les ocurra la misma sospecha atroz. A ti, al hermano de +su madre, corresponde de derecho el intervenir. Y caiga quien caiga, y +así sea preciso prender fuego á los Pazos y llevarte á la muchacha en +el arzón de la silla... Digo, no; esto de raptos es niñería romántica... +Pero es decir, que tengas ánimo y que no se te ponga por delante ni el +Sursumcorda, ¡qué diablos! Y cuidadito cómo le hablas á la montañesa... +No hay que abrirle los ojos, ni lastimarla, que después de todo... +reparo deberías tener en tocarla siquiera con el aliento... y morirte +deberías de vergüenza por las cosas que se te han ocurrido. ¡Pobre +chiquilla! (Pausa.) ¡Qué noche tan hermosa! ¿Iré camino de los Pazos... +ó lo estaré desandando? Por allí suena la presa del molino... De noche +se oye muy bien... Parece el sollozo de una persona inconsolable... Sí, +hacia esa parte están los Pazos; en llegando al molino, ya los veo. + +El sollozo del agua le guió á una _corredoira_, no tan honda ni tan +cubierta de vegetación como la de los Castros, pero perfumada y +misteriosa cual ninguna deja de serlo en el verano, y alumbrada á la +sazón por la luz suave y espectral de las luciolas, que á centenares se +escondían en las zarzas ó se perseguían arrastrándose por la hierba. +Tan lindo aspecto daban á las plantas las linternas de aquellos +bichejos, que el artillero, al salir del túnel, se detuvo y miró hacia +atrás, para gozar del fantástico espectáculo. Una línea fría le cruzó el +rostro: era un tenuísimo hilo de la Virgen, y Gabriel alzó la vista +hacia el matorral, queriendo adivinar de dónde salía la sutil hebra. +Cuando bajó los ojos, se le figuró que al otro extremo del túnel se +movía un bulto confuso y grande. El pálido resplandor de los gusanos, +semejante al destello de una sarta de aguamarinas y perlas, no le +consintió al pronto discernir si eran bueyes ó personas, y cuántas, lo +que se iba aproximando en silencio. Gabriel, sin reflexionar, se emboscó +tras las plantas, con el corazón en prensa; si alguien le hubiese +preguntado entonces ¿porqué te escondes y porqué te azoras así? no le +sería posible dar contestación satisfactoria. El bulto se acercó... Era +doble: se componía de dos cuerpos tan pegados el uno al otro como la +goma al árbol; no hablaban; ¿para qué? Él la sostenía por la cintura, y +ella se recostaba en su hombro y le pasaba el brazo izquierdo alrededor +del cuello. Marchaban con el paso elástico y perezoso á la vez, propio +de la juventud y de la dicha avara, que regatea los minutos. + +Hacía ya algunos que había desaparecido la enamorada pareja, y todavía +estaba el artillero quieto, con los puños y los labios apretados, los +ojos abiertos de par en par, el cuerpo tembloroso, los pies clavados en +tierra como si se los remachasen, fulminado en suma por la última visión +de aquella noche de verano. Al fin su pecho se dilató, como para +respirar; estiró los brazos; descargó una patada en el suelo; y mandando +enhoramala sus filosofías, su pulcritud de lenguaje y de educación, su +cultura y su firmeza, arrojó, como arroja el caño de sangre la arteria +cortada, una interjección obscena y vulgarísima, y añadió sordamente: + +--¡Qué vergüenza... qué barbaridad! + + + + +XXVII + + +No vayan ustedes á figurarse que desde el entronizamiento del Gallo y +sus útiles reformas encaminadas á acrecentar el decoro y representación +de los Pazos, ó al menos de la mayordomía, se hubiese suprimido el +tertulión de la cocina por las noches. Suprimir, no; depurar, es otra +cosa. La autoridad del buen ex-gaitero se empleaba en alejar mañosa ó +explícitamente de allí á la gentuza, como las nietas de la Sabia y otras +_lambonas_ que sólo andaban tras la intriga y á la socaliña del pedazo +de pan hoy, y mañana del de cerdo, si á mano viene. Para semejantes +brujas, chismosas y zurcidoras de voluntades, desde el primer día +significó el Gallo con toda su autoridad de sultán y marido, la orden de +expulsión; ¡si conocería él el paño! Y Sabel, aunque muy dada á +comadrear, hubo de conformarse--como se conformaría á andar á cuatro +patas, si tales fuesen los deseos del insigne rey del corral. + +Escogido ya el número de tertulianos, se redujo á los notables de Ulloa +y Naya, al pedáneo, á los labriegos cabezas de familia y colonos de los +Pazos, al criado del cura, al sacristán, al peón caminero, y demás +personas de suposición que por allí podían encontrarse; de suerte que +varió muchísimo el carácter de aquel sarao, y no se parecía en lo más +mínimo á lo que fué en otros días, bajo la dominación de Primitivo _el +Terrible_. Antaño, predominando el sexo femenino, se pagaba tributo muy +crecido á la superstición: se refería el paso de la _Compaña_ con su +procesión de luces; se contaban las tribulaciones de la mocita á quien +le había dado _sombra de gato negro_ ó atacádola el _ramo cativo_; se +ofrecían recetas y medicinas para todos los males; se gastaba una noche +en comentar el robo de una gallina ó el feliz alumbramiento de una vaca; +un viejo chusco refería cuentos, y las mozas, en ratos de buen humor, se +tiroteaban á coplas, improvisándolas nuevas cuando se les acababan las +antiguas. Toda esta diversión populachera era incompatible con los +adelantos de la civilización que pretendía introducir allí el Gallo. +Bajo su influjo, la tertulia, compuesta de sesudos y doctos varones, se +convirtió en una especie de ateneo ó academia, donde se ventilaban +diariamente cuestiones arduas más ó menos enlazadas con las ciencias +políticas y morales. El Gallo se encargaba de la lectura de periódicos, +que realizaba con aquel garabato y chiste que sabemos; y excusado me +parece advertir lo bien informado que quedaba el público, y las +exactísimas nociones que adquiría sobre cuanto Dios crió. Así es que el +debate era de lo más luminoso, y mal año para los gobernantes y +repúblicos que no viniesen allí á ver resueltos por encanto los +problemas que tanto les dan en qué entender. Había en la asamblea +especialistas, profundo cada cual en la materia á que consagraba sus +desvelos: Goros, el criado del cura de Ulloa, se dedicaba á la +controversia teológica y á la exégesis religiosa, soltando cada herejía +que temblaba el misterio; el señor pedáneo tenía á su cargo la política +interior, cortaba sayos y daba atinadísimos consejos á Castelar y á +Sagasta, hablaba de ellos como si fuesen sus compinches, y vaticinaba +cuanto infaliblemente iba á producirse en el seno del gabinete: un +labriego machucho, el tío Pepe de Naya, antes encargado del ramo de +chascarrillos, corría ahora con el de hacienda, y exponía las más +atrevidas teorías de los socialistas y comunistas revolucionarios, sin +necesidad de haber leído á Proudhon ni cosa que lo valga; y el atador de +Boán, cuando llamado por deberes profesionales ó alumbrado más de la +cuenta se veía obligado á pasar la noche en Ulloa, dedicábase á la +propaganda filosófica, y ponía cátedra de panteísmo, explicando cómo los +hombres y las lechugas son una sola esencia en diferentes posiciones... +ó para decirlo en sus propias palabras, lo mismito, carraspo, perdonando +vusté. + +Uno de los mayores placeres de aquel senado campesino era confundir y +aturdir con su ciencia á los ignorantuelos, á los criados de escalera +abajo, ó sea de establo y labranza, haciéndoles preguntas capciosas y +divirtiéndose en acrecentar su estupidez, cosa bastante difícil. A veces +llamaban al pastor, aquel rapazuco escrofuloso que padeció persecución +bajo Primitivo y era ahora un tagarote medio idiota; y excitando su +vanidad (que todos la tienen) le hacían soltar peregrinos despropósitos. +Generalmente lo examinaban de teología. + +--Quitaday, marrano, que tan siquiera sabes quién es Dios. + +--Sé, sé--contestaba muy ufano el mozo rascándose la oreja. + +--Pues gomítalo. + +--Es un ángel rebelde, que por su... + +Coro de risotadas, de exclamaciones y de aplausos. + +--A ver--exclamaba Goros;--para qué es el Sacramento del Orden? + +--Si me pergunta de cosas de allá de Madrí, yo mal le puedo dar +sastifación. + +--Soó... mulo! El Sacramento del Orden (abre el ojo) es para... criar +hijos para el cielo! + +--Bien, ya estamos en eso--contestaba muy serio el gañán, entre la +algazara y regocijo del ateneo de Ulloa. + +Con intermedios de este jaez se amenizaban las discusiones formales. Es +de saber que en tiempo de verano, y más si el calor arreciaba, y con +doble motivo si era en días de maja y siega, el ateneo trasladaba el +local de sus sesiones de la cocina, á la parte del huerto lindante con +la era: colocábanse allí bancos, _tallos_, cestas volcadas panza +arriba, y sin derrochar más candela que la que los astros ó la luna +ofrecían gratuitamente, gozando el fresco y oyendo en la era el canticio +y el bailoteo de segadoras y majadores, departían sabrosamente, echaban +yescas para el cigarro, y la conversación giraba sobre temas de +actualidad, agrícolas y rurales. + +En mitad de una acalorada discusión sobre la calidad del trigo cayó allí +Gabriel Pardo, que regresaba de su tremendo viaje á través del valle de +Ulloa. Por fortuna, la luz estelar, con ser tan viva y refulgente, no +bastaba á descubrir al pronto lo descompuesto de su semblante; pero bien +se podía notar lo ronco de la voz en que exclamó, encarándose con el +primer ateneísta que le salió al paso: + +--Dónde está Perucho? + +El Gallo se levantó obsequiosamente, y con sonrisa afable y la frase más +selecta que pudo encontrar, respondió lo que sigue: + +--Señor don Grabiel, no le saberé decir con eusautitú... Quizásmente que +aún no tendrá voltado, _en atención_ á que no se ha visto por aquí su +comparecencia... + +--¡Falso! Es usted un embustero--gritó brutalmente el comandante, ciego +de dolor y necesitado, con necesidad física, de desahogar en +alguien y de hacer daño... de pegar fuego á los Pazos, si +pudiese.--¡Ea!--añadió--á decirme dónde está su hijo de usted ó lo que +sea... ¡Aquí no vale encubrir! + +¡Quién viera al rey del corral erguirse sobre sus espolones, enderezar +la cresta, estirar el cuello, y exhalar este sonoro quiquiriquí: + +--Adispensando las barbas honradas de usté, señorito don Grabiel, esas +son palabras muy mayores y mi caballerosidá y mi dicencia, es un decir, +no me premiten... + +--Eh... ¿quién le cuenta á usted nada? ¿Qué se me importa por +usted?--vociferó Gabriel nuevamente.--A quien necesito es á Perucho... +Llámenle ustedes, pero en seguida. + +--Ha de estar en la era--indicó tímidamente el pastor. + +Gabriel no quiso oir más, y desapareció como un rehilete en dirección +de la era. Encontróla brillante, concurridísima. Una tanda de mozas y +mozos bailaba el _contrapás_, al són de la pandereta y la flauta; la +tañedora de pandero cantaba esta copla: + + _A lua vay encuberta..._ + _a min pouco se me dá:_ + _a lua que a min m’alumbra_ + _dentro do meu peito está._ + +Oíala como en sueños el comandante, detenido á la entrada y presa +entonces de un paroxismo de ira que le hacía temblar como la vara verde: +Calma... sosiego... voy á echarlo todo á perder... decía consigo mismo; +y al par que veía claramente su razón la necesidad de tener aplomo y +presencia de ánimo, aquella parte de nosotros mismos que debiera +llamarse la _insurgente_, le tenía entre sus uñas de fierecilla +desencadenada, y le soplaba al oído:--Qué gusto coger un palo... entrar +en la era... deslomar á estacazos á todo el mundo... arrimar un fósforo +á las medas... armar el revólver, y en un santiamén... pun, pun... á +éste quiero, á éste no quiero... + +A su izquierda divisó un grupo, compuesto de Sabel y de varias comadres +del vecindario: y delante, en pie, algo ensimismado, á Perucho en +persona. Gabriel se le acercó, hasta ponerle la mano en el hombro; y al +_tenemos que hablar_ del comandante, estremecióse el montañés, pero +respondió con súbita firmeza: + +--Cuando usted guste. + +--Ahora mismo. + +--Bueno, ya voy. + +Echó delante el mozo, y siguióle Pardo, sin añadir palabra. Alejándose +de la gente, atravesaron el huerto, entraron en el corredor, llegaron á +la cocina, donde la fregatriz revolvía en la sartén, con cuchara de +palo, algo que olía á fritanga apetitosa; y el montañés, sin detenerse, +tomó una candileja de petróleo encendida, y guió á las habitaciones de +la familia del Gallo, entre las cuales se contaba cierta salita, orgullo +y prez del mayordomo, porque en seis leguas á la redonda, sin exceptuar +las casas majas de Cebre, no la había mejor puesta, ni más conforme á +las exigencias del gusto moderno, sin que le faltase siquiera--¡lujo +inaudito, refinamiento increíble!--un _entredós_ en vez de consola; un +entredós de imitación de palo santo, con magníficos adornos de un metal +que sin pizca de vergüenza remedaba el bronce. Frente á este mueble, en +que el Gallo tenía puesto su corazón, un soberbio diván de _repis_ +amarillo canario convidaba al reposo, y Perucho, dejando la candileja +sobre el entredós, hizo seña al comandante de que podía sentarse si +gustaba, al mismo tiempo que se le plantaba enfrente, con la cabeza +erguida, resuelto el ademán, algo pálidas, contra lo acostumbrado, las +mejillas, y pronunciando en tono que á Gabriel le sonó provocativo: + +--Usted dirá, señor de Pardo... ¿Qué se le ofrece? + +El comandante midió de alto á bajo al bastardo, frunciendo la boca, con +el gesto de desprecio más claro y más enérgico que pudo; acercóse luego +á la puerta, y dió vuelta á la llave, que halló puesta por dentro; y +volviéndose hacia el montañés, le escupió al rostro estas frases: + +--¡Se me ofrece decirte que eres un pillastre y un ladrón, y que voy á +darte tu merecido, canalla! ¡A ti y á la perra que te parió! ¡Mamarracho +indecente! + +Lo raro era que Gabriel oía sus propias palabras como si las dijese otra +persona; y allá en el fondo de su sér, las comentaba una voz, +susurrando:--Es demasiado, ese hombre habla como un loco.--Y no podía, +no podía sujetar la lengua, ni refrenar la indignación frenética.--Por +lo que hace á Perucho, oyendo aquellas cláusulas que abofeteaban, saltó +lo mismo que si le hincasen en la carne un alfiler candente; desvió y +echó atrás los codos, cerró los puños, y sacó el pecho, como para +arrojarse sobre Gabriel. El furor ennegrecía sus pupilas azules, y daba +á sus facciones correctas y bien delineadas la ceñuda severidad de un +rostro de Apolo flechero. + +--No... no me tutee usted--balbuceó reprimiéndose todavía--no me tutee +ni me insulte... porque tan cierto como que Dios está en el cielo y nos +oye... + +--¿Qué harás, bergante? + +--Lo va usted á saber ahora mismo--gritó el montañés, cuyos ojos eran +dos llamas oscuras en una máscara trágica de alabastro. Un segundo duró +para Gabriel la visión de aquel rostro admirable, porque +instantáneamente sintió que dos barras de hierro flexibles y calientes +se le adaptaban al cuerpo, prensándole las costillas hasta quitarle la +respiración. Intentó defenderse lo mejor posible, tenía los brazos en +alto y libres y podía herir á su contrario en el rostro, arañarle, +tirarle del pelo; pero aun en tan crítica situación, comprendió lo +femenil y bajo de resistir así, y ¡extraña cosa! al verse cogido en la +formidable tenaza, preso, subyugado, vencido por el mismo á quien venía +á confundir y humillar, su ciega y furiosa ira y el hervor animal é +instintivo de su sangre se calmaron como por obra de un conjuro, y hasta +le pareció que experimentaba simpatía por el brioso mozo. Todo fué como +un relámpago, porque el achuchón crecía, y el ahogo también, y el +montañés tenía á su rival á dos dedos del suelo, aprestándose á ponerle +en el pecho la rodilla. Intentó Gabriel un esfuerzo para rehacerse y +librarse, pero Perucho apretó más, y mal lo hubiera pasado su enemigo, á +no ser por una casual circunstancia. La butaca contra la cual estaba +acorralado el comandante era nada menos que una mecedora, mueble que +hacía la felicidad del Gallo, por lo mismo que nadie de su familia ni de +seis leguas en contorno acertaba á sentarse en ella sino después de +reiterados ensayos, continuas lecciones y fracasos serios. Al peso de +los dos combatientes, la mecedora cedió con movimiento de báscula, y el +grupo vino á tierra, haciendo la dichosa mecedora el oficio de Beltrán +Claquin en la noche de Montiel, pues Perucho, que estaba encima, se +halló debajo, y Gabriel, sin más auxilio que el de su propio peso y +corpulencia, con la rapidez de movimientos que dicta el instinto de +conservación, le sujetó y contuvo, teniéndole cogidas las muñecas é +hincándole la rodilla en el estómago. + +--¡Máteme, ya que puede!--tartamudeaba el montañés.--Máteme ó suélteme, +para que yo... le... ahog... + +El aliento se le acababa, porque el cuerpo de su adversario, gravitando +sobre su pecho, le impedía respirar: Terminó la frase con un ¡z! ¡z! ¡z! +cada vez más fatigoso... Vió en el espacio unas lucecitas amarillentas y +moradas... luego sintió un bienestar inexplicable, y oyó una voz que +decía: + +--Pues anda, levántate y ahógame... ¿No puedes? La mano. + +Se levantó sostenido por Gabriel, tambaleándose; dió dos ó tres pasos +sin objeto; se pasó la diestra por los ojos, y miró al artillero +fijamente; y como viese en su rostro una tranquilidad muy distinta de la +furia de antes, la tuvo por señal de mofa, cerró otra vez los puños, y +bajando la cabeza como el novillo cuando embiste, se precipitó. Gabriel +adelantó las manos para parar el golpe, con calma desdeñosa; entonces, +el montañés se contuvo, dejó caer los brazos, dió media vuelta, y +encogiéndose de hombros, exclamó: + +--Yo no pego á quien no me resiste... ¿Somos aquí chiquillos? ¿Estamos +jugando, ó qué? + +Callaba Gabriel y reflexionaba, sintiéndose ya, con íntima satisfacción, +dueño de sí y capaz de regir sus acciones. Seamos francos, pensaba; me +he comportado como un bruto; he hablado como un demente. A bien que en +mí son momentáneas las excitaciones; que si me durase como me da, yo me +dejaría atrás á todos los salvajes. Un poco de juicio, señor de Pardo... +Pero ahora se me figura que ya lo tengo de sobra. + +--Oiga usted...--dijo á Perucho, tosiendo, para afianzar la voz.--Le he +maltratado á usted hace un instante; hice mal, y lo reconozco. Es +decir: no me faltan motivos de hablarle á usted con toda la dureza +posible; pero con razones, no con injurias... Debí empezar por ahí. + +--Los motivos que usted tiene, ya los sé yo... Demasiado que los sé. + +--Se equivoca usted... Hágame el obsequio de sentarse; ya ve que no le +tuteo, ni le ofendo en lo más mínimo. Pero tenemos que hablar largamente +y ajustar cuentas, de las cuales no he de perdonarle á usted un céntimo +si sale alcanzado... Vuelvo á rogarle que se siente. + +Perucho se dejó caer en el sofá con hosco ademán, arreglándose +maquinalmente el cuello y la corbata, que ya no tenía muy en orden antes +y que con la refriega se habían insubordinado por completo. Ocupó +Gabriel la mecedora de enfrente, y empezó á mecerse con movimiento +automático. Arreglaba un discurso; pero lo que salió fué un trabucazo. + +--¿Usted sabe de quién es hijo? (al preguntarlo se encaró con Perucho). + + +--¿Y á qué viene eso?--contestó el mozo. + +--¿No está usted cansado de conocer á mis padres? Déjeme usted en paz. + +--¿Y siendo sus padres de usted... un mayordomo y una criada... cómo se +ha atrevido usted... á poner los ojos en mi sobrina? ¿Cómo se ha +atrevido usted... (ensordeciendo la voz, que vibraba de enojo aún) á +levantarse hasta dónde usted no puede ni debe subir? ¡Sólo un hombre vil +(acercándose al montañés) se aprovecha del descuido y de la confianza +ajena para... apoderarse de... una señorita... y... abusar de ella, +cuando come el pan de su casa! + +Perucho contenía los bramidos que se le venían á la laringe, y oía +royéndose la uña del pulgar con tal ensañamiento, que ya brotaba sangre. +Al fin pudo formar voz humana en la garganta. + +--Quien... quien abusa es usted, señor de Pardo... Sí, señor, abusa +usted de mi posición, de verme un infeliz, un hijo de pobres, un +desdichado que no se puede reponer contra usted como corresponde... Pero +me repondré, caramba si me repondré... que tampoco no es uno ningún +sapo, para dejarse patear sin volverse á quien lo patea... Y nos veremos +las caras donde usted guste, que aunque me ve sin pelo en ella, soy +hombre para cualquier hombre, y á mí no me espantan palabras ni obras... +Y si á obras vamos... si se trata de romperse el alma por Manuela, +porque usted la quiere para sí y ha venido á hacerle los cocos... +¡mejor, mejor! Nos la rompemos, y en paz... También le puedo contar +algunas cositas que le lleguen adentro, para que tenga más modo otra +vez... Que yo como el pan de esta casa; que Manuela es mi señorita, y +que tumba y que dale... De eso de comer el pan, podíamos hablar mucho; +porque, según le oí á mi madre, más dinero le debía á mi abuelo la casa +de los Pazos que mi abuelo á ella... De ser Manola mi señorita... cierto +que ella es hija de un señor... pero maldito si se conoció nunca que lo +fuese... Desde chiquillos andamos juntos, sin diferencias de clases ni +de señoríos; y nadie nos recordó nuestra condición desigual, hasta que +cayó aquí, llovido del cielo, el señor don Gabriel Pardo de la Lage... +Manola, ahí donde usted la ve, no tuvo en toda su vida nadie que la +quisiese más que yo, yo (y se golpeaba el fornido pecho), nadie que se +acordase de ella, no señor, ni su padre, usted lo oye? ni su padre... +Yo, desde que levantaba del suelo tanto como una berza, la enseñé á +andar, cargué con ella en brazos, para que no se mojase los pies cuando +llovía, le dí las sopas, le guardé el sueño, y le discurrí los juguetes +y las diversiones... Yo le enseñé lo poco que sabe de leer y escribir, +que sino, ahora estaría firmando con una cruz... Yo la defendí una vez +de un perro de rabia... ¿Sabe usted lo que es un perro de rabia? ¡No, +que en los pueblos eso no se ve nunca! Pues al perro, con aquellos ojos +encarnizados y aquel hocico baboso, lo maté yo, pero no de lejos, sino +desde cerquita, así, echándome á él, machacándole la cabeza con una +piedra grande, mientras la chiquilla lloraba muerta de miedo... ¡Si no +estoy yo allí, á tales horas Manola es ánima del purgatorio! En el brazo +y en la pierna me mordió el perro, y gracias que la ropa era fuerte, y +allí se quedó la baba... Otra vez la cogí á la orillita de un barranco, +que si me descuido, al Avieiro se me larga... Yo me quemé la mano en el +horno por sacarle una bolla caliente, que se le había antojado... ¿ve +usted...? aquí anda todavía la señal... Y yo por ella me echaría de +cabeza al río, y me dejaría arrancar las tiras del pellejo... Ni ella +tiene sino á mí, ni yo sino á ella. ¿Que es usted su tío? ¿Y qué?, ¿Se +ha acordado usted de ella hasta la presente? ¡Buena gana! Andaba usted +por esos mundos, muy bien divertido y recreado. Yo con ella, con ella +siempre... hasta morir! Me quiere, la quiero, y ni usted ni veinte como +usted... ni el mismo Dios del cielo que bajase con toda la corte +celestial! me la quitan. Así me valga Cristo, y antes yo ciegue que +verla casada con usted! + +El montañés hablaba con presteza, accionando mucho, como escupiendo +palabras y pensamientos que desde muy atrás le rebosaban del corazón. Su +gallarda persona y su acción fogosa y expresiva parecían no caber en la +ridícula sala, bien como el gran actor no encuentra espacio en un +escenario estrecho; y á cada molinete de su fuerte brazo se hallaban en +inminente peligro los cromos, las cajas de cartón, las orquestas de +perritos y gatitos de loza, las figuras de yeso teñidas con purpurina +imitando bronce, todas las simplezas importadas por el Gallo de sus +excursiones orensanas, pues tan adelantado estaba el buen sultán en la +ciencia suntuaria de nuestra época, que hasta cultivaba el _bibelot_. +Gabriel oía, mostrando un rostro apenado, perplejo y meditabundo; á +veces cruzaban por él vislumbres de compasión; otras, aquella pasión tan +juvenil y fresca, tan vigorosamente expresada, le removía como remueve +la escena de un drama magnífico; y su boca se crispaba de terror, lo +mismo que si el conflicto, tan grave ya, creciese en proporciones y +rayase en horrenda é invencible catástrofe... Viendo callado al +artillero, Perucho se persuadió de que lo convencía, y continuó con más +calor aún: + +--Si Manola es rica, sepan que yo no quiero sus riquezas, y que me futro +y me refutro en ellas... Que el padrino gaste su dinero en lo que se le +antoje; que lo gaste en cohetes, ó lo dé á los pobres de la parroquia. +Dios se lo pague por la carrera que me está dando, pero con carrera ó +sin ella... yo ganaré para mí y para mi mujer. Manola se crió como la +hija de un labriego; no necesita lujos ni sedas; yo menos todavía. Mi +madre no es pobre miserable: heredó del abuelo un pasar, y me dará... Y +si no me da, tal día hizo un año. Con cuatro paredes y unas tejas, allá +en el monte, frente á las Poldras, vivimos como unos reyes, sin +acordarnos del mundo y sus engañifas... Casualmente lo único para que +sirvo yo es para arar y sachar: los estudios me revientan: paisano nací +y paisano he de morir, con la tierra pegada á las manos... Una casita y +una heredad y una pareja de bueyes con que labrarla, no hemos de ser tan +infelices que eso nos falte,... y en teniendo eso, que se ría el mundo +de mí, que yo me reiré del mundo... y estaré como en el cielo, y Manola +también... mientras que con usted rabiaría y se condenaría, porque no le +quiere, no le quiere y no le quiere. + +Acabar su peroración el montañés y sentirse Gabriel Pardo +definitivamente vencido y arrastrado por la corriente de simpatía que +empezaba á ablandarle desde que había jadeado entre los brazos fuertes +del mozo, fueron cosas simultáneas. Obedeciendo á impulso irresistible, +tendió la mano para darle una palmada en el hombro; hízose atrás +Perucho, tomando por nueva hostilidad lo que no era sino halago. + +--¡No ponerse en guardia, amigo, que no hay de qué!--exclamó el +artillero, cuya noble fisonomía respiraba ya concordia y bondad al par +que dolor y pena.--Tan no hay de qué, que se va usted á pasmar... Déme +usted esa mano, y perdóneme todo cuanto le he dicho al entrar aquí... He +procedido con injusticia, con barbarie y con grosería; pero si usted +supiese cómo me estaba doliendo el alma, y cómo me duele aún... No +conserve usted nada contra mí: déme la mano... + +Los ojos azules le miraron con desconfianza, y Perucho retiró el brazo. + +--Mucho estimo eso que usted dice ahora, pero mejor fuera no venirse con +esos desprecios de antes... Nadie tiene cara de corcho, y la vergüenza +es de todo el mundo. + +--Usted lleva razón, pero yo la he perdido media hora de este aciago +día... Motivo me ha sobrado para ello. ¡Oigame usted, por lo que más +quiera! Por... por mi sobrina. Déme usted su palabra de que hará lo que +voy á rogarle. + +--No señor, no; yo no prometo nada tocante á Manola. ¿Y á qué viene +mentir? Mejor es desengañarle. Lo mismo da que lo prometa que que no lo +prometa. Ahora prometería, pongo por caso, no arrimarme á ella en +jamás, y de contado me volvería á pegar á sus faldas. Imposibles no se +han de pedir á nadie. + +--No es eso... ¡Si usted no me oye...! + +--¿No es nada de dejar á Manoliña? + +--No... Es que me prometa usted que de lo que vamos á hablar no dirá +usted palabra á nadie... ¡á nadie de este mundo! + +--Corriente. Si no es más que eso... + +--No más. + +--Pues venga. + +--No--replicó Gabriel bajando la voz...--Aquí no... Acompáñeme usted á +mi cuarto... Tengo excelente oído... y juraría que anda gente en el +corredor. + + + + +XXVIII + + +Como saliesen un poco más aprisa de lo justo, abriendo con ímpetu la +puerta, estuvieron á punto de aplastar entre hoja y pared la nariz del +Gallo, el cual, sin género de duda, atisbaba. Al impensado portazo, +lejos de enfadarse, sonrió con dignidad y afabilidad, murmurando no sé +qué fórmulas de cortesía: su gran civilización le obligaba á mostrarse +atento con las personas que visitaban su domicilio. Pero Gabriel y +Perucho cruzaron por delante de él como sombras chinescas, y no le +hicieron maldito el caso. Lo cual, unido á otros singulares incidentes, +la ira de Gabriel, su afán por encontrar á Perucho, lo extraño de la +entrevista, la encerrona, le puso en alarma y despertó su aguda +suspicacia labriega. Rascóse primero detrás de la oreja, luego al través +de las patillas, y estas operaciones le ayudaron eficazmente á deliberar +y á dar desde luego no muy lejos del hito. + +Al entrar Perucho y Gabriel en la habitación de éste, se encontraron á +oscuras: el montañés rascó un fósforo contra el pantalón, y encendió la +bujía; el artillero acudió á echar la llave, prevención contra +importunos y curiosos. Para mayor seguridad, acercóse á la ventana, +bastante desviada de la puerta. Ninguno de los dos pensó en sentarse. +Recostado en la pared, con la izquierda metida en el seno, al modo de +los oradores cuando reposan, el brazo derecho caído á lo largo del +muslo, una pierna extendida y firme y otra cruzada y apoyada en la punta +del pie, Perucho aguardaba, animoso y resuelto, como el que no ha de +transigir ni renunciar por más que hagan y digan. Con las manos en los +bolsillos de la cazadora, la cabeza caída sobre el pecho, y meneándola +un poco de arriba abajo, los labios plegados, arrugada la frente, +Gabriel Pardo se paseaba indeciso, tres pasitos arriba, tres abajo. Al +fin hizo un movimiento de hombros como diciendo--pecho al agua--y, +súbitamente, se enderezó, encaróse con el montañés y articuló lo que +sigue: + +--Vamos claros... ¿Usted sabe ó no sabe que es hermano de Manuela? + +Si asestó la puñalada contando con los efectos de su rapidez, no le +salió el cálculo fallido. El montañés abrió los brazos, la boca, los +ojos, todas las puertas por donde puede entrar el estupor y el espanto; +enarcó las cejas, ensanchó la nariz... fué, por breves momentos, una +estatua clásica; el escultor que allí se encontrase lamentaría, de fijo, +que estuviese vestido el modelo. Y sin lanzar la exclamación que ya se +asomaba á los labios, poco á poco mudó de aspecto, se hizo atrás, bajó +los ojos, y se vió claramente en su fisonomía el paso del tropel de +ideas que se agolpan de improviso á un cerebro, la asociación de +reminiscencias que, unidas de súbito en luminoso haz, extirpan una +ignorancia inveterada; la revelación, en suma, la tremenda revelación, +la que el enamorado, el esposo, el creyente, el padre convencido de la +virtud de la adorada hija, se resisten, se niegan á recibir, hasta que +les cae encima, contundente, brutal y mortífera, como un mazazo en el +cráneo. + +--¡No!--balbuceó en ronca voz.--No, Jesús, Señor, no, no puede ser... +usted... vamos á ver... ¿ha venido aquí para volverme loco? ¿Eh? ¡Pues +diviértase... en otra cosa! Yo... no quiero loquear... ¡No se divierta +conmigo! Jesús... ¡ay Dios! + +Llevóse ambas manos á los rizos, y los mesó con repentino frenesí, con +uno de esos ademanes primitivos que suele tener la mujer del pueblo á +vista del cuerpo muerto de su hijo. Al mismo tiempo quebrantaba un +gemido doloroso entre los apretados dientes. Rehaciéndose á poco, se +cruzó de brazos y anduvo hacia Gabriel, retándole. + +--Mire usted, á mi no me venga usted con trapisondas... usted ha entrado +aquí traído por el diablo, para engañarme y engañar á todo el mundo... +Eso es mentira, mentira, mentira, aunque lo jure el Espíritu Santo... +Malas lenguas, lenguas de escorpión inventaron esa maldad, porque... +porque nací sirviendo mi madre en esta casa... Pero no puede ser... +¡Madre mía del Corpiño! No puede ser... ¡No puede ser! ¡Por el alma de +quien tiene en el otro mundo, señor de Pardo... no me mate, confiéseme +que mintió... para quitarme á Manola...! + +Gabriel se acercó al bastardo de Ulloa y logró apoyarle la mano en el +hombro; después le miró de hito en hito, poniendo en los ojos y en la +expresión de la cara el alma desnuda. + +--La mitad de mi vida daría yo--dijo con inmensa nobleza--por tener la +seguridad de que en sus venas de usted no corre una gota de la sangre +de Moscoso. Créame... ¿No me cree? Sí, lo estoy viendo; me cree usted... +Pues escuche; si usted fuese hijo del mayordomo de los Pazos... yo, +Gabriel Pardo de la Lage, que soy... ¡qué diablos! ¡un hombre de +bien...! me comprometía á casarlo á usted con mi sobrina. Porque he +visto lo que usted la quiere... y porque... porque sería lo mejor para +todos. ¿Cree usted esto que le aseguro? + +Sin fuerzas para contestar, el montañés hizo con la cabeza una señal de +aquiescencia. Gabriel prosiguió: + +--No solamente mi cuñado le tiene á usted por hijo suyo, sino que le +quiere entrañablemente, todo cuanto él es capaz de querer... más que á +Manuela, ¡cien veces más! y hoy, si se descuida, delante de todos los +majadores le llama á usted... lo que usted es. Su propósito es +reconocerle, y después de reconocido, dejarle de sus bienes lo más que +pueda... Su padrastro de usted lo sabe; su madre... ¡figúrese usted! +y... ¡es inconcebible que no haya llegado á conocimiento de usted jamás! + + +--Me lo tienen dicho, me lo tienen dicho las mujeres en la feria y los +estudiantes en Orense... Pero pensé que era guasa, por reirse de mí, y +porque el... padrino... me daba carrera... Estuve ciego, ciego! Ay Dios +mío, qué desdicha, qué desdicha tan grande! Lo que me sucede... lo que +me sucede! Pobre, infeliz Manola! + +Gimió esto cubriendo y abofeteando á la vez el rostro con las palmas; y +á pasos inciertos, como los que se dan en el primer período de la +embriaguez, se dejó caer de bruces, borracho de dolor, sobre la cama de +Gabriel Pardo, cuya colcha mordió revolcando en ella la cara. Gabriel +acudió y le obligó á levantarse, luchando á brazo partido con aquella +desesperación juvenil que no quería consuelo. + +--Vamos, serénese usted... Qué hace usted, qué remedia con ponerse así? +Serenidad... un poco de reflexión... Venga usted, criatura, venga á +sentarse en el sofá... Calma... calma! Con esos extremos lo echa usted +más á perder... Venga usted... Respire un poco! + +En el sofá, donde le sentó medio por fuerza, Perucho volvió á dejar caer +la cabeza sobre los brazos, y á esconder la cara, con el mismo +movimiento de fiera montés herida, que sólo aspira á agonizar sola y +oculta. Balanceaba el cuello, como los niños obstinados en una perrera +nerviosa, que ya les tiene incapaces de ver, de oir, ni de atender á las +caricias que les hacen. + +--Sosiéguese usted--repetía el artillero.--¿Quiere usted un sorbo de +agua? Ea, ánimo, qué vergüenza! Sea usted hombre. + +Se volvió rugiendo. + +--Soy hombre, aunque parezco chiquillo... Hombre para cualquiera, +repuño! Pero soy el hombre más infeliz, más infeliz que hay bajo la capa +del cielo... y un infame... sí, un infame, el infame de los infames... +Hoy mismo, hoy--y se retorcía las manos--he perdido á... á una santa de +Dios, á Manola, _malpocado_... Debían quemarme como la Inquisición á +las brujas... Que no quemase á la condenada que nos echó, esta mañana la +paulina... y nos hizo mal de ojo, por fuerza! Maldito de mí, maldito... +Pero qué más casti... + +Al desventurado se le rompió la voz en un sollozo, y dejándose ir al +empuje del dolor, se recostó en el pecho de Gabriel Pardo, abriendo +camino al llanto impetuoso, el llanto de las primeras penas graves de la +vida--lágrimas de que tan avaros son después los ojos, y que torciendo +su cauce, van á caer, vueltas gotas de hiel, sobre el corazón. Movido de +infinita piedad, Gabriel instintivamente le alisó los bucles de crespa +seda. Así los dos, remedaban el tierno grupo de la última cena de Jesús; +y en aquel hermoso rostro, cercado de rizos castaño oscuro, un pintor +encontraría acabado modelo para la cabeza del discípulo amado. + +--Que llore, que llore... Le conviene. + +Casi agotado el llanto, agitaba los labios y la barbilla del montañés +temblor nervioso, y un ¡ay! entrecortado y plañidero, del todo +infantil, infundía á Gabriel tentaciones de estrecharle y acariciarle +como á un niño pequeño. Perucho se levantó con ímpetu, y se metió los +puños en los ojos para secar el llanto, dominando el hipo del sollozo +con ancha aspiración de aire. Pardo le cogió, le sujetó, temeroso de +algún acceso de rabia. + +--No se asuste... Déjeme... ¿Por qué me sujeta? Me deje digo. ¡También +es fuerte cosa! ¡Le matan á uno, y luego ni le dejan menearse! + +--¿Es que quiere usted matar... por su parte... á Manuela? ¿Eh? ¿Se +trata de eso? Le leo á usted en la cara... y le sujeto para que no dé la +última mano al asunto! Cuidado me llamo... ¡Manuela no ha de saber ni +esto! ¿Eh, no se hace usted cargo de que tengo razón? + +--Sí, sí señor, razón en todo... Que no lo sepa, no... ¡Así no se la +llevarán los demonios como á mí! + +--No se entregue usted á la desesperación... La desgracia que aflige á +usted... ¡que nos aflige á todos! es enorme... pero todavía hay algo +que, bien mirado, le puede á usted servir de consuelo. + +--¿Algo? ¿Qué algo?--preguntó con ansia el mozo, agarrándose al clavo +ardiendo de la esperanza. + +--Que no hay por parte de usted tal infamia, sino impremeditación, +locura, desatino, ¡infamia no! Usted tiene el alma derecha; aquí lo que +está torcido son los acontecimientos... y la intención de ciertas +gentes... Otros son los criminales; usted sólo ha delinquido porque la +sangre moza... En fin, al caso. (Queriendo estrecharle afectuosamente la +mano; pero el montañés la retira con violencia.) Sí, comprendo que no le +soy á usted demasiado simpático; en cambio usted á mí me ha interesado +por completo... Acepte usted ahora mis consejos; demasiado conoce que me +animan buenas intenciones. ¡Ea, valor! A lo hecho pecho: no hay poder +que deshaga lo que ya ha sucedido: á remediar en lo posible el daño... +A eso estamos y eso es lo único que importa... ¡Escuche, hombre! Usted +se tiene que marchar inmediatamente de esta casa... y no volver en mucho +tiempo, al menos mientras que Manuela no... no cambie de situación, ó... +¡En fin, mucho tiempo! A estudiar á Barcelona ó á Madrid... Yo le +proporcionaré á usted fondos... colocación... Todo cuanto le haga falta. + +Un quejido de agonía alzó el pecho del montañés. + +--Reflexione usted bien, mire la cuestión por todos sus aspectos: hay +que marcharse. + +--¿No volveré ya en mi vida á ver á Manuela?--lloró el mozo, cayendo en +el sofá é hincándose las uñas en la cabeza.--Pues entonces, al Avieiro, +que es bien hondo... Así como así tendré mi merecido. + +--Vamos... ¡que estoy apelando á su razón de usted! No me responda con +delirios... ¿No ha dicho usted allá cuando empezamos á reñir (Gabriel se +sonrió) que Dios está en el cielo y nos oye? ¿Cree usted lo que dijo? +¿Lo cree? + +--¿Soy algún perro para no creer en Dios? + +--Pues... si hay Dios... y si usted cree en él... ¡mire que le está +ofendiendo! + +Perucho asió de una muñeca á Gabriel, y se la oprimió con toda su +fuerza, que no era poca; y acercándole mucho la cara, arrojó: + +--Pues si no hubiese Dios... ¡lo que es á Manola... soltar no la suelto! + +Buena pieza se quedó el comandante Pardo sin saber qué contestar, +dominado, vencido. En la encarnizada batalla llevaba, desde el +principio, la peor parte; y lo extraño es que la derrota moral que +sufría, conocida de él solamente, le ocasionaba íntimo placer, y le +apegaba cada vez más al antes detestado bastardo de Ulloa. + +Viendo callado á Gabriel, Perucho alentó un poco, y en tono de súplica +humilde, murmuró: + +--Me iré, me iré... haré cuanto me manden, y si quieren, me meteré en el +Seminario de Santiago y seré cura... cualquier cosa... pero respóndame, +señor, dígame la verdad... ¿Se va usted á casar con Manola cuando... +después que... falte yo? + +Gabriel alzó la vista y le miró cara á cara. Tardó bastante, bastante en +responder: sus ojos brillaron, adquirió su fisonomía aquella expresión +elevada y generosa que era su única hermosura, y respondió serenamente: + +--Yo no le he de salvar á usted mintiéndole... Hoy más que nunca estoy +dispuesto a casarme con mi sobrina... ¡No rechine usted los dientes, no +se enfurezca, por todos los santos... oiga, oiga! Cuando ella, por su +voluntad, sin imposiciones de ningún género, porque me cobre cariño ó... +porque necesite mi protección en cualquier terreno y por cualquier +causa, se resuelva á casarse conmigo... yo estoy aquí; cuanto soy y +valgo, de ella es... Pero jamás ¡jamás! si ella no quiere... Y ella no +querrá--fíese usted en mí, que tengo experiencia--ni en mucho tiempo, +ni tal vez en su vida... Es aún más montañesa y más porfiada que +usted... Sobre todo, ¡como no le hemos de soltar el tiro de decirle lo +que hay de por medio! Eso sí, usted tiene el deber de procurar... ¡con +resolución! ¡con heroísmo! que ella le olvide, que ella no piense en +usted... sino como se piensa en el compañero querido de la niñez... +¡Nada más! Usted se va, usted le escribe algo al principio... +cariñosamente... pero... con cariño... fraternal... Luego escasean las +cartas... Luego cesan... Luego... tiene usted novia, ¡novia! y ella lo +averigua... Si es verdad que usted quiere á Manuela, usted hará todo +eso... ¡y mucho más! + +El montañés tenía los párpados entornados, la mirada vagabunda por los +rincones del aposento, repasando, probablemente sin verlas, las molduras +barrocas de la cama, las pinturas del biombo, los remates de época del +Imperio que lucía el vetusto sofá. Cuando acabó de hablar Gabriel, sus +pupilas destellaron, hizo con la mano derecha ese movimiento de sube y +baja que dice clarísimamente:--Plazo... espera...--y se dirigió á la +puerta. Pero Gabriel saltó y se interpuso, estorbándole la salida. + +--No se pasa... (en tono más cariñoso y festivo que otra cosa). + +--Haga usted favor... Si por lo visto usted está para bromas, yo no, y +sentiría cometer una barbaridad. + +--En serio (con mucha energía), no le dejo á usted pasar sin que me diga +adónde. De evitarle la barbaridad se trata. + +--Bueno, pues sépalo; tanto me da que lo sepa, y si le parece mal... +(gesto grosero). No me da la gana de creer, por su honrada palabra de +usted, que Manola y yo... En fin, usted quiere á Manola... yo le +estorbo... le viene de perillas que me largue... y como no soy ningún +páparo... ¿eh? no me mete usted el dedo en la boca... Voy á la fuente +limpia... á saber la verdad, ¡la verdad! + +--¿Cómo, cómo? ¿á quién se la va usted á preguntar? ¡Cuidado... á mi +sobrina nada! + +--¡Eh!... ¿Si pensará usted que ha de tener más miramientos que yo con +Manola? Repuño, que ya me cargó á mí esto! La verdad se la voy á sacar +de las mismísimas entrañas á don Pedro Moscoso... y apartarse, y dejarme +de una vez! + +Ciñó los brazos al cuerpo del artillero, y de un empujón lo lanzó á dos +varas de distancia. Luego se precipitó hacia fuera. + + + + +XXIX + + +Muchas veces bajaba el marqués de Ulloa á la científica tertulia de su +cocina, sobre todo en invierno, cuando los vastos salones estaban +convertidos en una nevera, y el _lar_ con su alegre chisporroteo +convidaba á acurrucarse en el banquillo del rincón y dormitar al arrullo +de las discusiones. En verano, y habiendo labores agrícolas emprendidas, +prefería don Pedro el corro al aire libre de los jornaleros y +jornaleras, donde se comentaban verbosamente los mínimos incidentes del +día, el peso y el color de la espiga, el grueso de la paja. Y en todas +estaciones, podía asegurarse que el hidalgo, á las diez y media, estaba +retirado ya en su dormitorio. + +No lo había escogido como necio: era una habitación contigua al archivo, +y aunque no de las mayores de la casa, abrigada del frío y del calor por +lo grueso de las paredes. Parecía un nido de urraca, tal revoltillo de +cachibaches había en ella. Olía allí a perro de caza, y á ese otro +tufillo llamado de _hombre_, siendo cosa segura que no lo despide ningún +hombre aseado, y sí el tabaco frío, la ropa mal cuidada y el sudor +rancio. Escopetas, morrales, polainas raídas, sombreros de distintas +formas y materias, bastones, garrotes, cachiporras, calabazas, frascos +de pólvora, mugrientos collares de cascabeles, espigas enormes de maíz, +conservadas por su tamaño, chaquetones de somonte, pantalones con +perneras de cuero, yacían amontonados por los rincones, cubiertos con +una capa de polvo, sobre la cual era dable, no sólo escribir con el +dedo, sino hasta grabar en hueco con buen realce. Único mueble serio de +la habitación era la cama, de testero salomónico y fondo de red, y la +vasta mesa-escritorio, forrado por delante de un cuero de Córdoba que +lucía los encantadores tonos pasados y mates del oro, la plata, los +rojos y azules que suelen prevalecer en tan hermoso producto de la +industria nacional. En el centro, sobre un medallón de damasco carmesí +rodeado de orlas de oro, estaba pintado el montés blasón de los +Moscosos, las cabezas de lobo, el pino y la puente. Al hidalgo le servía +la mesa para toda clase de menesteres y usos. Allí picaba tabaco y liaba +cigarrillos; allí amontonaba su escasa correspondencia, haciendo oficio +de prensapapeles una pistola de arzón inservible; allí tenía libros de +cuentas que no consultaba jamás, así como mazos de plumas de ganso y +otras de acero comidas de orín, al lado de una resma de papel sucio por +las orillas ya, aunque su virginidad estuviese intacta; allí rodaba la +cajita de píldoras contra el estreñimiento y el cajón de ricos habanos, +el rollo de bramante y la navaja mohosa; y cuando venía el tiempo de las +perdices y don Pedro intentaba reverdecer sus lauros cinegéticos, allí +se cargaban á mano los cartuchos y allí se limpiaban y atersaban á +fuerza de gamuza y aceite las mortíferas armas. + +Mientras Gabriel y Perucho discutían cosas harto graves en la estancia +próxima, el hidalgo, recogido ya á la suya, entreteníase en contar las +rayitas que durante la jornada había hecho en una caña con el +cortaplumas. Cada rayita representaba una gavilla de trigo, y con este +procedimiento sabía á punto fijo la cantidad de gavillas majadas. +Abierta estaba la ventana, á causa del mucho calor, y por ella entraban +las falenas enamoradas de la luz á girar dementes sobre el tubo del +quinqué: alguna vez un murciélago negro y fatídico venía, revoloteando +torpemente, á caer sobre la mesa ó á batir contra un rincón del cuarto. +En el cielo asomaba ya la luna, triste é indiferente. + +La puerta se abrió con fragor y estruendo; el hidalgo soltó su caña y +miró... Casi en el mismo instante se deslizaba en el corredor una +sombra, un hombre que no hacía ruido al andar, por la plausible razón de +que llevaba los pies descalzos. Una de las cosas mejor montadas en las +aldeas--con mayor perfección que en los palacios, ó con mayor descaro +por lo menos--es el espionaje, y difícilmente hará un señor que vive +rodeado de labriegos cosa que ellos no olfateen y atisben, siempre que +el atisbarla convenga á sus miras ó importe á su curiosidad. Este dato +se refiere sobre todo al campesino de Galicia. Bajo el aspecto +soñoliento y las trazas cariñosas y humildes del aldeano gallego, se +esconde una trastienda, una penetración y una diplomacia incomparables, +pudiéndose decir de él que siente crecer la hierba y corta un pelo en el +aire, si no tan aprisa, quizás con mayor destreza que el gitano más +ladino. A la perspicacia une la tenacidad y la paciencia; y si tuviese +también la energía y el arranque, de cierto no habría raza como esta en +el mundo. En suma, lo que el gallego se empeña en saber, lo rastrea +mejor que el zorro rastrea el ave descarriada. Primero se dejaría +nuestro Gallo arrancar la cresta y la cola, que no ir á pegar el oído á +la puerta de los señores aquella noche memorable. Resignándose á la +ignominia de la descalcez, rondó el cuarto del comandante; pero ¡oh +dolor! nada se oía: el salón era extenso, y Gabriel precavido en cerrar +y situarse. Ahora la cosa mudaba de aspecto: el dormitorio del marqués +era chico, y allí sí que no se diría palabra que se le escapase al +Gallo. + +Una sola inquietud: ¿no saldría el comandante á cogerle con las manos en +la masa? Se arrimó á la puerta de Gabriel y le oyó pasear arriba y +abajo, con paso acelerado, indicio de agitación...--No sale! dedujo el +sultán: aguarda ahí por el otro!--Así era en efecto: Gabriel no quería +meter la mano entre la cuña y la madera, y esperaba impaciente, pero +esperaba.--Mis atribuciones no llegan á tanto... decía para sí: allá se +las hayan padre é hijo... Que se desengañe, que se convenza... Ya +veremos después. + +Tranquilo por esa parte el sultán, volvió al observatorio. Algo le +estorbaba una vieja mampara, que reforzando la puerta, apagaba el ruido +de las voces. Con todo, las más altas le llegaban bien distintas, y él +no necesitaba otra cosa para coger el hilo del diálogo. + +Acalorado, muy acalorado... Perucho preguntaba y el señor de Ulloa daba +explicaciones en tono brusco, á manera de persona que confirma una +verdad sabida y conocida hace tiempo... ¡Calle! aquí empieza el asombro +del Gallo... el mocoso del rapaz, en vez de alegrarse, se pone como un +potro bravo... Un genio tan _maino_ como gasta siempre, y ahora ¡qué +_fantesía_! Dios nos libre! Está diciéndole trescientas al señor... Si +éste lo toma por malas, se va á armar la de _saquinte_... Le echa en +cara que no lo reconoció desde pequeñito... ¡Se insolenta! Hoy hay aquí +un terremoto... El señor... no se oye cuasimente... de indinado que +está, parece que le sale la voz de dentro de una olla... ¿Y el rapaz? +Ese berra bien... ¡ay lo que está diciendo...! Que se va y que se va y +que se va de esta casa arrenegada... Que se larga aunque tenga que pedir +limosna por el mundo adelante... Que más que se esté muriendo el señor y +lo llame para cerrarle los ojos, no viene, sino que lo amarren con +cordeles y lo traigan así codo con codo atado... Que se cisca en lo que +le deje por testamento, y que no quiere de él ni la hostia... ¡Ojo... +habla el señor... No se oye miga...! todo lo entrapalla con toser y con +la rabia que tiene... El rapaz!... Que bueno, que si le mandan la +Guardia civil para traerlo acá de pareja en pareja, que vendrá á la +fuerza pero que se ahorcará con la faja ó se tirará al Avieiro... Que de +lo que gane trabajando le ha de enviar el dinero que gastó con él, y que +después no le debe nada, y ya lo puede aborrecer á su gusto... Ahora el +señor alborota... Que no lo tiente, que conforme lo hizo también lo +deshace... que le tira á la cabeza un demonio... Que maldito y condenado +sea... Arre! + +Esta última exclamación la lanzó para sí el Gallo, porque estuvo á punto +de ser aplastado segunda vez por la puerta, que el montañés empujó +furioso para salir, al mismo tiempo que voceaba, volviendo el rostro +hacia el interior del cuarto: + +--Pues con más motivo le maldigo yo, y maldito sea por toda la +eternidad, amén. ¡Que no esté yo solo en el infierno! + +Tan aturdido y ebrio salía, que ni reparó en la presencia de una persona +arrimada á la puerta. Corriendo se volvió á la habitación del +comandante, entró en ella... Bien quisiera continuar sus investigaciones +el sultán, pero ni el rumor más mínimo llegó á sus oídos: si se hablaba +allí, debía ser en voz muy queda, lo mismo que cuando se confiesan las +gentes. + + + + +XXX + + +¡Bueno venía el _Motín_ aquella mañana; bueno, bueno! La caricatura, de +las más chistosas; como que representaba á _don Antonio_ con una lira, +coronado de rosas y rodeado de angelitos; ¡y luego, en la sección de +sueltos picantes, cada hazaña de los _parroquidermos_ y _clericerontes_! +Aquello sí que era ponerles las peras á cuarto. ¡Habráse visto +sinvergüenzas! ¡Pues apenas andarían ellos desbocados si no hubiese un +_Motín_ encargado de velar por la moral pública y delatar +inexorablemente todas las picardigüelas de la gente negra! ¡Si con +_Motín_ y todo...! + +Juncal se regodeaba, partiéndose de risa ó pegando en la mesa puñetazos +de indignación, según lo requería el caso; pero tan divertido y absorto +en la lectura, que no hizo caso del perrillo acostado á sus pies cuando +ladró anunciando que venía alguien. En efecto entró Catuxa, frescachona +y vertiendo satisfacción al preguntar á su marido: + +--¿Que no ciertas quien tay viene? + +El alborozo de su mujer era inequívoco; el médico de Cebre cayó en la +cuenta al punto, y saltó en la silla dando al _Motín_ un papirotazo +solemne y exclamando: + +--¿Don Gabriel Pardo? + +--¡El mismo! + +--Mujer... ¡y no lo haces subir! Anda, despabílate ya... No, voy yo +también... ¡Qué mómara! ¡Menéate! + +--Si todavía no llegó á casa, ¡polvorín! Vilo desde el patio; viene de á +caballo. ¡Y corre como un loco! ¡Parece que viene á apagar un fuego! + +Máximo, sin querer oir más, bajó á paso de carga la escalera, salió al +patio, y como la llave del portón acostumbraba hacerse de pencas para +girar, la emprendió á puñadas con la cerradura; á bien que la médica le +sacó del paso, que sino, de puro querer abrir pronto, no abre ni en un +siglo. Y cuando la cabalgadura cubierta de sudor se detuvo y fué á +apearse el comandante, Juncal no se dió por contento sino recibiéndole +en sus brazos. Hubo exclamaciones, afectuosas palmadicas en los hombros, +carcajadas de gozo de Catuxa; y antes de preguntarse por la salud, ni de +entrar bajo techado, ya se le habían ofrecido al huésped toda clase de +manjares y bebidas, insistiendo en saber _qué tomaría_, hasta no dejarle +respirar. La respuesta de Pardo le llenó á la amable médica las medidas +del deseo: + +--De buena gana tomaré chocolate, Catalina, si no le sirve de +molestia... Ahora recuerdo que he salido de los Pazos en ayunas. + +Solos ya, sentáronse en el banco de piedra, y Gabriel dijo al médico +que le miraba embelesado de gratitud y regocijo: + +--No me agradezca usted la visita; vengo á reclamar sus servicios +profesionales. + +--¿Se le ha puesto peor el brazo? ¡Ya lo decía yo! Con estas idas y +venidas... No, y está usted algo... desmejorado, vamos; el semblante... +y eso que viene sofocado... Mucha prisa trajo, ¡caramba! + +--¡Bastante me acuerdo yo de mi brazo! Si usted no lo menta ahora... +¡Hay en los Pazos gente enferma...? + +--¿En los Pazos? ¡Eso es lo peor! Pero ya sabe que yo, desde las +elecciones... + +--Déjeme usted de elecciones... usted se viene conmigo. + +--Con usted, al fin del mundo; sólo que si luego creen que me meto donde +no me llaman... + +--Pierda usted cuidado. + +--¿Y quién está malo? ¿Es el marqués? + +--Y su hija. + +--¿Los dos? + +Gabriel dijo que sí con la cabeza, y se quedó unos instantes pensativo, +acariciándose la barba. Realmente estaba pálido, ojeroso, abatido; pero +le quedaba el aire de viril resolución que tan simpático le hacía. + +--Oiga usted, Juncal... ¿Puedo contar con usted? ¿Haría usted por mí +algo que le pidiese? ¡No es cosa muy difícil! + +--¡Don Gabriel! Me está usted faltando... ¡Voto al chápiro...! ¡Por +usted...! ¿Quiere... que organice un comité conservador en Cebre? + +--¡En política estaba yo pensando...! Lo primero es... no decirle nada á +Catalina. Que sepa que va usted á los Pazos, bien; que va usted por la +enfermedad de mi cuñado, corriente... Pero de la de mi sobrina, ni esto. +¿Conformes? + +--Hasta la pared de enfrente. + +--Además... que nos marchemos cuanto antes. + +--¿Y el chocolate? + +--Pretexto para quitarnos de encima á la pobre Catalina. No haga usted +caso. Diga que es urgente echar á andar, y que en vez de chocolate, me +contento con... cualquier cosa bebida... ¿Leche, supongamos? + +--Bueno... pero en mientras que arrean la yegua, también está el +chocolate listo. + +--¡Se lo suplico... arréela usted al vuelo! + +No bien acabó de manifestar este deseo, estaba el médico en la cuadra, +dando al rapazuelo que curaba de su hacanea las necesarias órdenes. A +los tres minutos volvía junto á Gabriel. + +--Perdone, ya me doy prisa... pero es que no me ha dicho qué casta de +mal es la que anda por los Pazos, y no sé qué he de llevar de +medicamentos, instrumentos... + +--Manuela sufre, desde ayer por la tarde, fuertes accesos nerviosos... +Pero muy fuertes... Convulsiones, lloreras,... soponcios.... Desvaría un +poco... yo creo que hay delirio. + +--¡Bien! Mal conocido, herencia materna... Bromuro de potasio. Por +suerte lo tengo recién preparadito. ¿Y el... _marqués_? + +--Ese no me parece que tenga cosa de cuidado... Ahogos, la sangre +arrebatada á la cabeza... + +--¡Bah, bah! Coser y cantar... Me llevo la lanceta, y le doy cuerda para +un año... Le han acostumbrado desde muchacho á la sangría, y aunque yo +las proscribo severamente, uniendo mi humilde opinión á la de los más +ilustrados facultativos de Francia y Alemania... en este caso +particular, me declaro empírico. El hábito es... + +--Por Dios.... Despachemos--exclamó Gabriel, que parecía también +necesitar bromuro, según la agitación, no por reprimida menos honda, que +se observaba en su rostro y movimientos. Conviene decir, en abono de la +excelente voluntad de Juncal, que para ninguna de sus correrías médicas +se preparó más brevemente que para aquella. Ni tampoco, desde que el +mundo es mundo, se ha sorbido más aprisa ni de peores ganas una taza de +chocolate que la presentada por Catuxa á Pardo... y cuidado que venía +para abrir el apetito á un difunto, por lo espumosa y aromática. + +--¡Tan siquiera un bizcochito, señor!--suplicaba Catuxa.--Mire que están +fresquitos de ahora, que cantan en los dientes... ¿Y el esponjado? ¡Ay, +que el agua sola mata á un cristiano! Señor... ¿y las tostadas? + +--Cállate la boca ya--gritó Juncal severamente;--cuando hay apuro, hay +apuro... El marqués de Ulloa se encuentra mal... y vamos allá á escape. + +Cosa de un kilómetro se habrían desviado de Cebre, cuando don Gabriel, +ladeándose en la silla, preguntó á Juncal: + +--¿Dice usted que es herencia materna lo de mi sobrina? + +--Sí señor, ¡en mi desautorizada opinión al menos! La pobre doña +Marcelina, _que en gloria esté_--masculló con gran compunción el impío +clerófobo--era nerviosísima y algo débil, y aunque la señorita Manuela +salió más robusta y se crió de otra manera muy distinta, en su edad es +la cosa más fácil... Habrá tenido cualquier rabieta... Pero no pase +susto, que ese no es mal de cuidado. + +Enmudeció el artillero, y por algunos minutos no se oyó más que el trote +de las dos yeguas sobre la carretera polvorosa. Gabriel callaba +reflexionando, con la quijada metida en el pecho; de aquellas +reflexiones salió volverse á Juncal y decirle con tono suplicante y +persuasivo: + +--Amigo Máximo, en esta ocasión espero de usted mucho... Espero que me +pruebe que efectivamente he encontrado aquí lo que tan rara vez se +tropieza uno por el mundo adelante: un amigo verdadero, de corazón. + +--¡Señor de Pardo!--exclamó el médico, á quien semejantes palabras +cogían por su lado flaco--¡Bien puede usted estar satisfecho--aunque la +cosa no lo merece--de que ni á mi padre le tuve más respeto, ni á mis +hermanos los quise más que á usted! Desde que le ví me entró una +simpatía de repente... vamos, una cosa particular, que los diablos +lleven si la sé explicar yo mismo. A mi señora se lo tengo dicho: mira, +chica, si te da la ocurrencia de ponerte un día muy mala y quieres +médico, que no sea el mismo día que me necesite don Gabriel... ¿Y luego, +qué pensaba? Pero si no me pide otra cosa de más importancia que darle +bromuro á la sobrina... para eso, maldito si... + +--Las circunstancias--dijo Gabriel titubeando aún--son tales, que yo +necesito creer á pie juntillas lo que usted me asegura para no perder el +tino y desorientarme completamente. Voy á hablarle, á usted con +franqueza, como hablaría yo también á mi hermano... + +--¿Pongo la yegua al paso? La de usted no lo sentirá--preguntó Juncal, +que oía con toda su alma. + +--Sí... conviene salir cuanto antes del atolladero, y que nos entendamos +los dos. + +--Hable con descanso, que así me arrodillasen para fusilarme, de mi boca +no saldría una palabra. + +--Eso quiero: cautela y secreto absoluto por parte de usted. Mi infeliz +sobrina está desde ayer tarde en un estado de exaltación alarmantísimo. +Yo creo que su razón se oscurece algunas veces. Y entonces grita, llora, +habla, desbarra, dice enormidades que... que nadie debe oir, ¿lo +entiende usted? ¡sino personas que antes se dejen arrancar la lengua que +repetirlas! + +Juncal sacudió la cabeza gravemente, murmurando: + +--¡Entendido! + +--Los accesos--prosiguió el artillero--le dan con bastante intervalo, y +del uno al otro se queda como postrada y sin fuerzas. Ayer ha tenido +dos, uno á las cinco de la tarde y otro á las diez de la noche; dormitó +unas horas, y á las tres de la madrugada, el acceso más fuerte, +acompañado de una copiosa hemorragia por las narices; á las siete, se +repitió la función, sin hemorragia; y así que la dejé algo tranquila, +suponiendo que tendríamos al menos tres ó cuatro horas de plazo, me vine +reventando la yegua... y así que acabe la explicación la volveré á +reventar, para llegar antes de que el acceso se produzca. ¿Qué opina +usted? ¿Le dará antes de mi vuelta? + +--Señor don Gabriel, esperanza en Dios... Es probable que no le dé. +Según lo que usted me va contando, la neurosis de la señorita tiene +carácter epiléptico, y hay un poco de tendencia al desvarío... Bien, ya +puede hablar, que es como si se lo dijese á un agujero abierto en la +pared. Y... ¿Usted no sospecha algo de las causas de este mal tan +repentino? + +Enderezóse Gabriel en la silla, como afianzándose en una resolución +inevitable. + +--Sin que yo se lo dijese, en cuanto llegue usted á los Pazos se +enterará de que allí han ocurrido ayer y anteayer sucesos gravísimos... +Basta para imponerle á usted el primero que encuentre, el mozo de cuadra +que recoja la yegua. Anteayer, de noche, mi cuñado sostuvo un altercado +terrible con... ese muchacho que pasaba por hijo de los mayordomos... + +--Bien, bien... Ya estamos al cabo--indicó Juncal guiñando el +ojo...--Pero ¡qué milagro enfadarse con él! Si lo quería por los +quereres. + +--Mucho le quiere, en efecto; ¿de qué está malo hoy, sino del berrinche? +Pues... á consecuencia de la escena espantosa que se armó entre los dos, +el muchacho, que es testarudo y resuelto, arregló ayer mañana su +maletilla de estudiante, y ni visto ni oído... A pie se largó... y hasta +la fecha no se ha vuelto á saber de él. + +Al ir narrando, fijábase don Gabriel en la expresión del rostro de +Juncal. Aunque éste procuraba no dejar salir á él más pensamientos que +los que no mortificasen ni alarmasen al artillero, no podía ocultar la +luz que iba penetrando en su cerebro y que no tardaría en ser completa. +La prueba es que exclamó como involuntariamente: + +--Ah... ya. + +--Sí--añadió Pardo con resignación:--desde que Manuela supo la marcha de +su... amigo... + +--¿Y quién se la contó? ¿A que se lo encajaron de golpe y porrazo... +con todas las exageraciones? + +--¡Lo mismito que usted lo piensa! La mayordoma... + +--Que es una vaca... + +--Se fué á abrazar con ella, llorando á gritos... + +--A berridos, que es como lloran semejantes bestias... + +--Y le dijo que Perucho no volvía más; que se había marchado decidido á +embarcarse para América, y que iba tan desesperado, que era fácil que le +diese por tomar arsénico... + +--_Séneca_, que le llaman así. + +--En fin, le dijo... ¿Hace falta más explicación? + +--¡Qué lástima de albarda, Dios me lo perdone, para esa pollina vieja! +Bueno, señor de Pardo; no añada más, no se moleste, sosiéguese; ya +estamos enterados de lo que conviene ahora. Tranquilizarle á la niña el +pensamiento... ¡todo lo posible...! + +--Y en especial... + +--¡Basta, basta! En especial, silencio... y que los curiosos se queden á +la puerta... La curiosidad, para la ropa blanca. Fíese en mí. ¿Al trote? + +--Al galope, que es cuesta arriba. + +Arrancaron las dos yeguas alzando una polvareda infernal. + + + + +XXXI + + +El sol había salido, y también el cura de Ulloa á celebrar el santo +sacrificio de la misa. Goros, medio en cuclillas ante la piedra del +hogar, con las manos fuertemente hincadas en las caderas, el cuerpo +inclinado hacia delante, los carrillos inflados y la boca haciendo +embudo, soplaba el fuego, al cual tenía aplicado un fósforo. Y á decir +verdad, no se necesitaba tanto aparato para que ardiesen cuatro ramas +bien secas. + +Ladró el mastín en el patio, pero con ese tono falsamente irritado que +indica que el vigilante conoce muy bien á la persona que llega, y ladra +por llenar una fórmula. En efecto, cansado estaba el _Fiel_ de contar en +el número de sus conocidos al madrugador visitante. Como que, siendo +aquel todavía cachorro, éste se había encargado de la cruenta operación +de cercenarle la punta del rabo y la extremidad de las orejas. + +Venía el atador de Boán con el estómago ayuno de bebida, pues acababa de +dejar la camada de paja fresca con que aquella noche le había obsequiado +el pedáneo; y si esta narración ha de ser del todo verídica y puntual, +conviene advertir que llevaba el propósito de matar el gusanillo en la +cocina del cura. Lo cual prueba que el señor Antón no estaba muy al +tanto de las costumbres severas y espartanas del incomparable Goros, +incapaz de tener, como otros muchos de su clase, el frasquete del +aguardiente de caña oculto en algún rincón. Es más: ni siquiera por +cortesía ofreció un tente-en-pie, un _taco_ de pan y algo de comida de +la víspera, y se contentó con responder secamente:--Felices nos los dé +Dios--al saludo del algebrista. La razón de esta sequedad era una razón +profunda, seria y digna del temple de alma de Goros. Allá en su +conciencia de creyente á macha martillo y de persona bien informada en +lo que respecta al dogma, Goros tenía al señor Antón por un endemoniado +hereje, acusándole de que, merced al trato con las bestias, no +diferenciaba á un cristiano de un animal, ni siquiera de una hortaliza, +y que para él era _lo mismo una ristra de ajos_, con perdón, que el alma +de una persona humana. En las discusiones del ateneo de los Pazos, Goros +tenía siempre pedida la palabra en contra, y así que el algebrista se +descolgaba con una de sus atrocidades, allí estaba el criado del cura +hecho martillo de herejes, confutando las proposiciones panteísticas que +el alcohol y el atavismo ponían en los sumidos labios del componedor de +Boán. + +--¿Vienes á ver los animales?--preguntóle aquella mañana +desapaciblemente.--Están bien lucidos. San Antón por delante. No tienen +falta de médico. + +--Vengo á me sentar... que el cuerpo del hombre no es de madera, y á las +veces cánsase también. + +--Bueno, ahí está el banco. + +--¡Quién como tú!--suspiró el algebrista, quitándose el sombrero de copa +alta y poniéndolo entre las rodillas.--¡Hecho un canónigo, carraspo! Así +te engordan los cachetes, que pareces fuera el alma el marrano del +pedáneo cuando lo van á matar. + +--Sí, sí, vente con endrómenas... Si hablases de otros criados de otros +curas diferentes, de todos los más que hay por el mundo adelante, que +revientan de gordos y de ricos... á cuenta de los malpocados de los +feligreses... Pero este mi señor, que antes de la hora de la muerte ya +ha entrado de patas en la gloria, nunca tiene sino necesidades y +pobrezas, y si el criado fuese como los vagos y lambones que andan de +casa en casa á la chupandina del jarro y del pisquis de caña... ¡ya le +quiero yo un recadito! + +--¡Mal hablado! Aun siquiera una gota te pedí. + +--Buena falta hace que me la pidas. Conozco yo las entenciones de la +gente... + +Echóse á reir el algebrista, pues no era él hombre que se formalizase +por tan poco. De oirse llamar borrachón y pellejo estaba harto, y esas +menudencias no lastimaban su dignidad. Al contrario, dábanle pretexto +para explayarse en sus favoritas y perniciosas filosofías. + +--Bueno, carraspo, bueno; el hombre tampoco es de palo y ha de tener sus +aficiones... quiérese decir, sus perfirencias. Y sino ¿para qué venimos +á este mundo recondenado? A la presente estamos aquí platicando los dos; +pues cata que sale una mosca verde del estiércol y te pica... el +_caruncho_ sea contigo, y acabóse; ya puede el señor cura plantarse +aquellos riquilorios negros con la cinta dorada. Que pasa un can con la +lengua de fuera, un suponer, y te da una dentada... pues como no te +acudan con el hierro ardiendo, ó no te pongan la cabeza de un conejo en +vez de la tuya, que dice que es ahora la última moda de Francia para la +rabia... + +--Vaya á contar mentiras al infierno--exclamó Goros furioso, destrozando +en menudos fragmentos una onza de chocolate, pues el agua hervía ya en +la chocolatera.--No sé cómo Dios no manda un rayo que te parta, cuando +dices esos pecados de confundirnos con las bestias, Jesús mil veces! + +--¡Si ya anda en los papeles! A fe de Antón, carraspo, que no te miento. + +--Los papeles son la perdición de hoy en día. Los que escriben los +papeles, más malvados aún que las amas de los clérigos. + +--Asosiégate, hombre, que tú no has de arreglar el mundo, ni yo tampoco. +Lo que se quiere decir, es que para cuatro días que tenemos de vida, no +debe un hombre privarse de lo que le gusta, en no haciendo daño á sus +desemejantes. + +--Como los cerdos, con perdón, ¿eh?--vociferó Goros en el colmo de la +indignación, mientras buscaba por la espetera el molinillo.--¿Como los +marranos? ¿Comer, dormir, castizar, y luego á podrirse en tierra? Calle, +calle, que hasta parece que se me revuelve el estómago. + +Lo que se revolvía era el chocolate, bajo el vertiginoso girar del +molinillo en la chocolatera. El cura de Ulloa padecía debilidad, y +necesitaba que en el mismo momento de llegar de la iglesia le metiesen +en la boca su chocolate, fuese en el estado que fuese; por lo cual Goros +acostumbraba tenerlo listo con anticipación, y el señor cura tomarlo +detestable. + +--Yo no sé qué diferentes son de los marranos los hombres, +carraspo--blasfemó el algebrista.--Tras de lo mismo andan; el comer, el +beber, las mozas... Al fin, de una masa somos todos... + +--¡No sé cómo Dios aguanta á este empío en el mundo! + +--¿Y yo qué mal le hago á Dios, por si es caso? ¡De quien se ríe Dios es +de los bobos que se están aunando y con flatos y pasando mala vida! +¿Para quién hizo Dios,--vamos á ver, responde, cristiano,--para quién +hizo Dios las cosas buenas, el vino, y más la comida, y más las +muchachas de salero? ¿Las hizo Dios, sí ó no? Pues si las hizo, no será +para que nadie las escupa. Y si alguien las escupe, se ríe Dios de él, +¡carraspo y carraspiche! + +--Si le oye mi señor, le echa con cajas destempladas de la cocina. + +--¿No va en los Pazos el señor abad?--preguntó el algebrista, mudando de +tono, y como quien pregunta algo serio. + +--¿En los Pazos? No, va en misa. + +--Pues dice que lo van á llamar de los Pazos. + +--¡Milagro! ¿Para qué será? + +--Para echarle los desconjuros y los asperjes á la señorita Manola, que +tiene el _ramo cativo_, y para darle la esterminación á don Pedro, que +está en los últimos. + +--¿Quién le dijo todo eso? + +--El estanquero de Naya. Allá estive de noche. + +--Pues es una mentirería descarada. Ayer noche fuí á los Pazos á ver qué +sucedía. También me lo encargó el señor abad. Y ni la señorita Manola +está endemoniada, ni el marqués tan malo. + +--El haber hay en la casa un rebumbio de dos mil júncaras. ¿Hay ó no? + +--Rebumbio lo hay, eso es como el Evangelio; pero eusageran, que no es +tanto. + +--¿Y será mentira también el cuento de lo que pasó con el Perucho, el +hijo de la Sabel? Por Naya anda el cuento más corrido, ¡que no sé! + +--Largó de casa, y no se sabe á derechas el motivo. Ese es el caso. + +La fisonomía del algebrista, truhanesca y socarrona como ella sola, se +contrajo y arrugó con el más malicioso gesto posible. + +--El motivo... Endrómenas, carraspo... Unos dicen de una manera, otros +de la otra, y tú vete á saber la verdá... + +--La verdá sólo Dios--sentenció Goros... + +--Ó el diaño, que inda es más listo. Pues señor, que dicen unos que la +señorita tuvo un disgusto grandísimo con el padre, á que había de echar +de casa al Perucho, y que hasta que lo echó no paró. Otros que ese señor +que está ahí... ¡ese de los cuatro ojos! + +--Ya sé. El hermano de la difunta señora. + +--Que fué quien porfió por echar á Perucho, porque quiere casarse con la +señorita... y así que supo que don Pedro le dejaba cuartos por +testamento, amenazó á Perucho de matarlo y por poco lo mata... hasta que +se tuvo que largar con viento fresco. Que otros... (aquí el guiño se +hizo más malicioso) que si andaban, si no andaban, si el Perucho y la +Manola y el otro y todos... ¡El diablo y más su madre! El cuento es que +juraban que el señor no salía de esta... que estaba gunizando... y que +tenían llamado al médico de Cebre, aquel con quien riñeran por mor de +las eleuciones... + +Goros sacó en esto la chocolatera del fuego, porque ya había dado los +dos hervores de rúbrica; y meneando la cabeza con aire filosófico, +pronunció: + +--Ni por ser rico... ni por ser señor... ni por por poca edá... ni por +sabiduría... Cuando llega la de pagar la gabela de las enfermedades y de +las desgracias y de la muerte negra... + +El algebrista callaba, como el que no tiene ganas de armar disputa otra +vez, y picaba con la uña, de una gruesa tagarnina, cantidad bastante +para liar un papelito. Así que lo hubo liado, se encasquetó la +monumental chistera, y acercándose al fogón, murmuró con tonillo +insinuante: + +--¿Con que no das ni una pinga? + +--No gasto--respondió el criado del cura áspera y lacónicamente. + +--Da entonces lumbre para el cigarro, que no te arruinará, cutre, +sarnoso. + +Goros le alargó un tizón, y el componedor, con un cigarrillo en el canto +de la boca, salió rezongando un + +--¡Conservarse! + +Creyóse el perro en el compromiso de soltar un ladrido de alarma al ver +salir al señor Antón; mas de allí á dos minutos, rompió á ladrar con +verdadero frenesí, con ese bronco ladrido, casi trágico, que es aviso y +reto á la vez. Goros se lanzó fuera y se halló, á la puerta del patio, +con el señor de los _cuatro ojos_. + + + + +XXXII + + +--¿El señor cura? ¿Está en casa? + +--¡Ay señor! Va en la misa... ya hace un bocadito que salió. + +--¿Tardará mucho? + +--¿Quién es capaz de saberlo? La misa se despabila pronto; solamente que +después, si le da la gana de ir á rezar al camposanto... lo mismo puede +tardar media hora que una. Si quiere, voy á buscarlo en un instante. + +--Nada de eso... Déjele usted que rece. No tengo prisa; esperaré. + +--¡Quieto, can! ¡Quieto, arrenegado! Pase, éntre, haga el favor de +subir. + +Pasábase por la cocina para llegar á la sala del cura, sala que hacía +oficio de comedor, y se reducía á cuatro paredes enyesadas, una mesa +vieja con tapete de hule, una Virgen del Carmen de bulto, encerrada en +su urna de cristal y caoba, y puesta sobre una cómoda asaz ventruda y +apolillada, y media docena de sillas de Vitoria. Goros se deshacía +buscando y ofreciendo la menos desvencijada y vieja. + +--Gracias, estoy muy bien--afirmó el artillero después de tomar +asiento;--no deje usted sus quehaceres, amigo; váyase á trabajar. + +La verdad es que deseaba estar solo, como todos los que lidian con +preocupaciones muy serias. Pesado silencio llenaba la salita, y lo +interrumpía sólo el zumbido de un moscardón, que se aporreaba la cabeza +contra los vidrios de la ventana. Gabriel Pardo acercó su silla á la +mesa, y apoyando en ésta los codos, dejó caer sobre las palmas de las +manos la frente, experimentando algún consuelo al oprimirse los párpados +y las sienes doloridas. Ni él mismo sabía por qué, después de dos ó tres +días de febril actividad, de lucha encarnizada con una situación +espantosa, le entraba ahora tan inmenso desaliento, tales ganas de +echarlo todo á rodar, meterse en un coche y volverse á Santiago, á +Madrid... + +Tres noches llevaba sin dormir y tres días sin comer casi, y tal vez por +culpa de la vigilia y abstinencia le parecía en aquel instante que su +cerebro estaba reblandecido, y que sus ideas eran como esos círculos que +hace en el agua la piedra arrojadiza; no tenían consistencia alguna. A +fuerza de encontrarse frente á frente, de lidiar cuerpo á cuerpo con uno +de los problemas más tremendos que pueden acongojar á la razón humana, +ya había perdido la brújula, y el desbarajuste de su criterio le +amedrentaba.--Vamos á ver (y era la centésima vez que repetía aquel +soliloquio mental). Aquí se han tronzado moralmente dos existencias; se +les ha estropeado la vida á dos seres en la flor de la edad. Los dos se +causan horror á sí mismos; los dos se creen reos de un crimen, de un +pecado espantoso... y los dos, bien lo veo, seguirán queriéndose largo +tiempo aún. ¿Son delincuentes en rigor? Por de pronto, que no lo sabían; +pero supongamos que lo supiesen, y así y todo... No, dentro de la ley +natural, eso no es crimen, ni lo ha sido nunca. Si en los tiempos +primitivos, de una sola pareja se formó la raza humana, ¿cómo diantres +se pobló el mundo sino con _eso_? ¡Ea, se acabó; está visto que yo no +tengo lo que llaman por ahí sentido moral! ¡A fuerza de lecturas, de +estudiar y de ejercitar la razón, me he acostumbrado á ver el pro y el +contra de todas las cosas... Me he lucido! Lo que la humanidad encuentra +claro como el agua, lo que un niño puede resolver con las nociones +aprendidas en la escuela, á mí me parece hondísimo é insoluble... Sólo +en el primer momento, guiado por mi instinto, procedo con lógica; así +cuando quería matar á Perucho; entonces era yo un hombre resuelto, no +un divagador miserable; pero ¿cuánto me dura á mí esa fuerza, esa +convicción? Diez minutos; el tiempo que tardo en echarme á filosofar +sobre el asunto y empezar con porqués, con atenuaciones, indulgencias y +tolerancias... ¡El cáncer que me roe á mí es la indulgencia, la +indulgencia! ¿Me casaría yo, aunque fuese lícito, con una de mis +hermanas? No, y estoy disculpando el incesto. Como aquella vez que +encontré mil excusas á la cobardía del famoso Zaldívar, el que se guardó +varios bofetones y no quiso batirse... ¡y luego tuve que echármelas yo +de matón para que no se figurasen que defendía causa propia! Aún me +río... ¡Cómo me puse cuando el otro botarate de Morón me dijo con mucha +soflama que era cómodo tener ciertas teorías á mano...! Aún se deben +acordar en el café de la que allí se armó... ¡Ay, y qué cansado estoy de +estas dislocaciones de la razón, de este afán de comprenderlo y +explicarlo todo! La calamidad de nuestro siglo. Quisiera tener el +cerebro virgen, ¡qué hermosura! ¡Pensar y sentir como yo mismo; con +energía, con espontaneidad, equivocándome ó disparatando, pero por mi +cuenta! Ese montañés me ha inspirado simpatía, cariño, envidia, +admiración. Él se cree el hombre más infeliz de la tierra, y yo me +trocaría por él ahora mismo... ¡Con qué sinceridad y entereza siente, +piensa y quiere! Vamos, que ya daría yo algo por poder decir con aquella +voz, aquel tono y aquella energía:--¿Soy algún perro para no creer en +Dios? + +Gabriel se oprimió más las sienes. El moscardón seguía zumbando y +golpeándose, incansable en su empeño de romper un vidrio con la cabeza +para salir al aire y á la libertad que desde fuera le estaban +convidando. Levantóse Pardo, deseoso de librarse, con la acción, de la +tortura de aquellas cavilaciones estériles y mareantes. Púsose á pasear +de arriba abajo por la sala, escuchando el crujido de sus botas nuevas, +unas botas de becerro blanco encargadas para la expedición al valle de +Ulloa. Se paró ante la urna de la Virgen del Carmen, y la miró +atentamente, reparando en su corona, en la inocente travesura de los +ojos del niño, en la forma del escapulario... ¡De veras que ya iba +tardando el cura! Sentía Gabriel esa necesidad de movimiento que +entretiene la impaciencia. Salió á la cocina, donde Goros mondaba +patatas; y abriendo la petaca, le ofreció cordialmente un cigarro. El +criado del cura se puso de pie, sonrió complacientemente y se rascó el +cogote detrás de la oreja, ademán favorito del gallego cuando delibera +para entre sí. Gabriel adivinó. + +--¿No fuma usted? + +--No señor, no gasto, hase de decir la verdad. Dios se lo pague y la +Virgen Santísima y de hoy en un año me dé otro. + +--¡Pues si no le he dado á usted ninguno! + +--La entención es lo que se estima, señor. No se le va el tiempo; con su +permiso, cumple avisar al señor abad. + +--No, hombre; si ya no es posible que tarde mucho. Tiene el abad una +casita muy mona... ¿Produce mucho el huerto? + +--No señor, apenas nada... ¿Quiere molestarse en ver cuatro coles? + +--Si usted no tiene ocupación precisa... + +--Jesús, señor... Venga por aquí. (Goros tomó la delantera.) Esto es una +poquita cosa que yo la trabajo cuando tengo vagar... (Encogiéndose de +hombros con aire resignado.) Porque el señor abad... ¡mi alma como la +suya! no mete un triste jornalero, y yo á veces me levanto antes de ser +día, y con un farol en la mano voy cuidando... Y todo me lo come el +verme... + +Obligaba la cortesía á Gabriel á fijarse en un repollo comido de orugas, +un tomate que rojeaba, un pavío chiquito, enfermo de un flujo de goma, y +un peral muy cargado ya. Luego entraron en la corraliza donde se ofrecía +á los ojos un cuadro de familia interesante. Era una marrana soberbia en +medio de su ventregada de guarros, los más rosados y lucios que pueden +verse. La madre vino á frotarse cariñosamente contra Goros; pero al ver +á Gabriel gruñó con recelo y echó al trote, seguida de sus críos, hacia +la pocilga. Goros la llamó con cariñosos apelativos, diminutivos y +onomatopeyas, para sosegarla. + +--Quina, quiniña... cuch, cuch, cuch... + +--¡Qué grande es y qué hermosa!--observó Gabriel para lisonjear la +vanidad de Goros. + +--Es muy hermosísima, sí señor; y eso que está chupada de criar. Cuando +se cebe tendrá con perdón unas carnes y unos tocinos... como los del +Arcipreste de Boan. ¿Le conoce, señorito?--exclamó el criado, que ya +estaba rabiando por vaciar el saco de las chanzas irreverentes. + +--Algo--respondió Gabriel sonriendo. + +--¿Y no le parece, dispensando usté, que se la podíamos enviar de +ama?--añadió Goros señalando á la puerca. Como Gabriel no celebró mucho +el chiste, Goros mudó de estilo. + +--¿Ve los que tiene?--dijo enseñando los cochinillos.--Pues á todos los +ha criado... Es el segundo año que cría... Aquel ya es hijo suyo--añadió +mostrando en un rincón de la corraliza un cerdazo corpulento, pero con +un aire hosco y feroz que recordaba al jabalí montés.--Matamos el cerdo +viejo por Todos los Santos... y quedó ese para padre. + +Mientras Gabriel consideraba á aquel Edipo de la raza porcuna, un +gracioso animal vino á enredársele entre los pies: era una paloma +calzuda, moñuda, de cuello tornasolado donde reverberaban los más lindos +colores; giraba arrullando, y su ronquera era honda, triste y voluptuosa +á la vez. Gabriel se inclinó hacia ella, y el ave, sin asustarse mucho, +se limitó á desviarse unos cuantos pasos de sus patitas rosadas. + +--¿Hay palomar?--preguntó Pardo. + +--No señor... (El criado estregó el pulgar contra el índice, como +indicando que no sobraba dinero para meterse en aventuras.) Pero el +señor abad... como Dios lo dió tan blando de corazón... y como las +palomas le gustan..., mantiene á las de todos los palomares de por ahí, +y siempre tenemos la casa llena de estas bribonas.... Siquiera sacamos +un par de pichones para asarlos; aquí no vienen sino á llenar el papo y +marcharse.... ¡Largo, galopinas!--añadió dirigiéndose á varias que desde +el tejado descendían á la corraliza volando corto.--¡Ay señor!--añadió +el criado tristemente:--es mucho gusto servir á un santo... ¡pero +también... los trabajos que se pasan para ir viviendo acaban con uno! +Aquí no se cobran derechos.... aquí los feligreses se ríen del señor, y +no traen ni huevos, ni gallinas, ni fruta, ni nada... aquí la fiesta del +Patrón, como si no la hubiera... Aquí se guarda el tocino y la carne +para los enfermos de la parroquia, y nosotros pasamos con berzas y unto! + +Latió el perro de alegría; abrióse la puerta del patio que comunicaba +con la corraliza, y apareció el cura flaco, sumido de carnes, encorvado, +canoso, de ojos azules muy apagados, vestido con una sotanuela color de +ala de mosca, pero limpia. Gabriel se descubrió, se adelantó, y antes de +saludarle inclinóse y le estampó un gran beso en la mano. + + + + +XXXIII + + +Para hablar á su gusto y sin temor de que ningún oído indiscreto +sorprendiese la conversación, se encerraron en el dormitorio del cura, +que parecía celda. Como no había más que una silla, Gabriel se sentó en +el poyo de la ventana. Y charló, charló, desahogando su corazón y +aliviando su cabeza con el relato circunstanciado de toda la tragedia +ocurrida en la casa señorial. El cura le oía sin levantar los ojos del +suelo, con las manos puestas en las rodillas, cogiéndose á veces la +barba como para reflexionar, y á veces moviendo los labios lo mismo que +si hablase, pero sin pronunciar palabra ninguna. De tiempo en tiempo +carraspeaba para afianzar la voz, costumbre de todos los que han +ejercitado el confesonario, y hacía una pregunta, contrayendo la boca al +decir las cosas graves. Gabriel respondía clara, explícita, llanamente: +jamás recordaba haber tenido tal satisfacción y tan provechoso desahogo +en confiarse y desnudarse el alma. + +--Y dice usted--interrogó el cura--que ese desdichado está ya bien lejos +de aquí? La separación es lo primero que importa. + +--Sí, padre. Yo le proporcioné dinero; yo le consolé lo mejor que supe; +yo le acompañé hasta la diligencia, y le dí carta para una persona de +Madrid que inmediatamente que llegue le colocará de dependiente en una +tienda. Le conviene trabajar, para que se le quiten de la cabeza las +cavilaciones. Y no tenga usted miedo, que no le dejaré de la mano. Me +considero obligado á eso y además me ha dado tanta lástima! Le aseguro +á usted que iba cobrándole cariño. + +--¿Y usted.... no sospecha con qué objeto quiere verme la señorita +Manuela? + +--Quiere confesarse, ó cosa semejante; quiere.... ¿Qué ha de querer la +pobrecilla? Imagínese usted.... Consejo, luz; ¡que la ayuden á salir del +pozo en que cayó hace cuatro días! El mal ha cedido; bien lo decía el +médico de Cebre, que el daño físico era poca cosa y fácilmente se +vencería. Ya no hay convulsiones, ni querer batir con la cabeza contra +la pared, ni aquello de llamar á gritos á Perucho y acusarse en voz alta +de los más horribles delitos.... Figúrese usted que hasta dijo que ella +había matado á su madre. Así es que la tuvimos secuestrada, sin permitir +que en el cuarto entrase nadie.... ¡y ojalá hubiésemos empezado por ahí, +desde que Perucho se marchó! Entonces no le hubieran contado.... ¿No le +parece á usted una fatalidad que supiese el parentesco que la une á +aquel infeliz? Han cargado su conciencia de negras sombras; la han +torturado con remordimientos que pudieron ahorrársele del todo.... la +han colocado á dos dedos de la locura! + +--Me parece que no está usted en lo cierto, señor don Gabriel--respondió +lentamente el cura de Ulloa.--Si la niña ignorase que hay entre ella y +el hijo de Sabel un obstáculo eterno é invencible, le seguiría amando y +no veríamos nunca extinguida la pasión incestuosa. Estas desgracias tan +terribles provienen cabalmente de no haberle abierto los ojos á tiempo: +¡tremenda responsabilidad para los que estaban obligados á velar por +ella! Dios se lo perdone en su infinita misericordia. + +--Me coge de lleno esa responsabilidad, padre. Yo debí venir antes á +conocer á la hija de mi pobre hermana, á saber cómo vivía, cómo la +educaban. Nada de eso hice, y será un remordimiento que me ha de durar +tanto como la vida. Y usted, usted que es un santo.... + +--Señor de Pardo, no me abochorne. Soy el último y el más miserable +pecador. + +--Bien, pues usted.... que es un malvado!--exclamó sonriendo +cariñosamente el artillero,--¿no tuvo ocasión de insinuarle.... no se +confesaba la niña con usted? + +--Algún año por el Precepto.... Confesiones á escape, en que no es +posible echarle la sonda á un alma y ver lo que tiene dentro. Todo lo +han descuidado en esa pobrecita, hasta los deberes religiosos, y si hay +en ella bondad y honradez.... + +--¡Ya lo creo que la hay...!--protestó Gabriel con viveza. + +--Será por virtud natural y por misericordia de Dios... Nada le han +enseñado; la han dejado vivir entregada á sí misma, por montes y breñas +como los salvajes. Ha caído muy hondo; pero ¿cómo no había de caer? Al +borde del abismo la empujaban! + +--¿Cómo es que no la veía usted más á menudo? Usted que tanto quiso á su +madre? + +La fisonomía del cura se animó y alteró un tanto. Gabriel le había +observado desde un principio, y notado que el cura de Ulloa, ahora como +en la primer entrevista, parecía llevar sobre las facciones una máscara, +una especie de barniz de impasibilidad, austeridad y desasimiento, que +le daba gran semejanza con algunas pinturas de santos contemplativos que +andan por las sacristías. La expresión se había recogido al interior, +por decirlo así; los ojos, muy sumidos bajo el convexo párpado, miraban +positivamente para dentro. Eran sus trazas como de hombre que huye de la +vida de relación y se concentra en su pensamiento, procurando envolverse +en una especie de mística indiferencia por las cosas exteriores, que no +es egoísmo porque no impide la continua disposición del ánimo al bien, +sino que parece coraza que protege á un corazón excesivamente blando +contra roces y heridas. La forma cristiana de la impasibilidad estoica. +Pero ante la directa pregunta de Gabriel, quebrantóse la tranquilidad +del cura: un leve matiz rojo le tiñó las mejillas, y brillaron sus +apagados ojos. No debía de ser tan flemático, en el fondo, el bueno del +abad. + +--No señor--pronunció más aprisa y en tono algo agitado.--Le hablaré á +usted con franqueza absoluta, por ser usted quien es y por el caso +extraordinario en que estamos... Hace muchos años que yo no frecuento la +casa de los Pazos, en que tuve la honra de ser capellán, parte por el +carácter de su señor hermano político de usted (todos tenemos nuestros +defectos, nuestras rarezas), parte porque me traían aquellas paredes +recuerdos... bastante tristes. De esto no necesitamos hablar más. +Respecto á la niña, mire usted... Cuando era pequeñita, puede decirse +que recién-nacida, le tenía yo cobrado un cariño... un cariño que no sé: +muy grande podrá ser el amor de los padres para sus hijos, pero lo que +es el que yo tenía al angelito de Dios, es una cosa que no se puede +explicar con palabras. Como luego me fuí de aquí y tardé bastante tiempo +en volver (hasta que me presentaron para este curato), pude meditar y +considerar las cosas de otro modo, con más calma; y entonces evité ver +mucho á la niña, por no poner el corazón en cosas del mundo y en las +criaturas, que de ahí vienen amarguras sin cuento y tribulaciones muy +grandes del espíritu... El que se casa, bien está y justo es que quiera +á sus hijos sobre todas las cosas, después de Dios; pero el sacerdote, y +en especial el párroco, ha de ser padre de todas sus ovejas, pues tal es +su oficio... y no amar mucho en particular á nadie, para poder amar á +todos, y amarlos no en sí, sino en Cristo, que es el modo derecho. Así +he creído que debía hacer, señor de Pardo... En cuanto al motivo, no +pienso haber errado; pero, á poder prever los acontecimientos y el +peligro de la niña, debí proceder de otro modo. Yo, que estaba cerca, +soy muchísimo más delincuente y reo de descuido que usted que estaba +lejísimos y no podía razonablemente suponer que corriese Manuela ningún +riesgo teniendo al lado á su padre. + +--Pues ahora--exclamó Gabriel--se me figura que nada remediamos con +andar volviendo la vista atrás y lamentar lo ocurrido. El lance es +espantoso; á hacerle cara, y á reparar en lo posible (hablo por mí) el +delito de que somos reos. Yo tengo aquí en esta mano la reparación. Lo +que necesita ahora mi sobrina, es rehabilitarse á sus propios ojos; es +volver á estimarse á si misma; es reconciliarse con su propia +conciencia. Es muy joven, muy inexperta, muy sencilla, ya por efecto de +su carácter, ya de sus hábitos; y cree haber cometido uno de esos +crímenes horribles que la hacen acreedora á que caiga sobre su cabeza el +fuego del cielo, que abrasó á los habitantes de las cinco ciudades +aquellas... Cuando no se ha vivido, señor cura, no es posible tener idea +exacta de la magnitud y trascendencia de nuestros actos, ni del grado de +responsabilidad que nos toca en ellos; así es que la pobre chica, no le +quiero á usted decir ni cómo se trata á sí misma, ni las cosas que se +llama, ni las culpas que se echa, ni las atrocidades que ensarta sobre +el tema de que se quiere morir, de que no estará tranquila hasta que le +canten el responso, ¡y otras mil cosas análogas! Desde que ha pasado el +acceso nervioso, permanece calladita y vuelta de cara á la pared, y sólo +se le saca de cuando en cuando un--¡Ay Jesús... ay Jesús... yo me quiero +confesar...!--pero, en resumidas cuentas, el estado de ánimo entonces y +ahora es el mismo, y aquí no hay más que una solución: tranquilizar, +calmar, restaurar ese espíritu. Yo lo he intentado por todos los medios; +pero á mí no me oye ni me atiende, mientras que á usted le llama... Su +sagrado prestigio de usted lo puede todo en esta ocasión. + +--Cuanto de mí dependa... + +--Y de mí; ¿no ha entendido usted aún? Lo diré más claro. Hágale usted +comprender que nada ha perdido, que no está ni infamada ni maldita, una +vez que su tío, persona decente por los cuatro costados, la pide por +mujer, la quiere con todo su corazón, y está dispuesto á ser para ella +cuanto le negó la suerte hasta el día: padre, madre, hermano, +protector, esposo amantísimo... que con todos estos cariños diferentes +la sabré querer yo. + +Reinó en la celdita prolongado silencio. El cura recobraba su expresión +tranquila; reflexionaba. Por último, interrogó: + +--¿Usted se casaría con ella, sin reparar...? + +--Sin reparar en lo sucedido. + +--Y nunca... + +--Y nunca se lo había de traer á la memoria. + +--Según eso, ¿está usted... prendado de su sobrina? + +--No señor. Prendado, no, según suele entenderse esa palabra. La quiero; +y además pago una deuda. + +--No desmiente usted la buena sangre, señor don Gabriel... _Alguien_ le +estará á usted dando las gracias y pidiendo por usted desde el cielo. + +--No--respondió Gabriel levantándose--si aquí quien ha de hacer el +milagro es usted... Mi destino y el de Manuela están en sus manos. + +--En las de Dios--respondió fervorosamente el cura de Ulloa. Dicho esto, +se levantó, volvió la vista hacia una detestable litografía del Corazón +de Jesús, que tenía colgada á la cabecera de la cama, y movió los +labios aprisa; aquello sí era rezar. + + + + +XXXIV + + +A tiempo que el párroco de Ulloa cruzaba, sereno en apariencia, aquellos +salones tan poblados para él de memorias y de diabólicas insidias y +asechanzas contra su reposo, Juncal salía del cuarto de la enferma. A la +pregunta ansiosa de Gabriel, el médico dió respuesta sumamente +satisfactoria: + +--Mejor, mucho mejor... Se ha comido la patita de la gallina, toda +entera... Se bebió un vaso de tostado... + +--¿Por su voluntad? + +--No; tuve que rogarle mucho, pero después se veía que lo despachaba +sin repugnancia. A esa edad, la naturaleza ayuda... Señor abad; +¡felices! + +--Igualmente, don Máximo... ¿De manera que no hay inconveniente en +entrar junto á ella? + +--Al contrario... tiene afán por verle á usted. + +--Pues señores... hasta luego. + +Así que el cura desapareció tras la puerta del cuarto, Juncal enganchó +el brazo derecho en el del comandante, y le llevó hacia el claustro, +diciendo afectuosamente: + +--Véngase, véngase á tomar un poco el aire... usted va á salir de esta +batalla con una enfermedad. Duerme y come tan poco como la enferma, y +eso no puede ser... A ella la sostuvo hasta hoy la excitación nerviosa; +usted está en diferente caso. + +--Bch... ¿Cómo sigue don Pedro? No voy allá porque se pone hecho un lobo +cuando me ve... ¡La manía de que yo he venido á traer la desgracia á +esta casa! + +--Mire, seguir no le sigue peor; mañana ó pasado se levantará, y +parecerá muy fuerte; pero... confieso que me ha dado un chasco. +Físicamente (consiste en la diferencia de edades) le ha hecho la cosa +más eco que á la muchacha... Ha sido un golpe terrible. Y que nada; que +no se acostumbra á que el chico se haya marchado. Hasta los jabalíes del +monte quieren á sus cachorros; esto lo prueba. + +--Bonita está esta casa. Dígole á usted, Máximo, que arde en un candil. +No hablemos de Manuela; pero entre don Pedro que aúlla, y las gentes de +abajo, que me arman cada gazapera y cada red... Porque ahora sus +baterías se dirigen á que don Pedro reconozca... Piensan que va á +liárselas, y... á lo que estamos, tuerta. + +--Bueno es que usted se impuso desde el primer instante..... Sinó, +¿quién pararía aquí? + +--Me impuse; no quiero que molesten á un enfermo; pero lo del +reconocimiento lo considero muy justo. Si ese cernícalo me quisiese +oir, se lo aconsejaría. ¡Cuántos daños se hubieran evitado, con hacerlo +al tiempo debido! + +Juncal inclinó la cabeza en señal de asentimiento, y los dos amigos +siguieron paseando por el claustro, ó mejor dicho por la solana, +sostenida en pilastras de piedra, con el escudo de Moscoso, que formaba +el cuerpo superior del claustro. El liquen, á la luz del sol, estriaba +de oro la piedra; y bajo los aleros del tejado se oía el pitío +alborotador de las golondrinas, que desmintiendo la popular creencia de +que sólo anidan en casas donde reinan paz y ventura, entraban y salían +en sus nidos, con vuelo airoso. + +--Don Gabriel, usted está alterado--exclamó el médico notando la +irregularidad del andar y los movimientos del comandante. Todo el cuerpo +de Gabriel, en efecto, vibraba como una caldera de vapor á tensión muy +alta.--No se lo dije, que acabaría usted por ponerse más malo que su +sobrina? + +--No es eso, no es eso...--exclamó con vehemencia el comandante, +soltando el brazo de su amigo y reclinándose en una de las +pilastras.--Es... que ahora, en este mismo instante, se decide el +destino de mi vida y el de Manuela. El cura de Ulloa lleva un encargo +mío... + +--¡Mi madre querida!--exclamó con cómico terror Juncal, agarrándose con +las manos la cabeza.--¡Ha puesto usted su destino en manos de un +clericeronte! ¡Estamos frescos! Ay, don Gabriel, de aquí va á salir una +_falcatrúa_... Verá, verá, verá. + +--¡Hombre!--repuso Gabriel sin poder evitar la risa.--Yo pensé que hacía +usted una excepción honrosísima en favor del cura de Ulloa. + +--Entendámonos, entendámonos... Hasta cierto punto nada más. ¡El clérigo +siempre es clérigo! Donde él pone la mano, todo lo deja llevado de +Judas. ¿Usted piensa que á mí me hizo gracia el que la chica llamase por +él y quisiera verlo á toda costa? ¡Mal síntoma, síntoma funesto! Yo á +sanarla, y el clérigo... ¡ya lo verá usted! á enfermar la otra vez, y +de más cuidado que la primera. Mucho será que hoy no tengamos la +convulsión y la llorerita... ¡Mecachis en los que vienen ahí á alborotar +á la gente! + +--Vamos, Máximo, tolerancia, tolerancia... ¿De modo que si usted +pudiese, al cura de Ulloa me lo metía en el buque con los demás, y con +los demás me lo enviaba á tierra de salvajes? + +--¡Pues claro, señor! ¿No hace falta un apóstol para convertir á los +infieles? Pues así habría un apóstol entre muchos pillos... Y nos +quedaríamos libres por acá de apóstoles, porque nosotros ya estamos +convertidos hace rato. + +En tomando la ampolleta Juncal sobre esta cuestión, no era facil +atajarle; y como Gabriel se reía á veces de sus extravagantes dichos, el +médico sacaba todo su repertorio. Mientras el comandante apuraba el +cigarro, el médico refería la vida y milagros de todos los abades del +contorno, más ó menos recargada de arabescos y viñetas. + +--El de Boan... á ese ya lo habían despachado por bueno: lo atacaron +veinte facinerosos en su casa, y les probó que servía mejor que ellos +para el oficio: si se descuidan me los escabecha á todos... Mire qué +mansedumbre evangélica. El de Naya no me la da á mí con su carita +complaciente: debe de ser un pillo redomado: más amigo de diversión y +gaudeamus... Si le estuviesen dando la consagración de obispo y oyese +que al lado se iban á disparar unos cohetes y á hinchar un globo, tira +con la mitra y echa mano al tizón... El arcipreste de Loiro... dice que +se come él solo un capón cebado y que le chorrea la grasa de la enjundia +por el queso abajo, hasta el ombligo.... ¡Pues no digo nada del nuevo +que nos han mandado á Cebre! Más bruto no lo hace Dios aunque se +empeñe... y tiene pretensiones de orador sagrado, porque en Santiago le +dieron una faena de cavador; en un mismo día predicó por la mañana el +sermón del Encuentro, al aire libre, y por la tarde el de la Agonía: +total cuatro horas de echar el pulmón, y de hacer chacota de él los +estudiantes. Y lo más célebre fué que en el sermón del Encuentro llevaba +una pelliz, eso sí, muy planchada y muy rizadita; y cuando para +enternecer al público hizo ademán de abrazar á la Virgen para consolarla +de la ausencia de su hijo, los estudiantes gritaban: ¡Ay mi pelliz! Así +que se enteró el Arzobispo, dicen que le pasó recado de que no predicase +más... Aquí cuando echa la plática aturde la iglesia... Según dicen; que +yo, ya imaginará usted que no asisto á semejante iniquidad... Usted está +distraído, vamos; no le cuento á usted más cuentos de esa gente. + +--No, cuente usted; así entretengo un poco la ansiedad inevitable. +Porque sepa usted que á mí lo único que me saca de quicio y me desata +los nervios, es la expectación y la incertidumbre. Para las desgracias +verdaderas, para los males ya conocidos, creo que no me falta +resistencia; y eso que no la doy de estoico. + +Siguió Juncal refiriendo cuentos de curas; pero como todo se agota, la +conversación iba languideciendo mucho. Gabriel, de cuando en cuando, +entraba en el salón, recorría dos ó tres habitaciones, y salía siempre +diciendo:--¡Nada... nada...! ¡La cosa va larga! + +--Ya verá usted--respondía Juncal--cómo el bueno del cura le mete +escrúpulos en la cabeza á la señorita. + + + + +XXXV + + +--Queda muy sosegada, y en un estado de ánimo bastante bueno. Mañana, +Dios mediante, recibirá al Señor--respondió el cura de Ulloa, fijando +los ojos en un nudo de la madera del piso, pues aquella habitación de +Gabriel Pardo era _la misma_, la de su hermana, y tender la vista +alrededor una prueba muy fuerte para el espíritu del párroco. + +--Y... + +--Todo se lo he expuesto y se lo he manifestado de la mejor manera +posible y apoyándolo con cuantas razones me sugirió mi pobre +inteligencia. Le he dicho que usted le dispensaba una honra y le daba +una prueba de afecto grandísima, elevándola al puesto de esposa suya, +después de que... + +--¡Ay Dios mío!--exclamó Gabriel tristemente.--Si se lo ha presentado +usted como un favor, de fijo que se ha resentido su orgullo... y por +altivez, por delicadeza, habrá sido capaz de negarse... + +--No señor, no... + +--¿Ha dicho que sí? ¿ha dicho que sí?--preguntó Gabriel afanosamente. + +--Se ha negado... + +--¡Ya! + +--Pero por otras causas, que usted y yo estamos en el caso de respetar. + +--¿Otras causas? + +--Manuela se encuentra sinceramente arrepentida... La desventura, el +golpe que ha recibido le han abierto mucho los ojos del alma. No desea +más que expiar y llorar su culpa... + +--¡Su culpa!--exclamó Gabriel, con acento de protesta.--¡Su culpa, +pobre criatura abandonada, sin consejo, sin cariño de nadie! ¡Don +Julián, don Julián! Ocasiones hay en que yo me condeno á mí mismo por mi +detestable propensión á la indulgencia; porque creo que se me han roto +todos los resortes morales; pero ahora... ¡quisiera tener en esta mano +todo el perdón y todo el amor del mundo... para derramarlo sobre la +cabeza de mi sobrina! ¡Ella es inocente... otros, otros somos los +culpables! + +--Otros--replicó con mansa firmeza el cura--son acaso más culpables que +ella; pero ella tampoco es inocente, señor de Pardo. Ella lo comprende y +lo reconoce, y desea, así que su padre se ponga bueno, retirarse á un +convento de Santiago. + +--¡Monja!--exclamó Pardo.--Monja... ¡Quiere ser monja! + +--Por ahora, no señor. La vocación no viene en un día, y yo siempre le +daría el consejo de que desconfiase de una vocación repentina, dictada +por sinsabores ó desengaños del mundo. Lo que Manuela quiere es retiro +y descanso que le cure las heridas y sitio en qué hacer penitencia de su +pecado. Yo le he hablado de bodas, de esposo y de alegría; me ha +respondido celda y llanto. En mí no estaba desviarla de ese propósito, +desde que me lo manifestó. No me lo permitía mi oficio á aquella +cabecera. + +Gabriel se acercó al cura de Ulloa, y tomándole con agitación las manos, + +--Sí, padre--exclamó;--sí, sí, usted es el único que podía apartarla de +ese triste cautiverio en que va á caer voluntariamente... Entrará allí +ahora, porque cree, porque piensa que se le ha acabado el mundo y que ha +delinquido atrozmente; porque tiene vergüenza y dolor, porque no sabe lo +que le pasa... Después de entrar allí, lo que sucede; ya no se atreverá +á salir, y se creerá en el compromiso de tomar el hábito, y lo tomará, y +sufrirá, y vivirá mártir, y acaso morirá desesperada... Don Julián, +¡usted que tanto ha querido á su madre...! + +Pardo sintió temblar en la suya la mano del cura de Ulloa, y creyó que +el argumento había hecho fuerza. En efecto, el cura se levantó, y como +si despertase de un sueño, abrió sus ojos siempre entornados y los paseó +por los muebles, por la habitación, los clavó en la ventana. Y con +expresión de angustia, con acento hondo y muy distinto de la voz sorda y +tranquila que tenía siempre, gritó: + +--¡Ojalá que su madre hubiera entrado en el convento también! Dios llama +á la hija... Que vaya! Que vaya! Virgen Santísima, ¡ampárala, recíbela, +sostenla, quítala del mundo! + +Por primera vez sintió el comandante un impulso de ira contra aquel +hombre que poseía á sus ojos la aureola y el prestigio del santo, +ó--para emplear con más exactitud el lenguaje interno de Gabriel--del +hombre honrado que ajusta á sus convicciones su vida, y no tiene para +sus semejantes sino ternura y caridad. Rebosando enojo, le apostrofó +rudamente: + +--Don Julián, permítame usted que le diga que eso es un enorme +desacierto! Manuela puede ser en el mundo feliz, buena y honrada... y es +un horror que vaya á sacrificarse, á enterrarse y á consumirse entre +cuatro paredes, sin chispa de devoción ni de humor para ello... por qué? +Por una desdicha que ha tenido, por una falta que todo disculpa, cuyo +alcance ella no ha podido comprender, y cuya raíz y origen están, al fin +y al cabo, en lo más sagrado y respetable que existe... en la +naturaleza! + +--Señor de Pardo--respondió el cura, que ya había recobrado su +apacibilidad de costumbre--lo que la naturaleza yerra, lo enmienda la +gracia; y el advenimiento de Cristo y los méritos de su sangre preciosa +fueron cabalmente para eso; para remediar la falta de nuestros primeros +padres y sanar á la naturaleza enferma. La ley de naturaleza, aislada, +sola, invóquenla las bestias: nosotros invocamos otra más alta... Para +eso somos hombres, hijos de Dios y redimidos por él. Dejemos esto; yo +desearía que usted no se quedase con el recelo de que he influído +directamente en el ánimo de la señorita. Vaya usted junto á ella, +pregúntele, ínstele... haga usted su oficio, que la Virgen Santísima no +ha de descuidarse en hacer el suyo... Yo me vuelvo á mi casa, si no +tiene usted nada que mandar á este humilde servidor y capellán. + +--Voy junto á mi sobrina ahora mismo--respondió Gabriel retando al cura +con su decisión y con su cólera. + + + + +XXXVI + + +Entró medio á tientas, porque el cuarto estaba casi á oscuras, á causa +de que la jaqueca de la niña no le consentía ver luz. No tardaron sin +embargo las pupilas de Gabriel en acostumbrarse á aquella penumbra lo +bastante para distinguir, en el fondo del cuarto, la blancura de las +sábanas y la cabeza de Manuela sobre el marco de su negrísimo pelo. Al +acercarse el comandante, levantóse Juncal y se retiró discretamente. La +montañesa yacía inmóvil, con los ojos cerrados, y de la cama se alzaba +ese olor especial que los enfermeros llaman _olor á calentura_, y que se +nota por más ligera que sea la fiebre. + +A la cabecera de la cama estaba vacante la silla que el médico había +dejado; pero Gabriel la separó, é hincando una rodilla en tierra, puso +la mano derecha sobre el embozo de la sábana. + +--Manuela--cuchicheó. + +La enferma abrió los ojos, sin responder. + +--¿Qué tal te encuentras? + +--Muy bien.... algo cansada. + +--¿Te incomodo? + +--No señor.... Siéntese, por Dios. + +--Quiero estar así. ¿Me das la mano? + +Sacó Manuela su mano morena, ardiente, abrasada, y la entregó como se la +pedían. Gabriel la tomó y la rozó suavemente con los labios. La niña +hizo un movimiento para retirarla. Gabriel silabeó en tono suplicante: + +--No, hija mía, déjamela... Oye, Manuela... ¿Te molesta oir hablar? + +--Bajito, no. + +--¿Y podrás responderme? + +Inclinó la cabeza, diciendo que sí. + +--Manuela... ¿Te ha dicho algo de mí el señor cura? + +--Ya sé los favores que le merezco--articuló la montañesa. + +--Ninguno. Ese es el error. ¡Favor! No disparates. Mira en qué postura +estoy. Pues figúrate que en esa misma te lo pedía, ¿entiendes? Como +favor para mí, para mí. Vivo muy solo en el mundo; no tengo á nadie, á +nadie; y me hacías falta, y me darías la vida. Pero ya no se trata de +eso. De otra cosa más pequeñita y más fácil. Anda, monina, no me lo +niegues. ¿Verdad que no? Si es facilísimo; si no te cuesta trabajo +ninguno. Que no pienses en rejas ni en conventos; ¡mira qué poco, y qué +sencillo! Te quedas aquí, al lado de tu padre. Yo también me quedo. Si +estás triste, te acompaño; si enferma, te cuido; verás como discurrimos +maneras de distraerte. Y de aquello que te pedí primero, no se habla +nada... Nada. Te lo juro por la memoria de tu pobre mamá: ¿á que así me +crees? + +Manuela no abrió los labios. Con el balanceo suave de su cabecita pálida +y porfiada, daba el _no_ más redondo del mundo. + +--¿No quieres? Que no? ¿Qué te diré, qué te haré para convencerte y +traerte á buenas? Terquita de mi alma... ¡pobrecita! respóndeme con la +boca, dime... qué hago, cómo te conquisto? Pídeme tú algo... muy +grande... muy atroz! Verás cómo soy mejor que tú, cómo te doy gusto... +Te me has vuelto muy mala. + +Los lánguidos ojos de la montañesa resplandecieron un instante, entre el +oscuro cerco que los rodeaba; alzó un poco la cabeza; apretó la mano de +su tío, y dejó salir con afán: + +--¿De veras me hará lo que yo le pida? + +--Oro molido que fuese, monina... Dí, dí. + +--¿Me da palabra? + +--De honor, de caballero, de todo lo que exijas. ¿Qué es ello? Salga. + +--Que se vaya por Dios, que se vaya á Madrid corriendo... antes que +aquel que está allí solito... y desesperado! se desespere de vez, y... +y...--No pudo proseguir: las lágrimas, de pronto, le nublaron las +pupilas y le trabaron la voz en la garganta. + +Aquel que ve el interior de los corazones sabe que Gabriel Pardo recibió +el golpe como honrado y valiente, presentando el pecho y con animoso +espíritu. Allá en el fondo, muy en el fondo de su conciencia, se alzó +una voz que gritaba: + +--Cura de Ulloa, ni tú ni yo... tú un iluso y yo un necio. Quien nos +vence á los dos, es... el rey... No, el tirano del mundo! + +--Así se hará, hija mía--dijo en alta voz.--¿Quieres que me marche hoy +mismo? + +--Pudiendo ser... ¡Dios se lo pague! Atienda, escuche...--silabeó +acercando tanto su boca al oído de Gabriel, que éste sentía en la +mejilla un aliento enfermizo y volcánico.--Haga usted para que no se +desconsuele mucho... y dígale que así que yo esté en el convento, él +vuelve aquí, y mi padre queda satisfecho, y todos bien, todos bien. + +--Adiós--respondió lacónicamente el artillero, que se levantó del suelo, +se inclinó sobre la montañesa y le dió un besó á bulto, hacia la sien. + + * * * * * + +Quiso ir á pie hasta Cebre, y Juncal, por supuesto, se empeñó en +acompañarle. En lo alto de la cuesta, donde se domina á vista de pájaro +el valle de los Pazos, se volvió, y estuvo buen trecho con los brazos +cruzados, la vista clavada en el tejado de la solariega huronera, en el +estanque del huerto que destellaba fuego á los últimos rayos del sol, en +los lejanos picos y azuladas crestas que servían de corona al valle. +Estas contemplaciones paran, y debiera callarse por sabido, en un +suspiro muy hondo. Pardo llenó este requisito, y acordándose de todo lo +que había venido á buscar allí diez días antes, pensó, con humorística +tristeza: + +--Otro caballo muerto. + +Aquella tarde, el gran ardor de la canícula daba señales de aplacarse +ya, y eran preludio y esperanza de frescura y acaso de agua las nubes +redondas y los finos _rabos de gallo_ que salpicaban caprichosamente el +cielo. Una brisa fresca, vivaracha, que columpiaba partículas de +humedad, hacía palpitar el follaje. A lo lejos chirriaban los carros +cargados de mies, y las ranas y los grillos empezaban á elevar su +sinfonía vespertina, saludando á la lluvia y al viento antes de que +hiciesen su aparición triunfal y refrigerasen la tostada campiña. Todo +era vida, vida indiferente, rítmica y serena. + +Gabriel Pardo se volvió hacia los Pazos por última vez, y sepultó la +mirada en el valle, con una extraña mezcla de atracción y rencor, +mientras pensaba: + +--Naturaleza, te llaman madre... Más bien deberían llamarte madrastra. diff --git a/data/emilia_prueba.txt b/data/emilia_prueba.txt new file mode 100644 index 0000000..8580538 --- /dev/null +++ b/data/emilia_prueba.txt @@ -0,0 +1,155 @@ +Las nubes, amontonadas y de un gris amoratado, como de tinta desleída, +fueron juntándose, juntándose, sin duda á cónclave, en las alturas del +cielo, deliberando si se desharían ó no se desharían en chubasco. +Resueltas finalmente á lo primero, empezaron por soltar goterones +anchos, gruesos, legítima lluvia de estío, que doblaba las puntas de las +yerbas y resonaba estrepitosamente en los zarzales; luego se apresuraron +á porfía, multiplicaron sus esfuerzos, se derritieron en rápidos y +oblicuos hilos de agua, empapando la tierra, inundando los matorrales, +sumergiendo la vegetación menuda, colándose como podían al través de la +copa de los árboles para escurrir después tronco abajo, á manera de +raudales de lágrimas por un semblante rugoso y moreno. + +Bajo un árbol se refugió la pareja. Era el árbol protector magnífico +castaño, de majestuosa y vasta copa, abierta con pompa casi +arquitectural sobre el ancha y firme columna del tronco, que parecía +lanzarse arrogantemente hacia las desatadas nubes: árbol patriarcal, de +esos que ven con indiferencia desdeñosa sucederse generaciones de +chinches, pulgones, hormigas y larvas, y les dan cuna y sepulcro en los +senos de su rajada corteza. + +Al pronto fué útil el asilo: un verde paraguas de ramaje cobijaba los +arrimados cuerpos de la pareja, guareciéndolos del agua terca y furiosa; +y se reían de verla caer á distancia y de oir cómo fustigaba la cima del +castaño, pero sin tocarles. Poco duró la inmunidad, y en breve comenzó +la lluvia á correr por entre las ramas, filtrándose hasta el centro de +la copa y buscando después su natural nivel. Á un mismo tiempo sintió la +niña un chorro en la nuca, y el mancebo llevó la mano á la cabeza, +porque la ducha le regaba el pelo ensortijado y brillante. Ambos +soltaron la carcajada, pues estaban en la edad en que se ríen lo mismo +las contrariedades que las venturas. + +--Se acabó...--pronunció ella cuando todavía la risa le retozaba en los +labios.--Nos vamos á poner como una sopa. Caladitos. + +--El que se mete debajo de hoja dos veces se moja--respondió él +sentenciosamente.--Larguémonos de aquí ahora mismo. Sé sitios mejores. + +--Y mientras llegamos, el agua nos entra por el peszcuezo, y nos sale +por los pies. + +--Anda, tontiña. Remanga la falda y tapémonos la cabeza. Así, mujer, +así. Verás qué cerquita está un escondrijo precioso. + +Alzó ella el vestido de lana á cuadros, cubriendo también á su compañero +y realizando el simpático y tierno grupo de Pablo y Virginia, que +parece anticipado y atrevido símbolo del amor satisfecho. Cada cual asió +una orilla del traje, y al afrontar la lluvia, por instinto juntaron y +cerraron bajo la barbilla la hendidura de la improvisada tienda, y sus +rostros quedaron pegados el uno al otro, mejilla contra mejilla, +confundiéndose el calor de su aliento y la cadencia de su respiración. +Caminaban medio á ciegas, él encorvado, por ser más alto, rodeando con +el brazo el talle de ella, y comunicando el impulso directivo, si bien +el andar de los dos llevaba el mismo compás. + +Poco distaba el famoso escondrijo. Sólo necesitaron para acertar con él +bajar un ribazo, resbaladizo por la humedad, y lindante con la +carretera. Coronaban el ribazo grandes peñascales, y en su fondo existía +una cantera de pizarra, ahondada y explotada al construirse el camino +real, y convertida en profunda cueva; excelente abrigo para ocasiones +como la presente. Abandonada hacía tiempo por los trabajadores la +cantera, volvía á enseñorearse de ella la vegetación, convirtiendo el +hueco artificial en rústica y sombrosa gruta. En la cresta y márgenes +del ribazo crecía tupida maleza, y al desbordarse, estrechaba la entrada +de la excavación: al exterior se enmarañaba una abundante cabellera de +zarzales, madreselvas, cabrifollos y clemátidas; dentro, en las +anfractuosidades del muro lacerado por la piqueta, anidaban vencejos, +estorninos y algún azor; los primeros salieron despavoridos, +revoloteando, cuando entró la pareja. Siendo muy bajo el sitio, é +impregnado del agua que recogía como una urna y del calor del sol que +almacenaba en su recinto orientado al mediodía, encerraba una vegetación +de invernáculo, ó más bien de época antediluviana, de capas +carboníferas: escolopendras y helechos enormes brotaban lozanos, +destacando sobre la sombría pizarra los penachos de pluma de sus +vertebradas y recortadas hojas. + +Aun cuando el escondrijo daba espacio bastante, la pareja no se desunió +al acogerse allí, sino que enlazada se dirigió á lo más oscuro, sin +detenerse hasta tropezar con la pared, contra la cual se reclinó en +silencio, al abrigo de la remangada falda. Ni menos se desviaron sus +rostros, tan cercanos, que él sentía el aletear de mariposa de los +párpados de ella, y el cosquilleo de sus pestañas curvas. Dentro del +camarín de tela, los envolvía suavemente el calor mutuo que se +prestaban: las manos, al sujetar bajo la barbilla la orla del vestido, +se entretejían, se fundían como si formasen parte de un mismo cuerpo. Al +fin el mancebo fué aflojando poco á poco el brazo y la mano, y ella +apartó cosa de media pulgada el rostro. La tela, deslizándose, cayó +hacia atrás, y quedaron descubiertos, agitados y sin saber qué decirse. +Llenaba la gruta el vaho poderoso de la robusta vegetación +semi-palúdica, y el sofocante ardor de un día canicular. Fuera, seguía +cayendo con ímpetu la lluvia, que tendía ante los ojos de la pareja +refugiada una cortina de turbio cristal, y ayudaba á convertir en +cerrado gabinete el barranco donde con palpitante corazón esperaban niña +y muchacho que cesase el aguacero. + +No era la vez primera que se encontraban así, juntos y lejos de toda +mirada humana, sin más compañía que la madre naturaleza, á cuyos pechos +se habían criado. ¡En cuántas ocasiones, ya á la sombra del gallinero ó +del palomar que conserva la tibia atmósfera y el olor germinal de los +nidos, ya en la soledad del hórreo, sobre el lecho movedizo de las +espigas doradas, ya al borde de los setos, riéndose de la picadura de +las espinas y del bigote cárdeno que pintan las moras, ya en el repuesto +albergue de algún soto, ó al pie de un vallado por donde serpeaban las +lagartijas, habían pasado largas horas compartiendo el mendrugo de pan +seco y duro ya á fuerza de andar en el bolsillo, las cerezas atadas en +un pañuelo, las manzanas verdes; jugando á los mismos juegos, durmiendo +la siesta sobre la misma paja! ¿Entonces, á qué venía semejante +turbación al recogerse en la gruta? Nada se había mudado en torno suyo; +ellos eran quienes, desde el comienzo de aquel verano, desde que él +regresara del instituto de Orense á la aldea para las vacaciones, se +sentían inmutados, diferentes y medio tontos. La niña, tan corretona y +traviesa de ordinario, tenía á deshora momentos de calma, deseos de +ociosidad y reposo, lasitudes que la movían á sentarse en la linde de un +campo ó á apoyarse en un murallón, cuyo afelpado tapiz de musgo rascaba +distraidamente con las uñas. A veces clavaba á hurtadillas los ojos en +el lindo rostro de su compañero de infancia, como si no le hubiese visto +nunca; y de repente los volvía á otra parte, ó los bajaba al suelo. +También él la miraba mucho más, pero fijamente, sin rebozo, con +ardientes y escrutadoras pupilas, buscando en pago otra ojeada +semejante; y al paso que en ella crecía el instintivo recelo, en él +sucedía á la intimidad siempre un tanto hostil y reñidora que cabe entre +niños, al aire despótico que adoptan los mayores y los varones con las +chiquillas, un rendimiento, una ternura, una galantería refinada, +manifestada á su manera, pero de continuo. Ayer, aunque inseparables y +encariñados hasta el extremo de no poder vivir sino juntos y de que les +costase todos los inviernos una enfermedad la ausencia, cimentaban su +amistad, más que las finezas, los pescozones, cachetes y mordiscos, las +riñas y enfados, la superioridad cómica que se arrogaba él, y las +malicias con que ella le burlaba. Hoy parecía como si ambos temiesen, al +hablarse, herirse ó suscitar alguna cuestión enojosa; no disputaban, no +se peleaban nunca; el muchacho era siempre del parecer de la niña. Esta +cortedad y recelo mutuo se advertía más cuando estaban á solas. Delante +de gente se restablecía la confianza y corrían las bromas añejas. + +Con todo eso no renunciaban á corretear juntos y sin compañía de nadie. +Á falta de testigos, les distraía y tranquilizaba la menor cosa: una +flor, un fruto silvestre que recogían, una mosca verde que volaba +rozando con la cara de la niña. Impremeditadamente se escudaban con la +naturaleza, su protectora y cómplice. + +En la gruta, lo que les sacó de su momentáneo embeleso, fué observar la +vegetación viciosa y tropical del fondo. La niña, gran botánica por +instinto, conocía todas las plantas y yerbas bonitas del país; pero +jamás había encontrado, ni á la orilla de las fuentes, tan elegantes +hojas péndulas, tan colosales y perfumados helechos, tanto pulular de +insectos como en aquel lugar húmedo y caluroso. Parecía que la +naturaleza se revelaba allí más potente y lasciva que nunca, ostentando +sus fuerzas genesiacas con libre impudor. Olores almizclados revelaban +la presencia de millares de hormigas; y tras la exuberancia del follaje, +se divisaba la misteriosa y amenazadora forma de la araña, y se +arrastraba la oruga negra, de peludo lomo. La niña los miraba, +estremeciéndose cuando al apartar las hojas descubría algún secreto +rito de la vida orgánica, el sacrificio de un moscón preso y agonizante +en la red, el juego amoroso de dos insectos colgados de un tallo, la +procesión de hormigones que acarreaban un cuerpo muerto. + diff --git a/data/prueba.txt b/data/prueba.txt new file mode 100644 index 0000000..cf1c1cc --- /dev/null +++ b/data/prueba.txt @@ -0,0 +1 @@ +Al decir esto, todas sus ideas accesorias é incidentales se desvanecieron, dejando campar sola y dominante la idea constitutiva de su lamentable estado psicológico. «Debe de ser tarde, Ramón. Apresúrate á ponerte punto final. Dios lo dispone». De aquí pasó al recuerdo de Luis, de quien tan cerca estaba, pues el anciano había entrado en la calle de los Reyes. Paróse frente á la casa de Cabrera, y mirando hacia el segundo, soltó en el embozo de su capa estas expresiones: «Luisín, niño mío, tú, lo más puro y lo más noble de la familia, digno hijo de tu madre, á á quien voy á ver pronto, ¿qué tal te encuentras con esos señores? ¿Extrañas la casa? Tranquilízate, que ya te irás acostumbrando á ellos; son buenas personas, tienen mucho arreglo, gastan poco, te criarán bien, harán de ti un hombre. No te pese haber venido. Haz caso de mí que te quiero tanto, y hasta me dan ganas de rezarte, porque tú eres un santo en flor y te han de canonizar... como si lo viera. Por tu boca inocente se me confirmó lo que ya se me había revelado... y yo que aun dudaba, desde que te oí, ya no dudé más. Adiós, chiquillo celestial; tu abuelito te bendice... mejor sería decirte que te pide la bendición, porque eres un santito, y el día que cantes misa, verás, verás qué alegría hay en el Cielo... y en la tierra... Adiós, tengo prisa... Duérmete, y si eres desgraciado y alguien te quita tu libertad, ¿sabes lo que haces? pues te largas de aquí... hay mil maneras... y ya sabes dónde me tienes... Siempre tuyo...» diff --git a/scripts/medialab.py b/scripts/medialab.py new file mode 100644 index 0000000..1269209 --- /dev/null +++ b/scripts/medialab.py @@ -0,0 +1,87 @@ +#!/usr/bin/env python3 +# -*- coding: utf-8 -*- +""" +Created on Fri May 28 17:00:51 2021 + +""" +#NECESITAS INSTALAR: +# pip install -U spacy +# python -m spacy download en_core_web_sm + +#IMPORTAMOS MÓDULOS________________________________________________________ + +import spacy +import random +# Cargar tokenizer en español +nlp = spacy.load("es_core_news_sm") + +#FUNCIONES_________________________________________________________________ + +def limpiar_texto(fragmento): + fragmento_limpio = fragmento.split('--') + fragmento_limpio = ', '.join(fragmento_limpio) + fragmento_limpio = fragmento.split('\n') + fragmento_limpio = ' '.join(fragmento_limpio) + return fragmento_limpio + +def crear_base_datos(nombre_texto): + # Abrir el archivo de texto para crear la base de datos + archivo = open(nombre_texto, 'r') + fragmento = archivo.read() + archivo.close() + fragmento_limpio = limpiar_texto(fragmento) + + # Tokenización del fragmento de texto + doc = nlp(fragmento_limpio) + doc_len = len(doc) + + palabras_arboles = {} #Verbos, sustantivos, adverbios y adjetivos + palabras_camino = {} #El resto de palabras + for i in range(0, doc_len-1): + tok = doc[i] + palabra = tok.text.lower() + sig_palabra = doc[i+1].text.lower() + if (tok.pos_ == 'VERB' or tok.pos_ == 'NOUN'\ + or tok.pos_ == 'ADJ' or tok.pos_ == 'ADV'): + if palabra in palabras_arboles: + palabras_arboles[palabra].append(sig_palabra) + else: + palabras_arboles[palabra] = [sig_palabra] + else: + if palabra in palabras_camino: + palabras_camino[palabra].append(sig_palabra) + else: + palabras_camino[palabra] = [sig_palabra] + return (palabras_arboles, palabras_camino) + +#Genera la siguiente palabra en el camino según la cadena de Markov +def paso(palabra, palabras_arboles, palabras_camino): + if palabra in palabras_arboles: + return random.choice(palabras_arboles[palabra]) + elif palabra in palabras_camino : + return random.choice(palabras_camino[palabra]) + else: + pass + +def camino(palabra, palabras_arboles, palabras_camino): + i = 0 + itinerario = palabra.capitalize() + ' ' + while palabra != '.' and i < 100: + delimitador = ' ' + palabra = paso(palabra, palabras_arboles, palabras_camino) + if palabra in '.,:;!?\)': + itinerario = itinerario[:-1] + aliento = random.random() + if aliento < 0.1: + delimitador = '\n' + itinerario += (palabra + delimitador) + i += 1 + return itinerario + +#Genera un camino a partir de un texto y una palabra del texto +def crear_camino(nombre_archivo, palabra_inicial): + (palabras_arboles, palabras_camino) = crear_base_datos(nombre_archivo) + return camino(palabra_inicial, palabras_arboles, palabras_camino) + +#EJECUCIÓN__________________________________________________________________ +print(crear_camino('emilia_prueba.txt', 'un')) \ No newline at end of file